AKUARIES

30.

El lunes por la mañana, volvían a estar en la piscina, Lucía, Isa y Carlos. Las dos chicas hablaban sentadas y Carlos dormitaba en la hamaca.

-Por lo visto has aprovechado la semana reina, mira como lo has dejado al pobre.- Se cachondeaba Isa.

-Es por el viaje, apuramos todo lo posible el tiempo allí, de vuelta solo quiso conducir él, yo pude dormir algo en el coche, pero él, debe estar cansado.

-Ya, ya, pero habéis follado como locos ¿No?- Insistía Isa.

-A ti te lo voy a contar.- Se defendía Lucía.

-Va, venga va, cuéntame algo mujer.- Se hacía la pena Isa.

-Que no, no seas pesada coño.

-Vale, solo dime una cosa ¿Folla bien?

Lucía no contestó, se quedó en silencio, pensando en las folladas con Carlos en el hotel. Con la cara y la mueca que hacía, Isa ya se dio cuenta.

-No me digas nada, ya lo veo.- Se reía Isa.

-¡Oye! Con mi novio hago lo que me da la gana, como tú con Manolo, y sin tener que dar explicaciones.- Se ponía nerviosa Lucía.

-¡Tú novio! Coño Lucía como ha cambiado el cuento. Carlos, Carlos, escúchame.

Le gritaba Isa a Carlos para despertarlo, este abrió un ojo y se sentó en la hamaca.

-¿Qué pasa?- Preguntó con cara de sueño.

-Nada, solo te quiero felicitar por ser el novio de esta.- Carlos la miró sin inmutarse, se volvía a dejar caer en la hamaca durmiendo.

-Déjalo tranquilo hostia.- Lo defendía Lucía.

-Ale, ale, no pasa nada.- Le decía Isa, dándole golpecitos en un brazo a  Lucía, como si fuera una niña pequeña.

-Que cabrona estás hecha, no has cambiado nada en esta semana.- Decía Lucía tumbándose en la hamaca.

-La que has cambiado has sido tú, se te ve diferente, más contenta, más risueña, está claro que le has dado alegría al chichi…

-Te quieres callar ya, coño.- Levantaba la voz Lucía.

-Vale, vale.- Se cachondeaba Isa, estirándose también en la hamaca.

Estuvieron un ratito en silencio.

-Esta noche podríamos salir para celebrarlo.- Volvía a hablar Isa.

-¿Para celebrar qué?- Preguntaba Lucía tomando el sol con los ojos cerrados.

-Que habéis vuelto del hotel, que tienes novio, que ya follas cuando…

-¿Ya empiezas otra vez?- Se quejaba Lucía.

-No, no, acabo, ya está, era para salir los cuatro y pasar un buen rato.

-Vale, saldremos.- Contestaba Lucía, a ver si su amiga se callaba de una vez.

-O ¿Es que no hay ganas por que tienes el coño escocido de tanto follar en el hotel?

-La madre que te parió Isa, que a gusto se quedó hija.

Después de picar algo para comer, Carlos se fue a dormir la siesta para estar como una rosa por la noche, las chicas se quedaron un rato más en la piscina. Se estaban bañando, nadaban a braza las dos, una al lado de la otra, Isa giró la cabeza.

-Bueno, ahora que se ha ido Carlos, ya me podrás explicar cómo ha sido la semana con él.

-¡Coño Isa! Estás pesadita con eso ¡Eh!

-Perdona la pesada eres tú, siempre nos lo hemos contado todo, yo te expliqué todos los detalles cuando conocí a Manolo, ahora parece que como has conocido a un chico especial, no quieres compartirlo conmigo, pues yo no lo encuentro bien, que quieres que te diga.

-Está bien, tienes razón.

Le decía Lucía a Isa, poniéndose de pie en la parte menos profunda de la piscina. Lucía miraba a Isa e Isa miraba a Lucía, esperando que su amiga se decidiera a hablar.

-Vale ¿Qué te interesa saber?- Le preguntaba Lucía.

