ROM19
Capítulo 15
Julián
Cuando regresamos a la habitación, él estaba sentado en la cama con la espalda apoyada en el cabecero, distraído con su móvil que enseguida volvió a dejar encima de la mesita de noche.
-Julián está conforme con lo que hemos acordado tú y yo. Todavía estás a tiempo si quieres renunciar.
-No, si no me importa que me la meta, el problema es que la veo demasiado grande para que me entre. -Le respondió.
-Con el trabajo que ya te ha hecho el tapón anal y mucho lubricante, no creo que sea un problema para ti. Ponte a gatas para que te lo pueda preparar y tú cielo, enfúndate un condón.
-A ver Julián, déjame que te la vea de cerca, -me pedía Richard-, eso es, pues sí que es casi igual que la de Agustín.
Al acercarme para que la viera más de cerca, no dudó en agarrármela y pajeármela todo el rato que Carmen estuvo entretenida preparándole el culo.
-¿Quieres chuparla? -Le dije-, a mí no me importa que lo hagas.
Primero me miró a mí, luego a Carmen buscando su consentimiento y por último me volvió a mirar mientras comenzaba a hacerme una buena mamada. Estaba claro que tenía experiencia en esos menesteres.
-Ya puedes intentarlo. -Nos dijo mi novia.
Entonces me coloqué de rodillas detrás de su novio y me puse el condón. Carmen distribuyó una buena cantidad de gel anal en mi rabo y abriendo las nalgas de él me mostró el ano que se presentaba semi abierto.
-Céntralo bien, bueno como cuando me follas a mí por el culo y ve muy despacio, no seas brusco que le rompes el culo.
-¡Joder Carmen…! -Se quejó su ex-novio ante ese último comentario.
Por un lado quería que aquello no se pudiera llevar a cabo, que el cabrón éste renunciara a que le penetrara, o que si se la metía, no soportara las penetraciones hasta que me corriera en sus entrañas, de ese modo se le podría echar la culpa a él de que mi novia no follara con su jefe, pero por otro lado sentía verdaderos deseos por encularlo hasta correrme en el culo del cabrón ese.
El primer intento tuve que repetirlo varias veces, pues no había manera de que el glande traspasara la barrera que suponía el esfínter de Richard, pero a base de empujar con mucho más lubricante, en una de esos intentos se coló el glande, aunque él no lo soportó y se salió echándose hacia adelante.
-No hay manera tío, -le dije usando su verborrea para dirigirme a él-, será mejor que lo dejemos.
Carmen no decía nada, aunque por su expresión parecía que se encontraba decepcionada, pero entonces fue él quien me animó a que volviera a hacer un último intento, incluso fueron sus propias manos la que separaban los glúteos. Esta vez el glande volvió a traspasar el esfínter y él aguantó la nueva invasión. A partir de ahí ya todo fue cuestión de paciencia y buen hacer por parte de los tres, hasta que por fin el pene quedó totalmente enterrado en su culo. No había sido una tarea fácil y hasta me daba lástima del pobre Richard por lo que tuvo que soportar para llegar hasta ahí.
Ahora empezaba el mete y saca, cosa que también tuve que esmerarme en hacerlo muy despacio, debido a lo mucho que le dolía. Pero poco a poco su culo se fue acomodando a mi polla y al final pude aumentar el ritmo lo suficiente para poder correrme si es que yo lo buscaba, porque aguantar, aguanto todo lo que quiero cuando estoy follando. De todos modos tampoco quería partirle el culo como se suele decir y decidí ser lo más breve posible, aunque él se lo tomó como que yo estaba dilatando mi corrida. Cuando Carmen notó que mi eyaculación era inminente, me hizo una última petición.
-Córrete en su cara. -Me dijo sin más y así lo hice con un poco de colaboración por parte de él.
La corrida fue muy abundante, bueno una de las mías y lo dejé bastante perjudicado porque el semen le llenó la cara, la boca y el pelo. Luego Carmen se entretuvo en pasarle el dedo índice por donde más semen había y se lo llevaba a su boca, para que no dejara de saborearlo.
-No veas lo contento que se va a poner mi jefe cuando le diga que te puede follar. -Le dijo a mi novia con una sonrisa que a veces se tornaba en un rictus de dolor cuando se incorporaba en la cama. Se veía que el culo le iba a doler una semana.
-Una vez nada más ¡Eh! -Le dije yo-, y sin pasarse en el tiempo acordado.
