KERANOS

-Me ha contado Elena que tenéis una nueva inquilina.
-Eh… Sí. Así es.
-Su hermanita, ¿no? Me ha enseñado una foto de ella. Se parecen bastante, ¿verdad?
-Pues sí, supongo.
-Pero se parecen más de lo normal. Es que esa chica es como Elena, pero en morena y con el pelo largo.
-Sí, sí -dije pensando que ojalá se parecieran más, y no en el físico.
-A ver si te vas a confundir y vas a besar a quien no debes… O hacer algo más…

Me quedé un poco parado cuando me dijo eso. De nuevo me daba la sensación de que sabía mi historia con Noelia, pero no podía ser. Era imposible. Me cansé un poco de la situación y tal vez condicionado por mi estado de ánimo por el cambio tan repentino en nuestra vida, le salté de la siguiente manera.

-Yolanda, ¿me quieres decir algo?
-¿A qué te refieres?
-No sé… El otro día en tu casa y ahora con esto… Parece que tienes algo en mente sobre mí y que no es agradable precisamente.
-Mmm, no sé de qué me hablas. ¿Qué crees que estoy pensando, chico?
-No lo sé. Te lo pregunto yo a ti. Solo te digo la sensación que tengo.
-Bueno, solo te pido que tengas cuidado. Elena me ha comentado alguna que otra cosa sobre tus amiguitas y sería una pena que le volviera a pasar lo mismo después de lo que vivió con su ex. Además de lo que les pasó a sus padres, ¿no te parece? Fíjate tú, a su madre sí que se parece mucho más. Parecen gemelas.

Me quedé en silencio intentando encajar las palabras que me había dicho mientras me calmaba para no mandarla a la mierda por decirme eso de aquella manera. Y así permanecí, en silencio hasta que llegamos a su casa, aunque tampoco es que fuera mucho tiempo por la cercanía de ésta. Cuando llegamos me dio las gracias por haberla llevado, despidiéndose alegremente de mí. De vuelta a casa iba que parecía un robot por estar aún medio en shock por lo que me acaba de decir Yolanda. Y la verdad es que de lo que tenía ganas en ese momento era de regresar a casa, pero a la de mis padres. Quería estar con Elena, pero el peso de esas dos losas llamadas Noelia y Yolanda ya empezaba a ser demasiado grande. Para mi suerte, al llegar a casa todo iba bien. Todo estaba listo, así que nos sentamos a comer sin que pasara nada extraño.

En la comida, Noelia se limitó a contarnos cómo había ido a la universidad, viéndolo todo bien y preguntado a los que trabajan ahí varias cosas que nos iba contando, pero dijo que no llegó a ver a ningún estudiante, al menos de su grado. Elena me preguntó a mí sobre mi mañana, explicándole como había estado trabajando y demás, interviniendo Noelia diciendo lo concentrado que estaba mientras lo hacía. Al menos me dio un respiro y no se puso en plan provocadora. Luego le pregunté a Elena cómo le había ido a ella, diciéndome que bien, con alguna cosa nueva y alguna más por venir. Me preguntaba si esa cosa nueva era el contarle a Yolanda absolutamente toda su vida, pero lo deseché rápidamente para no estar amargado el poco rato que iba a estar con ella.

El resto de la comida fue tal cual, así con ese buen rollo por parte de todos. Cómo se notaba cuando Elena estaba presente y cuando no, sobre todo en mí. Cuando acabamos, recogimos y nos sentamos en el sofá, yéndose Noelia a un sillón. Nos quedamos viendo la tele y le dije a Elena que se llevara el coche para ir a trabajar. A ella le extrañó, preguntándome por qué. Le di una excusa que tenía que ver con el trabajo, diciéndole que estaba liado y que quería acabar lo que había empezado por la mañana o algo por el estilo. Ella aceptó y nos quedamos un rato más ahí hasta que se levantó para prepararse e irse. No me apetecía nada verle la cara a su amiga, la cual veía cada vez más similar a la de una víbora. Así, si necesitaba que alguien la llevara de vuelta a casa cuando salieran, que fuera Elena, que la aguantaba bien. Nos dimos un beso para despedirnos y se fue. Noelia me preguntó acerca de lo de que se llevara mi coche. Le volví a decir las mismas palabras que le dije a Elena y me fui a trabajar, pidiéndole que no me molestara. Para asegurarme de que no me molestaba, eché el pestillo de la puerta, aunque no apareció por ahí en toda la tarde, cosa que era bastante de agradecer. Al menos Noelia no me estaba dando por culo, aunque bastante me había dado Yolanda por ese día para los escasos 10 minutos que nos vimos.

Al final pude hacer bastante, quitándome bastante material, llegando a cubrir incluso un día más de lo que tenía previsto. A eso de las 9 de la noche apareció Elena por la puerta, preguntando por mí. Abrí la puerta y salí. Me dio un beso más grande que el que me dio cuando fui a recogerla al mediodía. Me sonrió cuando se despegó de mí, mirándome el paquete después, lanzando una risita juguetona. Yo me reí también, imaginando lo que quería, aunque no sabía si con Noelia por ahí… Pero la verdad es que me apetecía bastante después de tanto estrés y no por tema laboral precisamente. Fuimos a preparar la cena entre los dos, apareciendo Noelia, preguntado si podía ayudar en algo. Elena le dijo que no mientras le sonreía y se fue al salón.

