KERANOS
Miré a Mario con expresión seria. Pensaba que le iba a decir eso que me contó Elena de que Laura estaba pillada por él y que se me escapó a mí delante de él y de Irene. No es que fuera algo exagerado o incómodo para que reaccionara así, pero no quería que se lo contara porque pensaba que no dejaría en buen lugar a Elena. Mario sonrió al ver mi expresión y negó ligeramente con la cabeza. Le sacó otro tema de conversación a Laura, algo de ropa, ya que a Irene le gustaba mucho el estilo de ésta y Mario le pidió opinión para regalarle algo. Yo cogí las bebidas y me fui con los demás, sentándome con Elena, quien se abrazó a mi brazo, haciendo un gesto de cariño mientras Irene nos miraba con una sonrisilla.
Al poco, ambos volvieron sin aparente muestra de molestia por parte de Laura, cosa que me tranquilizó y permitió disfrutar de todo ese tiempo con Elena y mis amigos, estando en un muy buen ambiente, contando cosas de nuestras vidas, como nos iba, cosas del trabajo y demás. Al final la cosa fue tan bien que nos quedamos hasta cenando allí, marchándonos sobre las 11 de la noche, porque algunos habían quedado con otra gente, otros querían descansar porque habían trabajado ese día y otros lo tenían que hacer el día siguiente. Como Irene y Mario no llevaron coche porque fueron andando dando un paseo pese al calor que hacía, se vinieron con nosotros ya que íbamos a pasar la noche con ellos como les dijimos cuando hablamos con ellos por mensaje para ver dónde andaban cuando fuimos a su casa. Pero no fueron los únicos que se vinieron con nosotros, ya que Irene se puso insistente con Laura para que se viniera con nosotros para echar un rato en su casa y tomar algo allí en plan tranquilo. Así que fuimos loa cinco en mi coche hasta la casa de Mario, yendo las chicas atrás y Mario a mi lado.
Cuando llegamos aparqué y nos bajamos, entrando a la casa. Nos sentamos en los sofás mientras Elena e Irene preparaban las bebidas en la cocina. Mario y Laura empezaron a hablar mientras yo pensaba en que iba a salir el tema que no quería que saliera cuando Mario entró al bar cuando estábamos hablando Laura y yo. Estaba seguro de que iba a ser así porque a esas alturas ya sabía lo que había con Irene. Y Mario también pareció curioso de aquello cuando le contamos aquello de que le gustaba a Laura cuando estábamos en el instituto.
Cuando volvieron las chicas con las copas, se sentaron para estar charlando un rato. Elena me dijo que no se había echado nada del alcohol, mientras que a mí me había echado un poco. Me dio un poco de cosa por lo que pudiera pensar Laura, porque que tu chica te diga eso sin venir a cuento podría dar la impresión de que yo era alguien posesivo que le manda a Elena lo que podía hacer y lo que no, cuando no era así para nada. Tampoco es que dijera nada o pusiera ninguna expresión, pero podría pensarlo igual. El caso es que la cosa iba bien, una charla normal con Laura contándonos lo que estaba haciendo y porqué había estado en su ciudad tanto tiempo, aunque bajara de vez en cuando.
I: Bueno, Laura… Laurita…
L: ¿Qué pasa?
I: Un pajarito nos ha contado a Mario y a mí una cosita…
L: ¿Qué cosita? Me tienes despistada, jajajaja.
I: Bueno, yo es que no te conocía entonces… Pero por lo visto Mario te hacía tilín, ¿no?
L: Bueno… ¿Quién te ha contado eso? -preguntó riéndose, mirando a Elena.
Elena se rio, tapándose la boca con la mano mientras Irene seguía diciendo:
I: ¿Cómo era eso?
L: Pues bueno, en su día me parecía mono y ya está.
I: ¿Cómo era entonces? Cuéntame…
L: ¿Pues cómo iba a ser? Casi como es ahora…
M: ¿Por qué no me dijiste nada?
L: Pues no sé… Porque era más tímida y no sé… Lo hablé con Elena alguna vez. Como que me intimidabas un poco.
M: ¿Intimidar?
L: No, no seas malpensado… Solo que ya eras alto entonces y parecía más mayor, además de que me sacabas dos años…
M: Pues qué tontería, ¿no? Yo es que soy malísimo para darme cuenta de esas cosas…
L: Pero bueno, eso fue ya hace bastante…
I: ¿Crees que si hubieras dado el paso él te hubiera dicho que sí?
L: No sé. No tengo ni idea… Nunca pareció fijarse en mí.
M: Yo miraba a todas, jajaja.
E: ¿A mí también?
M: Pues claro, si erais todas muy guapas.
L: ¿Hubieras salido conmigo entonces?
M: Si una chica como tú me lo hubiera pedido, seguro.
L: Vaya, jajajaja.
I: ¿Y ahora…?
Elena se puso recta, negando con la cabeza ligeramente, pero de manera rápida. Yo también me puse algo tenso, poniéndome recto, porque estaba viendo a Irene venir con una de las suyas y nosotros ya no estábamos mucho en ese plan y yo por lo menos no quería que Laura se enterara de todo aquello.
L: Ahora… ¿Qué?