-Ya te lo he dicho ¿Folla bien?- Lucía la miraba sonriendo y pensando.

-Mira, es capaz de follarte, hacer que te corras, correrse él contigo, seguir follando como si no hubiera pasado nada, eso, te da un gusto que no te puedes ni imaginar. Es… es como si se apoderara de ti, como si controlara cuando te da placer y de qué manera te lo da, te vuelve loca, de verdad, cuando quiere, te acelera el ritmo, y hace que tengas el orgasmo más intenso, más fuerte, más bestia que jamás hayas tenido, y se vuelve a correr contigo. Es una puta bestia follando que me vuelve loca, así folla.- Isa la miraba con los ojos muy abiertos.

-Me estás tomando el pelo, te lo has inventado.

-Isa, tú me has preguntado y yo te he respondido, a partir de aquí, tú sabrás si me crees o no.

Lucía le sonrió a su amiga, se metió debajo del agua y salió colocándose bien el pelo.

-Me has dicho la verdad ¿Cómo puede ser que haga esas cosas?

-Yo no lo sé, y por favor no se lo preguntes a Carlos, que te conozco.

Lucía fue subiendo las escaleras para salir de la piscina, Isa se quedaba dentro pensando, con la mirada perdida. De golpe giró la cabeza.

-¡Eh! No me dejes aquí sola, espera.- Avisaba Isa a Lucía.

Lucía no la esperó, llegó hasta la hamaca y se estiró boca arriba a tomar el sol. Después lo hizo Isa sentándose en la de al lado.

-A ver si lo he entendido bien, Carlos, es capaz de correrse dos veces ¿Sin sacarla?- Preguntaba Isa afectada por esa idea.

Lucía abrió un ojillo mirándola.

-Y no es lo más importante, es que además, espera a que te corras primero, lo hace él contigo, y cuando te crees que ya ha acabado el polvo, te sigue follando, como dices tú, sin sacarla ¿Te lo imaginas? Recién corrida y que te sigan follando, lentamente, suavemente, dándote un gustazo tremendo. Y cuando consigue que te vuelvas a correr, con un orgasmo que no te puedes ni imaginar, él se corre de nuevo. Esa segunda corrida, es… es ¡Joder Isa! En mi puta vida he sentido algo así.

Lucía cerró el ojillo, Isa la miraba con la boca abierta, se fue tumbando lentamente, pensando en lo que le había contado su amiga.

Esa noche cenaron los cuatro juntos, después fueron a tomarse algunas copas, se lo pasaron muy bien, como siempre que salían juntos, hablaron, rieron, se cachondearon unos de los otros, lo habitual entre ellos. Después, Manolo fue a dejar a Isa a su casa, Carlos hacía lo propio con Lucía. En el coche, parado en la esquina de la casa de Lucía, se besaban.

-¿Te lo has pasado bien?- Le preguntaba Lucía.

-Claro que sí, como siempre, son muy divertidos los dos.

-Yo también, me gusta estar con Isa.- Confesaba Lucía.

-Oye cariño, ahora que hemos vuelto del hotel, ya no tenemos una habitación para nosotros…- Antes de que acabara la frase Carlos, Lucía ya se reía.

-Cariño ¿Te preocupa donde vamos a follar?

-Pues sí, ‘cariño’, sí que me preocupa, yo te pediría que vinieses a mi casa, pero me parece que no es buena idea.- Reflexionaba Carlos.

-Pues no tienes de que preocuparte, ‘cariño’, mañana después de comer en la piscina, vendremos a mi casa, tenemos mi cama disponible para hacer cositas.- Le daba la solución Lucía.

-¿Y tú padre?

-Cuando vuelva a las cinco y media, como muy pronto, tú y yo, ya no estaremos.- Se volvieron a besar y se despidieron.

Por supuesto, el día siguiente, se preocuparon de comer pronto, salieron de la piscina y fueron a dejar a Isa en su casa, no se quiso quedar ella sola. Lucía abrió la puerta de su casa y entró con Carlos, fueron directamente a su habitación. Si había dejado entrar al zoquete para follárselo, como no iba a dejar entrar a Carlos.

