ALMUTAMID
Me encontré entre las piernas de mi chica de rodillas apoyado en mis manos a ambos lados de su cuerpo con su mano acariciándome la polla que acababa de descargar satisfecha mi semen sobre su barriga. Pero lo que realmente me encontré al levantar la mirada fue su sonrisa iluminando su rostro y dándole luz al mío.
-¿Cómo estás lindo?
-Inmejorable…
Su sonrisa fue más amplia aún.
-¿Y tú?
-Muy bien. Me siento muy bien, rey.
-Estamos locos…esto podía haber salido dentro de tu chochito y haberla liado parda.
-Pero tú controlas…
-Contigo es difícil.
De nuevo su sonrojo. Qué bonita es.
-Una vez tuve un susto- reconocí.
-¿Y qué pasó?
-Espera, te limpio y vengo a contarte.
Me levanté mientras mi chica juntaba las piernas con su pudor habitual. Le había dejado unos buenos churretones en el vientre y el pubis. Regresé con unas toallitas húmedas y mientras recogía con cuidado mi corrida le conté:
-Una vez con Viqui estaba tan concentrado que no me acordé de que estaba sin condón y se lo solté todo dentro.
-¿Y qué pasó?
-Salimos corriendo a urgencias a por la pastilla del día después. No veas que corte en las urgencias y después en la farmacia. Me llevé dos broncas de la médico y la farmacéutica que no veas.
-¿Y Viqui?
-Le pilló miedo y ya no quería hacerlo. Ahí empezó nuestra crisis.
-¿Por no hacerlo?
-No sólo. Se volvió más arisca y yo empecé a ir un poco a mi bola cuando estábamos juntos. Y encima apenas nos veíamos por lo que ella se enfadó y se acabó.
-¿Eso nos va a pasar a nosotros?
-Nooooo, princesa. Estamos juntos. Yo ya no soy así y a ti…
Hice una pausa que impacientó a Alba y al fin remate:
-…y a ti te quiero más.
Nos dimos un beso y mi novia me pidió que me tumbara con ella abrazados y por supuesto obedecí. Sin embargo mientras acariciaba mi pecho y yo su espalda nos quedamos en silencio con la mirada perdida. ¿En qué estaría pensando? Se me adelantó ella preguntándomelo y mi respuesta fue totalmente sincera:
-En que quiero metértela otra vez. Y mañana. Y todos los días. Quiero pasarme toda la vida haciéndote el amor.
Su mano se detuvo en mi pecho. ¿Le había molestado el comentario?
-Pues ¿Sabes qué te digo?- respondió- Que me parece perfecto, pero…
-¿Pero?
-…pero ahora me voy a casa para ducharme y salir esta noche con el grupo. Así disimulo para que mi madre no piense que me he pasado la tarde follando con mi novio…
-Pero ¿y esa forma de hablar?- respondí haciéndole cosquillas en la barriga.
-Jajajajaja, para, para, jajajaja. Pues eso, que me gusta follar cn mi novio, que me la meta, que me haga cosistas hacerle cositas…jajajajaja.
Nos fundimos en un beso pero cuando Alba notó que algo empezaba a crecer de nuevo se levantó presurosa.
-Para, para…que empiezas otra vez…
Se levantó y empezó a vestirse mientras yo la observaba desde la cama con los brazos detrás de la cabeza. Cuando terminó fue al baño. Regresó al poco sin que yo me moviera.
-No te quedes dormido que hemos quedado luego…-dijo acercándose para darme un beso, pero yo la atrapé haciendo que cayera sobre mi cuerpo.
-Suelta, jajajaja- me pedía- que si no empezamosde nuevo…
-Eso quiero…
-Suelta pulpo, jajajaja
Se zafó de mi recolocándose la ropa pues yo le había levantado el vestido al agarrarla con mis brazos y desde la puerta me lanzó un beso:
-No llegues tarde, lindo…
A los pocos segundos oí la puerta de la calle cerrarse. Me quedé tendido en la cama pensando. Lo habíamos hecho. No era un sueño. Se acabó. Ya el sexo no era un problema entre Alba y yo. Casi incrédulo me sobé la polla oliéndome la mano comprobando el olor a sexo femenino. Sí, mi churra olía a Alba. Y además a pelo. Arriesgado pero más bonito para una primera vez. Me quedé satisfecho tirado en la cama hasta que noté que empezaba a anochecer.
