KERANOS

Me encontré la puerta entornada de tal manera que casi estaba cerrada, lo suficientemente abierta para dejar salir un hilo de luz que alumbraba la pared del pasillo. Estando ya han cerca fue imposible no oír lo que venía desde dentro del baño. Pude oír jadeos y respiraciones agitadas. También el ruido que parecían hacer sus carnes al chocar.

-Tenías ganas de polla, ¿eh?
-Muchas. Fóllame fuerte, como sabes que me gusta.
-Te has puesto muy cerda cuando has visto al novio de tu amiga, ¿no? Seguro que quieres comerle la polla y que te folle.
-Mmm… -dijo en forma de gemido-. No. Solo quiero tu polla dentro de mí. Seguro que no la tiene como tú.
-¿Quién te va a follar como yo?
-Nadie. Cógeme las tetas, pellízcame los pezones.
-Mmm, cómo me gustan estas tetazas…

Después de asomar la vista y ver lo que pareció la sombra de las tetas de Yolanda rebotando, me di media vuelta regresando al salón, pudiendo oír algún gemido más alto por ambas partes, aunque apenas se podía oír. Con la polla algo morcillona entré al salón, donde me esperaba Elena mirando su móvil. Me senté y puse una mano sobre mi cara.

-¿Todo bien?
-Bueno…
-¿Ha pasado algo?
-Pues…
-¿Qué es?
-Me da corte decírtelo.
-¿Por qué?
-Porque es tu amiga.
-Huy… ¿Qué pasa? Va, cuenta.
-Pues que he pasado por la cocina y no estaban y he seguido hasta el baño.
-¿Y…?
-Y parece que estaban follando.
-Jajajaja.
-Shhh, no te rías tan alto, que te van a oír.
-¿En serio? Vaya con Yolanda, con lo normalita que parece.
-Que corte, Elena…
-¿Corte? ¿Tú? Pero si eres el primero que hace cosas así… Jajajaja.
-No sé… Los veo tan normales y no en ese aspecto que me choca un poco.
-Pues yo lo veo normal. Mira lo que nos dijeron Irene y Mario cuando nos pillaron con lo del vibrador. Dijeron exactamente lo mismo.
-Ya…
-¿Estás cachondillo? -dijo poniendo su mano sobre mi paquete.
-Eleeeeena…
-Que no es por nada, mi amor… Solo quiero ver si estás caliente, y parece que un poquito sí. Y menos mal…
-¿Por?
-Porque esta noche te voy a comer vivo. Te voy a reventar.
-Pfff… No me digas eso, Elena.
-¿Por qué? -dijo riendo.
-Porque ahora voy a estar empalmado toda la noche hasta que lleguemos a casa.
-Mejor, jijiji.
-Estás juguetona hoy, ¿no?
-Sí -dijo mirándome a los labios.

Nos quedamos unos segundos mirándonos así y le di un beso. Fuimos interrumpidos por la otra pareja, quien entró al salón, viendo cómo nos besábamos. Yolanda rio y nosotros nos apartamos, estando yo algo cortado por lo que había oído hacía pocos minutos.

Antonio se sentó en su silla, mientras Yolanda nos decía que ya estaba casi listo el postre. Antonio empezó a sacarnos conversación de nuevo, sin notársele nada que venía de lo que venía. No pudimos hablar mucho porque Yolanda le llamó con una voz, pidiéndole que fuera con ella, suponiendo yo que esta vez sí que era para ayudarle.

-Parece que se han quedado con ganas de más… Jijiji -dijo mi chica, mostrando una opinión diferente a la que pensaba yo.
-Elena…
-Jajajaja, ¿qué?
-Que estás desbocada, jajaja.
-Hemos cambiado los papeles hoy. Yo así y tú más como yo, jajaja.
-Anda…
-Solo espero que se hayan lavado las manos al menos… Jajajaja.
-Madre mía cómo estás hoy… Jajaja.
-Estoy contenta. Y cachonda por ver a mi novio tan guapo. Qué ganas tengo de que me folles como solo tú sabes.
-Joder, ya me quiero ir de aquí.
-Espérate, cariño… Estamos muy a gusto con ellos. Solo un poquito.
-Cómo te gusta hacerme sufrir…

Elena me sacó la lengua y se sentó bien en la silla, cogiendo el móvil de nuevo mientras venía la otra pareja. Al rato volvieron, sirviéndonos el postre, sentándose también con nosotros para comérnoslo juntos mientras seguíamos hablando.

Otra de las cosas que hizo reseñable este momento fue que de repente, Yolanda mencionó sutilmente el tema por el que habíamos pasado Elena y yo.

Y: Vaya, veo que todo vuelve a la normalidad. Vaya beso os habéis dado…

Mi reacción fue mirarla, viendo que estaba con una cara sonriente, aunque no supe descifrar si lo decía con intención de algo por sus gestos o expresión, aunque bien es verdad que no me gustó del todo el tono con el que lo dijo. Antonio la miró como extrañado, negando ligeramente con la cabeza. Elena, sin embargo, sí que le respondió.

E: Bueno, siempre hemos estado bien.
Y: Ya, si no digo que no. Solo que… Bueno, que os veo muy bien.
E: Claro. Nos queremos mucho -dijo mirándome con una sonrisa muy tierna.
Y: Lleváis casi 6 meses, ¿no?
E: Así es.
Y: ¿Y os habéis prometido ya?

