KERANOS
-Respóndeme.
-Sí.
-Sí… ¿Qué?
-Lo estoy disfrutando mucho.
-¿Por qué?
-Porque soy una guarra.
-¿Sí?
-Sí. Soy una zorra. Desde el primer día que me follaste en mi casa con mi hermana al lado. Que no podía controlarme y acababa gritando sin que me importara que nos oyera.
-¿Eso piensas?
-Sí. No puedo evitarlo. Me encanta todo lo que me haces.
Le empecé a meter la polla, haciendo presión con mi glande hasta que entró, lanzando ella un jadeo. Me quedé así unos segundos, quieto, pero con parte de mi polla en sus entrañas. Ella me miró a los ojos con esa vulnerabilidad con la que lo hacía minutos antes, pero yo quería más. Empecé a hacer presión mientras ella agachaba un poco la cabeza con los ojos cerrados. Encajé mi pie entre un escalón de la escalera de mano y la barandilla que los sostenía para ganar estabilidad y empecé a follarla, apoyando ella sus brazos en el bordillo interior de la piscina para sujetarse. Lo hacía despacio para que no se notara mucho, mirando constantemente hacía donde estaban nuestras madres y nuestros amigos por si empezaban a mirar o decían de levantarse para ir a algún sitio o meterse en la piscina. Por suerte no se dieron cuenta de nada ni se levantaron siquiera. Nuestras madres hablaron un poco y se tumbaron para tomar el sol, habiéndose quitado la ropa sobrante Maribel. Irene la miraba de reojo y se mordía el labio, hablando con Mario aparentemente en susurros por acercar su boca al oído de éste. Ambos sonreían y se daban un beso después de los susurros, flexionando Mario más piernas, ocultando una posible erección quizá.
Yo seguía a lo mío, metiéndosela a Elena ligeramente. Ella estaba en todo momento con los ojos cerrados, apoyando su cabeza en el bordillo. La sentía muy caliente al metérsela, tenía la polla que me quemaba casi. También notaba lo fácil que entraba y como empezaba a temblar de vez en cuando, como si estuviera teniendo pequeños orgasmos, hasta que cogió aire con fuerza, abrazándose muy fuertemente a mi cuerpo, empezando a temblar una barbaridad, respirando entrecortadamente. Notaba sus pezones duros como una piedra clavarse en mi pecho. Estuvo varios minutos abrazada fuertemente a mí, con esos temblores y espasmos grandísimos como pocas veces había visto en ella. Tenía la cara mirando al lado contrario a donde estaban los demás. Yo le besaba en la cabeza y le acariciaba la espalda mientras notaba como me estrujaba con su coñito. Yo, sin embargo, no me corrí a pesar de lo cachondo que estaba, pero es que ella lo hizo muy rápido, más que de costumbre. Poco a poco dejaba de apretarme con sus entrañas, perdiendo mi erección su vitalidad, lo que hizo que me polla menguara y se saliera de ella. Elena seguía abrazándome y yo aproveché para ponerle bien ambas partes del bikini como pude, poniéndome bien también mi bañador. Poco a poco dejó de hacer tanta fuerza, pasando a darme un abrazo normal, levantando su cabeza para darme besitos de manera muy cariñosa.
Salimos de la piscina después de estar unos minutos nadando, con Elena ya despierta de su orgasmo, aunque se reía de manera tonta como solía hacerlo después de cuando tenía uno intenso. Se subió a mi espalda y salimos, yendo hacia las toallas para tumbarnos. Irene nos miraba sonriente, aunque no sabía si lo hacía porque se alegraba de vernos así, o porque se olía algo de lo que había pasado. Mi madre levantó la cabeza, sonriendo al vernos y Elena volvió a coger la crema para empezar a esparcírmela por todo el cuerpo. Desde luego no me iba a quemar con ella en la vida, porque era casi obsesivo lo suyo con la crema. Hasta me echó por las piernas, poniéndose en cuclillas, mirando hacia arriba sonriente, guiñándome un ojo, pasando su mirada a mi paquete, mordiéndose el labio. Después se puso de pie y me echó también por la cara. Cuando acabó, me pidió que le echara yo, estando de espaldas a los demás. Ella seguía mi mano con su mirada, mordiéndose el labio ligeramente. Después cambió su gesto a una sonrisa muy bonita, girando su cabeza como solo ella sabía hacerlo, volviéndome loco, como siempre.
Cuando se dio la vuelta para ponerle por la espalda, vi que efectivamente Maribel se había quitado su ropa, quedándose solo en bikini y en efecto, se le marcaba. Como la última vez que vino no pude evitar fijarme, aunque mis gafas de sol disimularan ese análisis que le estaba haciendo, viendo como se le marcaban esos pezones gorditos que tuve la suerte de ver justo el mismo día que la conocí, apreciando también sus labios vaginales marcados bajo la tela, fijándome también en como su pubis estaba notablemente abultado, seguramente por ese matojo salvaje que le vi y que tanto me encendió pese a no gustarme de aquella manera. Rápidamente me percaté de que mi polla se estaba empezando a poner morcillona, por lo que aparté la mirada para evitar que la cosa fuera a más y todos se dieran cuenta.
