KERANOS

Noelia me colgó y yo me quedé con un buen cabreo por aquello. Y en realidad ella tenía razón, estaba haciendo todo lo posible para enterrar el hacha de guerra y yo estaba demasiado exaltado. Pero es que, ¿cómo no lo iba a estar después de todo lo que había pasado con ella? No me terminaba de creer que ahora fuera así, tan buena y tan de repente. Sabía que era mala y que me la acabaría jugando, volviendo a esas provocaciones y situaciones que ella montaba. Era solo una cuestión de tiempo.

También me dio por pensar en Arantxa y lo que estaría pensando de nosotros, porque entre la pillada de esa conversación que tuve con Elena en la piscina, luego cuando nos vio tumbados y muy abrazados en el salón el día anterior y ya esa misma noche, pareciendo que nos oyó follar, pues tal vez no tendría una impresión muy normal de nosotros. Pero es que en realidad tampoco era para tanto. Éramos una pareja normal, solo nos vio abrazados en nuestra casa y pues lo de la noche, estábamos en nuestra habitación y en nuestra casa, además de que no sabíamos que estaba allí. Tan solo podía pensar algo raro por la conversación de la piscina. Pero es que en realidad me daba igual lo que pensara, era solo una niña.

Sin embargo, sí que me importaba la opinión de Irene, quien me llamó ya casi a medio día para contarme que había hablado con Elena acerca del tema de su amiguita. De primeras me dijo que habían estado hablando un buen rato y que se puso un poco nerviosa.

-Joder, qué mal rato, tío…
-¿Por qué?
-Pues porque no sabía cómo sacarle el tema y se lo he soltado de sopetón. Le he dicho que como me ha podido ocultar alguien tan importante para ella.
-Joder, qué brusca. ¿Qué ha pasado?
-Pues nada, me ha dicho que no quería que me sintiera sustituida por alguien.
-Ah…
-Le he dicho que eso es una tontería, que ella puede tener las amigas y los amigos que quiera. No es que seamos como pareja en ese aspecto para que ella lo vea así.
-Ya veo por donde va la cosa.
-¿Sí?
-Sí. Seguro que te ha dicho que te quiere un montón y que no quería hacerte daño y por eso no te lo ha dicho, ¿no?
-¿Lo habéis hablado?
-No.
-Pues es que me ha dicho justo eso.
-Ya, la conozco. Jajaja.
-Nada, le he dicho que me ha molestado que no me haya hablado de alguien tan importante para ella.
-No le habrás contado nuestra conversación sobre eso…
-Pues…
-Joder, tía…
-Es que quería hablarlo. Y también le he comentado que si esa chica tiene algo contra ti.
-Pero bueno, Irene…
-Hombre, no… Si tú no lo hablas con ella, ya lo hago yo. No voy a dejar que esa te trate así.
-Pero…
-Que no, Javi. Que me da igual. Que si le pica algo, que se rasque, pero que no te trate así.
-Bueno. ¿Y qué te ha dicho Elena entonces?
-Pues que ella es así. Que no ha dicho nada cuando te soltado alguna como esa porque está acostumbrada. En el trabajo es igual por lo visto. Tiene a todos sus compañeros derechos como una vela.
-¿A ella también?
-Los primeros días también según me ha dicho. Pero ya no. Ya son ellas dos las dueñas de la oficina, jajaja.
-Ya, eso sí lo sabía.
-Pues eso, que he hablado un poco con ella y ha dicho de presentármela y tal.
-Uuuh… Yo paso de eso, ¿eh? A mí no me metáis.
-Bueno, pues día de chicas. Ya se lo digo yo a Elena.

El resto del día pasó con normalidad. Noelia estaba más callada cuando vino, yéndose rápidamente a su habitación después de comer sin contarnos nada acerca de su primer día en la universidad. Cuando Elena y yo nos sentamos en el sofá después de comer me preguntó por encima el asunto que había hablado con Irene, preguntándome si me sentía incómodo con Yolanda o algo por sus maneras y sus palabras. Yo evadí todo lo que pude el tema haciéndome el loco porque no tenía ganas de hablar de eso y porque pasaba de esa chica, por lo que le acabé diciendo que no había problema. Ella me dijo lo mismo que le comentó a Irene, que era así y que tampoco había que darle mucha importancia. La cosa con Noelia cambió ya de noche cuando cenamos los tres juntos. Ahí fue cuando nos contó con detalle todo, estando más abierta y animada, aunque si es verdad que evitaba bastante mirarme directamente a los ojos.

Y así fue también la semana, con total tranquilidad, sin ningún mal rollo más por ninguna parte. Noelia cada vez estaba más relajada, al igual que yo, aunque seguía sin bajar la guardia. No me fiaba de ella, ya no. Elena estaba radiante, con una sonrisa permanente en la boca, se la veía superfeliz. No sé si lo habría estado si supera todo lo que yo sabía, pero prefería verla así que con mala cara y que estuviera preocupada todo el tiempo. Yo también estaba feliz, mucho. Estaba viviendo con mi chica y nos iba muy bien, sin ningún sobresalto desde hacía ya un tiempo ni nada, pero también pensaba que lo podía ser más si las cosas hubieran ido como a mí me hubiera gustado. No pudimos irnos a vivir a la casa que alquilé y ahora teníamos a su hermana en casa siempre, pero bueno, la cosa no estaba tan mal.

El miércoles por la tarde fue cuando hicieron esa «tarde de chicas» las tres: Elena, Irene y Yolanda. Irene me dio un abrazo enorme y un besazo en la mejilla, igual que a Elena, aunque se la veía con ganas de dárselo en otro lugar por como miraba sus labios.