Casi me atraganto con la pregunta tan directa que nos hizo.

E: Bueno, es que Javi…
Y: ¿No quiere? No me digas… ¿No quieres ataduras? -dijo mirándome, de nuevo con ese retintín de antes.
J: Em… -balbuceé con cara de extrañado-. Bueno, es que yo no soy muy partidario del matrimonio y esas cosas.
A: Claro, hombre. Cada uno es como es. Si no le gusta, pues ya está.
Y: Con lo bonito que es eso… Ay… Me muero si mi Antonio me dice que no se quiere casar conmigo. De hecho, ya estamos prometidos y todo.
E: ¿Sí?
Y: Claro. Fue a los 8 meses de empezar a salir. Me llevó a su pueblo y me lo pidió a los pies de la catedral, en un pequeño jardín que había al lado, más precioso…
E: Eso no me lo habías contado…
Y: Estaba esperando a que lo conocieras.
E: ¿Y cuánto hace de eso?
Y: Pues un tiempo. Pero no hemos podido casarnos aún, porque estábamos esperando para tener ambos el dinero suficiente para poder llevarlo a cabo, aprovechando además para ahorrar para cuando vengan los niños.
A: Aunque ya lo hemos intentado.
E: ¿Tener niños?
Y: Sí. Estuvimos un tiempo intentándolo, pero la cosa no cuajaba. Ahora hemos pensado en no tener de momento hasta que no me asiente más en el trabajo. Imagínate que me quedo embarazada en este periodo… Hasta que no nos hagan fijas del todo, no voy a seguir intentándolo.
E: Ya, lo entiendo.
Y: Y la boda… A mí me gustaría en primavera.
A: Me parece una buena fecha.
E: Pues ya tenéis fecha.
A: Sí. Habrá que llamar para prepararlo.
Y: Y volviendo a vosotros. ¿Por qué no quieres, Javi?
E: Porque le da vergüenza ser el centro de atención y se agobia pensando en toda la gente que habrá -dijo mi chica sin dejarme responder.
J: Y porque me parece una tontería tener que demostrar lo que la quiero cuando pienso que lo mejor es hacerlo día a día.
Y: ¿Y crees que lo haces bien?

Si bien es verdad que esta vez no lo dijo con retintín, también es cierto que no me gustaron esas palabras. De nuevo hacía referencia al problema por el que Elena y yo acabábamos de pasar y solo sabía ella si se refería a alguno más que Elena le hubiera podido contar. De nuevo, me quedé cortado sin saber qué responder. Estaba algo descolocado. Mientras pensaba qué responder, noté como Antonio llevaba su mano hasta su regazo y la movía. Imaginé que era porque le estaría haciendo un gesto a Yolanda para que parara, porque la impresión que me estaba dando era que estaba yendo a saco a por mí, dándole tal vez a Antonio la misma impresión. Elena fue la que salió al quite una vez más al ver que no respondía.

E: Pues claro que lo hace bien, Yolanda. Me dice todos los días que me quiere. Todos los días durante casi los 6 meses que llevamos juntos.
Y: ¿Y quiere tener hijos? ¿O tampoco?
E: Sí, eso sí.

Entonces Elena le contó cómo pensábamos en tener un bebé en un futuro cuando ya pasaran unos años, explicándole que queríamos tener una niña, cómo queríamos que fuera, la razón de por qué queríamos tener una niña y no un niño… Hasta mencionó como su prima Paula pasó una semana con nosotros y como la cuidaba, aunque eso ya lo sabía su amiga por cómo le contaba cada día como nos iba. Hasta mencionó como Paula entró pegada a Elena sin separarse de ella, cambiando eso a lo largo de la semana, siendo al revés cuando se marchó a casa, estando más pegada a mí, contando hasta la anécdota que tuvo lugar en la piscina cuando Paula se puso un poco celosa, empujando a mi chica y demás.

Afortunadamente esa conversación acabó rápido, pasando a otra totalmente diferente, en la que yo estaba menos participativo. Apenas levantaba la vista del plato pensando en esa especie de ataque que me había hecho Yolanda. Elena seguía como toda la noche, bastante alegre y participativa, pero yo ya no estaba cómodo y quería irme de ahí, por lo que nos disculpé diciendo que se estaba haciendo tarde y nos teníamos que ir porque al siguiente día tendríamos que madrugar. La otra pareja nos dijo de tomarnos algo en lo que Elena me miraba un poco extrañada porque en realidad no teníamos ningún plan para el día siguiente que requiriera madrugar. Yo me negué a tomar nada, ya que ni bebía, ni podía por tener que coger el coche para regresar a casa. Ambos nos dijeron que nos podíamos quedar a dormir, pero de ninguna manera, me puse firme en irnos y Elena me apoyó, diciendo que ella tampoco bebía, por lo que nos despedimos de ellos, agradeciendo bastante la cena a la que los habían invitado, diciendo Elena que estaba en deuda y que le gustaría invitarlos a nuestra casa a cenar otro día.

