ROM19
Capítulo 14
Julián
La verdad es que estoy muy confuso con eso de asumir mi nueva personalidad de cornudo y consentido, nunca creí que yo pudiera reunir esas condiciones. Ahora comprendo un poco más la reacción que tuve cuando falleció mi esposa Sofía, pues todo el mundo esperaba que un gran enfado me invadiera, junto a la sorpresa por acabar de enterarme que era un cornudo redomado, yo lo que mostraba exteriormente era un gran sufrimiento por la pérdida de mi esposa, la lloré mucho tiempo y todavía la sigo amando en el fondo de mi corazón. Para nada influyó en mi pesar las afrentas que ella me estaba haciendo acostándose con esos tres hombres. Ojalá me hubiese enterado a tiempo para tratar de convencerla que aquello que hacía no estaba bien, no debía de engañarme y yo le habría ayudado incluso para que pudiera desahogar sus necesidades sexuales. Si ella no tenía bastante conmigo, seguro que era porque no terminaba de darle lo que su cuerpo necesitaba. Sin embargo, tenía muy claro que ella me amaba por encima de todo y que esos devaneos se producían con personas a las que jamás llegaría a amar.
Ahora siento que la historia se repite, que soy una persona que no da la talla con las mujeres y si esto ocurría cuando vivía mi esposa, con Carmen estaba pasando lo mismo. Sé que ella me quiere, pero necesita a Richard, Agustín, Marcelo, Félix y Basti para satisfacer sus necesidades sexuales. ¿Y qué hago yo? Facilitarle sus encuentros con todos ellos excitándome al mismo tiempo esa tarea. ¿Cornudo? Seguro que sí, ¿Que más pruebas necesito? Eso sí, me pongo muy digno poniéndole líneas rojas insalvables para ser un cornudo respetable. De verdad que hay veces que pienso en mandarlo todo a la puta mierda, cortar todo eso, casarme con Carmen y comenzar una vida nueva de lo más normal del mundo.
Encima, parece que últimamente me ponen también los tíos, algo que nunca me había planteado, pero desde que estoy con Carmen no dejo de probar todo lo que ella me ofrece y ya me he morreado con Basti, incluso le llegué a dar por el culo. Ahora me está haciendo avanzar con Agustín, al que llegué a pajear el otro día y parece que quiere que avance mucho más con su novio, al que estamos esperando para ofrecerle una buena comida y disposición para que disfrute del cuerpo de mi novia y como ya he dicho, algo del mío… joder, pues me estoy empalmando solo de pensarlo. De momento dejaré transcurrir mi vida por estos nuevos derroteros, procurando al menos obtener los mayores placeres posibles y para eso ya voy perdiendo la vergüenza después de hablarlo con Carmen. Por tanto estoy dispuesto a disfrutar de todo tipo de sexo hasta que haya algo que me haga dar marcha atrás.
Mención aparte debo hacer de la decisión también de mi novia, para convertirme en el padre biológico del bebé que necesitan mis amigos Félix y Marta. Por lo menos en este asunto actúo como heterosexual inseminador y menuda mañana pasé con la espectacular Marta. El fin era engendrar ese hijo que ellos tanto desean, pero la verdad que en esos momentos ni ella ni yo pensábamos en otra cosa que no fuera follar como demonios. Para mí que, si entonces estaba en su momento oportuno, seguro que la dejé embarazada, sin embargo, ya tengo cita para seguir con la tarea de dos a tres veces por semana.
Con esas cábalas estaba cuando sonó el timbre de la casa. Había llegado Richard el que fuera novio de Carmen y venía a follarla hasta las cinco de la tarde. Ella me había dicho que estaba muy ilusionada por tener a sus dos últimos novios enfrascados en darle placer, que en la vida pensaba que eso podría ocurrir, pero bueno, si mi novia estaba contenta, por qué no iba a estarlo yo.
En esos momentos me encontraba en la terraza regando unas cuantas macetas con las que Carmen quiso embellecerla, por lo que fue ella la que acudió a abrirle la puerta, pero yo me hice un poco el loco y seguí con mi tarea hasta que se asomó a la puerta de la terraza para advertirme que su novio había llegado.
-Cariño, ya está aquí Richard, -me dijo-, deja eso y ven a saludarlo.
Dejé la regadera en su lugar y me dirigí a la puerta de la terraza que se comunicaba directamente con el salón. Allí estaban los dos muy risueños seguramente pensando en los polvos que les esperaban. Esta vez no tuve ningún reparo en saludarlo cordialmente, si bien, con cierto recelo por si me soltaba alguna de sus impertinencias y se llevaba una leche que le cortaría todo el rollo. Pero no hizo falta porque me tendió la mano con la misma cordialidad que yo le ofrecía la mía acercándome a él.
