ALMUTAMID

Cuando Viqui y Mikel regresaron del “baño nocturno” en la playa nos encontraron dormidos en la butaca abrazados. Nos despertaron y volvimos a caer rendidos en la cama pero mucho más calentitos.

La mañana siguiente la gastamos básicamente en dormir con algo de resaca. Alba había cogido frío y andaba estornudando a cada poco mientras que Viqui y Mikel andaban todo el tiempo con carantoñas. Tan mimoso que pregunté a Mikel si le había dicho a Viqui lo del traslado confirmándome que aún no. Por lo que la causa sería otra.

Al mediodía nos invitaban a comer lo padres de Mikel. Si la cena de bienvenida había sido copiosa el almuerzo fue de empacho. No entiendo como pueden comer tanto sin engordar. Su metabolismo debe ser distinto. Quizá el nublado permanente genere una necesidad mayor de nutrientes porque yo por más que lo intenté fui incapaz de terminar todo lo que me ponían a pesar de que yo no repetía como Mikel y u su padre.

El ambiente fue agradable y la madre de Mikel incluso se mostró cariñosa con Viqui y más cuando Mikel les avisó de que su novia se quedaba hasta el final de sus vacaciones. Por la tarde queríamos hacer el equipaje y descansar en el caserío. Por supuesto agradecimos a Mikel el trato, el alojamiento y su buena atención, pero él respondió que poco es para como lo acogimos nosotros en la ciudad mientras su novio orgulloso le acariciaba la espalda.

Tras cenar bastante liviano por el empacho del almuerzo nos quedamos un rato charlando en el porche disfrutando del silencio del monte. No hablamos de nada trascendente aunque yo sospechaba que podía serlo pero Mikel no dijo nada de su traslado.

Por la mañana tras desayunar nos despedimos de nuestros amigos hasta una semana más tarde deseándoles que pasarán unos buenos días y ellos a nosotros un buen viaje. Arrancamos el coche tras subir el equipaje al maletero y Alba y yo nos alejamos del caserío con cierta nostalgia por doble motivo. Lo habíamos pasado bien y cuando volviéramos nos tendríamos que separar pues sus padres ya estarían en casa.

Nuestra convivencia era buena. No peleábamos, nos poníamos de acuerdo en los planes, no nos aburríamos juntos y el sexo fluía. Todo era como tenía que ser en una pareja. Esta vez Alba y yo nos turnamos al conducir llegando ya de noche a la ciudad donde sus padres nos esperaban para cenar. Encantados de escuchar las historias del viaje de su hija en la mesa y agradecidos por “cuidarla” tan bien.

Durante el viaje habíamos planeado aprovechar los días que teníamos libre en el puente de agosto para poder estar juntos. Al final decidimos irnos a la playa aunque estuvieran mis padres. Además ese puente estarían cerca de nosotros Pablo y Leyre y así saldríamos también con nuestros amigos.

Dormir solo en mi cama se me hizo difícil. Además a lo tonto, y a pesar de la mamada última que me había hecho llevábamos unos cuantos días sin follar y con el buen ritmo que habíamos llevado las semanas anteriores ya lo echaba en falta. No me cansaba de hacerlo con Alba aunque pudiéramos ser poco imaginativos, pero aunque pareciera mentira en realidad aún estábamos conociendo nuestros cuerpos. Especialmente ella pues no tenía ninguna experiencia en una relación con sexo normalizado.

El viernes por la mañana temprano nos fuimos a ver la procesión de la patrona de la ciudad cumpliendo con la tradición y nada más terminar recogimos el equipaje para el fin de semana y nos fuimos con el consiguiente atasco a la playa donde nos esperaban mis padres que ya llevaban varias semanas allí. Mi madre estaba encantada de recibirnos, especialmente a Alba. Nos tocó contar de nuevo los pormenores del viaje pero lo mejor es que mi madre nos había dejado el dormitorio preparado. Alba no puso reparos a dormir juntos cuando pegué las dos camas. Pero eso no significó que hubiera sexo pues cuando por la noche la busqué se negó en redondo pensando que mis padres pudieran oirnos.

Me tocó resignarme aunque en el País Vasco me temía lo mismo y al final fue su chochito algo inflamado el que nos impidió poder follar pero no que mi chica me regalara una mamada con final feliz.

Pero ahora los vecinos eran mis padres y no nuestros amigos. Y los remilgos de Alba seguían estando ahí.

Y así estuvo los tres días en la playa con el agravante de dormir con ella y verla cambiarse delante de mí. Cuando el sábado al volver de la playa se quitó el bikini mojado para ponerse algo seco y me lancé a por sus tetas me rechazó enfadada. Yo no me enfadé desde luego sino que me lo tomé casi a broma, pero ella estaba bastante sofocada. “¿Cómo se me podía ocurrir meterle mano justo antes de sentarnos a comer con mis padres esperando?”

La solución que se me ocurrió fue con la excusa del tráfico volvernos a la ciudad el domingo después de comer de modo que tuviéramos un par de horas mi casa libre. Ni se lo dije a Alba pero ella no puso reparos supongo que por no poner en duda mis decisiones delante de mis padres.

Había bastante tráfico pero no el suficiente como para retrasar demasiado la llegada. Como mis padres ya se venían de la playa esa noche me habían dejado bultos para llevar a casa, otra excusa perfecta para que Alba subiera conmigo. Nada más entrar en la casa le pregunté:

-¿A qué hora te esperan tus padres?

-No los he avisado todavía, ¿por qué?