Yo, evidentemente, me quería quitar de ahí porque pasaba de verle la cara a la susodicha. Opté por irme a casa a ver a mis padres, que llevaba desde la semana anterior sin verlos. Así las dejaba tranquilas a las tres, que decidieron irse a la piscina que teníamos en la urbanización, dejando a Noelia y a Arantxa en casa empezando a organizarse cada una con lo suyo, aunque luego me diría Elena que se bajaron con ellas.

Cuando llegué a casa, esperaba que me cayera una pequeña bronca por no haber llamado ni aparecido en varios días, pero para mi sorpresa no fue así, ya que me encontré a ambos bastante contentos, en especial a mi madre. Dejamos a mi padre a su bola en el salón viendo el canal de deportes mientras mi madre me llevó a rastras a la cocina porque estaba preparando algo laborioso para cenar. Allí me explicó que mi hermano había ido el fin de semana pasado a casa después de tanto tiempo que ninguno nos acordábamos de cuándo fue la última vez. Estaba muy contenta por ello, ya que veía a su otro hijo después de bastante tiempo, él siempre tan independiente desde que se marchó de casa. Me dijo que todo le iba muy bien y que le había contado que yo me había echado novia, comentándome que a ver si se la presentaba. Él seguía solo, muy centrado en el trabajo.

Mi madre también me preguntó si me importaba haber dejado dormir a mi hermano en mi habitación, ya que la suya fue transformada en una especie de trastero donde guardábamos varias cosas. Le respondí que cómo me iba a importar, si era mi hermano por poco que hablara ya con él, cansado de tener que ser yo siempre el que tenía que llamarle. Mi madre torció un poco el gesto y dijo que intentaría convencerlo para que se viniera algún día y así poder comer toda la familia, pudiendo de paso presentarle a Elena. De paso, yo también le conté lo que hicimos el fin de semana, saltándome algunos detalles evidentemente, contándole que Elena había preparado todo aquello por llevar ya 6 meses juntos. Mi madre estaba que no cabía en sí de lo contenta que estaba, poniéndose aún más contenta cuando le conté todo eso. También me preguntó cómo iba la convivencia con Noelia, ya que le había contado algo por llamada. Le dije que para mi sorpresa todo iba bien, con ella comportándose como una persona normal y sin nada raro de por medio.

De primeras le gustó lo que oía, pero como no es tonta, enseguida se puso sería preguntándome si es que yo esperaba que pasara algo raro. A esas alturas, ella era la única que sabía mi problema con Noelia, por eso fue tan directa al preguntarme por ello. Yo le respondí que no, que no pensaba que fuera a pasar nada, pero como era aún muy inmadura, pues tenía que ir con cuidado, porque varias veces me había sorprendido con sus salidas. Explicarle eso le preocupó, pero cuando me puse a contarle algunos detalles de aquel fin de semana volvió ese buen humor y esa sonrisa que tenía desde que llegué. Al final se me hizo algo tarde con tanta charla y demás, por lo que me fui para casa, cargado de comida que había hecho mi madre. Le di un abrazo fortísimo y regresé a casa.

Llegué supercontento con la intención de contarle a Elena cómo había ido en casa y hablarle sobre mi hermano, que tan distanciados estábamos que ni le había mencionado a mi propia pareja que tenía uno, pero cuando llamé a la puerta al haberme dejado las llaves, la cosa cambió. Me encontré a Noelia seria, con cara de preocupación. Mi primera reacción era preguntarle qué había hecho, pero ella se me adelantó diciéndome que Elena estaba en nuestra habitación y que estaba un poco triste. Sin decir nada fui directo a la cocina a dejar la comida en la encimera y fui hasta la habitación. Me la encontré acostada de lado, aún con el pelo húmedo y su pijama de verano, iluminada solo con la luz de la mesita, lanzando algún suspiro.

