ESRUZA
Era una tímida flor silvestre,
escondida entre los matorrales
por temor a ser cortada por
extrañas e insensibles manos.
Mas llegó un jardinero, avezado
en cortar flores, tal vez,
no tan tímidas y escondidas.
La vio y la cortó con cuidado
liberándola de los matorrales.
La flor perdió el miedo, y le
brindó su aroma sin par.
Pero, el jardinero estaba
más acostumbrado a
flores menos tímidas y
escondidas, su jardín estaba
lleno de ellas, y de ahí había
cortado ya una.
La tímida flor se reconvirtió
en una desafiante flor de azalea
que floreció en su jardín.
La flor silvestre no volvió
a esconderse entre los matorrales.
Aunque tarde fuera ya, acometió
su afán y se engulló al jardinero.