KERANOS
-¿Qué es eso de que vamos a estar fuera?
-Pues una sorpresita que he preparado, mi amor. Pero ya de sorpresa poco. ¡Feliz aniversario! Ya hacemos 6 meses. Espero que sean muchísimos más.
Elena se puso de rodillas y me dio un fuerte abrazo, seguido de un beso.
-Lo siento, se me había pasado. No había caído.
-No pasa nada, jajaja. Bastantes detalles has tenido conmigo. Anda, déjame alguno a mí, ¿no? Jajajaja.
-Jajajaja, ya, ya. Pero me da un poco de cosa que se me haya pasado…
-Bah, no pasa nada. Lo importante es lo que nos queremos y el finde que nos vamos a pegar.
-A ver, cuéntame.
-Nooooo, mañana lo ves.
-Vale, como quieras.
Le di otro beso y nos quedamos mirándonos.
-Medio año ya.
-Pues sí. No esperaba para nada salir de una relación como la que tuve y meterme en otra que saliera bien de verdad.
-Y yo no esperaba que una chica me pudiera gustar tanto.
-Cada vez que me acuerdo del momento en el que nos dijimos lo que sentíamos y veo cómo nos va me pongo ñoña.
-¿Sí? ¿Y cuántas veces te ha pasado?
-Uff… Muchas. Casi todas las semanas desde entonces diría yo.
-Joder…
-¿Y tú? ¿Te acuerdas?
-Claro. Pero el momento que más recuerdo es un momento exacto después de cuando nos dijimos lo que sentíamos el uno por el otro.
-¿Sí? ¿Cuál?
-Pues ese en el que nos fuimos a dormir y te di una camiseta mía. Ese momento en el que te la pusiste y me preguntabas cómo te quedaba mientras ponías tus brazos en jarra y hacías ese gesto tuyo que sabes que me derrite.
-Jijijiji…
-Y después te dije que tenías la sonrisa más bonita que había visto en mi vida. ¿Te acuerdas?
-Pues claro. Y también me acuerdo que me dijiste lo que guapa era. Me acuerdo de todo, mi amor. Cuando me cuesta más dormirme, o cuando me agobio en el trabajo me pongo a pensar en todos los momentos que hemos vivido.
Nos empezamos a besar con mucho cariño mientras oíamos a Noelia y a sus amigos hablar de fondo. Nos acariciábamos y nos dábamos cariño dentro de lo que podíamos, porque no estábamos solos y no era plan de hacer nada delante de ellos. Nos mirábamos y besábamos a cada rato hasta que nos entró más calor y fuimos a darnos un baño. En el agua estuvimos con las mismas muestras de cariño mientras miraba de vez en cuando a los demás por si decían de meterse al agua o algo.
La verdad es que me relajé bastante al ver como de bien iba todo, hasta tenía un plan para los dos siguientes días. No sabía cómo se me había podido pasar que hacíamos 6 meses si sabía que habíamos empezado a primeros de marzo y ya estábamos a primeros de septiembre. Supuse que era por estar más pendiente de que Noelia no me la jugara, porque tenía asumido que iba a pasar. Ojalá le durara siempre ese comportamiento que estaba teniendo conmigo esos días, pero es que sabía que tarde o temprano eso se iba a acabar. Por eso estaba tan pendiente de ella. No quería que me pillara desprevenido y que luego la ostia fuera mayor. La propia Noelia fue la que me trajo de vuelta a la realidad desde mis pensamientos mientras le daba cariño a Elena besándole el cuello estando en el agua, cerca del bordillo.
-Elena, me voy a casa.
-¿Y eso?
-Me encuentro regular. Me siento hinchada.
-Vaya… ¿Tan fuerte está siendo esta vez?
-Sí… Voy a tomarme otra pastilla para poder dormir mejor. Joder, es que estoy deseando llegar para quitarme el sujetador. Tengo los pezones supersensibles y me aprieta.
-Es normal, los pechos se hinchan cuando estamos con la regla.
-Ya… Pero es que… Te las enseñaría, pero…
-No, anda. Ve y descansa. Si necesitas algo llámame y subo enseguida.
-Vale, gracias.
Noelia se fue, estando yo un poco nervioso. De repente me corté al encontrarla así tan cerca de nosotros y viendo cómo nos miraba. Me centré tanto en Elena que se me olvidó todo lo que tenía alrededor, apartando la vista de ellos hacía ya varios minutos. Noelia seguía con su extraño comportamiento, aunque sí que dejaba pinceladas suyas como la respuesta que me dio cuando le eché un poco la bronca por estar demasiado tiempo bajo en agua. Esta vez hizo referencia a sus pezones sin cortarse un pelo por su problema con el periodo. Me quedé pensativo mientras abrazaba a Elena, con ella acariciándome la espalda mientras me daba besitos por el hombro y reía dulcemente. También vi a Arantxa y a su amigo irse de la piscina, subiendo por el camino, pocos minutos después de que lo hiciera Noelia.
Pese al tiempo que había pasado desde ese jugueteo en casa y el rato que estuvimos en el agua, seguía cachondo, por lo que intenté seguir jugando aprovechando que Elena estaba tan cariñosa. Aprisioné su cuerpo contra la pared mientras cogía su culo, poniéndole el bikini como un tanga. Elena reía como si hubiera bebido un poco, pero que va, no habíamos bebido nada de alcohol. Sin embargo, se resistía y agitaba su cuerpo para evitar que yo fuera a más. Mi polla mientras tanto empezaba a ponerse más dura, pero ni con esas Elena se animaba a llegar a algo más. Opté por coger su cara para levantarla y que me mirara, empezando a besarla de manera bastante guarra, con ella soltando largos y empalagosos gemidos que hacían que me encendiera aún más, pero la cosa no pasaba de ahí.
