AKUARIES
24.
Por la mañana se despertó Lucía, miró el móvil, a las seis y media de la mañana tenía un mensaje de Isa.
-Con Manolo estamos mejor que nunca, hemos vuelto.- Lo acompañaba con varios emoticonos de fiesta y fuegos artificiales. Isa alucinaba, la llamó.
-¿Como que habéis vuelto? Quieres decir, vuelto, vuelto.
-Sí.- Gritaba Isa feliz.- Volvemos a estar juntos, es mi novio otra vez, estoy tan contenta Lucía, tenemos que celebrarlo.
-Calma, calma, estamos con exámenes finales…
-Por eso tía, solo tenemos que ir a la universidad a hacer los exámenes, podemos estudiar todo el día y salir una noche, los cuatro claro.
-Bueno, ya hablaremos.- Se despedía Lucía.
Lucía se fue a desayunar, sonó el teléfono, era Carlos.
-Hola.- Contestó Lucía.
-Buenos días, estaba pensando que podríamos ir a la biblioteca de la universidad a estudiar.
-¿Eso pensabas? ¿Por qué?
-Por estar juntos, para vernos, por eso.
-Que pereza ¿No?- Le decía Lucía.
-Si quieres te paso a buscar con el coche, así no tienes que ir en autobús.
-No, no, mejor que no.
-Pues voy a tu casa y estudiamos juntos.
-Carlos, estás pesadito hoy ¡Eh!
-Vale, vale, perdona, no quería molestarte, nos quedamos en casa estudiando, de acuerdo.
Lucía le notó en la voz que lo había desilusionado.
-Si quieres esta tarde podemos tomarnos una cervecita.
-Vale ¿A qué hora?
-No sé, nos llamamos.
-Claro, claro, hasta luego.
Lucía colgó y sonrió, había que ver como estaba Carlos de atento, quería estar con ella a todas horas, eso le gustaba. También le gustó la voz de ilusión de Carlos cuando le ofreció ir a tomar algo.
Isa desayunó con su madre, le informó que con Manolo lo habían arreglado, que todo seguía como siempre, o mejor.
Lucía, Isa y Carlos, se veían cuando tenían un examen, después, aprovechaban para tomar algo juntos y hablar un rato. Aquel día al acabar el examen, antes de salir del aula, el profesor llamó a Lucía.
-Hola señor ¿Es por algo de los exámenes?- Preguntaba Lucía con inocencia.
-No, no, los exámenes los vas a aprobar sin problemas, estoy seguro, eres una buena estudiante. Te quería hablar de tú último proyecto…
-¿Está mal?- Se precipitaba Lucía preguntando.
-¿Mal? ¿Qué si está mal preguntas? Lucía, es lo mejor que he visto, es un proyecto increíble, alucinante, precioso. Tienes un don para la arquitectura, solo hace muchos años, hubo un alumno parecido a ti, tenía esa calidad de ideas, esa precisión en los cálculos, ese gusto por las formas. En fin, no quiero hacerte perder más el tiempo. Solo quería felicitarte y decirte que cuando acabes el máster el año que viene, te ayudaré, si así lo deseas, a trabajar en los mejores estudios de arquitectura.
Lucía le agradeció al profesor sus palabras y su ofrecimiento para ayudarla. Luego se lo explicó a Isa y Carlos.
-¿Pero qué proyecto hiciste?- Preguntaba curioso Carlos.
-Una biblioteca, algo normal.
-¡Joder! Pues al profesor no le ha parecido tan ‘normal’- Reaccionaba Carlos.
-A ti te podría ayudar tu padre, que de esto sabe un rato.- Le decía Isa a Carlos.
-Ya lo hace, nos da algunos consejos e ideas, pero es que no tiene mucho tiempo. La verdad es que prefiero hacerlo yo mismo, quiero saber si soy bueno o no en esto, Mercedes sí que le insiste más.
-A nosotras nos ayudan nuestros padres, llevan toda la vida en la obra, mi padre es jefe de obras, y el suyo no lo es porque no quiere.- Aclaraba Isa.
