ALMUTAMID
Despertarte por la mañana después de haber echado un polvo te hace abrir los ojos con una sonrisa, pero a mí me duró poco porque me desperté solo. Me levanté de la cama con la intención de darle unos cariñosos buenos días a mi novia y salí del dormitorio en calzoncillos camino de la cocina donde escuché ruido. Al entrar me encontré a Paula con la misma camiseta de la noche anterior y sus bamboleantes tetas dándome unos alegres buenos días.
-Perdona- me disculpé- pensaba que eras Alba.
-Está en la ducha.
Me retiré algo cortado por que la chica me hubiera visto en calzoncillos siendo la novia de mi cuñado y más marcando una semierección matutina. Me fui al baño y llamé a la puerta.
-Ocupado…-sonó la voz de mi chica.
-Soy yo.
Abrió la puerta recibiéndome envuelta en una toalla y con otra en la cabeza y una enorme sonrisa. Un beso de buenos días y un abrazo con cachete en el culo no está mal para empezar la mañana.
-He tenido que lavarme la cabeza, lindo. Me dejaste un buen pegotón en el pelo. Y ahora vamos a cambiar las sábanas que seguro que esta manguerita linda lo dejó todo perdido.
-Pues esta manguerita se está menado- respondí levantando la tapa del retrete para mear.
Vacié mi vejiga mientras Alba terminaba de quitarse la toalla del pelo dejando que su melena castaña aun húmeda cayera sobre sus hombros y espalda procediendo a desenredarla. La dejé con el cepillo mientras yo me fui a cambiar las sábanas cogiendo las limpias del cajón que me había indicado mi chica. Ella entró en el dormitorio cuando estaba terminando de colocar la colcha y se me abrazó por detrás diciéndome:
-¿Verdad que hacemos buen equipo?
-El mejor…
Nos vestimos con prisa, nos tomamos el café que Paula nos había preparado quemándonos y con la tostada en la mano salimos para mi casa para empezar nuestra última semana de clases. Y fue una semana tranquila. Aunque entendí la fogosidad de Alba en su regreso. Al día siguiente le bajó la regla con molestias por lo que el descontrol hormonal previo la tenía tan caliente que le importó un rábano que su hermano también estuviera en la casa. O al menos eso interpretaba yo.
Lo bueno es que ya iba regresando todo el mundo de las vacaciones poco a poco y el jueves ya tuvimos partidito. Estaba entrenando menos y me lo notaba. Por estar con Alba estaba saliendo menos a correr y no hacía mis ejercicios. No es que me estuviera poniendo gordo pero me notaba menos fibrado.
Por fin se reunió todo el grupo, incluida Nieves y Álvaro que seguían juntos y por lo que se veía muy unidos. Y nos pusimos a organizar. Al final aprovechando el apartamento de la playa y la casa que los padres de Pablo tenían a unos 10km decidimos escaparnos todos juntos el primer fin de semana de septiembre como colofón al verano.
Pero antes de eso teníamos ese fin de semana último de agosto que salimos todos juntos de marcha pasándolo bastante bien. Incluso Pablo y Leyre estaban como siempre, algo que contrastaba con la conversación de la semana anterior con mi amigo, por lo que al final empecé a creer que su problema era de falta de confianza en él mismo. En Pablo. El que se llevaba a todas las tías en el instituto. Quién lo iba a decir…
La menstruación de Alba y la falta de sitio nos impidieron tener sexo ese fin de semana en el que yo mismo me sorprendí de no buscarlo esperando condiciones más adecuadas. Con la vista atrás ahora me daba cuenta de que ese había sido uno de mis errores en el pasado, especialmente con Viqui. O yo había cambiado mucho o Alba me gustaba tanto que me amoldaba a ella. La palabra calzonazos no pasó por mi cabeza en ningún momento porque yo había cambiado estando con ella, pero ¿cuánto había cambiado ella? Si en nuestro callejón en una de aquellas pajas que me hacía me dicen que acabaríamos follando en su cuarto con su hermano en casa y echándole la corrida en pelo, cara y boca hubiera pensado que me hablaban de otra persona.
El lunes empezaban los exámenes de nuestros alumnos y estábamos nerviosos. Según salían nos iban diciendo como les habían salido: unos bien, otros con dudas. En un par de días sabríamos que tan buenos profesores habíamos sido.
Y lo habíamos sido: pleno de aprobados. Para mí era la tercera vez que pasaba por ello pero para Alba era la primera y estaba más nerviosa. Para celebrarlo el mismo miércoles por la noche nuestros alumnos nos invitaron a tomar algo que consistió en un botellón con ellos en una plaza habitual de los adolescentes.
Al ir juntos estábamos menos cohibido que otras veces. Estuvimos un rato ejerciendo de responsables, evidentemente con mis amigos yo bebía mucho más, y después nos fuimos un rato por nuestra cuenta. De camino a su casa y con la excusa de que había que preparar el fin de semana se nos ocurrió adelantarnos y salir el mismo jueves hacia la playa y recibir a nuestros amigos el viernes por la tarde pues Mikel trabajaba hasta las 3.
Subimos juntos a su casa y se lo dijimos a sus padres que nos sorprendieron no poniendo ningún problema y sumando el discursito tradicional de mi suegro de que tuviéramos cuidado y cuidara bien de su princesita.
Así que el jueves a media mañana estábamos llegando al apartamento los dos solos y con bendiciones. Lo primero que hicimos fue bajar al supermercado a llenar la nevera. Lo segundo que hicimos fue ponernos el bañador para bajar a la playa, pero no llegamos a bajar porque antes de que mi chica tuviera el bikini puesto no me contuve y mis manos se fueron a su cintura y sus pechos.
-¿No quieres bajar a la playa?- me preguntó.
-Se me ocurre algo mejor…¿tú quieres?
-No…jajajaja
Su respuesta fue el pistoletazo de salida de besos con mucha lengua y nuestras prendas de baño en el suelo. Como suele pasar en estos casos de calentón apenas hubo preliminares y en cinco minutos tenía a Alba con las manos en la pared y las piernas abiertas lo justo para poder penetrarla desde atrás sin olvidarme de sus tetas que sujetaba y amasaba alternativamente mientras con mi otra mano sujetaba su hombro.
