KERANOS
-¿Qué es eso de que vamos a preparar la comida?
-Tu madre, que me ha pedido las llaves para ir a por la comida y demás.
-¿Ella sola?
-Le he dicho que la acompañaba para ayudarla, pero se ha negado.
-¿Y eso?
-Ni idea. Me ha dicho que viniera a decírtelo.
-Mmm…
-Elena, ¿tu madre está bien?
-Sí. Que yo sepa, sí.
-Es que veo que tiene cambios de humor bastante bruscos.
-Ah… Pues no sé. Supongo que es por lo de mi padre.
-¿Lo echas de menos?
-Mucho. Aunque hablamos mucho y lo veo más que antes. Pero sí. Y me da pena. El pobre mío se martiriza mucho por lo que hizo.
-Es un buen hombre.
-Me ha dicho que desde entonces no ha estado con ninguna mujer.
-¿Y eso?
-No lo sé. Tengo una teoría.
-¿Cuál?
-Creo que aún está enamorado de mi madre.
-Pero, ¿no dijiste que la cosa se apagó por lo como se puso tu madre cuando se murió tu abuelo?
-Sí. Eso fue lo que mi padre me dijo. Pero cada vez que hablamos de mi madre se le pone una carilla… Me pregunta mucho cómo está, sí ha rehecho su vida, si me pregunta por él, si le echa de menos o habla algo de cuando estaban juntos…
-Joder…
-Pero hay una cosa que le tiene más atormentado.
-¿El qué?
-Mi hermana Noelia. Dice que siente que ha perdido una hija. No quiere saber nada de él, lo tiene bloqueado en el móvil.
-Pfff…
-Javi, es muy duro ver a mi padre llorar por eso. Se siente como una mierda. Yo lo intento animar, pero es muy difícil. Se me parte el alma verlo así.
-Lo siento, Elena.
-Ojalá todo volviera a ser como antes. Ojalá mi madre no se hubiera puesto así. Podríamos seguir todos juntos.
-Ya, mi vida. Ojalá. Ojalá tu madre algún día sepa perdonar a tu padre y todo vuelva a ser como antes.
-Bueno, ya está. No quiero ponerme mal con mi familia aquí. Han venido por mí, para estar conmigo y no quiero chafarles el día. Y a ti tampoco.
-Elena, a mí no me chafas el día por eso. Si necesitas hablarlo, aquí estoy. Cuenta conmigo para lo que necesites.
Elena no dijo nada más y me dio un abrazo enorme, durando bastante tiempo. Nos sentamos en unas sillas hasta que fue con su hermana y su abuela para estar con ellas mientras esperábamos a Maribel. Pasaron varios minutos hasta que por fin apareció, estando yo a punto de acercarme para ver qué le pasaba.
Nos pusimos manos a la obra, encendiendo la barbacoa y poniendo la carne para que se hiciera lentamente mientras metíamos la bebida en una nevera que había ahí para que se pusieran frías e íbamos cogiendo unos platos y cubiertos de plástico para poder servirnos. Se estaba bastante a gusto a pesar del calor que hacía, pero era más llevadero al estar a la sombra y teniendo bebida fría. Mientras esperábamos a que la carne se hiciera, nos dimos un baño en la piscina todos. Maribel estaba atenta de su madre mientras Noelia estaba nadando a su bola. Elena y yo nos manteníamos juntos, con alguna caricia y algún beso.
-Javiiiii…
-¿Qué pasa?
-Cuando se vaya mi familia… Te vas a enterar.
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque tengo muchas ganas de jugar contigo… Y como hoy te has portado regular…
-¿Estás caliente?
-Siiiii.
-¿Me dejas comprobarlo? Jejejeje.
-Tú mismo. Luego el castigo será peor…
-¿Sí? No creo… ¿Qué me vas a hacer?
-Tú sigue… Ya verás…
-A ver… (dije colando mi mano con disimulo por su bañador)
Elena pegó un respingo, estremeciéndose.