I: Pues… -dijo mirándonos a Elena y a mí-. Que qué te parece ahora.
L: ¿Cómo?
I: ¿Te parece guapo?
L: Pues supongo… No sé.
I: ¿Cómo no lo vas a saber? Si dices que es muy parecido a aquel entonces, te seguirá gustando, ¿no?
L: Eh…
I: Laura, contesta. Si no pasa nada, solo estamos hablando.
L: Bueno, Mario es guapete y eso, pero es que para decirte si me gusta… No sé… Ya no hablo con él ni nada para decirte si me gusta. Además, yo ahora estoy viéndome con alguien y tal…
I: Ah, ¿sí?
L: Sí, pero no lo conocéis. Es de mi ciudad.
I: Va, contesta. ¿Te atrae?
L: Pues sí, supongo…
I: ¿Y Javi?
L: Pero bueno, Irene…
I: Va, tía, si es para reírnos un rato.
E: Ya sabemos la respuesta. Le intentó besar en una de las fiestas que hicimos, justo cuando empezamos a salir él y yo.
L: Pero Elena, yo no sabía eso. Sabía que os veíais por cosas que se decían en el grupo, pero no pensaba que era algo serio, como acababas de salir de una relación y tan larga, pensé que era para olvidarte de eso.
I: No te piques, Elena.
E: No, si no estoy picada.
L: No era mi intención, Elena. Te lo juro.
I: Cambiando de tema… Laura, ¿te follarías ahora a Mario si pudieras? Ya te digo que él sí que lo haría… Jajajaja.
L: ¿Cómo?
E: Y a Javi también si pudiera. Seguro, jajajaja.
L: Eh… Estoy flipando. Cómo se os va la cabeza…
I: Que no pasa nada, Laura. ¿Y lo que nos estamos riendo?
L: Os estáis riendo vosotros. Yo paso de esto. Me voy a casa de mis padres.
I: No, mujer… No te enfades.
L: No, no. Yo paso de historias. Os dejo aquí que os sigáis riendo vosotros. Yo me voy.
E: Pero espera, que te lleve Javi al menos, que tu casa queda muy lejos.
L: Nooooo, que a lo mejor me da por follármelo, ¿no?
E: Laura… No te enfades, por favor.
L: Aquí os quedáis.
Laura se fue cerrando la puerta con fuerza, sin dejar ni siquiera que ninguno la acompañáramos a la puerta, y mucho menos a su casa. Nos quedamos unos segundos los cuatro en silencio, hasta que yo lo rompí.
J: Anda, que ya os vale…
M: Joder, yo me he quedado un poco cortado con cómo se ha puesto.
I: No era mi intención que la cosa acabara así.
J: No, si ya sabemos cómo querías acabar…
I: Oye…
J: Te calientas mucho. Es que no sé a cuento de qué con alguien con quien no sabes si es así.
I: Pero que yo no pretendía llevármela a la cama en realidad. Solo quería jugar un poco. Solo hablar.
J: Pues ya has visto lo que pasa, que, si juegas con fuego, a veces te quemas.
M: No creo que haya sido para tanto…
I: Y tú, Elena… No sé por qué te picas. Si eso fue hace mucho y ella no sabía que salíais…
E: Que no me he picado… Pero me pareció feo por su parte.
J: Lo que está claro es que le ha molestado todo esto. Así que lo mejor que podéis hacer es disculparos con ella.
I: Voy a llamarla.
J: No, espera a mañana. Ahora está enfadada y no os lo va a coger si la llamáis.
I: Está bien. Mañana la llamo.
J: Voy a por la mochila para coger la ropa que hemos traído para mañana, ahora vengo.
E: No tardes…
J: No, tranquila.
Salí de la casa hacia mi coche para coger la mochila que dejé en el maletero. El coche estaba cerca de la casa, por lo que no tuve que andar mucho y entonces vi a Laura, o eso parecía porque no le veía la cara. Sin embargo, ver a una chica con un cuerpo similar a ella y un vestido amarillo como el que llevaba me hacía pensar que así era. Dudé si acercarme a hablar con ella porque salió de la casa bastante enfadada, pero al final lo acabé haciendo, dándole un toquecito en el hombro cuando llegué a su altura.
-¿Qué pasa? -dijo algo sobresaltada por hacerse asustado un poco.
-Me quería disculpar por Elena e Irene. La cosa se ha ido un poco de las manos.
-No ha sido por tu culpa. No tienes que disculparte.
-Ya, pero me siento mal por cómo te has puesto. Aun así, te llamarán mañana para pedirte perdón.
-Es que no me parece normal. ¿A ti te lo parece? Vale que seamos amigos todos, ¿pero a qué viene soltar todo eso así a la ligera?
-Ya, si te entiendo. Lo que pasa es que Irene es así y bueno…
-Pues primera noticia, porque nunca la había visto así. Siempre la he visto una chica bastante normal, bastante extrovertida, aunque no lo era para nada cuando Mario nos la presentó. Pero esto, tío…
-Ya. Irene es así, como has dicho, pero en la intimidad pues se suelta mucho.
-¿Con vosotros se ha soltado así?
-Eh… Bueno… La verdad es que sí.