De golpe me vino un flash. Es lo malo de las experiencias. Pero me vi otra vez en el baño de un vagón de tren camino de la sierra follándome a Claudia contra el lavabo tras casi un mes sin vernos. Fue un recuerdo extraño pues los gemidos que oía eran los de Alba, las tetas que agarraba eran indudablemente las de Alba y la persona a la que deseaba era a Alba. Pero esos recuerdos me confundían aunque no perdí el ritmo con el que clavaba mi polla en el empapado chocho de mi novia que tranquila por la soledad del apartamento me regalaba sus grititos y gemidos lastimeros que tanto me encendían. Incluso me animaba a seguir consiguiendo sacar de mi cabeza los extraños pensamientos y que me concentrara en llevarla hasta el cielo dándole placer a pollazos.
Con el ardor y casi ya por costumbre se me había olvidado ponerme el condón. Cualquier día íbamos a tener un susto. Pero nos confiábamos en mi aguante para disfrutar mucho más del roce de nuestros sexos. Y es que Alba lubricaba tanto que cuando la follaba rápido se escuchaba el chapoteo de mi churra en su coño.
-Ahnnnn, Luis…
-¿te gusta?
-Mmmmm síiiiiii…
-¿Tenías ganas?
-Muchas, mmmmmmmm
-Joder princesa no te voy a durar nada…
-No pares por favor…me gusta sentirte…
Pese a sus peticiones tuve que aflojar el ritmo un momento pues me iba a correr con el consiguiente peligro sin condón. Pero lo que sí se me ocurrió fue bajar la mano de su teta a su entrepierna para acariciar su clítoris a la vez que la penetraba más suavemente. Sus gemidos me indicaron que había acertado con la decisión por lo que se la clavé todo lo que pude mientras mi dedo rozaba su botón del placer consiguiendo que en menos de un minuto empezara a temblar entre lamentos:
-Ay, ay, ay…Luis…ayyyyyyyy
Al tenerla metida hasta el fondo sentía sus contracciones tan perfectamente que la saqué corriendo provocando su queja y un largo suspiro y me masturbé con fuerza. En cuatro meneos el culo y la espalda de mi chica recibieron mis chorros de semen caliente que recibió recuperándose de su orgasmo.
Yo mismo limpie mi propia corrida, bañador a su sitio y a la playa. Eso sí eran vacaciones aunque estuviésemos solos ese día nada más. Nos pasamos todo el día en la playa despreocupados por el tiempo hasta que vimos el sol ponerse al otro lado de la bahía. Subimos tranquilamente, nos duchamos. Como Alba siempre tarda más mientras ella se duchaba y encremaba yo preparé algo de cena. Algo fácil y ligero.
Puse unas velas para darle un ambiente romántico y cubrí la mesa con mantel de tela y dos copas altas con música suave de fondo. Alba no sospechaba nada y se sorprendió cuando salió del baño aun envuelta en su toalla. Me alabó el gusto y corrió a ponerse un vestidito para la cena, uno que no le conocía. Pensaba ponérselo para cuando saliéramos de marcha con el grupo ese fin de semana pero quiso darle cierta importancia a nuestra cena de chacinas, mojama de atún con aceite y ensalada.
Yo abrí una botella de cava que mis padres tenían en la nevera pero tras brindar mi novia me obligó a cambiarme las calzonas y camiseta playera que llevaba por algo más arreglado a juego con su vestido. Y qué vestido. Estaba preciosa. Algo atrevido para su forma habitual de vestir pero muy playero. Era azul eléctrico, con dos copas que recogían sus pechos creando un escote bastante bajo en triángulo coronado por el canal de sus pechos. El vestido enlazaba en el cuello bajando con un vertiginose escote por su espalda hasta la cintura entallado y abriénose en vuelo desde sus caderas. Estaba preciosa y aunque nos quedáramos en casa yo no podía desmerecer su belleza vestido de cualquier manera.
Cenamos disfrutando de la vista pero sobre todo de la compañía haciendo planes, recordando momentos y disfrutando del brillo de los ojos de mi chica. El flash mientras follábamos había sido sólo eso, un vado recuerdo. Aunque en mi mente no podía evitar pensar porqué en esas situaciones y después de haber tenido la fortuna de haber follado con bastantes chicas en esas situaciones me acordaba de Claudia. Era seguramente la comparación entre mi primer amor y la mujer de mi vida, que es como yo sentía a Alba en ese momento.
Yo sabía que tras la cena íbamos a hacer el amor. Era indudable. Y más tras comprobar que nos habíamos bebido la botella entera, algo que en mi chica ya sabía que era síntoma de quitarse prejuicios y buscarme abiertamente como hacía con su pie por debajo de la mesa rozando mi pierna mientras hablábamos.
La notaba feliz disfrutando del momento. Incluso nos bailamos un lento en el salón preludio de los primeros besos. Se forma de agarrarse a mi cuello al bailar y como su mano dibujaba mi espalda y mi culo decían que me tenía ganas. Para mí su espalda desnuda era esa noche mi mayor reclamo.
Tras una canción le propuse tomar una copa. No teníamos prisa. Dos rones con cola sentados en el sofá con su mano en mi muslo y la mía que seguía obsesionada con su espalda. No nos habíamos dado cuenta pero era bastante tarde. Antes de terminarnos la copa Alba quiso bailar un par de veces más conmigo. Más que bailar nos estábamos enrollando al ritmo de la balada que sonaba.
Tras el último baile se fue al baño mientras yo apuraba la copa. Pero cuando salió con picardía en vez de venir al sofá me llamó entrando en el dormitorio soltándose el lazo del vestido. ¿Era una invitación al sexo? Yo lo entendí así desde luego y despojándome de la camisa y el pantalón entré al cuarto encontrándome una visión maravillosa.
Alba se había despojado de su vestido y me esperaba con la respiración agitada de espaldas a mí mostrándome su espalda y su precioso culo con un tanga blanco. Ella nunca usaba tanga y me sorprendió verla, pero por la postura de espaldas a mí con la cabeza girada para poder ver mi reacción estaba claro que se lo había puesto para mí.