Salimos de la casa y nos fuimos de la mano, paseando tranquilamente, aunque tampoco es que hubiera mucho que ver en aquel lugar tan inhóspito y bastante desolado. Así mismo le dije a Elena lo que me parecía el lugar, diciendo ella que era porque les salía el alquiler muy barato, ya que se fueron a vivir a esa casa porque cuando lo hicieron, solo contaban con el suelo de Antonio para subsistir, ya que la familia de Yolanda tenía problemas con el dinero y apenas podía ahorrar. Con esa inseguridad de si no le iría bien en ese nuevo trabajo con ese periodo de pruebas, por decirlo de alguna manera, ya que aún le tenían que hacer fija para asegurarse de que seguiría cobrando y así poder cambiar de casa. Llegando ya casi a ese bar, que ya estaba cerrado a esas horas, Elena tiró de mí, llevándome casi a rastras a la parte trasera. Era un lugar bastante oscuro, casi como si fuera un almacén descubierto en el que apilaban cajas llenas de botellas de cristal de refrescos y cervezas vacías, lleno también de palés.

-Elena, ¿qué hacemos aquí?
-Quiero que me folles ahora mismo.
-Pero…
-No puedo esperar. Estoy muy caliente.
-¿Es por haberlos pillado?
-Qué va. Es porque me encantas. Estás guapísimo y te deseo.
-Tú también estás preciosa, aunque siempre lo estás.

Elena tiró de mí para besarme muy intensamente, separándose de mí a los pocos segundos, empujándome un poco para ponerse en cuclillas y desabrocharme la bragueta y así sacar mi polla para metérsela directamente en la boca y empezar a mamar pese a que no la tenía dura. Pero eso se remedió de inmediato, porque me excité bastante al ver así a mi chica y se me puso como una piedra. Estuvo así durante un buen rato, mamando con mucho esmero, haciéndolo a veces con mucha ansía. Debía pensar que no había nadie cerca, porque no le importaba hacer ruido al chuparla y al metérsela entera en la boca, atragantándose, dándole alguna arcada al hacerlo tan bruscamente, a pesar de que podía metérsela entera en la boca, como tantas veces me había demostrado ya.

Mientras me la chupaba, me la meneaba con una mano, recogiendo las babas para pajearme mientras descansaba y cogía aire para recuperar la respiración. Podía ver cómo tenía una mano por debajo a la vez que estaba teniendo lugar aquello, por lo que imaginaba que se estaba tocando. Y debía ser así porque gemía bastante para estar solo chupándomela. Así que la levanté para ponerla de pie, viendo que efectivamente tenía una mano por debajo del vestido y aparentemente dentro de sus braguitas. Tiré de ella para sacarla, viendo que tenía sus dedos mojados por la luz azulada, casi blanca, pero muy tenue que la luna emitía, siendo esa nuestra única fuente de iluminación. Me los llevé a la boca, saboreando sus fluidos que tan loco me volvían mientras mi chica lanzaba un gemido muy sensual y dulce. Después nos volvimos a dar un beso y yo en ese momento estaba muy encendido, por lo que le di la vuelta y le levanté el vestidito un poco para dejar su culo al aire. Corrí sus braguitas a un lado para destapar su coñito, sin llegar a quitárselas y le empecé a acariciar su rajita con mi polla, como siempre hacía. Era increíble lo mojada que estaba, haciendo que sonara ya a chapoteo. Se la metí del tirón, empezando una buena follada, la cual provocaba gemidos en Elena. Ella trataba de reprimirlos, pero alguno se le escapaba, porque tenía que tener las dos manos sobre aquellos palés para mantenerse firme y resistir mis embestidas. Pasó a bufar para intentar aguantarse loa gemidos, aunque alguno se le seguía escapando mientras yo la cogía de las caderas y empujaba con fuerza. Pasados un par de minutos me susurró:

-Javi, Javi… Para.
-¿Por qué? -pregunté con la respiración acelerada.
-Déjame que me quite las bragas, por favor.

Me salí de ella, quitándose Elena las braguitas, guardándolas en su bolsito, el cual dejó apoyado de nuevo sobre los palés mientras yo la miraba pajeándome. Después se puso en posición y la empecé a follar exactamente igual a como lo estaba haciendo hacía nada. No pasaron muchos minutos hasta que noté como Elena se estremecía, empezando a retorcerse, encogiendo su cuerpo y susurrando que se iba a mojar.

Efectivamente se mojó, dando un respingo que provocó que me saliera de ella, empezando a lanzar un chorro muy fuerte que impactó contra el suelo con tal fuerza que causó bastante ruido. La tuve que coger para que no se cayera al suelo, dejando ella de correrse, aunque temblaba como una loca mientras respiraba con ansia. Esta vez se recuperó más rápido de lo que solía, poniéndose frente a mí para besarme mientras me la agarraba y me la meneaba. Después a puso a mi lado y me pajeó con fuerza, haciendo que me corriera de manera abundante, lanzando chorros sin saber muy bien donde apuntaba por lo oscuro que estaba aquello.

En cuanto me recuperé, me la guardé y nos fuimos hasta el coche, ya estando ambos más normales, sin ningún sofoco ni estar agitados. Nos montamos y nos fuimos a casa.

-Uff… Qué bien. Qué ganas tenía.
-Hacía mucho que no te ponías así.
-Si es que me pones muy mala, Javi. Y más vestido así. Pero esto no acaba aquí. Ahora seguimos en casa.

