MOISÉS ESTÉVEZ
descalzos_por_el_parque
Marco subía los escalones con un emocionado sentimiento cercano a
‘Eros’, con mariposas en el estómago cual adolescente que descubre el amor
por primera vez.
Eran ya veinticuatro los años que se cumplían desde que se conocieron
en aquel lugar paradisiaco y en circunstancias muy particulares, que hacían
aflorar sendas sonrisas cuando las recordaban.
Aunque la vida no lo había tratado con demasiada benevolencia y una
mala suerte continua lo perseguía implacablemente, siempre se aferraba a lo
positivo, y aquellos años junto a María significaban una etapa inolvidable que
deseaba que continuase eternamente.
El amor que se profesaban era tierno e intenso, enorme y recíproco, con
una complicidad poco usual en parejas de su edad y con tantos años de
convivencia.
Para Marco, si existiera esa media naranja que dicen que existe, no le
cabía la menor duda que se encontraba esperándole al final de la escalera, en
su pequeño apartamento Neoyorkino de apenas cuarenta metros cuadrados.
En su mano izquierda una botella de vino para brindar por un futuro
siempre juntos, en la derecha una ramo de flores, margaritas amarillas, símbolo
de un amor intenso y apasionado…