-Claro hombre, porque como quiera follar más veces, que ponga él su culo, que a mí no me la metes más.
Nosotros nos reímos a carcajadas por la salida que tuvo y él se contenía porque hasta las risas hacían que le doliera más el culo. Luego se fue al baño a darse una ducha.
-Joder Carmen, te juro que hubiera preferido que tu novio no hubiera aguantado, ahora tendrás que cumplir lo acordado.
-Es un mal trago, ya lo sé, pero ¿Sabes qué? -Me dijo en una expresión muy suya-, me ha encantado ver cómo te has follado a mi ex. ¿Eres capaz de probar tú ahora?
-No cielo, ya he dejado que se corriera en mi boca. Otro día ya veremos, estas cosas no convienen llevarlas a cabo todas en un primer momento. Estás desatada con tantas peticiones raras, cielo.
-¿Quieres que venga más veces? -Me preguntó.
-No sé, de verdad que no lo sé, ya te dije el otro día que tenemos a nuestros amigos y ellos son tres hombres y dos mujeres. ¿No te basta con ellos?
-Claro que sí, sabes que a mí me basta solo contigo, Después si quieres lo hablamos para ver qué hacemos con él y Agustín. -Me dijo mientras dejábamos de oír el agua de la ducha y ya no hablamos más porque él regresaba nuevamente a la habitación, secándose con la toalla.
-Me queda poco más de una hora para tener que marcharme. -Nos decía fastidiado.
Los dos asentimos reconociendo ese hecho y fue Carmen la que en voz baja, aunque sin poder evitar que su novio la oyera, me dejó totalmente perplejo.
-Cielo, con el poco tiempo que le queda, sería mejor que nos dejaras solos. Si te parece bien, ¡Eh!…
¡Joder! A qué venía eso.Hombre, me dejaba a mí la elección de irme o quedarme con ellos, pero me estaba dejando claro que esa iniciativa de ella expresaba sus clarísimas preferencias. Dudé unos segundos y sin decir ni esta boca es mía, muy jodido por mi parte, cogí una camiseta y unos bóxer antes de dirigirme hacia el salón, dejándoles la puerta bien cerrada, por si acaso necesitaban más privacidad todavía.
Una vez allí me vestí con esa ropa que portaba en la mano, me serví una copa y fui a echarme en una de las tumbonas de la terraza. Necesitaba relajarme oyendo música que era lo que siempre más me distraía de los problemas. Pero era muy difícil seguir allí como si nada estuviera pasando a menos de diez metros de donde me encontraba. Otra vez volví a sentir un rechazo a las últimas experiencias que sacudían mi vida, sin ninguna necesidad por tener que soportarlas.
La verdad es que al final me quedé profundamente dormido oyendo esa música que me llegaba desde los auriculares. Tuvo que ser Carmen la que me despertara.
-Hola cielo, -me dijo moviendo mi hombro muy suavemente-, ya estoy aquí contigo.
Ese gesto hizo que me fuese despertando poco a poco, al tiempo que retomaba conciencia de la música que sonaba en mis oídos. Luego abrí los ojos para encontrarme con los de mi novia a que estaba inclinada ante mí. Enseguida recuperé la realidad del momento y el porqué me encontraba dormitando en la terraza.
-¿Y tu novio? -Le pregunté al no verlo con ella.
-Mi ex-novio, -me dijo con un tono cansino y de resignación-, se está arreglando para irse a trabajar y se quiere despedir de ti.
Entonces me senté en la hamaca y me deshice de los auriculares y del móvil antes de incorporarme para ir a su encuentro.
-Anda, vamos. -Le dije cogiéndola de la mano.
Richard entraba en el salón al mismo tiempo que nosotros. Venía muy risueño, seguramente que por lo bien que se lo pasó con mi novia en la última hora.
-Gracias Julián por todo, -me decía el muy cabrón, después de haberse comido la mejor paella de su vida y disfrutado de unos buenos polvos con la que fue su novia. Bueno, también se llevó de propina la enculada que le metí yo-, ahora le comento a mi jefe lo de que Carmen está de acuerdo con pasar un rato con él. Ya hemos quedado en que la llamaré para quedar en el apartamento.
-Muy bien, espero que no sientas molestias por lo de antes. -Le respondí para recordarle que allí en mi casa, no hacía mucho rato, yo le había dado por el culo.