Me duché y comí algo antes de buscara a Alba pues habíamos quedado con el grupo. Salimos de marcha hasta tarde por lo que aunque invité a Alba a venir a casa rehusó por la hora.
El domingo sus padres me invitaron a comer fastidiándome pasar otro rato a solas con ella. Alba ya les había dicho a sus padres que el fin de semana siguiente nos íbamos a la playa solos y tocaba interrogatorio. El padre no veía con buenos ojos que anduviéramos los dos solos, durmiendo en el apartamento sin compañía. Mi suegra era más comprensiva y le dijo que éramos dos buenos niños. Así que mi suegro tomó una decisión salomónica: nos íbamos pero nos teníamos que llevar al cuñadito de carabina.
Cuando por la tarde nos quedamos los dos solos nos lamentamos porque pensábamos que el niño se negaría y resultó que aceptó encantado la ocurrencia del padre. Eso nos extrañó, así que Alba indagó cuál era el motivo.
Por la mañana antes de nuestras clases me lo explicó. Se ofrecía a dejarnos tranquilo si se traía a un amigo. Perfecto. Alba no lo veía claro, pero yo sí. Ellos por su lado, nosotros por el nuestro y fin de semana con playita y cama. El plan era muy bueno. El viernes después de comer nos iríamos.
Ese martes además habíamos quedado los del grupo para pasar el día en un parque acuático de la ciudad. Salimos todos a media mañana, pues no abría hasta las 12, y a la hora de comer se nos unirían Viqui y Mikel pues el vasco trabajaba hasta las 15:00.
Lo pasamos muy bien tirándonos por los rápidos sentados en los grandes donuts flotadores chocando unos con otros al caer en las pozas, haciendo carreras contra las olas en la piscina o poniendo nerviosas a las novias saltando del tobogán kamikaze, con tal inclinación que en ocasiones te separabas de la superficie del tobogán.
Cuando llegaron Mikel y Viqui y tras un breve descanso hicimos carreras en las pistas de foam. Imposible ganarle al vasco y su técnica de descenso. Fue un día divertido y bastante agradable. Este tipo de experiencias, como las acampadas, o las escapadas de fin de semana suelen ser buenas situaciones de convivencia de las que siempre se recuerda alguna anécdota.
Y aunque las hubo, para mí la más significativa fue una que me trajo recuerdos de mi primer verano en la universidad. En la primera barbacoa en el chalé de Leyre conocí a dos chicas, una baja y una alta. La bajita era preguntona y resultó tener bastante picardía y más cosas que más tarde descubrí que tenían que ver con su boca y no precisamente con lo que decía. La alta era bastante cortada y apenas habló, aunque tengo el recuerdo de un bikini blanco que apenas sostenía unos grandes pechos que al tirarse a la piscina se desencajó dejándome ver parte de un pezón grande y oscuro. Un pezón que yo ahora disfrutaba acariciando y chupando pues era el de mi novia Alba. Y un pezón que al tirarse de uno de los toboganes aquel día volvió a escaparse para disfrute del que estuviera mirando y del que yo me sentía orgulloso porque ahora era mío.
De hecho, sabiendo que nos íbamos el viernes a la playa aunque fuese con carabina estaba relajado. Alba parecía más segura desde que nos habíamos extrenado y se mostraba más cariñosa en público no cortándose en sentarse en mis rodillas delante de todos, o pasear cogida a mí acariciándome el culo o dejando que yo lo hiciera. Los pasos en nuestra intimidad eran también pasos en nuestro comportamiento externo como pareja.
Sus padres se acomodaban a nuestra relación aunque pusieran reglas. Mis padres nos facilitaban todo. Y con nuestros amigos estábamos muy a gusto. Y mi chica ya disfrutaba plenamente del sexo conmigo. No podía pedir más. Y todo parecía salirnos bien. Mi traslado, las clases de verano. El viento parecía soplar a nuestro favor y llevarnos siempre a buen puerto aunque hubiera dificultades.
