DO.LOBERA
33 – La furia y el temor de Wulfrugida
La montaña de las tinieblas estaba siendo azotada por una terrible tormenta provocada por la furia que sentía su ama y señora. Las oscuras y feas plantas de la oscuridad que crecían en la ladera sentían su miedo y replegaban sus hojas, las bestias se ocultaban en sus madrigueras o buscaban rincones donde protegerse. Sin embargo, más de una planta acabó calcinada por los relámpagos que impactaron contra ellas, y algunas de las criaturas oscuras, con menos suerte, acabo atravesada por un rayo. Hacía tiempo que Wulfrugida no estaba tan furiosa.
En su morada, la bruja inmortal no podía creer que aquel atrevido grupo se estuviera recuperando. Había subestimado al principito. Debería haber acabado con él antes, después de todo tenía sangre de reyes y magos. Si recuperaban la fuerza de la caballera, el leñador y la giganta podría verse en apuros.
Acudió a por el dragón, él podría acabar con aquella plaga aunque antes debía lanzarle un conjuro de oscuridad. Se acercó a su jaula pero esta estaba fundida a causa del fuego. Claro, el dragón había sentido como la fénix Lamia se recuperaba gracias al vínculo que compartía con ella y había lanzado una poderosa llamarada contra su prisión.
Por primera vez en su vida, la bruja Wulfrugida sintió temor por su vida. El dragón recién liberado la miraba furioso pero no la atacó, salió por la ventana y se adentró en la tormenta en busca de su madre adoptiva. Mientras veía al dragón ir en su busca la bruja decidió recurrir a las bestias más oscuras de la noche para que acabasen cuanto antes con los intrusos. Era ya una cuestión de supervivencia y sólo ella podía sobrevivir.