KERANOS

N: Ya he acabado de cenar. Gracias por traérmela, Javi. Y por la charla. Me voy a dormir, que mañana tengo clase. Buenas noches.
J: Buenas noches.
E: Noelia, me gustaría hablar contigo.
N: No hace falta. Ya he hablado con Javi. No te preocupes -dijo quedándose mirándola.

Se hicieron un par de segundos de silencio en los que vi como Noelia miraba a su hermana con detenimiento, como si le mirara el pecho. Después me miró a mí, bajando sus ojos hasta el cojín. Parecía que no habíamos disimulado tan bien como yo pensaba.

E: Bueno, pero quiero hablar contigo igualmente, ¿vale?
N: Vale, pero ya mañana. U otro día. Que ya es muy tarde y tengo sueño.
E: Vale, que descanses.

Noelia se fue y oímos como cerró su puerta. Elena se giró hacia mí y entendí lo que había visto Noelia, sus pezones marcadísimos bajo su camiseta. Ella me miraba con una sonrisa de niña mala y yo me lancé de nuevo a su boca para besarla mientras ella quitaba el cojín que tenía sobre mi erección, para sobarme de nuevo la polla, empapándose toda la zona por sus babas. Aun así, con ese calentón tan grande fui capaz de despegarme de Elena.

-¿Ves? Casi nos pilla.
-No ha sido para tanto. Ha sido emocionante, jeje.
-Anda, vamos a la habitación, que paso de que nos pille de verdad. Que creo que ya se ha olido algo…
-Vaaaaale.

Apagué la televisión y la cogí en volandas, con ella riendo con esa dulzura suya tan bonita. De camino a la habitación me empezó a besar el cuello como ella sabía que me gustaba y la erección se disparó de nuevo, a pesar de estar bastante empalmado. Yo mientras tanto le daba pellizcos en el culo y algún azote, aunque me controlé cuando pasamos junto a la habitación de Noelia, al contrario que ella, que seguía con esa risita. En cuanto llegamos a nuestro cuarto, la eché sobre la cama, haciendo que rebotara, causando algo de ruido al hacerlo. Ella seguía con su risa y yo fui a la puerta a echar el pestillo.

-No hace falta… -dijo bajito.
-¿Pero qué te pasa? Jajajaja -le respondí hablando tan bajito como hizo ella-. ¿Hoy quieres que nos pille?
-Nooooo… Pero mírala cómo está. Si se está portando como hacía mucho que no veía en ella. No creo que venga a molestar, ni aun sin querer hacerlo.
-Da igual, así nos aseguramos de que no nos va a interrumpir.
-¿Me vas a follar?
-Joder… Como para no conforme está la nena…
-Jijijiji…
-Me has puesto muy burro ahí cuando me la comías. Me encanta como lo haces.
-Y tú me tenías perrísima. Estoy empapada.
-¿Sí? A ver…

Elena cerró las piernas, impidiendo que comprobara lo que me acababa de decir, haciendo un sonido de negación mientras ponía cara de querer jugar.

-Estás muy juguetona…
-Ajam…
-Joder… Qué ganas de reventarte.
-¿Me vas a reventar?
-No será por falta de ganas…
-Yo también lo estoy deseando.
-¿Quieres que te mate a pollazos?
-Sí.
-Mmm… Primero te voy a comer el coño. Estoy deseando.

Elena parecía querer seguir jugando un poco más a provocarme y a impedirme que hiciera nada con ella, pero es que yo ya no podía más. Necesitaba follármela y parecía que no me iba a poder controlar. Sin dejar que jugara más conmigo, le arranqué la ropa de manera salvaje y me lancé comerle el coño mientras jugaba con sus tetas, pellizcándole los pezones. Rápidamente empezó a gemir por mi comida de coño, pero llevé mi mano a su cara para acariciarla, metiéndole el pulgar en la boca para que lo chupara y así amortiguar sus gemidos. Tras unos minutos pasando mi lengua por sus labios vaginales, metiéndosela dentro y centrándome después en su clítoris, Elena se corrió de manera intensa agarrándome fuertemente del brazo, empapándome la cara también con sus fluidos. Paré cuando vi que se empezaba a retorcer y a apretar mi cabeza con sus piernas de manera muy fuerte.

Me puse de rodillas en mitad de la cama mirando como respiraba de manera acelerada, con sus ojos cerrados y una expresión de placer que me daban ganas de comérmela de nuevo. Aproveché que se tenía que recuperar para quitarme la ropa y dejarla apartada mientras contemplaba su precioso cuerpo con sus tetas tan ricas y bonitas, con esos pezones rosados y pálidos y su piercing en uno de ellos. Luego le miré el del ombligo. Qué bonitos le quedaban. Y finalmente pude ver su coñito, con esos labios rosas y finos, aunque ahora algo más rojizos e hinchados por su excitación, acabando en ese pubis recubierto por una fina capa de pelo negro formando un perfecto triángulo. Ya tenía la polla muy dura, pero es que verla así tan abandonada a sus sensaciones con ese cuerpo tan perfecto hizo que se me pusiera más dura aún, asomando alguna que otra gota y eso que aún no había empezado a follarla.