-Ah…
-Y lo de Elena, tampoco le eches mucha cuenta. Ella es un poco celosa y bueno… Dice que en su día le pareció mal que hicieras eso, porque se lo conté cuando fuimos a mi casa después del accidente y tal.
-Ah… Vale. ¿Y no me lo podía haber dicho ella directamente? ¿Ha tenido que ser así?
-Ya, si llevas razón. Mañana te llamará, tranquila.
-No sé, estoy decepcionada con las dos, la verdad.
-Bueno, tranquila. ¿Quieres que te acerque?
-No, no. Déjalo. Si ya viene mi chico a por mí. Debe estar al caer.
-Ah, ¿pero está aquí? ¿Por qué no nos lo has presentado?
-Porque es tímido y tal… Se ha quedado en mi casa.
-Bueno, vale. Pues nos vemos en otra ocasión. Y no le des muchas vueltas a lo que ha pasado esta noche.
Me despedí de ella con dos besos y regresé a casa de Mario, no sin antes coger la mochila que aún no había pillado del coche. Cuando llegué a la casa, me abrió Irene, adelantándose y sentándose en el sofá del salón mientras veía la tele. Me dijo que Mario se había marchado a dormir y que Elena me estaba esperando también.
-Va Irene, tampoco es plan de que te pongas así -dije al ver su expresión triste mientras apoyaba su cara en una de sus manos.
-Ya… -respondió encogiéndose de hombros.
-Irene, que no pasa nada. Acabado de hablar con ella. Está molesta, pero mañana la llamas y ya verás como la cosa mejora.
-Si no es por eso.
-¿Entonces?
-Es por lo que te dije. Soy muy impulsiva y muy caliente por decirlo suavemente. Hoy he salido escaldada.
-Bueno, pues sí. La cosa no ha salido bien. Tal vez deberías ir con más cuidado y pensar bien las cosas antes de lanzarte de esa manera a la piscina. Pero una cosa te voy a decir.
-¿El qué?
-Que no cambies nunca. Para mí eres una chica bastante especial y te quiero, así como eres.
Irene me dio un abrazo bastante fuerte, seguido de un beso en la mejilla. Se levantó del sofá y se fue a su habitación, parándose antes de salir del salón para decirme bajito:
-Es que Laura está muy rica.
Y se fue con una risita de niña traviesa. Yo me reí y fui con Elena, quien me esperaba en la habitación, sobre la cama, solo en braguitas y con su camiseta. Estaba en silencio, mirando al techo, pensativa. Solo la iluminaba la pequeña luz que proveía la lamparita que había en la mesita. El aire acondicionado estaba puesto, cosa que se agradecía por el calor que hacía, pese a ser ya casi media noche. Me tumbé a su lado después de dejar la mochila en el suelo, apoyada contra la pared y desnudarme.
-Venga, no te pongas tú así también.
-No… Si es que…
-Elena, os habéis colado, sí. Pero ella también ha reaccionado un poco de manera exagerada. No le des más vueltas. Mañana hablas con ella y lo arreglas.
-Ya.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Pues… -dijo poniéndose de lado para quedar ambos cara a cara-. Es que la echo un poquito de menos. Echo de menos lo amigas que éramos cuando íbamos a bachillerato. Jo… Es que no nos separábamos nunca.
-Normal, si os veíais todos los días casi por ir a clase.
-Y los findes me venía aquí. Pues no he dormido veces en su casa…
-Ya, Elena. Pero es que la vida es así. Durante toda nuestra vida conocemos gente que va y viene.
No parecieron unas palabras muy acertadas, por lo que la empecé a besar con cariño mientras acariciaba su espalda. Estuvimos así durante bastante rato, aunque era más cariño que otra cosa, por lo que ni siquiera llegué a empalmarme, solo se me puso morcillona. Elena tampoco parecía con ganas de echar un polvo o hacer el amor, así que no quedamos un buen rato con caricias y varios besos hasta que nos entró sueño y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente nos levantamos sobre las 10. Desayunamos con Irene y Mario mientras nos espabilábamos. La cosa parecía estar más animada por el comportamiento en general de las chicas, quienes estaban más habladoras de lo que esperaba. Al final Irene llamó a Laura mientras Elena y yo nos dábamos una ducha, poniéndonos la ropa que habíamos llevado en la mochila. La cosa pareció ir bien porque vimos a Irene bastante contenta cuando salimos del baño. Al parecer Irene le contó que se le había calentado el pico con tanta cerveza y por la copa que se tomaron, aunque también le confesó que era un poco así y se tomó demasiadas confianzas con ella. Laura aceptó sus disculpas y la cosa quedó bien. Sin embargo, Elena parecía algo más pensativa al respecto una vez Irene nos contó lo que le dijo y demás. Al final no le llamó en ese momento, dejándolo para después. Una vez estuvimos todos duchados y arreglados, estuvimos un rato en la casa hablando sobre algunas cosas, yendo después a tomar una cerveza rápida mientras hacíamos hora para la hora de comer, yendo ellos a casa de los padres de Mario de nuevo, mientras que nosotros iríamos a casa de Elena.
