JOSÉ MANUEL CIDRE

Cerró su chaqueta blanca mirándose al espejo, alisándola con la mano por si no estuviera suficientemente planchada. El pantalón del mismo color completaba el uniforme académico. Caminó hacia la sala de la proyección. Una tímida mueca en sus labios revelaba el profundo agrado que, desde hacía décadas, sentía por dentro al dirigirse a dar clase. Siempre brotaba en su mente un fugaz recuerdo de aquel lejano primer día, reminiscencias tanto de los nervios del novato como de la ilusión convencida.

La marcialidad con la que desfilaba hacia la plataforma situada bajo el foco de proyección, teñía la escena de una solemnidad casi litúrgica.

Situado en el lugar correspondiente, conectó con decisión los mandos mientras, ahora ya sí, daba rienda suelta a su sonrisa de complacencia.

Inmediatamente se desplegó su holograma dentro de una imponente esfera brillante, a la que con rapidez se fueron uniendo las de sus alumnos. Una línea negra alrededor del cuello demostraba su condición de estudiantes. De vez en cuando, al profesor le daba por recordar aquellas primitivas conexiones, aderezadas con imprevisibles interferencias y fallos de imagen o sonido que las jóvenes generaciones no podían ni imaginar. Más de una vez había tenido que sofocar el torrente de carcajadas que aquellas memorias provocaban entre el alumnado.

Contemplando los dieciséis hologramas reluciendo en la sala, el profesor decidió que era el momento de tomar la palabra.

-Buenos días, damas y caballeros. Imagino que a lo largo de la semana habrán tenido tiempo de sobra para visionar y leer los materiales de la sesión de hoy. Dichos materiales fueron entregados en sus chips cerebrales justo al terminar la pasada clase. Como recordarán, habíamos terminado con el período de la llamada «primera guerra fría». La caída del muro de Berlín es el hecho histórico mediante el cual los estudiosos delimitan el tiempo que va, entre finales del siglo XX y la primera pandemia mundial, que sabemos que estalló a finales de 2019.

Mientras hablaba, iba derramando la mirada a todas las esferas holográficas.

-Bien. Considérense libres de hacer sus reflexiones preliminares. Escucho con interés sus primeros aportes.

Pasó casi medio minuto y nadie se atrevía a romper el silencio. El profesor se sintió autorizado a darles un empujón.

-Un silencio como éste no suele ser frecuente entre ustedes. ¿Ni si quiera Oldor o Nega, que tan acostumbrados nos tienen a sus valiosas intervenciones?

Por alusiones, Nega decidió intervenir.

-Este período histórico es muy complicado. Si hablamos de la descolonización, o de la Segunda Guerra Mundial, pues, se pueden hacer valoraciones más claras. Quiero decir; valorar en la guerra más positivamente el papel de los aliados que el de las potencias del Eje, o calificar como positivo el proceso de descolonización. Pero profesor, en esta época casi lo único que está claro es que empieza a destacar el papel hegemónico de las multinacionales occidentales -estamos en la época del fin de los Estados- pero aparecen, por un lado los avances en derechos ¡mientras la mayor parte de la humanidad era condenada a morir de hambre y sed, y el medio ambiente planetario estuvo al borde del colapso! La valoración es complicada.

-Exactamente Nega. La Historia es una disciplina nada exenta de complejidad. Parece que veo a Sangor haciendo señales de querer intervenir.

El profesor sentía cierta ambivalencia ante las opiniones del alumno etíope. Brillante, pero radical, sus intervenciones siempre resultaban muy críticas, si bien, animaban la clase.

–Yo no lo veo tan complicado. Aquella gente eran salvajes. Me explico. Como bien ha dicho Nega, el mundo occidental, lo que hacía era mirarse el ombligo; su economía, su alimentación, su salud… Recordemos la distribución de las vacunas a principios del siglo XXI, ¡Incluso en medio de una pandemia mundial el reparto era radicalmente injusto! -Inmediatamente apareció otra esfera con los gráficos a los que el joven aludía-. Y mientras, el resto del mundo, muriéndose de hambre, cuando sus materias primas eran expoliadas por los enriquecidos. Luego, tenían la poca vergüenza de llamarse a sí mismos, Primer Mundo, y al resto, Tercer Mundo. Así cualquiera señores, así cualquiera. Sabemos que la tan cacareada descolonización lo fue solo políticamente. Los países continuaron siendo sojuzgados mediante aranceles y el funcionamiento del comercio internacional. Termino ya, profesor, apuntaba Nega que se dio un avance de derechos. Puntualicemos; primero, ese avance se experimentó tan solo en el marco occidental, pero no estamos hablando de que en aquellos países autodenominados desarrollados se avanzase en el derecho a la vivienda o al pleno empleo. ¡Eran derechos sexuales! ¿Qué podemos decir cuando cientos de miles de personas, asociaciones y partidos enarbolaban derechos sexuales, sin tener derecho a la vivienda o al empleo, ni el resto de la humanidad derecho a comer ni a satisfacer las más mínimas necesidades?