No pude aguantar y me puse sobre ella para besarla. Ella dio un respingo, acompañado de un gemido al notar el contacto de mis labios con los suyos, pasando después a su cuello, haciendo que se estremeciera de nuevo, como si le hubiera hecho cosquillas. Como no reaccionaba para seguir, decidí ir por la vía rápida. Cogí sus pies después de ponerme de nuevo de rodillas y se los empecé a besar. Su reacción fue instantánea, abriendo los ojos y empezando a gemir. Se puso rojísima y de nuevo estaba encendidísima otra vez. Mirándome con deseo, llevándose la mano al coño para tocarse mientras yo jugaba con sus pies. Se la aparté y ella refunfuñó.

-Javiiiiiii… No seas malooooo… -susurró.
-No seas mala tú, que te quiero follar y no me dejas.
-Claro que te dejo, mi amor. Pero es que necesito recuperarme.
-Es que no puedo más. Necesito reventarte.
-Pues ven aquí.

Me puse de nuevo sobre ella sin pensármelo y dirigí mi polla hasta su coñito para metérsela del tirón. Ella cogió aire con fuerza por la impresión de haberlo hecho de manera tan dura, pero se acomodó y me dejó hacer, permitiéndome que la follara en un misionero, de manera rápida y fuerte. Elena aguantaba los gemidos con su boca cerrada, aunque se le escapaba alguno mientras yo jadeaba a pocos centímetros de su cara. Ambos estábamos a mil.

-Más fuerte, mi amor.
-Nos va a oír Noelia.
-No. Venga, más fuerte.
-Ahora, espera.
-Javi, tenemos que aprovechar, que la nena va a estar aquí todo el finde y no vamos a poder follar.
-Uff… No me lo recuerdes, que lo voy a pasar mal.
-Por eso, mi amor. Quiero que me revientes para quedarnos saciados estos 3 días que vienen.

Empecé a follar a Elena con más fuerza, provocando que gimiera más, por lo que tuve que cerrarle la boca con la mano para que su hermana no nos oyera. No quería que se volviera a correr ella, ni quería hacerlo yo, por lo que llevaba cuidado de que no pasara.

-Javi… -dijo en uno de esos breves descansos en los que se la metía de manera lenta y suave.
-Dime.
-¿Cómo estás?
-¿Yo? En la gloria.
-Jejejeje. Me refiero a lo de no tener sexo con más gente alrededor.
-Ah, pues no sé, ¿por?
-Porque… -dijo haciendo una pausa para darme un pequeño beso- Tengo ganas de jugar…
-¿Jugar?
-Sí. Quiero compensar a Irene por todo este mal rollo que ha tenido lugar por mi culpa.
-Ah…
-Bueno, y también por mí. Tengo muchas ganas de que me lo coma. Y de comerle yo las tetas.
-Pero bueno… ¿Y esto? -dije riéndome.
-Jajajaja. Es que estoy muy perra, pero me apetece de verdad. De hecho, me apetece también con Sofía.
-¿Quién eres tú y qué has hecho con mi adorable y tímida novia? Jajajajaja.
-Jajajajaja. Jo… No seas malo.
-A ver… Si lo dices así, pues sí que me apetece.
-No te preocupes, con Mario no voy a hacer nada. Me da un poco de pena el pobre, pero es que no me siento cómoda del todo.
-Lo que veas, mi vida. Yo tampoco voy a hacer nada con ellas en realidad. No me apetece, pero verte a ti con ellas me pondría mucho, la verdad.
-Jijijiji…

Elena me besó y la empecé a follar más rápido de nuevo. Mientras ella se concentraba en sus sensaciones, yo me paraba a pensar en lo que propuso. Era verdad que yo en ese momento prefiera que estuviéramos solos, como pasó cuando vinieron todos a casa y empezó ese juego con Sofía en el que finalmente no quise que pasara nada con ella, pero que me lo comentara en ese momento hizo que me pusiera muy cachondo. Más de lo que ya lo estaba. Y me empezó a apetecer. Me gustaba ver como Elena jugaba con otra chica, y si eran de confianza y estaban buenas como en el caso de Irene y Sofía, pues mucho mejor. De hecho, hasta ya me lo estaba empezando a imaginar, viendo en mi mente como Elena le comía las tetas a Irene y a Sofía y como ambas le comían el coño a ella. Me despegué de ella para que soltara mi hombro, el cual mordía para ahogar sus gemidos para mirarla a los ojos. Estaba con una expresión muy caliente, pasando a sonreír una vez nos mirábamos.

Le susurré que la quería y que tenía muchísima suerte de tenerla en mi vida y ella me pidió que fuera más rápido. Se quería volver a correr, pero estaba empezando a gemir demasiado fuerte, aunque también se oía el cabecero de la cama chocar contra la pared. Le tapé la boca de nuevo con una mano mientras la seguía reventado en ese misionero y nuestros sexos sonaban por el roce que hacían entre sí, mezclándose con ese sonido húmedo por sus fluidos. Elena me intentaba retirar la mano de la boca para poder respirar mejor y lo consiguió después de intentarlo varias veces, pasando yo a agarrarle el cuello con fuerza.

-Así, así. Cógeme del cuello con fuerza. Hace mucho que no lo haces -dijo jadeando fuertemente.