Y allí sería donde tendría lugar el tercer hecho reseñable de la semana. De camino, yo iba de buen humor y bastante confiado por lo bien que se había dado el fin de semana, aunque en realidad no fuera tan así con ese incómodo momento con la amiga de Elena y el encontronazo con Laura por parte de las chicas, pero estaba de buen humor, siendo en realidad la razón el haber superado el bache ese que implicaba a Ángela. ¿Seguiría mi optimismo intacto una vez llegara allí?
De primeras sí, pese a no estar la abuela de Elena presente, principal razón por la que me gustaba ir a allí, ya que, si fuera por ir a ver a Noelia o a Maribel, pues la verdad es que no me hubiera apetecido ir, pero bueno, la cosa no empezó mal. Saludos normales, ni un mal comentario por haber llegado a destiempo para la comida ni por no llamar o pasarnos más por allí, nada de nada. De hecho, Maribel se había esmerado en la cocina, haciendo un plato bastante elaborado, sentándonos de inmediato a comer mientras ella nos explicaba cómo había ido haciéndolo. Después de explicarnos la receta nos preguntó cómo nos iba en el trabajo, sobre todo a Elena por estar en ese periodo de prueba aún. Mientras tanto, Noelia permanecía poco participativa, bastante callada, aunque con un gesto alegre en la cara. De hecho, la pillé varias veces mirándome mientras sonreía, cosa que me dio mala espina.
De pronto Maribel quiso decir algo, atragantándose casi al hacerlo. Le faltó escupir la comida de la boca. Elena le preguntó que pasaba, que parecía que se iba a ahogar. Maribel tragó lo que tenía en la boca y bebió agua para soltar unas palabras que se me clavaron en lo más profundo de mi ser como si un puñal de acero se tratara.
M: Qué no os lo hemos dicho… Noelia va a estudiar en la universidad en la que tú has estudiado, Elena.
E: Ah, qué bien. ¿Y al final qué va a ser?
M: Venga, Noelia. Dilo tú, que eres la que lo ha decidido y arreglado todo para estudiar ahí.
N: Turismo. Esa es la carrera que he elegido.
E: ¿Turismo? ¿Y eso?
N: Pues no sé, porque me gustaría poder viajar y creo que puede ser divertido.
Mientras ellas hablaban yo miraba el plato asimilando lo que iban a decir, porque me lo veía venir, aunque Elena al parecer, no. Y por eso puso su mano sobre la mía al girar su cara y ver mi expresión, la cual debía ser como la que pone un perro cuando le das una fuerte regañina. Apretó mi mano y Maribel soltó la bomba que esperaba que cayera sobre mí desde que dijo que iba a estudiar en la universidad en la que lo hizo Elena.
M: Y hemos pensado en que se podría ir a vivir con vosotros.
Se hizo un silencio incómodo que duró unos pocos segundos y ya no aguanté más.
J: No.
M: ¿Cómo?
J: Que no.
M: ¿Qué no qué? ¿Cuál es el problema?
Me quedé un par de segundos mirando a Maribel, corroborando si me estaba preguntando eso en serio. Después miré a Noelia quien estaba con la misma sonrisilla que llevaba desde que nos sentamos a comer. Elena estaba un poco sin saber qué decir y dónde mirar.
J: Pues que no. Una de las principales razones por la que nos hemos ido a vivir juntos Elena y yo es porque necesitamos intimidad. Una intimidad que no hemos podido tener ni aquí ni en mi casa por estar siempre rodeados de familia.
De nuevo un silencio incómodo que nadie hacía por donde para romper o mejorar. Me puse muy nervioso y me levanté para ir al baño. Una vez estaba ahí me eché agua fría por la nuca y la frente, sentándome en el váter después. Elena entró al baño para ver qué hacía ahí. Me levanté y le di un beso sin decir nada, llevándomela de la mano hacia el salón para intentar confrontar esa situación juntos. Una vez nos sentamos seguimos comiendo un poco en silencio. Apenas levanté la mirada del plato, solo una vez para ver a Maribel con expresión algo triste. A Noelia ni la miré porque sabía que estaría sonriendo. Seguro que disfrutaba de todo lo que estaba pasando.
M: Javier… -dijo con un hilo de voz.
J: ¿Qué, Maribel?
M: Es que… Nosotras contábamos ya con eso.
J: Maribel, es que es muy difícil. Mira, tú hija Noelia y yo no nos llevamos bien. Hay que asumirlo. Es algo que todos hemos visto en todos estos meses, bueno tú no tanto porque en realidad nos conocemos desde hace menos, pero es que yo la conozco desde febrero y es que no.
M: Pero así podéis conoceros mejor e intentar llevaros de otra manera. Seguro que todo sale bien si ambos ponéis de vuestra parte -dijo intentando animarme.
J: Ya lo he intentado, Maribel. Varias veces, pero es que no hay manera… Chocamos mucho.
M: Pero… Es que… Si es por el dinero no os preocupéis, yo me hago cargo de todos sus gastos y os puedo ayudar a vosotros también.
J: No, no es eso. Eso es lo que menos me preocupa.
M: Mmm… Es que… Noelia está muy ilusionada con la carrera. Tiene muchas ganas de empezar y yo no puedo estar llevándola y trayéndola todos los días. Tengo que cuidar de mi madre. Además, de que tendríamos que levantarnos de madrugada para que llegue a las primeras clases.
