KERANOS
Me quedé un poco cortado por esas últimas palabras, llegando a quedarme sin saber qué decir, aunque pude salir del paso como pude.
-En fin… ¿Algo más?
-No. Me voy ya.
Se levantó y se puso bien la blusa para encarar la salida del salón. Yo la acompañé, yendo hacia la entrada mirando su culo, porque joder como me iba ese día. Aún me fascinaba lo similar que era a Elena. Es que tenían el mismo culo y verlo embutido en esos vaqueros, pues hizo que me tuviera que fijar en él. Ya en la puerta se giró hacia a mí para mirarme y acercarse, dándome dos besos para despedirse mientras me decía algo de pasarnos dinero para Noelia, para no tener que mantenerla nosotros. Me extrañó un poco lo de los dos besos, porque no era algo usual entre nosotros, pero como Irene la saludó así, de esa manera, despidiéndose también así, pues imaginé que lo hizo para quedar bien. También me di cuenta de que llevaba algo de perfume al darnos esos dos besos, el cual olía bastante bien. Se despidió de nuevo y se dio la vuelta para salir y marcharse.
Respiré hondo por haber pasado ese momento incómodo y avisé a Irene de que ya había ido por si quería volver. Me dijo que en un rato volvería, que estaba de compras y tal. Mientras tanto, yo me puse a trabajar porque con la tontería esa mañana iba a hacer poco. Casi pasada una hora apareció mi amiga, entrando y viniéndose conmigo a donde estaba trabajando, sentándose en un pequeño sofá que había ahí para charlar un rato mientras hacíamos hora para ir a recoger a Elena. También preparó algo de picar que ella misma compró y se sentó a mi lado para ver cómo trabajaba, ya que era la primera vez que me veía en ello. Yo le estuve explicando cómo lo hacía y a lo que me dedicaba mientras ella le prestaba bastante atención. Pese a todo el tiempo perdido con los requerimientos que tuve a lo largo de la mañana, me cundió bastante y pude hacer gran parte de lo que tenía previsto. Aunque, como esperaba, Irene soltó algún comentario en ese picoteo.
-Nene, me quiero follar a tu suegra.
-Jajajajaja. Pero qué bruta eres…
-¿Pero tú la has visto? Joder cómo ha venido… Se me ha hecho el coño agua.
-Jajajaja.
-Y cómo olía… Uff… Estoy cachonda ya. Y Mario lejos…
-Pues algo te queda conforme eres tú… Jajaja.
-Oye… -dijo dándome un manotazo-. No te cachondees, que lo voy a pasar mal.
-Coge un consolador de esos que tenéis.
-Pues no me va a quedar otra, aunque Elena dijo…
-Bueno, sí. Pero con Noelia por aquí te puedes olvidar. Y va en serio, no como en la playa, que al final algo sí que hicimos…
-Ummm… -dijo poniendo expresión de enfado, como si fuera una niña pequeña.
-Oye, tengo una pregunta.
-Dime.
-Es una curiosidad. ¿Al final habéis probado lo del vibrador en público? Aquello desembocó todo esto entre nosotros cuatro.
-Ah…
-A veces pienso en esos momentos. Y me acuerdo de que tú le dijiste a Mario de probarlo.
-Pues sí. Sí que lo hemos probado.
-¿Y qué tal?
-Pues, ¿tú qué crees?
-No sé. Como no eres normal, no sé cómo he te lo has pasado.
-Conque no soy normal, ¿no? Jejeje.
-Pues no. Eres la chica más morbosa y salida que he conocido en mi vida.
-Mmm, me gusta oír eso.
-Jajajaja, va. ¿Cómo fue?
-Muy bien. Estuvimos jugando en casa para probar y muy bien. Después fuimos a tomarnos algo con todos, como hicisteis vosotros, pues igual. Muy morboso. Mario me dijo que tenía las mejillas encendidas, porque me daba caña.
-Ah, genial entonces.
-Sí, pero la cosa no acabó ahí.
-¿No?
-No. Fuimos a casa de sus padres después y cenamos allí. Y adivina qué… Tocó cena familiar. Tíos, primos, abuelos… En fin, que como estábamos tan encendidos seguimos jugando en la cena.
-Uff…
-Cómo me dio caña el hijo de puta, jajaja… Hasta me preguntaron qué me pasaba.
-¿En serio?
-Pues ya ves. Me dijeron que si estaba muy colorada, que si me movía de manera rara y que apretaba mucho la cara.
-Ostia… Jajaja.
-Mario salió diciendo que estaba resfriada y que parecía que tenía un poco de fiebre, por eso lo de estar colorada. Se levantó y me llevó con él al baño para que me echara agua fría en la cara.
-¿Sí?
-Sí, agua fría… Lo que me echó fue un polvazo que madre mía… Me puso contra el lavabo y me la metió del tirón.
-Jajajajaja.
-Hasta recuerdo que me dijo que estaba chorreando. Me empezó a follar y yo, como estaba perrísima, pues empecé a gemir. Él me tapó la boca con fuerza y me reventó bastante. Me corrí como una loca. Me temblaba hasta el alma.
-¿Y Mario?
-Pues resulta que ya casi acabando y cuando me corrí yo, llamaron a la puerta para ver como estábamos. Mario se corrió en el acto.
-Joder… Eso es el morbo de ser pillado.
-¿Te ha pasado?
-Sí.
-¿Dónde os pasó?
-No, no. Fue en la universidad. Conocí a una chica e iba con ella a su residencia de estudiantes y pues follábamos allí. En una de esas oímos unos pasos y como intentaban abrir la puerta. De hecho, la abrieron un poco.
-¿Os pillaron?
-No sé si nos vieron, pero yo me corrí en ese momento.
-¿Dentro de ella?
-Sí, pero siempre usábamos condón.
-Pfff… Pues eso. Que Mario se corrió y salimos del aprieto como pudimos. Yo estaba muerta después de tanto jugueteo con el vibrador y ese polvazo.
-Joder…
-Y ya nos recuperamos y tal, nos pusimos bien y salimos como si no hubiera pasado nada. Ya me quité el vibrador y todo fue normal.
