MOISÉS ESTÉVEZ
nostalgia
- Sin beso de buenas noches – pensaba Adrián inmerso en una soledad
ya rutinaria en su día a día.
Aún recordaba aquella mañana camino del colegio con su hija, ahora
con quince años, cuando entonces tenía nueve y le soltó la mano. Aquello fue
el principio del fin. El principio de un alejamiento forzado por una inminente
pubertad, que continuaría con una inevitable adolescencia.
La echaba de menos – es que me da vergüenza papi – le dijo en ese
momento. Sin embargo, todavía albergaba la esperanza de que con el tiempo,
esa relación padre-hija volviera a converger en un punto de amor y cariño
ahora demasiado distanciada…