KERANOS
Por el camino miré el móvil y tenía un mensaje de Elena, con una foto de las flores que le envié.
-Javiiiii (dijo poniendo muchos emoticonos de caras poniendo ojitos)
-¿Te ha gustado?
-Muuuuuuchísimo (respondió mandando además emoticonos de caras con corazones)
-Me alegro (dije poniendo emoticonos de caras lanzando besos)
-Ay…
-¿Qué pasa?
-Nada, que me he puesto un poco tontorrona…
-Anda… Venga, que en nada nos vemos y ya verás que finde con éstos.
-Siiiii. ¡Qué ganas!
-Venga, en nada estoy ahí.
Regresé a mi casa bastante contento por haber hablado con Elena y ver lo que le había gustado el detalle. Comí y estuve un rato en mi casa, echado en sofá con mi madre.
-Oye mamá, ¿no venís a ver la casa y eso?
-Ah… Es que no quiero molestar.
-Pero, ¿qué vas a molestar?
-Sí, hijo. Que necesitáis estar solos.
-Mamá, no digas tonterías. La familia de Elena ha estado allí. Y este fin de semana van mis amigos. ¿No vas a venir tú?
-No sé, hijo… ¿Y cómo voy?
-Pues con papá, ¿con quién va a ser?
-Tu padre trabaja todo el fin de semana.
-Pues con más razón, que vas a estar aquí sola.
-Pero tengo que estar aquí, no lo voy a dejar solo.
-¿Es que él está manco?
-Nooooo. No digas eso.
-Venga, mamá. No me hagas el feo.
-No sé… Lo hablaré con él, a ver qué opina.
-Bueno, pero quiero que vengas.
-Vale, vale.
Estuve un rato más con ella y me fui de vuelta a casa para descansar un rato después de algunas horas de coche, yendo después a por Elena. La vi salir con el ramo de flores en la mano y una sonrisa enorme en la cara. Vino corriendo hacia a mí para darme un beso muy grande, agarrándome de la nuca con fuerza mientras se ponía de puntillas. Una vez entramos en el coche me dijo:
-¿Cómo sabías que estas flores son mis preferidas?
-Pues la verdad es que me he tirado un triple.
-Pues has acertado. (dijo oliéndolas)
-A ver… He pensado en tu color favorito y de ahí he pensado en el naranjo, y esa es su flor, así que…
-Jajajaja, pues no es por eso. Simplemente me gusta como huele y son bonitas, pero sí, es una curiosidad.
-Soy un hacha, jajaja.
-Lo que hace mi chico para que le tenga atendido… Jejeje.
-No, no. No lo he hecho por eso. Lo he hecho porque creía que se te haría el día largo y quería animarte.
-Ya, estoy de broma, mi amor. Muchas gracias por preocuparte tanto por mí.
-Jejeje. ¿Y qué ha pasado cuando te lo han llevado?
-Pues… Jo… Ha subido un chico y ha preguntado por alguien que se llamaba como yo. Todo el mundo se ha girado. Qué vergüenza…
-¿Había mucha gente?
-Pues tú verás… Si era la hora de comer y estábamos todos en el comedor. Unas 30 personas ahí y yo roja como un tomate.
-Jajajajaja.
-Algunos cuchicheando, mis compañeras conmigo diciéndome la suerte que tenía…
-¿Y qué les decías tú?
-¿Pues qué les iba a decir? Que ya sabía la suerte que tenía y que tenía el mejor novio del mundo. Me han hecho leer la nota en voz alta.
-¿Sí?
-Sí. Me he emocionado un poquito y me han empezado a dar abrazos.
-Ayyyyy…
-Es que ha sido muy bonito.
Llegamos a casa y entramos, dejando ella las flores en un jarrón con agua, quedándose con los brazos en jarra, mirándolas. Yo me acerqué por detrás y le abracé por las caderas, besándole la cabeza. Elena se dio la vuelta y se subió encima de mí, abrazándome con todo su cuerpo. Me empezó a besar con ganas, pasando a mi cuello rápidamente.
-Huy… ¿Tienes ganas?
-Contigo siempre, mi amor.
-¿No estás cansada?
-Sí. Pero ya me estoy acostumbrando y ese detalle me ha gustado tanto que mis ganas son mayores que mi cansancio.
-Ummm…
-Javi, mi amor… Quiero que me hagas el amor.