-¿Qué pasa, mi vida? -dije tumbándome frente a ella y dándole un beso en la frente.
-Nada…
-Va, cuéntame. Algo ha pasado, se te nota mucho.
-Pues nada, Javi. Que Irene y Yolanda pues no han conectado muy bien.
-¿No? A ver, cuéntame qué ha pasado y te desahogas.
-Si es que estábamos muy a gusto. Ambas se estaban conociendo. Hemos empezado a hablar del trabajo, de gustos en común… De muchas cosas. Nos hemos bañado en la piscina y tal, pero ya de últimas, después de que mi hermana y su amiga se fueran, pues hemos empezado a hablar de nuestras parejas.
-¿Y qué ha pasado?
-Pues que se ha liado un poco. Ya sabes cómo es Yolanda, que las suelta sin ningún filtro.
-Ajá.
-Ha empezado ella a comentar lo perfecta que es su relación con su Antonio, que si tiene unas ganas enormes de casarse con él y que están deseando ya tener hijos.
-Lo que nos contó a nosotros, vaya.
-Sí. El problema fue cuando Irene empezó a hablar.
-¿Irene ha dicho algo raro?
-No, no. Para nada. Si ha empezado a describir lo que quiere a Mario y cómo de feliz está con él. Javi, se le ponía una carilla mientras hablaba… Le quiere mucho, ¿eh?
-Pues claro, Elena. Ya lo hemos visto. Todo eso de tontear con más gente es por jugar. Ella quiere a Mario con locura, como él a ella.
-Sí. Es que se le han puesto hasta los ojillos vidriosos…
-Eso es porque le echa de menos. Lleva ya varios días sin verlo. No están acostumbrados a estar mucho tiempo separados.
-Ya. Eso pensaba. Es como cuando tú te fuiste. Entiendo cómo se siente.
-Parece que Irene es más sensible de lo que pensábamos, jajaja.
-Si, jejeje.
-Entonces, ¿qué ha pasado?
-Pues resulta que Yolanda se ha puesto a preguntarle acerca de boda, de niños…
-Ah…
-Y pues Irene ha empezado a dar largas, diciendo que ella no era una chica a la que le llamara mucho eso la atención. Además de que era muy joven y Mario también y prefieren disfrutar unos años más.
-Ya veo.
-Y pues Yolanda se ha puesto a hablar más de la cuenta, diciendo que si a lo mejor es que no están seguros de que se quieren como Irene decía, que si eso se empieza a desear al poco tiempo de estar juntos y que creía que lo suyo no tenía futuro, porque llevan bastante tiempo juntos y tal.
-Vaya…
-Irene aun así se callaba. Me miraba y respiraba hondo. Aguantaba lo que le estaba diciendo.
-Ah, ¿entonces?
-Pues ha sido justo cuando ha dicho que era como tú, que a lo mejor teníais dudas todos. Y que si las dudas son muy malas, porque eso te hace ir de flor en flor más fácilmente.
-Ya veo…
-Entonces fue cuando Irene ya no pudo más y se enfadó. No le dijo mucho, pero sí que sus palabras fueron un poquito feas. Te defendió y le dijo que cómo se atrevía hablar de ti así delante de mí. Y ya pues se levantó, haciéndolo yo también. Me dio un abrazo y un beso en la mejilla y se fue.
-Bueno, está enfadada. Luego hablo yo con ella para ver cómo está y eso.
-Yolanda también se ha puesto nerviosa y bueno, no ha dicho nada, pero no era porque no supiera qué decir. ¿Tan molesta es, Javi?
-Da igual. No pienses en eso, Elena. Vamos a hacer una cosa. Vamos a cenar tranquilamente aquí y nos vemos una peli. No es bueno pensar en caliente. Vamos a relajarnos los dos aquí tranquilamente y ya mañana será otro día.
-Vale. No he preparado nada de cenar y ya es un poco tarde.
-Yo me encargo. He traído algo de casa. Tú no te muevas. Ve eligiendo la película, vengo en nada.
Salí de la habitación, viendo que Noelia estaba al lado escuchando, medio asomada. No me hizo mucha gracia verla ahí, pero se le veía preocupada. Me acompañó a la cocina para preguntarme allí qué había pasado. Se lo expliqué y ella me afirmó lo intensa que era Yolanda, aunque tampoco lo veía para tanto. Yo pensaba que entre arpías se entendían, por eso no lo veía tan grave. Preparé la cena, preguntándome ella si podía servirse algo se lo que llevé. Le respondí afirmativamente, que aquello era para todos y que vaya pregunta más tonta me estaba haciendo. Se sirvió y se marchó al salón para cenar tranquilamente allí, diciéndome que nos dejaría intimidad y que no nos molestaría, ni llamaría a Arantxa para que viniera. Así que regresé con Elena para cenar allí tranquilamente con ella llevándolo todo en una bandeja. Me agradeció mucho el gesto diciéndome además lo bueno que estaba todo.

Aproveché que fui a la cocina para coger más agua para decirle a Irene por mensaje que me gustaría hablar con ella al día siguiente. Mientras le escribía, escuché a alguien aproximarse dando pequeños pasos, pero rápidos. Se trataba de Noelia, preguntándome si todo iba bien, diciéndome también que la comida estaba muy buena después de contestarle yo afirmativamente. Me preguntó si lo había hecho mi madre, refiriéndose a ella recordando aquel encuentro de cuando se presentó en mi casa sin avisar al poco de conocernos con la intención de quedar para irnos a la cama. Le volví a responder afirmativamente, diciéndole que se trataba de ella. De nuevo me dio las gracias y se fue al salón para quedarse un rato allí. Después regresé con Elena para seguir viendo la película mientras le daba mimitos, porque los necesitaba. Ya casi acabado, estaba muy adormilada, por lo que cayó dormida fácilmente nada más terminar estando echada sobre mí.

Yo tardé más en quedarme dormido pensando en el dolor de huevos que era Yolanda. Ahora también estaba jodiendo a Irene. Y por lo visto lo estaba haciendo bien, porque ni me contestó a lo de que me gustaría hablar con ella hasta pasado un buen rato. Seguía dándole vueltas a lo de Yolanda, pensando en Noelia cuando vi así a Elena. Ya me estaba imaginando que algo había hecho, quizá metiendo mierda o con algún comentario fuera de lugar, pero me equivocaba una vez más. Ella seguía con ese comportamiento tan normal, quizá estaba exagerando mucho el tema y debía relajarme. Pero el problema de Yolanda seguía ahí. Y la verdad es que quería estar lo más lejos posible de ella. Ya eran varios los desencuentros que había tenido con ella para las pocas veces que la había visto y ahora también involucraba a alguien más de mí círculo cercano.

El problema era que no sabía cómo encararlo. No quería decirle a Elena que yo pasaba de esa chica y que no quería ni verla, así directamente, porque sabía que le iba a sentar regular y no quería que se viera condicionada por mí para dejar de verse con alguien, ya que se veía que era alguien importante para ella por como hablaba de esta chica, siendo un gran apoyo, tanto en el trabajo, como personalmente. Al rato me quedé dormido intentando no darle más vueltas al tema, porque ya me estaba tocando los cojones de por más.

Al día siguiente me desperté al notar como alguien me tocaba la cara, medio acariciándomela. Se trataba de Elena, disculpándose inmediatamente por haberme despertado. Yo le dije que no pasaba nada. Ella siguió diciendo que es que no podía evitarlo después de haberla animado la noche anterior al escucharla para que se desahogara, preparándole la cena y estando a su lado para ver una película. Yo le resté importancia diciendo que de eso se trata tener pareja, de querer a la otra persona y estar ahí cuando lo necesita. Elena puso una expresión muy bonita, con mucha ternura y entonces se encorvó para darme un beso que no pudo durar mucho porque Noelia se asomó diciéndole a su hermana que Yolanda estaba esperando en la puerta con el coche en marcha. Mi chica se giró hacia ella y le dijo que un momento, que no pasaba nada, saliendo su hermana para esperar ya en la puerta. Nos miramos de nuevo y me dijo que esperara, que después de lo pasado el día anterior, que le daba igual si la hacía esperar. Me dio un buen beso y se despidió hasta que saliera de trabajar y fuera a por ella.