-¿Qué tal Richard?
-Bien, contento por pasar el domingo con vosotros, -me respondió, dirigiendo su mirada a Carmen a la que le dio un buen repaso-, la pena es que me tengo que marchar más pronto de lo que me gustaría.
-Sí, una pena, habrá que aprovechar bien el tiempo. En una hora estará lista la paella, será mejor mientras tanto que te pongas cómodo. -Le estaba diciendo esto y ya le cogía mi novia la mano para llevarlo a nuestro dormitorio.
Yo le hice un gesto para que supieran que me iba a la cocina y ellos ya se perdían por el pasillo. En menos de cinco minutos entraban en la cocina, ambos vestidos de forma indecente, vamos con una camiseta cada uno y él con un slip y ella con el tanga más pequeño de su colección, solo al verlo de refilón ya sabía cual era. No tuve reparos en echarle una mirada al slip para apreciar una polla morcillona dibujada en él, digamos que de un tamaño que parecía iba a ser normal. La camiseta de Carmen era de corte bajo en los laterales, por lo que tenía bastante teta al aire y si se inclinaba un poco y la veías desde atrás, podrías apreciar prácticamente los pezones. Estaba buenísima la cabrona y su novio no dejaba de mirarla de la forma que acabo de describir.
-Cielo, deja que me haga cargo de esto y ve a cambiarte tú también. -Me dijo ella.
-Oye Julián, menuda casa tienes tío, -me dijo cuando me disponía a marcharme-, me la ha estado enseñando Carmen, muy chula.
-Me alegro que te guste, bueno voy a cambiarme.
No salía de mi asombro de verlos allí en tan poco tiempo y encima hasta le había enseñado la casa, por lo que poco pudieron hacer en esos minutos, a pesar de que se lo puse muy fácil a los dos para que echaran su primer polvo. En cierto modo me desilusionó, pues esperaba que ella regresara toda llena de leche, cumpliendo la promesa que me hizo la noche anterior.
Cuando volví a la cocina con mi camiseta y mi bóxer por toda vestimenta, ellos estaban charlando sobre el arroz que mi novia estaba preparando.
-¿Has visto como huele? -le decía ella.
-Joder tía, ¿Le queda mucho? -Le respondía él.
-Bueno ya estoy aquí con vosotros, -les interrumpí tan interesante charla-, ¿Qué tal? -Le dije a mi novia abrazándola desde atrás para darle un beso en la nuca-, anda, deja que siga yo.
Ella me entregó la paleta y se acercó a su novio en el que apoyó su espalda sin dejar de mirarme con una sonrisa pícara en la cara. De inmediato echó sus brazos hacia atrás para rodear la cintura de él, que entendiendo lo que ella deseaba, no dudó en arrimarse todo lo que pudo a su trasero. Luego retrocedieron lo suficiente para que él se pudiera apoyar en la mesa de la cocina, eso sí, apretándose los dos más que antes. Los besos en su espalda no se hicieron esperar, notándose perfectamente que estaban más que compenetrados por tanto tiempo como vivieron juntos. Las manos de él acariciaban su culo primero por encima de la camiseta, pero luego la izó hasta dejarle los glúteos al descubierto. Ella metió su mano por la cintura del slip y colocó su polla en vertical, haciendo que asomara el glande por arriba muy brevemente, porque enseguida volvió a apretarse contra él. Por inercia yo también me coloqué la polla hacia arriba y aproveché para sobármela un poco.
En eso Richard subió su mano derecha por el costado y sin ninguna dificultad desplazó el lateral de la camiseta hacia el centro de su pecho, dejándole la teta al aire. Ahora su mano sostenía esa teta desde abajo como sopesándola y enseguida comenzó a sobarla con más decisión, como si lo estuviera deseando desde hacía cinco años. Su mano izquierda abandonó su nalga y fue a parar a su entrepierna haciendo que casi la perdiera de vista, pero estaba claro que con su dedo corazón le marcaba la raja en el mini tanga. Ella volvió la cara para darse un leve pico con él, terminando por echar su pelo hacia atrás, dejándolo caer por la espalda de su novio antes de apoyar la cabeza en el hombro de su amante.
Tuve que volverme sin más remedio para darle unas vueltas al arroz no fuera a ser que se pegara. Antes de volverme Carmen ya estaba a mi lado observando si todo iba bien.