Le agarre del cuello con fuerza, llegando ella a ponerse roja, pidiéndome que la follara lo más duro que pudiera. Así lo hice y por suerte no gemía esta vez, aunque el cabecero de la cama sí que sonaba. Se quedó aguantando la respiración hasta que explotó en su orgasmo que manifestó con fuertes sacudidas mientras ponía sus ojos en blanco y jadeaba muy fuertemente. Me apretó tanto con su coño y estaba tan húmeda que hacía como fuerza para expulsar mi polla de su interior, por lo que apreté para clavársela lo más profundo que podía. Ella lanzó un gemido lastimero, como si le hubiera hecho daño y salí de ella porque no podía más, empezando a correrme sobre su vientre y tetas. Ella se retorcía y sus piernas daban fuertes sacudidas. Tenía el cuerpo muy rígido, apretando con su cabeza hacia atrás, contra la almohada. Tuvo un orgasmo de los gordos y yo no me quedé muy atrás, porque estaba extasiado, medio mareado por esa liberación de tanta excitación que tenía.

Parecía que no se iba a despertar después de aquel orgasmo y más teniendo en cuenta que ya era bastante tarde, más de las 12 de noche y la pobre tenía que madrugar para ir a trabajar. Así que cogí papel y unas toallitas húmedas que teníamos en la mesita y la limpié bien. Después le aparté el pelo bien de su cara sudada para que descansara a gusto, dándole un beso en los labios.

-Descansa, vida mía. Te quiero.

Apagué la luz y me recosté con ella para dormir pensando en lo bien que había acabado el día, con muchas ganas de que llegara el siguiente para tener a Paula en casa y pasar el finde con ella y con Elena y la semana siguiente con nuestros amigos con ese jugueteo que me propuso Elena. Me dormí contentísimo mientras abrazaba a Elena por detrás.

El despertar del día siguiente fue un poco brusco, porque noté un movimiento y me desperté sobresaltado. Se trataba de Elena, quien estaba encima de mí, besuqueándome por toda la cara mientras acariciaba mi cuerpo y se sentaba sobre mi barriga. Ese susto se me pasó rápido, porque me dejé llevar. ¿A quién no le gusta despertarse así? Pero habiéndome espabilado, recordé que era ya por la mañana como bien indicaba la luz que entraba por las pequeñas rendijas de la persiana de la habitación, la cual estaba casi echada, pero no del todo.

-Elena, cariño. Que te tienes que ir a trabajar…

Elena lanzó un sonido de negación mientras besaba mi cuello, haciendo que tuviera una erección burrísima, aunque ya la tenía dura cuando me desperté.

-Madre mía, si no son ni las 7 aún… ¿Qué te pasa?
-Me pasa que… -dijo cortando su frase para darme un beso en los labios-… Me pasa que me pones mucho. Y anoche me dejaste destrozada, pero aún me dura el calentón. Y quiero aprovechar y echarte un polvo para irme contenta al trabajo.
-Uff… La fiera se ha despertado.
-Sí, jijijijiji.
-Joder… Cómo me la has puesto ya…
-Pues ponte cómodo, porque ahora te voy a follar yo a ti.

Elena se empezó a restregar, estando sobre mí. Cogió mi polla para aprisionarla entre mi cuerpo y su coñito para rozarse con ella. Mientras lo hacía, me daba muchos besos por la cara y por el cuello hasta que se centró en comerme la boca con ansia, haciendo un sonido empalagoso que, lejos de no gustarme, me encendió aún más. Después de un rato de frotarse conmigo y de mojarse bien por ello mientras jadeaba, Elena agarró mi polla levantando un poco su cuerpo para metérsela directamente.

En cuanto lo hizo, empezó una rápida cabalgada en la que se le escapaba algún que otro gemido que intentaba reprimir cerrando su boca y agachando la cabeza. Yo mientras tanto, resoplaba y jadeaba por el movimiento tan rápido que hacía sobre mí. Se propuso darme una buena follada y lo consiguió, porque puso sus manos sobre mis hombros para tener control sobre mí, moviéndose con su cuerpo de manera muy sensual. Podía ver su cara por estar acostumbrado a la oscuridad de la habitación y joder… Su mirada era deseo puro, la veía encendidísima. Intenté agarrar su culo y sus muslos para acariciarlos, ya que era algo que me encantaba hacer, pero ella no me dejó, porque agarró mis manos y entrelazó nuestros dedos para tener control total sobre mí.

-Joder, Elena… Cómo estás…
-Mira como me pones… -dijo entre jadeos.
-Tengo unas ganas de reventarte…
-Pues hoy me toca a mí.
-Va… Déjame un poquito.
-No. Quiero hacerlo yo. Y tenemos que aprovechar, que hasta que no se vaya la niña, no vamos a poder hacer nada…
-Pero no seas mala y no me vayas provocando…
-No, tranquilo. Por eso hago esto.