-Elena… Sé buena chica, anda…
-Jijijiji… No.
-¿No te apetece?
-Buff… Mucho, la verdad.
-¿Entonces?
-Pues no sé… Me lo estoy pasando muy bien así.
-Te gusta jugar conmigo, ¿no?
-Pues claro, mi amor.
-Pero tú te lo pasas mejor que yo…
-Nooooo. Solo estoy calentando más la cosa.
-Ya está más que caliente. Anda, déjame que te folle un poco. No hay nadie y me da morbo.
-Mmm… No sé, no sé…
-Va, Elena… No seas mala.
-¿La tienes muy dura?
-Como para partir ladrillos.
-Jajajaja. Pero qué bruto eres…
-Es que me pones así… Es tu culpa.
-A ver…
Elena metió su mano por dentro de mí bañador y me la sacó, empezando a pajearme con fuerza. Me gustó mucho cómo empezó la cosa y estaba deseando que se abriera de piernas y me dejara metérsela, pero a los pocos segundos paró, dándome un beso y saliendo de la piscina.
-¿Esto es en serio?
-Sí, jajajaja.
-¿Por qué?
-Porque mañana nos vamos a hinchar.
-¿Pero me vas a dejar así?
-Mira, vamos a hacer un trato. Ahora no hacemos nada y mañana haces lo que quieras conmigo.
-Pfff… No me jodas, Elena…
-Venga, sal ya del agua, que es tarde y mañana tenemos que madrugar para dejar a mi hermana en mi casa y luego tenemos que ir a un sitio.
-¿A dónde?
-Ah… Ya lo verás.
Salí del agua y me sequé un poco con la toalla. Cogimos todo y nos fuimos hasta casa. Subiendo por el camino no pude evitar intentar seguir con el jugueteo.
-Va Elena, vamos a echar uno rapidito. En la ducha.
-Que no. Mañana.
-¿Pero por qué?
-Porque es parte del juego.
-Pero uno rapidito no cuenta. En la ducha o ya en la cama y así dormimos mejor.
-¿Ya no te da vergüenza estando mi hermana en casa?
-Me pueden las ganas que te tengo.
-Pues vas a tener que aguantar hasta mañana.
-Elena, estás jugando a un juego al que sabes que no puedes ganar.
-Si no hacemos nada hoy, me doy por ganadora.
-Pues mañana vas a tener que pagar el precio.
-Lo pagaré encantada -dijo abrazándose a mí, echando su cabeza contra mi cuerpo.
Llegamos a casa, viendo como Arantxa estaba a escasos metros de la puerta de su casa, aún con aquel chico. Elena me preguntó si sabía algo, pero me hice el loco. Tampoco me interesaba mucho aquello. Que le preguntara a su hermana si lo creía oportuno. Entramos a casa y fuimos directamente hacia el baño, pero antes Elena paró en la habitación de Noelia, quedándome yo en el marco. Mi chica le preguntó a su hermana cómo se encontraba. Ella le dijo que se encontraba mejor tras tomarse una pastilla. Estaba acostada de lado en la cama, pero cuando se puso a hablarle a Elena se puso boca arriba y fue imposible evitar que se me fuera la vista a sus tetas. Las notaba algo más grandes, pero sin exagerar. Y efectivamente tenía los pezones de punta y aparentemente más gorditos. Sabía de sobra que era porque estaba con la regla, pero también supuse que era por el aire acondicionado. Antes de que se pusiera boca arriba también me fijé en sus muslazos y culazo, cuyas nalgas asomaban debido a los cortos que eran sus pantalones del pijama, pudiendo ver incluso sus braguitas. Elena se sentó en la cama a su lado, hablándole con un tono muy maternal, mientras Noelia le respondía de manera similar.
Por primera vez desde que entré en las vidas de estas dos chicas de esta manera vi un trato cercano y muy familiar entre ambas. Y era algo muy agradable de ver, aunque me sentía extraño por estar muy acostumbrado a ver como la cosa entre ellas había ido de una manera totalmente diferente. Yo las miraba desde la puerta, pero debido a mi estado le volví a mirar las tetas a Noelia. Esos pezones eran hipnotizantes. El problema fue que me pilló mirándola de esa manera, aunque rápidamente aparté la mirada haciéndome el loco. Ellas hablaron un poco más y antes de que Elena se levantará la miré de nuevo, esta vez a los ojos, dándome cuenta de cómo me miraba ella también, aunque no lo hacía de manera extraña aun habiéndome pillado. No notaba nada raro en su expresión, simplemente me miraba de manera normal. Antes de que la cosa cambiara salí de ahí, yendo al baño para meterme en la ducha, intentando calmarme con agua fría. Funcionó y me extrañó que Elena no hubiera venido conmigo.
Una vez salí y fui a la habitación me la encontré guardando ropa de ambos en una maleta. Al parecer iba en serio con eso de que íbamos a estar fuera todo el finde, así que me quedé esperándola a que acabara. Una vez lo hizo se fue a la ducha para lavarse, momento que aproveché yo para meter alguna cosa en la maleta para jugar allá a dónde fuéramos, ya que tendría que pagar el haberme tenido así esa noche. Al rato volvió de la ducha, con el pelo húmedo aún y se acostó conmigo. Ambos caímos redondos, durmiéndonos enseguida para coger fuerzas para el finde que nos esperaba.