-No dejes de moverlo y échale un poco más de agua, cielo. Vente aquí. -le dijo a su novio.
Pero antes de que él llegara se quitó el tanga y lo desplazó de una patada. Entonces volví a observar la familiaridad con la que hacían aquellos movimientos y antes de pegarse a ella nuevamente se quitó también el slip para quedar los dos libres de trabas en sus bajos. Cuando llevaban un par de minutos morreándose a medio metro de mí, él bajó su mano para atrapar la pierna de mi novia hasta alzarla por encima de la cintura. Su polla buscaba colarse en su coño, pero no se veía bien al tener los dos las camisetas puestas.
-Espera Richard, -le pidió ella-, así no nos puede ver Julián, será mejor que nos desnudemos los tres.
Así lo hicimos y fue entonces cuando por fin pude ver sin tapujos la polla de mi adversario. No estaba mal y era más que suficiente para proporcionarle unos buenos orgasmos a mi novia, si sabía usarla adecuadamente. De todos modos, quedaba clara la diferencia en tamaño con la mía que tendría tres o cuatro centímetros más de larga y algo también más de grosor. Entonces ella toda emocionada o excitada que vaya usted a saber, se hincó de rodillas y comenzó a jugar con nuestras vergas, sin dejar de rozar la una con la otra, sobre todo cuando intentaba meterlas a la vez en su boca.
-Carmen, cielo, -le dije con una sonrisa-, que no puedo dejar de ver cómo va la paella.
-Es verdad, -se dirigió ahora a los dos poniendo cara de pena-, déjame que termine de hacerla que ya no le queda casi nada.
Entonces se puso de pie y nos abandonó como si de dos babuchas se tratara, quitándome la paleta de la mano para darle los últimos retoques.
-Ve preparando la mesa que a esto no le queda ni cinco minutos, -me dijo-, y tú ve con él que me distraes.
Richard prefería cerveza con el arroz, así que dispuse tres cervezas muy fresquitas y nos fuimos al salón a preparar la mesa. Era un número vernos a nosotros mismos con las pollas casi erectas, colocando el mantel, las servilletas y los cubiertos. Luego fuimos a la cocina a recoger unas cigalas y unas conchas finas, el pan y unas aceitunas. En la vida iba a comer el mamón éste como ese día lo iba a hacer en nuestra casa. Entonces nos sentamos los dos en el sofá a la espera de que apareciera Carmen con la paella.
-Joder tío, tu polla es como la de Agustín, -me dijo con algo de envidia-, menos mal que mi jefe la tiene más pequeña que yo.
Éste último comentario se me quedó dando vueltas por mi cabeza. No sabía por qué lo había dicho, aunque me pareció que deseaba que le preguntara sobre el tema.
-¿También haces cosas con tu jefe? -Terminé por preguntarle.
-Es muy posesivo en su manera de ser y le gusta más una polla que una olla, -me decía con su verborrea algo ordinaria-, y como me favorece en el alquiler del apartamento donde vivo y bueno, ya sabes, me deja las llaves del otro cuando las necesito, no tengo más remedio que darle por el culo de vez en cuando. Eso lo hacemos cuando cerramos el pub, en un sofá cama que tiene en el almacén.
No entendía por qué me daba toda esa información sin venir mucho a cuento, pero Carmen hacía su entrada en el salón portando la paellera en sus manos protegidas con manoplas de cocina. Luego la dejó en el salvamanteles que yo había colocado en el centro de la mesa.
-¿Cómo es eso de que le das por el culo a tu jefe? -Le preguntó a su novio cuando se volvió hacia nosotros.
-Ya os digo que solo es de vez en cuando, buena es Julia para que yo llegue muchos días descargado. -Le respondió.
-¿Y ya está? Seguro que él también se desahogará ¿No? -Le decía mientras nos acercábamos a la mesa para sentarnos, vestidos nuevamente con la ropa de antes.
-Normalmente se conforma con una paja, pero otras no tengo más remedio que dejarle que me la meta, es muy pequeña y además no dura nada.
-¿Y con Agustín también? -Le volvió a preguntar ella.
-Con él solo pajas. Cualquiera se mete ese pollón por el culo.
-Pues a mí me la ha metido y no pasa nada, Julián me lo hace cada vez que nos apetece y ya ves que es casi igual que la de tu amigo. Oyeeee… que te estás empalmando. ¿Quieres que mi novio lo intente?
-No Carmen, hoy vengo a estar contigo, otro día quizás si se da el caso.