El culo de mi novia no era probablemente el mejor culo que había disfrutado, pero con sus caderas anchas y sus nalgas redondeadas con el tanga me ofrecía una visión espectacular, pues sus hombros estrechos y la forma como su espalda se iba estrechando hacia sus caderas hasta abrirse rotundamente en sus fuertes caderas, y con la postura sacando su culo para que sus nalgas parecieran más respingonas enmarcadas en la fina tira del tanga hacían destacar más su trasero. Acostumbrado a ver su culo con braguitas o desnudo la forma como me atraía con el tanga me demostró el poder seductor de la lencería.
Me sorprendí a mí mismo sobándome el paquete por encima del calzoncillo mientras mi chica con una leve sonrisa de picardía que contrastaba con el sonrojo de su mejilla me preguntó:
-¿Te gusta?
-Ufff, princesa….estás espectacular.
-Me lo he comprado para ti.
-Te diría algo bonito, pero ahora mismo lo único que me sale es decirte lo cachondo que me has puesto- respondí acercándome a ella para abrazarla por la cintura mientras pegaba mi cuerpo al suyo para que sintiera como crecía mi excitación dentro del calzoncillo.
Alba entregada, sin cambiar de postura y dejándose abrazar, suspiró pasando los brazos por arriba para tomarme de la cabeza y buscar mi boca que le regalé gustoso frotando todo el cebollón contra el culo que había provocado tanta excitación.
Mis manos no tardaron demasiado en apoderarse de uno de sus pechos y perderse dentro del tanga. Alba estaba muy caliente y no dejaba de gemirme en el oído mientras yo besaba su cuello desde atrás y la acariciaba. Cuando mi mano ya peinaba su vello púbico sus caderas empezaron a moverse fruto del nerviosismo que le provocaba la cercanía de mi cuerpo.
Decir que mi novia era una bomba sexual reprimida mucho tiempo sería faltar a la verdad. El proceso por el que ella estaba pasando era muy similar al que yo había vivido tres años antes. Aunque había una diferencia, a mí me valía todo y ella estaba entregada a mí porque me quería. Su deseo sexual era el resultado de sus sentimientos por mí reflejados a través de su cuerpo. Y eso hacía sentirme el más afortunado y recobrar sentimientos que no tenía desde mis inicios en el sexo.
Yo sabía que me iba a encontrar al colar mi mano por debajo del fino encaje de su tanga pero era todo un descubrimiento esperar sus reacciones aunque sospechaba que gemiría aferrándose más a mi cuello con sus brazos cuando mi dedo se abrió paso entre sus gorditos labios mayores topándose con su humedad.
En el fondo sexualmente hablando éramos muy parecidos. Mi nabo se levantaba con una insinuación y mi chica se empapaba simplemente con tenerme ganas. Y ahora con mi dedo perdiéndose en su chochito mientras la palma de mi mano acariciaba su clítoris no iba a ser un excepción.
También sabía que justo antes y después de cada regla estaba más caliente. Y esa noche además tenía el acicate del alcohol, una cena romántica y la disponibilidad en exclusiva del apartamento. Ingredientes más que suficientes para que liberara su deseo como ya había hecho por la mañana nada más llegar en un polvo rápido de impaciencia.
Pero ahora teníamos tiempo, y ella disfrutaba pegando su espalda a mi pecho mientras con sus manos se aferraba a mi cabeza sintiendo toda mi dureza entre sus nalgas casi desnudas mientras mis manos se adueñaban de sus pechos y su coño caliente y mojado, listo para el disfrute.
Pero no había prisas. Afortunadamente nuestro sexo no era sólo un mete saca donde liberar tensiones y fluidos. Ese quizá había sido su gran aprendizaje desde que nos estrenamos casi dos meses antes. Alba disfrutaba siendo poseída por mí y no sólo al ser penetrada. Por eso había ido dando pasos hacia un sexo abierto y sin tabúes conmigo. No tenía más límite por ahora que nuestra intimidad. Pues seguía siendo celosa de que nuestro sexo sólo fuese conocido por nosotros.
Si verla entrar en la habitación soltándose el lazo del vestido había sido el arranque la visión de su tanga había sido el combustible para mi explosión en un motor de dos tiempos que ralentizara las revoluciones para prolongar el goce. No íbamos a ganar la carrera pero llegaríamos a meta. Aunque aún no sabía exactamente a cual pues frotar mi paquete contra su culo y sus nalgas entre las que se perdía la fina tira del tanga me estaba llevando a ideas que nunca había tenido con Alba y que difícilmente podría cumplir.
Me di cuenta de que se iba a correr demasiado pronto y gracias a que el vino en mi no tiene el mismo efecto que en Alba, saqueé mi mano de su entrepierna devolviéndola al pecho libre que me recibió con el pezón bastante endurecido.
Pero Alba estaba muy caliente y apenas yo había retirado mi mano de su chocho se giró para besarme apasionadamente gimiéndome mientras mis manos no se olvidaban de su culo tan espléndido y provocador aquel día. Estaba ardiente pero mimosa entremezclando gemiditos con su respiración agitada.
Yo ya pensaba en echarnos en la cama para penetrarla. Por eso había retirado mi mano de su coño antes de que le llegara el orgasmo y de esa forma que me deseara con más fuerza. Pero ella tenía sus planes y sin esperármelo se arrodilló delante de mí bajando mis calzoncillos. Mi churra tiesa y con las primeras gotas de placer asomando saltó como si tuviera un muelle rebotando ante sus ojos que la recibieron con una sonrisa más divertida que de deseo.
No era la primera vez que se agachaba para comérmela. De hecho lo había hecho en esa misma habitación unas semanas antes así que esperé que fuese ella la que diera el paso de saborear mi nabo. Pro antes terminó de descubrir mi glande con su mano echando el prepucio hacia atrás y haciendo que aquel pareciera aún más hinchado y terso.
Su primer lengüetazo me hizo estremecer a lo que respondió ahora así con una sonrisa de orgullo. Eso me hizo venirme arriba y decirle:
-¿Te gusta mi polla?
Alba asintió rozando sus labios mirándome a los ojos. Yo insistí:
-¿Y te gusta comérmela?
Repitió su respuesta pero ahora pasando su lengua por mi glande mientras lo sujetaba con sus labios.
-¿Y por qué te gusta comerte mi polla?
-Porque es tuya…
-¿Sólo por eso?