-Huy… Sí que estás calentita aquí abajo…
-Jijijiji… Tú sigue…
-¿Pero qué te ha dado? Estás tú muy segura de que me vas a castigar. ¿A qué lo hago yo? Ya viste como estaba anoche. Lo mismo hoy hay sesión especial.
Elena me miró desafiante, con una sonrisa de chica mala.
-No me mires así… (dije con sorna)
-¿O qué? (preguntó desafiante)
Me quedé unos segundos en silencio. Estaba picado por como me respondía así, de esa manera tan chulesca, pero picado a buenas, no enfadado.
-¿A qué te la meto ahora mismo?
-Sí, venga… Jajaja.
-¿Qué no? (dije llevando su mano hasta mi polla empalmada)
A Elena se le cambió la cara, pasando a ponerse seria.
-No juegues conmigo. Sabes que soy capaz. Hemos follado varias veces en la piscina y en la playa.
-Javi…
-Vaya… ¿Ya se nos han quitado las ganas de jugar?
-No es justo. Yo nunca he hecho nada así con tu familia.
-Tranquila Elena, que era broma. ¿Cómo voy a hacer eso? ¿Estamos locos?
-Ah… Voy a ver cómo está la carne.
-Vale.
-Cagón. (dijo una vez se había alejado bastante para que no pudiera pillarla)
La miré sonriendo, un poco incrédulo. Ella me miraba con una sonrisa triunfante y yo le devolví un gesto de venganza, sonriendo mientras asentía con la cabeza. Ella salió corriendo hasta la barbacoa riéndose de manera aguda mientras yo me quedaba en el agua esperando a que se me bajara el asunto. Mientras tanto no pude evitar pensar en las conversaciones que había tenido durante esa mañana, tanto la de Maribel de nuevo, como la de Elena. La de Maribel me pilló bastante por sorpresa. No tenía ni idea de que Elena se hubiera fijado en aquello y tampoco es que quisiera hablarlo con ella porque la situación con el suyo estaba complicada y no quería que me diera la chapa diciéndome que tenía suerte de tener a la familia unida y tal.
Yo sabía lo que había en mi casa y no me apetecía dar explicaciones de varias cosas que habían ido pasando con los años. No quería tener que hablar con ella de eso, pero me olía que tarde o temprano iba a pasar. También pensé en cómo se había puesto Elena al hablarme de la situación con su padre. Quería hacer algo para ayudar, pero no tenía ni idea de qué hacer. De hecho, no veía nada viable por como Maribel evitaba el tema y decía que no quería saber nada de él, hasta cuando Elena le sugirió que lo hiciera. Lo de que él estuviera así por Noelia también me dejó mal cuerpo, pero es que esa chica era así, muy incorregible. Veía más difícil incluso que hablara con ella que con Maribel.
Al final pensar en eso me ayudó a tranquilizar mi excitación, consiguiendo que mi erección se fuera diluyendo. A los pocos minutos Elena aviso de que ya estaba la carne en su punto y fuimos todos para allá. Nos sentamos en las mesas a la sombra para empezar a comer. Resultó que había más comida de lo esperado, por lo que nos dimos un atracón importante. Tan grande que una vez que recogimos todo, acabamos todos tumbados en las toallas a la sombra de las grandes sombrillas. Para ser la hora que era no hacía tanto calor, pero aun así pregunté si estaban incómodas y preferían ir a casa para estar más resguardados. Maribel y su madre dijeron que no, que se estaba a gusto ahí y que si les daba calor, pues ya se meterían en la piscina o beberían algo fresquito.
Tan a gusto resultaron estar que se durmieron, seguramente por la comida tan copiosa que hicimos. Yo también dormitaba, pero Elena no me dejaba dormir. Me empezó a pinchar con los dedos mientras se reía muy bajito.
-¿Qué haces?
-Nada…
-Ummm…
-Estoy jugando contigo.
-¿Quién se está portando mal ahora?