Durante el camino fuimos en silencio. Elena estaba sentada en su asiento, agarrándose al cinturón de seguridad, mirándome con ganas de seguir con lo que habíamos empezado en la calle. Solo soltaba el cinturón para acariciar mi cuerpo y pasar la mano por mi paquete. Yo reía con nerviosismo porque estaba con unas ganas tremendas de seguir también, sin pensar ni siquiera en el numerito que había montado Yolanda de últimas.

En cuanto llegamos, aparqué en la misma puerta, pero es que no podíamos esperar, por lo que en cuanto nos quitamos los cinturones de seguridad, nos pusimos a comernos la boca como si no hubiera un mañana. Ambos estábamos encendidos, pero lo de Elena ya era otra cosa porque hasta gemía simplemente con eso, con besos. Ni siquiera la estaba tocando, solo ponía las manos en su cintura.

Tampoco nos importaba si alguien pudiera vernos así, aunque tampoco es que estuviéramos haciendo nada del otro mundo, solo nos besábamos. Pero sí que pude echar un ojo por si acaso, viendo que no había nadie en la calle por las horas que eran, siendo ya más de las 12. En un barrio tan tranquilo a esas horas no había un alma en la calle pese a ser verano y al haber una temperatura agradable que invitaba a dar un paseo.

El problema fue que, al salir del coche para continuar en casa, vimos que Arantxa estaba cerca. Parecía venir de la piscina, aunque estaba sola. Nos saludó y nosotros le devolvimos el saludo, aunque casi no lo hacemos por como estábamos de encendidos. No me llegué a dar cuenta de si se llegó a percatar de mi erección, la cual estaba bastante marcada por todo ese magreo que habíamos tenido en el coche.

Elena me llevó a rastras a casa, tirando de mí mientras buscaba las llaves de manera nerviosa para abrir la puerta, riendo y sacando antes sus braguitas para enseñármelas. Las guardó de nuevo y sacó las llaves para abrir la puerta. En cuanto entramos, cerró de un portazo y tiró el bolso a un lado, cogiéndome de la mano para llevarme a la habitación. Una vez llegamos me desabrochó la camisa para besarme el cuello entre pequeños gemidos. De nuevo se ponía de esa forma en la que parecía que le estaban dando placer, pero no estaba recibiendo ningún estímulo. De hecho, era yo el único que los estaba recibiendo en ese momento con esos besos tan dulces que hacían que se me erizara la piel.

No tuve el placer de deleitarme mucho con como mi chica me besaba de esa manera, aunque placer no me iba a faltar por cómo estaba ella. Me terminó de quitar la camisa, quitándome también el resto de la ropa para empujarme hacia la cama, quedándome yo boca arriba. Nuestra respiración estaba muy acelerada. Elena casi ni se desnudó, porque le daban como impulsos como si quisiera venir hacía a mí mientras tocaba su ropa, tirando de ella. Finalmente se quitó el vestido rápidamente, quedando totalmente desnuda al haberse quitado las braguitas hacía ya un buen rato y al no llevar sujetador. Se terminó de desnudar al quitarse las sandalias y saltó encima de mí, besándome de la misma manera que lo hacíamos en el coche.

Sin muchos más preliminares, se puso sobre mi polla después de cogerla fuertemente con la mano, dirigiéndola hacia su rajita, metiéndosela al dejar caer su peso sobre ella. Entró de manera brusca, lanzando Elena un gemido alto. A mí también me provocó mucho placer, gimiendo de manera parecida a ella. Aproveché los pocos segundos que Elena se quedó quieta con toda mi polla en sus entrañas para encender la luz de la mesita de noche, teniendo así una pequeña luz tenue para poder vernos mejor. Qué preciosa la veía. También, aproveché para encender el aire porque tenía pinta de que íbamos a sudar bastante y que por lo tanto pasaríamos calor.

Apenas hice eso, Elena tiró de mí para juntar nuestros cuerpos, quedando ambos sentados, con ella sobre mí. Me miraba a los ojos muy fijamente, pasando a besarme mientras se movía a buen ritmo encima de mí. Yo la cogía del culo para sujetarla, ya que se movía de una manera tan acelerada que temía que se pudiera caer. Tras unos minutos breves con Elena cabalgándome, se corrió entre sus típicos temblores, aunque no tan exagerados como lo había hecho antes de que llegáramos a casa. Yo ya notaba que andaba cerca de acabar también, pero al haber descargado hacía pocos minutos, tenía más aguante.

Elena se quedó conforme estábamos, sentados los dos, con ella sobre mí, teniendo mi polla aún en su coño, notando como la estrujaba, aunque no tan fuerte como en otras ocasiones. Había sido un orgasmo más ligero que los que solía tener, seguramente por la rapidez con la que se corrió. Lo que sí estaba era abrazada con fuerza a mí, dejando caer todo su peso sobre mi cuerpo, con su carita sobre mi hombro mientras me daba algún beso al recuperarse.

Una vez se recuperó, se enderezó, mirándome a los ojos, pasando a reírse de manera tonta, siguiendo con un buen beso, esta vez más lento, pero igual de intenso que los anteriores.

-Qué caliente estás hoy…
-Siiiii… Tenía muchas ganas de esto.
-Cómo me pones…
-Bien, porque quiero seguir.
-¿Sí?
-Claro. Quiero que me revientes.
-Uff…

De nuevo, Elena me empezó a comer la boca con ansia mientras no paraba de sobrarme el cuerpo con sus manos. Yo hacía lo propio con un el suyo, paseando mis manos por su espalda y, sobre todo, por su culo. Me eché hacia atrás para tumbarnos, moviéndose ella para que mi polla saliera de ella, lanzando un gemido dulce. Estuvimos así un buen rato, ambos tumbados, besándonos y tocando nuestros cuerpos, así aprovechábamos para que ella se recuperara y tranquilizara, permitiendo que su sensibilidad bajara, ya que seguía con ganas de fiesta, y de la buena.