-Porque te doy placer y me gusta darte placer- respondió pajeándome con una mano mientras acariciaba mis pelotas con la otra antes de volver a meterse la punta de mi churra en la boca succionándola.
-Pero yo quiero que disfrutes mientras lo haces…
-Disfruto dándote placer. Me gusta complacerte.-respondió una vez más con una sonrisa descansando entre mamada y mamada.
-Y a mí me gusta que disfrutes haciéndolo. En realidad es lo que más me gusta…- añadí acariciando su cabeza mientras ella me regalaba una mamada más profunda-…pero quiero que lo disfrutes más.
-Es difícil disfrutar más de chico que viéndolo sentirme…
-Pero yo puedo verte sentirlo también.
Sus ojos mostraron extrañeza mientras media polla se perdía entre sus labios.
-Date placer mientras me lo das a mí…-expliqué.
La extrañeza de su mirada me indicaba que no sabía cuál era mi intención.
-Tócate mientras me la chupas…
-¿Delante de ti?
-Cómo yo hago cuando estoy a punto y lo hacemos sin condón…
-¿Eso te excita?
-Verte disfrutar me excita y ya sabes cuanto me gusta que me la chupes…
Alba parecía dudar mientras se pasaba mi glande de nuevo entre los labios. Pero entonces mirándome de nuevo vi como descendía su mano mientras sostenía la punta de mi churra entre sus labios. No veía lo que hacía con esa mano pero estaba en su entrepierna y el gesto de su cara me demostró que se estaba masturbando. Eso me excitó más. Especialmente cuando su cara empezó a contraerse ligeramente mostrándome el placer que se autoproporcionaba.
La imagen de mi chica de rodillas comiéndome la polla mientras se tocaba me hizo fantasear en algo imposible como era ver a mi chica ¿con dos pollas? Doblemente imposible. Ella jamás querría y yo sólo la quería para mí.
Pero entonces empezó a gemir mucho más fuerte. Como cuando yo era quien hundía mi dedo en su raja unos instantes antes. Cerró los ojos y succionaba con más intensidad. Yo también empecé a gemir y a regalarle mis “uffff”s. De hecho empezó a mover mi cabeza recorriendo todo el tronco de mi polla sacándola y metiéndola de su boca sin dejar de succionar parando de vez en cuando a respirar dándome el doble pacer de verlo y sentirlo.
Iba a tener que pararla pues me iba a ordeñar demasiado pronto, pero Alba estaba tan concentrada que presentí que ella se correría antes. Y así fue de golpe apretó fuerte sus labios rodeando el tronco de mi polla mientras jadeaba quedándose muy quieta con los ojos cerrados. Entonces abrió la boca dejando que mi polla se saliera de ella y se apoyó con la mano que no estaba dentro de su tanga en mi muslo como si perdiera el equilibrio.
Si me hubiera dado yo dos sacudidas la riego allí mismo de semen, pero en vez de eso me arrodillé frente a ella abrazándola mientras se recuperaba de su orgasmo tragando saliva. Se dejó caer sobre mí echando su cabeza en mi hombro y pegando sus preciosos pechos al mío mientras yo acariciaba su espalda.
-Mmmmmmm, Luis…contigo siempre descubro algo nuevo…
-Y ¿te gusta?
-Mucho…
Nos levantamos para irnos a la cama, ahora sí. Yo saqué un condón y me lo puse dando por hecho que seguiríamos follando. Alba se iba a quitar el tanga pero le pedí que no lo hiciera.
-¿Y cómo vas a meterme tu cosita entonces?
-Ahora verás- le dije antes de besarla clavándole la lengua.
La hice recostarse boca abajo con las piernas entreabiertas. La visión del mismo culo de siempre pero con el tanga me tenía enardecido y se lo hice saber con un lenguaje poco común entre nosotros:
-Ese tanga me la tiene durísima…
-Sabía que te gustaría-respondió girando su carita.
Tiré de la cinta que se encajaba entre las nalgas de mi novia colocándola a un lado de forma que su raja quedó a mi disposición. Recordé como mi chica cerraba las piernas para que no viera su raja en nuestros primeros juegos sexuales frente a como ahora me lo ofrecía para recibirme.
Me recosté sobre ella dejando caer mi peso apoyando mi polla dentro de su chubasquero entre sus nalgas. No parecía incomodarle mi mástil apretando su culo pues recibía mis besos en su cuello entre gemiditos de aprobación.
Dirigí con la mano mi churra a su raja. Allí sentí su mano desde abajo dirigirla.
-¿Estás preparada?
Asintió vaciando sus pulmones. Yo ya presionaba sintiendo el calor de sus entrañas envolviéndome. Fui despacio hasta conseguir meterla todo lo que podía pegando totalmente mi pubis a su culo. La postura no permitía una penetración profunda pero era suplida por como mi cuerpo se pegaba al suyo y además podía besarla desde atrás, de modo que los movimientos de mi pelvis se traducían en el roce de nuestros aparatos sexuales y sus gemiditos subiendo de tono.
No la estaba follando fuerte pero sí era bastante constante. Sus ojos cerrados y su voz constante:
-Ay, ay, mmmmmm, ay, ay…-al ritmo de mis caderas eran un indicador de que me sentía.
Y yo a ella. Estaba mojada y caliente. Y muy receptiva. Alba no era amante de cualquier momento y lugar pero cuando eran apropiados se entregaba como estaba haciendo hoy, ayudada por una cena romántica y cava frío.
Pero lo postura pese a ser placentera no conseguía llevarme al éxtasis. Y además perdía de vista el objeto que había sido el reclamo de nuestra velada de sexo. Así que me salí de mi chica poniéndome de rodillas y tirando de sus caderas para que ella se pusiera también a cuatro patas.
Se la metí sin contemplaciones y empecé a bombear con fuerza transformado sus gemidos en grititos y profundizando la penetración. Pero entonces me pidió que parara. Me preocupó:
-¿Estás bien? ¿Te estoy haciendo daño?
-No, mi lindo. Quiero ser yo la que haga que te corras…
Sonreí por su respuesta y le pregunté que cómo. Pero me hizo tumbarme. Pensé que me la iba a chupar otra vez. Pero no tenía mucho sentido. Ella debía estar cerca de su segundo orgasmo.