Yo me quedé un poco más en la cama, durmiendo durante un rato y luego me levanté para empezar la rutina de ducha, desayuno y trabajo. Pero cuando tocaba éste último, me acordé de lo hablado la noche anterior con Elena y se me vino Irene a la cabeza, por lo que la llamé en el acto. Tardó lo suyo en cogerlo y eso me preocupó. Nada más hacerlo me dijo que no lo quería hablar. Se le notaba el enfado bastante y me colgó. Me quedé mirando el teléfono bastante atónito. No, si todavía me iba a comer yo el marrón por la chica esta. Tras pensarlo un par de minutos, me levanté y me monté en el coche para ir a mi ciudad. Me apresuré todo lo que pude para ir a mi ciudad y ver a Irene para hablar con ella en persona y tratar de que se calmara, llamando a su puerta cuando llegué. Cuando lo hizo se me quedó mirando, seria, sin decir nada. Pasados unos segundos me hizo un gesto para que pasara con la cabeza y fuera hacia el salón, yendo ella ya hacía allí.

Una vez entré al salón me encontré a Sofía, quien se levantó diciendo que se iba ya y nos dejaba solos para que habláramos. Me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, susurrándome que estaba cabreada de verdad y que no podía calmarla, dándome suerte para que lo lograra yo. Estaba un poco tenso, pero se me pasó cuando vi a Sofía, en especial cómo iba, con una de sus camisetas blancas de tirantes que marcaban la gran redondez de sus pechos, además de unos shorts vaqueros y unas sandalias. Estaba muy guapa. Irene, por su parte, estaba con un pijamita de verano, con una camiseta de manga muy corta que no le llegaba ni al ombligo, pudiendo lucir su nuevo piercing que se hizo junto a Elena, además de los pezones que se le marcaban de una manera exagerada. Los pantalones de su pijama también eran cortos, siendo además finos y algo transparentes, dejando poco lugar a la imaginación, transparentando el tanga negro que llevaba. También llevaba unas chanclas y su pelo recogido con una goma, pero es que era guapa así también.

Ver a mis dos amigas así vestidas tan ligeritas hizo que me distrajera bastante de mi objetivo principal por el que había ido, haciendo que me pudiera hasta algo cachondo. Irene despidió a Sofía, dejándome en el salón solo pensando que estaba preparado para la charla. Verlas así me había disipado esos nervios.

-¿Quieres un café? -me dijo una vez volvió.
-Ya he desayunado, pero vale. Hazte tú una tila, anda. Qué estás que no veas.
-No me toques los ovarios, anda. Qué no está en horno para bollos.

Irene se fue a la cocina y vino con dos cafés.

-Joder, sí que fue mal ayer, ¿no?
-No te haces una idea.
-Elena me lo contó.
-Pues o te lo ha contado mal, o a ti te la pela.
-¿Pero qué hablas? Cálmate, anda.
-¿Pero cómo me voy a calmar? -dijo levantando la voz.
-A ver, cuéntame. ¿Qué pasó ayer?
-Es que no quiero, porque me voy a poner peor de lo que lo estoy ya. Es que me cago en su puta madre.
-Joooooder, cómo estamos…
-¿Pero tú te puedes creer lo que hizo?
-Elena me contó más o menos lo que pasó y la verdad es que sí, me parece que es para enfadarse.
-Javi, que me dijo que en dos días Mario se iba con otra. Así, tal cual. ¿Te lo puedes creer?
-Sí, me lo creo, porque ya sé cómo es.
-Y vamos, es que insinuó lo mismo con vosotros. Que si no te comprometías con Elena, era por algo. La asquerosa…
-Me tiene hasta los huevos esta chica y solo la he visto tres veces.
-Mira, me aguanté cuando dijo eso de Mario y de mí, pero cuando lo dijo de vosotros… Es que ya no. Le pregunté si era gilipollas, con eso te lo digo todo.
-Sí, algo así me dijo Elena.
-La imbécil esta se sorprendió cuando dije eso. Yo ya estaba que quería arrastrarla de los pelos por toda la piscina. Le volví a preguntar que sí lo era. Yo ya no me iba a callar. Le dije que lo que estaba era amargada y que seguro que su chico se la follaba poco para estar así.
-Ostia…
-La otra miró a Elena y luego me miró a mí. Se le notaba que quería entrar al trapo, pero se calló. Ya me levanté, le di un beso a Elena y me largué. Es que ni me duché ni nada. Cogí mis cosas a toda prisa y me fui al coche, lo metí todo como pude y me monté para venirme.
-Pues vaya tela…
-En realidad no estoy tan enfadada por eso. A ver, que lo diga de mi pareja me da bastante igual porque sé que podemos dar esa impresión, además de que dejé caer que nos lo pasábamos bien, ya sabes…
-¿Por qué hiciste eso?
-No sé. De primeras no la veía tan gilipollas como luego demostró ser y pensé que si Elena confiaba en ella, era por algo, por eso hice un comentario. Que tampoco es que dijera que me follo a todo el mundo. Ni siquiera dije que soy bisexual. No sé si se montaría una película en su cabeza para que se pudiera imaginar el resto.
-A saber…
-El caso es que me dolió más que lo dijera de vosotros. ¿Le habéis dado algún motivo para que pueda pensar así?
-No. Ninguno. Yo al menos no he dicho ni hecho nada.
-Pues lo soltó y se quedó tan ancha, ¿sabes? No sé a qué coño vino, pero lo soltó. Es que… Uff… Me pongo de muy mala ostia.
-Bueno, ya está. Tranquilízate.
-Pero eso no fue lo que más me molestó.
-Ah, ¿no?
-No. Lo que me hizo más daño es que Elena se quedara como si nada cuando dijo todo eso. Como si le diera los buenos días, Javi. ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué se deja ningunear así?
-Joder… Me dejas un poco frío. A ver, ella me ha dicho que está más acostumbrada a esas cosas con ella, porque los primeros días cuando la conoció ya le tocó lo mismo. Pero con el tiempo pues ya se ha hecho a eso y ya no la trata así. Ahora, a los de la oficina los tiene bien controlados.
-¿Seguro que ya no le habla así? Porque es que dijo que lo vuestro…
-Pero, ¿en serio dijo lo mismo de nosotros y Elena no dijo nada?
-Que no, Javi. Que no dijo nada. Estaba flipando por verla tan calmada.
-Pues no sé. Lo hablaré con ella, porque no me parece normal.
-Me dolió que Elena no dijera nada. Qué ni me defendiera a mí y a Mario, ni a ti. Me sentí muy mal, Javi… -dijo empezando a llorar.
-Eh, eh. Ya está -dije abrazándola.

