ROM19
Capítulo 12
Carmen
No me extrañó que Julián estuviese tan cansado porque yo estaba igual cuando volví del trabajo y esa tarde no tuve más remedio que dormir tres horas hasta que me desperté casi con el tiempo justo de preparar la cena para nosotros, pues él no tardaría mucho en regresar del trabajo. Poco después me llamó Agustín para pedirme que le dejara dormir en casa esa noche.
Él sabía que mi novio no iba a ser un gran obstáculo, porque la tarde anterior les llegué a decir que nosotros teníamos una relación abierta y que compartíamos relaciones sexuales con otras dos parejas. No quería que pensaran que le estaba poniendo los cuernos a mi novio, no fuera a ser que encima el cabrón de Richard se regocijara creyendo que me follaba a espaldas de Julián. De todos modos, tenía pensado adelantarle a mi pareja algo de lo ocurrido cuando llegara a casa, puesto que además había apagado el móvil después de enviarle un mensaje en el que le decía que volvía a tener una cita con Richard.
Lo que no esperaba era encontrármelo allí en casa a mi regreso y además, sin poder darme una ducha antes de que él me abrazara. Los fluidos resecos que se encontraban por todo mi cuerpo eran imposibles de ocultar y el fuerte olor a semen, junto a la falta de tanga, los chupetones en el cuello y en una de mis tetas, hacía evidente que esa tarde no me había librado de que Richard me follara.
Con todo eso, creí que nuestra relación se iba a ir a pique en esos mismos momentos, pero su reacción me dejó totalmente perpleja. Él no solo me reconfortaba ante mi situación de desespero, sino que quería que le diera detalles de cómo me había follado mi ex, haciendo que mi cerebro reaccionara recordando lo que en algunas ocasiones me llegó a insinuar, sobre que, si hubiese podido hablar con su esposa antes del accidente, seguro que ella habría rebajado la intensidad de sus infidelidades, pero sin cortarlas, que era lo que todo el mundo entendería.
Entonces ya no le quise ocultar nada y le conté todo lo que pasó aquella tarde con Richard y con su amigo Agustín. También cómo terminó la velada cuando al final me hicieron unas fotos bañada en semen de los dos y muy enfadada me había marchado de allí, anunciándoles además que no volvería a estar con ellos. A esto último, Julián no reaccionó con ganas de partirle la cara a esos dos cabrones, aunque luego me dijo algo sobre que ya teníamos sexo con nuestros dos matrimonios amigos y que con eso era suficiente. Pero estaba claro que tampoco le disgustaba demasiado que repitiera esa experiencia y para muestra cuando le expuse la propuesta de Agustín de dormir en casa, dejó en mis manos que lo preparara todo para que nos acompañara esa noche.
Cuando llegó Agustín a la casa, primero se aseguró de que estábamos solos y enseguida me dio un morreo de esos que te dejan deshecha, al tiempo que desabotonaba mi camisa para sobarme las tetas, restregándome su pronunciado paquete por el vientre.
-¿Qué haces? -Le regañé después de que me recuperara de la sorpresa que me llevé-, Julián está a punto de llegar. Siéntate en la silla y procura que tu bulto desaparezca.
Yo sabía que mi novio estaría volviendo a casa con la mayor celeridad posible, después de lo que le había planteado, seguro que vendría con ganas de conocer a mi amante circunstancial de la tarde anterior y posiblemente de esa misma noche. Pero el cabronazo de Agustín seguía metiéndome mano a destajo, sin hacer el menor caso a lo que yo le pedía. Solo cuando oyó que se abría la puerta, me soltó y se sentó en una de las sillas de la cocina algo acalorado. Cuando entró Julián acercándose a mí para darme un pico en la boca, pudo detectar enseguida cómo se encontraba mi camisa y lo sonrojada que estaba mi cara. Pero no dijo nada y tampoco cuando se lo presenté, teniendo en cuenta el bulto que mostraba Agustín en su pantalón cuando se puso de pie para darle la mano. Eso hizo que me desinhibiera desde ese momento, sabiendo que tenía su aprobación para todo lo que podría suceder esa noche.