La respuesta fue sencilla. Se sentó sobre mí pasando una pierna por encima de mi cuerpo. Yo la ayudé a empalarse de nuevo sosteniendo mi nabo con la mano.
-Uffff- vació sus pulmones y sonriéndome una vez más añadió- A mí también me gusta ver tu cara cuando te corres. Y en esa postura no te iba a ver.
Agarré sus nalgas y le dije:
-Estoy listo para que me exprimas…
-Jajajajaja, te vas a enterar…
Empezó a cabalgarme primero despacio pero poco a poco ganando altura y ritmo. Se oía nuestras pieles entrechocar y temía que mi polla llegara a salirse o que me la doblara por las ganas que le ponía. Pero estaba totalmente entregada a la casusa mirándome muy seria hasta que no pudo reprimir sus grititos.
-Ay, ay, Luis, ay, ay…
-Mmmmm, princesa, me voy a correr…
-Sí, lindo, ay, ay…
Pese a mi advertencia fuero al menos 5 minutos más de cabalgada, roce de pieles, sonido de choque y gemidos mientras su cara se empezaba a contraer con nuestras miradas fijas el uno en el otro.
-Ay, ay…
Yo entonces me quedé en silencio concentrándome en las sensaciones que llegaban desde mis pelotas. Pero mi cara debió delatarme pues Alba aumentó el ritmo hasta que fui yo el que ahogué un largo:
-Arghhhhhhhhhhh…
El condón empezaba a llenarse de mi semen caliente. No sé si ella lo sentía pero se dejó caer sobre mí apoyando sus manos en mi pecho mientras mi polla palpitaba vaciando mis testículos. En ese mismo instante su cara se contrajo abriendo mucho los ojos y empezó a temblar hasta que se derrumbó sobre mí quedándonos ambos en silencio en la misma postura.
Me abría quedado toda la vida dentro de Alba con ella recostada sobre mí, pero la reducción paulatina de fuerza y tamaño de mi churra tras haber cumplido su papel como doble generadora de placer mutuo, me obligó a quitarme el condón para evitar un derrame inoportuno. Pero tras quitarme con cuidado el preservativo y anudarlo lo dejé en el suelo con la intención de retomar el abrazo.
Es lo mejor del sexo. Poder dormir juntos y satisfechos después. Las ocasiones en que tras el polvo había que salir corriendo o separarse siempre me habían molestado, pero teníamos toda la noche para disfrutar de nuestra cercanía aunque con un peligro, que tanta cercanía nos llevara a empezar de nuevo.
Pero no hubo lugar pues Alba se quedó dormida rápidamente. La tapé con la sábana y me recosté a su lado esperando que Morfeo me atrapara entre sus brazos que no tardó demasiado.
Por la mañana pese a levantarnos cariñosos tuvimos un despertar de caricias y arrumacos pero no terminamos follando. Y quizá debería haber aprovechado pues con nuestros amigos en casa quizá se me cortara. Me daba cuenta que con Alba no me aburría en realidad. Pasábamos horas y días juntos sin un silencio incómodo, sin hastío y relajados. Así había sido cuando ella se venía a mi casa o yo a la suya, y por supuesto en nuestras escapadas.
Pensé en mis padres. La cantidad de años que llevaban juntos y como se iban solos aun felices. ¿Llegaríamos Alba y yo alguna vez a eso? Demasiado joven para pensarlo. Nunca se sabe qué puede surgir para que se estropee una relación: el hastío que entonces no teníamos, terceras personas, diversidad de intereses, que se apague la llama del deseo…Mejor no pensarlo porque tocaba disfrutar.
Al final Mikel y Viqui venían a mi piso mientras que Álvaro y Nieves al de Pablo con Leyre. Mejor, pues teníamos mucha más confianza con ellos a la hora de dormir y compartir alojamiento. Pero la sorpresa saltó cuando antes de salir de la ciudad nos dijeron que Álvaro no venía. Sospechamos que algo había pasado en la pareja, pero por más que insistí a Alba que le preguntara a su compañero dada su confianza, mi novia se negó a molestarlo solo para saciar mi curiosidad. Y conociendo a Nieves no sería sincera explicando los motivos.
De hecho intentar descubrir la causa de la ausencia de última hora nos dio para elucubrar diferentes causas la mañana en la playa entre paquetes de patas y cervezas. Pero ni así fui capaz de convencer a mi novia para preguntar al chaval.
Como no llegarían hasta un buen rato después de comer apuramos en la playa con unos bocadillos para almorzar y tras ducharnos en la misma playa subimos a descansar un rato y recoger el piso. Pero con la necesidad de cambiarnos los bañadores mojados por unos secos y la desnudez de mi chica al cambiarnos en el mismo cuarto acabamos metiéndonos manos y echando un polvo vertiginoso en su inicio pero sosegado en un clásico misionero donde mi chica no abandonaba mi boca.
Después de la sesión de sexo del día anterior nuestro deseo estaba más tranquilo y nos dedicamos más a besarnos y sentirnos que experimentar posturas u otras prácticas. Con tanta calma nos lo tomamos que se nos olvidó la hora de modo que en vez de echarnos una siesta como queríamos el tiempo hasta que nuestros amigos llegaron lo pasamos conmigo insertado en mi chica entre caricias y abrazos.
Cuando aceleré para culminar el acto sexual buscando el orgasmo mutuo no era consciente de que apenas me hube vaciado en el condón que separaba la piel de mi churra de la de la vagina de mi chica estaría sonando el móvil porque Viqui nos pedía indicaciones ya en la localidad.
El descanso postcoital tan agradable se truncó con la prisa de ponernos bañadores secos y rehacer la cama. Aunque nadie libró a Alba de que yo la abrazara con fuerza en el baño por la espalda mientras intentaba peinarse un poco.
A partir de ahí pues coordinarnos con la otra cosa y aprovechar el finde playero del grupo. Cenamos todos juntos en la casa de los padres de Pablo que al tener patio era más espaciosa. Y ya salimos por allí. Cerveceo por el centro del pueblo para terminar en un chiringuito-discoteca sobre una duna hasta la madrugada. Mientras unos bailaban otros bebíamos una copa sentados en las mesas que ponían en la misma arena de la playa. Las chicas estaban felices descalzas bailando en la arena. Aunque yo solo tenía ojos para Alba que me había regalado el ponerse un vestido largo blanco de tirantas con largo escote trasero que se ajustaba a sus formas pero con vuelo en la falda.