Nos quedamos unos minutos abrazados. Yo la intenté consolar con buenas palabras y caricias, recordándole lo buenos amigos que éramos los cuatro, diciendo también que éramos como familia. Irene estaba dolida de verdad, porque cogió un berrinche propio de una niña pequeña.

-¿Has hablado con Mario de esto? -le pregunté una vez se serenó.
-No. Hemos hablado de nuestras cosas y ya, pero me ha notado como estoy. No es tonto y me conoce.
-Bueno, como tú veas.
-Se lo contaré. Y gracias por venir a hablar. Necesitaba echar esto. Siento haberte hablado así y haberte colgado cuando me has llamado antes.
-No pasa nada. Sabía que estabas enfadada. Además, estás más irascible por la falta de Mario. Eso se nota.
-Sí… -dijo abrazándose fuertemente a mí.
-¿Cómo lo llevas?
-Regular. Nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos desde que somos pareja.
-Bueno, pero en dos días lo tienes aquí, ¿no?
-Sí. El sábado por la tarde viene. Lo voy a matar a polvos.
-Di que sí. Pero ya está, no le des más vueltas a lo de esa tía. No merece la pena.
-Estoy muy desanimada. No me esperaba que pasara algo así.
-Bueno, déjame hablar con Elena y ya veremos qué hacemos.
-Yo necesito unos días.
-Sí. Me parece perfecto. Esperaremos a la semana que viene. Tú lo primero que necesitas es que Mario venga. Ya cuando hayas pasado tiempo con él y tal, si quieres hablamos todos.
-Vale. Gracias por venir. Me he desahogado bastante.
-Nada, nada. Yo me tengo que ir, que tengo que trabajar y aún tengo que volver a casa. ¿Qué vas a hacer tú?
-Pues no sé… Llamaré a Mario a ver si puede hablar y luego comeré con Sofía. Odio estar sola.
-Perfecto. Tampoco quiero que lo estés. Si te aburres, necesitas hablar algo o lo que sea, llámame.
-Vale.

Irene me acompañó hasta la puerta y me dio un abrazo tremendo antes de que me fuera, seguido de un beso en la mejilla. Me dio cosilla verla así de decaída, pero tenía que volver a casa y aún me quedaba un buen rato de viaje, además de tener que ir a trabajar y luego a por Elena. Por el camino me puse a pensar en lo sensible que era también Irene en realidad. Y como en cierto modo, nos puso por delante de ella cuando Yolanda dijo esas palabras tan desafortunadas de todos, molestándole más que hablara mal de nosotros que de ella y su pareja. Ojalá tenerlos más cerca para poder pasar más tiempo juntos los cuatro. Bueno, y a Sofía también, pero por desgracia no podía ser así. También pensé en lo que me comentó Irene sobre como Elena no decía nada acerca de las palabras que decía Yolanda. Era algo extraño y que no terminaba de entender, por lo que se lo tenía que preguntar.
Y así lo hice después de llegar a casa y trabajar durante un rato, aunque tampoco demasiado por todo el tiempo que estuve fuera de casa. Fui a por ella y salió normal, como pude ver desde dentro del coche. No me apetecía ni ver a la otra, y que mucho menos se me acercara o saludara desde lejos. Pensé en preguntarle nada más se montó en el coche, pero pensé en hacerlo después de comer, cuando estuviéramos tranquilos en el salón, aunque tenía que trabajar porque por la mañana no me dio tiempo a hacer lo que tenía previsto. La veía bastante contenta y animada pese a todo lo que tuvo lugar el día anterior y es que al parecer Yolanda se disculpó bastante por todo lo que ocasionó, aunque Elena no me dio ningún detalle de lo que me contó Irene. Lo hizo de pasada, porque enseguida se puso a hablar del trabajo, de un proyecto que habían empezado y que tantas ganas tenía de abordar. Me estuvo hablando de aquello hasta que apareció Noelia y nos pusimos a comer, donde ésta nos contó cómo le había ido en clase y como estaba empezando a arrancar el curso. Una vez acabamos de comer y recogimos todo, le pedí a Noelia que nos dejara a Elena y a mí solos cuando estábamos los tres en el salón descansando.