-Ah…
-Pero en cuanto llegamos a casa nos pusimos a follar como locos. Vaya día…
-Cómo sois.
-Si vosotros sois muy parecidos, anda…
-Bueno, un poco.
-Y volviendo a Maribel…
-¿Qué pasa con ella?
-Que no se me olvida que la has visto desnuda.
-Buah…
-Anda, cuéntame algo de eso…
-Pero si ya te conté lo que te tenía que contar…
-No. No lo hiciste. No me diste ni un detalle.
-Ireeeeene…
-Tío, me pone mucho, ¿vale? Sobre todo, después de haberla visto este verano en la piscina aquí cuando estuvimos. Que se le marcaba todo el coño, joder…
-Madre mía…
-Va, dime cómo es.
-Irene, que eso es algo muy íntimo. No me parece bien por Elena.
-Pero si no pasa nada. Yo también las respeto a las dos. ¿Por qué te crees que no me he lanzado a por ella?
-Sí… Como si se hubiera dejado…
-Mira, yo sé cómo tengo que hacerlo. Si hubiera querido, lo hubiera montado todo para irme con ella a la cama.
-¿Sí? A ver, cuéntame.
-Te lo cuento si me cuentas tú cómo es.
Me pudo la curiosidad, así que acepté.
-Va.
-Mira, hubiera cogido aquel día que la conocimos cuando fuimos con vosotros para acompañaros y ayudar para convencerla y hubiera hecho lo siguiente: la hubiera mirado intensamente.
-Eso ya lo hiciste.
-Tsss, no me interrumpas -dijo dándome un manotazo.
-Va, a ver…
-Después de mirarla así, con estos ojillos… -dijo poniendo una mirada muy intensa y bonita-. Hubiera mirado a Mario de arriba a abajo para que ella hubiera seguido mi mirada hasta él. En ese momento estoy segura al 100% que ella me hubiera mirado rápidamente después de darle un repasito a Mario. En ese momento me hubiera visto como le estaría mirando el paquete a mi chico y ella se lo hubiera mirado también. De nuevo, sus ojos vuelven a mí, pero yo seguiría mirándole el paquete a Mario, mordiéndome el labio esta vez. Y luego la miro a ella, le guiño un ojo y le hago una señal en dirección a Mario.
-¿Y…?
-Y ya está. Te digo que, con eso, la llamo cuando quiera y con este piquito de oro que tengo te digo que consigo que se vaya con Mario a la cama.
-Ya, pero el objetivo es que se vaya contigo, ¿no?
-Pues cuando estén follando, aparezco yo.
-Qué va, no creo. Si ya viste como se puso cuando dijiste que eras bi.
-Ay, Javi… Que pareces nuevo, tío… Con el morbo y con lo bien que folla Mario y lo bueno que está, es imposible que se eche atrás. Mira Elena, con lo suya que era para eso y ya ves todo lo que hemos hecho. Y eso que no se ha follado a Mario…
-Pfff… No creo.
-Me gustaría mucho hacerlo para que lo vieras, pero no. Y tampoco le voy a pedir permiso a Elena, me da corte.
-Estás loca.
-Venga, no te escaquees y cuéntame cómo es -dijo con ansia.
-Pfffff… A ver… Como ya has visto, es muy parecida a Elena.
-Ajá…
-Tiene las tetas un poco más grandes que ella. Algo caídas, pero bonitas. Con los pezones marrones, pero no oscuros y son gorditos.
-Uff…
-Y bueno, tiene un poco de barriguita.
-Pero eso es por la edad. Está muy bien.
-Sí. Y lo demás es igual que Elena.
-¿Cómo tiene el coño?
-No se lo puede ver. Tenía un matojo de pelo bastante grande y descuidado.
-¿Del mismo color que el de Elena?
-Sí.
-Joder… Qué ganas de follar, tío…
Irene se puso bastante roja, como si le hubiera dado un sofoco. Cerro sus ojos y podía notar como se le aceleraba la respiración, pero yo me puse de nuevo a trabajar para quitarme esa imagen de la cabeza y dejar de mirarla, porque uno no es de piedra e Irene estaba tremendamente buena. De hecho, tenía la polla bastante morcillona por su relato y por como describí a Maribel, recordando esos detalles de su cuerpo mientras los vislumbraba en mi cabeza.
-Javi, ¿me puedo tocar?
-No. Anda, estate quieta.
Irene se quedó tumbada en el sofá y media hora antes de que fuéramos a por Elena apareció Noelia, extrañándose de ver a Irene allí, aunque la saludó con dos besos y con alegría. Al final dejé de trabajar con idea de seguir por la tarde, porque veíamos a Noelia bastante entusiasmada, explicándonos como había ido, las asignaturas que habían presentado, los profesores, la cantidad tan grande de compañeros que tenía, donde abundaban más chicas que chicos y demás cosas. Ambos la escuchábamos con cierta nostalgia por recordar tiempos pasados en los que nos sentíamos de manera similar a ella. Así se nos pasó el rato que quedaba para ir a por Elena, con Noelia yendo al baño antes.
Irene se acercó a mí, agarrando mi brazo con cara de estar flipando, susurrándome que sí que la veía cambiada. Sin esperar más, nos montamos los tres en mi coche, con Irene a mi lado y Noelia detrás de ésta para ir a por Elena. Por el camino le explicamos a Noelia que se nos había ocurrido comer fuera ese día los cuatro juntos. A ella le pareció bien, sin poner ninguna pega ni rechistar en nada. Por el camino veía a Irene medio frotar sus muslos, llevando su mano a su entrepierna para rascarse o algo así, quitándola enseguida. Yo la miraba de reojo y sonreía. Llegó un momento en el que ella se dio cuenta y me dio un manotazo en el brazo riendo con fuerza.
Cuando llegamos, Irene y yo salimos del coche, esperando a que Elena saliera apoyado en él mientras que Noelia se quedaba dentro con el aire puesto. Irene y yo estuvimos hablando hasta que salió Elena, quien iba acompañada por Yolanda, como siempre. Ya se me había olvidado ese detalle con tanta charla y efectivamente como esperaba nada más verla, Yolanda se nos quedó mirando fijamente con una expresión que no me gustó ni un pelo. Elena, sin embargo, nos miraba sonriente, agitando su mano con mucha fuerza, aunque Yolanda tiró de su brazo para llamarle la atención y hablar con ella. Estuvieron unos segundos hablando mientras yo rezaba porque no viniera hacía nosotros y montara un numerito como el que montó en su casa.