J: ¿Y por qué no se busca un piso de estudiantes o una residencia?
M: Porque ya es muy tarde para eso. Eso o lo hablas a primeros de verano, o ya no encuentras nada.
J: Seguro que hay algún sitio en el que pueda estar.
M: Es que… A estas alturas ya no es que pueda elegir mucho y a saber dónde va a parar. Es por eso también. Es mi niña. Es muy pequeña, confío en vosotros para que me la cuidéis.
J: Maribel, nosotros estamos muy ocupados con nuestros trabajos como para tener que estar también pendiente de ella.
M: Javier, por favor. Es muy pequeña todavía. Dale una oportunidad. Elena, ¿tú qué dices?
E: Mamá… Yo estoy con Javi. Necesitamos nuestro espacio.
M: Elena… Que es tu hermana… ¿No te da pena dejarla tirada así?
E: Mamá, no digas eso. No es justo que me lo digas de esa manera.
M: No lo entendéis. Hasta que no tengáis un hijo no vais a saber lo duro que es esto -dijo con la voz ida, pareciendo que iba a llorar.
E: Mamá…
M: Mis dos hijas se me van de casa y me quedo sola. ¿Sabéis lo duro que es eso para mí? ¿Os podéis poner en mi lugar?
J: Maribel, si te entiendo, pero nos tienes que entender tú a nosotros.
M: ¿Y ahora qué hago yo? Ya contaba con esto… ¿Ahora dónde dejo a mi niña? Es que me parecía perfecto porque así podéis echarle un ojo, que los años de universidad son un poco… Que ya sabemos lo que pasa y Noelia es muy impulsiva a veces. No quiero que le pase nada ni que tenga ningún problema. Pensaba que con vosotros estaría bien.
N: Elena, ¿no decías que echabas de menos pasar tiempo conmigo? ¿Ya no quieres? Podemos estar como antes de que tú te fueras a la universidad…
Hija de puta. Fue lo que pensé nada más dijo eso. Seguía jugando cínicamente con nosotros, sobre todo con su hermana, aprovechándose de lo sensible que era para manipularla. Miré a Elena, quien estaba visiblemente triste, con una expresión parecida a la que debía tener yo antes de empezar a hablar. Después me miró ella a mí con unos ojitos que me partían el alma. Cerré mis ojos y apreté su mano con fuerza.
J: Está bien -cedí.
M: Ay, Javier… No sabes lo feliz que me haces… -dijo levantándose para venir hacía a mí y darme un fuerte abrazo.
N: Claro, si yo voy a poner de mi parte para que todo vaya bien. Ya veréis qué bien nos vamos a llevar.
Miré a Noelia sin creerme ninguna de sus palabras mientras ella me miraba con una mirada triunfante. Elena nos miraba a Maribel y a mí.
N: Además, como tengo inglés y francés, me puedes echar una mano, así me ahorro apuntarme a clases. Son todo ventajas.
Maribel se sentó de nuevo en su silla para seguir comiendo, diciendo lo contenta que estaba de que al final hubiéramos aceptado y de que Noelia tuviera un hogar seguro con su familia para ir a la universidad. Después Noelia se puso a contarnos las materias que tenía para el primer cuatrimestre del primer curso y las ganas que tenía de empezar ya. También dijeron que después de comer se pondrían a hacer la maleta entre las dos para que pudiera ir con nosotros cuando volviéramos a casa y así poder instalarse, ya que en poco empezaban las clases y tenía que ir para ir conociendo la ciudad, la universidad, su facultad y demás cosas que nos encasquetó Maribel a nosotros por haber estado estudiando allí ambos.
Mientras tanto yo me paré a pensar cómo me sentía. Haber cedido a la petición de Maribel se sentía como firmar tu propia pena de muerte, porque casi que asumí que el que Noelia se viniera a vivir con nosotros me iba a costar muy caro. Quizá estaba exagerando, pero haberme deshecho de ella después de ese calvario durante todos esos meses para ahora tenerla permanente pegada a mí de nuevo en menos de un mes que llevábamos Elena y yo viviendo solos, hizo que me viniera bastante abajo. Pese a haber estado bastantes veces con Noelia en la misma casa, no tenía ni idea de cómo sería la convivencia con ella, pero estaba seguro de que iba a darme bastante por culo. Otra cosa que pensé era en que iba a comprar el pestillo más grande que viera para nuestra habitación, porque si algo le gustaba a la niña era entrar a las habitaciones sin llamar y sin importarle lo que estuviéramos haciendo.
Así acabamos de comer y nos sentamos Elena y yo en el sofá del salón mientras oíamos a Maribel y a Noelia hacer la maleta en la habitación de ésta. Elena permanecía callada, aunque no paraba de pegarse a mí completamente, dándome mucho cariño con caricias y besitos. Sabía de sobra que eso era algo que me molestaba mucho y que lo estaba haciendo por ella por cómo me miró, dándome las gracias, aunque ni siquiera le respondí.
-Javi, ya verás como no es para tanto. Seguro que todo va bien. Ha dicho que va a poner todo de su parte para que vaya bien y no sea como todos estos meses.
-Ya, ya la he oído.