Él hizo un gesto de resignación dándome un apretón de manos, para irse luego con Carmen que le acompañó a despedirlo en la puerta. La cuestión es que tardaba mucho en volver y decidí ponerme una nueva copa antes de sentarme en el sofá a esperar que volviese. Desde allí y en el silencio del salón solo podía oír como susurraban entre ellos, a veces incluso parecía que discutían. Luego hubo un largo silencio en el que no hablaban nada y por fin oí cómo se abría y cerraba la puerta, tardando ella al menos otro minuto más en volver conmigo al salón.
-Ya se ha ido. -Me dijo toda arrebolada, con la pintura de sus labios totalmente desdibujada y con una parte de la camiseta por dentro de la falda y otra por fuera.
Yo asentí detectando que ella no tenía muchas ganas de aclararme lo que habían hablado hacía un momento y al parecer, mucho menos lo que habrían hecho en esos minutos de silencio total. Por mi parte sentía hastío de todo eso y tampoco es que estuviera interesado porque me lo explicara.
-Voy a cambiar las sábanas. -Terminó por decirme mientras se iba por el pasillo.
En esos momentos me llamaba Marta para recordarme que el martes teníamos una cita a la salida de mi trabajo y que procurara no tener sexo en esos dos días. Era lo que me faltaba para acabar de arruinarme el día.
Esperé que volviera Carmen de adecentar el dormitorio para poner una película de Netflix en la que los dos teníamos interés por verla y medio adormilado, llegamos hasta el final sin que apenas hiciéramos comentarios sobre la misma, solo elegimos uno de los personajes para identificarlo como el asesino, pero al final ninguno acertamos. Estaba harto de estar todo el día en casa y le dije de ir a cenar al Luciano y ella aceptó, menos mal, porque sentía una apatía total que no se me iba del cuerpo, a ver si saliendo a cenar se me pasaba.
Cenamos bien, como siempre, pero tampoco hablábamos mucho entre nosotros, incluso creo que hablé más con Luciano y su jefe que con mi novia.
Los días pasaban y mis ánimos seguían por los suelos. Las únicas satisfacciones fueron las del martes y jueves por la tarde que tuve las relaciones previstas con Marta. En casa no tuve sexo con Carmen debido al compromiso con su prima, lo que me sirvió de excusa para no hacerlo con ella y que en el fondo hasta llegué a agradecer. Pero ese último jueves cuando volví a casa, Carmen que sabía perfectamente que algo no iba bien entre nosotros, ya no pudo aguantar más nuestra falta de comunicación. Yo había cenado con Félix y Marta, por lo que llegué un poco tarde y me metí en la cama donde ya se encontraba mi novia.
-¿Qué tal ha ido todo? -Me preguntó para iniciar el diálogo.
-Bien, -le respondí-, hoy ha estado con nosotros Félix que el martes nos dejó solos. Ya sabes lo cabrón que es y como su esperma no sirve para engendrar, pues me lo ha soltado todo en la cara, en fin…
Como entrada para conversar estaba bien, pero enseguida cambió de tema interesándose por lo que quería aclarar de verdad.
-Julián, cielo, ¿Te pasa algo conmigo? Desde el domingo te noto un poco raro.
-No sé Carmen, de verdad que ni yo mismo lo sé, llevas razón en que me siento poco comunicativo contigo, pero te juro que no tengo nada ni contra ti, ni contra nadie, solo es un estado de apatía o hartazgo que me acompaña estos días.
-¿Es porque te pedí que nos dejaras solos esa última hora con Ricky? –Me preguntó, jodiéndome aún más ese diminutivo de Richard.
-Seguramente que eso tuvo que ver, cariño, pero también el exceso de relaciones sexuales que mantenemos en general, te juro que añoro en estos momentos a esos matrimonios que viven solo para ellos dos, vamos que son auto suficientes para proporcionarse todos los placeres sexuales que necesitan, que están inmersos en su día a día y que solo una fantasía erótica les hace llegar a cimas increíbles en la cama. Solo eso, Carmen, no hay nada más.
-Sabía que lo de pedirte que nos dejaras solos había sido un grave error y solo lo hice porque él me lo había rogado cuando llegó por la mañana, pero creo que a esas alturas ya le daba igual, incluso pienso que prefería que tú te quedaras. -Me dijo con cara de pena, luego su expresión se hizo más pícara-, ¿Sabes que me ha llamado esta mañana?
-No, cielo, cómo lo voy a saber. -Le respondí con un gesto que remarcaba la obviedad.
-Sí me ha llamado para ver si el miércoles de la próxima semana puedo cumplir con su jefe. Nos veríamos en el apartamento.