Elena siguió con la follada. Pocas veces se ponía así de mandona y activa, pero cuando lo hacía… La veía tan preciosa, con su melena moviéndose al ritmo de sus movimientos que me ponía loco. Se movía con toda mi polla en su interior, haciendo ligeros movimientos hacia delante y atrás, aunque de manera rápida. Sabía lo que me gustaba y lo estaba haciendo. Por desgracia, Elena paró de follarme, ya fuera por estar cansada por ese ritmo o porque iba a durar poco, por el mismo motivo. Yo, al estar quieto sin moverme, estaba perfectamente, pero el calentón era muy grande como para parar de follar, por lo que me zafé de la sujeción de Elena para cogerla del culo y, tras levantar ambos cuerpos empujando hacia arriba, empecé a follarla de manera rápida y dura mientras me apoyaba en mis talones. Debido al movimiento tan brusco y a las sensaciones que despertaba en ella, Elena se echó hacia delante, pegando nuestros cuerpos mientras dejaba caer su cara sobre uno de mis hombros.

El ruido era bastante grande, como si estuviéramos dando palmadas secas, aunque no era el único ruido, pues los gemidos de Elena cogieron fuerza, empezando a lanzarlos de manera más aguda al ritmo de mis embestidas. Por esa razón, Elena se puso a morder mi hombro como tantas veces hacía en esos casos, para ahogar sus gemidos. Era consciente de que era muy probable que Noelia nos podría estar escuchando, pero ya no había vuelta atrás. El calentón era tan grande que estaba en una de esas ocasiones en que te da igual todo y solo te centras en tus sensaciones. Por lo que seguí mientras notaba como Elena me apretaba cada vez más en el hombro, haciéndome daño, notando también como se me humedecía. Esperaba que fuera su saliva, porque por lo que dolía su mordisco, lo mismo podía ser mi sangre lo que notaba resbalar. En cualquier caso, no pude ni preguntárselo, porque Elena se incorporó, empujándome desde los hombros y con su culo hacía abajo, provocando una penetración bastante profunda.

-Quieto -dijo entre altos jadeos dándome un bofetón.

Me pilló bastante desprevenido esa cachetada en la cara, por lo que la miré. Sus ojos eran fuego y la veía con una expresión de deseo increíble. Se mordía el labio mirándome fijamente, pasando a darme un morreo muy guarro mientras ambos descansábamos de aquel folleteo.

-He dicho que te voy a follar yo.
-No puedo parar. Necesito más.
-Y lo vas a tener, pero ahora mando yo, ¿vale?
-Sí.
-Me ha encantado eso que has hecho, pero no. Hoy no toca. Aunque quiero que me folles así como lo acabas de hacer. Ya lo haremos cuando quedemos con éstos.
-Pfff… Qué ganas…
-¿Ahora sí tienes ganas? Marrano…
-Eres tú la que lo ha propuesto. Y te imagino así con las chicas y me pongo muy malo. Solo verte comiéndole las tetas a Irene y a Sofía y como ellas te comen el coño…
-Voy a hacer que me lo coman las dos a la vez.
-Pfff… Me voy a correr nada más lo vea.
-Espero que no, porque después de eso me vas a tener que follar mientras ellos tres follan también entre sí.
-Joooooder… Elena, vamos a seguir.
-Shhh… No te pongas mandón. Déjate llevar, anda.

Elena reanudó la follada que me estaba dando y como dijo, hizo que me corriera mientras me miraba fijamente a los ojos, con una expresión de pasión y placer indescriptibles. Tenía el control total de la situación y para mi sorpresa estaba aguantando. Empecé a notar escalofríos por la espina dorsal, subiendo hasta mi cuello y propagándose por los brazos. Iba a decirle que me iba a correr, pero ella me tapó la boca con una mano para mandarme a callar después con un sonido. Volvió a poner su mano donde estaba, sobre uno de mis hombros para seguir haciendo presión y tenerme controlado. Ladeó su cabello hacía un lado, dejando su cabeza algo girada para que le pudiera ver mejor la cara por la poca luz que entraba desde la ventana. No pude aguantar más y me corrí, levantando mi cuerpo para dar como embestidas con cada chorro que disparaba en su interior, aunque ella hacía fuerza para que no me levantara de la cama.

Recuerdo que me dijo con tono firme que abriera mis ojos, porque seguramente los cerraría por mi orgasmo, dejándome llevar por mis sensaciones. Y una vez lo hice, Elena empezó a temblar como ella hacía, aunque se esforzaba por mantener los ojos abiertos, achinándolos mientras su orgasmo venía, notándolo yo por como contraía su vagina. De poner sus manos en mis hombros, pasó a bajarlas por el pecho, arañándome con sus uñas, hasta que llegó al estómago. Se mantuvo quieta, habiendo parado yo de correrme, aunque aún notaba punzadas de placer, sobre todo por mi glande.

Ella, sin embargo, seguía con sus contracciones, aunque con el rostro más relajado, pero también le daba alguna sacudida su cuerpo. No gimió una vez se corrió, pero sí que había jadeos, por ambas partes. Los míos se difuminaron pasando a ser una respiración cada vez más normal. Los de Elena tardaron algo más, pero su respiración volvió a ser normal cuando se puso de manera vertical mientras echaba su cabeza hacia atrás y se tocaba las tetas, apretándolas con sus manos mientras respiraba profundamente. Después se echó sobre mí para quedar con nuestros sudados cuerpos pegados, echando su cabeza sobre el hombro opuesto al que mordía, cosa que agradecí porque aún me dolía. Empecé a acariciar su cuerpo y miré el reloj, viendo que eran ya pasadas las 7:30. La avisé de aquello, diciéndole que fuera a la ducha, que se tenía que ir en breve, diciéndole también que ya me encargaba yo de lavar luego las sábanas y demás. Elena se levantó presurosa, limpiándose rápidamente con papel y toallitas y saliendo enflechada al cuarto del baño, así, conforme estaba, totalmente desnuda. Oí como daba el agua de la ducha, pero ahí me quedé, porque me volví a dormir.

