MOISÉS ESTÉVEZ
El sendero interminable, la vegetación escasa, el terreno enfangado por
culpa de una lluvia que caía persistentemente. Sus piernas empezaban a no
responderle. Sus músculos cercanos al agotamiento se resistían a llevar el
ritmo que la mente intentaba marcar…
…Hacía frío…
…En su huída le dolía el pecho con cada bocanada de aire que
inspiraba, al ritmo de un corazón alterado y temeroso…
…Miró hacia atrás, allí venía incansable. Sombra encapuchada que no
cesaba en su empeño de cumplir con su trabajo. Herramienta en mano
siniestra… la guadaña…
…El aumento en la cadencia de su carrera no esquivaría su destino…