-¿Qué le pasa a esa? -me preguntó Irene mientras se giraba hacía a mí.
-Eso me pregunto yo.
-Huy, huy, huy… Algo pasa aquí.
Mi expresión fue más elocuente que cualquier cosa que pudiera decir, porque Irene hizo una mueca con la boca y me dijo que tendríamos que hablar de eso. Por suerte, no le dio más tiempo a indagar haciéndome preguntas, porque Elena se acercó a nosotros para darnos un fuerte abrazo a cada uno, empezando por mí, dándome también un beso en los labios, pasando después a nuestra amiga, dándole otro abrazo fortísimo mientras ésta le susurraba las ganas que tenía de besarla en los labios y de comérsela enterita. Elena reía con mucha dulzura y se separó de ella preguntándole qué hacía ahí.
Después de montarnos en el coche para ir a un sitio para comer, Irene le explicó qué hacía ahí, diciéndole también que Maribel había estado por casa, levantando Noelia la mirada al oírla. Un poco cagada por su parte, pero pude salir del paso cuando Elena me preguntó por qué fue. Les conté que había ido porque quería dejarnos el dinero de Noelia para no tener que estar manteniéndola nosotros. No iba a decir delante de Noelia que había ido para preguntarme por ella. Tampoco era plan de hacerle pasar un rato incómodo o incluso malo y delante de Irene.
Al final llegamos al sitio sin ningún inconveniente ni nada raro. Se trataba del mismo sitio al que ya había ido con Elena a comer. Aquel sitio tan conocido por los estudiantes en el que se comía muy bien a un precio muy económico. Irene se puso muy contenta porque también iba bastante a aquel lugar, el cual no quedaba muy lejos de la universidad y le trajo muchos recuerdos entrar y comer allí. Como era de esperar, echamos un rato muy bueno por como de bien se comía allí y el buen trato que tenía el personal de allí pese a haber cambiado de generación, pero como era un negocio familiar, hacían mamado de aquello y sabían llevarlo bien. Irene le dijo a Noelia que tomara nota de ese sitio, que se iba a hinchar a venir y que tal vez podría conocer a alguien de esa manera, ya que ella conoció a Mario de una forma similar. Noelia la miraba sonriendo y asintió. Parecía otra.
Acabamos a eso de las 3 de la tarde y dijimos de ir a casa. Ya llegando, Irene nos dijo que le encantaría quedarse toda la tarde con nosotros, pero que tenía que trabajar por la tarde, así que tenía que regresar cuanto antes porque iba ya con el tiempo justo teniendo en cuenta casi las 2 horas que le quedaban para llegar a casa. Nos despedimos de ella con unos abrazos y unos besos en la mejilla y se fue, haciéndome una señal de que luego me llamaba cuando las chicas no se podían dar cuenta. Hice una mueca con la boca, pero ella me hizo otra y le asentí para que se tranquilizara.
Cuando se fue, entramos en casa y Elena y yo nos pusimos cómodos, quedándonos en pijama porque esa semana Elena no tenía que ir a trabajar por la tarde, por lo que nos echamos en el sofá, quedándonos tumbados, abrazándola yo desde atrás aprovechando que el sofá era grande y cabíamos los dos de sobra. Noelia se nos sumó al poco, sentándose en la otra parte del sofá, que tenía forma de «L». Estaba en la gloria acariciando el cuerpo de Elena, dándole algún beso en la cabeza mientras veíamos la tele con el aire puesto, aunque ya se notaba que hacía menos calor y no hacía falta ponerlo tanto. Al rato, Noelia dijo que se iba a casa de Arantxa para hablar con ella para ver cómo le había ido y contarle cómo fue su día, pensando en quedar para irse las dos juntas a clase el día siguiente.
Cuando se fue, mis caricias a Elena fueron a más, empezando a tocar su cuerpo con más intensidad, metiendo mi mano por dentro de su camiseta, acariciando su vientre y subiendo hasta sus tetas mientras ella reía dulcemente. Seguí con ese jugueteo, centrándome en sus tetas, rodeando el contorno de éstas con mis dedos, pasando después a sus pezones. Empecé a pellizcárselos ligeramente, notando como se lo iban poniendo duros y también cómo se erizaba su piel. Hasta le dio un escalofrío. Elena reía como cuando empecé a acariciarla de esa manera, apretando su culo contra mi polla empujando hacia a mí. Mi polla estaba ya durísima con el jugueteo que teníamos y por lo pasado por la mañana con Irene contándome aquello y luego fantaseando con Maribel. Una vez me di por satisfecho con sus tetas después de jugar bastante con sus pezones, apretándolos más de vez en cuando y jugando también con su piercing, bajé mi mano por su esternón y barriga hasta llegar a su pubis.
-Javiiiii… ¿Qué haces? -dijo después de dar un respingo.
-¿Tú qué crees?
-Para… -susurró-. A ver si va a venir mi herma… O peor, ella con su amiga.
-Qué va… Seguro que se quedan ahí un buen rato.
-Estate quieto, anda…
-¿Me vas a dejar así?
-¿No has tenido bastante con lo del finde?
-Ah… Es eso. Aún estás sensible.
-No. Ya estoy perfectamente.
-Ah… Pues venga, vamos a celebrarlo.
-Vale, vamos a la habitación.
-No, aquí.
-¿Por qué?
-Porque estoy muy a gusto aquí contigo y no me apetece irme a la habitación.
-Pero pueden venir y nos pueden ver.
-Que no, confía en mí.