-¿Qué pasa, Javi? -preguntó Elena una vez Noelia se fue a su habitación.
-He llamado esta mañana a Irene.
-¿Sí?
-Sí. Vaya cabreo tenía… Tanto que me ha colgado.
-¿En serio?
-Sí. Y al final he ido a su casa para hablar bien.
-Ah… ¿Y qué tal?
-Pues me he venido bastante sorprendido, la verdad.
-¿Sí? ¿Por qué?
-Pues porque estaba muy enfadada. Muchísimo. Y me ha contado con detalle lo que pasó. Como Yolanda dijo que pensaba que Mario se iba a ir con otra en dos días y como que dijo algo similar de nosotros.
-Ah… Eso…
-¿Me lo explicas? Porque la verdad es que no puedo creer que dijera eso de nuestros amigos y de nosotros y tú no dijeras nada. Porque es lo que me ha dicho Irene, que eso fue lo que más le dolió. Que no la defendieras ni a ella ni a Mario, pero es que tampoco a mí.
-Ya… Si lleva razón.
-¿Entonces?
-Javi, es que… Mira, ya sabemos cómo es Yolanda.
-Sí, ya lo sabemos. Lo que no sabemos es por qué tú no dijiste nada.
-Es que… A ver. Creo que sé qué es lo que le pasa.
-A ver, cuéntame.
-¿Recuerdas lo que nos contó cuando estuvimos en su casa con su pareja? Lo de que habían intentado tener un bebé.
-Sí.
-Pues creo que es eso. Que lo siguen intentando aún, pero que la cosa no cuaja.
-Vale. ¿Y?
-Pues que está de muy mal humor por eso. No lo sé a ciencia cierta, pero es que no para de hablar de ello, mirando fotos de bebés y ropita.
-Ah. Pues…
-Es que viendo el interés que tiene le he preguntado si tenía algún problema para no tener hijos y se puso muy nerviosa. Enseguida se puso a cambiar de tema.
-Vale, me parece muy bien todo eso, pero es que, que esté mal por eso no le da ningún derecho a hablarle así a las personas. Ni a las que acaba de conocer, ni mucho menos a una supuesta buena amiga.
-Ya, si llevas razón. Pero es que yo no quería entrar al trapo para no poner la cosa peor. Bastante tiene con eso como para que me pelee con ella.
-No es pelearte con ella, Elena. Es decirle que no puede hablarle así a la gente. Es más sencillo de lo que crees.
-Y si tan fácil es, ¿por qué no se lo dijiste tú en su casa?
-Pues… Mira, porque me pilló desprevenido, eso lo primero. Y segundo, porque si le hubiera contestado, hubiera sido para mandarla a tomar por culo.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Por ti, Elena. Porque para ti es alguien importante y no quiero que te veas condicionada por mí para estar con ella o ser su amiga, que te conozco.

Elena se quedó callada, mirándome y yo seguí:

-Es que… Mira, mejor dejamos de hablar de ella, porque es que al final se va a liar.
-No, no. Cuéntame.
-Da igual. Voy a trabajar, que esta mañana he hecho poco con la tontería.

Me levanté y me fui a la habitación donde lo tenía todo para poder trabajar, dejando a Elena pensativa, mirando a un sitio fijo. En lugar de ponerme a trabajar, me puse a pensar en cómo Elena y yo habíamos tenido una conversación algo más intensa de la cuenta tal vez. Ya sí que me estaba tocando los cojones el tema de su amiguita, porque cada vez la cosa se ponía peor. En este caso desembocó en una especie de discusión con Elena. Tampoco pude pensar mucho, porque Noelia apareció por la habitación, entrando y cerrando la puerta, quedándose frente a ella con los brazos en jarra.

-¿Bronca? Creía que ayer se había solucionado todo…
-¿Espiando?
-No, perdona. Es que… He ido a por agua y os he oído hablar así y pues me he quedado escuchando.
-Bueno, es por su amiga.
-¿Otra vez?
-Sí, bueno… Es que ayer tuvo follón con Irene y hoy he ido a hablar con ella y bueno… Me ha explicado lo que pasó y lo estaba comentando con tu hermana.
-¿Qué pasó?
-Da igual, Noelia. No tengo ganas de hablar de lo mismo por tercera vez hoy.
-Bueno… Era por si te querías desahogar.
-Yo no necesito desahogarme. Ve con tu hermana y habla con ella, anda. Seguro que a ella le puedes ayudar más que a mí.
-Vale.

Noelia salió de la habitación y se fue con su hermana aparentemente, porque podía oír un murmullo al haber dejado ella la puerta entornada. Yo mientras traté de olvidarme de todo aquello, porque no merecía la pena. Para ello, me puse a trabajar, empezando a buen ritmo, sacando adelante bastante material que tenía atrasado de esa misma mañana, pero alrededor de media hora después me volvieron a interrumpir. Fue Elena, asomando la cabeza por la puerta. Se quedó callada, mirándome. Yo le pregunté qué pasaba y ella respondió que nada, que solo quería verme, preguntándome después con su vocecilla si podía pasar o si no podía por estar trabajando. Le dije que por supuesto, que no había problema. Ya estaba más calmado y ella se veía muy ñoña, con un comportamiento tan infantil como encantador. Se acercó y me abrazó desde atrás con fuerza, dándome un beso en la mejilla. Después se sentó sobre mi regazo para mirarme a los ojos y darme un beso muy dulce.