-Vaya, parece que mi hermana se ha tomado en serio nuestra charla. Me gusta.
-A ver lo que le dura…
-Venga, Javi. Sé un poco positivo. Todos tenemos que poner de nuestra parte…
-Elena, yo he puesto todo de mí para llevarme bien con ella y ya has visto de qué ha servido.
-Bueno, pues parece que no ha sido suficiente. Hay que tener paciencia, es una niña -dijo sacando un par de platos hasta el salón.

No, si hasta mi chica se ponía en mi contra diciéndome que no había hecho suficiente para que la cosa con su hermana fuera mejor. En fin… Después de quedarme un poco parado por sus palabras, cogí el resto de la cena y la llevé al salón para que pudiéramos cenar. La cosa, de nuevo, fue mejor de lo que esperaba, hasta con Noelia dando las gracias por haber preparado la cena, diciendo que estaba muy bueno. Elena nos contaba detalles del trabajo mientras que Noelia también contaba algún que otro detalle de alguna asignatura, de cómo tenía que ir a recoger los libros…

Acabamos de cenar y lo recogimos todo, aunque yo poco hice porque Noelia fue la que acabó primero de cenar, empezando a recoger lo suyo, acabando con lo nuestro también. Después nos sentamos en el sofá para ver la tele mientras nos comíamos un helado, aunque Elena se levantó para llamar a alguien por teléfono. Le interrogué con un gesto y ella vocalizó «Laura» sin llegar a decirlo. Noelia se quedó conforme estaba y yo también. Ambos mirábamos la tele, aunque notaba como Noelia me miraba de vez en cuando, a diferencia de mí, que ni la miraba. También podía ver como miraba hacia fuera del salón, como si estuviera esperando a su hermana. Finalmente se levantó diciendo que iba al baño y se quedó un buen rato allí, porque no apareció. Me relajé un poco mientras seguía viendo la tele, hasta que apareció Noelia, llamándome con algo de preocupación. Me dijo que Elena parecía triste y que creía que me necesitaba. Me levanté rápidamente y fui en su busca, encontrándola en nuestra habitación. Me la encontré sentada en su sitio de la cama, con la luz de la mesita encendida. Cerré la puerta cuando entré y me senté a su lado.

-¿Qué te pasa, Elena?
-Nada. He hablado con Laura y me he disculpado…
-¿Y no te ha perdonado?
-Sí, sí. Si me ha dicho que fuiste a hablar con ella porque te la encontraste cuando saliste a coger eso al coche y que le explicaste un poco. Y ya pues le he explicado yo que bueno, que Irene es así. Hemos estado hablando un poco de eso y también le he dicho que es que soy un poco celosa. Y que por eso no me sentó bien en su día lo que pasó.
-Vale, ¿cuál es el problema entonces?
-Pues que le he dicho que la echo de menos. Y ella me ha dicho que me echa de menos también.
-¿Sí?
-Sí… Nos hemos puesto a hablar de esos años, de varias cosas que vivimos y pues nos hemos venido un poquito abajo…
-Vaya…
-Se ha puesto a llorar un poquito y ya pues también me he puesto yo a llorar. Ojalá poder vivir todo eso otra vez con ella. Es que… Ojalá volver a esos años, pero contigo en mi vida de esta manera.
-Venga, Elena. Ya está. No te pongas así ahora.
-Me ha dicho que le encantaría que nos viéramos más, pero es que ahora vive en su ciudad y está lejísimos de nosotros. La notaba hablándome con culpabilidad.
-¿Por?
-Por no poder vernos más de seguido. Seguro.
-Ay…
-Pero ya está. La vida es así y no se puede hacer nada -dijo retirándose las lágrimas de la cara.
-Elena, yo ojalá pudiera hacer algo, pero es que no se me ocurre nada.
-No te vayas nunca de mi lado. Con eso tengo más que suficiente.
-Elena, nunca te voy a dejar. Jamás.

Le di un beso para que no habláramos más. La veía afectada y quería darle cariño, por lo que me tumbé en la cama, llevándola conmigo para seguir besándonos y acariciando nuestros cuerpos. No sabía por qué, pero salió ese tema de que no me quería perder nunca. ¿Era un miedo real que tenía Elena? ¿O solo eran unas palabras que las decía por el momento? No lo sabía, pero no era la primera vez que me decía algo así. Y para ser justos, yo también lo había hecho. Y en mi experiencia, sí que llegaba a tener dudas por influencias externas a nosotros, aunque se me iba rápidamente de la cabeza una vez pasado el momento, pero no sabía si con ella ocurría lo mismo. Era algo que me ponía bastante nervioso, y como no estaba el horno para bollos, pues me dejé llevar, queriendo darle más cariño aún. Para ello me levanté de la cama y fui a echar el pestillo rápidamente, no quería sorpresitas desagradables. Regresé enseguida con ella para seguir besándolos, estando así un buen rato mientras nos metíamos mano. Mi polla se endurecía cada vez más por momentos mientras que ella empezaba ronronear. Estaba funcionando.

Miré la hora y vi que se estaba haciendo tarde, por lo que la puse boca arriba para quitarle la ropa poco a poco. La dejé en braguitas y me puse a darle besos por todo el cuerpo. Me hubiera gustado recrearme más, porque me lo pedía el cuerpo y a ella le encantaba cuando me ponía así, pero es que la pobre tenía que madrugar al día siguiente y seguramente hasta más de lo habitual al tener que darse una ducha después de cómo íbamos a acabar. Justo cuando le iba a bajar las braguitas me dijo:

-Mmm, qué bien. Me recuerda mucho a nuestra primera vez…

Me quedé medio embobado mirándola como sonría con sus ojos cerrados, poniendo una expresión de placer que me volvía loco al verla así, haciéndola más guapa aún si cabía.