Siempre que me decía esas palabras con su voz tan angelical y de esa manera tan dulce me daba un fuerte escalofrío. Ella se dio cuenta y puso una sonrisa, pasando a besarme el cuello de nuevo, riéndose de manera muy encantadora. La llevé a nuestra habitación y nos desnudamos, la tumbé y me puse sobre ella, besándola, pero ella me cogió y se puso encima de mí, besándome el cuello. Mi erección fue instantánea. Sabía lo que hacía y lo que quería, por eso me cogió así de esa manera. Una vez vio mi polla dura, tocándola con su mano, cambio de posición para hacer un 69. Estuvimos así un rato, pidiéndome que no fuera tan rápido, para disfrutarlo bien. Ambos lo hacíamos muy sensualmente hasta que se bajó, dándose la vuelta para besarnos de nuevo. Después me montó durante unos minutos, follándome de manera muy lenta y suave, gimoteando bajito hasta que me cogió de nuevo para que me pusiera sobre ella en un misionero. Empecé a follarla de la misma manera que ella me lo había hecho a mí minutos antes mientras ella me acariciaba la cara y nos mirábamos a los ojos fijamente.
-Más rápido, mi amor. (dijo después de darme un beso)
Así lo hice, pero el problema fue que no pude aguantar. Estaba muy excitado y llevar varios días sin descargar hizo que acabara demasiado pronto, corriéndome dentro de ella entre altos jadeos.
-Así, mi amor. Lléname entera.
Forcé un poco para seguir a pesar de haberme corrido y fue su turno, lanzando un gemido muy alto y seco, hincándome las uñas en la espalda y tirando hacia abajo con mucha fuerza mientras su cuerpo vibraba. Forcé todo lo que pude para alargar su orgasmo hasta que estaba tan sensible que tuve que parar para evitar el roce. Aun así, ella me apretaba y estrujaba con su coñito. Intenté salir de ella con cuidado, pero ella me abrazaba con mucha fuerza.
-No. -dijo en un entrecortado susurro- No te salgas, te quiero dentro de mí para siempre.
Me quedé dentro de ella hasta que se fue recuperando del todo, haciendo menos fuerza, cogiendo mi cara para mirarme a los ojos, lanzando una risa muy encantadora. Nos levantamos y nos dimos una ducha, cenando después. Nos quedamos un rato en el salón, tumbándose en el sofá mientras veíamos la tele, hasta que Elena me preguntó que había hecho durante el día.
-¿Qué has hecho hoy? ¿Te has aburrido aquí solito?
-Pues en realidad no. Me he tomado el día libre y he ido a mi casa. Me he tomado una cerveza con Irene y varios más. Echaba de menos también a todos. Y luego he comido en mi casa.
-Am. Haces bien. ¿Y qué dicen tus padres?
-Pues mi madre estaba encantada, ya sabes cómo es. Hasta se ha emocionado.
-¿Y tu padre…? (preguntó bajito, con un hilo de voz)
-Bien, trabajando mucho. Le he dicho a mi madre que vengan a ver la casa y eso.
-¿Y qué ha dicho?
-Pues que mi padre trabaja todo el fin de semana, pero le he dicho que se venga ella.
-¿Sí?
-Sí. Me ha dicho que no quiere molestar.
-¿Y eso? Si no molesta, al revés.
-Pues eso me ha dicho. Y que tiene que estar pendiente de mi padre.
-Vaya…
-Le he dicho que quiero que venga, a ver qué pasa. Ella me ha preguntado que como se viene y todo eso…
-Mmm… (murmuró pensativa)
-¿Qué piensas?
-Pues había pensado en decirle a mi madre que se acercara a por ella y que vinieran las dos. ¿Cómo lo ves?
-Pues mira, no me parece mala idea. Así se conocen.
-Sí. Eso había pensado.
-Pues mañana le pregunto, a ver qué dice.
-Pero vienen Irene y Mario, ¿no?
-Sí, pero ellos vienen para los dos días. Ellas pueden venir el domingo. Aprovechamos bien el día y la noche con ellos mañana y el domingo que se vengan, ¿no?
-Jajajajajaja, vale. Pues a ver qué dice tu madre y así le digo yo a la mía.
-Vale.
