ALMUTAMID
Por la tarde volvieron mis padres de la playa y salí a cenar con ellos. Nos contamos mutuamente nuestro fin de semana y mi madre me dejó instrucciones para el día siguiente que empezaba mis clases de verano en casa.
Medio hora antes que los alumnos llegó Alba. Estaba nerviosa pero muy guapa como siempre. Con el pelo recogido y un vestidito informal pero discreto no muy corto. Le dije que se relajara que ya vería como todo iba bien. Planificamos las tareas del primer día destinadas a detectar las partes de las asignaturas que los alumnos tenían que recuperar y hacer un plan de trabajo para cada uno.
Según iban llegando los chavales los íbamos distribuyendo por la sala de estar o el salón. Yo tenía 3 alumnas a esa hora, todas de latín, y casualmente Alba tres chicos, de 1º de bachillerato, de inglés y lengua, por lo que echaba toda la mañana con ellos, aunque después se les sumaba una chica.
Tras desearle suerte con un beso nos encerramos cada uno con nuestros alumnos. Sólo la vi cuando llegó la alumna que se incorporaba a sus clases más tarde. La vi nerviosa pero le hice un gesto de tranquilidad.
Mis alumnas eran variopintas. Una era muy alta y muy delgada y vestía con top y shorts. Otra era bajita y entrada en carnes que no disimulaba en un vestido apretado y con agujeros por donde se escapaba parte de su piel incluido un escote demasiado generoso. La tercera era bajita y delgada, tímida, recordándome a Mónica, aunque menos misteriosa. Además había acudido con un vestidito ligero de verano muy del estilo de los que usaba Alba.
Al terminar las clases me contó como le había ido. Estaba más tranquila tras haber superado el trago pero de golpe en le entró otro vértigo.
-Tengo que preparar muchas cosas ¿y si no lo hago bien y no aprueban? Que responsabilidad, Luis…
-Shhhh, princesa. Relájate. Que lo vas a hacer muy bien. Tú eres mejor que yo y a mí me sale bien…
-Para nada. Tú tienes más desparpajo, más soltura…
-Tenías que verme el primer año.-respondí.
La abracé para consolarla pero en ese momento sonó la cerradura de la puerta y se separó de mí como si y quemara. Era mi madre que se alegró de vernos.
-¿Cómo ha ido el primer día?-preguntó.
-Bien- respondí con naturalidad.
-Bueno, tengo dudas…-añadió mi novia.
-Eso son los nervios del primer día. Ya verás como el miércoles te sale mejor.
-¿Ves?- hasta mi madre lo dice.
Acompañé a Alba a su casa para poder hablar solos tranquilamente. Por la tarde tenía pachanga con los amigos y ella se pasaría a buscarme después.
El martes por la mañana fui a la universidad a comprobar las listas de admitidos. Iba nervioso temiendo no haber conseguido el traslado. Fui al rectorado, donde estaba la lista general. Entre tantas facultades, grados y títulos me costó trabajo localizar la lista donde yo debería aparecer, pero al fin con gran alivio vi mi nombre. Pregunté en ventanilla el siguiente paso a dar y me explicaron que debía ir a la facultad donde se me había admitido y allí preguntar los plazos de matrícula y convalidación. Afortunadamente estaba en el mismo edificio, una estructura enorme del siglo XVIII que se había construido extramuros, por lo que aún conservaba su foso, como una de aquella reales fábricas que abastecían de productos de lujo a la nobleza, en este caso el tabaco que llegaba al puerto de la ciudad desde las colonias en las Indias con las que tenía el monopolio comercial, pero que en los años 60 del siglo XX se había adaptado como universidad al construirse una moderna fábrica de tabacos al otro lado del río.
De nuevo tuve que esperar cola para que en secretaría me explicasen el procedimiento a seguir. Yo ya tenía el plan de estudios que había llevado en la otra universidad y ahora me tenía que matricular de las asignaturas que me faltaban y esperar la convalidación que en ocasiones se producía con el curso ya empezado. Me llevé el sobre de matrícula correspondiente a casa. Estaba muy contento. De todos modos me tenía que llegar una carta por correo certificado como paso previo a la matrícula, así que decidí no decirle nada a Alba ni a nadie hasta que recibiera esa carta de confirmación.