Primero le pedí a Agustín que se duchara, porque venía muy sucio después de su jornada de trabajo. Luego cenamos sin ningún avance más digno de mención, hasta que Julián se ofreció a prepararnos unos cafés dejándonos solos en el salón a Agustín y a mí. Ahí quedó clara la intención de mi novio para que se produjeran los primeros acercamientos serios entre nosotros dos, porque él no terminaba de regresar de la cocina y tanto me extrañó que hasta fui a ver qué ocurría. Pero no ocurría nada y me dejó muy claro que lo que pretendía era darnos tiempo para que empezáramos a meternos mano, ahora de una forma más decidida.
Cuando Julián por fin se dejó ver en el salón portando una bandeja con los cafés y unas rosquillas, nos encontró a nuestro amigo y a mí metiéndonos mano descaradamente, mientras nos dábamos un buen morreo que ni siquiera detuvimos hasta que se sentó al lado de Agustín. Francamente me daba un poco de vergüenza que mi novio nos viera en esa tesitura, pero su sonrisa aprobatoria lo decía todo.
Terminamos echando un buen polvo, era como un hecho premonitorio que se cumplía inexorablemente y que más bien sirvió para asumir todos los permisos que me otorgaba mi novio esa noche y, sobre todo, lo que podría ocurrir en un futuro.
Creí que seguiríamos con nuestros juegos en cuanto nos recuperásemos de ese polvo, pero Julián me pidió que nos fuésemos a dormir y él se dirigió a nuestro dormitorio, mientras yo acompañaba a nuestro amigo a la habitación de invitados para acomodarlo y regresar a mi cama, donde a pesar de haber descansado esa tarde, también quedé dormida poco después. A medianoche Agustín me zarandeaba quedamente los hombros y me susurraba algo que no entendía, al menos al principio. Luego me fui espabilando un poco hasta que por fin pude llegar a entender lo que me decía.
-Carmen… Carmen… tengo ardores en el estómago… ¿Tienes algún remedio para esto? He cenado más de la cuenta.
Miré primero a él y luego volví la cabeza para asegurarme que no había despertado también a Julián, entonces me incorporé y abandoné la cama para llevarlo de la mano a la cocina. Allí tenía un tarro de sal de fruta con la que le preparé un brebaje que se tomó al instante. Luego retomé el camino de mi dormitorio, pero él se sentó en el sofá del salón.
-¿Qué haces, no vas a seguir durmiendo? -Le pregunté.
-Estaré un rato aquí sentado hasta que mejore mi pesadez de estómago, -me respondió-, vete tú.
Pero me daba apuro dejarle allí solo y decidí hacerle compañía un rato antes de volver a la cama con Julián. El problema era que no me había puesto nada encima y estaba muy escasa de ropa, vamos, que solo vestía una exigua camiseta muy escotada y un tanga azul que ya me habría visto varias veces. Él solo llevaba una camiseta de tirantes blanca y un bóxer muy elástico, porque conforme se empalmaba dándome un repaso detrás de otro, su pollón quedaba perfectamente dibujado en él de una forma exagerada, pero sin salirse por la ingle.
-Te estás poniendo muy burro, -le dije-, será mejor que me vaya.
-Pero Carmen como quieres que me ponga teniéndote aquí a mi lado tan guapa y maciza, con esos pezones que van a taladrar la camiseta, ¡Joder! -Me dijo, mientras posaba su mano encima de mis muslos, donde ya me estaba dando unos primeros apretones.
-Estate quieto y procura recuperarte de tus molestias estomacales, que nos tenemos que ir a dormir.
-Espera mujer, -me decía al tiempo que su mano recorría todo el muslo y la nalga, hasta que terminó subiendo por mi costado para agarrarme una teta-, deja que disfrute un poco más de tu cuerpo. Anda, solo un poco y luego nos vamos a dormir.