-El mío prefiere construir las paredes rectas, como si tirara una línea con una regla ¡Que hombre por Dios!
Los tres reían. Se tomaron algo y luego cada uno a su casa, a seguir estudiando, los exámenes se sucedían y no podían perder el tiempo.
Isa se seguía viendo con Manolo cada día, prefería estar con él y sacrificar alguna buena nota en los exámenes. Lucía y Carlos, se veían lo justo, como mucho quedaban un rato por la tarde, se despedían saboreándose los labios y se mataban a pajas por la noche.
Pablo no podía estar más orgulloso de su hija, otro excelente en el último proyecto, y por lo que le decía Lucía, los exámenes le iban de muerte. El siguiente año haría el máster y podría presumir de tener una hija arquitecta.
Acabó la época de exámenes, había pasado un mes entre una cosa y la otra, los tres estudiarían el máster el siguiente curso. A Carlos su padre le ofreció ir a hacerlo en el extranjero, o en la universidad que él quisiera, lo rechazó por Lucía, por estar cerca de ella, aunque nunca le dijo nada a Lucía.
Lucía se despertó ese día libre de estudiar, de ir a la facultad, de todo, estaba de vacaciones. Se des esperezaba en la cama estirándose, pensaba que iba a hacer ese día. Una llamada le hizo girar la cabeza mirando el móvil, era Isa.
-Nos vamos a la piscina.- Confirmaba Isa directamente.
-Buenos días primero ¿No? O es que ya has perdido la buena educación.
-Yo la educación hace tiempo que la perdí Lucía, va, vamos a la piscina, tenemos que empezar a coger colorcito, a ponernos morenas para nuestros novios.
-¡Eh eh! Aquí, la única que tiene novio eres tú.- Le rectificaba Lucía.
-¡No me jodas tía! ¿Aun no habéis follado?- Se sorprendía Isa.
Lucía intentaba disimular, realmente era muy rara la relación que tenía con Carlos, estaba deseando follárselo, y él de follársela a ella, pero ninguno de los dos daba el paso.
-Bueno Isa, entre el proyecto, los exámenes… No sé.
-Pero qué coño tiene que ver los estudios con el folleteo, desde luego Lucía estás perdiendo facultades, ya te lo digo yo. Venga, espabila, ponte el bikini que te espero en la entrada de la piscina.
-Vale, de acuerdo.- Le decía Lucía con cierta pereza.
-Si quieres, puedes invitar a Carlos, seguro que a él le hace ilusión y a mí no me importa.
-Creo que mejor que no…-Lucía pensó un momento ¿Por qué no? seguro que a él le encantaría.- Sí, buena idea, ahora le llamo.
Por supuesto Carlos aceptó, por estar con Lucía hacía lo que hiciera falta. Lucía salió de su casa con una camiseta divertida, unos pantaloncitos muy cortos y las chancletas, se paró en la esquina, miró la hora, mentalmente empezó una cuenta atrás, cinco, cuatro, tres, dos, uno… Ahora, en ese momento giró la esquina el coche de Carlos, que previsible es este niño, pensó riéndose Lucía. Solo verla, a Carlos ya se le levantaron las cejas, que buena estaba Lucía vestida así, pensaba para él. Se encontraron con Isa en la entrada de la piscina, pagaron la entrada, colocaron tres hamacas juntas. Carlos se quitó la camiseta y el pantalón corto, fue el primero en tumbarse, con sus gafas de sol puestas miraba a las chicas, bueno, a quien miraba realmente era a Lucía, ella hablaba con Isa, mientras se quitaba la camiseta, a Carlos se le volvieron a levantar las cejas cuando le vio las tetas, tapadas por un bikini que le cubrían lo justo, pero que par de tetas tiene Lucía por Dios, volvía a pensar Carlos. Cuando se quitó el pantaloncito, y la vio entera en bikini, la cara de bobo que se le quedó, le recordó a Lucía el día que lo llevaron al bar sus amigos. Lucía se estiró en la hamaca a su lado.