Muy a mi pesar, ese sábado madrugamos excesivamente en mi opinión, porque Elena ya me estaba zarandeando un poco pasadas las 8 de la mañana. Estaba con una sonrisa enorme en su cara, pasando a darme besos una vez paró de moverme. Yo la verdad, es que tenía ganas de estar un par de horas más en la cama, pero me acabé levantando porque ella me metía prisa y tenía muchísimas ganas. Nos vestimos y salimos al baño, yendo yo antes mientras ella recogía un poco. Después fue ella y salimos juntos para despertar a Noelia. Yo me quedé en la puerta mientras mi chica llamaba flojito, entrando y hablando con ella con una voz muy dulce. Noelia se levantó y de momento fue al baño para arreglarse y poder irnos. Ni desayunamos porque recién levantados no nos entraba nada.
Así que nos pusimos en marcha, yendo hacia la casa de Elena para dejar a Noelia, yendo ésta en la parte de atrás, justo detrás de su hermana. Los primeros minutos los hicimos en silencio. Tanto Noelia como yo estábamos aún con la cabeza en la cama, y no como solíamos pensar, sino por el sueño que teníamos. Elena, sin embargo, estaba hasta nerviosa, como si temblara o estuviera agitada. No sabía de donde sacaba tanta energía. Al rato de estar conduciendo mientras solo se escuchaba la radio, le pregunté a Elena que de qué iba el plan. Ella de nuevo, se mostró misteriosa, sin querer decir nada de lo que íbamos a hacer, ni siquiera de dónde íbamos. Eso sí, estaba casi exaltada, como si tuviera muchas ganas de que llegáramos. De nuevo nos quedamos en silencio, siendo así durante el resto del viaje. No se comentó nada en absoluto y era algo que no me molestaba. Prefiera eso a que Noelia empezara con alguna de las suyas, aunque no es que estuviera en esa tónica en los últimos días. Verla tan silenciosa me hizo mirar por el retrovisor para verla. Estaba echada sobre su mano, como con la mirada perdida y una expresión que no era alegre desde luego, aunque tampoco sabría cómo describirla. Supuse que se debía a su estado, ya que esta vez el periodo le había pegado fuerte y la notaba bastante jodida.
Por fin llegamos a su casa, aparcando en la misma puerta. Y ahora se venía otra, a ver cómo estaba Maribel. Noelia estaba más o menos tranquila, pero con esta mujer cualquiera sabía lo que se iba a encontrar con esos cambios de humor que tenía. A lo mejor también estaba con la regla como aquella vez en la que me lo dijo tal cual y también parecía otra, con ese comportamiento tan cariñoso y nuevo para mí. O lo mismo estaba en plan demonio y nada más entrar por la puerta se ponía a pegarnos voces y a echarnos algo en cara, como no ir más a menudo o llamarla más.
Por suerte no fue así, porque nada más entrar la pillamos por ahí y nos hizo una señal para que guardáramos silencio. Fuimos al salón, pero de nuevo nos hizo una señal para decirnos que fuéramos a la cocina. Teníamos pensado desayunar fuera, pero ya aprovechamos y lo hicimos ahí.
M: Bueno, ¿qué os trae por aquí?
E: Noelia está un poco mala y como Javi y yo nos vamos fuera hoy y mañana, pues la hemos traído para que no esté sola.
M: ¿Qué te pasa, Noelia?
N: La regla. Esta vez me ha dado fuerte y estoy fatal.
M: Ay… ¿Te has tomado algo?
E: Si, pero aun así le duele mucho.
M: Bueno, pues te quedas unos días con tu madre, que te va a cuidar.
N: Mamá, el lunes empiezan las clases.
E: ¡Ah! No nos habías dicho nada.
N: Se me habrá pasado… Estoy muy atontada entre la regla y las pastillas.
M: Bueno, pues estos dos días.
N: En realidad el lunes es como de presentación y tal. Es a las 11.
M: Bueno, pues que venga Javier el lunes a por ti y que te lleve.
J: O se podía coger un bus.
Maribel me miró de manera seca. Pareció que no le hicieron mucha gracia mis palabras.
M: ¿Tanto es pedir que vengas a por ella?
J: Bueno, teniendo en cuenta que vamos a estar fuera todo el fin de semana y que llegaremos el domingo por la noche, pues estaremos cansados. Además, son casi dos horas de viaje, cuatro si contamos la ida y la vuelta. Tendría que salir a las 6 de la mañana.
M: Tampoco es para tanto…
E: Mamá, Javi lleva razón. Que se pille un bus, anda.
M: Cómo sois…
J: O tráela tú.
M: Tengo que cuidar de mi madre, ya lo sabes.
E: Que cabezona eres, mamá…
N: Me voy en bus. Si me da igual.
M: ¿No te marearás?
N: Qué va.
E: ¿Y la abuela? -dijo ya cambiando de tema.
M: Acostada. Ya le he dado su medicación con el desayuno y se ha vuelto a dormir.
E: Vale, ahora le doy un beso.
Nos quedamos en silencio mientras terminábamos de desayunar. La verdad es que se hizo un poco incómodo y seguramente fue por ese medio encontronazo que tuvimos Maribel y yo. Tampoco creí haber dicho nada del otro mundo, pero con esta mujer cualquier palabra mal medida o ligeramente fuera de lugar era más que suficiente para ponerse a discutir. Y tampoco estaba dispuesto a ceder, bastante lo había hecho ya. Hasta me dieron ganas de picarla por habernos endosado a su hija diciéndole que la llevara ella. Para mi sorpresa, pareció tranquilizarse, porque saltó de esta manera ya casi acabando.
M: ¿Y cómo va la convivencia? -preguntó alegremente.
E: Pues muy bien.
M: ¿Sí? -preguntó mirándome.
Yo le asentí sin responder. Después Maribel miró a su hija Noelia, quien asintió de la misma manera que hice yo.
E: Sí, mamá. Se está portando muy bien.
M: ¿Y él? ¿Se porta bien también?
E: ¿A qué viene esa pregunta? Si Javi es un cielo.