-Javi, sabes que te quiero, ¿no?
-Claro que lo sé, Elena.
-No, es que con lo que hemos hablado… Bueno, que yo te amo, Javi. No quiero que pienses que no lo hago por no haberte defendido.
-No lo pienso. Pienso que eres muy buena amiga.
-No tanto… Mira cómo está Irene por mi culpa…
-Bueno, ya se le pasará el cabreo. También está así porque Mario está fuera y nunca han estado tanto sin verse desde que son pareja.
-Voy a llamarla. No puedo dejar esto así.
-No, espera. Me ha dicho que necesita unos días.
-¿Sí? -preguntó con pena.
-Sí. Está dolida y hemos quedado en que vamos a esperar a que Mario vuelva y esté con él tranquila. Ya la semana que viene vamos y los vemos.
-Ah… No sabía que fuera para tanto.
-Pues parece que sí lo es. Estaba bastante mal. De hecho, se puso a llorar.
-No… -dijo de nuevo apenada, echando su cabeza sobre mi hombro.
-Elena, no quiero que por esto tomes medidas. Sé que esa chica es importante para ti y no quiero que por esto dejes de hablarle, pasar tiempo con ella o incluso llevarte mal.
-Ya…
-Es que te conozco y te veo capaz de eso. Entonces pues no quiero que pase eso, porque sé que vas a estar mal.
-No, si no pasa nada…
-¿Cómo que no? No quiero que lo hagas, ¿eh?
-Vale, vale. Había pensado en juntarnos todos para hablarlo y poder empezar de nuevo.
-Mmm, no creo que sea buena idea. Estoy seguro de que Irene no va a querer y seguro que Yolanda tampoco después de que la llamara gilipollas.
-Es que me gustaría que todos nos lleváramos bien.
-Claro, si es lo suyo, pero a veces, pues hay gente que no conecta, como en este caso entre Irene y Yolanda. Yo creo que lo mejor es dejarlo estar.
-Pero es que no quiero que Irene se sienta desplazada.
-Pero es que no se siente así.
-Ya, seguro. Ahora no nos vemos con ellos tanto como antes. Y con Yolanda, que la veo todos los días.
-Te aseguro que no se siente así. Ya verás como no es así cuando nos juntemos con ellos la semana que viene.
-Bueno…

Le di un beso para que se tranquilizara, diciéndole después que la quería un montón. Ella puso una sonrisa medio atontada en su boca y me devolvió el beso, seguido de un fuerte abrazo.

-¿Me puedo quedar aquí contigo?
-¿Pero qué pregunta es esa?

Elena sonrió bastante me dio otro abrazo y otro beso. Después se sentó en el sofá que teníamos en esa habitación para pasar el resto de la tarde conmigo mientras yo trabajaba. Al final, Elena me dijo que le envió un pequeño mensaje a Irene diciéndole que la quería para que se sintiera algo mejor, diciéndole también que la semana siguiente nos veríamos todos para ir a cenar o algo. La tarde pasó tranquilamente mientras Elena estaba echada en el sofá, acercándose de vez en cuando para verme trabajar de cerca, sentándose a mi lado.
Poco antes de cenar, Elena recibió una llamada de su padre, preguntándole si nos podíamos quedar con Paula ese fin de semana, que ella estaba con muchas ganas de venirse con nosotros y como la semana siguiente empezaba el cole, pues ya estaría más complicado que se viniera con nosotros más adelante. Elena le respondió a su padre de manera afirmativa y con muchas ganas. Y hasta yo tenía ganas de tenerla por ahí. Era un encanto de niña y no ocasionaba ningún problema. Después de hablar con su padre, llamó a su tía para hablar sobre la nena, para que le dejara instrucciones de qué tenía que hacer y alguna cosa más mientras yo fui a la cocina para ir preparando la cena. Al poco apareció Noelia.

-¿Ya se ha aclarado todo?
-Sí. Ya está todo hablado y solucionado.
-¿Pero solucionado de verdad, o…?
-No, no. Ya está. ¿Vas a querer cenar tú también ya?
-Mmm, vale. Voy poniendo la mesa.
-Bien. Oye…
-Dime -dijo dándose la vuelta.
-Em… Tú padre acaba de llamar a Elena.
-Ah…
-Que tu prima Paula va a pasar el fin de semana aquí con nosotros.

Noelia se quedó en silencio, mirándome fijamente.

-Mira, Noelia… Yo entiendo que no quieres ver a tu padre y que no le hayas perdonado lo que hizo, pero ya ha pasado un tiempo y tal vez vaya siendo hora de reconsiderar las cosas, ¿no crees?

Noelia seguía en silencio, con la mirada fija en mí. Su expresión era rara, ya que no denotaba nerviosismo, ni enfado, ni sorpresa. Nada. Aunque estaba sería. Viendo que no decía nada, decidí seguir hablando.

-Me gustaría explicarte que no es como piensas. Tú madre exageró bastante cuando os contó todo aquello. Y a tu hermana le haría mucha ilusión que la cosa fuera como antes entre vosotros cuatro. Tal vez te podrías venir con nosotros mañana a comer con ellos y así podrías hablar por fin con tu padre. Te echa muchísimo de menos y está deseando verte. Y Paula también ha preguntado por ti cuando ha venido antes, es solo una niña, es muy pequeña y le haría mucha ilusión verte. ¿Qué dices?

No dijo nada. Se fue, saliendo de la cocina, pero no hacia el salón, sino hasta su habitación, donde cerró la puerta tras entrar. Me quedé un poco desconcertado. Pensé que con ese nuevo comportamiento suyo tal vez habría madurado ese tema y estaría dispuesta a reencontrarse con su padre, pero me equivocaba. Tampoco es que fuera un no claro, pero esa seriedad y esa no respuesta, yéndose a su habitación, indicaba que no quería hacerlo.

-¿Y esa cara? -me preguntó Elena al entrar a la cocina.
-Pues que creo que la he cagado.
-¿Por?
-Porque le he dicho a tu hermana lo de que mañana va a venir tu padre con Paula para que ella pase el fin de semana con nosotros y le he preguntado si se quería venir a comer con nosotros y con ellos, que si ya ha pasado un tiempo y que le dé una oportunidad.
-¿Y bien?
-No ha dicho nada. Se ha ido a su habitación.
-Ah… Bueno. Luego hablo con ella.
-Joder. Es que como se está portando tan bien ahora, pensé que…
-No pasa nada, mi amor. Ya hablaré con ella.