Me desperté casi a las dos horas, estando tapado hasta la cintura, algo desorientado. De pronto recordé lo que había pasado antes de caer dormido de nuevo y se me puso una sonrisa tonta en la cara mientras me desperezaba aún con los ojos cerrados. Ya se notaba que el verano se estaba yendo, porque se notaba las mañanas más frescas, o menos calurosas, pudiendo estar bastante bien sin el aire acondicionado. Antes de levantarme, cogí el móvil para decirle a Elena que me había encantado ese despertar, porque no se lo dije en su momento. Tan solo le dije que me encargaba de todo, y de manera torpe por el sueño que se estaba apoderando de mí. También le puse que estaba muy sexy cuando se fue al baño desnuda moviendo ese culo que tanto me encantaba. No respondió al instante, por lo que supuse que estaba trabajando y tampoco quería ser recurrente para que no se preocupara y lo mirara. Ya lo vería. Me levanté para ir a la ducha mientras dejaba que se ventilara bien la habitación después de aquel folleteo.

Cuando acabé fui y cambié las sábanas, poniendo otras y echando a lavar aquellas. Cuando las tendí, aproveché para poner otra lavadora, ya que había mucha ropa que lavar y mientras metía la ropa en la lavadora poco a poco, cogí un tanga, que sabía que no era de Elena, no porque conociera su ropa interior, que de hecho la conocía toda al estar ya conviviendo con ella, sino porque a ella no le gustaba del todo ponerse esas prendas y sabía que en esos días no había usado ninguno, por lo que era bastante evidente de quién era. No hice la guarrería de llevármelo a la cara para olerlo pese a lo atractiva que era Noelia, en pareja no iba a hacer algo así. Sin embargo, sí que me llegó el olor de su sexo, viendo mientras lo sostenía cómo tenía manchada la parte que tocaba directamente su rajita, con unos tonos blanquecinos. Era bastante evidente que eran sus flujos, ya que el semen deja una mancha más marcada y espesa en la ropa. Me puse algo nervioso al aspirar ese olor que, sin ser fuerte o suave, era olor a su coñito que ya había degustado hacía muchísimo tiempo y que había visto en varias ocasiones, ya fuera por nuestro encuentro sexual, fotos o vídeos que ella me enviaba sin yo pedírselos, o por plantarse desnuda delante de mí en varias ocasiones sin llegar yo a pedírselo tampoco.

Me sorprendí a mí mismo al encontrarme con una erección al echar mi vista hacia abajo, aunque también era verdad que no la tenía dura del todo. Parecía que Noelia estaba de tonteo con alguien para mojar así su ropa interior, cosa que me alegraba. No por ella, sino por mí, así se podía mantener lejos de mí. Puse la lavadora y luego me fui a desayunar. Volví para tender una vez acabó, poniéndome algo nervioso de nuevo al tener su tanga en mis manos, aunque ya estaba limpio y no olía a nada, solo al suavizante que usábamos, estando también libre de manchas, pero eso no quitó que se me pusiera morcillona de nuevo al tocarlo y recordar ese olor de hacía pocos minutos antes.

Recogí un poco la casa y vi que Elena me había respondido, esta vez con una nota de voz, diciéndome que me hablaba desde el baño. Me reprochó que le hablara de esa manera un poco, riñéndome mientras reía diciéndome que podría haber abierto los mensajes delante de compañeros y podrían haberlos visto. También decía que se alegraba mucho de que me hubiera gustado aquello y que esperaba que lo hubiera saboreado bien, porque hasta el lunes en principio no habría de eso. Le respondí con muchos emoticonos de corazones y besos para que no se pusiera nerviosa por si lo abría delante de alguien, mandándole también un audio diciéndole que luego iba a por ella como siempre hacía y que la quería.

El resto de la mañana la pasé trabajando para ultimar lo que me quedaba de hacer esa semana, cundiéndome bastante por el silencio y la tranquilidad que tenía al estar solo en casa. Como aún me quedaba algo de tiempo hasta ir a recoger a Elena, decidí comprarle un detalle a Paula, preparándole una pequeña sorpresa como la que le hice a Elena en su día con el colgante del ángel. Ya tenía en mente lo que hacer, pero me faltaba saber una cosa, por lo que me puse en contacto con el padre de Elena con la esperanza de que el supiera ese detalle y de no molestarle por si estaba trabajando. Afortunadamente me respondió casi al instante, saludándome y diciéndome que ya casi iban a salir para venir a nuestra ciudad, que estaba separada de donde se encontraban ellos por un tramo de poco más de media hora. El problema fue que no sabía ese detalle. Le pregunté si se lo podía preguntar a la madre de la niña, ya que quería darle una sorpresa y no quería que se lo preguntara directamente a ella para que no se lo esperara ni nada, que viendo lo lista que era, seguro que ataba cabos. Por suerte me respondió de nuevo casi de inmediato, respondiendo a mí duda después de haberse puesto en contacto con su hermana, la madre de Paula.