Sangor tragó saliva.

–Lo siento profesor. Valoro muy negativamente el papel del mundo occidental a finales del siglo XX y principios del XXI.

El docente permaneció contemplando las esferas, expectante de que tan incendiaria intervención suscitase alguna réplica.

Como sospechaba, la voz de Oldor no se hizo esperar.

-Perdona Sangor pero creo que exageras. Evidentemente es cierto lo que dices acerca del expolio de gran parte del planeta a manos de la minoría occidental -o mejor dicho, de sus empresas más importantes-. Pero cuando hablamos de sus avances en derechos sexuales tenemos que reconocer que fueron hitos históricos. Nunca antes las personas no heterosexuales se habían visto tan reconocidas socialmente. Y aquello vino para quedarse. No tenían todos pleno empleo ni vivienda, pero habían mejorado mucho respecto a siglos anteriores. Además, social y políticamente sabemos que había multitud de organizaciones y partidos que denunciaban la situación de injusticia mundial, y también de deterioro ecológico.

-Lo siento, Oldor, no puedo estar de acuerdo.

-Perdone Sangor -interrumpió el profesor- si no tiene inconveniente, esperemos a ver si algún otro compañero desea intervenir para abrir el debate. En caso contrario, le devolveré la palabra.

-Profesor, si me permite, quería decir que estoy bastante de acuerdo con Sangor, -el acento argentino de Nora resonó entre las esferas- de hecho, podríamos añadir que en Europa y EEUU surgieron no pocos partidos que rechazaban a los inmigrantes que llegaban a sus países, huyendo de la miseria. Es decir, aún después de expoliarles, les rechazaban. La crueldad es difícilmente igualable.

Linad recogió el testigo. -No debemos olvidar el papel de los medios de comunicación. Aunque había infinidad de medios, canales, periódicos, y de que incluso se popularizó Internet, las agencias de información eran cinco a nivel mundial. Les hacían creer que tenían libertad de información, pero era mentira, estaban manipulados. Igual, tenían varias elecciones a lo largo del año, pero las decisiones importantes las tomaban en las grandes empresas que mencionábais antes, fuera de todo control político.

-Si, si. El barullo se generalizó entre las esferas.

-¡A Europa y EEUU apenas llegaba información del Tercer Mundo!

-Sin mencionar los bulos que algunos hacían correr por Internet.

-Claro. Luego les hacían creer que los emigrantes iban a quitarles lo suyo.

-¡Incluso algunos no creían nada del daño ecológico que se estaba produciendo!

-Pero fueron los primeros en aceptar derechos de minorías históricamente marginadas.

-Si tiraban comida todos los días mientras el

resto del mundo se moría de hambre.

-La izquierda, que había sido defensora de la clase trabajadora en toda su amplitud, aceptó ver reducido su papel a la reivindicación de derechos sexuales.

El profesor estaba encantado con la viveza que el debate había alcanzado. Intentaba moderar pero sin pasarse, para no sofocar aquella riqueza.

-A ver, a ver, participen, pero de uno en uno.

-Lo siento profesor, pero me reafirmo en mi tesis. El hecho de que hubiese grupos y partidos que defendieran la justicia para los empobrecidos, así como el cuidado del planeta, demuestra que estaba manipulado quien se dejaba manipular. Repito; eran unos genocidas peores que los nazis.

Mientras el murmullo entre las esferas continuaba, el profesor lanzó también una reflexión en voz alta.

-Les recuerdo que estamos estudiando toda una época. Parece que nos hemos circunscrito al papel de Europa y EEUU durante el cambio de siglo. ¿Qué decir del resto del mundo?

Linad tomó el guante. -Pues que vivían, o casi mejor, sobrevivían bajo la hegemonía del Primer Mundo, profesor. Poco más. Dictaduras, estados teocráticos, golpes de Estado, guerras…Todo supervisado por quién tenía el poder realmente.

Tras unos breves segundos se alzó una pregunta.

-Profesor, y ¿Cómo se las arregló la humanidad para salir adelante de una situación así?

habitantedelanoche.wordpress.com

Anuncio publicitario

Un comentario sobre “La clase de historia

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s