-Jijijiji… Ponte como querías, pero hoy te vas a enterar.
-Madre mía… Si no ha sido para tanto.
-Hoy mando yo. (dijo cogiéndome del cuello con fuerza)
Mi respuesta fue lanzar un gemido, apartando ella rápidamente su mano de mí por miedo a que las demás nos vieran.
-Shhh. Cómo hagas eso otra vez, verás…
-Joder. ¿Qué te pasa hoy? A nada que hago ya me estoy ganando un castigo… Jajajaja.
-Shhh. Porque eres un chico malo.
-Pues este chico malo quiere mimitos.
-No. Estás castigado.
Me quité las gafas de sol y le puse ojitos, de la misma manera que ella siempre me los ponía a mí. Eso pareció ablandarla, porque se pegó a mí para abrazarme como solíamos cuando íbamos a dormir, empezando a besarnos intensamente, aunque paraba de vez en cuando, dándose la vuelta para ver que no nos estuvieran observando. El problema fue que se me empezó a poner dura, por lo que paró, poniendo su mano en mi pecho para separarse de mí. Yo disimulé poniéndome boca abajo para tapar mi erección mientras ella se ponía de lado, acariciándome la cara y la espalda.
-Te quiero hacer el amor. (dije bajito en un arrebato de valentía)
-Shhh. (dijo sonriendo y negando con la cabeza)
Le volví a poner ojitos y ella me agarró la cara con una mano, apretando mis mejillas para darme un beso. Después se levantó y se fue al agua un rato. Iba a ir con ella, pero su abuela se dio cuenta y fue con ella antes. Yo no me iba a levantar por la erección que tenía, pero sí que me di la vuelta para mirarla, viendo como la cuidaba. Así paso un buen rato, haciendo que, junto a la ternura que me daba verla en ese momento, se me pasara la erección, pudiendo ir a bañarme tranquilamente. Después de que todos nos bañáramos durante un rato, sobre las 6 e la tarde Maribel dijo de ir recogiendo para irse de vuelta a casa, que mientras llegaban, se duchaban y cenaban ya sería tarde, por lo que nos secamos y fuimos a casa, donde Maribel, Noelia y su abuela se cambiaron para quitarse los bañadores mojados e ir más cómodas.
La despedida fue un poco de aquella manera por Elena, quien se puso un poco triste, pero no fue para tanto. Noelia le dio un abrazo bastante ligero a su hermana como despedida, sin darme ninguno a mí, ni siquiera diciéndome nada, aunque tampoco lo buscaba, lo prefería así. Maribel y su abuela, sin embargo, sí que nos dieron un buen abrazo a cada uno y nos dijeron que fuéramos los fines de semana a comer con ellas. Por fin se fueron, dejándonos a Elena y a mí solos, yendo a ducharnos. Ella salió disparada, desnudándose y metiéndose en la ducha. Yo me empecé a desnudar, pero llamaron a la puerta. Me puse de nuevo la camiseta y fui a ver quién era. Resultó ser Noelia, diciéndome de manera seca que se habían dejado una bolsa. Sin decir nada le dejé entrar y ella cogió la bolsa, acompañándola hasta la puerta que daba la calle, yendo ella delante. Una vez ahí se quedó quieta, cogiendo el pomo de la puerta, ahí parada, sin decir nada.
-¿Sales?
Noelia dio un pequeño respingo y dejó caer la bolsa al suelo. Después se dio la vuelta, mirándome a los ojos.
-Te voy a echar de menos. (dijo bajito, casi con un hilo de voz, dándome enseguida un abrazo)
Yo ni me inmuté, ni siquiera le devolví el abrazo. Solo me moví para abrirle la puerta, deshaciendo ella el abrazo para coger la bolsa y salir de casa. Cerré la puerta y me quedé un par de segundos ahí parado, en silencio. Para evitar empezar a pensar en algo que seguramente no me haría ningún bien, volví con Elena para ducharme. Después de la ducha me tumbé en la cama en boxers mientras ella me decía que iba a tender la ropa. Me ofrecí a ayudarla, pero me dijo que descansara, que me veía bastante reventado. Y era verdad. Apenas había dormido 4 horas y estaba cansado por el viaje de vuelta y el día de piscina que nos dimos, por lo que me relajé en la cama con el aire puesto, cayendo dormido enseguida.