La verdad es que yo esperaba que esa noche tuviésemos más actividad sexual, pero el cansancio de mi novio hizo que todo quedara en un simple polvo. Por otro lado, yo sí que había descansado con una buena siesta esa tarde, en definitiva, que se me apetecía seguir jugando un poco más con nuestro amigo Agustín y ya mañana se lo contaría a Julián para que no pensara que yo le ponía los cuernos, eso ni hablar. No sé cómo, ya tenía en mi mano su pollón, justo después de que me despojara de la camiseta dejando mis dos pechos al aire. Entonces le empujé hacia atrás para que quedara echado de espaldas en el sofá, de esta forma su polla quedaba totalmente a mi merced. Estaba como en trance admirando ese leve arqueo que la hacía más potente, además de dispuesta como demostraba la gotita de líquido preseminal que colgaba del glande y no tuve más remedio que valorar la buena suerte que tenía por poder disfrutar de ella. Encima mi novio parecía más que dispuesto a concederme todos los permisos para dejarme seguir jugando con Agustín y seguro que también con mi ex.
Tal como estaba, me incliné sobre él y comencé a darle multitud de besos y lamidas en su cuello y sus pezones, a éstos incluso los mordía hasta hacerle gemir de dolor, mientras con mi mano derecha no dejaba de pajear ese miembro que tanto admiraba. En el ombligo me entretuve un par de minutos introduciendo mi lengua y como ya me llegaba la mano, no tuve ningún problema para meterle el dedo corazón en su ojete. Al parecer también le gustó mucho porque el gemido que dio ahora así me lo dejaba de clarito. Por fin mis labios se hicieron cargo de su pollón y de sus preseminales que ya se encontraban también manchando su bajo vientre. Allí me mostré como una cerda comiéndole la polla sin parar durante un buen rato.
-Espera tía, que me tienes a punto de correrme. -Me dijo el mamonazo éste cuando ya estaba dispuesta a tragarme toda la corrida que se veía venir.
Pero con un decidido empujón con la palma de su mano en mi frente, hizo que dejara libre su polla que recuperó su verticalidad como si tuviese un potente muelle en el interior. Aún estuve un poco más de tiempo taladrando su culo con mi dedo, porque de eso no me dijo nada. Luego me volteó sobre la otra parte del sofá, dejándome con la cabeza en el reposabrazos. Las tornas habían cambiado y ahora era Agustín el que se disponía a chuparme las tetas y comerme el coño en plan brutote, tanto, que en menos que canta un gallo me sacó el primer orgasmo el cabronazo.
Después de un breve respiro, ya lo tenía encima de mí, mientras me daba un buen morreo y su glande hacía filigranas en mi raja empujando una y otra vez, sin acertar a clavármela el mamarracho, hasta que no tuve más remedio que intervenir para poner las cosas en su sitio, nunca mejor dicho. Ahora sí que me la clavó hasta los huevos el muy cabrón, muy bruto por supuesto, pero contando con todo mi beneplácito, porque me estaba matando cada vez que me embestía de la manera que lo hacía.
-No te has puesto un condón… aaaggg… -Le pude decir haciendo un esfuerzo.
-No te preocupes, me correré en tu boca. -Fue su escueta respuesta, porque su interés estaba ahora en otro sitio.
Sabía que ya no importaba que me lo echara dentro, porque preñar, ya no me iba a preñar más de lo que estaba, pero tenía que tomar todas las precauciones hasta que me viera mi ginecólogo, el hermano de Marcelo, así que por esa parte me quedé tranquila y de todos modos se cumplirían mis deseos de tragarme su lechada. No duramos mucho en llegar los dos al clímax, bueno primero yo justo antes de que él se colocara de pie a mi lado, dándose unos fuertes meneos en su polla a solo dos centímetros de mi boca, hasta que me soltó un primer disparo que me levantó el labio superior por el impacto y hubo leche para mi boca, la cara y el pelo también, al que le llegó un pequeño resto. Luego me la metió en la boca dejándola allí hasta que terminó de correrse, haciéndome tragar todo lo que me iba soltando.
Ambos quedamos deshechos en el sofá, yo en el lado donde me encontraba y él en el opuesto con una de sus piernas encima de las mías y la otra apoyada en la alfombra. Así estuvimos un rato descansando de tanto disfrute.