Nos quedamos un rato más en el sofá hasta que a Elena se le empezaban a cerrar los ojos, por lo que nos fuimos a la cama para dormir. Ella cayó enseguida y yo le seguí al poco pensando en el fin de semana que se venía, con algo de nervios. No porque mis amigos vinieran, sino por si venía mi madre y la de Elena, ya que se conocerían y estarían las dos con nosotros a la vez. No tenía miedo, porque no había ningún motivo para que la cosa fuera mal, pero sí que estaba nervioso, sobre todo si Noelia decía de venir también. Decidí no darle más vueltas y me dormí abrazando a mi chica.
El sábado nos despertamos sobre las 11, una buena hora, ya que nuestros amigos no venían hasta las 12. Elena se despertó muy cariñosa, poniéndose encima de mí y dándome muchos besos por la cara. Yo le acariciaba la espalda y el culo, metiendo mis manos por dentro de su pantaloncito y braguitas para acariciarle y estrujarle los cachetes de su culo. Ella pasó a mi cuello y evidentemente mi polla reaccionó al instante, poniéndose muy tiesa.
-Joder, pero, ¿cómo te pones así de duro tan rápido cuando te hago esto?
-Es magia.
-Jajajajajaja.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?
-Bueno, me he despertado muy tontorrona… Y ganas tengo.
-Pero…
-Pero vamos a esperar a más tarde. Hoy vienen Irene y Mario. Mejor nos esperamos a que estén aquí con nosotros, ¿no? Así nos cogemos con más ganas.
-¿Tienes algo en mente?
-No. No quiero colarme. Quiero estar en plan tranquilo. Cada oveja con su pareja y si acaso algún toqueteo.
-Vale. Pero, ¿ahora qué hago para bajar esto?
-Pues vas a tener que esperar, corazón.
-Ummm… (murmuré haciendo pucheros)
-No te pongas así… Si luego te voy a dar mucho cariño.
-¿Hoy lo quieres con cariño?
-Siiiii. Es que estoy tan contenta. Todo nos va tan bien que estoy muy ñoña. Me apetece más hacer el amor que follar salvajemente.
-Claro, mi vida. Como tú quieras.
-¿Pero es lo que quieres tú?
-Elena, a mí me da igual cómo hacerlo. Lo importante es que voy a estar contigo.
-Ay, qué tonto eres de verdad…
-¿Por qué?
-Porque me tienes muy mimada.
-Vaya, supongo que ya sabemos lo que pasaría si tuviéramos una nena…
-Oye, estás sacando mucho ese tema… ¿No querrás tenerla ya…? Jajajaja.
-Uff, me agobio mucho de ponerme solo en la situación, imagínate teniéndola.
-¿Pero te gustaría, o no?
-Sí. Desde que vi esa foto tuya en la playa con tus dos coletitas me entró algo que me hizo pensar en una niña correteando por nuestra casa. Fue como una visión.
-Oh… Qué mono te pones…
-Me pongo un poco nervioso cuando nos imagino ya dentro de unos años, en nuestra casa propia y con una niña. Pero bueno, algún día…
-¿Y cómo sería nuestra niña?
-Sería igual de guapa que tú. Con el mismo pelo, las mismas pequitas, tus ojitos, tu vocecilla…
-Pero eso no vale, jajaja. Tiene que ser una mezcla de los dos, no una copia de mí…
-Pues mira a tu madre. Tú y ella sois una copia.
-Anda… No. Vamos a hacerla bien.
-A ver, ¿qué quieres?
-Quiero que tenga tus ojos.
-¿Mis ojos?
-Sí. Son más bonitos que los míos, de lejos. Esos ojos color miel tuyos me encantan, cuando me miras fijamente con ellos, no sé qué me entra en el cuerpo.
-Pues espero que no tenga la vista tan delicada como la mía…
-Pero si no tienes gafas ni siquiera, exagerado…
-Ya, pero son muy sensibles a la luz.
-Pues quiero que tenga tus ojos.
-Vale, ¿qué más?
-Mmm… Me gustan tus labios.
-Vale, trato hecho, pero lo demás que sea tuyo. Es que tu nariz es muy bonita. Y tus pecas… Me vuelven loco.
-Jajajaja. ¿Te puedes creer que soy la única de mi familia con pecas?
-Curioso.
-Pues sí. Y también me gustaría que fuera rubia.
-¿Rubia?
-Sí. Me la imagino así.
-No te imagino a ti rubia para hacerme una idea.