Solo entrar, Lucía ya se estaba quitando la ropa y el bikini que llevaba debajo. Carlos hizo lo mismo, se morrearon a base de bien, él acariciándole el chichi y ella pajeándolo suavemente. Carlos apoyó el culo de Lucía en la mesa de estudios, él se arrodilló, le abrió las piernas y se tiró a comerle le coño, de aquella manera que tanto le gustaba a Lucía, de la manera que le enseñaron. Ella le acariciaba la cabeza, con sus dedos en medio del cabello de Carlos, con paciencia, se lo estuvo comiendo un buen rato, Lucía gemía y lo gozaba. La apartó de la mesa, le dio media vuelta y la colocó con las tetas encima, le levantó el culo, se lo abrió y le metió la lengua en medio, le comía el culo entero, desde arriba hasta abajo, entreteniéndose en el agujerito. Lucía callaba, lo disfrutaba y no decía nada, si Carlos la estaba preparando para metérsela por el culo, ella no le diría nada, que hiciera lo que quisiera. Cuando se hartó de comérselo, se incorporó, se agarró la polla pajeándosela para ponerla totalmente dura, se la apuntó a Lucía en la entrada de la vagina y lentamente, se la fue introduciendo. Ella gimió, abrió los ojos de la impresión, en el segundo empujón de Carlos, se agarró a la mesa del gusto que le daba soltando un pequeño grito. Carlos, sin sacársela, la incorporó, la movió de la mesa para que se apoyara con las manos en la estantería, donde tenía todos sus libros de arquitectura. De pie, ella apoyada en la estantería, sacando el culo lo que podía para atrás, él detrás de ella, con la polla metida en su coño follándosela, las manos rodeando a Lucía para amasarle las tetas, en esa posición ella gemía y gritaba, mirando el libro de Alain de Botton, ‘La arquitectura de la felicidad’. La felicidad me la están dando a mí por otro sitio, pensaba Lucía leyendo el título del libro.

Carlos intensificó los movimientos de cintura, Lucía notaba que aquello no duraría mucho se iba a correr de un momento a otro. Y no tardó mucho en hacerlo, se agarró con fuerza a la estantería, los libros se movieron, ella se corría con la vista fija en el mismo libro, jamás pensó que podría tener semejante orgasmo mirando un libro de arquitectura. Carlos, cuando Lucía acabó de su corrida, le acercó la boca al oído susurrándole.

-Me gustaría metértela en el culo, cariño.

-Haz lo que quieras, yo no te voy a negar nada.- Le contestaba Lucía, dándole luz verde para lo que quisiera hacer.

Le sacó la polla del coño, se mojó una mano con saliva y se la pasó por el agujerito del culo, jugó con sus dedos un rato dilatándolo, le dio un beso en el cuello a Lucía. Ella mientras le besaba el cuello, notaba como la punta de la polla le buscaba el agujerito, apretó un par de veces sin encontrarlo, teniendo que abortar la misión, a la tercera, notó como la puntita se abría paso dilatando el agujero, se agarró con más fuerza a la estantería, él aguantó aquella posición. Hasta que ella, con una mirada de aprobación hacía atrás, le dio permiso para seguir, y siguió, de un suave apretón, le introdujo el capullo entero dentro del culo. No es que Carlos tuviera un gran capullo como Manolo, todo lo contrario, él tenía la polla en forma de cono, de menos gorda a más.

Eso le hacía pensar a Lucía, que cuanto más adentro se la metiera, más le dilataría el culo. Entonces ocurrió algo que pilló por sorpresa a Lucía, Carlos bajó la mano con la que le estaba acariciando una teta, directamente a acariciarle el coño, a pasarle el dedo entre los labios, a darle vueltas al clítoris. Del gustazo que le dio, junto al malestar que sentía porque la estaba sodomizando, la mezcla de las dos cosas, le hicieron gritar de gusto. Carlos aprovechó para meterle un trozo más de polla, ella volvió a gritar de gusto. Sus dedos seguían haciéndole un paja, y que paja, pensaba Lucía, ella le prestaba más atención, al gustillo que le estaba dando Carlos por el chichi, que a la polla que le estaba invadiendo el culo.