Me desperté conforme me había dormido, boca abajo en la cama, pero con Elena sobre mi cuerpo, de hecho, fue ella quién me despertó. La notaba tumbada sobre mí, acariciándome, besándome, viniéndome su olor. No podía estar más a gusto. Estuvimos así unos minutos, disfrutando como Elena me daba cariño, con besos muy sensuales por toda mi espalda, sin decir nada.
-Mmm… Elena… Qué bien.
-Shhh…
Siguió así durante un buen rato más, haciendo que tuviera una fuerte erección, causándome algo de incomodidad por estar boca abajo. Elena me lo notó, por lo que coló su mano por debajo de mí para acomodármela, riendo yo un poco mientras ella seguía dándome esos besos con pequeñas succiones que ya empezaban a provocarme escalofríos.
-Elena… -dije susurrando- Necesito…
Entonces intenté moverme, pero no podía. Estaba atado de pies y manos a los extremos de la cama. Elena se empezó a reír maliciosamente, pasando de darme besos, a darme mordiscos.
-Te dije que te ibas a enterar…
-Uff… ¿Qué me vas a hacer?
-Algo que estaba deseando hacer desde hace bastante.
-¿Sí?
-Sí…
-Cuéntame.
-No… Lo vas a sentir ahora mismo.
-A ver… Sorpréndeme.
-No creo que te sorprenda, pero lo mismo se te quitan las ganas de hacer tanto el tonto cuando pase un rato.
-Joder… ¿Qué me vas a hacer?
Elena se calló, subiendo desde mi espalda hasta mi cabeza para besarme en la mejilla y el cuello, bajando de nuevo por mi espalda hasta llegar a mi culo. Ya empezaba a sospechar lo que quería. Efectivamente Elena me empezó a comer el culo, separando mis cachetes y jugando con su lengua, haciendo circulitos. No era la primera vez que me comían el culo, de hecho, ella misma lo había hecho un par de veces, pero fue de manera rápida. Lo hacía muy bien, dándome cuenta de que imitaba mucho lo que yo hacía. Y entonces caí. Me estaba preparando para follármelo. Me puse nervioso porque eso sí que no me lo habían hecho nunca y no sabía si me iba a gustar.
Entonces ella me metió la lengua. Me estaba dando placer, lo hacía muy bien. Poco a poco le añadía intensidad mientras estábamos en silencio. Solo se oía algún jadeo por mi parte y un murmuro por la suya cuando lo hacía. Se tiró un buen rato hasta que empezó a jugar con un dedo. Acariciándolo para hacer presión al poco. Al final lo acabó metiendo, cosa que no me desagradó, ni cuándo metió el segundo. Era raro, pero no doloroso ni desagradable. Tenía su puntillo.
Al igual que lo hacía yo, ella fue haciendo fuerza intentando abrirlo para dilatarlo, turnándose entre los dedos y su boca. Durante todo ese rato estuvimos callados, solo le dije que lo hacía muy bien, con ella lanzando una risa dulce.
La cosa se empezó a poner tensa para mí cuando paró para ir a buscar algo. Me estaba teniendo lo peor, pero entonces fue cuando me empezó a esparcir lubricante después de dejar otra cosa sobre la cama, la cual no llegué a ver. Después de aplicar una generosa cantidad de lubricante en mi culo, paró, aunque no veía que estaba haciendo. Noté algo frío en contacto con mi piel y como empezaba hacer presión. Me puse nervioso y me intentaba mover.
-Shhh… Tranquilo mi amor. Tienes que estar tranquilo. Como en su día me lo dijiste a mí, ¿recuerdas?