Y me costó no decir nada cuando quedamos por la tarde. El miércoles dimos nuestras clases ya con más confianza. Noté a Alba más relajada al terminar, Y no sólo eso. Dos chicas más se apuntaron a sus clases por lo que decidimos cambiar los horarios y poner mis clases a hora diferente para entrar yo a apoyarla a ella. Eran los mismos días pero nos ocupaba la mañana casi entera.
Mis padres se iban el sábado por la mañana a Venecia desde donde cogían el crucero y nos ofrecieron irnos a la playa el fin de semana pero Alba se excusó conque tenía que preparar las clases de la semana siguiente. Yo sé que el problema eran sus padres. No quería plantearles la situación de irse a solas conmigo todo un fin de semana.
Pero el jueves mientras paseábamos la noté algo nerviosa y quise saber qué le pasaba.
-¿Sabes qué me ha preguntado mi madre? -me comentó.
-Pues no sé, dime…
-Me ha preguntado si nos acostamos.
Me quedé muy cortado sin saber qué responder por lo que me limité a contrapreguntar:
-¿Y tú qué le has dicho?
-Pues que hemos dormido juntos nada más.
-¿Y?- pregunté algo nervioso sospechando que no ir a la playa ese fin de semana era consecuencia de esa conversación.
-Creo que no se lo ha creído, Luis. Porque se puso muy seria y me dijo que tuviera cuidado. Que tomara precauciones porque es algo muy serio.
-¿No te ha reñido ni se ha enfadado?- quise saber.
-No. Sólo me dijo eso. Que el sexo no era un juego y que no quería tener sustos. Que tomara precauciones y tuviera mucho cuidado, porque los hombres no le dan importancia pero a una mujer le puede marcar la vida.
La abracé por la cintura y pegando mi cara a su oído le dije:
-O sea, que sólo te ha dicho que me ponga un condoncito…
Alba se soltó de mí con una mezcla de rabia y vergüenza en la cara diciéndome:
-Luis, que es muy serio. Yo toda preocupada y tú nada más pensando en eso. Es que mi madre va a tener razón.
-Princesita, no es eso. Ya sabes que me muero de ganas por hacerte el amor. Es que me pensé que tu madre habría puesto el grito en el cielo o te habría prohibido verme. Y lo único que ha hecho ha sido aconsejarte que tengas cuidado. Un consejo de madre a una hija que ve a gusto con su novio y entiende que la niña, pues…que tenga ganillas…
-¿Ganillas? Jajajaja. Ay, Luis. No sabes cómo hacer para llevarme al huerto…
-No lo oculto- y acercándome para susurrarle al oído le dije- Ni te imaginas las ganas que tengo de meterte mi cosita ahí dentro de ti…
-Jajajajaja- respondió con una risa nerviosa apartándose de mí sofocada- No me digas esas cosas.
-Prefiero ser sincero.
-Es que me pones muy nerviosa…
Y acercándome de nuevo abrazándola por la cintura de modo que mi paquete quedaba pegado a su culo le susurré de nuevo:
-Porque tú también tienes ganas…
-Jajajaja…suelta loquito…que estamos en medio de la calle y después se te nota todo…y hoy no toca…-dijo adelantándose.
Aceleré el paso para ponerme a su altura y la cogí de la mano para caminar juntos. Al hacerlo me regaló una sonrisa cómplice. Lo malo es que cuando nos fuimos a despedir yo me puse tontorrón y aunque me dejó colar mis manos por dentro de su falda y acariciar su culo incluso dentro de la braga se desentendió de mi bulto y no me dejó explorar en las antípodas de su culo. Me fui con el calentón y la idea de que ya la pillaría el fin de semana con el piso solo para los dos. Y bien que lo haría…
Pero las cosas seguían su curso. Yo pensaba decirle a mis padres que se confirmaba mi traslado antes de su marcha, y ya se lo diría a mi novia cuando las circunstancias asi lo permitieran pero al final todo se anticipó con Alba. El viernes mientras estábamos en clase llamaron al porterillo. Era el cartero. Supuse que sería la carta certificada.