M: ¿Sí, Noelia?
N: Sí, mamá. Todo va muy bien.
M: No te veo muy convencida…
N: Mamá, estoy mala. No tengo cuerpo para tus preguntitas. Te prometo que todo va perfecto.
M: Vale, hija. Te creo si me lo dices así.
De nuevo otro silencio, aunque fue breve, porque me levanté, dejando lo que habíamos usado en el fregadero, haciéndole después un gesto a Elena para que nos fuéramos. Maribel nos preguntó que a dónde íbamos. Elena le dijo que ya le contaría luego entre risas y que nos íbamos porque hacíamos 6 meses de pareja. Ella nos dio la enhorabuena por ello, diciéndonos también que tuviéramos cuidado si íbamos a hacer un viaje largo. Nos dio un abrazo muy fuerte a los dos, hasta un beso en la mejilla me dio a mí, dándole varios más a su hija. Elena fue a darle un beso a su abuela y nos fuimos. Maribel se despidió de nosotros y cerró la puerta.
Al montarnos en el coche, Elena se me adelantó, plantándose delante de mí mientras extendía su mano. Como solo ella sabía a dónde íbamos a ir, quería conducir para que la sorpresa fuese mayor. Así que le di las llaves y me monté en el asiento del copiloto. Nos pusimos en marcha, preguntándole si sabía por dónde tenía que ir. Ella me respondió que había estado mirando el camino en el móvil para saber por dónde teníamos que ir. Solo me dijo que el viaje duraría alrededor de 3 horas, por lo que aún nos quedaba un buen rato para llegar. Por el camino nos llamó Irene para ver qué hacíamos. No pareció sorprenderse por lo del plan que le explicó Elena que teníamos, felicitándolos ella de paso por nuestro aniversario, junto a Mario, quien andaba por ahí, pero que tampoco estaba muy pendiente de la conversación. Solo oíamos decir algo de fondo. Parecía que sabía con exactitud lo que Elena tenía pensado para ese fin de semana y el lugar al que íbamos a ir, porque apenas preguntó nada acerca de ello. El viaje se nos hizo más ameno, porque la llamada duró bastante mientras nos poníamos todos al día de nuestras vidas el en trabajo y demás al estar ahora más separados y vernos con menos frecuencia. El plan de nuestros amigos era ir a la piscina, aprovechando que aún hacía calor y que la piscina estaba abierta todavía, aunque ya le quedaba poco para cerrar.
Y en cuanto a nuestro plan, pues era bastante diferente, porque como pude ver cuando llegamos, se trataba de una zona montañosa, en la que hacía una temperatura más agradable. El plan de Elena consistía en pasar el fin de semana en una casa rural, aunque era de las buenas, bastante lujosa incluso. La casa era enorme, con muebles y decoración de madera, cosa que podía haber hecho una sauna de ese lugar de no ser porque estaba resguardada del sol por árboles enormes que la rodeaban. Cerca de ella hacia un río en el que Elena ya tenía pensado que bajáramos para darnos un baño. Había más casas como en la que nosotros íbamos a estar, pero estaban muy alejadas unas de las otras, por lo que la sensación de que estábamos solos era real. Tan real que me venía perfecto para cuando folláramos y la hiciera chillar a grito limpio. Elena me explicó que, al hacer tan buen día por ahí, tenía pensado bajar al pueblo, donde recogimos la llave de la casa, para cenar y dar un paseo por ahí para verlo, porque al parecer era bastante bonito y tenía como su zona de fiesta y hasta cine de verano, por lo que ya teníamos plan para la cena.
La verdad es que estaba encantado con ese plan. Yo, que siempre he sido más de ciudad que de campo, era algo relativamente nuevo para mí, porque aun yendo al campo alguna vez, nunca había estado en una casa rural, y menos haciendo noche ahí, por lo que le di las gracias a Elena por montar aquel plan que tan buena pinta tenía. Ella me dio un fuerte abrazo para besarme después. Nos instalamos rápidamente en la casa al pasar solo una noche ahí, sacando lo que llevábamos de la maleta para dejarla guardada. Cuando acabamos me entraron ganas, pero Elena me metió prisa para bajar al río, porque tenía muchas ganas de verlo y bañarse en él, por lo que nos pusimos los bañadores y bajamos. Por suerte Elena no vio la fusta y el vibrador que eché en la maleta, ya que los guardé bien. Mejor, así se llevaría luego la sorpresa.
Bajamos al río y nos sentamos cerca de la orilla, en unas toallas que echamos en la maleta. Como siempre, Elena sacó el bote de crema y me empezó a echar bastante por todos lados, echándose a ella después. Al igual que siempre que íbamos a la piscina o la playa, me pidió que le echara por la espalda. Yo para ello le desabroché el nudo de su bikini, riendo ella y agarrándose la parte de alante para que no se le cayera. Le animé a que hiciera topless, ya que estábamos solos y con la cantidad de maleza que había era imposible que nos viera nadie, pero no quería. Me decía que le daba vergüenza. Después de echarle bien de crema por donde ella no llegaba, nos quedamos sentados hablando un poco, disfrutando de aquel lugar tan bonito mientras picábamos algo que había preparado. Después nos dimos un baño en el que estuvimos muy apegados, con besos y cariños. Y falta hicieron, porque el agua estaba helada y necesitábamos calentarnos. De hecho, yo me acerqué a ella más de la cuenta, con ganas, pero Elena seguía con el jueguecito de evitar que hiciéramos nada. Yo me reía, pero tenía muchas ganas y ya me estaba empezando a quedar sin paciencia. Me había calentado durante el día anterior y ahora me dejaba que la tocara para darnos cariñitos, pero no me dejaba continuar cuando mi sobeteo de culo iba a más.