Sin dejar que me dijera nada más tiré de su pantaloncito y de sus braguitas para dejarlo todo a medio muslo. También tiré de mi ropa, dejándola de la misma manera. Empecé a acariciar mi polla contra su coño, notando que ya estaba mojadita, pero más se mojó aun cuando empecé a hacer eso. Y tan rápido como noté eso, se la empecé a meter despacito mientras Elena murmuraba muy sensualmente. Le empecé a dar besos por el cuello, haciéndole medio cosquillas por como reía y se movía, pero yo me encargaba de corregir eso dando una ligera embestida para que Elena se concentrara en lo que estábamos haciendo. Ella paraba de reírse cuando hacía eso y una vez noté que se acostumbró a mi polla después de dejar de apretarla con su coñito, la empecé a follar de verdad.
Fueron unos 10 minutos de folleteo en esa postura, subiéndole la camiseta a Elena hasta la barbilla para poder tocarle bien las tetas con mi mano, amasando y acariciando sus pezones, además de los pellizcos que volví a repetir como cuando empezamos a jugar. Estuve controlando que Elena no se corriera, bajando el ritmo cuando notaba que lo iba a hacer, aunque me costaba muchísimo por lo encendido que estaba y el calentón que llevaba arrastrando desde la mañana. Pero qué rico era follar así a Elena. Tanto, que quería que durara lo máximo posible. El problema fue que la empezaron a llamar al móvil y de primeras no le hizo caso, pero después sí, porque lo cogió de la mesa.
-Javi, mi madre.
Qué palabras tan desafortunadas me dijo mientras yo me con entraba en follarla, porque justo en cuanto las dijo se me vino a la cabeza Maribel, en específico cómo iba aquella mañana. Se me vino a la cabeza lo guapa que iba, con ese maquillaje que era tan raro de ver en ella, aunque fuera algo ligero, como el que se solía poner Elena. Se me vino también su culazo embutido en esos vaqueros que tan bien le quedaban y hasta su olor, sin hablar de toda la conversación que tuve con Irene, donde me la imaginé siendo follada tanto por Mario, como por Irene. Desafortunadas porque justo en ese momento y después de que se me viniera todo eso como si fuera un flash, me corrí dentro de Elena de manera abundante, dando fuertes embestidas y gimiendo de manera alta, como era poco usual en mí.
Hasta que no recobré el aliento, no fui capaz de ser consciente de lo que pasaba. Abrí los ojos y miré qué pasaba. El móvil ya no sonaba y estaba sobre la mesa. Elena me acariciaba las manos, las cuales rodeaban su cuerpo, con mucho cariño, esperando a que me recuperara.
-¿Qué ha pasado?
-Que me he corrido.
-No, si eso ya lo he notado, jajajaja.
-Perdona, pero es que tenía un calentón…
-Ya, también lo he notado, jejejeje. Me gusta cuando estás así.
-Y a ti jugar conmigo para hacérmelo pasar mal…
-Un poquito, pero solo un poquito.
De nuevo, llamó la madre de Elena a su móvil y esta vez, Elena sí que lo cogió sin cortarse un pelo con mi polla aún palpitante en su coño, mientras ella la apretaba. Estuvo hablando unos breves minutos con ella, diciéndole que luego hablaban más tranquilamente, que estaba ocupada. En cuanto colgó, cogió papel del que teníamos sobre la mesa para taparse y limpiarse bien mi corrida. Yo también me limpié y cuando acabé nos volvimos a tumbar conforme estábamos. La cosa fue que Elena se puso a besarme, pero yo necesitaba descansar más para poder volver a la carga. Fue un orgasmo muy intenso y me quedé bastante extasiado, hasta mareado.
Ello no impidió que nos volviéramos a besar, estando esta vez el uno frente al otro, aun estando de lado en el sofá. Vi a Elena tan encendía que metí de nuevo mi mano por su pantaloncito y braguitas para tocarle el coño desde atrás, llegando a meterle los dedos. Después la puse boca arriba y le toqué bien, metiéndole los dedos y acariciando su clítoris. En cuestión de 2 minutos se corrió mientras le metía los dedos, aunque no muy profundamente al mismo tiempo que le acariciaba el clítoris con el pulgar. Ella se deshacía con gemidos muy dulces mientras su cuerpo daba alguna sacudida con fuerza. Me apartó la mano y se puso de lado para abrazarse contra mí, hundiendo su cabeza en mi pecho. Yo le daba besos en la cabeza y le acariciaba la espalda con cariño, ya teniendo ambos nuestras ropas bien puestas.
Y menos mal que fue así, porque en cuestión de segundos después de que Elena se corriera, se oyó la puerta de la calle abrirse, entrando Noelia y Arantxa por la puerta. Mi chica dio un respingo y se apretó más contra mí, imaginando yo que era por vergüenza. Yo, sin saber qué hacer, me limité a quedarme como estaba, abrazando a Elena. Tanto Noelia como Arantxa se quedaron un poco cortadas por vernos así y no recuerdo si fueron capaces de ver el papel arrugado que había sobre la mesa que usamos para limpiarnos, pero Noelia se dio la vuelta, agarrando de la mano a Arantxa para llevársela a su habitación, cerrando la puerta, permaneciendo ambas ahí durante el resto de la tarde. Elena se separó de mí una vez oyó la puerta de la habitación de Noelia cerrarse, mirándome a los ojos con cara un poco de susto y sus mejillas encendidas.
-Qué vergüenza… -susurró.
-No pasa nada, Elena. No han visto nada. Solo han visto a una pareja abrazándose.
-Ya, pero…
-Venga, si no ha sido para tanto. Además, a estas alturas… Que tu hermana ha visto cada cosa de nosotros…
-Ya, eso sí.
-¿Qué quería tu madre?
-Nada, lo que me has dicho. Lo del dinero, que me va a ingresar a mí lo que le vaya a ir dando para que se lo administre yo y no se le vaya la cabeza.
-Ah, me parece bien.
-Y nada, para ver cómo nos había ido el finde y tal. Pero ya le he dicho que luego la llamo.
-Vale, genial. Oye, que he dicho eso de que ha venido para hablar lo del dinero, pero también ha vendido para preguntarme por tu hermana.
-¿Sí?
-Sí, que si la veo bien, que si la convivencia está yendo bien y tal y le he dicho que sí, que todo va muy bien.
-Luego le pregunto.
-Vale.
Nos dimos un beso, de nuevo con cariño mientras los acariciábamos.