-Mi vida, me encantaría hacerlo como aquella vez, pero es que es muy tarde y mañana tienes que madrugar… No quiero que estés zombi mañana.
-Hazme lo que quieras, cariño -dijo con una voz muy dulce.

Sin decir nada más le bajé las braguitas, tirándolas al suelo para comerle el coño, pero es que estaba tan ñoño al verla así, estándolo ella también que antes de eso le di varios besos por las caderas y por su pubis. Elena respondía con dulces soniditos de agrado mientras me acariciaba la cabeza.

-Me pasaría así toda la vida…
-Pues imagínate yo, que es la que siente más con esto…
-Bueno, eso es lo que tú dices.
-Jijijiji.

Pronto se le quitó esa risita cuando le pase la lengua por toda su rajita, transformándose en un sensual «Mmm…». Se lo comí durante unos minutos, llevando cuidado de que no se corriera, porque la quería follar. Paré justo cuando noté que se iba a correr por cómo se movía en la cama, sobre todo con sus piernas, como presionando con sus pies. Cuando me aparté de ella, Elena abrió sus ojos, algo desorientada para mirarme buscando una respuesta. Yo la esperaba con una sonrisa.

-Qué guapa estás ahora mismo.
-Mmm, ven aquí.

Me acerqué a ella, poniéndome sobre su cuerpo, aunque sin dejar caer mi peso sobre ella. Elena me agarró la cara con sus manos para darme un buen beso. Se derritió nada más empezó el beso, imaginando que era por saborear sus fluidos. Mientras me besaba, Elena me bajó los pantalones y los boxers para sacar mi polla y llevarla hasta su coñito. Se frotó un par de veces para humedecer mi glande con sus fluidos y mis babas y se la metió. Noté como exhaló el aire por su nariz con el glande metido en su coñito. Apartó sus manos de esa zona y las puso sobre mi espalda, metiéndolas por dentro de la camiseta. Como no me movía, las bajó hasta mi culo y lo empujó para que se la metiera más, dándome un azote después. Ambos nos reímos y empecé un ligero mete-saca, empezando a rozarme con sus paredes vaginales, pudiendo oírse ese sonido de chapoteo.

-Javi, estoy muy caliente. Voy a durar poco.
-Me de igual, Elena. Lo que quiero es que te sientas bien.

Elena lanzó un sonido de agrado de nuevo, de manera muy dulce y me volvió a besar. Efectivamente duró poco, porque en cuestión de 2 minutos empezó a temblar como ella hacía cuando se empezaba a correr. Sin embargo, esta vez no quería que parara, diciéndomelo expresamente mientras se abrazaba a mí con fuerza. Notaba como su cuerpo vibraba y como me apretaba ahí abajo con fuerza. Le pregunté si estaba segura y me respondió afirmativamente, poniendo unas de sus manos en mi nuca para apretarla. También me dijo que no parara hasta que ella me lo dijera. Así que me seguí follándola y viendo como estaba pues incluso con más ganas. Elena me mordió el hombro con fuerza para no hacer ruido, diciéndome antes que tenía muchas ganas de gritar. Mejor, así no nos escucharía Noelia, porque por suerte la cama no hacía nada de ruido pese al movimiento de las fuertes embestidas que le estaba dando.

Elena aguantó mucho, abrazándome con más fuerza aún, llegando a arañarme la espalda. Yo ya me notaba cerca, pero Elena no pudo más y se corrió otra vez, poniendo su cuerpo rígido y pidiéndome que parara como pudo, balbuceando sonidos mientras me intentaba apartar poniendo sus manos sobre mis hombros. Salí de ella sin llegar a correrme, quedándose ella boca arriba con fuertes espasmos mientras respiraba de manera muy acelerada y entrecortada. Me quedé un rato mirándola con ma polla palpitante, meneándola. Elena se fue relajando poco a poco hasta que cayó dormida. Fue una putada porque yo aún no había acabado y me apetecía, pero no la iba a despertar para volver a follar, y mucho menos se la iba a meter así, por lo que tocó hacerse una paja mientras la miraba. Descargué sobre mi pecho rápidamente por lo excitado que estaba y me quité la camiseta para limpiarme bien. Pero me parecía una guarrada, así que decidí ir a darme una ducha rápida para lavarme bien y dormir más a gusto.

Me quedé un rato escuchando antes de abrir la puerta por si escuchaba a Noelia andar por ahí, pero no. Cogí ropa limpia y fui al baño, apagando la luz de la mesita para dejar a Elena descansar bien. Todo fue bien, sin ninguna sorpresa desagradable ni nada. Salí de la ducha y eché todo en la lavadora, aprovechando para beber agua, pero Noelia me llamó desde el salón.

-Javi, ¿qué ha pasado?
-Nada. No ha pasado nada -dije ya enfilando el pasillo para irme.
-Espera.
-¿Qué quieres ahora?
-Ven, siéntate.
-No. Voy a dormir.
-Por favor.

Hice un gesto de agotamiento y me acerqué para sentarme en el sofá.

-¿Qué quieres?
-Quiero que me expliques qué le ha pasado a mi hermana.