-¿Y te has comprometido ya? -Le inquirí.
-Nooo… cómo le voy a decir que sí sin hablarlo antes contigo.
-Pues me parece bien, fue un compromiso que él ganó después de permitir que lo enculara. Por mi parte puedes hacerlo cuando te apetezca.
-No sé, cariño, me lo dices de una manera que te juro que, si tenía pocas ganas de ir, ahora tengo menos.
-Mujer, nos comprometimos los dos. Estará tu novio también, supongo.
-Sí, y esa es otra, porque estando él allí no me va a dejar venir en media hora como habíamos quedado, ya sabes como es.
-Ya… bueno, no sé Carmen, ve de todos modos y cumple con ese punto, ¿Qué más da que estés allí media hora o cuatro?
-Le daré mi respuesta un día antes, por si cambias de opinión, cielo.
Pero no hablamos más sobre eso y cuando el día antes me preguntó por este asunto, le volví a dar mi conformidad. Cuando regresé a casa ese día, ella ya se encontraba allí y aunque le vi con ganas de contarme lo del jefe ese, no le di chance y le dije que me lo contara otro día.
En cuanto al embarazo de nuestro hijo, todo iba bien. Ya habían estado Sonia y ella en la consulta de Ricardo, el hermano ginecólogo de Marcelo y todo se desarrollaba perfectamente. En dos semanas tuvieron una segunda consulta, ahora las tres, porque Marta también estaba felizmente embarazada. Ricardo nos avanzó que tendríamos una niña, al contrario que Marcelo y Sonia que esperaban un chico. A Marta le confirmó su embarazo y la citó para el mes siguiente.
Las consecuencias más inmediatas fueron que Carmen dejó de follar con Richard y Agustín, al menos que yo supiera y continuamos nuestras fiestas de los viernes, con nuestros amigos de siempre, más Basti, cuando lo citábamos. Una tarde que estábamos los dos un poco calientes sin parar de jugar entre nosotros, sentí por fin la curiosidad por saber cómo le había ido aquella tarde con el jefe de su novio.
-Oye, cielo, ¿Cuándo me vas a contar lo del jefe? -Le pregunté.
-Serás… has tardado casi dos meses en preguntarme por eso, ¿Lo quieres con detalle o un resumen?
-Como quieras, tampoco preciso de muchos detalles.- Le respondí.
Ella asintió con algo de preocupación al notar que seguía sin estar muy interesado en los pormenores, que era lo que pensaba que le iba a pedir. Entonces comenzó a describirme lo ocurrido en ese picadero de apartamento.
-A pesar de que cuando le llamé para decirle que iría ese miércoles, le insistí a Ricky que solo lo haría con su jefe y que en cuanto él terminara de correrse yo me vestía y me iba, aquello quedó solo en un intento, ya sabes como es mi ex. -Empezó a contarme.
Ella estaba recostada sobre mi pecho, sentados los dos en el sofá del salón y yo asentía mientras acariciaba sus tetas y pellizcaba de vez en cuando sus pezones.
-Cuando llegué él me lo presentó, se llama Manuel, y pude comprobar que en realidad tenía mejor aspecto de lo que nos dio a entender mi ex, pues no creo que tenga más de cincuenta años y aunque sí tiene un poco de barriga, tampoco es que sea un tipo obeso ni mucho menos y lo que más me gustó fue el buen carácter que tenía, muy simpático, de verdad… uhmmm…
Su ronroneo de satisfacción era debido a los chupetones que le daba al lóbulo de su oreja. Para que no se quedara parada del todo en su narración, no tuve más remedio que darle una buena nalgada que resultó algo incómoda por la posición que teníamos, pero que sirvió para que se centrara en reanudar lo que me estaba contando.
-Empezamos a charlar los tres de todo un poco, sin siquiera referirnos a lo que me había llevado a ese apartamento. Se tomaron dos botellas pequeñas de cava y un combinado que preparó Manuel para ellos y yo seguía con mi refresco. Ya más animados, no dejaba de mirar hacia mis pechos y para dejárselo más fácil fue Ricky el que me desabrochó dos botones de la camisa, abriendo luego las solapas para dejar al descubierto gran parte de mis tetas. Entonces cogí su mano y la deposité encima de la copa del sujetador. Lo hice porque sabía que, si nos entreteníamos más con nuestras conversaciones, iba a volver a casa de noche. Ese fue el pistoletazo de salida y él comenzó a quitarme la camisa y la falda, la corta roja que tú me viste esa mañana…
Era verdad, esa mañana del miércoles la llevé al trabajo como otras muchas e iba vestida demasiado atrevida, con su minifalda roja que le dejaba ver todos sus muslazos y una camisa semitransparente que no podía esconder el sujetador de ninguna manera. En definitiva, que si era para follarse al jefe de su novio, había elegido vestirse de la forma más apropiada, rayando parecerse a una verdadera puta de lujo, más aún si te fijabas en los tacones de agujas interminables que calzaba. Lo que no sé es que pensarían de ella los compañeros de su oficina. Le propiné otra nalgada para que siguiera con la narración.