-Como me gusta que no tengas que trabajar por la tarde…
-¿Sí?
-Claro, estoy tan a gusto contigo aquí, que no me quiero mover.
-Y después de lo que hemos hecho, menos… Jajaja.
-Pues sí, jajaja.
-¿Y tú? ¿No tienes que trabajar?
-Pues debería, pero no me apetece una mierda. Me voy a quedar aquí contigo toda la tarde. Mañana me pongo las pilas.
-Qué bien.
El resto de la tarde nos quedamos tumbados en el sofá, aunque ya de una manera más normal, estando yo centrado y ella echada de lado sobre mí. Sobre las 8 de la tarde salieron Noelia y Arantxa de donde estaban, despidiéndose nuestra vecina de nosotros. Noelia se sentó a nuestro lado para ver la tele con nosotros mientras nos explicaba lo que había hablado con Arantxa para ir a la universidad al día siguiente. Mientras nos hablaba recibí un mensaje de Irene preguntándome acerca de la amiga de Elena. Le dije que no podía hablar porque estaba con las dos en el salón y ella me dijo que se pasaba al día siguiente por casa por la mañana para hablarlo conmigo. Le dije que imposible, que tenía que trabajar porque ese día no había hecho al final lo que tenía en mente y no quería dejarlo atrasado. Ella me dijo que o hablábamos ahora, o se pasaba mañana por casa.
J: ¿Os apetece una pizza?
E: Por mí, sí.
N: Mmm, venga, va.
Me levanté del sofá para salir del salón, con intención de ir a vestirme e ir a la pizzería, así tendría algo de intimidad para hablar con Irene acerca de Yolanda, pero Elena me detuvo.
E: ¿A dónde vas? ¿No la pedimos por teléfono?
J: Es que hay una oferta, pero tienes que ir a recogerla y tal, así que me acerco. Pensad de qué la queréis en lo que me visto.
Ambas se pusieron a hablar de qué querían la pizza mientras yo iba a vestirme. Bien, así podía hablar con Irene por el camino tranquilamente. Fui al salón, diciéndome Elena en lo que habían quedado y me monté en el coche para ir a la pizzería, llamando a Irene por el camino, poniéndolo en manos libres.
-¿Ya?
-Sí, ya estoy solo. Ya podemos hablar.
-Vale. ¿Qué pasa con la chica esa?
-¿No te ha hablado Elena de ella?
-Pues no.
-¿En serio?
-No sé ni cómo se llama, para que te hagas una idea.
-Qué raro…
-Va, cuéntame.
-Pues es una amiga suya, una compañera de trabajo.
-Ah… ¿Y qué pasa? ¿A qué han venido esas miradas?
-Pues que la chica es… No sé. No sé qué le pasa.
-¿Por qué? A ver, dime qué ha pasado.
Entonces le expliqué a Irene como la conocí y como me la describía Elena de primeras, pareciéndome una chica muy agradable y simpática, pero también le expliqué cómo mi percepción de ella cambió en ese desencuentro que tuvimos en su casa, después de explicarle también lo que me encontré cuando fui al baño mientras mi amiga reía. Esa risa se le empezó a ir una vez le conté cómo se puso, con esa clase de puyitas con el retintín con el que preguntaba y sacaba algún tema. Irene no paraba de decir «madre mía», o «¿en serio?» mientras yo le relataba la noche que me dio la amiguita de Elena.
-¿Y por qué crees que actúa así?
-No tengo ni idea.
-A ver… Yo creo que Elena le ha contado toda su vida y todo lo que le ha pasado contigo. Si no, no entiendo a qué viene ponerse así.
-Ya, eso es lo que yo imagino.
-No tengo ni idea de qué le habrá contado y cómo lo habrá hecho, pero está claro que le ha contado los problemas que habéis tenido para que reaccione así.
-Mira, estoy seguro de que le ha contado esto último que ha pasado con el tema de Ángela. Pero segurísimo, vaya.
-¿Eso crees?
-Sí, porque me dijo que lo habló contigo y con ella. A saber qué cojones le habrá dicho.
-¿Has notado a Elena diferente en ese aspecto?
-Para nada. De hecho, vino del trabajo de muy buen humor y todo se solucionó.
-Bueno, entonces no sería para tanto.
-Ya, pero no me sentó muy bien el que se metiera así en esos temas y más de la forma en la que lo hizo.
-Bueno, Javi… Es su amiga, es normal que pregunte sobre esos temas. Lo de preguntarlo de esa forma, pues sí, diría que llevas razón. Si no le has hecho nada y el trato con ella siempre ha sido bueno, no debería hablarte así.
-Pero es que la cosa no acaba ahí.
-¿No?
-Pues no. Resulta que cuando Noelia se vino a vivir con nosotros, el primer día fui a por Elena y resultó que no tenía como volver porque se le había roto el coche.
-Ajá.
-Pues volvimos los tres en mi coche y Elena me pidió ya casi pasando por nuestra casa que la dejara para que fuera haciendo la comida mientras yo acercaba a Yolanda.
-Vale.
-Y ya habiendo dejado a Elena me empieza a decir que si teníamos una nueva inquilina.
-Noelia, ¿no?
-Claro.
-¿Y qué más?
-Que si le enseñó una foto de ella y que si se parecían mucho. Que la veía como Elena, pero morena y con el pelo más largo. Que a ver si me iba a equivocar y le iba a dar un beso a quien no debía, u otra cosa…
-¿Pero qué dices?
-Lo que oyes.
-Pero bueno, ¿y esta chica?
-Le pregunté que si me quería decir algo, que entre eso y lo de su casa, lo que te acabo de decir, que notaba algo raro.
-¿Y bien?
-Pues me pidió que llevara cuidado con ella. Que sería una pena que le volviera a pasar lo ocurrido con su ex y más teniendo en cuenta lo de sus padres también. Diciéndome además que Maribel sí que se parecía más a Elena, incluso más que Noelia.
-Me dejas un poco flipada. No porque se preocupe, sino por las formas. Muy subidita esta chica.