Mi polla seguía durísima y deseosa de entrar de nuevo en ella y así fue cuando Elena se puso de rodillas sobre la cama, levantándome a mí también al tirar de mis manos. Me dio otro beso, estrujándome el culo y se puso a cuatro, pidiéndome con una voz muy dulce que la follara así. Me ponía a mil cuando se ponía en ese plan de querer follar duro, pero a la vez con esas muestras de cariño y con su vocecilla pidiéndome que se lo hiciera así. Me quedé unos segundos conforme estaba, mirándola, porque estaba a cuatro, con una mano abriéndose un cachete para mostrarme su coñito enrojecido de todo el traqueteo que habíamos tenido ya, estando también hinchado, mojado y bastante abierto. Su cara la tenía medio oculta detrás de uno de sus hombros, habiendo aprendido ese gesto de Irene, como ya he mencionado alguna vez anteriormente.

No pude esperar más y se la metí, ni muy brusco, ni llevando tampoco mucho cuidado. Ella estaba más que lubricada y no se quejó ni nada. La agarré de las caderas y empecé un mete-saca a buen ritmo, gimiendo ella con cada embestida. Pese a haber puesto el aire, a los pocos minutos de estar follando así nos pusimos a sudar ambos bastante. Durante todo ese folleteo, empecé a jugar con el orgasmo de Elena, como muchas veces había hecho ya. Frenaba el ritmo en seco cuando notaba que estaba cerca con esos temblores y manera de retorcerse. Y de la misma manera, reanudaba el ritmo acelerando una vez se calmaba o cuando estaba a medio camino para hacerla llegar a ese punto rápidamente. Cada vez se retorcía de manera más brusca y sus temblores eran más intensos, pasando a darle sacudidas el cuerpo. Ya de las últimas veces, cuando paraba en seco, Elena interrumpía sus gemidos para lanzar algunos «mmmm…» de manera melosa, aunque con tono de que parara de hacerle rabiar de esa manera. Ya no quise hacerla sufrir más y apreté bastante, haciendo que se corriera entre fuertes gemidos que pasaron a ser resoplidos. Me mantuve quieto, notando como me apretaba, pero yo no me acabé corriendo, aunque me quedé bastante cerca. Viendo que se había relajado bastante, intenté salirme, pero ella no me dejó, ya que llevó su mano hacia atrás para que no me moviera.

-No, no. Quédate ahí, cariño.

Me quedé conforme estaba, notando como me apretaba con su coñito, estrujando, hasta haciendo sonidos de chapoteo aún. Elena permanecía descansando con su cara echada de lado sobre la cama, respirando cada vez de manera más normal, aunque lanzaba suspiros de vez en cuando. Yo seguía muy caliente, por lo que la erección no se me bajaba y que ella me siguiera apretándome de aquella manera ayudaba a que la cosa siguiera así.

Al poco, Elena se fue incorporado lentamente, apoyándose en sus brazos, levantando la cabeza poco a poco entre ellos hasta que la levantó del todo. Lanzó otro suspiro y volvió a mirar hacia atrás.

-Fóllame otra vez.
-¿Segura?
-Sí, pero ahora despacito.

Como ella me pidió, la empecé a follar lentamente. Elena gemía bajito y se reía como si le hiciera cosquillas. Estaba bastante sensible aún. Conforme pasaban los minutos, lo hacía más rápido. Elena aumentaba sus gemidos y de nuevo se empezaba a retorcer, pero me pidió que le diera más fuerte. Yo ya me notaba cerca de acabar, así que le hice caso y le empecé a dar fuerte, empezando a gritar hasta que se empezó a correr. Yo al notar su orgasmo la seguí con el mío, vaciándome dentro de ella, entre altos jadeos. A Elena le daban espasmos muy fuertes, tanto que tuve que sujetarla bien de las caderas para impedir salirme de ella para evitar manchar las sábanas, pero ella hacía mucha fuerza, empujándome, quedando los dos de lado ya sin movernos. Me apretaba muy fuerte la polla con su coñito y ésta, entre lo lubricada que estaba y el semen que tenía Elena dentro, se fue escurriendo como si su coño la escupiera, lanzando un gemido lastimero.

Al final de poco sirvió sujetarla para que no manchara las sábanas, porque se derramó todo sobre ellas. Yo también necesitaba un respiro después de aquel orgasmo que me dejó bastante K.O. La miré y vi que estaba de lado, con la respiración muy agitada, respirando hondo varias veces, aunque sin gemir, pero sí con algún fuerte espasmo. Quería coger papel para limpiarle, pero la veía tan sensible que no me atrevía a tocarla, y mucho menos por la zona más baja, por lo que decidí esperar un poco mientras yo también me relajaba cerrando los ojos y dejando la mente en blanco.