Efectivamente. Firmé el recibo y abrí la carta en la que se confirmaba mi admisión en la Facultad de Filología en la rama de Inglesa. Se me exponía el plazo y la documentación que debía presentar para poder convalidar los estudios ya superados en mi anterior facultad. Mi plan se había cumplido aunque me faltaba comunicarlo.
Alba asomó la carita por le pasillo curiosa por saber quien llamaba a la puerta. Al verme lerre satisfecho preguntó curiosa:
-¿Buenas noticias?
-Las mejores…¿quieres verlas?
Salió de la sala de estar por el pasillo hasta el vestíbulo de la casa. Tanto alguno de sus alumnos como los míos asomaban la cabeza curiosos desde sus aulas improvisadas. Le di la carta y Alba leyó. Puso extrañeza en la cara.
-¿Qué es esto Luis?
-Que ya no me voy.
-Que te quedas a ¿estudiar aquí?
-Voy a terminar aquí los dos grados…
-¿Y ya no te vas a…?
Negué sonriendo con la cabeza mientras los ojos de mi chica se llenaban de pucheros hasta que se me abrazó fuerte diciéndome:
-¿Por qué no me habías dicho nada??
-Para darte esta sorpresa…
Sin darnos cuenta nos estábamos comiendo la boca delante de nuestros alumnos hasta que por detrás escuche a mi alumna la más gordita decirle a las otras dos:
-Ya os dije que estos dos estaban liados…
Nos quedamos cortados y hasta nos dio la risa tonta. Regresamos a nuestras clases pero cuando se fueron los alumnos al mediodía le explica todo. Cómo había tomado la decisión el verano anterior, por eso había hecho una matrícula tan rara mezclando asignaturas para que a pesar del Erasmus en Lieja no perdiera la posibilidad de obtener ambos grados.
-Pero ¿por qué te decidiste?- quiso saber Alba.
-Allí no me retenía nada, y no hacía más que meterme en problemas mientras que aquí siempre estaba bien. Encontraba soluciones, y además…
Hice una pausa.
-¿Sí?
-Además estabas tú…
Su sonrojo coloreó sus mejillas bajando la cabeza con esa mezcla tan suya de orgullo y vergüenza. Mientras se lo contaba llegó mi madre. Fue Alba la que se adelantó a darle la carta.
-¡Qué alegría, hijo mío! Tenemos que celebrarlo. ¿Qué os parece si esta noche nos vamos a cenar los cuatro?
Desde que mis padres habían heredado se estiraban más, pues nos invitaron a un buen restaurante. Mi novia avisada por mi madre se había puesto un vestido largo de verano con tirantas ajustado al pecho donde era difícil esconder su escote con el canal perfectamente marcado entre sus pechos. Se había maquillado ligueramente con brillo de labios y un ligero toque en las mejillas. Lucía espectacular. Durante la cena nos contó que sus padres también se habían puesto muy contentos y que me felicitaban. El punto negativo de todo fue cuando mi madre le pidió a Alba el teléfono de su madre para quedar un día cuando volvieran del crucero.
El sábado por la mañana llevé a mis padres al aeropuerto y a la vuelta recogí a Alba para “comer juntos” por ahí cuando en realidad me la llevaba a casa con la intención de comérmela yo a ella. Me fijé que venía vestida con el mismo vestidito con el que el verano anterior habíamos estado juntos tirados en mi cama. Cuántas cosas habían pasado y qué bien estaban saliendo.
Preparé unos spagetti carbonara y lo acompañamos con una botella de lambrusco bien frío. Después nos tiramos en el sofá a ver una película. Una particularidad de ese vestido es que se subía con facilidad por lo que sus piernas y en cuanto yo pasé la mano sus bragas quedaron a mi vista.