Elena y yo estuvimos un buen rato en las toallas tomando el sol mientras nuestros amigos se bañaban, con la misma actitud que teníamos nosotros minutos antes, pero no sé intuía nada de lo que se pudiera pensar y más de ellos. Era un simple jugueteo. Nuestras madres nos daban conversación, preguntando cosas acerca del trabajo de Elena. También se interesaban por el mío, sobre todo Maribel al ser la menos conocedora de como me las apañaba, por lo que le contaba mi manera de trabajar con detalle, con las herramientas que usaba y demás. Fue una mañana muy amena y se agradecía, sobre todo por Elena, para que no echara tanto de menos a personas importantes para ella, así era más llevadero. Yo estaba encantado con la compañía también y más teniendo en cuenta que Maribel estaba muchísimo más relajada que en las primeras semanas en las que los conocimos en las que parecía ponerme constantemente a prueba. Así llegó la hora de comer, por lo que fuimos a las neveras para sacar la carne que trajo Maribel y encendimos la barbacoa para ir haciéndola. Como veía a nuestras madres bastante sueltas y apañadas en la barbacoa, opté por dejarlas a ellas encargándose de todo, también por la experiencia que ambas tenían en la cocina, que no era poca.
Mientras se cocinaba la carne nos sentamos en la parte que estaba a la sombra para picar algo y tomarnos alguna cerveza. Yo estaba un poco distante porque me dio por pensar en el momento que habíamos tenido Elena y yo en el agua, pero me lo quise quitar rápidamente de la cabeza yendo al baño a vaciar mi vejiga para evitar un empalme tonto. Al regresar me quedé otra vez pensativo mientras regresaba, sentándome en el borde de la piscina para meter las piernas en el agua mientras volvía a pensar en lo mismo.
Fue un momento muy morboso, pero no pensaba en eso precisamente. Empecé a darle vueltas a la situación de ¿dominación? No sabía cómo habíamos llegado a ese punto en el que nos empezamos a picar como niños. Elena llevaba razón, siempre hacía lo que me parecía mejor para ella y nunca me paré a verlo desde su perspectiva. ¿Eso era lo que ella veía? ¿Veía en mí a un calzonazos que no sabía imponerse? Esa fue la sensación que me dio por como ella se tomaba mis palabras. Y por eso reaccioné así, de esa manera tan poco usual en mí. Ella y yo ya habíamos hecho algo similar en otra piscina o en la playa, pero esta vez fue diferente. Aquellas veces calentaba a Elena de otra manera, pero en esta directamente hice lo que me dio la gana sin tener en cuenta su opinión y no estaba seguro de que me hubiera gustado hacer eso ya en frío y pensando las cosas. Pensaba que me había calentado de más haciendo eso con nuestras madres ahí, pese a haber hecho muchísimas cosas en nuestras casas estando la familia allí, pero era algo muy diferente.
Esa vez estábamos jugando con el morbo de ser descubiertos y era divertido, pero a la vez me daba miedo de que en una de esas nos pillaran de verdad o se nos fuera la cosa de las manos de manera exagerada, aunque ya notaba que se me había ido de las manos con mi actitud que no me terminaba de gustar. También pensé en cómo se lo tomó Elena. Estaba claro que ella no quería hacerlo, pero me impuse y al final acabó cediendo, y no solo eso, por cómo se puso y el orgasmo que tuvo, tenía pinta de que le había gustado muchísimo, porque además de aquello, cuando salimos estaba como si nada, muy sonriente y con ganas de más como noté cuando me echó crema de nuevo por como miraba mi paquete al esparcírmela por las piernas y como miraba mi mano al echársela yo, con esa ligera mordida de labio.
Estaba desconcertado, tanto por mí actitud, como por la suya. ¿Habíamos descubierto una nueva forma de calentarnos? No lo sabía, pero de lo que sí estaba seguro era de que no me había hecho mucha gracia todo aquello, desde mis palabras y las suyas diciendo que era una zorra, como por mis actos más que por los suyos. Al fin y al cabo, ella solo se había dejado, era yo el que llevaba la batuta ordenando y dirigiendo su cuerpo. Estuve así unos minutos, dándole vueltas, tratando de encontrarle un sentido a lo que sentía tras esa calentada, pero no terminaba de verlo. Elena fue la que me sacó de mis pensamientos sentándose a mi lado.
-¿Qué haces aquí tan solito? (dijo con mi bebida en su mano, ofreciéndomela)
-Nada… Estaba pensando.
-En lo de antes, ¿no?
-Sí…
-Ha estado bien, ¿no?
-Pues no sé…
-¿Es porque no has acabado?
-No, eso no me importa.
-¿Entonces?
-Ahora en frío no estoy seguro de que me haya gustado.
-A ver, cuéntame.
-No sé… No me ha gustado cómo me he puesto.
-¿A qué te refieres?
-A la a manera en la que te forzado.
-Javi, no digas tonterías.
-No, digo lo que me parece. Me he picado y se me ha ido la cabeza.
-Pero si no ha sido para tanto…
-Pues no sé, ahora me arrepiento de haberlo hecho.
-Nos lo hemos pasado bien, no le des más vueltas.
-¿Me ves como a un calzonazos?
-¿Qué? No. Te veo como el chico perfecto. Javi, de verdad, no pienses esas cosas. Solo te estaba picando.
-No sé…
-De verdad, cariño. Solo veo lo que me quieres y me cuidas. Y no puedo estar más agradecida por ello. Todos los días pienso en la suerte que tengo de estar contigo. Ni en mis mejores sueños me imaginaba poder tener una relación como la que tengo contigo. Creía que lo que tenía en mi anterior relación era lo normal, pero has llegado tú a mi vida y me has demostrado que no. Me has enseñado lo que es desvivirse por alguien, lo que es cuidarla, darlo todo por esa persona.
Miré a Elena sonriendo, viendo como ella también lo hacía.
-¿Te ha gustado a ti?