Después de un rato, Elena empezó a reaccionar, aunque estaba muy ausente. Aproveché para decirle que fuéramos a darnos una ducha antes de que se durmiera. Ella estaba muy desorientada, casi con la mirada perdida. Me asustó un poco verla así, por lo que le pregunté si estaba bien, sonriéndome ella mientras asentía ligeramente. Le pareció bien lo de la ducha, pero estaba muy ida, por lo que la cogí en brazos y la llevé al baño después de llenar la bañera y echarle jabón. Cuando llegamos la metí y se quedó muy relajada, con los ojos entornados. La vi tan mona que me apeteció hacer algo especial, así que antes de meterme, fui a la cocina a por unas pocas velas y ponerlas por ahí para hacerlo algo más romántico. Además, puse música relajante en mi móvil. Me metí en la bañera, viendo como Elena me miraba sonriente, pero con los ojos entornados aún.

Estuvimos un buen rato relajándonos los dos en silencio, con algunas caricias cuando se puso ella sobre mí. La bañera no era como la del hotel al que habíamos ido cuando fuimos al concierto, ni tampoco tan grande como la que tenían Irene y Mario en su casa, donde nos dimos un baño parecido en las primeras veces que empezamos a jugar con ellos, pero hacia el apaño. Estábamos a gusto con ese cariño que nos estábamos dando. Casi que fue así todo el rato, salvo cuando Elena me dio las gracias por haber improvisado aquello, susurrándome también varias veces que me quería. Elena estaba muy adormilada, pero no podíamos irnos a dormir teniendo así la cama, con las sábanas tan sucias, por lo que me levanté de la bañera y fui a la habitación para cambiar las sábanas, diciéndole que volvía enseguida. Cuando volví después de cambiar las sábanas me la encontré dormida, asustándome un poco porque se podría haber hundido en el agua, pero no pasó nada. La desperté con cuidado y salió de la bañera, secándose y yendo a la habitación para tumbarse en la cama. Recogí todo aquello y me fui con ella, tumbándome en la cama para dormir con ella. Elena emitió un sonido muy agradable y dulce cuando se abrazó a mí, cayendo dormida en segundos. Yo, sin embargo, tardé más en dormirme.

No pude evitar pensar en lo que pasó al final de la noche. Y no me refiero al polvo con Elena, me refiero a lo que pasó en casa de su amiga. Estaba siendo un momento excelente y de la nada, Yolanda empezó a salir con esa especie de puyitas o de cotilleo que quería asegurar. No entendía como la cosa había ido por ahí con lo bien que estaba yendo todo. Si parecíamos casi amigos de toda la vida, sobre todo con Antonio, pese a haberlo conocido esa misma noche. No entendía a qué vino ese cambio de humor en ella, empezando a insinuar que no trataba bien a Elena o que si no satisfacía sus deseos con eso de que no me parecía buena idea lo de casarme.

Fue algo que me pilló desprevenido, casi tanto como lo de oírlos follar de esa manera tan salvaje, con cierto tono de humillación, aunque no era el típico papel de sumisión. Lo llegué a ver hasta raro, sobre todo por la parte de Antonio, preguntándole a Yolanda si quería que yo la follara y que si estaba deseando chupármela. Estaba flipando porque para nada me daba la sensación de que fueran personas que follaran de esa manera y mucho menos que lo hicieran en ese momento. Pero Elena bien lo dijo, que nunca se sabe con estas cosas. Nosotros hacíamos cosas parecidas y según Irene y Mario no dábamos la impresión de ser así en ese tema, como nos pasaba a nosotros con ellos, sin llegar a pensar que fueran tan liberales y tan morbosos.

Volviendo a lo otro, pues me quedé bastante descolocado. No tenía ni idea de porqué Yolanda se estaba comportando así de repente. También me dio la sensación de que lo sabía todo de mí. Joder, es que hasta me dio la sensación de que sabía lo de Noelia, pero es que aquello tenía que ser imposible, porque la única manera de que ella supiera todo sobre mí tendría que ser a través de Elena, y ella obviamente no sabía nada. Esa mirada que me echaba mientras me preguntaba delataba que sabía todo sobre mí, pero era algo que no terminaba de entender, porque Elena y ella se conocían de hacía menos de un mes. ¿Ya le había contado todo lo que nos había pasado? No sabía que me impresionaba más, si la rapidez con la que lo había hecho, o la cantidad de tiempo que tenía que haber invertido en contarle todo aquello, preguntándome si aprovechaban el tiempo en el trabajo del todo. Lo que tenía claro es que ella sabía cosas, porque la propia Elena fue la que me dijo que había hablado con ella acerca nuestro último problema para pedir consejo y apoyo.

Me molestaba lo que Yolanda había hecho, obviamente. No sabía quién coño se creía para hablarme así sin tener confianza conmigo, por mucho que la tuviera con mi chica. Si hasta su pareja se incomodó conforme hizo la primera pregunta en esa tónica, mirándola con cara de estar preguntándose qué estaba haciendo. También me molestó como Elena permitía que me hablara así, porque es que era obvio que lo estaba haciendo para hacer daño. No entendía como Elena no le llamaba la atención, respondiéndole simplemente, aunque de manera acorde, casi como una reprimenda maternal pese a que era más joven que su amiga. Que le contestará así no quitaba que yo no me sintiera cómodo en ese punto de la quedada, pero como sabía lo importante que esa chica era para mi novia, como tantas veces ella me había dicho, pues lo dejé estar sin responderle como se merecía. El medio calentón que teníamos antes de irnos ayudó a que no le prestará atención, sobre todo cuando salimos y echamos ese polvo rápido en la parte de atrás de aquel bar, siguiendo con el juego en casa, pensando en cómo seguirlo por el camino, acabando como acabó ya en casa.