Saliendo del agua, yendo yo con la polla bastante morcillona, la agarré del brazo cuando se quedó en la orilla, estirando sus brazos hacia arriba. Pegó un pequeño chillido por mis formas y la llevé hasta un árbol que no estaba de manera vertical, quedaba algo ladeado. La apoyé ahí y le empecé a comer la boca con ansia. Ella reía y me acariciaba la cara y los brazos, siguiéndome el beso. Pero pronto se le fue la risa cuando eché mano a la parte de abajo de su bikini y tiré de él para dejárselo a la altura de medio muslo. Ella cogió aire de la impresión, intentando subírselo, pero yo se lo impedí, agarrando sus muñecas y llamándolas a sus espaldas, cogiéndole ambas manos con una de las mías.
-Javiiiii, ¿qué haces?
-Ya me he cansado de jueguecitos. Ahora te toca pagar lo de anoche. Y lo que me has hecho en el agua también.
-Pero aquí no… Que nos pueden ver.
-Shhh. Vamos a follar aquí y punto.
-¿No vas a cuidar de tu niñita? ¿Te da igual que la vean desnuda? -me preguntó con ojillos y una vocecilla muy dulce.
-Lo que quiero es follarte, que me duelen los huevos de tenerlos ya tan llenos.
-¿Sí? ¿Tan mala he sido?
-Mucho. Y esto es solo el principio. Ya verás esta noche…
-Pero si yo soy muy buena… Te quiero un montón.
-Y yo a ti. Pero cuando te portas mal tengo que castigarte.
Elena me miraba todo el tiempo con ojillos. A mí particularmente me gustaba mucho ese jueguecito que teníamos en el que ella era como una especie de sumisa que estaba bajo mi control. Se la notaba excitada, sobre todo por el color de sus mejillas, bastante enrojecido, imposible que fuera por el sol por la cantidad de crema que nos echamos. La cosa era que no parecía que me viera capaz de ir a más en esa situación, pero qué equivocada estaba… Llevé mis dedos hasta su coño para tocárselo. Elena reaccionó con un gritito, dando un respingo. Al ver que iba en serio se intentó soltar, pero no la dejé.
-Te he dicho que vamos a follar aquí.
-Pero… Pero es que nos pueden ver.
-¿Y?
-Que me muero de vergüenza…
-Pues es lo que hay, cariño. Si anoche te hubieras portado bien, ahora no estaríamos así.
-Pero…
-Shhh. Ya está. Silencio.
Elena me miró con ojillos de nuevo, pero también con preocupación. Sin embargo, una vez empecé a acariciarle la rajita con mis dedos, se dejó llevar. O al menos al principio mientras le hacía eso, empezando a meterle los dedos uno a uno hasta que le metí 3. Lo hacía de manera lenta para que no se estremeciera mucho y que disfrutara con esa estimulación relajada, pero luego se puso más tensa cuando apreté y lo hacía más deprisa mientras notaba como me mojaba los dedos cada vez más debido a su excitación. Cada vez gemía más, pero de golpe paró cuando saqué mis dedos de su coño para chuparlos. Me miró de la misma manera desde que habíamos empezado el juego y yo me deleitaba con el sabor de sus flujos en mi boca. Mi calentón fue a más y me puse muy burro, aunque ya lo estaba por como Elena me miraba y me hablaba con esa voz suya tan encantadora. De nuevo le empecé a meter los dedos para masturbarla a buen ritmo mientras ella intentaba reprimir sus gemidos. Y así estuvimos unos minutos hasta que me empezó a suplicar que parara.
-Si paro y te suelto, ¿te vas a portar bien?
Elena asintió con una carita que me mataba, pero yo me mantenía firme. Por lo que cuando la solté, le quité la parte de arriba del bikini para atar sus manos a su espalda. Elena me miraba sorprendida y con un poco de miedo. Realmente le daba mucha vergüenza que la pudieran ver, pero estaba seguro de que no nos iba a ver nadie, por lo que seguí con aquello. Sin esperar más seguí comiéndole la boca mientras le metía los dedos, esta vez desde atrás mientras la abrazaba. Sus palabras no paraban de decirme que parara, su manera de decirlas, sin embargo, transmitían lo contrario. Yo seguí y seguí tocándola hasta que la apoyé de nuevo en el árbol para hacer se corriera en mi mano. Ella respiraba de manera entrecortada y con ansia tras su orgasmo mientras yo la sujetaba para que no se escurriera. Una vez se recuperó, levantó su cabeza, haciendo que su pelo se moviera con aire, despejándolo de su cara, para mirarme de nuevo con esos ojillos que me ponían malísimo.
-¿Te has recuperado ya?
-Sí… -dijo bajito.
-Bien, porque vamos a seguir.
-¿Y por qué no seguimos en la casa?
-Porque no. Quiero hacerlo aquí.
-¿Pero y si viene alguien?
-Ah… No te preocupes por eso. Acaban de llegar un grupo de cuatro chicos. Están por ahí.
-¿Qué dices? -dijo con miedo.
-Pues eso. Alguno ha mirado de vez en cuando, pero no se han dado cuenta.
-Javi, vámonos. Por favor.
-Qué va. Si ahora viene lo mejor.
-No, no. Por favor. No.
-Shhh… No te sigas portando mal.
Elena echó su cara sobre mi pecho y se quedó callada. Yo, mientras tanto empecé a tocar su cuerpo, acariciando su espalda y culo de nuevo.
-Javi, de verdad. Hago lo que quieras, pero vámonos a la casa. Me muero de vergüenza.