-¿Qué te pasa Carlos?- Se cachondeaba Lucía. Él sin decir nada le iba mirando todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies.
-Mira Lucía, eres la mujer más guapa y con el mejor cuerpo que he conocido en mi puta vida.- Lucía lo miraba extrañada ¿Como se ha atrevido a decirme algo así? Si nunca lo ha hecho, pensaba Lucía.
-¡Carlos! ¿Qué es eso de ‘puta vida’? No te había oído hablar así nunca.
-¡Hostia Lucía! ¿De verdad es con lo que te has quedado de todo lo que te he dicho?
Lucía se ruborizaba, se giró mirando a Isa.
-¿Nos ponemos crema Isa? El sol aprieta y nos vamos a quemar.
-Yo ya me la he puesto, tú como te distraes con tu…
-¡Isa controla!
-Con tu lo que sea, no te has dado cuenta.
Lucía se fue poniendo crema, por todo el cuerpo, cuando se la puso por alrededor de las tetas y por la entrepierna, Carlos, que no se había perdido detalle de cómo se sobaba Lucía por todo el cuerpo, se levantó de golpe, caminó hasta el borde de la piscina y se tiró de cabeza. Cuando sacó la cabeza del agua, Lucía le estaba haciendo una señal, prestó atención.
-En esta piscina, tienes que ducharte antes de meterte.- Le decía Lucía, Carlos levantaba las cejas volviendo a hundirse en el agua.
-Desde luego nena, que poca sensibilidad tienes con él.- Le criticaba Isa.
-¿Qué dices? ¿A qué te refieres?
-¡Vamos tía! No te hagas más la loca, te has sobado poniéndote la crema que daba gusto, el chaval se ha tenido que meter en el agua de lo dura que le has puesto la polla.
-¡Anda ya!
-¿Anda ya? Míralo como nada, está esperando que se le baje para volver a salir, como salga monta un espectáculo de lo tiesa que la debe tener. Lucía por favor, follaros ya de una vez, se os nota una tensión sexual que como no la solucionéis pronto os saldrá humo de las orejas cuando estéis juntos.
Lucía la miraba pensativa, sabía que Isa tenía razón, en ese momento Carlos volvía del agua y se volvía a estirar en la hamaca. Isa, que se las sabía todas, se levantó y se fue a la ducha antes de meterse en el agua, quería darles un poco de intimidad. Veinte pares de ojos de tíos, la siguieron durante todo el recorrido.
-¿Has visto eso?- Le preguntaba Carlos a Lucía.
-¿El qué? ¿Cómo la miran los tíos? Es normal, siempre lo hacen, es que Isa en bikini está muy guapa.
-Pues no quiero ni imaginarme lo que debe de ser que vayáis las dos juntas ¡Por Dios!
Lucía le sujetó la barbilla y le dio un beso en los labios.
-Hace un tiempo te dije que si las cosas iban bien, te daría una sorpresa.
-Es cierto, no me acordaba ¿Qué sorpresa es?- Preguntaba Carlos con interés.
-Mi pad… me hablaron muy bien de un hotelito en la montaña, se ve que está muy escondido y es muy tranquilo, muy romántico me dijeron, pues, estaba pensando, bueno, que después de los exámenes y todo eso, de tanta tensión…
-Lucía, al grano por favor, que te vas por los cerros de Úbeda coño.- Se quejaba Carlos.
-Me gustaría mucho ir contigo.
-¡Hombre! Por fin ¿Cuándo?
-La semana que viene, toda la semana. El verano pasado ni tuve vacaciones, trabajé todos los días, este quiero al menos hacer una semana, descansar, relajarme y… pasarla contigo.
-Me entusiasma la idea de pasar una semana contigo de vacaciones.- Le confesaba Carlos muy contento.
-¿Aunque sea en un pequeño hotel perdido en la montaña?