-A mí me lo vas a decir…
-Veo totalmente normal que se preocupe por Elena, porque parece que es su amiga. Bastante cercana por lo que veo y es obvio que quiere lo mejor para ella y bueno, pues esta chica la quiere proteger, pero meterse así de esa manera lo veo un poco…
-Sí, si yo lo veo igual.
-Bueno, pues ya está. Ya me he quitado la duda. ¿Qué vas a hacer?
-Evitarla todo lo que pueda. No me cae bien.
-Lo entiendo. Pero, ¿y si Elena quiere que hagáis otro plan con ellos?
-Pues pasar por el aro. Por ella lo haría, pero cuanto más lejos, mejor. Y eso que su novio me cae bien.
-Pues a ver si tienes suerte.
-Vale, gracias. Oye, te dejo, que voy a recoger la cena.
-Vale, luego hablamos. Besos.
Me bajé del coche y recogí las pizzas, que me hicieron de momento para llevarla a casa y que pudiéramos cenar todos. Mientras esperaba a que la hicieran, vi que tenía mensajes de la misma Yolanda preguntándome acerca de la amiguita con la que me había visto al salir del trabajo. Ni le respondí. Esa chica me tenía hasta los cojones y solo había cruzado cuatro palabras con ella. Lo que sí hice fue hacerle un pantallazo para mandárselo a Irene. Ésta me respondió con emoticonos de estar flipando. Yo le dije que ni le había contestado y ella me apoyaba en haber hecho eso. De camino a casa la volví a llamar.
-¿Te lo puedes creer?
-Déjala. No le hagas caso. Es lo mejor que puedes hacer.
-¿Estás molesta?
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque se haya acercado tanto a Elena.
-Mmm… Pensándolo, no. No me molesta que se haya acercado a ella. Elena tiene derecho a echarse las amigas que quiera. Pero sí me molesta una cosa.
-¿El qué?
-Que no me haya contado que la ha conocido. Me molesta que no me hable de una persona que es muy importante para ella, porque ya te digo que lo es. No le cuentas esas cosas a cualquiera.
-Elena me dijo que cogieron mucha química nada más entrar y que son como las cabecillas de su grupo que se apoyan mucho entre ellas.
-Pues con más razón.
-Lo siento.
-Tú no tienes culpa. No es tu amiga. De hecho, la detestas. Que tampoco es que esté enfadada ni nada, pero bueno.
-Le dejaré caer que te hable de ella.
-No, no hace falta. Ya se lo digo yo.
-Bueno, como quieras.
-Te dejo, que voy a ver si ceno yo también.
-Vale, luego hablamos. Un beso.
En nada llegué a casa y cenamos los tres tranquilamente sin ningún percance ni nada raro. Noelia seguía con ese comportamiento relativamente nuevo que me desconcertaba. Era como si nuestro trato en todos esos meses anteriores se hubiera borrado de su mente y nos acabáramos de conocer, porque hacía como si nada. Aun así, en su presencia permanecía más callado de lo que solía ser. Elena ya estaba acostumbrada a eso y ni preguntaba. Ni siquiera me miraba como en los primeros días en los que parecía analizarme por si me encontraba bien. Elena nos contaba lo que estuvo haciendo por la mañana mientras Noelia nos daba algún detalle más de la presentación a la que asistió, pero de repente fue ella la que preguntó lo que ya no hacía Elena.
N: Estás muy callado… ¿Todo bien?
J: ¿Eh? Sí, sí. Solo estaba pensando en cómo hacerlo para mañana en el trabajo. Hoy al final no he hecho lo que me había propuesto y estoy organizándome para sacarlo todo bien.
N: Ah… Mañana ya estarás tranquilo sin que nadie te moleste. Seguro que lo sacas fácil.
E: Claro, aunque tampoco es que molestes, Noelia. Te estás portando muy bien.
N: Lo dices como si tuviera 5 años… Jajaja.
E: Bueno, tal vez no los tengas, pero para mí, siempre serás mi hermanita -dijo sonriendo.
Noelia también sonrió y Elena siguió:
E: Por cierto… Noelia, mamá me ha dicho que te racione yo el dinero, porque… Bueno, que aún es pronto para que… Y me lo está ingresando a mí. Cuando necesites dinero, me lo pides y ya está.
N: Vale, sin problema.
E: Bien.
N: Oye, voy a ir un momento a casa de Arantxa.
E: Vale, pero no tardes mucho, que mañana tienes que madrugar mucho -dijo con tono maternal.
N: Vale, no tardo.
Noelia se levantó para irse a casa de Arantxa, pero Elena la llamó antes de que saliera.
E: ¿Quieres que desayunemos mañana juntas?
N: Claro -dijo sonriendo.
Noelia se fue y nosotros recogimos lo poco que había que recoger mientras yo estaba casi flipando por tener ese percal en casa. Era tan raro… Ojalá hubiera sido así siempre y le durara para siempre ese nuevo comportamiento. Elena estaba encantada, con una sonrisa precisa y permanente en su boca. Nos sentamos un rato en el sofá, pero ambos estábamos tan de buen humor que empezamos a acariciarnos, se notaba que teníamos ganas. Esta vez fuimos más cautos y nos fuimos a la habitación. Hombre prevenido, vale por dos, por lo que eché el pestillo de la puerta, solo por si acaso. En cuanto lo hice, nos desnudamos rápidamente, empezando a besarnos. Nos tiramos así un buen rato, con caricias y toqueteos, aunque sin estimulación directa. Oímos la puerta de la calle, pero no paramos porque teníamos muchas ganas y llevábamos cuidado de no hacer mucho ruido. Nos pusimos muy juguetones y esas caricias se transformaban en cosquillas a veces, con las consecuentes risitas, aunque de manera comedida para no llamar la atención de Noelia. Pero poco duró eso, porque empezamos a morrearnos, comiéndonos la boca con ansia, como si lleváramos mucho sin hacerlo.