-Buah, sabes que esto es lo peor que puedes hacer. De hecho…
Cogí a Elena y la saqué de ese lugar, poniéndonos en la orilla para que se nos viera bien. Ella, me decía que qué hacía con una voz muy aguda, hincando la cabeza en mi pecho para taparse la cara. Una vez nos quedamos quietos, seguí con ese toqueteo. Elena estaba rojísima como pude ver cuando tiré de su pelo hacia atrás para que levantara la cabeza. Le dije que se dejara llevar, pero de nuevo tapaba su cara con mi pecho. Yo de vez en cuando, le soltaba un buen azote mientras le manoseaba el culo. Ella me preguntaba si nos habían visto y yo le respondí afirmativamente, diciéndole que nos estaban mirando. Ella encogía su cuerpo y lanzaba sonidos de vergüenza, pero yo empujaba con mi cuerpo y la ponía en pompa con la ayuda de mis manos. También aprovechaba para abrirle el culo y que se le viera bien todo, lanzando ella esos sonidos de manera más alta.
-Javi, por Dios, qué vergüenza. Me muero…
-¿Sí? Si no es para tanto.
-Pfff… Qué calor…
-A ver… Sí. Tienes la cara roja.
-Va, se bueno y vámonos a la casa.
-No -dije quitándome el bañador tirándolo a dónde estaba la toalla.
-¿Qué vas a hacer?
-Te voy a follar.
Cogí a Elena en brazos y ella se acomodó abrazándome con sus piernas. Ella echó su cara sobre mi hombro, empezando a besarme el cuello. Yo hacía lo propio con el suyo, aprovechando también para coger mi polla y acariciarle el coño, el cual estaba chorreando. Rápidamente se la metí y ella lanzó un gemido agudo. Empecé a follarla tal cual estaba, subiendo y bajando su cuerpo agarrándola yo de su culo con mis manos. Pese a como se agarraba a mí con sus piernas, la postura no era la más cómoda porque no me dejaba follarla bien para metérsela y sacársela bastante. Tan solo entraba y salía un poco, por lo que decidí desatarle las manos, tirando esa parte del bikini junto a la otra y al mío, junto a las toallas. Ahora sí que podía hacerlo bien y ella me lo puso más fácil al agarrarse de mi cuello y pasando yo mis brazos por debajo de sus piernas. Nuestros cuerpos empezaron a resonar por el choque de nuestras pieles debido al rápido movimiento que controlaba por moverla con mis manos. Ella gemía cada vez de manera más alta y aguda, encogiendo su cuerpo a veces. Parecía que se avergonzaba de que nos vieran, pero no decía nada al verme tan convencido de seguir. También se veía que se dejaba llevar por el morbo y la excitación, pero decidí picarla un poco más.
-Pfff… Qué morbo me da esto… ¿Hay alguien detrás de mí?
-Mmm… No… -dijo en forma de gemido.
-Pues por aquí la cosa se está animando…
-¿Qué? -dijo de manera entrecortada por el folleteo.
-Se han acercado un poco para ver mejor. Incluso se han quitado el bañador y se están pajeando.
-¿Qué dices…? -dijo bajito, con una voz muy aguda.
-Pues que están como a 10 metros de nosotros. Hablan entre ellos. Uno tiene una buena tranca, los demás más normalitas.
-Pfff…
-El que la tiene grande se está pajeando muy fuerte. Parece que se la va a arrancar.
-Javiiiii… Por Dios…
-¡¿Os lo pasáis bien?! -grité hacia los chicos.
Elena pegó un respingo por como pegué esas voces y luego me preguntó:
-¿Qué hacen?
-Me han asentido. Y siguen pajeándose. El que la tiene grande se ha acercado más.
-No…
-¿Quieres que le diga que venga y jugamos? Te la puede meter por el culo y podíamos hacer una doble penetración.
-Pero Javi… -dijo con la voz ida por los botes que pegaba sobre mi cuerpo.
-¿No te apetece? Yo estoy muy caliente…
-No. Que no se acerque.
Dije eso tal cual en voz alta y seguí follándola hasta que se corrió, apretando su cuerpo contra el mío, abrazándome con mucha fuerza. Pude notar como me empapaba la zona y como sus fluidos caían por mis muslos después de pasar por mis huevos. Elena temblaba como una loca y gemía de manera extraña, con tono de pena. Paré en seco la follada y dejé que se recuperara mientras ella permanecía con su cara echada sobre mi hombro, respirando entrecortadamente. Al mismo tiempo que ella se recuperaba, yo le decía lo que hacían los chicos que había allí. Le comenté que uno ya se había corrido y que los demás estaban como esperando a que siguiéramos mientras se la meneaban despacio.
Una vez se recuperó, viendo yo como me miraba, estaba con una expresión un tanto sería y extraña, aunque con la cara roja. La bajé de mí y la puse de rodillas, aún de espaldas a ellos. Le metí la polla en la boca y se la follé un poco, recibiéndola ella con ganas. Parecía que no tenía tanta vergüenza, o que por lo menos estaba bastante excitada aún. Acabé corriéndome en poco dentro de su boca al estar yo tan cachondo por toda la situación y por estar aguantando bastante desde el día anterior incluso. Elena pareció aliviada por haber acabado, pero qué equivocada estaba. Aproveché esos minutos que le follé la boca para que descansara, levantándola para abrazarla desde uno de sus costados para meterle los dedos. Ella ya sabía lo que quería y me suplicaba que no lo hiciera, que le daba vergüenza. Moví su cuerpo para dejarlo de lado y que lo vieran los demás, pero ella agachó la cabeza, tapando su cara con su pelo y echándola contra mi cuerpo, apretando bastante. Me suplicaba sin parar que parara, que se moría de vergüenza, pero yo no podía parar, le empecé a estimular metiéndole los dedos rápidamente mientras le acariciaba el clítoris con el pulgar y en cuestión de 2 minutos se empezó a retorcer, aprovechando yo para acelerar aún más, provocando que Elena se empezara a correr a chorros mientras ella intentaba reprimir sus gemidos mordiéndome o gimiendo sin abrir la boca. Tres fuertes chorros salieron a presión de ella, haciendo que le fallaran las piernas, teniéndola que sujetar yo. Estaba tan derrotada que decidí sentarnos a ambos en el agua, poniéndola a ella sobre mis piernas. Elena se hizo un ovillo y apoyó su cabeza en mi pecho. Yo le acariciaba el cuerpo mientras ella volvía en sí, notando como le daba algún fuerte espasmo.