Me quedé mirándola, pensativo y en silencio. Ella mi miraba de vuelta, esperando una respuesta.

-Va, ¿qué ha pasado?
-¿Ahora te preocupas por tu hermana?
-Eh… Sí. Me he preocupado al verla así. ¿No va bien la cosa entre vosotros?
-No es por eso.
-Cuéntamelo, no te hagas de rogar.
-Es por una amiga suya. Tuvo un pequeño encontronazo y lo han hablado. Ambas se echan de menos. Solo es eso.
-¿Qué amiga?
-Laura.
-Ah…
-¿Algo más?
-¿Está bien?
-Sí. Ya está bien. De hecho, se ha dormido.
-Sabes qué decirle para animarla, ¿eh?

De nuevo me quedé en silencio, mirando a Noelia. Es que era todo tan raro… Parecía que tenía una hermana gemela, como si fuera otra persona de lo diferente que se comportaba a como lo hacía siempre. Me hizo la pregunta con una sonrisa en su cara, que se fue diluyendo al ver que no le respondía y que la miraba seriamente.

-Javi, ¿qué te pasa?
-Me pasa que no sé qué ocurre contigo. Después de todo lo que ha pasado entre nosotros… -dije mirando a la puerta del salón-. Ahora te comportas como si nada. Es que estoy flipando. Solo te has portado así conmigo cuando te ha pasado algo malo. ¿Pasa ahora lo mismo? ¿Estás bien?

Noelia se quedó como cortada, poniéndose más derecha, con sus ojos clavados en los míos. Ahora la que no respondía era ella, permaneciendo en silencio con su mirada sobre mí. Me empecé a incomodar, por lo que le repetí la pregunta.

-¿Te pasa algo?
-No. No me pasa nada.
-¿Entonces?
-No sé. Es que no sé qué quieres que te diga.
-Quiero que me digas por qué has hecho esto.
-¿El qué?
-Lo de venirte a vivir con nosotros, lo de estudiar en la universidad de aquí, todo.
-¿Qué piensas tú?
-Pienso que sigues obsesionada con que tú y yo… -dije de nuevo mirando hacia la puerta-. Pienso que estás obsesionada conmigo y que lo has hecho todo por joder. Pienso que sabías perfectamente lo que querías desde hace mucho tiempo a pesar de haberlo hecho todo a última hora. Creo que lo haces por joder a tu hermana también, aunque aún no sé el motivo. Y lo que pasó ayer durante la comida en tu casa me lo confirma. Esa sonrisilla que tenías durante todo el tiempo. Sabías lo que iba a pasar y estabas deseando verme la cara. Pienso que me quieres joder la existencia y mi relación. Y pienso que tu madre también, como si las dos estuvierais compinchadas para hundirme y separarme de Elena.

Noelia se me quedó mirando sería, relajando su cuerpo esta vez. Me miraba a ambos ojos, moviéndolos de un lado a otro, casi como si vibraran.

-Pues qué mal… -replicó.
-¿Mal?
-Sí. Porque lo que en realidad pasa es que quiero ir a esta universidad porque es a la que habéis venido todos. ¿Tan raro y malo es? Os veo a los cuatro, a ti, a mi hermana a Irene y a Mario y me da envidia. No tengo amigos y quiero formar parte de eso que tenéis.
-Ya…
-Lo digo en serio. Y lo de la sonrisilla esa que dices era porque estoy ilusionada con todo esto de verdad. Me apetece entrar a la universidad y empezar el curso. Me he estado informando sobre la carrera y a lo que me puedo dedicar cuando acabe y me gusta mucho la idea.
-Claro…
-También lo he hecho porque me daba mucho miedo irme a otro lugar. Tengo miedo de no encajar con nadie y no poder hacer amigos por mi manera de ser. Ya sabes… Tengo mucho miedo de verme sola y aquí por lo menos os tengo a vosotros. Que ya sé que lo he hecho muy mal y que no tenía que haber hecho nada de lo que hice, pero… En fin, que sé que aquí os tengo a vosotros por si al final la cosa sale mal y no puedo conectar con nadie de mi clase o de la facultad.
-Ajá…
-Se lo he dicho a mi madre también esto. Le he dicho que tenía miedo de todo eso y que así por lo menos no me sentiría tan sola y tal… Ella me ha apoyado con esto y por eso se puso así cuando dijiste que no. Por eso se puso a poner escusas baratas y hablar con esa desesperación. Yo sabía que ibas a ceder porque eres un buen chico y si no lo hacías por mí o por mi madre, sabía que lo harías por mi hermana. Matarías por ella…
-Y moriría.
-Sí, lo sé. También decía en serio eso que me ayudarás con el inglés y el francés. Sé que se te da muy bien. Bueno, si es que te dedicas a eso, jeje. Pero es que creo que podría ser algo positivo para poder relajar un poco la cosa e intentar pasar página. Aunque ya estoy viendo lo ocupado que estás con tu trabajo, pero tal vez podríamos echar una media hora de vez en cuando, así me enseñas palabrejas de esas raras que sabes tú.

Noelia me hablaba de una manera totalmente diferente a la normalmente usaba conmigo. Estaba muy confundido, creía que me estaba volviendo loco por ver a alguien cambiar tanto tan repentinamente y no sabía qué hacer.

-Para, para.

Noelia me miró fijamente, parando de hablar y gesticular.