Así que me puse en marcha, yendo a una tienda de juguetes para comprar un peluche de su animal favorito, muy bonito y suave, aunque tal vez algo grande en comparación con Paula. Lo encontré fácilmente, por lo que me pasé por una tienda de chuches cercana y compré unas cuantas. Llegué a casa y, al igual que hice con Elena, dispuse el peluche encima de la mesa, aunque no me gustó esta vez, porque la niña era bastante bajita por evidentes razones. Lo que hice fue coger una gran toalla y ponerla en el suelo, justo delante de la mesa, donde Elena se paró para leer la nota. Ahí puse el peluche y lo rodeé de varias chuches diferentes, como nubes, ladrillos, sandías y algunos regalices enrollados. Para sustituir a las plumas que iban a hacer el camino que conectaba el nido del peluche con la entrada, puse varios caramelos y piruletas. Me reí como un tonto al ver cómo había quedado todo, pareciendo que Paula iba a formar parte del cuento de Hansel y Gretel, teniendo que recorrer ese sendero de chuches, en lugar de migas de pan, para llegar, no a su casa esta vez, pero sí a un botín con varias más golosinas que custodiaba un oso panda de peluche. Qué moñas me había vuelto al echarme pareja… En fin, fui a por Elena, ya sí de una vez.

La esperé fuera del coche y vino corriendo hacia mí, está vez sin ir acompañada por Yolanda, por suerte. Se lanzó a mí para darme varios besos por toda la cara, acabando con uno largo en los labios. Estaba muy sonriente y eufórica. Una vez nos montamos en el coche, fuimos hasta un restaurante en el que quedamos con el padre de Elena para comer allí los cuatro juntos, el cual quedaba a las afueras. Por el camino le pregunté a Elena si todo iba bien. Ella me respondió medio extrañada de forma afirmativa, tal vez por la manera en que le pregunté aquello. Yo me justifique, mencionando la ausencia de Yolanda cuando salió de trabajar. Ella me dijo que no había problema, que se había quedado hablando con otra compañera, pero que todo iba bien, que no se había distanciado de ella, como me prometió. Hablamos algo más, mencionándole algo de que le había preparado una pequeña sorpresa a Paula. Elena me reprochó el haberlo hecho. No montar la sorpresa, pero sí el haberle chafado el momento de descubrir aquello, diciéndome que le hubiera gustado que le hubiera pillado desprevenida a ella también. Yo solo le dije que estaba seguro de que le iba a gustar.

Así, llegamos al restaurante, saludando ambos, tanto al padre de Elena, como a Paula. Ver a Elena así de contenta me llenaba el corazón, estaba como una niña pequeña el día de Navidad, con su padre al que no paraba de darle besos y abrazar con fuerza, al igual que a su prima pequeña. Yo, le di un fuerte abrazo a su padre y la niña, pues con la niña fue diferente, porque me cogió mucho cariño y nada más verme, se echó a mis brazos para darme un abrazo fortísimo, del cual no me soltaba. Estaba también muy contenta. Comimos los cuatro en el restaurante tranquilamente, contándonos el padre de Elena cómo le iba en el trabajo, contándole después nosotros como nos iba a cada uno en el nuestro, mientras el otro se ocupaba de la niña para darle de comer. Cuando acabamos, acompañamos al padre de Elena a su coche, llevando yo a la niña en brazos. Él nos dio su sillita para el coche y su maletita con su ropa y cosas para jugar y se despidió de nosotros, haciéndolo por último de Elena, con quién se dio un largo y sentido abrazo. Ahora se veían más, pero tampoco lo hacían diariamente, ni siquiera semanalmente, por lo que las despedidas aún les costaba.

El padre de Elena se fue y nosotros también, en dirección a casa. Cuando llegamos, Elena estaba con una sonrisilla porque sabía lo que iba a pasar. Yo estaba impaciente por verlas a las dos, sobre todo a Paula, quien no tenía ni idea de aquello. Cuando entramos, no se dio cuenta de lo que había en el suelo por llevarla yo en brazos, pero sí Elena, quien se metió en el papel de sorprendida, diciéndole a Paula que mirara. Bajé a la nena al suelo y ella agarró la mano de Elena, teniéndolo ella más fácil por ser bajita. Me recordó mucho a la forma en la que Elena se agarró a mi mano cuando le di su sorpresa. Poco a poco empezaron a andar, recorriendo ese pequeño camino de chucherías hasta que entraron en el salón, viéndose ya la sorpresa entera. Paula soltó a Elena y salió corriendo para llegar a la altura del peluche. Elena me miraba con una expresión muy tierna, riendo mientras negaba con la cabeza. Paula se volvió loca, diciendo que le encantaba, aunque mi chica llevó cuidado con las chuches para que no se las empezara a comer todas. Paula enganchó el peluche y no lo soltaba para nada. Era bastante gracioso, porque era casi de su tamaño. Elena se puso a contarle como a ella le había pasado algo parecido, narrándole tal cual la sorpresa que le preparé, con mucho detalle, mencionando lo de la nota y lo que había escrita en ella, enseñándole el colgante que llevaba al cuello después. Paula miraba a Elena como si le estuviera contando un cuento, diciendo después que esa casa era mágica al haber pasado lo del ángel y luego lo del peluche.