El problema esta vez fue que Irene empezó a llamar a Elena a su móvil. De primeras no lo cogió, dejando vibrar el móvil en la mesita, pero la insistencia de Irene hizo que lo acabara cogiendo para hablar con ella. Sin embargo, Elena le dijo que espera un minuto, colgando el móvil y levantándose de la cama, para ponerse su pijama, aunque sin bragas. Abrió la puerta y salió enflechada con una risa bajita muy encantadora. En nada volvió con unos cascos en la mano y cerró la puerta, echando el pestillo como yo había hecho. Me quedé mirándola esperando una respuesta que en realidad no vino. Elena me sonrió con picardía tan solo para conectar los cascos al móvil, dándome uno a mí. En cuanto nos lo pusimos llamó a Irene para que ambos pudiéramos hablar con ella.
I: Nena, que me apetecía hablar contigo.
J: Pues no has elegido un buen momento… -dije susurrando.
I: Huy… ¿Estáis ocupados?
E: Más o menos. Nos hemos puesto tontorrones.
I: Mmm, qué suerte… Qué solita estoy y como echo de menos a Mario…
J: Pues llámalo -dije para intentar seguir jugando con Elena.
I: Acabo de hablar con él. Me ha estado contando lo que ha estado haciendo y tal. Con suerte para el finde lo tengo aquí.
E: Bueno, podemos hacer una cosa. Habla con nosotros y mientras seguimos por donde lo habíamos dejado, Javi.
I: Uff, por favor, sí. Qué morbo.
J: Pero si no estás aquí.
I: Pero nunca he hecho sexo telefónico de esta manera.
E: ¿Y si hacemos una videollamada?
I: ¡Sí! Porfa, porfa, porfaaaaa…
E: ¿Te apetece, mi amor?
J: Venga, va. Puede ser divertido.
Elena colgó la llamada y mandó una videollamada que Irene cogió al instante. De hecho, hasta estaba ya desnuda, al igual que yo. Elena se quitó el auricular que tenía puesto para quitarse rápidamente la ropa y volvérselo a poner. Tan pronto como lo hizo, Irene nos dijo lo cachonda que estaba, empezando a tocarse, moviendo sus dedos en círculos estimulando su clítoris, aunque de manera suave. Elena reía dulcemente mientras me empezaba a besar de nuevo. Eché mano a su culo, acariciándoselo y dándole algún azote, pero Elena me regañaba, diciéndome que me estuviera quieto y que no hiciera ruido para que no nos oyera su hermana. Entonces era Irene la reía al oírla decir eso en susurros.
Para que me estuviera quieto, Elena me puso boca arriba y bajó por mi cuerpo, dándome besos por el pecho para llegar a mi polla, la cual agarró para metérsela en la boca. Irene resoplaba, diciéndonos lo cachonda que estaba y lo que le encantaba ver eso. Al mismo tiempo se lamentaba de no poder llamar a Mario para que participara, porque estaba compartiendo habitación con un compañero en el hotel en el que se alojaban. Elena me la comió durante un rato, con muchas babas mientras Irene la alababa y le decía lo bien que lo hacía. Elena reía de manera encantadora durante todo el tiempo al oírla, sumándome yo también a esos piropos. Irene me pedía que fuera alternando entre la cámara delantera y trasera del móvil para vernos a ambos. Hasta roja estaba del calentón que tenía mientras yo veía como se metía los dedos muy profundamente, aunque paró para dejar el móvil en la cama, yendo a buscar algo. En nada regresó con un consolador para chuparlo, imitando a Elena hasta que, después de un buen rato me pidió que cambiáramos y que ella se pusiera boca arriba y yo se lo comiera.
Nos pusimos conforme nos dijo y se lo empecé a comer después de estar unos minutos dándole besos por los muslos, la barriga, el pubis y en su rajita, con Elena estremeciéndose cuando lo hacía por ahí. Eso sí, las risitas no paraban de tener lugar, hasta tenía las mejillas encendidas. Le empecé a dar pequeñas lamidas para que no se encendiera tampoco mucho, con Irene diciendo de todo, aunque en ese momento no la podía ver. Parecía que se le había ido de la cabeza lo que quería hablar con Elena desde que mi chica propuso ese juego improvisado y morboso, pero mientras se lo comía, Irene sacó el tema de Yolanda, sin que yo esperara que lo hiciera de esa manera y delante de mí.
I: Nena, ¿quién era la chica esa que salía contigo de trabajar?
E: ¿Eh? -preguntó distraída-. ¿A qué viene eso ahora?
I: Es de lo que te quería hablar.
E: ¿Por qué no nos centramos en disfrutar y mañana hablamos tranquilamente?
I: Vale, como quieras.
Me pareció un poco raro que quisiera hablarlo en ese momento, pero por suerte, Elena le paró los pies para evitar el tema y poder seguir a lo nuestro. Para evitar que saliera el tema de nuevo, empecé a comerle el coño a Elena como sabía que le volvía loca hasta tal punto de abandonarse a sus sentidos. Irene le decía todo el tiempo que apuntara bien con la cámara, que no veía nada, por lo que tuve que coger yo el móvil para enfocarme a mí mismo mientras Elena se retorcía y se tapaba la boca con la mano para no gemir. Irene me pedía que no dejara que se corriera tan rápido. Para ello, paraba cuando la notaba cerca, lanzando ella un gemido de lástima, riendo después al abrir los ojos y mirarme. Irene resoplaba mientras seguía tocándose, empezando a alentarme de nuevo para que siguiera.
En una de estas no fui capaz de parar a tiempo y Elena se me corrió en la boca, empapándome con sus fluidos. El gemido fue mayor, aunque amortiguado por su mano. Irene por su parte también tuvo un orgasmo al ver y oír cómo se corría Elena, aunque no fue de los grandes. Ella se recuperó enseguida, como siempre hacía, pero Elena estaba en ese mundo suyo en el que solo existía ella. Para despertarla me incorporé y me puse a la altura de su cara para besarla. Irene lanzó un gemido que parecía que se había corrido otra vez y Elena lanzó otro, pero de sorpresa, empezando a reír, pero devolviéndome el beso.