Mientras se desarrollaba esta conversación mi novia iba sirviendo la paella en nuestros platos. Después brindamos los tres con nuestros vasos de cerveza y nos dispusimos a dar buena cuenta de ella.
-Deliciosa Carmen, joder, está buenísima. Diría que hasta has mejorado comparándola con las que me hacías cuando vivíamos juntos. Perdona Julián, no quería hablar de eso, pero no tengo más remedio que deciros que el que salió perdiendo con nuestra separación, fui yo, pero en todos los sentidos.
-Vale hombre, pásame la bandeja de cigalas, anda. -Le dije para que se relajara.
-Por cierto, ¿Has llevado a más chicas al apartamento de tu jefe?
-Solo un día fui con él y una amiga suya que al parecer quería algo más de verga que la que él le daba. Desde que te vio las dos veces que fuiste al pub, no para de decirme que él también quiere estar contigo y que lo arreglemos para vernos en el apartamento un día de éstos, pero que vaya, que no, que yo le digo que es imposible y le doy largas, ¡Eh!
-¿Qué edad tiene y cómo es? -Le preguntó ella.
-No sé, nunca se lo he preguntado, pero andará por los 55 más o menos y está gordo. -Le respondió.
-Pues nada, sigue follándotelo porque yo no piso más ese picadero.
-Me podrías hacer ese favor, aunque sea solo un día, él se corre en dos minutos y ya está listo. -En menos de media hora vas y vienes. Te podría acercar Julián ¿No?
-Que no, Richard, no voy a ir a que ese tipo me folle sin más. Vamos, ni loca. Además, si estás tú no me dejarías regresar en media hora como dices.
Richard me miró como pidiendo mi ayuda, sin embargo, no dije nada y el tema de momento se quedó ahí. Luego llevamos todos los platos a la cocina y yo me ofrecí a Carmen para limpiarlos.
-Iros vosotros, que a Richard no le queda mucho tiempo, yo me encargo del lavavajillas. -Les dije y ellos se fueron cogidos de la mano.
-No tardes mucho y vente enseguida con nosotros. -Me dijo ella cuando ya caminaban hacia nuestro dormitorio.
Hice mi tarea sin prisas, aunque tampoco quería retrasarme demasiado a pesar de que el cuerpo me pedía que les dejara algo más de tiempo solos. La polla la tenía como un palo sin dejar de gotear líquidos preseminales, claramente estaba muy caliente y no lo quise prolongar más, así que me fui en busca de ellos sabiendo que mi novia no me iba a dejar salir ileso esa tarde.
Ellos estaban todavía en los preliminares según pude entender, al menos no vi ningún semen en el cuerpo de Carmen. Ella me miró a los ojos haciéndome ver lo excitada que estaba con el cabrón de su novio chupándole el clítoris, para lo que mi novia le abría las piernas lo máximo que podía. Estaba a punto de correrse y no sé si fue por el morbo de verme allí mientras su novio anterior se afanaba en su lamida, que me tendió su mano izquierda para que se la apretara con la mía y enseguida sus gemidos se hicieron más fuertes.
-Aaahhh… sigue cariño, no pares… aaaggg… uhmmm… me corrooo… aaahhh…
Entendí que eso de “cariño” entraba dentro de su costumbre en el trato con personas que le caen bien, además que en momentos como ese suelen estar permitidos todos esos calificativos, faltaría más y vaya si se corrió bien, pues los dedos de la mano me los iba a triturar del apretón que me dio en ellos. Tampoco es que tardara mucho en recuperarse compartiendo unos besos con él cuando se subió a su altura, quedando encima de ella.
-Joder, qué gusto me has dado, guapetón, -le dijo en un receso que hicieron, ponte el preservativo que necesito que me folles ya.
-Anda, pues la caja de condones las he dejado en el salón, ¿Me la puedes traer? -Me pidió el muy cabrón y llegué a pensar que le iba a traer los condones para usarlos con mi novia precisamente. Me lo cuentan un mes antes y no me lo creo, vamos.
Cuando volví ya traía uno de ellos en la mano para dárselo y dejé la cajita en la mesita de noche por si la necesitaba más adelante. No tardó ni dos segundos en ponérselo y un momento después ya se la había clavado hasta las pelotas. No quise intervenir en esos momentos y me senté al borde de la cama sin dejar de observarlos. La estaba follando viendo cómo ella se retorcía de placer con los ojos cerrados y me hizo gracia ver como su mano rastreaba el colchón buscando mi cuerpo, sin dar conmigo por estar más retirado de lo que ella suponía. Cuando él dejó de morrearla, irguió un poco la cabeza para cerciorarse que estaba allí con ellos y luego volvió a reposarla en la almohada olvidándose de mí y centrándose en disfrutar a tope las penetraciones que le estaba dando su novio, o su ex, que para mí es lo mismo y más aún después de lo que le estaba metiendo el cabrón éste a la que fue su novia.