-Es que es difícil, Javi. Estoy en ese duelo interno de pensar en que no me ha gustado porque están aquí nuestras madres, pero luego pienso en el momento, en cómo me he puesto, perdiendo la noción de todo, con esos pequeños orgasmos que sacudían mi cuerpo, acabando en uno tan enorme y satisfactorio que no sé… Ha sido uno de esos momentos en los que el morbo te puede y no piensas las consecuencias. Como cuando usamos el vibrador por primera vez. Fue muy divertido, pero cuando fuimos a casa de Mario y nos contaron la pillada, pues me moría de vergüenza…
-Ya…
-No te veo cómodo.
-Es que no lo estoy. Tengo miedo de que se me vaya la cabeza más de la cuenta y acabe haciendo una tontería, no sé… O de que nos pillen de verdad.
-Pues no lo hacemos más, listo.
-Pero es que si a ti te gusta…
-Javi… -dijo interrumpiéndome- Si uno de los dos no está cómodo con eso, pues no se hace. Es algo que me enseñaste tú, ¿recuerdas? Es importante la comunicación y que ambos estemos a gusto en el momento y está claro que tú no lo estás, así que ya está.
-Pero a ti te ha gustado.
-He tenido un orgasmo increíble, sí. Pero no estoy segura de que me haya gustado en realidad la experiencia, ya me conoces. Piensa en que no ha pasado nada y lo hemos pasado bien, quédate con eso.
-Vale.
-Y no pienses tampoco que eres un calzonazos, porque no lo eres. Yo solo veo al mejor novio del mundo que se desvive por mí, por protegerme, por cuidarme, por verme feliz.
-Cállate, anda. Que me vas a hacer llorar… Jajaja.
-Ayyyyy… -dijo para después darme un beso- Te quiero.
-Y yo a ti.
Nos levantamos y fuimos a la mesa para seguir picoteando como si nada. Me alegró esa conversación y la necesitaba para aclararlo todo. Parecía que todo iba a quedar en una anécdota, ya que, pese a que ambos lo disfrutamos en el momento, ya en frío nos dimos cuenta de que sería mejor ser más cautos y no dejarnos llevar tanto por el morbo del momento.
A los pocos minutos comimos todos juntos mientras seguíamos de charla, con mi madre conociendo más a Irene y preguntándole a Mario como le iba y a qué se dedicaba. También Maribel ponía interés en nuestros amigos, ya estaba empezando a vernos más con ellos. Nos quedamos un rato más después de comer en la mesa para resguardarnos del sol que apretaba más en esas horas y propuse de ir a por helados para aplacar el calor. A todos les pareció bien, por lo que me puse la camiseta, pero Elena dijo de acompañarme, poniéndose un pareo, estando preciosa con él. Subimos el caminito sinuoso cogidos de la mano, en silencio, pero sonrientes. Cuando llegamos al coche, caímos en que era domingo e iba a estar todo cerrado, y más a esas horas. Y tampoco es que tuviéramos ganas de ir al centro, porque tendríamos que cambiarnos y nos daba palo.
Al final optamos por ir a casa y coger unos cuantos de los que teníamos allí, pero en cuanto entramos Elena se abalanzó sobre mí, comiéndome la boca con ansia. Me llevo a arrastras hasta la habitación y me arrancó la ropa, desnudándose ella de la misma manera salvaje con la que lo había hecho conmigo. Se lanzó a por mí polla y empezó una buena mamada, empujándome a la cama para montarme. Follamos de manera salvaje. Primero me cabalgó botando y moviéndose hacia delante y atrás, como a mí más me gustaba. Después me cogió de los hombros y me movió para ponerme encima de ella con una fuerza que impresionaba por nuestra diferencia de tamaño. Estuvimos así un buen rato mientras ella me acariciaba la cara y tiraba de ella para besarme con mucha intensidad. Después se puso a cuatro patas y le di bastante fuerte. Estaba impresionado por lo que aguantaba, estando yo casi ya en las últimas. Imaginé que era por el orgasmo tan grande que tuvo en la piscina, tal vez le había dado la capacidad de aguantar más al descargar tanta tensión, pero no me dio tiempo a pensarlo mucho porque se volvió a mover para empujarme, dejándome boca arriba, volviéndose a subir encima de mí para cabalgarme muy rápidamente.
Durante todo el polvo estuvimos en silencio, solo se oían nuestras respiraciones aceleradas, con esos jadeos y gemidos ocasionados por el placer. Puso sus manos en mi pecho, empezando a arañármelo, pero yo se las cogí para entrelazar nuestros dedos. Se empezó a mover hacia delante y atrás a un ritmo endiablado mientras me miraba a los ojos fijamente, con sus mejillas muy rojas. Estaba a mil al verla así y por como me estaba follando, por los que no tardé nada en correrme entre gritos, lanzando también ella un gemido muy alto y seco. Me vacié dentro de ella, dando embestidas hacía arriba de los espasmos que me estaban dando, cayendo desplomado sobre la cama una vez paró mi orgasmo. Elena se puso sobre mí, los dos estábamos respirando de manera muy acelerada. Poco a poco nos recuperamos y fuimos a darnos una ducha rápida para no aparecer sudados y rebajarnos el sofoco que teníamos. Elena se tapó el coño con su mano para no manchar, aunque acabamos cambiando las sábanas igualmente al acabar por si los demás volvían a casa, para que no vieran como lo dejamos todo. Tras la ducha y coger algunos helados, bajamos a la piscina de nuevo.
-¿Creías que iba a dejar a mi nene a medias?
-Jajajaja, sabía que no lo harías, pero tampoco me esperaba que fuera a ser ahora, creía que sería esta noche.
-Pues no. Ya has visto que no podía esperar.