Irene se puso nerviosa y nos pidió que folláramos ya, por lo que nos despegamos y puse a Elena con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, quedando medio sentada para ponerme de rodillas, alzando sus piernas y empezando a metérsela poco a poco después de acariciarle la raja con mi polla. Elena reía, aunque se le escapaba algún gemido por estar aún algo sensible. Irene estaba excitadísima, resoplando y empezando a tocarse de nuevo. Sin esperar más, se la empecé a meter a buen ritmo a Elena, ya que su lubricación era perfecta. De hecho, sonaba bastante el roce de nuestros sexos por su lubricación. De nuevo, Elena se tapaba la boca con la mano para no gemir muy fuerte, aunque alguno se le escapaba. Irene cogió el consolador y se lo empezó a meter de manera rápida mientras miraba fijamente la pantalla mordiéndose el labio.
Mi postura era incómoda, y más teniendo que sujetar el móvil, porque Elena cuando se ponía así, no estaba para otra cosa. Por suerte, Elena se corrió de nuevo en breve, apretándome mucho a mí y empezando a lubricar más. Gimió de manera aguda y su cuerpo dio un par de sacudidas, siendo para Irene más que evidente su orgasmo, provocando el suyo. Irene gritaba como una loca y sentir todo eso y el morbo de la llamada viendo a nuestra amiga así hizo que me empezara a correr dentro de ella, soltando un buen chorro con cada embestida que propinaba fuertemente mientras respiraba de manera pesada.
Elena se fue escurriendo por la cama hasta quedar tumbada bien, estando yo aún en su interior. Le empecé a dar besos hasta que se recuperara, pero se relajó tanto que se acabó durmiendo. Estaba tan preciosa con su pelo despeinado y esa expresión de paz que le di más besos mientras Irene seguía al otro lado de la llamada. Le quité el auricular a Elena y hablé un poco con Irene comentado lo que habíamos hecho. Ella también parecía bastante agotada por sus orgasmos y me dijo que le encantó y que ya hablaríamos, sin llegar a tocar el tema de lo que quería hablar con Elena. Colgué y dejé el móvil en la mesa, tapándole el coñito a Elena con papel para no manchar las sábanas.
Me puse los boxers y el pantalón porque quería beber agua y no teníamos, por lo que fui a la cocina. De camino a ahí, pasé por la habitación de Noelia, oyendo un cuchicheo. Imaginé que estaba hablando con alguien por teléfono, tal vez con el chico ese que también era amigo de Arantxa. Tampoco le di más importancia y fui a por agua, llevándome una botella, ya sin oír nada cuando regresé. Una vez en la habitación, limpié bien a Elena y le puse sus braguitas, quedándome yo en boxers para dormirnos, consiguiéndolo rápidamente.
Al día siguiente me desperté al haber tanto traqueteo con Elena yendo a ducharse y Noelia también. Armaron mucho jaleo y me desperté, por lo que me levanté para ver qué hacían. Cuando fui a la cocina me las encontré a las dos, con Elena terminando de recoger los platos, pero Arantxa también estaba ahí, quien me miró de manera cortada una vez me vio. Menos mal que me vestí y no me planté en boxers, porque aún tenía la polla morcillona por la erección matutina. Rápidamente salió de la cocina, siguiéndola Noelia para salir a la calle.
-¿Qué haces despierto?
-Habéis hecho mucho ruido y me he desvelado.
-Lo siento, mi amor.
-No pasa nada. Así aprovecho y me pongo a trabajar para recuperar lo de ayer.
-Vale. Pues luego nos vemos cuando vayas a recogerme, ¿no?
-Claro.
-Mi hermana sale más tarde, pero la madre de nuestra vecina recoge a las dos y ya la trae, así que no pasa nada.
-Perfecto.
Elena me dio un beso y salió, porque ya tenía que irse y su amiga iba ya estaba en la puerta esperándola. No me hizo mucha gracia como me miró Arantxa. No sabía por qué pasó eso, pero me olía que Noelia tenía algo que ver. Como la universidad quedaba de camino hacia el trabajo de Elena, se fueron las cuatro juntas. Cuando pasó un rato, después de haberme duchado y desayunado le mandé un mensaje a Noelia diciéndole que me llamara cuando pudiera. A media mañana me llamó mientras estaba trabajando, por lo que hice un breve descanso para cogérselo.
-Dime, Javi.
-Noelia, ¿ha pasado algo?
-¿A qué te refieres?
-Esta mañana cuando os he visto en la cocina a todas estaba Arantxa y me ha mirado raro, como si tuviera vergüenza. Ya le has empezado a contar cosas de mí, ¿no?
-Eh… Espera, Javi.
Noelia me colgó. No me esperaba que me colgara, pero lo acabó haciendo. No sabía que estaba pasando, pero necesitaba respuestas y me estaba empezando a poner nervioso. Afortunadamente, a los pocos minutos me llamó de nuevo.
-¿Me vas a explicar qué es lo que pasa, o qué?
-Espera, Javi. No te enfades.
-No, es que ya empezamos otra vez con las cosas raras y no.
-No le he contado nada. Te lo prometo.
-¿Entonces? ¿A qué viene esa mirada?
-Es que estaba con ella y no quería decírtelo delante de ella. Hemos quedado en que desayunaríamos juntas y…
-Me da igual. Ve al grano.
-Verás… Es que anoche cuando fui a su casa, su madre nos pidió al rato silencio, que estaba mala con un dolor de cabeza muy fuerte y necesitaba dormir. Por eso fuimos a casa.
-Ah, que estaba contigo anoche…
-Sí. Y pues… Bueno, parece que anoche os lo pasasteis bien porque se oían muchas risas y alguna que otra cosa más. Y pues nos enteramos.
-Joder…
-Y pues le habrá dado corte cuando te ha visto esta mañana.
-Podrías haber avisado de que venías con alguien…
-Es que supuse que estabais precisamente… Porque os vimos como estabais por la tarde y al ver que no andabais por el salón… Pues eso.
-Tendrías que haber avisado. Es que no sé a dónde ibais las dos a esas horas…
-Mira Javi, yo estoy poniendo todo de mi parte para que esto salga bien, pero es que eres tú el que no pone de la suya. Es que a cada cosa que hago estás encima para echármelo en cara.
-¿Por qué será?
-Mira, yo solo quiero estar tranquila, pero no me lo estás poniendo fácil.
-Pues ya sabes cómo he estado yo desde que nos conocimos.
-Lo que tú digas. Y ahora si me disculpas, tengo que volver a clase.