Eso lo aprovechó él, para acabar de metérsela entera, muy despacio, mientras veía que Lucía disfrutaba del movimiento de sus dedos en su coño, se la fue introduciendo sin pausa, hasta llegar a chocar con aquel culo precioso que siempre admiró. Lucía se dio cuenta, pensó, que en esos momentos tenía una polla entera metida. Los dedos de Carlos trabajaban bien, estaban consiguiendo que ella se mojara, que ella gimiera, un gemido entre placer y dolor.

Carlos se empezó a mover, Lucía cerró los ojos, notaba como la polla de Carlos entraba y salía de sus entrañas, también notaba un gusto muy intenso en su chocho, él seguía trabajando bien con los dedos. Cuando no se lo esperaba, un dedo se le coló en el coño, le hizo gritar de gusto, Carlos lo empezó a mover, adentro afuera, Lucía se sentía follada por los dos agujeros, se excitó, le empezaron a temblar las piernas, a subirle un tremendo placer que hizo que se corriera. Él, no perdió el tiempo, le empezó a lanzar lechazos dentro del culo, gimiendo y gruñendo se agarraba a la cadera de Lucía.

Cuando acabó, Lucía se llevó una mano para atrás, Carlos le sacó la polla del culo y ella se tapó el agujero, notaba como le iba a salir ‘todo’ a presión. Salió corriendo por el pasillo, él miró la habitación, no encontró lo que buscaba, una puerta que diera al cuarto de baño, estaba acostumbrado a tener uno en su habitación toda su vida, evidentemente aquella era una casa humilde y había lo que había. Salió detrás de ella en pelotas, llegó al comedor, por una puerta abierta vio que era la cocina, al lado otra puerta estaba cerrada. –Lucía.- La llamó levantando la voz, de detrás de la puerta escuchó una voz.- Entra.- Abrió la puerta, Lucía estaba sentada en la taza del váter.

-Es que quería lavarme la…- Le decía Carlos.

-Adelante, adelante, aquí tienes el bidé.- Le indicaba Lucía.

Carlos se sentó en el bidé, al lado de Lucía, abrió el agua y se empezó a lavar.

-Lávatela bien, que la sacas de un sitio que tela, no veas lo que me has dejado dentro.

-Lo siento Lucía, si te he hecho daño perdóname.

Lucía lo miraba con cariño, enamorada.

-No cariño, daño precisamente no me has hecho, me has puesto como una moto, eso sí.

Carlos se reía, se levantó y se miró en el espejo. Lucía, mientras, se levantaba del váter y se sentaba en bidé, para lavarse ella, al pasar la mano enjabonada por el agujero del culo, comprobó cuanto se lo había dilatado Carlos, sin esfuerzo se podía  meter dos dedos dentro. Sobre las cinco de la tarde se fueron de su casa, justo a la hora que Pablo acababa de trabajar.

Lo que no sabía Lucía, era que su padre no llegaría a su casa hasta mucho más tarde. Cuando salió del trabajo llamó a su amiga, le preguntó si podía ir a su casa a verla, por supuesto ella le dijo que sí. Cuando le abrió la puerta, vio a Pablo con una sonrisa y una bolsa colgando del hombro.

-¿Y esa bolsa?- Preguntó ella curiosa.

-Si te vengo a ver, me tendré que duchar, no querrás estar con un tío que huele a tigre después de trabajar. Esta mañana he pensado en venir y me he preparado la bolsa.

-Adelante.- Le decía ella estirando un brazo enseñándole el camino. Como si él no lo supiera, estaba harto de entrar en esa casa.

-Muchas gracias.- Se cachondeaba él, pasando por su lado dándole un pico en los labios.

-Y yo que pensaba que traías la bolsa para quedarte.- Se cachondeaba ella más, riendo.

-Que graciosa.- Escuchó que le decía Pablo desde el cuarto de baño.