Elena me dio un abrazo con fuerza. Estaba muy mimosa ese día, aunque era normal después de aquella pequeña discusión. Terminamos de preparar la cena entre los dos y la pusimos en la mesa, incluido el plato de Noelia, aunque no aparecía. Yo no dejaba de mirar su plato y su sitio y Elena me cogió la cara con una mano para que la mirara, diciéndome de nuevo que no me preocupara, que no pasaba nada. Me dio un beso y acabamos de cenar. Como aún me sentía culpable, llevé al plato de comida a la habitación de Noelia, la cual me encontré sentada con las piernas cruzadas y con su espalda apoyada en el cabecero de la cama una vez llamé y me dejó pasar. Le dejé el plato en el escritorio, además de los cubiertos y una botella de agua.

-Come algo, anda.

Noelia se me quedó mirando de nuevo, justo igual que como lo hacía mientras le contaba el plan del día siguiente. Pero esta vez sí que habló.

-No puedo.
-¿No tienes hambre?
-No me refiero a eso. Es por mi padre. No puedo. Lo siento.
-No tienes nada que sentir -dije sentándome en el borde de la cama, quedando lo más alejado posible de ella.
-Ya, es que no estoy preparada. Es algo… No sé. Tengo que pensarlo bien. Me gustaría hablarlo con mi madre.
-Claro. Es lógico.
-Mañana no voy a ir con vosotros a comer.
-Vale, lo entiendo. No pasa nada.
-Es que no puedo…
-Mira, hacemos una cosa. Mañana te llevo a tu casa cuando acabemos de comer.
-Pero…
-No pasa nada. No los vas a ver si no quieres. ¿Por qué no comes fuera con alguien? ¿Tal vez algún compañero o compañera de clase, o con Arantxa?
-Mmm, sí. Tal vez pueda.
-Cuando acabemos, dejo aquí a tu hermana y a Paulita y voy a por ti y te llevo a casa.
-Vale.
-Anda, come algo y no tardes, que ya es tarde -dije antes de salir de su habitación.
-Gracias.

Salí de la habitación y me quedé tras la puerta una vez la cerré. Parecía que me estaba ablandando ante ella y su nueva personalidad, tan encantadora, por así decirlo. Algo de preocupación asomaba en mí al verla así tan desubicada con el tema de su padre. Pero eso no significaba que bajara la guardia. Sabía de sobra lo que había y era cuestión de tiempo que la verdadera Noelia saliera a la luz de nuevo. Por momentos se me venía a la cabeza el querer juntar a los cuatro de nuevo, pero es que tampoco me quería meter donde no me llamaban. Y menos estando tanto Noelia como Maribel de por medio. Era un sinvivir estar así. Yo solo quería tener una relación normal, pero con su familia era muy difícil.

Volví con Elena a salón y me eché en el sofá con ella. A los pocos minutos de estar los dos viendo la tele, se echó encima de mí, para acariciarme el pecho por dentro de la camiseta, dándome varios besitos por mi hombro, cuello, mejilla y labios cuando estiraba su cuerpo. Elena seguía mimosa y la prueba de ello fue cuando se echó encima de mí del todo, obligándome a que me tumbara, para ponernos de lado. Entonces fue cuando empezó a besarme. Ya apenas había luz en la casa, tan solo la de la televisión que se reflejaba en nosotros, probablemente una de las razones por las que Elena decidió ir más allá y empezó a sobarme la polla por encima de la ropa. Yo me dejaba hacer, ya que me parecía una buena forma de solventar del todo esa discusión que tuvimos hacía unas horas, aunque estuvimos toda la tarde juntos y sus muestras de cariño eran constantes cuando se acercaba a verme trabajar con más detenimiento.

Nos empezamos a comer la boca de manera bastante guarra mientras yo le agarraba del culo y se lo estrujaba, haciendo fuerza para pegar nuestros cuerpos, pero ella me empujaba, intentando colar su mano por mis pantalones, consiguiéndolo de hecho. Hasta me la llegó a sacar para empezar a pajearme.

-Joder… ¿Tan cachondilla estás?
-Siiiii -dijo con dulzura.
-Me encanta. Vamos a la habitación.
-Nooooo. Aquí.
-No, Elena. Que está tu hermana en casa.
-Jo… Javiiiii…
-Uh… Sabes que me vuelves loco cuando te pones así.
-¿Sí?
-Claro. Me encanta tu dulzura. Era una de las cosas que más llamaba la atención de ti cuando empezamos a ser follamigos.
-Me encanta recordar esos días.
-Y a mí. Anda, vamos a la habitación.
-Que no -dijo empujándome del pecho con una mano para que me tumbara de nuevo-. Un poquito solo.

Elena se escurrió rápidamente por mi cuerpo para bajarme los pantalones y los boxers de un rápido movimiento y sacarme la polla, la cual estaba durísima. Se la metió en la boca antes de que pudiera decir nada, escapándosele un gemido algo alto. Se puso a chuparla como una loca, casi sin importarle hacer ruido por como engullía.

-Elena, cariño… Que tu hermana puede salir en cualquier momento y nos puede ver así.

Elena gimió con tono de molestia sin llegar a sacarse mi polla de la boca. Yo intenté varias veces que parara, pero no había manera, por lo que me relajé un poco y me dejé llevar, haciéndole una coleta con las manos para que no le molestara el pelo e incluso apretando para que se la tragara entera como prácticamente solo ella me había hecho, llegando a atragantarse un poco. En una de estas que la saqué de su boca para que respirara, se oyó la puerta de Noelia abrirse. Ambos pegamos un bote en el sofá, poniéndonos bien todo, ella el pelo y limpiándose las babas que le caían por la barbilla y yo los boxers y los pantalones, cogiendo después un cojín para tapar la erección. Pese a estar con la respiración medio acelerada, pudimos disimular muy bien lo que había pasado.

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