Miraba como dormía Elena con su cara apoyada sobre mi pecho, viendo lo guapa que estaba, aunque ya se hubiera quitado el maquillaje. No se me quitaba aquello, pero ver a Elena así me calmaba bastante, aunque me estaba costando dormirme, por lo que cogí el móvil, mirando los mensajes que tenía. Vi que el día siguiente se había hecho una quedada en nuestro grupo de amigos para tomar una cerveza por tarde, sobre las 9. Al parecer iban a venir casi todos, hasta Laura, a quien llevaba meses sin ver, por lo que pensé que sería buena idea acercarnos y echar un rato con ellos, porque hacía bastante que no los veíamos, así aprovechábamos y veíamos a Irene y a Mario, aunque los veíamos prácticamente todos los fines de semana desde que nos fuimos a vivir a aquel lugar. De paso, podíamos ver también a Sofía y a su madre, para que la conociera Elena. Después de un rato mirando el móvil, me empezó a entrar sueño, por lo que lo dejé en la mesita y me acomodé para dormir mientras Elena dormía a pierna suelta desde hacía un buen rato.

Ese sábado nos levantamos tarde debido a lo que solíamos madrugar y al día tan largo que pasamos, acabando bastante tarde después de tanto juego. Elena estaba adormilada, pero despierta, acariciándome mi pecho desnudo, dándome algún besito en él. No parecía estar tontorrona, pero sí mimosa, porque no hablaba, pero no dejaba de darme cariño en forma de caricias y besos por mi cuerpo. De repente levantó su cabeza para mirarme sonriente.

-¿Estás juguetona?
-Mmm, no. De hecho, sigo sensible… Jejeje.
-Vaya…
-Pero es que me apetece mucho estar así. Estoy muy a gustito.
-¿Te duele?
-No. Noto hormigueo.
-Flipo con lo sensible que eres.
-Oye…
-No lo digo a malas. Te lo prometo. De hecho, hasta me da envidia de tus orgasmos. Es que te pones de una manera que parece que… No sé. Ni siquiera me lo puedo imaginar.
-Pues sí. Es algo muy difícil de explicar. Pero todo eso me lo provocas tú, mi amor… Jejeje.
-Ya… Oye, esta tarde-noche van a quedar todos para echar una cerveza, va a ir hasta Laura. ¿Te parece si vamos también? Hace bastante que no estamos con el grupo.
-Me parece perfecto. Me apetece un montón.
-Genial. ¿Qué te parece si vamos a mi casa a comer y luego vamos a eso?
-Me parece estupendo.
-Vale, voy a avisar a mi madre.
-Javi, ¿te parece si pasamos la noche en casa de Mario y mañana vamos a mi casa y comemos allí?
-Mmm, vale. Así echamos todo el fin de semana.

No me hacía gracia eso último por no tener que aguantar las tonterías de Maribel o Noelia, pero por ella hacía el poder. Además, solo sería un rato, por lo que no es que me causara tanto malestar y de hecho me apetecía ver a su abuela, era una mujer muy agradable y con buena conversación, estando siempre muy activa pese a su edad. Avisé tanto a mi madre, diciéndole que íbamos a ir a comer y que, si necesitaba que lleváramos algo, como a nuestros amigos en ese grupo en el que estábamos todos. Nos pusimos en marcha rápidamente, levantándonos y desayunando algo ligero, preparando un par de mudas en una pequeña mochila que eché al maletero. Vi que mi madre me contestó encantada diciéndome que allí nos esperaba, por lo que fuimos al rato para llegar allí sobre esa hora. Por el camino, Elena estaba como adormilada, por lo que no hablé con ella para dejarla descansar porque tenía pinta de que iba a ser un fin de semana largo. También pensé en como mi madre estaba encantada y eso era algo que me preocupa, porque la notaba muy sola y falta de cariño por esa parte. Últimamente mi padre trabajaba más horas de lo que solía, por lo que mi madre se pasaba sola mucho tiempo y mi hermano se pasaba días sin dar señales de vida, porque básicamente como no le llamara mi madre, no sabría nada de él. Conmigo tampoco hablaba mucho, siempre con el trabajo que se llevaba hasta a casa de lo que le gustaba. Ya hablaría con él para echarle la bronca y que la llamara más o fuera a verla de vez en cuando. Definitivamente era un tema que no quería sacar porque siempre que lo hacía, mi madre se ponía bastante triste, hasta se le ensombrecía la cara. Siempre estuvo acostumbrada a tenernos ahí a los tres y ahora casi que estaba todo el rato sola. Yo le insistía en que fuera a casa de mis abuelos y que estuviera más con ellos y el resto de la familia y ella lo hacía, pero no era lo mismo.