-No sé a qué estás jugando, pero para.
-Javi, no estoy jugando a nada. Te lo prometo.
-Ya has hecho esto antes. Portarte como una niña buena para luego arremeter con fuerza con una de las tuyas. Creo que hasta me lo has hecho dos veces, fíjate.
-Javi, te estás equivocando.
-Ya me he equivocado contigo muchas veces y no lo voy a hacer más.
-Creo que el que está obsesionado eres tú, porque no paras de estar a la defensiva conmigo.
-¿Pero cómo quieres que esté? -dije intentando no alzar la voz por la indignación que tenía.
-Mira, todo lo que se dijo el sábado era verdad. Y te acabo de contar todo lo que pienso y siento. Esa es la verdad. Entiendo que no me creas por todo lo que ha pasado entre tú y yo, pero otra cosa no puedo hacer.
-Exactamente. No me creo nada de ti -dije levantándome para irme a mi habitación.

Me tumbé junto a Elena con cuidado para no despertarla. La tapé con la sábana porque aún estaba desnuda y no quería que cogiera frío por el aire, ni tampoco despertarla para que se vistiera. Me quedé mirándola mientras pensaba en la conversación que acababa de tener con Noelia. Hasta me notaba con el pulso acelerado por la indignación y la importancia que tenía por la manera en la que me decía que exageraba y que iba en serio con todo lo que decía, tanto en ese momento, como el sábado. Respiré hondo varías veces intentando calmarme, pero me costaba mucho dormirme. Hasta oí a Noelia ir al baño y después acostarse cerrando la puerta de su habitación. Seguía sin poder dormirme pensando en si Noelia estaba jugando de nuevo a hacerse la buena para luego salir con una de las suyas pillándome desprevenido, como ya sufrí alguna vez o como incluso le mencioné. No tenía ni idea de si la cosa iba por ahí, pero no iba a dejar que me volviera a pasar de nuevo algo así, y si tenía que estar a alerta para prevenir cualquier cosa, pues lo estaría, no me quedaba otra. Como a la hora o así, finalmente fui capaz de dormirme mientras miraba a Elena.

Para mi sorpresa, la semana transcurrió de la misma manera que aquel día, aunque sin la presencia de Yolanda para mi suerte. Me parecía genial que Elena se llevara con ella muy bien y que fuera un apoyo importante para ella, pero yo no quería ni verla después de que en dos de nuestros tres encuentros pasara algo incómodo, provocándolo ella. Así que intentaría evitar todo contacto con ella. Para ello Elena cogía mi coche cuando entraba a trabajar por la tarde, por si luego tenía que llevar a su amiga a casa hasta que le arreglaran el coche, cosa que pasó antes de que acabara la semana, yendo yo los últimos días a por ella cuando acababa.

También iba bien el tema con Noelia, porque se siguió comportando así durante toda la semana, con esa manera dulce que raramente mostraba, al menos en mi presencia. Las mañanas las dedicaba a ojear los libros que ya había recogido para que le fueran sonando algunos conceptos. También daba algunos paseos cogiendo el autobús para ir conociendo bien la ciudad, comprando de paso algunas cosas que necesitábamos por casa, como algún alimento u otro utensilio. Mientras tanto, yo me dedicaba a trabajar tranquilamente, permitiéndome hasta dejar la puerta abierta para no tener esa sensación de estar encerrado. Normalmente aparecía sobre las 12, sin llegar a molestarme prácticamente, tan solo para preguntarme si quería que hiciera algo para la comida, dentro de lo que ella sabía y podía hacer. Las tardes marchaban en la misma tónica, con mi trabajo, aunque poco trabajaba por las productivas que me eran las mañanas. Aunque las pasaba solo en casa mientras Noelia aprovechaba para bajar a la piscina mientras pudiera antes de que empezara el curso.

Por lo visto coincidía bastante con nuestra vecina Arantxa, porque alguna que otra vez las veía hablando en la calle a través de la ventana, pasándose incluso alguna vez por casa, o yendo Noelia a la suya. Lo único raro que veía era que algunos días por las noches la escuchaba murmurar en su habitación, como si hablara por teléfono. No es que me importara mucho, pero me daba que pensar, ya que según ella no tenía amigos y dudaba que fuera con Maribel con quién ya hablaba porque lo hacía durante el día, ya fuera después de comer o después de cenar, cuando Elena la llamaba para hablar con ella, por lo que estaban en constante contacto. Podría ser que hablara con Arantxa, pero al pasar tanto tiempo con ella en la piscina o por casa, ya fuera la suya o la mía, no lo veía algo probable. Tal vez había conocido a alguien cuando se iba por las mañanas para pasear, o en la facultad.

El caso era que pese a comportarse se manera tan normal para ser ella, no me fiaba por mucho que pasaran los días y por mucho que Elena estuviera encantada con la situación. Demasiadas cosas habían pasado ya para que no estuviera a la defensiva constantemente con ella. Aunque sí que hacía el esfuerzo de llevarlo con normalidad, sobre todo en presencia de Elena para que viera que no era problema mío. Solo hubo una pincelada de la Noelia que yo conocía cuando una mañana salió de la ducha tras varios minutos en ella, preguntándole yo que qué hacía tanto tiempo bajo el agua, respondiéndome ella sin cortarse un pelo que se estaba depilando, señalándose a su coño. Aunque no lo hizo como lo habría hecho normalmente. Lo hizo de manera natural y con buenas maneras, hasta pidiéndome perdón por si hacía un gasto excesivo de agua cuando se duchaba. Confuso por las maneras con las que seguía hablándome pensé en que esos cuchicheos nocturnos en su cuarto debían ser con un chico con el que se estuviera viendo, porque si no, ¿para qué se iba a depilar? Pero me extrañaba porque no veía indicios de que hubiera ninguno. Supuse que se verían por las mañanas cuando se iba y se pasaba todo el tiempo fuera. O tal vez era en la piscina. Pensé en preguntarle a Arantxa, pero lo descarté porque tampoco es que me importara lo que estuviera haciendo.