Evidentemente mi mano acabó dentro del vestido acariciando su barriguita y sus bragas mientras Alba aparentemente veía la película en la que parecía bastante interesada. Tampoco dijo nada cuando debió empezar a sentir mi polla dura apretarse contra sus muslos o sus nalgas. Pero cuando eché mano de sus tetas sin apartarme la mano como otras veces se limitó a decirme que quería ver el final de la película.
-Bueno, tu ves tu película y yo me monto la mía con estas dos preciosidades…
Levanté su vestido suelto y con mucho vuelo dejando toda su barriguita y tetas a la vista y bajé las copas del sujetador. Mi chica intentaba disimular su excitación con mi boca degustando sus pezones mientras mi mano se paseaba por su barriguita bordeando intencionadamente sus bragas. Pero tardó más de 5 minutos en acariciar mi pelo con sus manos con una respiración profunda mientras rozaba sus muslos, signo de su excitación. Entonces busqué su boca y la besé.
Estaba preciosa con el vestido amuruñado entre su cuello y sus tetas que estaban fuera de las copas del sujetador a juego con sus braguitas. Pero cuando ya me desolocó fue cuando me dijo:
-Lindo…
-¿Qué te pasa?
-Que ya estoy preparada…
-¿Preparada? Para ¿qué?-pregunté desconcertado.
-¿Para qué va a ser lindo? -respondió divertida ante mi zozobra- Para hacerlo contigo…
Me lancé a por su boca besándola como si no hubiera más días en mi vida mientras mi chica me apretaba contra su cuerpo semidesnudo. Entonces me levanté y mirándola desde arriba le pregunté:
-¿Estás segura?
Asintió con la cabeza convencida. Era el momento. La cogí en brazos provocando su risa.
-¡Loco! Que me tiras, jajajaja…
Pero aun torpemente con cuidado de no golpearle la cabeza fui capaz de llevarla a mi cuarto depositándola en la cama. Seguía con el vestido puesto aunque arrugado. Se sentó y se lo quitó. Yo torpemente no sabía si lanzarme por ella, besarla dulcemente, o acostarme a su lado. Alba se sacó el vestido y el sujetador sentada en la cama mientras yo no me atrevía a seguir.
-Luis…-me llamó- ¿no vienes?
No sñe si mi torpeza le sorprendía o le agradaba, pero atontado me quité los calzoncillos dejando que mi polla morcillona se quedara colgando ante sus ojos justo antes de sentarme en la cama a su lado. Fue ella la que me besó consiguiendo que empezara a relajarme. Yo, curtido en mil batallas sexuales estaba hecho un flan porque mi novia se había decidido a hacer el amor conmigo. No podía fallar.
Empezamos a acariciarnos sin dejar de besarnos consiguiendo que mi falo apuntara bien alto. En el impulso de besarnos y acariciarnos me coloqué sobre ella aun con las bragas puestas de modo que mi polla se aplastaba contra su entrepierna mientras nuestras bocas se encontraban de nuevo y mi pecho se apoyaba sobre los suyos. ¿Mi novia había gemido?
Me lancé por su cuello, los lóbulos de sus orejas…sí, gemía, se estremecía bajo el peso de mi cuerpo. Sus caderas se agitaban. Buscaba el roce de su sexo con el mío. Me deseaba. Quería recibirme.
Me puse de rodillas entre sus piernas que flexionó. Su sexo esperaba para recibirme. Empecé a sacar sus bragas. A pesar de que ya nos habíamos visto desnudos varias veces y le había comido su coño dos veces mi chica intentó juntar los muslos con pudor para que no viera su raja pero mis piernas se lo impedían. Pero al sacar su prenda íntima subió un muslo sobre el otro dejándome ver fugazmente sus labios algo hinchados.
Su mirada recorrió mi cuerpo deteniéndose brevemente en mi churra hinchada y lista para penetrarla quizá sopesando si ese trozo de carne duro e hinchado podría entrar hasta sus entrañas. Me iba a colocar definitivamente entre sus piernas para penetrarla cuando cai en la cuenta de golpe…
-Mierda…
-¿Qué pasa lindo?