Nos reímos y entonces recibí un mensaje de Noelia, preguntándome si podía ir a por ella ya. Dejamos a Paula con su peluche y la tele puesta con unos dibujos después de que Elena le pusiera sus gafas y fuimos a hablar, explicándole que iba a por su hermana y que la iba a dejar en su casa. Le pareció perfecto y me dijo que le había encantado la sorpresa que había preparado para la niña, preguntándome si iba a mimar tanto a nuestra futura hija cuando la tuviéramos. Me quedé un poco cortado, pero ella se rio y se estiró, poniéndose de puntillas para darme un beso. Me pidió que no tardara mucho en volver, que se quería dar una ducha y no lo quería hacer en ese momento para no dejar sola a Paula.

Me monté en el coche y me puse en camino hacia la ubicación que me envió Noelia. Por el camino me puse a pensar en la salida que había tenido Elena, pero tampoco le di mucha importancia por la manera de decirlo mientras reía. Llegué a dónde estaba Noelia y ésta entró en el coche saludándome de manera normal, aunque estaba algo rara. Ya de camino a su casa lo corroboré por cómo estaba de callada y no comentaba nada. No era algo desagradable para mí, pero algo en mi interior quería preguntarle cómo estaba. De nuevo ese sentimiento de preocupación por ella, alguien que me había hecho la vida imposible durante los últimos meses de mi vida en los que supuestamente deberían haber sido los más felices y en parte lo eran, pero sentía que podían haber sido mejor. Debo ser bastante imbécil para sentir tal empatía por alguien que se había comportado de la peor manera posible conmigo, porque a medida que nos acercábamos a su casa y más tiempo pasábamos en silencio, más ganas tenía de preguntarle acerca de su día, de qué le pasaba para estar así de callada y hasta de preguntarle si había conocido a alguien, pero sería una pregunta rara, ya que eso fue algo que deduje al ver su ropa interior y lo mismo se lo imaginaba y volvíamos a empezar de nuevo con la historia.

Cuando llevábamos más de medio camino me empecé a poner nervioso, tanto por recordar ese olor que emanaba de su tanga, como por verla bastante apagada, mirando por la ventana mientras apoyaba su cara en su mano. Analicé la situación de la manera más fría posible para ver si corría algún riesgo al preguntarle qué le pasaba. No quería volver a las andadas con ella y llevaba unas semanas bastante a gusto. Tras estar dándole vueltas durante unos minutos, llegué a la conclusión de que no debería pasar nada del otro mundo. Parecía haber madurado al haber entrado a la universidad y su manera de ser reafirmaba ese pensamiento. Prácticamente solo habíamos tenido un momento incómodo de verdad desde que se había venido a vivir con nosotros, y fue el día anterior por el tema de su padre, el cual no acabó del todo mal, ya que vino a hablar con nosotros para despedirse cuando se iba a ir a dormir, dándome las gracias por la cena que le había llevado a su habitación.

-Noelia, ¿estás bien? -pregunté finalmente.
-¿Mmm? -preguntó distraída mirándome.
-¿Te pasa algo? Estás muy callada.
-No -dijo tras mirar al frente durante unos segundos.

Nos quedamos en silencio durante unos breves minutos, pero yo no me quedé a gusto con esa respuesta.

-Va, ¿qué te pasa? Estos días no has estado así.
-¿Ahora te preocupas por mí? -dijo tras unos segundos.

Me mantuve callado y ella siguió al poco.

-No me pasa nada. Me tengo que acostumbrar aún al horario de la universidad. Solo es eso, estoy un poco cansada y tengo sueño.
-Vale.
-Es que después de estar todo el verano levantándome más tarde de lo que lo hago ahora… Pues me está costando. No me gusta nada madrugar.
-Pues como a todos, jeje.
-Pues sí.
-¿Al final con quién has comido?
-¿Mmm?
-¿No ibas a quedar con alguien para comer? ¿Quién ha sido al final? ¿Arantxa, alguien de clase…? ¿O tal vez el chico ese con el que andabais Arantxa y tú?
-¿Qué? -preguntó incrédula.
-Solo te pregunto. No sé… Parece que le gustas a ese chico. He visto cómo te mira.
-No, no. Yo paso de ese.
-Ah, bueno. No pasa nada.
-He comido con gente de mi clase.
-¿Y qué tal?
-Pues bien.
-¿Has hecho ya amistades de clase?
-Mmm, bueno… Todavía es pronto.
-Lo entiendo.
-¿Te pasó a ti?
-Más o menos. Tenía mi grupo más cerrado, pero cuando llegaron los exámenes de febrero, lo ampliamos. Ahí conocí a más gente.
-Ah. Pues ya veremos cómo se da la cosa.
-Tú no te cierres. No eres tímida. Yo lo era y me fue bien. Tú eres más abierta, seguro que no hay problema. No te sientes sola en clase. Que no te de vergüenza. También suelen mandar trabajos antes de los exámenes. Por lo menos así funcionaba mi grado, no sé el tuyo, pero ve juntándote con gente.
-Vale.

De nuevo nos quedamos en silencio, pero viendo que la cosa iba bien y respondía de buena manera, decidí seguir hablando con ella para hacer el rato más ameno.