No me hizo falta preguntarle a Arantxa, aunque de algo me enteré gracias en parte a ella porque el viernes de esa semana salí un rato por la mañana, estando ya despejado de trabajo hasta la semana siguiente, y cuando llegué me las encontré en el salón. Me saludaron, devolviendo yo el saludo y yendo hacia la habitación en la que ahora trabajaba, porque pasaba de quedarme allí con ellas. Me puse a jugar en el ordenador mientras ellas estaban ahí y me entró un poco de hambre, por lo que me levanté para ir a la cocina para coger algo beber y de picar, oyéndolas hablar sobre un chico. Me dio curiosidad y me quedé escuchando un poco.

-Noelia, me he dado cuenta de una cosa.
-¿De qué?
-Pues de que alguien te mira mucho.
-¿Quién?
-Venga, no seas tonta, seguro que te has dado cuenta.
-Tienes que referirte a Juan, ¿a quién te vas a referir sino?
-Evidentemente.
-Bah, solo lo he visto dos veces.
-Pero te mira. Y mucho.
-Yo también me he dado cuenta de una cosa.
-¿Sí?
-Sí, de que tú le miras mucho a él.
-Anda… ¿Qué dices?
-Venga, no me vengas con esas. ¿Por qué me dices que Juan me mira si te gusta a ti?
-Eh…
-Venga, suéltalo.
-A ver, solo nos conocemos desde hace un par de semanas. Se cuela en nuestra piscina porque él no tiene y vive aquí al lado.
-Vale, ¿qué más?
-Joder, pues que me gusta. Mucho, además.
-Ya, si eso ya lo he visto, aunque nos hayamos conocido esta semana.
-Es que creo que estoy enamorada de él.
-¿En serio?
-Sí.
-Pues sigo sin entender por qué me lo echas encima…
-Es extraño. Mira, no soy tonta y sé que poco tengo que hacer. Lo pillé en la piscina por la noche y le pregunté qué hacía ahí. Empezamos a hablar y nada más conocerme me intentó besar.
-Bueno, eso es bueno.
-No. Demasiado rápido. No me gusta así. Además, con los días me di cuenta de que me miraba mucho el cuerpo, sobre todo las tetas. Es un poco baboso.
-No te sigo. Dices que estás enamorada de él y hablas así de él…
-A lo que voy es que el solo se fija en mi para echar un polvo. Y yo no soy de esas.
-¿Y a mí no me mira de esa manera?
-Sí, también. Pero te mira de una manera diferente. Te mira mucho a los ojos cuando tú no te fijas en él.
-Anda ya…
-Me gusta mucho, pero sé que yo no tengo nada que hacer. Por eso quiero que le vaya bien. Y si quiere estar contigo, pues por mí bien. Así que, si tú quieres con él, pues eso.
-Ah, que me estás dando como permiso.
-Bueno, no es que sea mío ni nada. Solo te digo que no tengo problema si él dice de dar el paso.
-A ver, a ver, a ver… Para el carro. Primero, me parece muy raro que digas todo eso. ¿En serio te enamoras de alguien y te rindes tan rápido?
-Bueno, yo es que soy muy tonta y enamoradiza. Ya me ha pasado varias veces, estoy acostumbrada.
-No lo entiendo.
-Da igual. A lo mejor he exagerado mucho diciendo que me he enamorado de él. Me gusta mucho, ya está.
-Bueno, eso es cosa tuya. Pero yo no voy a hacer nada. No estoy para eso.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque no.
-¿Estás enamorada tú también?
-No.
-¿Entonces?
-No me apetece algo así y menos con alguien que no conozco. Voy a intentar centrarme en la universidad.
-Oye, vamos a ir juntas todos los días, ¿no?
-Sí. Me has caído muy bien. Lástima que no estudiemos lo mismo, pero podemos quedar para estudiar juntas y hacernos compañía.
-Claro, pero tú tienes a tu hermana y a Javi, yo con mi madre… Es que está todo el día enganchada al teléfono hablando con todo el mundo.
-Bueno, ellos no es que estén muy ilusionados con que esté aquí.
-¿Y eso?
-Nada, tonterías.
-Bueno, pues quedamos nosotras. A veces me siento sola.
-Yo también.
-¿Quieres hablarlo? Ya sabes mi historia. No tengo problema si te quieres desahogar.
-Otro día, ¿vale?
-Vale, vale. Cuando quieras.