Cuando llegamos aparqué y Elena se espabiló, bajando los dos del coche para ir a mi casa y entrar. Mi madre estaba eufórica por tenernos ahí. Nos dio un abrazo fortísimo a cada uno, además de varios besos. Comimos los tres tranquilamente porque mi padre se quedó trabajando, pasando un muy buen rato en el que disfrutamos de la buenísima mano que mi madre tenía en la cocina mientras no parábamos de charlar, preguntándonos mucho acerca de nuestros trabajos, sobre todo a Elena, quien estaba empezando casi aún. Ella le contaba todo con detalle, hasta hablaba con tecnicismos que ni mi madre ni yo llegábamos a entender, pero ella se esforzaba y nos explicaba todo con detalle y paciencia. Estábamos tan a gusto allí que echamos gran parte de la tarde mientras seguíamos hablando, tomando café, o incluso viendo alguna película. Le contamos nuestro plan para ese día y nos fuimos de allí, diciéndonos que fuéramos si lo necesitábamos.

Cuando salimos fuimos dando un paseo hasta la casa de Mario, pero no estaban allí al parecer, porque no nos abrían y tras hablarles por mensaje, nos contestaron a los pocos minutos, contándonos que estaban en casa de los padres de Mario. Al parecer tenían un plan parecido al nuestro, por lo que nos quedamos sin saber qué hacer, pero rápidamente se me ocurrió ir a visitar a Sofía y a su madre, por lo que fuimos al coche para ir hasta allí porque la casa pillaba bastante retirada como para ir andando y más teniendo en cuenta el calor que hacía. Cuando llegamos nos abrió Sofía, con cara de sorpresa, estando también encantada por vernos. En el salón estaba su madre quien me saludó por ya conocerme, acercándose a conocer a Elena también. Como hizo conmigo, Nadine se puso a contarle a Elena la historia de su vida mientras ella la escuchaba con atención. Elena estaba animada al ver a Nadine tan abierta y cercana, por lo que se puso a preguntarle detalles de cómo era su vida en Francia y como era aquel chico.

Así se no pasó casi la tarde entera mientras hablábamos los cuatro de todo un poco hasta que se acercó la hora de la quedada con nuestro grupo de amigos. Les preguntamos si se querían venir, pero dijeron que no, sobre todo Sofía. Parecía estar aún algo cortada por juntarse con nuestro grupo. Yo me extrañé por eso, preguntándole a qué se debía que estuviera cortada. Ella me respondió que era por ser alguien nuevo en un grupo con bastante gente y que también era por sacarles varios años a todos. Elena dijo que eso era una tontería y que no tenía que preocuparse por nada, que todos eran buena gente. Sofía dijo que ya lo haría, pero que quería ir poco a poco y que quería pasar lo que quedaba de día con su madre porque al siguiente día se volvía a casa. Nos despedimos de ellas con un fuerte abrazo, diciéndonos Nadine que a ver si nos veíamos otra vez porque le habíamos caído muy bien y veía que hacíamos buena pareja.

Salimos de allí, montándonos en el coche para dejarlo aparcado cerca del bar en el que habían quedado todos, pero nos costó encontrar aparcamiento, por lo que llegamos un poco tarde, encontrándonos a todos ya en la terraza del bar cuando llegamos. Nos hicieron la coña de aplaudirnos cuando llegamos y más al vernos de la mano. Elena se puso un poco roja mientras yo me reía y les decía los cabrones que eran. Nos sentamos y como ellos acababan de pedir las bebidas, me acerqué yo a la barra a pedir la de Elena y la mía, porque el bar estaba a reventar. Mientras esperaba a que me las pusieran vi que Laura entraba para ir al baño. Ni siquiera me había fijado en ella al ver a tantos amigos juntos. Estaba preciosa, con un vestido corto de verano de color amarillo, contrastando con el moreno de su piel, que, si bien no era tan intenso ni oscuro, le quedaba bien por tener la piel tan clara, dándole un color muy bonito. También llevaba un maquillaje discreto, aunque bonito, con su larga y lisa melena morena con la raya al medio, acabando con unas sandalias negras.

-Hola Laura. Qué guapa estás.
-Hola, Javi -dijo algo cortada.
-¿Cómo va la cosa? Hace meses que no te veo. Estás perdidísima…
-Pues… Es que estoy más por mi ciudad.
-¿Sí? Nosotros hemos estado cerca hace nada.
-¿Y eso?
-Pues Mario y yo fuimos a un concierto. Elena e Irene vinieron con nosotros, aunque se dieron una vuelta, ellas no fueron al concierto.
-Ah… Eso me han dicho, que hacéis muchos planes los cuatro, ¿no? Qué os habéis hecho muy amigos.
-Pues sí. Como somos las únicas parejas de nuestro grupo de amigos, pues empezamos a quedar para hacer planes de pareja y tal.
-Qué bien. ¿Y qué tal os va a Elena y a ti?
-Pues muy bien. Nos hemos ido a vivir juntos.
-¿En serio?
-Sí, a principios de mes. A Elena le ha salido un trabajo donde estudiamos en la universidad y estamos allí.
-¿Y tu trabajo?
-Pues como trabajo desde casa, no tengo problema.
-Ah, es verdad. Se me había pasado eso. Entonces todo bien, ¿no?
-Sí. Estamos muy bien.
-Me alegro un montón, Javi.
-¿Y tú? ¿Cómo vas de parejas?
-Bueno… -dijo apartando la mirada.
-Huy… ¿Problemas?
-No exactamente…

Entonces apareció Mario, poniéndose a nuestro lado.

M: Hombre, Laura… A ti te quería ver yo…
L: ¿Y eso?
M: Porque me gustaría preguntarte una cosa…
L: Pues tú dirás, Mario.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s