-No. No me he puesto nunca de rubia. Me puse de pelirroja una vez, pero fue durante unos meses. Fue al año de conocernos, ¿te acuerdas?
-Pues la verdad es que no.
-Bueno, a ver… No es que me pusiera pelirroja chillona. Me puse unos reflejos, pero se me quedó muy oscuro y solo se notaba si me daba mucho la luz.
-Am… Por eso no me acordaba.
-También estuve de morena un tiempo. Fue cuando empecé la universidad.
-Pues eso sí que no lo vi, porque no me acuerdo.
-Sí, es que coincidíamos muy poco. Yo cuando venía era para ir a mi casa y no pisaba tu ciudad apenas.
-Bueno, yo estaba más aquí que allí. Pasaba mucho tiempo con Ángela. Si no estábamos estudiando, estábamos de fiesta.
-Es curioso que no coincidiéramos nunca aquí.
-Nos moveríamos por sitios diferentes imagino.
-Pues qué pena…
-Nuestras facultades no quedaban muy cerca.
-No. Yo veía a Mario de vez en cuando, pero poca cosa.
-¿Y no veías a Irene?
-No. Si te digo la verdad, no lo sé, porque al no conocerla, pues no prestaba atención.
-Me hubiera gustado verte.
-A mí también. Lo mismo podríamos haber empezado antes.
-Pero si estabas con Alejandro.
-Ya ves tú, para el caso que me hacía…
-No sé… En esos años yo era un poco cabra loca. Entraba y salía mucho. Mejor así, en aquel entonces ya te digo que no hubiera pasado lo mismo que cuando empezamos nosotros.
-¿Por…?
-Solo buscaba pasármelo bien.
-¿Y lo conseguías?
-Sí. En mi facultad había muchas chicas.
-¿Y ninguna novieta?
-No. Con Ángela era con la que más tiempo pasaba, pero ella no se metía mucho en mi vida. Me dejaba mi espacio y eso me gustaba.
-¿Ninguna más?
-Sí. Había una que sí que se metía más. Era una chica muy dulce. Muchísimo. Muy cariñosa, super alegre y nos lo pasábamos muy bien.
-¿Y Ángela no se ponía celosa?
-Pues no. Para estar enamorada según me dijo, lo aguantaba bastante bien. Y eso que coincidíamos los tres bastante, porque ella estudiaba nuestra carrera, pero era un año menor que nosotros.
-¿Y qué pasó?
-Ya te lo conté, ¿no?
-Sí, pero no con detalle.
-No se lo tomó nada bien. La chica me preguntaba mucho por mis cosas. Me mandaba mensajes a todas horas, me llamaba… Yo le pedí algo de espacio de primeras, pero ella me buscaba para que le ayudara con algunas dudas, o por si le podía prestar algunos apuntes de primero.
-Era insistente.
-Mucho. Tanto que ya tuve que hablar con ella en serio. Le expliqué que estaba agobiado por su comportamiento, me atosigaba y entendía que no lo hacía con mala intención, pero no podía seguir así. Le dije que no buscaba una pareja y que ella se estaba comportando como tal y que lo mejor sería dejar de vernos.
-¿Lloró?
-Buff… Mucho. Me dio mucha cosa. Le abracé y estuvimos así unos segundos, pero al poco ella se zafó de malas maneras y me dio un guantazo.
-¿En serio?
-Sí. Nunca se había comportado así conmigo. Jamás tuvo una mala palabra, un mal gesto ni nada. Hasta ese momento.
-¿Y cómo reaccionaste tú?
-Pues me quedé bastante parado. No me lo esperaba. No pretendía hacerle daño, pero por lo visto se lo hice, y mucho. Se fue llorando bastante y no volví a verla nunca más.
-¿Ni por la facultad?
-No.
-¿Y cómo se llegó a enamorar de ti? Aunque me lo imagino…
-Pues no sé. El día que la conocí estábamos en la biblioteca varios para hacer un trabajo. Yo estaba en segundo y ella en primero. La vi sola y parecía agobiada, buscando libros y apilándolos a su lado. En una de estas coincidimos al coger unos libros que estaban muy próximos y le ofrecí ayuda si la necesitaba. Me dijo que estaba agobiada porque tenía que entregar un trabajo que le corría prisa y se había quedado sola, así que le dije que se viniera con nosotros para ayudarla si lo necesitaba. Al final le echamos una mano y lo pudo sacar bien.
