MOISÉS ESTÉVEZ
Deseando una sociedad mejor. Qué ironía, por no decir utopía…
La recordaba dando tumbos por la acera rumbo al bar de la esquina
donde pasaba horas y horas, la vecina del cuarto, arpía y sanguijuela del lugar,
mujer rapaz y trepadora durante toda su vida, capaz de conseguir cualquier
cosa y no gracias a su encantadora personalidad. También distaba bastante de
ser bella gracias al rostro decrépito y envejecido desde muy joven, a lo mejor
por el odio y la envidia que destilaba desde su interior. Con ojos pequeños,
desagradables y maliciosos que acompañaban una nariz fea e insultante, hasta
tenía la osadía de mirarte por encima del hombro.
Su preocupación, subir esos peldaños sociales a costa de pisotear los
derechos de cuantos la rodeaban, eso sí, excepto los de su familia más
allegada: hijos, marido, hermana… todos ellos bien colocados a dedo, en una
administración pública, igual de decadente y podrida que éste, nuestro sistema.
Administración por otro lado, corrupta y gobernada por políticos indecentes y
ladrones, capaces de cualquier cosa menos de servir a una ciudadanía
deseosa de cambios y mejoras que alberguen la esperanza de un futuro mejor
y más próspero, lejos de esa maldad que lo inunda todo y una hipocresía
desbordante – ¿Hacia dónde nos conduce esta gentuza sin vergüenza ni
escrúpulos? –
Sigo deseando un mundo y una sociedad mejor. Qué utopía…