-Porque tenemos tiempo…-respondí tomándola por la cintura con las dos manos para pegar nuestros cuerpos.

-¿Por eso tenías tanta prisa?- preguntó con una sonrisa pícara.

-Me falta el tiempo para tenerte…

-¿Sabes una cosa?- me dijo cogiéndome la cara con las manos.

-Dime, princesa.

-Que yo también tenía ganas…

El beso largo y con mucha lengua fue el preludio a que la cogiera en brazos entre risas para llevarla a mi cama. Me quité camiseta y bermudas casi rompiéndolas y me lancé a besarla de nuevo. Ella misma se quitó su top y el sujetador diciéndome:

-¿Ayer mi lindo quería tetitas? Pues ahora te voy a dar tetita…

No os podéis imaginar el bulto que marcaban mis calzoncillos y cómo me lancé a por los hermosos pechos de mi chica lamiendo y chupando como si no hubiera otra oportunidad entre gemiditos y respiraciones profundas de mi novia. Cuando colé mi mano en sus bragas estaba empapada y fue ella misma la que me dijo que estaba deseando que se la metiera.

Para tener margen de tiempo íbamos volados con las ganas. Pues en 3 minutos ya tenía el condón puesto y me colocaba entre las piernas de mi chica penetrándola despacio hasta conseguir clavar todo mi nabo en su coño. No ocultó las sensaciones que le generaba sentirme dentro de ella entre bufidos cerrando los ojos. Estábamos muy encendidos y yo empecé a darle caña consiguiendo que mi chica consiguiera llegar al orgasmo en apenas 10 minutos. La forma como acariciaba mi espalda, mi costado o apretaba mis nalgas constataban su deseo.

Pero ambos queríamos más y sin ponerme problemas la puse a cuatro bombeándola desde atrás mientras agarraba su pechos para pasar después a cogerla por la cintura y empezar a penetrarla con mayor ritmo. No fue un polvo precisamente relajado. Seguros de que nadie nos oía no ocultamos la expresión de nuestro placer regalándole mi novia toda su lista de diferentes tipos de gemiditos mientras yo me enardecía alabando sus tetas y su culo contra el que yo golpeaba mi pubis sin parar.

Intentaba que el recorrido de mi churra dentro de su cueva fuese lo más prolongado posible de modo que mi polla casi llegaba a salirse para volver a entrar. Ojalá no hubiera usado condón para sentir toda la longitud y la humedad de su coño directamente sobre mi piel, pero aún así yo era consciente de que iba a derramar me sin problemas, sin que mi chica tuviera que ayudarme con sus manos o su boca. Y más cuando ella apoyando la cara en la almohada libero una de sus manos para acariciar mis pelotas pode debajo de sus piernas. Era la primera la vez que lo hacía y evidentemente buscaba acelerar mi placer.

La novedad es que yo venía tan caliente que me corrí sin remisión clavándole la polla en toda su longitud lo más adentro que podía mientras mi semen llenaba el saquito del condón entre alaridos de placer que mi chica recibió tensándose con la cabeza hacia atrás hasta descolgarla entre temblores en sus piernas.

Un polvazo en toda regla que nos dejó sudorosos, pues además se me había olvidado encender el aire acondicionado, y satisfechos tendidos sobre la cama. El resto fue, aparte de quitarme el condón, abrazarnos entre caricias y mimos de complicidad. Nos habíamos quitado la espinita. Además tras las típicas muestras de cariño con frases de complicidad nos quedamos abrazados en silencio. Hay veces que los cuerpos comunican más que las palabras. A Alba le gustaba escuchar el latido de mi corazón con la oreja en mi pecho mientras me acariciaba con la mano notando como su latido iba progresivamente serenándose, relajándose tras el esfuerzo de dirigir mis músculos en la tarea de penetrarla. Así ambos nos quedamos disfrutando de nuestra compañía y nada más.

El problema fue que nos relajamos tanto que perdimos la noción del tiempo. Y aunque era de día aún, tendidos todavía desnudo en la cama oímos la puerta de la casa abrirse y a mi madre decir:

-¡Luis ya estamos en casa!

El brinco de mi novia buscando su ropa mientras yo me ponía unos calzoncillos y las bermudas corriendo para salir a ver a mi madre que decía:

-¿Pero Alba está aquí? Esta es su mochila. Niño, no has recogido nada. Mira que eres desastre…

Al fin salí sin saber qué decir y despeinado y mi madre me dijo:

-Pero ¿te has dormido?

En ese momento apareció Alba muerta de vergüenza vestida pero algo despeinada diciendo que ya se iba. Pero justo también en ese momento apareció mi padre por la puerta tras meter el coche en el garaje con una maleta.

-No…-dijo mi madre entonces-¿no estaríais?…

-Voy a acompañar a Alba a su casa—salí al quite cogiendo la mochila de mi novia.

-Ay,hijos- respondió mi madre- cuanto lo siento haberos incomodado.

En silencio y casi sin levantar la mirada del suelo Alba se despidió con la mano dando las gracias a mi madre (aún no sé qué gracias daba) y salimos a la calle. La bronca que me cayó sin tener culpa de nada fruto de su nerviosismo fue exagerada. Lo ocurrido no tenía la mínima importancia pues mis padres sabían de sobra que Alba y yo nos acostábamos pero para mí novia que lo dieran por hecho no era un problema, que lo comprobaran sí. La educación recibida pesaba demasiado sobre ella y ahora yo temía sufrir las consecuencias del mal rato que había pasado. ¿Y cuáles serían esas consecuencias?

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