-Mierda, mierda…
-Pero ¿qué te pasa?
-¡No tengo condones!- me lamenté sentándome en la cama- No pensaba que tú querrías y no preví…
Mi chica se sentó a mi lado besándome el hombro y acariciándome la espalda.
-Relájate mi lindo, no pensé que te pusieras tan nervioso…
-No sabes cuanto llevo esperando esto, y ahora…
-Shhhh, mi príncipe…
-Me visto corriendo y voy a una farmacia- dije impulsivamente.
-Espera…no te vayas…
Alba empezó a acariciar con dulzura mi polla que seguía dura pese a la decepción. Pensé que iba a masturbarme para relajarme pero mientas me acariciaba me preguntó:
-¿Puedo confiar en ti?
-Claro…
-¿Esta churra no tiene nada malo?
-Es sólo tuya…
-¿Crees que controlas?- me preguntó con dulzura.
Asentí en realidad poco convencido. Entonces mi chica me besó en la mejilla y me dijo:
-Yo confío en ti…y también quiero sentirte dentro de mí…
-¿Estás segura?
-Eres mi lindo…
Ya no hubo más palabras porque mi boca estaba ocupada con la suya. Allí sentados las caricias se desataron intentando no dejar centímetro cuadrado del cuerpo del otro sin rozar. Mi empuje hizo que Alba apoyara la espalda en el colchón mientras mi boca seguía siendo dueña de la suya y mis manos de sus pechos y su vientre. Cuando mi mano se coló entre sus piernas acariciando primero su vello púbico hasta alcanzar sus labios hinchados y húmedos mi chica se estremeció y gimió. Estaba mojada, lista para recibirme.
Mi novia se colocó en el centro del colchón con sus piernas juntas mostrando su precioso rombo negro en el centro de la diana donde debía dirigir mi nabo. Me tumbé a su lado de modo que mi polla se apretó contra su cadera. Su mano rápidamente acudió a acariciarla. Por un momento me fijé en como su mano sostenía mi órgano de amar que asomaba por encima de sus dedos.
A pesar de mis complejos empezaba a estar muy orgulloso de mi sexo. Evidentemente haber compartido duchas y algo más con gente como Dani y Georges era para sentirse inferior, pero tras regresar de Lieja, donde en aquellas fiestas locas con concurso de mamadas incluido era fácil ver otras pollas me di cuenta de que yo no venía mal dotado. Mi polla en los momentos de gran excitación como el que estaba disfrutando tumbado en mi cama con mi chica preparándonos para hacer el amor mostraba una fuerte erección que hacía que mi glande quedara completamente desprotegido y sensible siendo ligeramente más grueso que el tronco que lucía en ese momento un par de venas bien marcadas mostrándose poderosa y lista para dar placer a la persona a la que más quería en el mundo.
Por lo que me acomodé entre sus piernas. Ahí si noté su nerviosismo y más cuando empecé a inclinarme para acercar mi glande a sus labios.
-Ten cuidado lindo…
-Con nadie tendría más cuidado…
Su sonrisa parecía relajarla.
Primero dejé caer mi peso sobre ella para que sintiera mi nabo duro apretado a su vientre mientras nuestros pechos y labios se unían. Mi chica abrió las piernas no sé si conscientemente o como acto reflejo para permitirme llegar hasta su sexo. Con mi mano dirigí mi misil hacia su línea de la concepción pero conseguía rozar mi glande contra sus labios mayores pero no dar con sus labios menores para alcanzar sus profundidades.
Alba gemía al sentir el roce pero no me ayudaba como otras chicas a dirigirlo pues sus manos estaban en mi espalda. Flexionando los brazos separé mi cuerpo ligeramente del suyo y me recoloqué algo mejor. Ahora sentí su humedad y su estremecimiento, no sé si porque mi polla había rozado su clítoris o porque m sintió colocado en su entrada. Pero con un leve movimiento de cadera introduje casi todo el glande sintiendo de golpe un calor muy potente. Mi chica ardía.