-Ya lo he visto. Por cierto, ten cuidado con las uñas…
-¿Por?
-Esta mañana mi madre se ha dado cuenta de tengo la espalda arañada.
-¿Sí? A ver… -dijo subiéndome la camiseta para mirar mi espalda- Qué vergüenza, Javi…
-No pasa nada, jajaja.
-¿Cuándo te he hecho eso?
-Anoche. Noté como me las clavabas y tirabas hacia abajo.
-Joder, pues yo me acabo de enterar.
-Anda…
-Si es que me follas tan rico que pierdo el control de mi mente y no me entero de nada.
-Pero si fuiste tú la que me follaste.
-Qué va…
Ya casi llegando, sonó el móvil de Elena. Resultó ser su padre y estuvieron hablando unos minutos. Yo mientras la miraba, esperando a que acabara para volver los dos juntos y evitar comentarios por parte de los demás preguntando por ella.
-¿Qué ocurre?
-Nada, que dice que se pasa ahora para vernos y echarle un ojo a la casa.
-Ah, perfecto.
-Ya, pero está aquí mi madre…
-Bueno, eso tiene fácil arreglo. Le digo a mi madre que se invente algo y que se la tenga que llevar. Seguro que no le importa.
-Vale. -dijo sonriendo- Pero hay otra cosa.
-¿El qué?
-Es que resulta que mi tía se va de viaje por trabajo. Ella y su marido, y mi padre tiene que estar al cargo de mi prima pequeña.
-Vale, ¿cuál es el problema?
-Que mi padre trabaja muchas horas y no tiene con quién dejarla. Me ha pedido si nos podemos quedar con ella toda la semana que entra.
-Ah, pues claro.
-Pero es que yo trabajo y tengo las tardes ocupadas también esta semana.
-Pues me quedo yo con ella.
-¿Y cuándo trabajas tú?
-Pues me pido la semana libre. Me deben una semana de vacaciones más, así que me la pillo ahora.
-¿Pero así? ¿Sin avisar?
-Hablaré con Sofía, seguro que me echa una mano.
-Gracias. Eres un sol.
-Ya ves tú… ¿Y cuántos años tiene tu prima?
-4 añillos. Es tan mona…
-Ah, pues muy bien. No he cuidado nunca de una niña tan pequeña, pero lo intentaré.
-Claro, ya verás como todo va bien, si es muy buena. Y si tienes algún problema o pasa algo, pues me llamas y voy enseguida.
Llegamos a la mesa, donde seguían todos, preguntándonos donde nos habíamos metido. Les expliqué que habíamos ido a una tienda que había por la zona, pero que resultó estar cerrada y que acabamos cogiendo helados de los que teníamos en casa. Pareció colar y todos empezamos a comernos los helados tranquilamente, reposando también mientras se calmaba un poco el sol. Después regresamos a las toallas con el rebozado en crema habitual y entonces Mario me dijo que le dejara las llaves, que a ambos les dolía un poco la cabeza y querían descansar un poco en la cama, sonriendo ligeramente al final. Era muy evidente lo que querían hacer, por lo que fui a por las llaves y se las di.
J: A descansar, ¿no? (dije estando ya apartado de las demás)
I: Sí, me duele mucho la cabeza y voy a ver si Mario me cura.
J: Jajajaja.
M: Sí. Le tengo que poner una inyección, Javi. Tú es que eres de letras, no lo entenderías… Jajaja.
J: Algo sé… Que le he puesto antes una a Elena.
I: Ah, ¿sí? ¿También estaba malita como yo?
J: Jajajaja, sí, pero mucho además… Anda, pasadlo bien.
M: Es que ha visto a la madre de Elena en bikini y se le han subido hasta los colores.
I: Tío, que se le marca todo… Esos pezones y todo el coño… Llevo con las bragas mojadas desde que se ha quitado la ropa, joder…
J: Me ha pasado también. Es que se parece tanto a ella que…
I: Uff… Es que me la imagino encima de mí haciéndome la tijera cabalgándome como te cabalga a ti Elena y uff… Vámonos ya Mario, que necesito que me revientes, pero bien para bajar este calentón…
Tras reinos los tres, se fueron a mi casa, dejándonos allí tumbados en las toallas resguardados bajo las sombrillas. Elena parecía algo inquieta y pasada una media hora dijo de ir a por unas bebidas, diciéndole a su madre que la acompañara.
-Hay que ver lo que se parecen… (dijo mi madre al verlas irse)
-Ya ves. Me da hasta cosa verlas al mismo tiempo.
-A ver si te vas a confundir algún día y tienes algún susto, jajajaja.
Si tú supieras… (pensé)
-Mamá, necesito que me hagas un favor.
-Claro, dime.
-Mira, es que sobre las 7 viene el padre de Elena y como está aquí su madre…
-Ah, no pasa nada. Ahora le digo que me tengo que ir y que me lleve.
-Gracias.
-Nada, hijo. Si tengo que estar allí para las 7 para cuando salga tu padre de trabajar.
-Oye, ¿qué te ha parecido la casa y eso?
-Pues me encanta. Estoy muy contenta por ti y por Elena.
-¿Sí?
-Sí. Como te ha cambiado la vida con ella. Casi que pareces otro. Te veo más centrado y más responsable.
-¿Y Maribel?
-Uff… Es una mujer intensa, pero es buena persona. Se nota que quiere mucho a sus hijas.
-Sí, desde luego, intensa es un rato.
-Es normal, hijo. Está muy dolida por lo de su marido. Se ve que le quería mucho y fue algo muy malo para ella.
-Ya. Elena también lo pasó muy mal.