No sólo eso. El miércoles pasamos toda la tarde en casa haciendo planes para el finde, incluido salir a cenar y a pasear por los alrededores de la localidad donde teníamos el apartamento. Y de forma natural acabamos enrollándonos y follando en mi cama. Eso sí, con condón, pues ya había repuesto la caja de mi mesilla. Alba había asumido como parte natural que el sexo formaba parte de la intimidad de una pareja y no sólo se abría a tenerlo sino a jugar juntos pues fue iniciativa suya chupármela un rato antes de que me pusiera el condón. Es cierto que yo seguía sin proponerle posturas diferentes u otros escenarios. Ya se andaría. Pero aunque hacerlo a pelo permite una penetración mucho más sensible para el hombre, hacerlo con condón me permitió relajarme lo suficiente como para que bombeara sin miedo en la postura del misionero consiguiendo que mi chica tuviera dos orgasmos casi seguidos antes de que yo inflara el látex con mi semen.
Otra ventaja del condón fue que al no pringarla al quitármelo nos pudimos quedar abrazados en la cama demostrándome Alba lo dormilona que era quedándose dormida en mis brazos con su cabeza en mi pecho. Tuve que despertarla a una hora prudente mientas disfrutaba de su respiración profunda y su babilla en mi pecho. Y el fin de semana habría más…
O no. El viernes tras las clases Alba se fue a comer a su casa y cerrar el equipaje para el fin de semana. Yo hice lo propio cerrando la casa para que estuviera fresca a mi regreso. Como en la calle donde vivía Alba era imposible aparcar vinieron ella y su hermano a casa. El chaval estaba muy callado, quizá cortado por el papel que le había asignado su padre. Venía ya en bañador con chanclas y el típico sombrero de verano sujetando su pelo descuidadamente largo de niño pijo.
Le pregunté por su amigo, puso cara rara, pero me dijo que lo recogiéramos de camino. Nos subimos al coche y conduje hacia donde me indicó.
-Para, para…-me pidió Javier al llegar a la calle indicada- Ya está ahí.
Yo buscaba a un chaval de su edad pero no veía a ninguno. Me detuve en doble fila y mi cuñado bajó del coche. Alba y yo lo vimos abrazarse a una chica pequeñita vestida con unos shorts minúsculos y un top palabra de honor que sostenía un par de tetas muy bien puestas y que por su movimiento no tenían más sustento que la prenda indicada y el vigor de su juventud.
Alba me miró con estupor y salió del coche. Parecía enfadada. Su hermano y la chica se acercaron justo cuando yo rodeaba el coche.
-Alba, te presento a Paula…
-¿No venías con un amigo?
-Te dije acompañante. Lo de amigo te lo habrás imaginado tú.
Yo para quitarle hierro al asunto me acerqué a la chica y me presenté.
-Hola, soy Luis.
Nos dimos dos besos mientras Alba discutía con su hermano:
-Esto no es lo que le dijiste a papá…
-A ver, ya que me habían encasquetado tener que irme contigo y tu novio un fin de semana pues pensé que era mejor invitar a Paula.
-Luis es mi novio- respondió mi chica enfadada- y vamos a su casa.
-No peleéis- dije conciliador- A mí me da igual que sea su amigo o su amiga quien venga.
-Además, tú te querías ir a follar todo el fin de semana con tu novio- contestó desafiante Javier- Pues yo me voy a pasar el finde con mi chica…-terminó pasando el brazo por los hombros de Paula.
-¿Novia?
-Estamos empezando a salir- respondió el chaval.
-Vamos Alba, nos la está presentando y nosotros no somos así…
-Luis, no te metas…
Me dejó cortado la respuesta de Alba pero ella respondió a su hermano:
-Yo me voy a pasar un fin de semana con mi novio y no iba pensando en eso. No sé que ideas tendrás tú en esa cabeza hueca. Y te llevo porque Luis me convenció por estar juntos en la playa, pero…
-Alba, relájate…-le pedí- Venga, vámonos y verás como no es para tanto.
Guardé la bolsa de Paula en el maletero. Los chicos se subieron detrás y Alba y yo delante. El viaje se hizo largo e incómodo con el silencio de los dos hermanos mientras que la chica y yo charlábamos conociéndonos. Alba sólo intervino preguntándole a la chica dónde se habían conocido, y ella con desparpajo respondió:
-En el césped de la facultad donde nos tocó hacer la selectividad.
-Pero ¿no sois del mismo instituto?- pregunté.
-No…yo soy de otra parte de la ciudad…
-Ya imaginaba…-soltó Alba sin consideración.
Menudo fin de semana me iban a dar y me daba que os condones que llevaba en el neceser iban a volver todos el domingo de regreso.