A los pocos minutos abrió los ojos, levantando su cara para mirarme. De nuevo, tenía una expresión seria, aunque estaba relajada, mirándome a los ojos, pasando después sus ojos por mis labios. Me empezó a acariciar el pecho, cerrando los ojos de nuevo, pero abriéndolos rápidamente.
-¿Siguen ahí? -me preguntó con su vocecilla.
Miré hacia el frente, sonriendo ligeramente.
-Javi, por Dios… Dime que no están.
-No es para tanto, Elena.
-Que me da mucha vergüenza, joder… No teníamos que haber hecho esto.
-Te podías haber apartado bajándote de mí, pero no lo has hecho.
-Va, levántate y ponte delante de mí para taparme.
-Pero si ya te lo han visto todo, jajaja.
-Pero seguro que siguen ahí dale que te pego y me da vergüenza que me vean así.
-Bah…
-Va, Javi. Levanta y vámonos.
-Es que estoy a gusto aquí…
-Que no quiero que me vean más. ¿Se han ido ya o qué?
Miré de nuevo hacia el frente, moviendo la cabeza con gesto de duda. Entonces por fin Elena levantó la cabeza para mirar por ella misma. Miró bien, girando su cabeza en dirección a todos lados, regresando su mirada de nuevo a mí con gesto de estar extrañada.
-Qué malo… Jajajaja -dijo con tono divertido.
-Jajajaja. ¿De verdad creías que iba a dejar que nos vieran y más sabiendo cómo eres y viendo cómo te has puesto?
-Sonabas muy convincente…
-Elena, pareces nueva.
-Yo qué sé… Jo… No te rías de mí, que bastante mal lo he pasado ya…
-Ay… Qué sensible eres…
-A ver, ha sido muy excitante, pero lo he pasado mal de verdad.
-Ya te dije que tendrías que pagar.
-Pues ya he pagado, ¿contento? Jajajaja.
-Bueno, sí. Pero se me ocurre alguna cosa más…
-No te vengas arriba, anda… Jajaja.
-Bueno, pero ya es más tranquilito, no te preocupes.
-Bueno, ¿me puedo fiar de ti?
-Has visto que sí. En realidad, aquí no había nadie.
-Vale, jajaja.
Menos mal que Elena no se lo tomó a mal, porque me dio la sensación de que estaba siendo así cuando me miraba con esa expresión tan seria. Por suerte hasta se empezó a reír y no pasó nada, no nos vio nadie, ni pasó nada extraño. Después de un rato de besos y cariñitos en ese mismo sitio donde nos sentamos, ambos desnudos en el agua, nos levantamos y no pusimos nuestros bañadores para subir a la casa. Nos dimos una ducha juntos, con los mismos besos y caricias que habíamos tenido en el río y nos echamos en la cama un rato para descansar esas 5 horas de viaje que nos habíamos metido entre ir a su pueblo e ir a ese lugar en el que nos encontrábamos.
No llegamos a dormirnos, pero estuvimos tumbados en silencio con algún beso y tonteo que no derivó en nada más. Fuimos a comer a un bar bastante bonito con una decoración bastante rústica, muy acorde con el lugar. De hecho, era bastante similar a la casa por dentro. La comida era excelente, con esa fusión de platos antiguos, con esa manera de estilizar lo que emplataban, aunque fuera comida muy de pueblo y casera. El trato también era muy bueno, ya que preguntamos sobre algún sitio al que ir cuando anocheciera y se pudiera estar en la calle. La gente de por allí nos indicó varios sitios a los que ir, aunque nos hicieron hincapié en el cine de verano, por lo que pensamos en acercarnos. También nos dijeron de ir a ver algún lugar de interés, pero que lo hiciéramos dando un paseo, que era como mejor se disfrutaba de un lugar como ese.
Hacía bastante calor ya en las horas en las que más picaba el sol, por lo que nos metimos en el coche rápidamente después de salir del bar. Fuimos hasta la casa, que era bastante visible por esa piedra laja grisácea, casi blanca que componía su fachada, en comparación con el verdor del monte. Nos echamos de nuevo en la cama para descansar. Y vaya que, si descansamos, porque nos echamos una siesta que nos dejó nuevos, ya despertándonos a media tarde, aunque aún hacía calor como pude comprobar al salir fuera. Decidimos quedarnos ahí hasta que empezó a atardecer.