Cuando se duchó, se sentaron los dos en el sofá, él le pasó un brazo por la espalda, ella apoyó la cabeza en su pecho.

-¿Quieres salir o nos quedamos?- Preguntó Pablo. A ella se le escapaba la risilla.

-Que fino has venido hoy ¿Te asustaste el otro día?

-Claro que me asusté, pensé que no ibas a querer saber nada más de mí, me importas mucho, te quiero.

Ella sin perder la sonrisa levantó la cabeza y le besó. Eso era lo mínimo que esperaba de él, que fuera atento, que pasara tiempo con ella.

-Nos quedamos aquí y descansas.- Confirmó ella, volviendo a colocar la cabeza en su pecho, pasándole un brazo por encima abrazándolo.

-Gracias por aguantarme, sé que a veces…

-No me des las gracias ni te disculpes ¿Y Lucía? No me gustaría que dejaras de estar con ella por verme a mí.

-No te preocupes, desde que tiene novio no le veo el pelo a la tía. Le debe haber ido bien la semana de vacaciones, antes no me quería confirmar que era su novio, cuando volvió, que la vi un rato, ya me dijo que tenía novio.

-Es normal, que hombre se le va a resistir, está guapísima.

-No, si la que se resistía era ella, no me preguntes por qué.

-Pues parece que ya ha cedido.

-Ahora solo falta que me lo presente, no me gustaría que fuera otro capullo como el que tenía antes, aunque es difícil serlo más.

-Ya te lo presentará, no la fuerces.

-¡Ja! Menuda es ella, como para forzarla.

-La niña tiene su carácter, ya la conoces.

-Estaba pensando en hablar con Isa, seguro que ella me dará información.

Ella movía la cabeza, podía ser una manera de saber algo del chico.

Esa noche, Isa y Manolo, estaban en el descampado con el coche. Los dos estirados, ella le desabrochaba lentamente el pantalón, le bajó la cremallera, le bajó el pantalón y la ropa interior, le agarró la polla y sin dejar de mirarla, la empezó a pajear, observando cómo crecía, como aumentaba de tamaño en medio de su mano. De golpe giró la cabeza mirando a Manolo.

-Una cosa Manolo ¿Tú crees que serías capaz de follarme y correrte dos veces sin sacármela?- Manolo la miró como si acabara de despertarse.

-¿Cómo dices?

-A ver, imagínate que me la metes y me follas, consigues que me corra yo, tú también lo haces, nos corremos los dos vamos. Entonces tú, sigues follando como si no hubiera pasado nada ¿Se te mantendría la polla tiesa? Como para poder llegar a hacer que yo me corriera otra vez, y tú volver a correrte llenándome de leche.

Manolo la miraba pensando.

-No lo he hecho nunca, yo sé que cuando me corro, la polla se me mantiene tiesa unos segundos, no sé si sigo follando, me excitaré manteniéndola tiesa o se me caerá después, no tengo ni idea ahora que lo preguntas.

-Me gustaría probarlo.- Le dijo segura, con una sonrisilla picarona Isa.

Manolo se quitó los pantalones y calzoncillos de los tobillos, se deshizo de la camiseta, la colocó a ella, le metió las manos por dentro de la minifalda, estiró y le quitó el tanga, ella se quitaba la blusa y el sujetador. Cuando estuvieron los dos en pelotas, Manolo se le amorró al coño, se lo estuvo comiendo un buen rato, pensó que si la excitaba lo suficiente, Isa no tardaría en correrse, así él podía ahorrar fuerzas.

Cuando calculó que ella estaría lo suficientemente excitada, lo supo por los gemidos y la manera que tenía Isa de agarrarse a su cabeza. Se incorporó, se agarró la polla y se la metió en el coño, despacio, para que ella la sintiera completamente. Isa gritó de gusto, Manolo empezó un va y viene con el culo penetrándola, Isa gritaba, estaba muy excitada pensando en lo que le había dicho su amiga en la piscina. Tan excitada que Manolo vio que se iba a correr, aceleró el bombeo, para correrse él también. Isa empezó a pegar gritos orgasmando, él dejó que se fuera corriendo, cuando vio que ella estaba a punto de acabar, se corrió intentando controlar no sacar toda la leche que podía haber sacado.