-Mi tanga era ese negro que tanto te gusta por lo escueto que es y lo bien que marca ese triangulito que me tapa el chocho, dejando al descubierto mi línea de vello púbico. De todos modos, el primero que se desnudó fue mi ex y luego lo hizo Manuel, pero a mí me dejó así un buen rato más. Parecía que le gustaba verme en ropa interior, bueno verme y tocarme, ya sabes, hasta temí que me rompiera el tanga por lo fuerte que empujaba con el dedo corazón intentando meterlo en mi vagina. Al final fui yo misma la que me quité el tanga y el sujetador. Entonces él se arrodilló entre mis piernas y me hizo un fenomenal trabajo con su lengua por toda mi raja, principalmente en mi clítoris, consiguiendo que disfrutara de mi primer orgasmo. Ricky aprovechaba para besarse conmigo. Manuel se movió para poder comerle la polla a mi ex, hasta que lo puso a punto de correrse. Entonces cesó en la mamada y con un gran desparpajo me hizo saber que él era bisexual y que ya que estaba allí su empleado, me pidió permiso para que Richard lo follara primero a él, quedando el final de la fiesta únicamente dedicado a nosotros dos, que para eso había ido allí.
Como yo seguía sin decir nada, continuando entretenido en sobarle las tetas, bueno, el culo también… y los muslos, ella volvió a tomar la palabra.
-Creí que Ricky se pondría un condón, pero se lo folló a pelo y sin apenas preparación. El culo de Manuel es como mi propio coño. Le entra una polla sin ninguna preparación previa. Yo le pajeaba mientras recibía la enculada, pero me detuvo porque no quería correrse antes de follarme. Lo único que se permitió fue comerme las tetas. Tampoco es que mi ex-novio tardara demasiado en correrse y lo hizo directamente en el culo de Manuel que se retorcía como si fuese él quien se estuviese corriendo. De verdad que era raro ver cómo disfrutaba tanto recibiendo la leche de mi ex.
-Y después te folló a ti, ¿No?
-No… bueno sí… pero primero se volvió para echarse encima de Ricky con el que se estuvo besando bastante rato. Se ve que se compenetran bastante bien y te juro que en mi vida hubiera sospechado que pudiera hacer esas cosas con un tío, pero lo hacía de buena gana. Vaya que sí, menudo morreo se pegaron los dos a un metro de mí. Después ya sí se dedicó solo a mí, volviendo a ofrecerme otro orgasmo con su lengua y dedos. A todo esto no dejó en toda la tarde de piropearme con los mejores elogios, que si estaba muy buena… que vaya culo… que era muy guapa… y hasta me llegó a decir que tenía un novio guapísimo, que si yo le gusté cuando llegué a su pub, más le gustaste tú.
-¿Y tu polvo con él? -Le insistí porque se iba por las ramas.
-No está tan mal dotado como decía mi ex, es un poco más pequeña que la suya, pero el tío la sabe usar muy bien. Me folló en varias posturas, o casi en todas, nada de durar un minuto como también nos dijo Richard y yo me corrí un par de veces. Cuando creía que se iba a correr, me dio un beso en la boca, se quitó el preservativo y se folló a mi ex, hasta que terminó por correrse. -Me dijo y pensé que ya había terminado.
-¿Y ahí se acabó todo o hubo algo más? -Le pregunté.
-No, como Ricky no me había follado, descansamos un poco, tomándose ellos otro combinado de Manuel y estuvimos charlando desnudos hasta que Ricky se recuperó según podíamos ver. Manuel solo nos ayudaba a disfrutar del polvo que estábamos echando nosotros, unas veces besándose con él y otras conmigo, sin dejar de acariciar mi coño y sus pelotas, hasta que al final coincidimos los dos en un fuerte orgasmo.
-¿Los dos te follaron con preservativo? -Quise saber.