-Donde sea Lucía, ya te dije que yo caminaría contigo y quiero seguir haciéndolo. Estar contigo me da la vida, tú eres…
-Vale, vale, no sigas hablando que te conozco.
En ese momento llegaba Isa, moviendo la cabeza para quitarse el agua del pelo, y los veinte pares de ojos seguían mirándola.
-¿Qué tal parejita?-Los saludaba.
-Que bien que has llegado, este se empezaba a poner plasta tía.
-¡Lucía coño! Qué carácter tienes.- Se quejaba Carlos.
Las dos amigas se morían de risa.
-Quien me manda a mí ir a ningún sitio con vosotras. Por cierto, lo de la semana que viene ¿Vendrá ella también?
-¿Qué es lo de la semana que viene?- Se apresuró a preguntar Isa.
Lucía le pegó un manotazo en los abdominales, Carlos se incorporó de golpe.
-Nada, cosas nuestras.
-Lucía me ha pedido que vaya con ella a un hotelito de vacaciones.
-Te quieres callar bocazas.
-¡Coño! Ya va siendo hora de que te sueltes el pelo nena.- Le decía Isa.
A Lucía se le puso cara de mala leche.
-Mira, os podéis ir a la mierda los dos, y lo que te he dicho de la semana que viene, ya te puedes ir olvidando.- Señalaba a Carlos.
-Lucía por favor, que ya me había hecho ilusiones.
-Pues ya te puedes ir deshaciendo de esas ilusiones majo.
-¿No estás exagerando un poco? No hay para tanto.- Apoyaba Isa a Carlos.
Lucía miró a uno, después miró al otro, se levantó y se fue directa a la ducha, un montón de cabezas y ojos se fijaron en ella.- No me extraña que la miren, está como un queso.- Pensó Carlos mientras la seguía. Se metieron los dos en el agua, Isa se estiró en la hamaca para seguir tomando el sol. Lucía nadó hasta una punta de la piscina, Carlos detrás, ella apoyó la cabeza en el borde mirando como se le acercaba Carlos nadando. Él llegó y se puso delante de ella, le pasó una mano por la cintura, con la otra le acariciaba la cara, acercó sus labios a los suyos y la besó, Lucía le devolvió el beso, Carlos lo alargó, hasta meterle la lengua en la boca, ella se sorprendió, no se lo esperaba, era la primera vez que él se lanzaba, le pasó los brazos por el cuello y le entregó su lengua, las entrelazaron, se las chuparon, a la vez que los cuerpos se juntaban, Carlos podía notar los pezones en su pecho, que tetas que tiene esta niña por favor, pensaba una vez más. Lucía le miraba a los ojos sonriendo.
-Te has lanzado eh.
-Estaba deseando morrearte como Dios manda hace mucho tiempo. La semana que viene nos vamos tú y yo a ese hotel. Esta noche te invito a cenar, no digas nada –Le puso a Lucía un dedo en la boca.- Ya sé lo que dirás, lo pagamos a medias y esas cosas que dices, no, esta noche te invito yo y punto. Nos llamamos luego para concretar la hora, quiero que me des más detalles cenando de la semana que vamos a pasar juntos. Ponte guapa que te llevaré a un buen restaurante ¿De acuerdo?
Carlos le apartó el dedo que le tapaba la boca para que no hablase, Lucía le miraba a los ojos enamorada, se lo confirmó con la cabeza y se volvieron a besar, otro largo beso dándose las lenguas. A Lucía le encantó que Carlos sacara su carácter. Salieron del agua y caminaron agarrados de la mano, Isa los miraba sonriendo, cuando los veía juntos veía a una buena pareja, lástima que su amiga no lo veía tan claro como ella.
Comieron en la piscina un tentempié y siguieron tomando el sol y bañándose, hasta las cuatro y media más o menos de la tarde. Después acompañaron a Isa a su casa, Carlos dejó a Lucía en la suya despidiéndose hasta la noche, quedaron a las nueve y media para ir a cenar.