Se pusieron a hablar de otras cosas y yo regresé a la habitación en la que estaba. Pese a lo que hablaron, no le di muchas vueltas a la cosa, porque me daba bastante igual todo aquello. Conocía parte de la historia de Arantxa y con eso me valía para tener la relación que teníamos de vecinos. De Noelia por desgracia conocía más de lo que quería. Solo pensé que tal vez Noelia estaba yendo en serio con esto del cambio de aires, pasando de un chico con el que aparentemente lo tenía bastante hecho, teniendo en cuenta como le gustaba un revolcón con casi cualquiera, al menos así fue conmigo, llevándome a la cama tras una pequeña charla de ¿5 minutos? Qué idiota fui dejándome llevar…

El resto de la mañana fue tan tranquila como las de los días anteriores. Arantxa se quedó hasta que me fui y regresé con Elena, con la suerte de que Yolanda ni se me acercó, despidiéndose de mi chica en la puerta, yéndose por otro camino después de saludarme con la mano. Elena estaba especialmente contenta y si bien es verdad que no había motivo para pensar sobre ello, sí que destacaba al ser el último día de trabajo de la semana. Comimos con tranquilidad, aunque notaba a Elena agitada. Tanto, que le pregunté qué le pasaba. Ella me respondió que no lo pasaba nada, acompañando la respuesta de una risita. Cuando acabamos de comer nos sentamos los tres en el sofá, mirando la tele, con Elena muy abrazada a mí. Llegó la hora de que entrara a trabajar y la llevé allí, dándome ella varios besos antes de bajarse. La notaba muy cariñosa.

-Elena, ¿qué te pasa?
-Nada, ¿qué me va a pasar?
-Te veo muy cariñosa y motivada.
-Es que estoy muy contenta con cómo nos va. Creía que mi hermana iba a poner muchas trabas, pero, todo lo contrario. Estoy muy feliz.
-Vale, es que los viernes sueles estar hecha polvo, pero es que hoy estás que no paras.
-Mmm, no sé. ¿Te apetece esta noche que bajemos a la piscina y cenamos ahí?
-Venga. Me parece bien.
-Díselo a mi hermana si eso.
-Eh… Vale.
-Prepara unos sandwiches y unos refrescos fresquitos, anda.
-Cuenta con ello.
-Qué ganitas…
-¿Sí? Llevamos unos días ya sin…
-No, jijijiji. No lo decía por eso. Con mi hermana me da un poquito de corte. Pero te prometo que este finde vamos a estar muy pegaditos.
-¿Sí?
-Te lo prometo.

Elena me dio un beso tremendo y salió del coche entre risitas. Yo le di un azote en el culo y ella se giró con cara de sorpresa, aunque la cambió a una de vicio, mordiéndose el labio y riéndose de nuevo. Se fue, entrando al edificio mientras se despedía de mí con su mano y una gran sonrisa en su cara. Me fui a casa de muy buen humor pensando en ese rato que íbamos a echar en la piscina y en el fin de semana que se venía, aunque para eso tendríamos que estar solos en casa y para ello tenía pensado decirle a Noelia que se fuera a casa para que nos dejara intimidad. En principio no debería haber problema con ese comportamiento que llevaba teniendo desde que vino a casa, pero con ella nunca se sabía.

Al llegar a casa, aparqué en la misma puerta y entré. Fui hacia el baño para aliviarme, mirando en el salón sin ver que Noelia estuviera ahí. Una vez acabé la busqué por casa, pero no la vi, por lo que le mandé un whatsapp preguntándole donde estaba. Para mi sorpresa, sonó cerca y entonces me preguntó desde el salón. Me pareció raro porque no la vi, pero de todas formas fui. Entré al salón y seguía sin verla, aunque me preguntó qué quería cuando me oyó entrar. Me acerqué más y vi que estaba tumbada en el sofá hecha un ovillo, sin poder verla desde la entrada por estar de esa manera. Me quedé un poco extrañado por verla así, tumbada de esa manera y con la tele apagada.

-¿Qué haces así? ¿Qué te pasa?
-Es que me ha bajado la regla y me duele mucho.
-Pero si antes comiendo no estabas así.
-Sí, bueno… Es que a veces me pasa esto. Ya sabía que me iba a bajar, pero hay veces que me pongo muy mala y está vez ha tocado una de esas.
-¿Quieres una pastilla o necesitas algo?
-No. Ya me he tomado una, pero muchas gracias por preocuparte.

Me quedé unos segundos mirándola y me senté en el sofá para contarle lo que íbamos a hacer Elena y yo por la noche y lo de que nos dejara el fin de semana solos. Ella al ver que me sentaba, estiró sus piernas para poner sus pies sobre mis piernas. Lo hizo con naturalidad mientras parecía agarrarse la barriga, estando de lado y con sus ojos cerrados. No estaba muy cómodo, pero tampoco le di mucha importancia por ver que realmente estaba mala.

-Noelia, esta noche tu hermana y yo vamos a bajar a la piscina y cenaremos allí. ¿Vas a querer venirte tú?
-No sé. A ver si se me pasa un poco con la pastilla. Pero seguramente sí, porque me suele funcionar. Gracias por acordarte de mí.

No dije nada porque la veía tan decaída por su estado que me daba pena decirle que se lo había dicho porque me lo comentó su hermana. Y esa era la cosa. Ahora de repente me daba pena. La veía así tan poco ella, con esa voz dulce muy parecía a la de su hermana y con su mal estado que me ablandada.

-Bueno, te dejo descansar. Si necesitas algo o te pones peor dímelo y vamos al médico o algo…
-Vale. Gracias.