-Sí, pero…
-Tranquilo. -dijo susurrando- Relájalo y déjate llevar.
Le hice caso, respirando hondo y relajándome. Empecé a notar presión de nuevo y como intentaba meter algo dentro de mí. Se sentía muy grande. Imaginaba que era el dildo que Irene y Mario le regalaron, por lo que estaba acojonado. Aquello era demasiado grande para ser mi primera vez en ese sentido, aunque mi polla fue la primera cosa en entrar en el culo de Elena aparte de mis dedos y lengua, por lo que intenté poner de mi parte, ya que ella lo hizo en su día y acabó por gustarle. Con esfuerzo y aguante por mi parte, entró. Metió la cabeza del dildo y me tranquilicé porque al final no fue para tanto, esperaba que doliera más. Pero entonces aquello se empezó a mover de una manera rara. Y entonces lo entendí. No era el dildo, era el vibrador que se controlaba por el móvil. Recordé una conversación que tuvimos después de las primeras veces que lo usamos, donde ella dejó caer algo y yo le seguí el rollo diciendo que también lo podíamos usar conmigo. Pero era eso, una coña, no lo decía enserio. Al parecer Elena se lo tomó como algo que quería probar de verdad. Empezó a jugar con los niveles. Aquello se sentía muy raro, era la primera vez que experimentaba algo así. Murmuraba por el estímulo que me daba y entonces ella lo puso al nivel máximo, o eso creía yo por la exageración de movimiento que aquella cosa hacía. Pegué un grito de sorpresa y Elena se empezó a reír. Era una de las sensaciones más raras que había experimentado en mi vida.
-Elena, bájalo por favor.
-¿Te duele?
-No exactamente, pero es muy raro.
-Disfrútalo, mi amor.
-Bájalo, por favor.
-¿No te gusta? (dijo bajándolo a un nivel más llevadero)
-Uff… No es eso, pero lo siento muy raro. Es la primera vez que me hacen esto.
-¿Y qué tal?
-No sé. Me noto muy raro.
-Pues relájate, que el juego sigue.
Elena se tiró un buen rato jugando con el vibrador sin llegar a ver qué más hacía. No sabía si se estaba tocando ni siquiera. Lo ponía a todos los niveles, pero cuando llegaba a los más altos me hacía estremecer de manera exagerada. Era una sensación muy rara, notaba como unas pulsaciones que se propagaban por todo mi cuerpo. No sabía si estaba disfrutando aquello del todo, pero al fin paró, quitándomelo. Respiré algo aliviado al ver que aquello había acabado, pero ella se tiró otro rato comiéndome el culo de la misma manera que antes, colando su lengua. Yo gemía de vez en cuando y ella reía como respuesta.
Todo iba bien hasta que se volvió a despegar de mi cuerpo. Levantándose otra vez y cogiendo otra cosa. Parecía que la cosa no había acabado porque me volvió a echar lubricante por toda la zona. Eso solo significaba una cosa. Lo iba a hacer. Me iba a follar el culo con el dildo. Me volví a acojonar y ella de nuevo me tranquilizó, diciéndome lo mismo que antes, con algún beso por la espalda, con varias caricias. Entonces cogió el dildo y me lo puso sobre el culo, haciendo presión. Me puse tenso y ella de nuevo me acariciaba para relajarme. Poco a poco me acariciaba con él, haciendo algo de presión, amagando meterlo. Sentía un poco de angustia, porque estaba bastante acojonado. Si el vibrador ya me parecía raro, seguro que eso me hacía sentir peor, seguro que me haría daño. Al final lo empezó a meter mientras yo apretaba los ojos con fuerza porque esta vez sí que me dolía. Metió la cabeza y aquello se sentía enorme, como el doble o el triple de grande que el vibrador.
-¿Estás bien?
-Bueno…
-Estás temblando, mi amor.
-Ya… Estoy tenso.