-Arghhhh- vació sus pulmones.
Un leve empujoncito y me encontré resistencia. Aunque estaba mojada llevaba tanto tiempo sin recibir a nadie que las paredes de su vagina estaban algo adheridas. Con cuidado presioné un poco más sosteniéndome en mis brazos flexionados. Alba cerró los ojos.
-Arghhhhhh
Poco a poco. Movimientos cortos y suaves para que mi churra se abriera camino y su coño se acostumbrara a ella.
-Arghhhhhh
Sentía un calor intenso y su humedad empapar la mitad de mi polla que ya había conseguido colarse en mi chica.
-Aghhhhhhhhhhhhh- sus polmones se vaciaron completamente cuando al fin mi churra se coló completamente resbalando en su cavidad hasta que mis pelotas se pegaron a su perineo.
-Arghhhhhh, Luis, te siento….
MI cabeza se coló entre su hombro y su cara besando su cuello mientras que sus brazos se aferraban a mi cuerpo y sus piernas me rodeaban como no queriendo dejarme escapar. Entonces sentí humedad en mi cara. Levanté mi tronco desflexionando mis brazos de nuevo y vi una lagrima correr por la mejilla de mi novia.
-¿Te he hecho daño?- pregunté asustado.
Negó con los ojos cerrados pero los abrió. Estaba emocionada.
-Soy muy feliz, mi amor…-dijo entre sollozos que me conmovieron.
-Mi vida…-respondí besándola- yo también soy muy feliz.
Nos quedamos abrazados, quietos, conmigo insertado en ella siendo uno y no dos. Tenía la sensación de no haber estado nunca tan unido a alguien. Alba seguía con un leve temblor de emoción, un estremecimiento que fue capaz de traspasarme.
-¿Me sientes?
-Sí, mi lindo…
-No me creo que tú y yo, al fin…¿estás bien?
-Sí
-Quiero que seas feliz…
-Tú me haces feliz…
Empezamos a besarnos mientras mis caderas tomaron vida iniciando un ligero movimiento para que nuestros sexos se rozaran. Sentí como Alba lanzaba un gemidito a cada penetración por leve que fuese.
-Ahmmm, ahmmmm, ahmmm…
Eso me animó a intensificar el mete y saca.
-Ahmmm, mi lindo, ahmmm…
Durante los diez minutos que estuve bombeando mientras mi chica me acariciaba la espalda y el culo no dejó de lanzar sus gemiditos a ritmo llamándome por mi nombre. De hecho había soltado sus piernas de mis muslos y las había abierto completamente facilitándome penetrarla en la postura del misionero. Eso me permitía penetraciones más profundas y más rápidas.
-Ahmm, ahmmm, ahmmm…-sus gemidos aceleraban y subían de tono- ahmm, ahmm, ahmmm…
-¿Me sientes?- pregunté de nuevo.
-Sí, sí, ahmm. Ahmmm, Luis…
-Siénteme mi vida…
-Ahmm, ahmmm…..
Alba cerró los ojos abriendo la boca como ya le había visto hacer en otras ocasiones y sus “ahmms” se convirtieron en un largo “arghhhhhhhhhhhhh” y empezó a temblar como nunca antes la había visto. Yo dejé de penetrarla sin salirme de ella limitándome a quedarme lo mas hondo que podía para sentir sus contracciones. Con sus manos en mi pecho parecía querer quitarme de encima pero yo no cejaba hasta que sus temblores cesaron y empezó a tragar saliva sin abrir los ojos.
Me acerqué a besarla saliéndome de ella y poniéndome de rodillas entre sus piernas y me respondió torpemente aun concentrada en su reciente orgasmo. Pero de golpe sentí su mano agarrarme la churra y pajearme.
-Tú también..-dijo con la voz temblorosa.
No necesite mucho pues besando a mi complacida novia me derramé sobre su barriga con la sensación de que era la primera vez que hacía el amor de verdad en mi vida.