-Joder Carmen, qué polvo…
-Sí, pero no me gusta que lo hayamos hecho sin estar mi novio delante.
-Está dormido, pero creo que a él no le importa que follemos. Además, que por mí no pasa nada si lo hacemos con él, ya sabes que no me corto por tener una polla cerca de mí.
-Ya… ¿Hasta donde has llegado con otro tío? -Le pregunté.
-¿Cómo con otro tío? Si solo lo he hecho con Richard… Bueno, nos hacemos pajas y eso… pero no nos hemos dado por detrás nunca.
-¿Te dejarías follar por mi novio?
El pobre se quedó patidifuso con esa pregunta sin saber muy bien qué contestar, así que le quise dar un empujón para que resolviera esas dudas.
-A mí me gustaría veros follando.
-Joder tía, -esa era una de sus formas más habituales de dirigirse a mí-, no sé… según se den las cosas cuando estemos juntos los tres.
Estuvimos un buen rato sin hablar, entonces los dos recuperamos la posición de sentados, muy juntos, pero sin decirnos ni hacer nada, cada uno pensando en sus cosas.
-Ya está ¿No? -Le dije a mi amante-, ahora a dormir.
Él seguía sin decir nada y yo tampoco me decidía a irme, estaba a gusto a su lado, pero en verdad que ya iba siendo hora de irse a la cama y dormir, porque si no, al otro día estaríamos hecho papillas.
-¿Te vienes a mi cama? -Me preguntó él.
-No, Agustín, no estaría bien, mejor me voy con mi novio.
Entonces él se levantó y me llevó de la mano en dirección al pasillo. Sin soltarme se introdujo en su dormitorio y yo no le opuse ninguna resistencia. En realidad, deseaba echar el último antes de regresar con mi amado, así que sin decir nada, dejé caer mi ropa al piso y me eché en la cama boca arriba esperando que él me cubriera con su cuerpo y con su polla, claro. Era de madrugada cuando por fin pude acostarme junto a mi novio, que no se movió. Ni siquiera fui capaz de darme una ducha, estaba derrengada y solo me limpié con una toalla como pude antes de meterme en la cama. Agustín se portó muy bien y me dejó marchar después del segundo polvo.
Cuando sonó la alarma por la mañana me levanté como una autómata y me fui al cuarto de baño donde me llevé un buen susto cuando me vi en el espejo. Tenía pegotes de semen seco por las tetas, cara y pelo. Miré hacia abajo y pude ver que el pubis también estaba damnificado. Era horrible y fue peor porque Julián estaba detrás de mí observando mi cuerpo con la misma incredibilidad que yo.
-Joder Carmen, menudo aspecto tienes. Necesitas una ducha antes de arreglarte y lo peor es que te tendrás que lavar la cabeza. Tienes resto de semen por todas partes.
Viendo como además yo no terminaba de reaccionar, quizás debido al cansancio que me embargaba, él mismo me metió bajo la ducha, lavó mi pelo primero y luego el resto del cuerpo.
-¿Y Agustín? -Le pregunté por él.
-Se ha ido hace media hora. No te preocupes ahora por él, ya hablaremos luego cuando vuelva de trabajar.
-Es que me llevó a su cama y… bueno, sí… después te lo cuento todo…
-Ya. -Fue lo único que respondió él mientras nos secábamos.
Después me ayudó también con el secador de pelo y mientras me terminaba de arreglar, él hacía nuestros desayunos.
-Te llevaré a tu oficina para que no llegues tarde. -Me dijo cuando ya salíamos de casa.
Durante el trayecto apenas si nos dirigimos la palabra. Yo no sabía si a él le había sentado mal que esa noche siguiera follando con Agustín después de haberse ido a dormir. Entonces alargué mi mano para posarla encima de su pierna, era un acto que quería ser cariñoso. Él no cambió su expresión y me sentí agobiada por su seriedad.
-Julián, cielo, no quiero que te enfades conmigo porque estuviera un rato más con Agustín. Si hubiese alguna cosa que te incomode, solo tienes que decírmelo para que no vuelva a ocurrir nunca más. Yo solo quiero ser tuya y teniéndote a ti no necesito a nadie más… nunca, mi vida.