-Ayyyyy mi nene, que bueno ha sido siempre.
-Pues si lo sé no le digo nada. Me jode cuando quiero ayudar a alguien y al final le acabo haciendo daño. No era mi intención que llegara a pasar eso. Yo solo quería pasármelo bien. La consideraba como una amiga y tener esa libertad para follar al no estar en mi casa pues me hacía buscarlo.
-Es normal Javi, a esa edad y fuera de casa solo se piensa en eso.
-Yo creía que ella también pensaba como yo, pero se fue encariñando y pues… No debería haber dado pie a acostarme con ella.
-¿Fuiste tú el que dijo de…?
-Sí, bueno… A ella se le veía con ganas. A veces quedaba con ella para explicarle alguna cosa que le costaba de alguna asignatura. Echábamos media hora solo, porque yo tenía mis cosas también y ya me ponía con lo mío, pero nos veíamos varias veces a la semana y se notaba esa tensión de cuando dos se atraen y tal.
-Ajá.
-Y pues un viernes, poco antes de las vacaciones de Navidad, salimos a tomarnos una cerveza y la acompañé luego.
-¿Y fuisteis a su casa?
-No, no. Ella no vivía en una casa.
-¿Entonces?
-Ella vivía en una residencia con más estudiantes. Me contó que sus padres querían que estuviera más recogida, ya sabes.
-Sí. Los míos pensaban igual. Me costó mucho convencerlos para que me dejaran irme a vivir a un piso con otras chicas.
-Lo imagino. Le pega a tu madre eso.
-Mi padre me apoyaba, pero mi madre encabezonada en que no. Yo quería para poder estar con Alejandro, pero luego al final poco pisaba mi casa…
-Ay…
-Bueno… ¿Y qué os veáis, allí?
-Sí. Varias veces. Me colaba a la hora de la cena, cuando había muchos estudiantes en el comedor y por el vestíbulo, y como teníamos que pasar por ahí para ir a las habitaciones, pues aprovechábamos el tumulto. Siempre me cogía de la mano y empezaba a reírse cuando llegábamos.
-¿Y no ibais a tu casa?
-No. Mis compañeros siempre estaban en casa y me daba mucho corte llevarme a alguien.
-¿Y ellos no se llevaban a nadie?
-Sí, claro. Pero es que a mí me daba corte que gente con la que vivía y pasaba bastante tiempo me oyeran… En fin. Y también por si le daban por echar un ojo.
-Am…
-Pues eso, que no llevaba a nadie. Ni a ella, ni a nadie para eso.
-Ahora que lo dices, me acuerdo que en la conversación que tuvimos cuando conocí a Ángela, como que ella te lo medio reprochó.
-Ah… En realidad, sí recordaba que me dijera de ir a mi casa, pero yo le daba largas. Sabía lo que iba a pasar en cuanto entráramos.
-Qué timidito, jejeje.
-¿Me lo dices tú? Jajaja.
-Jajajaja. Anda vamos a desayunar, que éstos están al caer.
Nos levantamos y desayunamos mientras hablábamos de cosas que había hecho en su trabajo y yo en el mío, comentando también cosas que teníamos programadas para la semana entrante. Una vez acabamos, Elena fue a preparar las cosas para cuando bajáramos a la piscina, con las cremas, las toallas, su bolso grande para llevarlo todo, poniéndose uno de sus preciosos bikinis junto una cinta en su pelo, anudada como solía hacerlo, desde la nuca hasta la parte superior y demás mientras yo me quedaba recogiendo lo del desayuno pensando en la conversación que habíamos tenido antes de levantarnos.
Me encantaba hablar de varias cosas con Elena. Me preguntó mucho acerca de mi pasado en donde me veía con más chicas y no lo hacía de manera celosa, mostraba curiosidad y al verla así, pues me solté y le conté. El problema fue cuando llegamos a la parte de aquella chica que tanto se encariñó conmigo. Me hizo recordar malos momentos. La carita que puso cuando le empecé a decir que estaba agobiado, que necesitaba espacio, que no buscaba pareja y que ella se estaba comportando como tal y que por eso ya no estaba cómodo con ella no paraba de venirse a mi cabeza. Jamás tuve la intención de hacerle daño y verla así me puso muy mal cuerpo. Intenté consolarla abrazándola, pero a los pocos segundos ella me empujó y me dio un guantazo que me hizo daño de verdad. Y eso fue todo. No la volví a ver nunca más. La busqué por la facultad, por lo biblioteca, por sitios que sabía que frecuentaba, pero nada. Se esfumó. Estuve un buen rato rememorando momentos con ella, con esa cara de tristeza y posterior rabia entre cada uno de ellos.