-Ya me ha estado contando su madre, que ella es muy sensible y que le afectó a los estudios, ¿no?
-Sí. Elena es una persona muy sensible. No sabía que fuera así cuando éramos amigos y la verdad es que me ha sorprendido ir descubriendo que lo era.
-Pero seguro que la cuidas bien, ¿no?
-Lo intento lo mejor que puedo.
-Lo sé. Si nada más hay que ver como la miras. Eso lo dice todo.
Elena y Maribel volvieron, cambiando nosotros de tema mientras nos tomábamos las bebidas. Mi madre le dijo a Maribel que tenía que estar en casa a esa hora y ella no puso ningún reparo en llevarla, diciendo también que sería así mejor porque tenía que estar pendiente de Noelia para ver cómo estaba porque no le gustaba dejarla sola y para hacerle una buena cena, ya que ella no sabía cocinar. También dijo que quería estar temprano en casa para descansar, ya que al día siguiente tenía que ir a por su madre y tenía que estar pendiente de ella. Así que todo fue bien para que no coincidiera con su exmarido. Al poco regresaron Irene y Mario, aprovechando nuestras madres para ir a mi casa a darse una ducha, cambiarse e irse. Nos despedimos de ellas y se fueron, dejándonos a los cuatro allí.
También les contamos a nuestros amigos lo que pasaba y acabaron habiendo lo mismo. Se dieron una ducha y se cambiaron para irse a casa antes de que viniera el padre de Elena con la niña. Nos dieron las gracias por dejarlos pasar el fin de semana allí con nosotros, quitándole nosotros importancia por todas las veces que nos habíamos quedado en su casa. Cuando se fueron, volvimos a casa para darnos una buena ducha y quitarnos toda la crema que llevábamos encima, poniéndonos más cómodos. Nos encontramos con las sábanas cambiadas en la cama de la habitación donde estaban ellos, con las sábanas que había antes lavadas y tendidas. Antes de que viniera el padre de Elena, ella se encargó de guardar bien nuestros juguetes para que la niña no los viera ni los encontrara, quedándonos los dos en el sofá esperando a que vinieran.
Cuando nos sentamos llamé a Sofía para pedirle el favor de darme la semana libre por tener que cuidar de la niña. Me dijo que sin problema, que aún me tenían que dar vacaciones y que estaban pensando en hacerlo pronto, por lo que no había problema. Y de paso me dijo que a ver si iba a verla a casa algún día y que tenía muchas ganas de tomarse una cerveza conmigo y con Elena y los 5 juntos. Cuando colgué le conté a Elena que Sofía se había venido a vivir a mi ciudad. Ella se rio diciendo que estaba loca, pero no le molestó en absoluto, pareciéndole bien lo de quedar con ella algún día.
Un poco pasadas las 7 de la tarde llegó el padre de Elena con la niña. Nada más abrir, Elena le dio un abrazo fortísimo a su padre y otro a su prima, quien se reía al ver a Elena tan cariñosa. La niña era una preciosidad, bajita, como cualquier niña de 4 años, con los típicos mofletes hinchados que tienen todos los niños de esa edad. Era rubita y tenía una media melena parecida a la de mi chica, muy guapa, como una muñeca. Venía con una mochilita toda a sus espaldas y otra maletita que traía su tío. Elena le daba muchos besos mientras ella reía y la abrazaba con fuerza. Elena no paraba de decirle lo grande que estaba ya y lo guapa que era, dándole besos sin parar. Mientras tanto, su padre me dio un fuerte apretón de manos y un abrazo, diciéndome que se alegraba mucho de verme y de ver que todo nos iba tan bien, tomando la decisión de irnos a vivir juntos y demás. La niña me miraba algo seria, estando en los brazos de Elena, luego se abrazó a ella con fuerza.
No sabía si tenía vergüenza o qué, pero era muy tierno verla así tan abrazadita a Elena. Ella la bajo al suelo y se puso detrás de sus piernas, mirándome tímidamente. Yo le sonreía y ella se escondía. Elena la cogió de la mano para llevarla y enseñarle su habitación, cogiendo también la maleta para dejar allí la ropa guardada y demás. Mientras ellas estaban en la habitación, seguí hablando con el padre de Elena, contándonos como le iba en el trabajo y diciéndome que la casa era muy bonita, empezando a enseñársela. Le gustó mucho y más al saber que tenía hasta piscina. Le estuve contando que el único problema era que estaba algo retirada del centro, pero que a cambio estábamos muy tranquilos y que el alquiler era muy asequible. Al poco regresaron las chicas, con Elena cogiendo de la mano a su primita. Estuvimos un rato más hablando con su padre y se fue para que no se le hiciera tarde, porque tenía que volver a casa y al día siguiente madrugaba mucho para ir a trabajar. Se despidió de la niña, quien no parecía tener ningún problema en quedarse con nosotros.
Elena me dijo que se llamaba Paula, porque ella no hablaba nada, no sé si me tenía miedo o algo, pero no me dirigía palabra, mirándome de manera fija, pero apartándola bruscamente, abrazando a Elena. Ella se reía al ver la situación. Le pusimos dibujos a Paula y se quedó hipnotizada. No decía ni mu, parecía que no estaba ahí. Reía de vez en cuando al ver algo que le hacía gracia, pero no soltaba palabra. Me di cuenta de que Elena le sacó unas gafas para cuando se puso a ver la tele. Estaba muy mona con ellas, aunque me preocupaba un poco que necesitara gafas desde tan pequeña.