-No te preocupes, en cuanto estemos las dos a solas voy hablar con ella seriamente. O nos respeta, o la largo. Quiero a mi hermana, pero no puede ser que se siga comportando como una niñata con nosotros, aunque tenga la edad que tiene. Tiene que aprender a respetar, porque si no, no le va a ir bien en la vida…
Elena seguía hablando y hablando de cosas que tenía pensadas decirle, de tácticas para hacer la convivencia mejor y más cosas que no recuerdo básicamente porque no le estaba prestando atención. Seguía dándole vueltas repasando en mi cabeza todas las cosas que había hecho Noelia desde que la conocí, todos esos desplantes a su hermana, todas esas provocaciones… Y ya me estaba imaginando cómo iba a hacer exactamente lo mismo cuando viniera con nosotros, o incluso cosas peores.
Serían las 5 de la tarde cuando ambas salieron de la habitación de Noelia con dos maletas, que no eran pequeñas, en la mano. Ambas se quedaron de pie mirándonos. Elena les preguntó y Maribel dijo de ponernos en marcha. Al parecer se iba a venir con nosotros, otra alegría más… Nos montamos en el coche Elena y yo para ir a nuestra casa mientras Noelia y Maribel venían detrás en el coche de ésta. Durante todo el camino estuvimos en silencio Elena y yo. Ella miraba por la ventana, a veces cambiando a mí al girar su cabeza, pero yo no apartaba mi vista de la carretera, parecía que estábamos peleados, pero no era así. Simplemente yo estaba en mi mundo pensando en la que me iba a caer y Elena sabía que era eso lo que me pasaba y al conocerme tan bien como lo hacía, prefería no decir nada para no ponerme más nervioso. Ambos íbamos resignados. No sabía qué pasaba por su cabeza, ni siquiera se lo pregunté. Estaba tan perdido en mi cabeza que en ese momento no era capaz de pensar en ella ni en cómo se sentía. Aunque al menos me apoyó en la conversación poniéndose de mi parte.
Cuando llegamos, aparcamos en la misma puerta y entramos. Yo me quedé en el salón, sentado en el sofá mientras las tres iban a la habitación que teníamos de invitados, donde se habían quedado nuestros amigos o incluso Paula a dormir, para empezar a instalarse. No sabía lo que estaban haciendo exactamente, ni tampoco lo que estaban hablando, pero es que me importaba una mierda. Bastante tenía con lo que me quedaba por aguantar. Al rato de estar por ahí haciendo lo que estuvieran haciendo, salió Elena para sentarse a mi lado mientras ellas seguían por ahí. Mi chica se echó sobre mi brazo, acariciando una de mis manos mientras me daba algún beso de vez en cuando estirando su cuerpo para llegar hasta mi mejilla. De vez en cuando apretaba mi mano con fuerza para que la mirara y poder así darme un beso en la boca, pero es que yo no estaba para nada, la verdad. La miraba, ella me daba un beso, que yo recibía sin problema y de nuevo giraba mi cabeza para seguir viendo la tele, aunque poca atención le estaba prestando en realidad.
-Me pone muy triste verte así, mi amor…
Balbuceé un sonido sin ni siquiera responderle. De nuevo ella se echó sobre mi brazo para estar viendo la televisión ambos en silencio. Pasados unos minutos aparecieron las dos ovejas negras de la familia, diciendo de ir a ver la ciudad. Nos dijeron de ir y Elena me miró. Negué ligeramente con la cabeza, por lo que ella se levantó sin decir nada e irse con ellas, diciendo que conduciría ella para ir a los sitios que más frecuentaba cuando estuvo viviendo en la ciudad en su época de universidad, yendo también a la biblioteca, o hasta la propia universidad para enseñarle el camino desde lo que sería su nueva casa hasta allí, aunque todos aquellos sitios estuvieran cerrados al ser domingo.
Se fueron y me dejaron allí solo. Se me venían muchas cosas a la cabeza, tratando de quitármelas rápidamente de la cabeza para no pillar un cabreo mayor aún. Traté de pensar maneras de sobrellevar la situación, pero con Noelia nunca se sabía. Dijo que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para llevarnos bien y hacer la convivencia mejor, pero a esas alturas no creía ni una sola palabra de ella. También pensaba que, con 25 años, estaba como estaba, pareciendo tener 16 por la incapacidad de estar tranquilamente con mi novia porque teníamos a la familia pululando a nuestro alrededor sin parar y en parte también por mi manera de reaccionar ante esta situación, pero es que estaba ya muy cansado y me tenía muy quemado todo.
Para terminar de intentar quitarme toda esa mierda de la cabeza me fui hasta mi habitación para coger el ordenador con el que trabajaba y llevármelo a otra habitación, una que usábamos de trastero. Lo instalé allí, ordenando bien todo para tener el espacio suficiente para estar a gusto. Pensé que sería mejor tener un lugar más tranquilo para poder trabajar tranquilamente sin interrupciones y así no molestar a Elena de paso, porque ya me puse a pensar en cómo por la mañana Noelia iría a clases, pero no por la tarde y seguramente me tendría que ir de casa para evitarla, así que tal vez me tocaría trabajar hasta tarde para recuperar el tiempo.