-¿Cómo se llamaba? (preguntó Elena al verme tan pensativo)
-Cintia.
-¿Estás triste? (dijo dándome un abrazo)
-No. No estoy triste.
-¿Entonces?
-Nostalgia supongo. Me caía bien y me da pena por cómo acabó la cosa con ella. No era mi intención hacerle daño y que la cosa terminara así.
-Lo sé, Javi. Eres buena persona, no le des más vueltas.
Elena me dio un beso y un fuerte abrazo, cosa que hizo que me reconfortara mucho. Me cogió de la mano para llevarme a la habitación para que me pusiera el bañador mientras me contaba alguna cosa más del trabajo. Sabía que lo hacía para distraerme y que no pensara más en eso, dándome también algunos mimitos para levantarme el ánimo. Así fue, porque en cuestión de minutos ya estaba sonriendo y hablando con ella de nuevo de otras cosas mientras elegimos el bañador que me iba a poner.
Al poco vinieron nuestros amigos, vestidos de piscina, con unas mochilas a la espalda donde traían ropa limpia para pasar el fin de semana. Después de los saludos nos pusimos a enseñarles la casa. Elena estaba muy entusiasmada, cogiendo a Irene de la mano para llevarla a arrastras por toda la casa para enseñársela bien y contarle cómo nos apañábamos y demás. Después nos bajamos a la piscina andando por ese camino sinuoso rodeado de pinos, con unas pequeñas vallas blancas de madera que no llegaban al metro de altura. Irene dijo que le parecía muy romántico el caminito ese, porque se le hacía como si fuera un laberinto en el que una pareja se pudiera parar para besarse cada dos metros sin que nadie les viera, con mucha intimidad, además del olor a pino y esas vallitas que hacían del lugar como uno típico de un cuento. Elena le dio la razón, agarrándome fuertemente de la mano para pegar su cuerpo al mío.
Cuando llegamos, ambos se quedaron impresionados por el lugar. Dijeron que les parecía muy pijo por la cantidad de añadidos que tenía, que esperaban que fuera la típica piscina rodeada de césped con alguna sombrilla y las duchas, pero que no esperaban que tuviera su zona de bar tan amplia, su zona de barbacoa, tantas sombrillas, con hamacas e incluso un parque con columpios para niños.
I: Parece que habéis venido a aquí para vivir en familia, jajaja.
M: Ya ves, ¿para cuándo el bebé? Jajajaja.
E: Pues esta mañana ha vuelto a salir el tema.
I: ¿Sí?
E: Sí. Que quiere una nena mi chico.
I: Huy… Eso es que ya la quiere. Tanto hablar de ello…
E: Justo lo que le he dicho yo.
J: Callaos, anda… Jajaja.
M: Javi, mucho hablar de ello… Lo próximo es hacerlo.
E: Dejadlo, que se pone nervioso… Jejeje.
I: Anda ya…
E: Que sí, que se agobia un poquito.
J: No es para tanto.
E: Bueno, pues como no es para tanto… Pues nos hemos puesto a pensar como nos gustaría que fuera.
I: ¿Sí? (dijo mirándome con tono divertido)
E: Sí. Hemos llegado a la conclusión de que queremos que tenga sus ojos y sus labios. Y el resto como yo, pero en rubia.
M: Una mini Elena en rubia. No me la imagino, ¿eh?
J: Yo tampoco.
I: Eso tiene fácil arreglo.
E: No me voy a teñir. Ni de coña.
I: Que no, boba… Con un filtro de estos que te pone el pelo de colores y esas cosas. Si incluso los hay de los que te ponen cara de bebé.
M: Ostia, pues puede ser una manera de ver cómo quedaría la niña.
J: Que tontos sois, de verdad… Jajajaja.
I: Venga, vamos a sentarnos y lo hacemos.