El resto de la tarde pasó con normalidad. Yo me fui a la habitación en la que trabajaba para jugar a algo en el ordenador mientras Noelia se quedaba en el salón tumbada y descansando. Pensé en avisar a Elena de que su hermana estaba mala, pero no hizo falta porque a media tarde apareció diciéndome que estaba mejor. Poco antes de ir a por Elena preparé unos sandwiches y unos refrescos, dejándolos en la nevera. Fui a por ella sin encontrarme a Yolanda para mi suerte y volvimos a casa, contándole por el camino a Elena lo ocurrido con su hermana. Me dijo que era normal, sin llegar a preocuparse mucho porque conocía a su hermana y sabía que le ocurría eso. También pensé en que se me olvidó decirle a Noelia que nos dejara el finde solos yéndose a casa para tener espacio para nosotros, así que tocaría decírselo junto a Elena.

Llegamos y Elena fue derecha a ver cómo estaba Noelia. Ésta parecía está mucho mejor porque estaba sentada en lugar de tumbada y se le notaba hasta en la cara. Elena y yo fuimos a nuestra habitación para cambiarnos y ponernos nuestros bañadores, ya que teníamos pensado darnos un baño, mientras que Noelia se quedó en el salón esperándonos sin cambiarse, porque ella no tenía pensado meterse en el agua conforme estaba. Evidentemente, Elena y yo nos tuvimos que desnudar para cambiarnos. La veía de espaldas con su perfecto cuerpo, ese culo redondo y respingón, con esas marcas del moreno tan sexy que me puse cachondo. Me acerqué a ella y la abracé por la espalda, restregando mi polla morcillona contra su cuerpo. Elena se reía de manera encantadora, dándose la vuelta para abrazarme, dándome varios besitos por el pecho, pasando a agarrármela para pajearme un poco, aunque sin llegar a hacer mucho más. Nos mirábamos a los ojos y ella se puso de puntillas para darme un beso. Después se apartó de mí para seguir cambiándose. Estaba deseando que llegara el día siguiente para follar con ella y sobre todo después de ese momento. Me vestí rápido y me senté en la cama para esperarla, con una erección bastante marcada. Cuando acabó, se puso frente a mí, quedando ambos a la misma altura. Pasó sus brazos por mi cuello para darme un beso que recibí con muchas ganas, cogiéndola del culo. De nuevo Elena reía, pero apartaba mis manos de su culo.

-Mañana, cariño, mañana.
-Pero es que yo quiero ahora…
-Pues vas a tener que esperar. Ya verás lo especial que va a ser.
-¿Me has preparado algo?
-Más o menos.
-Joder, qué ganas…
-Si ya queda nada. Anda, sé un buen chico y aguanta, ¿vale?
-Vale.

Salimos de la habitación, teniendo yo que ir al baño a echarme agua fría para que se me bajara el asunto. Volví con ellas y ya estaban listas para bajar a la piscina, por lo que nos fuimos, recorriendo ese camino hasta que llegamos. No había nadie, por lo que podríamos estar a gusto, aunque me hubiera gustado más que hubiéramos estado solos de verdad, pero no podía ser. Nos sentamos a cenar en las toallas que pusimos y echamos un rato bastante tranquilo mientras Elena nos contaba su día. Durante la cena y la charla me percaté de que había alguien por una zona que estaba rodeada por un muro, como si asomara la cabeza. Me empecé a mosquear, pero recordé la charla de Noelia con Arantxa y supuse que era aquel chico del que hablaban. Supuse que se quería bañar y que no entraba porque estábamos nosotros. Pero claro, eso era lo que yo pensaba, que no significa que fuera así, por lo que el mosqueo no se me iba por si pudiera ser otro. Elena se dio cuenta también al verme mirar tanto para allá. Se asustó un poco y se agarró a mi brazo con fuerza, Noelia fue la que nos tranquilizó, corroborando mi pensamiento de quién era.

A los pocos minutos apareció Arantxa, acercándose a saludarnos. Noelia le dijo que el tal Juan andaba por ahí y que seguramente la estaría esperando. Ella se puso un poco roja y dijo que no nos preocupáramos, que era un buen chico. Se fue, dejándonos a los tres allí y vimos como el chico saltaba el muro para irse con Arantxa a otra zona desde donde los podíamos ver. Nosotros seguimos a lo nuestro y Elena me sorprendió diciendo:

-Noelia, ve con ellos si quieres. Parece que los conoces. Me alegra que hayas hecho amigos.
-Eh… Vale. Sí, imagino que también queréis estar solos.
-Espera.
-¿Sí?
-Noelia… Mmm… Este fin de semana vamos a estar Javi y yo fuera. Hacemos 6 meses y queremos celebrarlo -dijo mirándome mientras yo mostraba sorpresa-. Y bueno, pues te quería preguntar qué ibas a hacer tú. ¿Te vas a quedar aquí, o te vas a ir a casa? Tienes llaves y eso.
-Mmm, no sé. Creo que lo mejor es que me vaya a casa y luego vuelvo el domingo por la noche o el lunes. Estoy mala y no me gusta estar así sola. Me voy con mamá y la abuela y así estoy un poco con ellas y aprovecho antes de que empiece el curso.
-Me parece bien. Mira, como mamá no puede venir, mañana te llevamos temprano, aunque no nos pille mucho de camino. Y el lunes va Javi a por ti por la mañana.
-Vale, como quieras. Yo no quiero ser una molestia y él tiene que trabajar…
-No pasa nada. Anda, vete con tus amigos.
-Vale. Y felicidades por los 6 meses.

Noelia se levantó y se fue con ellos, dejándonos solos. Elena la miraba con una sonrisa en su boca, mostrando hasta cierto orgullo en su mirada.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s