Puede parecer que estaba exagerando mucho y que estaba tomando demasiadas medidas, pero es que ya me conocía a esta chica y prefería prevenir que curar. Mientras terminaba de arreglarlo todo, llegaron las tres. Elena me vino a buscar, preguntándome qué hacía mientras las demás parecían quedarse en el salón. Le expliqué que me apetecía cambiar un poco de aires a la hora de trabajar para no tener esa sensación de no salir de mi puesto de trabajo, pensando en no entrar prácticamente ahí al menos que fuera para trabajar, así podría desconectar. Elena pareció entender lo que decía y le pareció bien, hasta me ayudó a terminar de dejarlo todo listo, haciéndome más hueco, guardando algunas cosas en otros lugares de la casa.
Al final Maribel se quedó hasta tarde, tanto que acabó cenando con nosotros. La cena fue en una tónica normal, con Maribel preguntándole a Noelia detalles de alguna asignatura y cómo iba a hacer para organizarse. Yo mientras, por el otro lado, estaba bastante distante, sin hablar absolutamente nada durante la cena, razón por la que acabé antes que las demás. Cogí mi plato, mi vaso y mis cubiertos para dejarlos en la cocina, dándole un beso en la cabeza a Elena y dándole las gracias por lo que había preparado. Cuando salí de la cocina me fui hasta mi habitación y casi llegando Elena me preguntó a voces que si no volvía. Fui hasta el salón y me asomé diciendo que me dolía la cabeza y que me iba a descansar. Ella me respondió que enseguida iba conmigo mientras las demás me daban las buenas noches.
Me fui hasta mi habitación sin decir nada y me acosté después de quitarme la ropa y quedarme en boxers. Pasó sobre una media hora y me no podía relajarme pese a estar tumbado boca arriba mirando al techo. Me puse un pantalón corto y fui a por una pastilla porque esta vez sí que me dolía la cabeza de verdad, así podría relajarme más. Oí un poco de cuchicheo en el salón y volví a acostarme cuando me la tomé. Casi al instante vino Elena para tumbarse a mi lado. Me empezó a acariciar un brazo al estar yo de lado, pasando a abrazarme por detrás.
-Se va a quedar mi madre a dormir. Ya es tarde que vuelva a casa sola.
-Vale.
-Va a dormir con mi hermana. Quería pasar una última noche con ella.
-Claro, es normal.
-Mañana tengo que ir a trabajar. Vais a estar los dos solos porque mi madre se va cuando me vaya yo. De hecho, me va a llevar ella mañana al trabajo.
-Vale.
-Le he dicho a mi hermana que no quiero tonterías. Que no empiece a tocar las narices en cuanto me vaya. A ver si entra en razón y nos deja tranquilos. Me ha dicho que mañana va a ir a la universidad para verla por dentro y eso.
-Vale, Elena.
-Venga, mi amor… Arriba ese ánimo. Ya verás como no va a haber problemas. Me tienes a mí.
-Ya, ya lo sé. Anda, vamos a descansar, que mañana tienes que levantarte muy temprano.
Elena me abrazó por detrás y en poco tiempo se quedó dormida, costándome a mí más, pero cayendo al final.
Me desperté cuando Elena se iba a ir y me dio un beso en la frente. Me dijo que se iba con su madre, pero que le iba a decir que seguía durmiendo para que no me tuviera que levantar, cosa que agradecí. Me deseó que pasara un buen día, al igual que hice yo con ella, para después decirme que me pasara a por ella cuando saliera y que comeríamos en casa, a ver cómo se daba el primer día de convivencia con Noelia. Me miró con una carilla que transmitía un poco de pena, hasta se sentó en la cama para acariciarme la cara mientras nos mirábamos en la penumbra de la habitación. Me dio otro beso y se fue, quedándome durmiendo yo un poco más, aunque como tenía que trabajar, no me quedé mucho en la cama. Una vez me levanté, me di una ducha, yendo después a desayunar algo a la cocina, sin rastro de Noelia afortunadamente. Acabé rápido y me fui a trabajar a la sala donde habíamos instalado el ordenador, cerrando la puerta para no molestar ni que me molestaran.
Eché un rato bastante productivo hasta que pasó alrededor de una hora y media, levantándose Noelia, yendo al baño y luego a la cocina para desayunar, como hice yo. Oía como andaba por la casa, no sabía si buscándome o ubicándose por no estar acostumbrada a estar ahí y entonces abrió la puerta de la habitación en la que estaba.
-Noelia, llama a la puerta antes de entrar.
-Vale, perdona.
-Tienes una manía muy fea. Tienes que llamar siempre si ves que la puerta está cerrada. Podría haber estado reunido y te podrían ver, y como te conozco, pues puedes aparecer desnuda.
No me respondió. Ambos nos quedamos en silencio mientras yo seguía trabajando, mirando los monitores y tecleando. Ella lanzó un suspiro y dijo:
-Es que tengo que ir a la universidad. Quiero ir a verla bien y mirar cómo son las clases y eso.
-¿Y a mí qué?
-Pues era por si me podías llevar. Me pilla a media hora andando y hace un calor…
-¿No ves que estoy trabajando?
-¿Y no puedes hacer una pequeña parada de una hora o así?
-No. Tengo mucho lío.