Después de acomodarnos en las toallas bajo las sombrillas y del ritual de la crema de las chicas, siendo Elena la más insistente en embadurnarme por completo, Irene se puso a hacer el tonto con el móvil para ver cómo sería el resultado de lo que estuvimos hablando minutos antes. Puso los filtros y le echó unas cuantas fotos a Elena. Lo malo fue que el resultado no era el esperado, porque parecía más un dibujo animado que otra cosa, por lo que pensamos en usar una foto de Elena de cuando era pequeña. Estaba preciosa, con sus dos coletitas y un poco mellada, sonriendo, como siempre. Tras aplicarle lo del pelo y ponerle los ojos más claros, salió algo parecido a lo que habíamos estado hablando y nos gustó a todos, sobre todo a Elena, poniendo una cara muy tierna. Se quedó un buen rato mirándola mientras nuestros amigos se ponían a tomar el sol y yo estaba recostado sobre mis codos mirándola. Se le puso una sonrisa muy tonta y guardó el móvil, mirándome para darme un beso después.
Al rato de estar tomando el sol, nos acercamos para enseñarles bien las zonas que había por ahí. Después nos sentamos de nuevo, hablando varias cosas y de pronto me llamó mi madre para decirme que el día siguiente fuera a por ella para pasar el día allí con nosotros. Me alegró mucho que al final se animara a venir pese a lo que me dijo. Se lo conté a Elena estando delante mis amigos, quienes no pusieron mala cara ni les pareció mal a pesar de que iban a estar todo el fin de semana con nosotros. De hecho, se alegraban de poder conocerla más, porque Irene no la conocía y Mario había bastante que no la veía. Elena llamó a su madre para proponerle venirse al día siguiente e ir de paso a por mi madre, ya que le pillaba a 10 minutos mientras que a nosotros nos pillaba bastante lejos. Le pareció bien y dijo que iba a comprar comida para hacerla en la barbacoa y poder comer allí. Mientras Elena hablaba con ella me di cuenta de que Irene ponía una sonrisa picarona en su cara. Después de que terminara de hablar con ella, diciéndole donde estaba mi casa y demás, llamé a mi madre para explicarle la situación. Estaba encantada por poder conocer a la madre de Elena y poder venir juntas para pasar el día con nosotros.
En lo que hacíamos hora para comer, seguimos tomando el sol y dándonos un baño hasta que Irene dijo:
I: No viene mucha gente por aquí, ¿no?
J: No, parece que la gente de la urbanización está de vacaciones, porque cuando hemos estado aquí no había nadie y hay poco movimiento por las casas.
E: Sí. De momento estamos bastante solos.
M: Mejor, más a gusto.
E: Me da un poco de miedo en realidad.
M: ¿Por qué?
E: Porque en esta época del año hay muchos robos, la gente se va de sus casas…
I: No seas tonta, Elena. No va a pasar nada.
E: Ya, ya. Tonterías que me mete mi madre en la cabeza, no me hagáis caso.
I: Pues entonces voy a quitarme esto. (dijo quitándose la parte de arriba de su bikini celeste)
M: Uh… Me gusta.
I: Quiero igualar el color con el resto del cuerpo, y esto también. (dijo poniéndose la parte de abajo como si fuera un tanga)
M: ¿Te echo crema?
I: Vale.
Entonces Mario se puso a echarle crema a Irene por las tetas y los cachetes del culo de manera muy sensual mientras ella gemía y se mordía el labio, cerrando sus ojos. De pronto los abrió mirando a Elena. Yo estaba cachondo por la situación, con la polla morcillona bajo mi bañador verde agua. Elena sonreía, haciéndolo más aún cuando vio mi semierección.
I: ¿No te animas tú, Elena?
E: ¿Yo?
I: Claro. Si estamos solos. Ya nos hemos visto todo, jejeje.
E: Me da cosilla.
M: ¿Te sigue dando corte por mí?
E: No, no es eso.
I: ¿Entonces?
E: ¿Y si viene alguien?
I: Pero si decís que no ha venido nadie cuando habéis estado aquí… Venga, dejamos ver esas tetas tan preciosas y coge color para igualar ese cuerpo tan rico que tienes.
J: Dejadla si no quiere, no os pongáis pesados.
Elena sonrió y me acarició la cara, poniéndose pensativa después. Cogió las llaves y se acercó a la valla que cerraba la parte de la piscina poco antes de acabar aquel caminito. En lo que volvía Irene dijo:
I: Tienes vista a tu chica mucho, ¿no? ¿O es que estás celoso?