Él guardó silencio, pero al menos me apretó la mano con la suya en un gesto que me reconfortó mucho. Ya no me la soltó hasta que llegamos a mi trabajo.
-Después hablamos de todo esto, -me dijo cuando detuvo el vehículo-, si no tienes preparado nada para comer mejor vamos al restaurante de Luciano y luego nos echamos una siesta para ir más descansados a la velada de nuestros amigos.
Yo asentí con una leve sonrisa en la cara y antes de bajarme del vehículo le di un suave beso en los labios. Lo último que deseaba para esa noche era la velada con nuestras dos parejas de amigos.
Durante esa mañana el que volvió a contactar conmigo fue mi ex y lo hizo al mediodía. Después de un breve saludo no se anduvo por las ramas y fue directamente al grano.
-Carmen, mi novia se va a ver sus padres al pueblo y yo tengo libre el domingo hasta las cinco de la tarde, que empiezo a trabajar.
-¿Y qué me quieres decir con eso? -Le pregunté.
-Que podríamos vernos para echar un casquete o los que hagan falta, ya sabes que me debes una, por lo de anoche con Agustín.
-Yo no te debo nada, anoche la cosa se dio así, pero eso no significa que te tenga que compensar por lo que pasó entre nosotros, que me imagino que ya lo sabrás todo.
-Es que no veas lo bien que se lo montó el cabrón de mi amigo. Tú sabes que se podría haber quedado en mi apartamento con Julia, pero el tío prefirió hacer el intento de follarte a ti y al final le salió bien. Claro, jugaba con la ventaja de saber que tu novio es un cornudo. Lo que no se esperaba es que encima le gustaran tanto las pollas.
-Oye no hables así de él, porque en realidad no hace ninguna cosa que no vengas haciendo tú al menos con Agustín, porque no sé si hay algunos otros a los que les haya chupado la polla.
-Bueno mujer, no te enfades conmigo por eso. Entonces quedamos para el domingo al mediodía, comemos en tu casa y luego follamos hasta las cinco, si el cornudo quiere estar con nosotros o participar también, por mí sin problemas. El que no puede venir es Agustín que tiene un compromiso en el pueblo.
-Pero vamos a ver, ¿Tú estás bien del coco? -Le respondí-, yo no te he dicho que puedas venir. A ver si te crees que tú vas a ser el que vas a disponer cuando vamos a echar un polvo nosotros, primero que yo no tengo ganas de verte en menos de un mes y segundo que aquí y en esos asuntos el que manda es Julián, mi novio.
-Bueno, lo hablas con él y mañana te llamo cuando tenga un clarillo en mi trabajo y no te olvides lo que me gustan las paellas que tú me hacías. Chao, hasta mañana guapa.
Me cortó la llamada sin más, tal como solía hacer cada vez que él creía que nuestra charla se había terminado, seguía siendo un capullo integral, pero no podía remediar el cosquilleo que sentí por la zona de mi entrepierna, nada menos que echar un polvo con mis dos últimos novios. Aquello era una barbaridad y lo mejor sería no decirle nada a Julián sobre esa propuesta de mi ex. Más tarde le enviaría un mensaje a Richard diciéndole que para el domingo habíamos quedado con unos amigos y ahí se acabaría todo.
Julián me estaba esperando a la salida del trabajo con su coche para irnos directamente a lo del Luciano. La verdad es que allí se comía muy bien y yo no tenía cuerpo ese día para ponerme a hacer de comer, por lo que le estaba doblemente agradecida por la buena idea que tuvo. Estábamos tomándonos un café cuando se refirió por primera vez a lo ocurrido aquella noche.
-Carmen, cielo, cuéntame que fue lo que pasó, ¿Cómo es que estuviste con él, si te acostaste conmigo? Al menos, yo estoy seguro de que fue así.