-Manuel sí, pero Ricky decía que lo echaría fuera, pero al final le pedí que no se saliera, bueno… tú sabes que no me puedo embarazar dos veces y la verdad es que lo necesitaba para terminar bien la tarde.
-¿Algo más? O ya lo has contado todo.
-No sé… -dudaba Carmen en seguir contándome, viendo que no tenía demasiado interés en seguir oyendo su perorata-, era temprano todavía y mientras nos aseábamos y vestíamos, no dejábamos de hablar y Manuel quería que repitiéramos de vez en cuando, pero yo le dije que tú no lo ibas a consentir Y ¿Sabes que me dijo? Que si era necesario que lo encularas primero, que por él estaría más que dispuesto. Pero vamos que al final quedamos en que aquello no se iba a repetir nunca más. Luego me vine para casa y una hora después llegaste tú, eso sí, sin preguntarme nada de nada. -Esto último me lo dijo dándome un pellizco en mi brazo que estaba atravesado sobre sus tetas.
-¿Te has acostado más veces con Richard o Agustín? -Este punto también necesitaba aclararlo.
Ella me miró con cierta sorpresa en el rostro antes de responderme.
-Para nada, mi amor, ¿Cómo voy a volver a follar con ellos sin tu consentimiento? Además, que yo sé que desde ese domingo que estuvo aquí mi ex, tú no llevas bien ese asunto.
-De todos modos, creo que sigues en contacto con ellos, ¿Llevo razón?
-Sí, me siguen llamando a menudo proponiéndome vernos nuevamente, pero les digo que en estos momentos no podemos. Tampoco es que les doy muchas explicaciones y ese es el motivo por el que todavía me siguen llamando. Ayer precisamente me volvió a llamar Agustín para pedirnos dormir mañana jueves, tal como lo hizo la otra vez que estuvo aquí. Por supuesto le dije que no, que se fuera a casa de Richard que a él no le importa que se quede con su novia hasta que él llegue. Richard insiste en que quiere repetir eso de vernos aquí o en el apartamento, e incluso me dice que su jefe también quiere que quedemos de nuevo. Ellos saben que estoy embarazada y los tres dicen que eso les daría mucho más morbo. Otra cosa, Richard me ha pedido varias veces tu teléfono para llamarte. Él cree que hablando contigo te puede convencer para que volvamos a estar juntos.
-Pues ya que estamos sincerándonos, porqué no me cuentas lo que pasó en la puerta de la casa cuando te despediste ese domingo de él. Es que fueron al menos diez minutos de despedida, cinco de charlas y otros cinco de silencio. No veo cuáles podrían ser los motivos de esa despedida, cuando os dejé solos más de una hora en nuestro dormitorio, a petición tuya, por cierto, de lo que tampoco hemos hablado. No sé Carmen, a qué vino eso.
-Empiezo por lo último que me preguntas, que creo recordar que te lo dije ese mismo día. Te dije que cometí un error al pedírtelo y que fue debido a que él me lo pidió al llegar por la mañana. Cuando vi la expresión de tu cara, estuve a punto de mandarlo todo a hacer puñetas. Por nada del mundo haría nada dentro de ese tema que dañara nuestra relación, que para mí es lo primero. En cuanto a lo de la puerta él me pedía seguir viéndonos los miércoles en el apartamento de su jefe, al menos después de cumplir la promesa de estar con él y yo le decía que no me volviera a hacer más proposiciones de ese tipo. Y en cuanto a los cinco minutos de silencio, eso fue que al despedirse me dio un beso y se calentó de nuevo y… no sé… ya sabes… nos calentamos los dos y hasta llegué a pajearlo… pero no se corría… y se tenía que ir… por lo que al final lo tuvimos que dejar.
-Me hubiese gustado que de verdad lo mandaras todo a hacer puñetas en esos instantes… ¿Algún peligro de que te dejes convencer de nuevo por alguno de ellos? -Esa pregunta era para asegurarme que todo iría bien en adelante.
-Ninguno, cielo, nunca me van a convencer para volver a estar con ellos.
Entonces la apreté más contra mi pecho y ella volvió su cara para darse un precioso beso conmigo. Comencé a sentirme casi eufórico por haber aclarado todos esos puntos que tanto me estaban dando que pensar últimamente. También pensé que a partir de ahora podría respirar tranquilo, Carmen, mi novia, jamás me pondría los cuernos. Si acaso algún día fuese a hacer algo, estaba seguro de que dada su confianza conmigo, me lo diría sin ningún tipo de dudas.