Isa lo miraba fijamente, esperando que Manolo continuara, notó que la polla se le aflojó un poco dentro de ella. Él siguió penetrándola, sacándole y metiéndole la polla en el coño, también notó que perdía fuerza, le miró el chichi a Isa, viendo como su miembro entraba y salía, como lo tenía totalmente mojado por su semen y por los flujos de ella. Eso le excitó, la polla se le fue endureciendo, Isa comenzó de nuevo a gemir.- Despacio, despacio.- Le pedía ella, acababa de tener un buen orgasmo y tenía el chirri sensible, Manolo le hizo caso, la idea había sido suya y él intentaría seguir todas sus instrucciones.

A Isa le fue subiendo la temperatura del cuerpo, sentía un placer muy grande sin llegar a correrse, intenso, que se mantenía, ni subidas ni bajadas. Le agarraba con fuerza el culo a Manolo, como si no quisiera que perdiera el ritmo, para que se la siguiera follando de aquella manera, para seguir disfrutando de aquel placer tan intenso que la estaba volviendo loca. El gusto que sentía Isa muy lentamente iba en aumento, sus gritos también, Manolo la veía y subía el ritmo.- Así, así, más duro.- Lo animaba Isa, Manolo le pegó un pollazo, duro, seco, empalándola hasta el final, empotrándola contra el asiento. Isa pegó un grito enorme, le miró a la cara a su novio totalmente salida, él le fue repitiendo los pollazos, uno detrás de otro, sin descanso. Ella gritaba, movía el cuerpo de un lado al otro, se agarraba al culo de Manolo clavándole las uñas, parecía que un orgasmo infinito le salía del coño recorriéndole todo el cuerpo. Cada vez que Manolo se la clavaba, a ella le parecía tener un orgasmo, uno detrás de otro, se descontrolaba, no tenía control de nada, solo de sentir, de sentir un tremendo orgasmo que le hacía convulsionar todo el cuerpo.

Manolo que la estaba viendo, se volvía loco, sabía que Isa estaba disfrutando de algo muy especial, y era él quien lo había conseguido, era él quien la estaba destrozando con un polvazo inimaginable. Isa abrió los ojos, mirando a Manolo con la cara totalmente desencajada del gusto. Él aceleró su cintura lo que pudo, la follada era tremenda, la polla entraba y salía salpicando pequeñas gotas de flujos y semen. Isa convulsionó una vez más, Manolo empezó con su segunda descarga, dejándose ir, metiéndole en el coño los lechazos, gritando como un loco, las pequeñas gotas de semen y flujos que salpicaban antes, se convirtieron en chorritos que salían a presión, el siguió penetrándola, y siguió, y siguió, estaba enloquecido. Hasta que Isa se meó de gusto, totalmente exhausta no pudo contenerse, se vació la vejiga relajándose. Manolo le sacó la polla, vio como le salía del coño un montón de flujos y semen, todo mezclado, a la vez que dejaba de mear saliéndole los últimos chorritos.

Se estiró al lado de Isa, ella tenía puesta una mano en la frente, con los ojos cerrados. Manolo le besó los labios.

-Qué vergüenza Manolo, la que he liado ¡Por Dios!

-¿Vergüenza? ¡No me jodas Isa! Ha sido el polvo más increíble que  hemos pegado nunca, esto… esto tenemos que repetirlo, ya lo creo que lo repetiremos.

-¿No has visto como te he dejado el coche? Que me he meado Manolo, me he meado encima…

-Sí, te has meado de gusto, al coche que le den por culo, yo quiero repetir esto. Y no solo eso, no veas lo que te está saliendo del chirri.

Isa se tocó con una mano, comprobando como todavía le salían flujos del coño.

-¡Joder Manolo! Me has rellenado como a un pavo.

Los dos se partían de risa.

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