Una de las veces que bailaban o pedían en la barra mis amigos coincidí a solas con Nieves que estaba apurando su mojito. No pude evitar hacerle la pregunta:
-¿Qué le ha pasado a Álvaro? ¿Por qué no ha venido? ¿Algún problema?
-Nada importante. Iba a venir y volverse mañana en autobús, pero al final se ha quedado.
-¿Y eso?
-Su abuela cumple 80 años y le van a hacer una gran fiesta.
No sé que cara debí poner de incredulidad que la propia Nieves me contestó:
-Tranquilo que no hay ningún problema entre nosotros.
-No me malinterpretes.
El gesto de levantar la ceja fue su muestra de suspicacia por lo que molesto respondí:
-No tengo ningún interés en que os vaya mal. Al contrario.
-Pero pareces extrañado de que me pueda ir bien con él.
-¿Tú te extrañas de que te vaya bien?- pregunté con malicia.
-Si le va bien al malote de Luis con la paradita de Alba…porque tú estás acostumbrado a otras cosas- atacó.
-Estoy totalmente satisfecho con mi novia y no sólo por lo que tú piensas- respondí seco.
-¿Ves? Te estás picando. Y Álvaro no es Alberto. Te lo aseguro.
-Parece “paradito” como tú dices.
-Las apariencias engañan, Luis.
-Efectivamente…
En su cara se dibujó una sonrisa maliciosa. Entonces decidí rebajar el tono y le dije:
-En el fondo tú y yo hemos sido iguales. Nos iba la marcha. Tú te liaste conmigo porque te enseñé la churra…
-Jajajajaja, no seas creído. Tampoco es para tanto.
-No lo digo por eso. Llega el niño universitario, amigo del novio de tu amiga. Te resulta mono, charla con todo el mundo. Pero chas, a la primera de cambio en una conversación banal, en un tonteo sin pretensiones, le tiras la caña y a pesar de tener novia pica el anzuelo contraatacando. Sin cortarse un pelo te enseña la churra y tú ya estabas deseando más.
-Eres un imbécil. Pero te voy a dar la razón en algo. Esa seguridad tuya y ese descaro es lo que me provocaban.
-Lo sé. Por eso te empotré contra el seto de una discoteca. Sin darnos un beso. Nada…
-Sigues siendo el mismo cabrón de siempre. Espero que no seas así con Alba.
-Cuando toca lo que toca…pero a ella la valoro mucho más que el poder empotrarla.
-¿Y si tú lo has hecho por qué yo no? Álvaro es muy buena persona.
-También lo era Alberto.
-Pero eso fue un error. Me empeñé en una relación que no iba a ninguna parte.
-¿Y ahora?
-No estoy empeñada. Me dejo llevar.
-¿Y él sabe que sólo te dejas llevar?
-No lo he engañado. No vamos tan en serio como tú pero tampoco es un simple rollo. Además- y volvió la malicia a su cara- a los tíos mientras os coman bien la polla estáis felices, él está contento y yo también…- remató guiñándome un ojo dándome a entender que su novio estaba más dotado que yo.
Iba a atacarla de nuevo con alguna frase retórica pero en ese momento llegó Alba y se me sentó en las piernas.
-Ufff, que calor de bailar. ¿Qué hacéis?
-Nada- respondí- le preguntaba a Nieves por la ausencia de Álvaro.
Mi novia me reprendió con la mirada pero Nieves en ese momento se levantó diciendo:
-Os dejo solos parejita. Me voy a bailar un rato con Leyre y Viqui.
Cuando se alejó mi chica me preguntó:
-¿Habéis discutido?.
-No exactamente, pero se pone borde cuando le pregunto por Álvaro.
-Por eso yo no quería, lindo. La conozco.
-Ya…
-Es que no quiero malos rollos por eso. No merece la pena- se lamentó Alba.
Como estaba acalorada por el baile le prepuse dar un paseo por la playa. Me remangué los pantalones y con los zapatos en la mano caminamos por la arena húmeda agarrados por la cintura y me sinceré con mi chica:
-Nieves cree que tú y yo no pegamos.
-¿Qué sabrá ella?
-Eso le he dado a entender, pero me dice que ella con Álvaro está igual.
-Entonces que nos deje tranquilos.
-Duda de que tú y yo…
-Tú y yo, ¿qué?
-Que tengamos una vida sexual que a mí me llene…
-¿Y qué le has dicho? ¿No habrás contado nuestras intimidades? Y menos a…- respondió mi novia algo enfadada.
-Tranquila. Le he dicho que estoy satisfecho porque me aportas mucho más que sólo eso.
-¿Eso le has dicho?
Asentí con la cabeza deteniendo la caminata. Su respuesta fue un beso largo.
-Tengo el mejor novio.
-Jajajaja, qué tonta.
Nos sentamos en una barca que había en medio de la arena del revés dejando los zapatos en el suelo. Se escuchaba el romper de las olas con el reflejo de la luna en el mar. Mi chica se estremeció. Del sudor del baile había pasado a la brisa fresca y húmeda de la noche con sus brazos, hombros y espalda desnudos.
-¿Tienes frío?
-Un poco- respondió apretándose contra mi cuerpo.
-¿Volvemos?
-Todavía no, Luis. Estoy muy a gusto aquí contigo.
La abracé intentando cubrir sus hombros y espalda para pasarle mi calor.
-Luis- me dijo- ¿Nieves te ha recordado cuando estabais juntos?
-Sí…
-Quiere que me compares con ella…
-Tú le das mil vueltas en todos los sentidos…
-¿En todos?
-Todos.- afirmé rotundo.
-Ella te picará con que soy una estrecha…
-Me da igual lo que piense. Yo estoy muy feliz contigo.
-¿Te conformas?
-Tengo más de lo que necesito.
Entonces sentí su mano en mi paquete.
-¿Qué haces?-pregunté extrañado.
-Me apetece tocarte…
-¿Aquí?
-Es muy romántico…
-Pero…
Con habilidad mi novia había desabrochado mi pantalón y sacado mi polla morcillona que acariciaba y miraba a la luz de la luna. Su comportamiento me resultó extraño. Había bebido algo pero la notaba algo diferente. Entonces me preguntó:
-¿Me prometes que esta churra es sólo mía?