-Entonces, el chaval ese que se junta con Arantxa y contigo…
-¿Qué pasa con él?
-Eso me pregunto yo.
-Pues resulta que Arantxa está pillada por él. Pero ella dice que él está pillado por mí.
-Vaya. ¿Y qué vais a hacer?
-¿Qué vamos a hacer de qué?
-No sé. Solo pregunto.
-Yo paso de él. No me gusta. No está mal físicamente, pero se nota que va a lo que va.
-Ah, ya veo.
-Con Arantxa también lo ha intentado, no vayas tú a pensar que no. Y ella opina igual, así que nada de nada.
-¿Qué edad tiene?
-19.
-Y Arantxa 18, ¿no?
-No. 19. Ya los ha cumplido. Repitió un curso por los problemas que había en casa por la separación de sus padres. Lo pasó mal, pero ya no le afecta.
-Ah, es verdad. Nos lo contó su madre cuando se juntó con nosotros en la piscina para conocernos.
-Pues eso.
-Bueno. Ten cuidado, ¿vale?
-¿Cuidado con qué?
-Con el chico. No lo conozco ni nada para decirte esto. No sé si es un capullo, buena gente o qué, pero sí sé que a su edad solo se piensa en follar.
-Jajaja. Tranqui, lo tengo bajo control.
-Bueno, lleva cuidado, ¿vale?
-Que sí. ¿Es que tú eras así acaso?
-Un poco, por eso te digo.
-¿Ah, sí? A ver, cuéntame.

Bueno, al menos parecía que la conversación iba bien y había cambiado algo su estado de ánimo, estando más participativa y menos distante.

-Bueno, lo típico.
-No me digas eso para ahora no contar nada…
-Bueno, pues lo típico de quedar para estudiar, pero tener más ganas de otra cosa.
-De estudiar su cuerpo, ¿no?
-Básicamente.
-¿Y te llevabas así a muchas?
-Bueno, hacía lo que podía.
-¿Y…?
-Tenía alguna follamiga. Poco más.
-Pues tampoco es para tanto para que me digas que lleve cuidado.
-Con alguna sí que me he puesto más pesado a lo mejor.
-Anda… A ver… ¿Qué pasó?
-Pues nada. Era de mi facultad. Un año mayor que yo y me interesaba.
-Me interesaba… -dijo haciendo el gesto de hacer comillas con las manos-… Que estaba buena y te la querías follar.
-Bueno, sí. Es eso dicho en otras palabras.
-¿Y lo lograste?
-De primeras no. Me trataba como a un niño pese a ser solo un año menor que ella. La cabrona se metía mucho conmigo por eso.
-¿Pero tanto coincidíais?
-En la facultad nos veíamos de vez en cuando por los pasillos, o por la cafetería. También cuando salíamos de fiesta. Al final siempre se sale por los mismos lugares y coincidíamos varias veces.
-Ah, bueno.
-Y bueno, también fuimos un año a clase juntos. A una asignatura que se le atragantó del último año.
-¿Y al final cayó?
-Sí -dije con orgullo-. Aún en ese año se seguía metiendo conmigo la cabrona y eso que le sacaba dos cabezas.
-Le gustaba picarte, jejeje.
-Sí, era muy graciosa ella.
-Seguro que…

2 comentarios sobre “Reencuentro con Elena (107)

  1. Saludos a todos los lectores de este relato.

    En vista al parón que va a hacer la página a la hora de seguir publicando me veo en la obligación de informaros que la historia no se queda aquí, sino que tiene una extensa continuación.

    La historia se empezó a colgar aquí estando ya bastante adelantada en el lugar en el que originalmente la publico. Por eso quiero dejaros el link de dicho sitio para quien le interese continuar la historia de este relato, además de que hay algo más de interacción por mi parte y comentarios de más lectores.

    Lo siguiente que deberíais leer es el capítulo 282 y el lugar es este:

    https://www.pajilleros.com/threads/reencuentro-con-elena.140727/page-88?galleryPage=1&forumPage=89

    Espero que este mensaje le llegue a todo aquel que haya seguido la historia y que quiera seguir haciéndolo para no quedarse a medias, cosa que a mí me molesta mucho cuando me pasa.

    Un saludo y espero veros por allí.

    Le gusta a 1 persona

  2. Saludos a todos los lectores de este relato.

    En vista al parón que va a hacer la página a la hora de seguir publicando me veo en la obligación de informaros que la historia no se queda aquí, sino que tiene una extensa continuación.

    La historia se empezó a colgar aquí estando ya bastante adelantada en el lugar en el que originalmente la publico. Por eso quiero dejaros el link de dicho sitio para quien le interese continuar la historia de este relato, además de que hay algo más de interacción por mi parte y comentarios de más lectores.

    Lo siguiente que deberíais leer es el capítulo 282 y el lugar es este:

    Pajilleros,com > apartado de Relatos Eróticos > Reencuentro con Elena > pág. 88 > Capítulo 282

    Espero que este mensaje le llegue a todo aquel que haya seguido la historia y que quiera seguir haciéndolo para no quedarse a medias, cosa que a mí me molesta mucho cuando me pasa.

    Un saludo y espero veros por allí.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s