ESRUZA
Esa tarde/noche
caía un aguacero inclemente,
sin embargo, salí a mi campo,
y caminé lentamente hasta
llegar a mi «Rincón Secreto».
Estaba empapada, pero no sentía
el frío ni la lluvia; mi corazón
estaba helado.
Tenía que ir, era una necesidad apremiante,
y ahí grité y reclamé por última vez,
y le dije adiós a mi rincón, y le dije
adiós a todo.
Regresé lentamente, la lluvia seguía,
pero yo no la sentía, no sentía nada,
mi corazón no podría volver a latir
apresuradamente, y las mariposas
ya estaban muertas, no dormidas