Al rato preparamos la cena entre los dos mientras Paula seguía viendo la tele. Los tres cenamos tranquilamente, con Elena preguntándole a su prima cómo le iba en el cole y demás. Ella le respondía como lo hacen los niños, pero de manera cortada. Yo también le preguntaba, pero ella apenas respondía.
E: Paula, ¿qué te pasa?
Paula miraba a Elena sin responder.
E: ¿Tienes vergüenza?
P: No…
J: Tranquila, que no te voy a comer.
E: Pero no le digas eso, hombre… Que la asustas.
J: ¿Qué se va a asustar?
E: Paula, Javi es mi novio y va a estar aquí con nosotras.
P: ¿Sí?
E: Claro, vivimos los dos juntos. Él también va a cuidar de ti.
P: ¿Por qué?
E: Porque yo tengo que ir a trabajar. No puedo estar aquí todo el día.
P: ¿No vas a estar conmigo?
E: Ay… Sí. Pero no todo el tiempo.
J: No pasa nada, Paula. Yo voy a estar todo el tiempo contigo, ya verás qué bien nos lo vamos a pasar.
E: Claro, tenemos piscina, Paula. Y también hay columpios.
P: Bueno…
J: Además, esta ciudad es muy grande, hay muchos sitios a los que ir para no aburrirnos.
P: ¿Tú no trabajas?
J: Yo voy a estar de vacaciones, por eso voy a estar contigo.
P: ¿Y Elena no tiene vacaciones?
E: Yo es que no puedo tenerlas ahora, porque también me están enseñando.
P: ¿Tienes que ir al cole?
E: Más o menos.
P: Pero estamos en verano…
E: Ya, pero es que esto es especial.
P: Jo…
Sobre las 10 de la noche Elena se la llevó de la mano al baño para que se lavara los dientes y luego a su habitación para acostarla y que descansara. Después fuimos al salón para ver la tele un rato mientras nos relajábamos.
-¿Te la vas a llevar mañana a la piscina?
-No sé. A ver lo que le apetece hacer, porque está un poco…
-Está cortada. No te preocupes. Ya verás como conforme vaya pasando la semana se suelta contigo. Es una niña muy cariñosa, lo que pasa es que te ve así tan alto y le habrá dado un poco de miedo. Pero ya verás como cambia de opinión cuando vea lo bueno que eres.
-No sé…
-Que siiiiii. Ten paciencia. Con los niños es lo más importante.
-Vale, vale.
-Tú cuídala como me cuidas a mí, ya verás como cambia la cosa.
-Vale, jajaja.
-Es muy mona, ¿a que sí?
-Sí, es una muñeca. Ya veo de dónde vas sacado lo de querer que nuestra futura niña sea rubia…
-Jajajaja, sí un poco.
-Lo malo es que Paula no se parece a ti para hacerme una idea.
-Jejejeje.
-¿Y lo de las gafas?
-Pues sí, la pobre las necesita para la tele y eso. Me la penilla, pero bueno. Lo ha heredado de mi tía eso.
-Vaya…
-Oye, si te la llevas mañana a la piscina ten mucho cuidado con el sol, échale mucha crema, que no se queme, Javi por favor.
-Sí, tranquila.
-Ya sabes lo pesada que soy con eso, pero es que duele un montón y es muy pequeña.
-No te preocupes, le echaré crema como me echas tú a mí.
-Y échate tú también, que ya estamos morenos, pero sigue siendo peligroso.
-Que sí mamá…
-Ayyyyy… Si es que sois como mis dos nenes y os tengo que cuidar…
-Jajajaja.
Al rato nos fuimos a la cama para acostarnos y dormir, pero seguimos hablando un poco más en susurros.
-Entonces Sofía se ha venido a vivir a tu ciudad, ¿no?
-Vaya. Que le caímos todos muy bien y quería estar más con nosotros. Todas sus amistades se movieron a sitios diferentes del suyo y ya empezaban a tener hijos y demás y se sentía un poco sola.
-Pues justo nos hemos ido nosotros.
-Ya, pero bueno, tiene allí a Irene y Mario y a nosotros cuando nos acerquemos.
-No te estaría buscando más a ti, ¿no? Jejejeje. (dijo mientras me abrazaba con fuerza)
-No creo, le quedó muy claro lo que hay conmigo.
-Bueno, pero la gente puede ser muy insistente.
-Además, yo solo tengo ojos para ti, ya lo sabes… (dije acariciando su vientre, jugando con el elástico de su pantaloncito del pijama)
-Uff… Javi, con la nena aquí, no…
-Shhh. No va a pasar nada, cariño.
-Ya… Que te conozco.
-Mira… -dije mientras colaba mis dedos por dentro, acariciando su vello púbico- Tengo muchas ganas de follarte, no te voy a mentir. ¿Pero qué quieres que haga? Si es que eres una preciosidad, estás muy buena y te quiero tanto que quiero estar todo el día pegado a ti.
-Mmm… Jejejeje.
-Pero no. Con la niña aquí no quiero hacer ruido o que nos pueda ver. No está bien.
-Pfff… Se me va a hacer la semana muy larga sin sexo…
-Bueno, la semana pasada estuvimos un poco así también.
-Ya, pero me estoy acostumbrando a mi nuevo ritmo de vida y ya me es más llevadero. Además, por eso mismo… Porque apenas hemos hecho nada en toda la semana, cuando lo normal en nosotros es que estemos todo el día haciéndolo.
-¿Qué hacemos entonces?
-No sé… Es que sé que voy a hacer ruido si me follas. Estoy muy cachonda.
-¿Sí? (dije pasando mis dedos por su rajita)
Efectivamente estaba cachonda porque noté su humedad. Ella lanzó un pequeño jadeo al notar como la tocaba de esa manera.