-Llevas razón, me acosté contigo después de instalarlo en su cuarto, pero luego más tarde me despertó para que le diera algo porque no se encontraba bien del estómago. Me levanté a darle sal de fruta y luego me quedé un rato con él en el salón, según él solo iba a quedarse cinco minutos sentado en el sofá hasta que se le hiciera efecto el remedio que le había dado. Me dio pena dejarlo solo y me senté con él para hacerle compañía durante ese rato, pero luego comenzó a tocarme y besarme, lo cierto que una cosa llevó a la otra y al final terminamos follando. Más tarde me desperté y me pasé a nuestra cama, lo peor de todo fue que ni tuve fuerzas para darme una ducha, estaba totalmente agotada, por lo que me eché sin más a tu lado y me abracé a ti hasta que me despertaste esta mañana.
Julián me miraba muy serio durante el resumen que le hice, pero su semblante no iba en consonancia con el bulto que presentaba en su pantalón. Él se fijó en lo que yo estaba mirando en esos momentos y me llegó a parecer que se sintió algo incómodo con mi observación.
-Sí, Carmen, mi amor, esto que estás viendo es consecuencia de lo que me acabas de contar, ya el otro día me pasó lo mismo cuando me contaste lo que te hicieron esos dos en el apartamento. No lo puedo evitar y no sé muy bien porqué me pasa, incluso hasta me siento un poco avergonzado contigo que es lo peor. No me había pasado antes a pesar de lo que hacemos con nuestros amigos todos los viernes, será porque desde el principio todo estaba acordado y con estos dos no tenemos ningún tipo de acuerdo.
Yo le cogí la mano para darle un apretón con la mía, queriéndole demostrar que no tenía por qué avergonzase ante mí, que todo estaba bien y si a él le excitaban esos devaneos, más me excitaban a mí, así que por ahí no veía ningún problema para continuar con ellos.
-Richard me hacía leer relatos eróticos y vídeos porno donde el hombre gozaba con que su pareja tuviera relaciones sexuales con otros hombres, seguro para prepararme con lo que tenía en mente y que no era otra cosa de que me acostara con su amigo Agustín. Por los comentarios que hacían los lectores de esos relatos, se podía deducir que son muchos los maridos que disfrutan con eso, más de lo que la gente se pueda creer, así que no vayas a pensar que eres un tipo raro ni nada por el estilo. Luego te digo donde puedes leer esos relatos y verás que es cierto lo que te digo.
-No sé Carmen, mi vida, es que no veo que sea tan normal como que ya estoy deseando que se repita lo de ayer. ¿No crees que debería ver a un psicólogo o algo así?
-Déjate de psicólogos por eso, cariño, -le respondí-, si quieres te alegro el día contándote que Richard me ha llamado hoy.
-¿Richard? ¿Para qué? -Me respondió al instante muy intrigado.
-Mira, mi amor, no te lo pensaba contar porque ya sabes cómo es de chulo para decir las cosas y eso a mí me cabrea mucho. Verás, me ha llamado cuando estaba a punto de salir de la oficina para decirme que se invita a comer en casa este domingo, que le haga una paella y que después me follaría hasta las cinco de la tarde que tiene que empezar a trabajar en la cafetería. Que le debía una por lo de anoche con Agustín y que su migo no vendrá porque tiene un compromiso familiar en el pueblo. ¿Qué te parece? -Le dije algo indignada porque yo misma me iba subiendo conforme se lo contaba-, encima cuando le digo que en eso solo mandas tú, va y me dice que lo hable contigo y que mañana me llamará cuando tenga un receso en su trabajo. Es que es para mandarlo a la mierda, Julián, sí, perdona que me haya cabreado, pero es que es más simple que un neardental para plantear las cosas. Será imbécil el cabrito éste.
-Tranquilízate cielo, -me dijo devolviéndome el apretón en la mano-, después lo comentamos cuando nos levantemos de la siesta, yo también me he enfadado, por eso será mejor que lo hablemos luego.
La verdad es que, junto a su elevado enfado, también se elevaba la tienda de campaña en su entrepierna, teniendo que taparla con la servilleta para que no se convirtiera en un escándalo. El cabrón de Luciano se lo estaba contando a su jefe y por las risas que se traían, se lo estaban pasando pipa los dos. Más tarde Julián pagó la cuenta y nos marchamos a casa.