-Aguanta un poquito, ¿vale?
-Ajam…
Elena empezó a hacer más presión, metiendo más el dildo. Aquello se sentía horrible. Sentía como una quemazón. Me escocía mucho. Tanto que me empecé a retorcer. No sabía cuánto estaba metiendo, pero yo sentía que había metido la mitad o más. Llegó un punto en el que ya no lo metía más porque no cedía, pero eso dio lugar a que lo empezara a sacar y a meter, follándome el culo de verdad. Fueron unos 10 segundos que yo sentí como 10 minutos. Me dolía bastante y llegó un punto en el que no pude más.
-Elena, basta. No puedo más.
-¿Qué pasa? (dijo parando en seco)
-Me duele mucho.
Elena pareció asustarse y lo sacó de golpe, haciéndome bastante daño, provocando que gritara. Me pidió perdón muchas veces, desatándome rápidamente y me puso boca arriba para mirarme. No lloré, pero eso dolía como su puta madre. Se quedó callada, bastante asustada, por lo que la calmé.
-No pasa nada, Elena.
-Ay… No quería hacerte daño.
-Ya lo sé. Pero es que eso es demasiado.
-¿Qué he hecho mal?
-Nada, Elena. No has hecho nada mal.
-Creía que este estaba gustado. Te he visto retorcerte y pensaba que estabas cerca de llegar…
-No. Lo hacía porque me dolía.
-¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-Porque tú hiciste el poder en su día y yo quería hacerlo por ti.
-Tonto. No tenías que haberlo hecho. A mí no me dolió casi nada en su día.
-Bueno, ya está. Ha sido una experiencia más.
-¿Te duele?
-No. Me escuece.
-Espera, que tengo una crema para eso.
Elena fue al baño y vino enseguida con una pomada. Se puso de rodillas mientras yo estaba boca arriba y me puso un cojín en la espalda para levantar mi torso, empezando a aplicarme la crema con suavidad y cariño. Tanto cariño que me empezó a excitar, viniéndome otra vez la erección, poniéndose mi polla tiesa.
-¿Y esto? (dijo al ver la erección)
-Me excita como lo haces.
-¿Sí? (dijo empezando a pajearme)
-Ajam… Lo haces muy bien.
-¿Confías en mí?
-Claro.
-Pues cálmate, te aseguro que te va a gustar.
Respiré hondo y cerré los ojos, notando como Elena me seguía pajeando y haciendo circulitos en mi culo con esa pomada. Sentía calor en el culo, algo bastante agradable, pero pasó a ser mejor cuando ella metió un dedo, hurgando por dentro hasta que pareció encontrar mi punto G. Fue algo bastante nuevo para mí. Pareció dar en la tecla para descubrir algo que nunca había experimentado. Aumentó un poco el ritmo de la paja que me estaba haciendo, al igual que la estimulación por detrás hasta que abrí los ojos para mirarla, empezando a correrme, pero no soltando chorros, sino saliendo poco a poco, como si fuera una cascada. La cosa fue que empezó a salir muchísimo. Aquello no paraba. Me llené el pubis y la mano de Elena también estaba perdida.
-No pares, por favor.
Elena siguió con la paja mientras mi semen no paraba de salir, manteniendo también el ritmo con su dedo en mi culo hasta que paré de expulsar lefa, pidiéndole que parara. Una vez mi orgasmo paró nos quedamos en silencio. Ella sentada de rodillas conforme me estaba pajeando, pero quieta, mirándome. Yo la miraba también, pero al poco cerré los ojos para relajarme. En unos minutos me relajé del todo mientras Elena me acariciaba los muslos. Abrí los ojos y nos quedamos mirándonos.
-Lo siento. (dijo susurrando)
-Elena, me acabas de regalas uno de los mejores orgasmos que he tenido.
Elena sonrió ampliamente, apartando la mirada como si tuviera vergüenza.
-No te preocupes, no ha pasado nada. Ya hemos descubierto que eso no es para mí.