Su pregunta me dejó desencajado. Ella seguía acariciando y endureciendo mi nabo.
-¿Estás bien?- dudé.
Alba asintió suspirando echando la cabeza en mi hombro sin dejar de meneármela. Teniendo en cuenta que habíamos echado tres polvos en dos días mi reserva de esperma estaba bastante menguada por lo que le dije que me encantaban sus caricias pero que iba a tardar en correrme. Una sonrisa complaciente de mi novia y sin dudar bajó la cabeza a mi regazo saboreando mi glande para inmediatamente pasar a pajearme mientras sus labios apretaban la punta de mi polla.
No sé que le pasaba pero me estaba encantando la mamada en la playa. Aunque mi mente me jugó la mala pasada de recordarme otra en una playa cerca de la ciudad donde estudiaba hasta el invierno pasado.
Nada impidió que mi cuerpo reaccionara a los estímulos del lugar, la compañía y el acto realizado. Y más cuando colé mi mano por el chueco de la espalda del vestido de mi novia atrapando su teta. Boca, paja y teta hicieron que en apenas 10 minutos de estimulación avisara a mi chica que levantó su cabeza de mi entrepierna sin dejar de pajearme hasta que me vacié entre gemidos sobre la arena de la playa. Me recompuse y nos quedamos en silencio abrazados como antes hasta que nos llamó Viqui extrañada por teléfono.
Yo sabía que algo pasaba por la cabecita de Alba. Demasiado tiempo juntos ya para no conocernos. Pero en el coche de vuelta y al acostarnos casi ya amaneciendo no le iba a preguntar. De hecho estábamos agotados y tras asearnos y quitarnos la ropa nos metimos en la cama, yo en calzoncillos y mi chica con uno de sus pijamas de verano.
Pero por la mañana, o mejor dicho, casi al mediodía nos quedamos remoloneando en la cama sabiendo que nuestros amigos dormían y aproveché para intentar sonsacar a mi novia.
-Anoche estabas rara…
-¿Rara? ¿Por qué?
-Pues mejor que yo te lo podría explicar mi churra.
-Jajajajaja. ¿Ahora te vas a extrañar de que me guste tocarte?- preguntó con una sonrisa levantando la cabeza de mi hombro.
-Lo habíamos hecho por la tarde y además parecías…¿celosa?
-No pienses cosas raras lindo. El sitio, las copas. Me apeteció y ya está.-respondió acomodándose de nuevo en mi pecho.
-¿No tendría algo que ver mi conversación con Nieves?
Mi chica se quedó en silencio acariciándome el pecho.
-¿Tienes celos de Nieves?- pregunté con énfasis.
-Noooooo- respondió levantando la cabeza para mirarme.
-¿Entonces?
Alba tragó saliva y en la misma postura sosteniéndose con una mano en mi pecho empezó a decir:
-Sé que ella no quiere nada contigo ni tú con ella, Luis. Pero me molesta cada vez que hablas con ella.
-No te entiendo. ¿No quieres que hable con Nieves?
-Noooo. No quiero que estés todo el día presionándola.
-Joder, bien que nos puteó…
-Pero ya pasó. Se explicó, se disculpó. No es mi mejor amiga pero nos conocemos desde chicas y además seguimos saliendo juntas. Es la novia de mi compañero Álvaro. Y no quiero que tengáis esa tensión permanente. ¿Y sabes por qué me molesta?
Ahora sí estaba seria y me miraba fijamente. Yo esperé que continuara.
-Porque no pasas página, Luis. Porque lo que quiera que tuvieseis pasó hace mucho tiempo. Y tú no estás por ella ni ella por ti, pero no pasas página. Ella actúa como una amiga más. Pero tú no. ¿Es que nunca vas a pasar página? Luis, la vida sigue, No puedes estar permanentemente dándole vueltas al pasado.
Desde luego no era la respuesta que me esperaba. Pero Alba tenía razón. ¿Qué necesidad tenía de pinchar a Nieves? Era feliz. Ella aparentemente también. ¿Por qué joder? Mientras pensaba mi chica volvió a la carga:
-Luis, tienes que cambiar esa forma tuya de pensar. El pasado es pasado. Sin rencores. Todos nos equivocamos y hay que saber perdonar. Tienes que aprender a pasar página.
“Pasar página”. Ese era mi problema. Seguía viviendo mi vida pero siempre tenía guardado en mi corazoncito una afrenta, un mal recuerdo, una ruptura… Y mi principal asignatura pendiente no era Nieves ni mucho menos. Era Claudia. Seguía estando presente en demasiados recuerdos. No. Tenía que actuar como si ya no existiera. Ella me abandonó y no quiso saber más de mí. ¿Por qué yo no era capaz de hacer lo mismo si tenía todo lo que quería? ¿Rencor? ¿Ausencia? ¿Sentimiento de culpa?
Mi chica me abrazaba con la cabeza en mi pecho relajada tras haberse desahogado. Yo le besé la cabeza y apretándola le dije:
-Tienes razón. Siempre tienes razón. Pero por nada del mundo quiero que dudes de mí.
-No tengo dudas, pero a veces tengo la sensación de que no estás al 100% conmigo.
-¿Y lo de anoche tiene que ver con eso?
-Bueno, fue todo. Admito que tuve algo de celos. Que había bebido un poco. Pero el sitio también ayudó. No sé. Quizá fue mi forma de recordarte que yo siempre estoy ahí.
-Me gusta esa forma jajaja. Pero te podría haber hecho el amor bajo la luz de la luna…-contesté haciéndome el interesante.
-Bueno…en realidad sólo me apetecía tocarte. Era como una rabietilla.
-Pues me gusta esa forma de rabietilla, jajajaja.
-Tonto…-respondió justo antes de fundirnos en un beso.
Pero cuando mi mano empezó a rebuscar por debajo de la sábana se separó con una sonrisa:
-Para. Que ya sé como termina esto y tenemos un lardo día de playa con los amigos.
-Ya te pillaré…-le dije sobándome el paquete mientras la miraba.
-Jijijiji…-salió de la habitación con una risita pícara.