J: No. Pero quiero que esté cómoda.
M: ¿Os incomodamos?
J: No, no. Solo que… Quiero que las cosas salgan de ella.
I: Lo siento, Javi. Yo es que veo esto tan natural que pues…
J: Que no pasa nada, de verdad.
E: Ya está. He cerrado la valla por si viene alguien. Así cuando alguien la abra, hará ruido y nos enteraremos para taparnos. (dijo mientras se quitaba la parte de arriba de su bikini negro)
Elena dejó sus preciosas tetas al aire, blancas como la leche. Después hizo lo mismo que Irene, poniéndose la parte de abajo como si fuera un tanga. Irene se mordía el labio al verla y Mario se incorporaba, sin perder vista del cuerpo de Elena. Por mi parte, mi erección fue a más, terminando mi polla bastante dura.
E: ¿Me echas cremita, mi amor?
J: Claro.
Le empecé a echar crema, con ella de rodillas a mi lado mientras yo estaba sentado con las piernas cruzadas. Le acariciaba la piel lentamente extendiendo la crema por sus tetas, notando como se les endurecían los pezones. Elena sonreía de una manera muy dulce mientras me acariciaba el pelo. Cuando paré, ella cogió mi mano, echándome más crema y regresando mi mano a su piel para seguir extendiéndola.
E: Me tienes que echar más, que estoy muy blanquita por esta parte y no me quiero quemar.
J: Yo te echo lo que tú quieras, mi vida.
E: Mmm… Irene, ¿crees que Javi me tiene mimada?
I: Jajajaja, ¿y eso?
E: Porque nunca me dice que no a nada. Siempre hace lo que me parece a mí.
M: Huy… ¿quién domina a quién?
I: No. Pienso que te quiere con locura y solo quiere lo mejor para ti. Pienso que te quiere proteger y que estés cómoda siempre.
E: Jejeje.
M: Es verdad. Javi te quiere mucho y para él, tú eres lo primero.
E: Y para mí él también lo es.
I: Lo sabemos.
Yo reía mientras negaba con la cabeza al oír esa conversación mientras le terminaba de esparcir la crema a mi chica por todas sus zonas más blanquitas para que no se quemara. Ella me dio un beso con mucho cariño cuando acabé y me susurró al oído que me tranquilizara, que me veía muy excitado y con la polla muy tiesa.
Así echamos la mañana, con ese tonteo permanente, sobre todo por parte de las chicas por ir así, con las tetas al aire y con el culo prácticamente también, insinuándose y calentándonos a los dos entre risas. También estuvimos hablando de varios temas de nuestra vida cotidiana, comentando también como le iba al resto de nuestros amigos, con los que no teníamos tanto contacto como con ellos, sabiendo de ellos prácticamente lo que leíamos por el grupo de whatsapp en el que estábamos todos.
Se acercó la hora de comer y Mario e Irene dijeron que iban a por algo y que ya venían mientras Elena y yo nos quedamos allí. A la media hora acudieron con un pollo asado, muchas bebidas, hielo y demás para poder pasar todo el día sin necesitar irnos de allí. Comimos tranquilamente a la sombra, siguiendo con nuestras charlas y ese buen ambiente que teníamos siempre los cuatro. La tarde pasó de la misma manera que la mañana, con los cuatro tomando el sol, charlando, bebiendo algo de alcohol, dándonos un baño donde cada pareja estaba muy apegada a la suya, con muchos cariñitos… Estábamos muy a gusto, sin nadie que nos molestara, como si ese lugar fuera solo nuestro. Después de estar toda la tarde así, nos volvió a entrar hambre, por lo que los pusimos a cenar allí mismo también. Nos preparamos unos bocadillos y estuvimos disfrutando de la temperatura que ya había bajado bastante al haberse ido el sol. Tras cenar, nos volvimos a las toallas para seguir estando allí charlando mientras bebíamos algo tranquilamente, disfrutando de la brisa hasta que Irene propuso jugar a un juego parecido al que jugamos con Isa en su día. Yo miraba a Elena por obvias razones, pero ella no puso ningún impedimento en ningún momento porque dijo que, al haber tanta confianza entre nosotros, pues le parecía bien jugar y que además le daba ese puntillo para poder seguir después en casa jugando.