Lo que no pensaba es que el tío estaba buscando su orgasmo, sin tener en cuenta si ella se corría o no, será mamón, entonces sí que tuve que intervenir para remediar aquello, metiendo mi mano entre sus cuerpos para darle a tope en la matraca, o sea, en el clítoris de mi novia pudiendo al fin conseguir mi objetivo.
-Aaaggg… no pares cielo… -creo que en este caso el “cielo” iba para mí-, aaahhh… ah, que gustooo… uhmmm…
Ella estaba retorciéndose de placer y él estaba llegando a su orgasmo en esos momentos.
-¿Dónde te lo echo? -Le preguntaba mientras a toda prisa se quitaba el condón.
Ella me miró con un gesto de súplica y yo sabía lo que me estaba pidiendo, no era un buen momento para entrar en un debate, sino que tenía que tomar una decisión inmediata, así que sin dudarlo más, me acerqué a él y me metí el cipote en la boca apretando mis labios alrededor suyo para que no hubiese escape alguno. Enseguida me llegó el primer lechazo que lo pude detener colocando mi lengua como si fuese un parapeto, después me llegaron tres más, el último muy débil y aunque esperé por si salía algo más, esto no ocurrió y terminé por sacármela de la boca para darle un beso de intercambio a mi novia, hasta que no quedó nada que intercambiar. Luego nos incorporamos los dos hasta quedar sentados en la cama, viendo como Richard se recostaba al otro lado de ella con el antebrazo tapándose el rostro, resoplando aún del gustazo que se acababa de llevar. Ella terminó de bajarse de la cama para dirigirse al baño y yo me fui con ella.
-¿Qué tal todo? -Le pregunté después de cerrar la puerta.
-Genial, no sabes el morbo que me da veros a los dos juntos, es una pasada. -Me decía mientras seleccionaba un gel lubricante anal, que yo conocía perfectamente.
-¿Le has advertido que se porte bien? -Le pregunté porque era muy raro que el capullo ese no soltase una de las suyas en todo el tiempo que llevaba con nosotros.
-Sí, en cuanto lo traje al dormitorio cuando llegó. Aunque también creo que está en uno de sus días buenos, ya te dije que hay veces que tiene un comportamiento muy cariñoso, hasta que se le ahúma el pescado y se comporta como un gilipollas.
-¿Y ese gel? -Le pregunté, temiéndome lo peor.
-Es para vosotros, bueno para él, ¿No has visto el tapón anal que lleva puesto?
-No, que va, ¿Cómo se lo voy a ver? -le respondí.
-Le he pedido que haga al menos un intento contigo, si no le entra, lo dejamos y no pasa nada.
-¿Y si le entra? -Le requerí cuál era la otra alternativa.
-Pues tendré que ir un día a echar esa media hora con su jefe, siempre que tú no te opongas. Estaría yo sola y después te contaría lo que pase allí.
-Joder Carmen, mi vida, ya te dije que no quiero que vayas zorreando por ahí con otros tíos, sí cielo, no me mires así, ¿O es que eso no es zorrear? Joder, cielo, que si vas allí es para follar con ese viejo gordo.
-Es solo un rato, amor mío, luego vengo y te cuento cómo lo he dejado desmadejado tirado en el sofá cama. Ese no me va a querer ver en diez años, -me respondió con una sonrisa, luego se puso seria antes de continuar hablándome-, de todas formas, si no lo quieres intentar, tampoco tendré que ir con ese viejo.
-¿Cómo es que habéis llegado a ese acuerdo entre vosotros? -Le pregunté.
-Porque me ha estado insistiendo en que le haga ese favor, así que para ver cómo te lo follas, le he hecho esa propuesta. Si se deja follar por ti hasta que te corras en su culo, me acostaré con su jefe, si no es capaz de soportarlo, no voy.
-Con razón ibais tan retrasado cuando regresé de la cocina. De todas formas, prométeme que solo irías una sola vez, no quiero que ese viejo te folle más veces.
-Eso dalo por seguro, ese cabrón solo me va a follar una sola vez. Y vamos a ver a Richard que vaya si te pone la idea de follártelo, la tienes más tiesa que nunca.