-Mierda…
-¿Qué pasa?
-Pues que ya estoy en el punto de no retorno. Necesito hacer algo. Me va a costar dormirme hasta que no…
-Uff…
-Pero es que no me fio… Sé que se me va a ir de las manos.
Entonces me levanté y cerré la puerta, echando el pestillo por si acaso, volviendo después con Elena, tumbándome a su lado.
-Algo podremos hacer…
-¿El qué? (dijo con una vocecilla muy tierna)
-A ver qué se me ocurre…
Me incorporé y le bajé a Elena su pantalón y braguitas, mirándome ella con ojitos. También le subí la camiseta para descubrir sus tetas y mirárselas, notando como sus pezones se endurecían y se ponían muy de punta. De nuevo la miré a los ojos y vi que tenía la misma mirada tierna de niña pequeña. Me incliné dándole un beso en la mejilla y susurrándome al oído:
-Me matas cuando me miras así…
-Porque me encantas y me haces sentir muy bien, mi amor…
-Uff… Elena, me derrito cuando me dices esas cosas, me hablas con esta voz y me miras con esos ojos.
-Mmm… (murmuró en forma de gemido)
Le empecé a dar besitos por la cara, bajando hasta sus tetas, besándolas, lamiéndole los pezones suavemente y acariciándoselos con los dedos. Ella ya empezaba a estremecerse y a gemir, por lo que le empecé a besar para callarla. Mis dedos pasaron de sus pezones a su rajita, empezando a acariciársela suavemente, aunque rápidamente lo hacía con más intensidad, pero no con tanta como para que sonara fuerte o se estremeciera ella más de lo que ya lo hacía. Sus fluidos empezaban a mojarme los dedos con los que la acariciaba y no pude evitar separarme de sus labios para llevármelos a la boca y lamerlos, saboreando de la manera más íntima a mi chica. Se me puso hasta la piel de gallina y ella lo notó, lanzando otro gemido.
-Shhh. Que rica estás, mi vida…
Elena suspiró profundamente, con los mismos ojitos con los que me estaba mirando desde que empezamos a jugar. Seguí besándola mientras le acariciaba su rajita. En ningún momento le metí los dedos, pero no hacía falta, ella disfrutaba muchísimo de lo que le estaba haciendo por como se estremecía y por sus gemidos que mi boca amortiguaba. Me volví a separar de sus labios, apoyando mi cabeza sobre su pecho. Me centré más en su clítoris, dejando sus labios y eso hacía que Elena se estremeciera más, empezando a jadear más. Notaba los latidos de su corazón al pegar mi cabeza a su pecho mientras veía como ponía sus piernas en tensión, alzando los pies de la cama. Estaba cerca del orgasmo y la mayor señal fue cuando hizo pinza con los dedos de sus pies, empezando inmediatamente a temblar. Levanté mi cabeza y la empecé a besar por si empezaba a gemir, ya que cuando se corría perdía noción de todo y no se podía controlar. Seguí acariciándole el clítoris mientras a ella le daban fuertes espasmos, notando lo rígida que estaba. Dejé de tocarla y besarla para que se calmara. No gemía, solo jadeaba, relajando su respiración poco a poco mientras yo la miraba tumbado de lado, sin ponerle bien su ropa ni siquiera para que no se sobresaltara por contacto de mis dedos.
Tras unos minutos se calmó totalmente, quedándose conforme estaba, girando su cabeza para mirarme sonriente.
-Madre mía… (dijo susurrando)
-¿Ha servido?
-Mucho. Me ha encantado.
-Genial.
-Me lo haces tan bien… Me encanta cuando te pones así de cariñoso.
-Jajaja.
-Pero tú no…
-No pasa nada.
-Pero mírate… Si estás super empalmado…
-Elena, déjalo. No me voy a conformar con lo mismo y voy a buscar follarte.
-Pues despacito, mi amor… Yo ya me he corrido, voy a estar sensible, pero ya me he desahogado bastante, no creo que grite.
-Ya, pero es que tampoco me voy a conformar con hacerlo despacio. Estoy muy cachondo por verte así y te quiero reventar muy fuerte.
-Mmm… ¿Te la chupo?
-No, ya está.
-¿Y una pajilla?
-Que no, que no me voy a conformar con eso. Paramos ahora que estamos a tiempo.
-Vale. Voy al baño mientras tú te relajas.
-Una cosa.
-Dime.
-Lo de esta tarde…
-¿Qué pasa? Ya hemos hablado de ello, ¿no?
-Sí, pero hay algo que…
-Va, dime.
-No eres una guarra ni una zorra. No me ha gustado pensar así de ti cuando me lo has dicho. No te veo así y no quiero que pienses que lo eres. Eres una chica maravillosa muy dulce que no se comporta así y si lo haces es por mi culpa. No me vuelvas a decir eso, por favor.
-Vale, tranquilo. No volverá a pasar.
-Es que no puedo, te quiero mucho como para pensar así de ti.
-Vale, mi amor. No pasa nada. Si ha sido por el calentón del momento, no le des más vueltas. Voy al baño, ahora vengo.
-Vale.
Elena me dio un beso y se fue al baño. Tras unos minutos oí como salía, pero no volvía a la habitación. Me estaba empezando a dar sueño, pero me levanté para ver dónde estaba. Me la encontré en la otra habitación, tumbada en la cama junto a Paula, abrazándola por la espalda. Las dos estaban dormidas, ligeramente iluminadas por la tenue luz de la mesita, ya que Paula la necesitaba para poder dormir porque le daba miedo la oscuridad. Me quedé un rato mirándolas, las dos tan monas… Era una imagen muy tierna, tanto que decidí echarles una foto de recuerdo. Después volví a nuestra habitación para dormir, dejándolas a las dos tranquilas.