Noelia se acercó a mí, mirando de cerca como trabajaba. De vez en cuando se encorvaba para mirar de cerca los monitores y mis anotaciones, aunque en silencio. Yo estaba distante, sin prestarle atención hasta que puso su mano en mi hombro.
-Qué guay. Ojalá algún día trabaje yo así de bien. ¿Qué significa esta palabra?
Me quedé en silencio, mirándola mientras ella seguía con sus ojos sobre el monitor, aunque los cambio hacia los míos. Me miraba esperando la respuesta, pero, sin embargo, le respondí con una pregunta.
-¿Qué quieres?
-Nada, solo te pregunto por esa palabra.
-No tengo tiempo para tonterías. Necesito silencio y estar tranquilo.
-Vale, ya me voy. Mmm… ¿Hay alguna parada de autobús por aquí cerca?
-Sí, a 200 metros yendo hacia el centro.
-Gracias. Estaré por all. No sé a qué hora vendré. Depende de lo que tarde el bus. Hasta luego.
No me despedí de ella ni siquiera y viendo que no lo iba a hacer, Noelia salió de la habitación cerrando la puerta. No entendía qué estaba pasando, porque se comportaba de una manera muy alejada a esa sonrisilla que tenía durante la comida del día anterior, en la que se la veía disfrutando. Ahora no, ahora se comportaba como una persona totalmente normal y como si la cosa no fuera con ella. El asunto me tenía muy descolocado, tanto que ahora parecía que nos habíamos cambiado los papeles, comportándome yo como un niño por estar aún enfadado, con esa manera de responder tan seca, mientras que ella se comportaba como una persona normal. Estaba muy incómodo con mi posición, estando como en un estado de alerta permanente en el que sabía que iba a pasar algo, solo me faltaba saber cuándo.
Por suerte, el trabajo me entretuvo lo suficiente como para no estar pensando en aquello durante toda la mañana, porque si iba a estar así, seguro que me iban a echar, por lo que me tenía que centrar. Avancé bastante y sobre las 12 apareció Noelia. Vino de nuevo hasta la habitación en la que estaba, diciéndome que ya estaba de vuelta y que iba a darse una ducha porque hacía un calor insoportable en la calle. Hice un sonido para comunicarle que le había escuchado, pero no le dije nada. Se quedó unos segundos ahí parada bajo el umbral de la puerta y la cerró, yéndose al baño. Cuando acabó, de nuevo se pasó por la habitación para preguntarme si quería que hiciera algo. Cerca estuve de decirle que lo que quería era que se fuera a casa y que me dejara en paz, pero me quedé pensativo y en silencio. Ella me repitió la pregunta.
-Mmm, no sé. ¿Puedes picar las verduras que hay en un plato en la nevera?
-Vale.
-¿Sabrás?
-No sé cocinar, pero tampoco soy una inútil…
Una vez más Noelia me dejó allí trabajando mientras ella se iba la cocina para hacer eso. Yo seguí un poco hasta que se acercó la hora de recoger a Elena, por lo que dejé de trabajar, habiéndome cundido bastante en realidad a pesar de tanta interrupción. Miré en la cocina como estaba lo que le había encargado, viendo que estaba bien, así que me fui directamente hacia la puerta. Noelia me preguntó si iba a por su hermana, respondiéndole yo afirmativamente sin dejar que me preguntara nada más, saliendo por la puerta y montándome rápidamente en el coche. Llegué puntual y salí del coche para esperarla, echado sobre él a la sombra, aunque aun así hacía un calor infernal. Como siempre, salió puntual, acompañada de su amiga Yolanda. Ya se me había olvidado lo vivido el viernes por la noche con ella y con su pareja, aunque Antonio me cayó bastante bien, pero Yolanda me soltó algunas que pensándolo en ese momento conforme estaba de ánimo con el tema de Noelia, pues sí que me hizo verla con malos ojos. Nada más que salían problemas por todos lados. ¿Tanto era pedir vivir con mi pareja feliz y tranquilamente?
Aparentemente sí, porque esta vez se acercaron las dos en lugar de solo Elena, como era lo habitual. Elena me dio un beso muy grande tirando de mí para darme también un abrazo. Yolanda se rio por ver a Elena tan efusiva y me saludó. No noté nada raro, por lo que se lo devolví normalmente. El problema vino después cuando Elena me dijo que se le había roto el coche y que le había pedido si la podíamos llevar. Tampoco es que tuviera mucha elección, así que nos montamos en el coche y nos pusimos en camino. Elena me dijo que la dejara a ella en casa para ir preparando la comida mientras yo llevaba a su compañera y volvía, para ahorrar tiempo porque tenía que ir a trabajar por la tarde también. No me hizo mucha gracia, pero acabé haciéndolo. Una vez la dejé nos pusimos de camino a casa de Yolanda y me soltó una que no esperaba.
Oh my goodness!! this is bad Javi rally bad!!…Noelia no deberia esta ayi con ustedes,ella es muy maluca y algo se trama..Y tambien Marible se pasa de querer que su obeja negra viva con ustedes.Eso no estubo nada bien de su parte, mucho cuidado ..Y con Yolanda nose pero tampoco me da muy buena espina pero ay que conocerla primero..Suerte Javi!!
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