CAROL SOLÍS

 

Y pasaron los días, meses, años desde tu partida.

Una partida incomprendida, y

bajo el tonto enojo que como un eco quedó.

 

Y si, ¡regresaste! pero no saboreaste la dulzura de lo bello,

todo ese río de amor que pudo ser inmenso

y sin nombre se quedó.

 

Y pasaron los días, meses, años

y sin mirar atrás vi un mar de infinitas posibilidades…

Me sumergí, nadé y sí, como no, hasta me ahogué,

me ahogué y atrapada quedé en un mar sin nombre,

aunque al final salí a flote.

 

Y ahora, después de tanto tiempo

de ni siquiera recordar,

aparece el recuerdo del río aquél

al cual un día yo amé,

y que sé bien pudo llegar a ser mar y tener nombre.

 

 

Un comentario sobre “El río sin nombre

Deja un comentario