Al día siguiente me despertó el despertador, bastante temprano porque Elena lo puso así para prepararse para el trabajo. Seguía solo en la cama y no oía nada, por lo que me levanté para ir a la otra habitación, viendo a Elena boca arriba con Paula sobre su pecho, abrazada a ella. Una imagen diferente a la que vi antes de irme a dormir, pero igual de tierna. Desperté a Elena con cuidado y abrió sus ojos poniendo una sonrisa en su boca. Se levantó y nos duchamos juntos mientras dejábamos a la niña en la cama durmiendo un poco más. Después de secarnos, Elena la despertó para bañarla, porque no quería dejarla sola mientras la llevaba al trabajo, así que le tocó un buen madrugón. Desayunamos los tres juntos y nos fuimos para llevar a Elena a su trabajo, montando a Paula en su silla especial en la parte de atrás. Cuando llegamos se despidió de mí con un beso, pero Paula ya estaba dormida de nuevo. Elena me dijo que la llevara a casa para que durmiera un poco más y que tuviera cuidado con ella, que ya me preguntaría a lo largo de la mañana. Nos despedimos de nuevo y se bajó, diciéndome adiós con la mano mientras ponía una carilla que me daba pena. Sabía que se moría de ganas por quedarse con nosotros, pero tenía que trabajar.
De vuelta a casa miraba a Paula por el retrovisor y me dio pena despertarla para cuando fuéramos a salir del coche al llegar a casa, por lo que pensé en ir a casa de mis padres y que durmiera durante todo ese tiempo que duraba el trayecto, así vería a mi madre y le enseñaba nuestra nueva inquilina. Estaba seguro de que le haría mucha ilusión verme con una niña en brazos. También pensé en hablar con Irene por algo que pasó el fin de semana anterior, en la pequeña conversación que tuvimos mientras Elena permitía ese juego de besos con parejas intercambiadas. Me dio la sensación de que me quería decir algo, como si tuviera algún remordimiento y no me quería quedar con eso rondando la cabeza, así que aproveché para buscar una respuesta yendo a hacerle una visita.
Cuando llegué a casa aparqué cerca y salí del coche, yendo a la parte de atrás para despertar a Paula, pero estaba durmiendo muy profundamente. Ni al desabrochar el seguro de la sillita y al cogerla en brazos se despertó. Estaba durmiendo como un tronco. La llevé hasta mi casa agarrándola, con ella dejando caer su cara sobre mi hombro y así llegué. Abrí la puerta con mis llaves y entré en casa, encontrándome a mi madre en la cocina.
-Pero bueno, ¿y esto?
-Nada, mamá. La cigüeña, que se ha adelantado. (dije sonriendo)
-Jajajaja, pero hijo… Qué sorpresa… (dijo con una sonrisilla)
-Es la prima de Elena, que ha venido a pasar unos días con nosotros.
-Anda. ¿Y eso?
-Sus padres están de viaje y el padre de Elena también tiene que trabajar y no puede estar al cargo.
-Pero vosotros también trabajáis.
-Ya, pero como tengo vacaciones aún por coger, pues he pillado toda la semana que se va a quedar con nosotros.
-Ah, pues qué bien. Pero qué bonita es… (dijo acariciándole la cara)
-Sí, es una muñeca.
-¿Y qué hacéis aquí?
-Pues nada, que me daba pena despertarla porque se ha venido con nosotros cuando he llevado a Elena al trabajo y he pensado en venir a verte y que la vieras también.
-Me ha hecho mucha ilusión, Javier. Qué ganas de que tengáis una así…
-El otro día hablamos Elena y yo de nuevo del tema. Y la quiere rubita, así como esta niña.
-¿Sí?
-Eso dice. Empezamos a hablar chorradas y estuvimos pensando con como nos gustaría que fuera.
-¿Y cómo quedó la cosa?
-Pues básicamente sería ella en rubia, pero con mis ojos y mi boca.
Mi madre se quedó callada, pensativa y risueña.
-Ay, mamá… Qué tonta te pones con estas cosas.
-Hijo mío… Estoy muy contenta con la idea. Y encantada con Elena. Es una chica muy buena, muy simpática, muy alegre, guapísima, si es que hacéis una pareja perfecta.
-Anda, ya vale…
-Es verdad. No puedo estar más feliz de veros así.
Entonces Paula se despertó, mirándome algo adormilada, mirando también a mi madre. Pese a pensar que se pondría un poco nerviosa por estar encima de mí y frente a una mujer que no conocía de nada, no fue así. Empezamos a hablar los tres para que ellas se conocieran mejor. Sorprendentemente Paula no se puso tímida ni miedosa, todo lo contrario, estaba muy habladora, hasta conmigo. Imaginaba que la buena mano que tenía mi madre con los niños pequeños y con cualquier tipo de persona en general tenía algo que ver.
Al rato de estar hablando un poco le pedí a mi madre que se quedara un poco con la nena, porque quería ir a casa de Mario para hablar con Irene. Mi madre me preguntó si estaba todo bien y le dije que sí, que tenía que consultarle una cosa, que no se preocupara. También le dije que no estaba seguro de si la niña debería ver la televisión sin sus gafas, por lo que le pedí que lo evitara.
Salí de mi casa y me planté en la de Mario en pocos minutos, llamando a la puerta. Al poco me abrió Irene, sonriendo y diciéndome que pasara después de darme un beso en la mejilla. Cuando pasé al salón me encontré a Sofía en el sofá.