De nuevo, ambos nos dimos una ducha, aunque por separado. Yo acabé rápido, pero Elena, sin embargo, tardó más porque quería arreglarse más, tomando un baño relajante mientras yo me quedaba en la cama mirando el móvil, aunque la cobertura no fuera la mejor. También se empezó a echar crema por todo el cuerpo para hidratarse bien mientras yo la veía desde la cama, con ese culo que me volvía loco. Después se puso unas braguitas negras, aunque no sujetador, ya que se puso uno de esos vestidos que tenía, muy bonito, el cual llevaba como una especie de sujetador incorporado. Era un vestido precioso, azul celeste, algo entalladito con una falda de vuelo que le llegaba casi a la altura de las rodillas, pero que se las dejaba al aire. También aprovechó para pintarse las uñas de las manos y de los pies de negro, poniéndose después unas sandalias con algo de plataforma y tacón, de color negro también. Se alisó el pelo, como solía cuando salíamos y se maquilló, ligeramente, como siempre. Pero qué preciosa estaba con esa ligera raya en los ojos, algo de colorete y sus labios de un rosa muy ligero. Así se lo hice yo saber, dándome ella las gracias mientras me daba un abrazo y un beso. Oler su cuerpo, con esa mezcla de su fragancia natural mezclada con las cremas que se echó y con su ligero perfume que siempre usaba, el cual era muy fresco y dulce hizo que me empezara a poner nervioso y cachondo a partes iguales. Hasta me lo notó, preguntándome con una risita muy bonita qué me pasaba.
Yo fui bastante explícito diciéndole que me ponía muy burro y más haciéndose esmerado así para salir. Ella, viendo que ya quería fiesta, me levantó de la cama y me llevó al baño para que me vistiera, ya que aún estaba en boxers. Me puse una camisa azul cielo que ella misma echó en la maleta y unas bermudas blancas, acompañando de unas zapatillas informales. Al menos respetó eso, ya que no me gustaba mucho ir en camisa, pero ella me regañó diciéndome que estaba muy guapo así y que le encantaba verme en camisa, así que tocó ceder para que la nena estuviera contenta. Mientras me vestía, la veía sentada en la cama mirando su móvil, así tan guapa que me entraban ganas de todo. Y así fue, porque me acerqué una vez acabé de peinarme y demás me senté a su lado para acariciar su suave piel mientras la besaba.
-Javiiiii… ¿Ya estás otra vez? -dijo entre risas.
-Elena, es que estás tan buena que te vas a romper. No quiero hacer otra cosa que comerte.
-Pfff… Vale, vale, cariño… Pero luego, ¿no? Vamos a cenar tranquilamente, vemos el pueblo y luego vamos al cine ese, ¿no?
-Uff… ¿Y voy a tener que aguantar todo ese tiempo?
-Pues sí. Tenemos que hacer de todo.
-Vale, pero déjame que te disfrute un poquito ahora.
-Mmm, no debería, porque te has pasado con lo del río…
-Si no ha sido para tanto…
-El mal rato lo he pasado…
-Ven aquí, anda.
Le empecé a besar muy suavemente mientras ella me recibía con mucho gusto, acariciando la mano que puse sobre su muslo. Empecé a subir por ahí hasta que llegué a su cintura y pude tocar sus braguitas con mis dedos, pero ella me frenó.
-Elena, tu castigo no ha acabado aún.
-Javi, no seas malo.
-No. Solo vamos a jugar.
-¿Qué quieres hacer? A ver…
-Pues he traído una cosita que ya hemos usado alguna vez… -dije levantándome y yendo hacia la maleta para sacar el vibrador.
-Ah… Eso. ¿Quieres hacérmelo pasar mal otra vez? -dijo riendo.
-Pero si te encanta, anda… No me dirás que no lo hemos pasado bien todas las veces que lo hemos usado…
-Sí, pero… ¿Te acuerdas de cuando nos pillaron Irene y Mario? Qué vergüenza…
-Te voy a quitar yo la vergüenza esa.
-¿Sí? ¿Cómo?
-Mejor no te lo digo, que la niña se escandaliza, jajajaja.
-Serás bruto… Jajajaja.
Me senté de nuevo junto a Elena para besarla y tocarle un poco por encima de las braguitas. Ya empezaba a notar su humedad, por lo que colé mis dedos por dentro para acariciar su rajita directamente. Ella se estremecía y suspiraba y cuando noté que estaba bastante mojada le metí los dedos de uno en uno durante unos segundos para que luego el vibrador entrara mejor. Y sí que entró mejor tras un gemido muy sensual por su parte. Lo probamos y funcionaba bien, aunque no me dejó que lo pusiera mucho ni muy alto. Estaba mandona.
Salimos de la casa y nos montamos en el coche para bajar al pueblo. Lo dejamos aparcado en un buen lugar y empezamos a dar un paseo ambos cogidos de la mano con nuestros dedos entrelazados. Dimos un buen paseo, aunque tal vez demasiado largo teniendo en cuenta que Elena no solía ir mucho con ese tipo de calzado, pese a lo preciosa que estaba vestida así, y que las calles de ese pueblo estaban bastante empedradas, cosa que le ponía más difícil aún andar a la pobre. Durante ese paseo, Elena me apretaba la mano a veces con fuerza. Yo la miraba, pero no notaba nada extraño, solo la veía mirar todo lo que nos rodeaba, parándonos en lo que más le gustaba. Poco antes de que paráramos para ir a cenar le pregunté:
-¿Estás bien?
-Sí, ¿por?
-No sé, a veces me aprietas la mano con fuerza.
-Ah. Es por… Ya sabes… Es que, aunque esté apagado me da un poco de gustito y con el roce…
-Qué guapa eres -dije al oírla decir eso viendo lo preciosa que estaba.
Para mi sorpresa, Elena se sonrojó un poco, cosa que me extrañó, precisamente por llevar ya 6 meses juntos, pero supongo que a veces unas palabras así, dichas de esa forma, en un momento como ese y en un lugar tan bonito pues hace que te puedas poner nervioso, y más si tenemos en cuenta que Elena era una chica muy sensible. No me llegó a decir nada en el momento, solo me abrazó con fuerza, apretando su cara contra mi pecho. La verdad es que me dio un poco de vergüenza porque no estábamos solos en esas calles y alguna que otra persona se nos quedó mirando, pero ella estaba feliz y eso me hacía feliz a mí también.