Me quedé tumbado en la cama con los brazos bajo la cabeza dándole vueltas a la conversación y a mis sentimientos encontrados por la sesión de psicólogo que me acababa de hacer mi novia hasta que regresó del baño sacándome de mi ensimismamiento y metiendo prisa. Los de la otra casa ya venían en camino para bajar a la playa y ni habíamos desayunado.
Despertamos a Mikel y Viqui y desayunamos mientras aparcaban los demás. Subieron a ver el apartamento justo antes de instalarnos en la playa. A pesar de ser septiembre era sábado y había bastante gente.
Instalamos las sombrillas, abrimos sillas y extendimos toallas. Colocamos las bolsas con paquetes de patatas y bocadillos a la sombre y las neveras cargadas de cerveza y refresco y a disfrutar de la playa. Charlas, baños, palas y alguna partida de cartas en las toallas en un buen ambiente. Nieves no parecía enfadada conmigo y a pesar de haberse quejado de ser la única que venía sin novio estuvimos a gusto.
Incluso jugamos un partido de vóley playa muy divertido. No sé si sería mi pasión pero era espectacular ver las tetas de mi chica botando al golpear el balón. Y no porque nos pudiéramos quejar de las cuatro niñas tan bonitas que conformaban nuestro grupo en el que como ya sabéis el canijo de los chicos era yo comparado con la altura y fuerza de Pablo y la anchura de Mikel, al que el año trabajando en la ciudad y el cambio de hábitos le estaba provocando que le empezara a asomar algo de barriguita.
El día anterior habíamos decidido que esa noche saldríamos por la localidad donde estábamos pasando el día, donde estaba mi apartamento, por lo que al caer el sol, bastante más temprano ya, de principios de septiembre nos subimos a ducharnos y comer algo antes de salir de marcha. Un baño para 7 personas, teniendo en cuenta que cuatro eran chicas ralentizaba bastante el proceso. Por eso fuimos compartiendo y mientras yo me duchaba Pablo se estaba afeitando (era así de presumido). De ese modo en apenas 15 minutos los tres tíos estábamos duchados, yo con un bañador seco y Mikel y Pablo con las bermudas que se iban a poner para salir.
El tráfico de chicas envueltas en toalla tocadas con otra en el pelo fue incesante. No sé cuantas vueltas dieron del dormitorio al baño y del baño al dormitorio mientras teóricamente una se duchaba. Afortunadamente mi madre tenía un espejo grande en el dormitorio y eso agilizó el proceso de vestirse y verse el modelito. Se prestaron ropa, se dieron consejos y se cambiaron varias veces.
Nosotros tres charlábamos en la terraza bebiendo cervezas sin prisa hasta que nos avisaron que ya casi estaban. Entonces pusimos la comida en la mesa de fuera mientras las chicas se iban acomodando recibiendo los piropos correspondientes de sus novios, incluida Nieves, que recibió su agasajo de mi parte tras una patada de Alba por debajo de la mesa.
Y es que estaban realmente guapas. Y eso que mi chica repetía modelo poniéndose el que yo ya le había visto la noche que nos montamos nuestra cena romántica. Pero le quedaba tan bien. Salvo Nieves que optó por shorts y top, las demás iban con vestidos muy escotados de espalda y sin sujetador. Cómo influye la playa en la forma de vestir.
Tras comer algo y recoger nos fuimos a la zona de marcha. Pero a pesar de la tardanza de las chicas aun no estaba muy animada, así que preguntando a gente que vimos nos indicaron que la marcha empezaba en una plaza donde se hacía botellón y después ya se iba a los pubs o discotecas.
Evidentemente nos surtimos en una tienda de conveniencia muy concurrida con licores, hielo y refrescos, y un cartón de vino, pues Mikel se empeñó en beber kalimotxo. El sitio estaba bastante animado y concurrido. De hecho Leyre se encontró una amiga pues en esa localidad la inmensa mayoría de los veraneantes son de nuestra ciudad.
La niña era muy mona, vestida con un vestido muy ajustado de tirantes que marcaban todas sus curvas de niña delgada pero con formas. Leyre llamó a Pablo para saludarla y este fue bastante cortado o incómodo quizá. Charlaron un rato sin que Leyre nos llegara a presentar a la chiquilla que iba con un grupo sólo de chicas.
Se despidieron y se reintegraron al grupo. Con discreción le pregunté a Pablo por la chica. Resultó ser aquella con la que se habían montado el trío. El suceso tuvo dos consecuencias. Pablo estuvo pensativo gran parte de la noche y yo no pude dejar de imaginarme a la chica con Leyre. Es curioso que yo en poco tiempo había conseguido muchas fantasías habituales masculinas: hacerlo por detrás, montármelo con dos chicas…ah, pero ellas dos no se lo habían montado. Pensándolo bien, no me gustaría ver a mi novia con otra chica, pero que Heike y Heidi se lo hubiesen montado delante de mí era otra cosa…
En medio del pensamiento mi chica se me agarró de la cintura para decirme que apuráramos las bebidas que ya querían ir a bailar. Como aun quedaba lote nos trasladamos a un chiringuito discoteca al final de la playa y nosotros nos terminamos el lote mientras las chicas bailaban dentro. Lo curioso es que Pablo se metió para dentro con ella al momento. Parecía nervioso y yo sospechaba por qué. ¿Ataque de cuernos? Los celos son dañinos siempre pero cuando no tienen sentido aun más.
Tal y como sospechaba al entrar con Mikel en la zona de baile vimos a las chicas bailar pero faltaba la pareja. Nieves nos dijo que habían salido a discutir. Quizá yo era el único que sabía la causa. ¿Merece la pena romper una relación por un instante de morbo? Yo ya sabía la respuesta, pero me había costado llegar a ella demasiado tiempo. Ahora tenía claro que no. No me había ocurrido lo mismo ni con Viqui, ni con Claudia. Pero al final, un cabrón como yo tenía hasta suerte. La vida, Dios, la casualidad…cada cuál que lo interprete como quiera, pero pese a todos mis errores tenía una oportunidad preciosa delante que ese día iba con un vestido azul anudado al cuello y su espalda casi entera al aire y me sonreía mientras bailaba con sus amigas.
Y todo me iba bien. Así que mientras observaba a mi novia una frase resonaba en mi cabeza: “No la cagues, Luis”.