-Ya, lo siento mucho, no quería hacerte daño.
-Mira, me alegro de que hayas sido tú la primera en hacerme eso. Ha sido especial, no lo esperaba. No había nadie mejor para hacérmelo que tú, que confío plenamente en ti y has tenido mucho cuidado.
-No el suficiente…
-No, Elena. Lo has hecho muy bien. Has ido poco a poco y por pasos, como yo lo hice contigo en su día. Simplemente los cuerpos son diferentes. Tú tienes más facilidad para acostumbrarte y para saber disfrutarlo, yo parece que no puedo.
-Pero…
-Elena, no le des más vueltas. Mira Irene. Ella no puede aguantar a Mario por detrás y sin embargo, mi jefa si puede. Es cuestión cuerpos. Pero me ha encantado cuando me lo has comido y esto último. Lo del vibrador ha sido raro. No estoy seguro de si me ha gustado. Del consolador si estoy seguro que no me ha gustado, jajaja.
-Ya… Jejeje.
-Va, no le des más vueltas. Ya probaremos otro día con algo más pequeño si quieres.
-No, no, no, no. No quiero hacerte daño.
-Elena, mi vida. No me gusta cuando pasa algo y te pones así. No seas tan extremista. Soy yo el que te lo está proponiendo.
-Bueno, pero es que lo quiero lastimarte.
-Elena, sé que no me quieres hacer daño.
-Te quiero muchísimo, no te quiero hacer sufrir.
-Lo sé, mi vida.
-Pfff… Me he asustado cuando me has dicho que te hacía daño.
-Ya. Pero tienes que tener cuidado. Al sacarlo así me has reventado. Siempre hay que ir con cuidado ahí.
-Vale.
-Más adelante probaremos con algo si quieres y te ves bien. Pero si me lo quieres comer o hacerme esto que me acabas de hacer, no tengo problema. Eso no duele nada.
-Vale. -dijo sonriendo- Oye… Cuanto ha salido, ¿no?
-Ya ves… Ha sido muy intenso. Nunca había sentido algo así. Me has tocado en un punto que no sé…
-Me alegra que te haya gustado tanto. (dijo levantándose)
-¿A dónde vas?
-A por papel para limpiar todo esto, ¿no?
-Ven aquí. (dije haciendo un gesto con las manos para atraerla)
-¿Qué quieres? (dijo con tono picarón)
-Quiero comerte.
Elena se mordió el labio y empezó a moverse de rodillas por la cama hasta ponerse sobre mi cara, con una pierna a cada lado. Se lo empecé a comer, notando lo cachonda que estaba tan solo con acercarse a mí al verle su coñito, que estaba brillante y enrojecido, viniéndome también ese olor a vicio por empezar a segregar sus fluidos. Empecé a lamer notando lo caliente que estaba mientras Elena gemía. Esos primeros lametones dieron lugar a una comida de coño más intensa, pasando mi lengua por su ojete y toda su rajita. Después de estar así un rato, empecé a meterle un dedo por el culo, metiendo a los pocos minutos otro mientras llevaba cuidado de que no se corriera aún para que lo disfrutara al máximo. Tanto placer me había dado que quería provocarle yo lo mismo.
De nuevo reanudé el ritmo de ese cunnilingus mientras le metía los dedos por culo, pero ahora metiéndoselos también por el coño, buscando estimularle el punto G igual que ella me lo había estimulado a mí minutos antes, centrándome en su clítoris con la boca para poder maniobrar mejor. En cuestión de segundos empecé a oír ese sonido de chapoteo.
-Mi amor, mi amor… Que me corro.
-Sí. Córrete en mi boca. Dámelo todo.
Elena empezó a chorrear sobre mi cara entre gritos y espasmos. Me puso perdido con su corrida, hasta el pelo tenía mojado. Aquello salió a presión. Se derrumbó sobre mí, echando su cuerpo hacia atrás, quedando tumbada sobre el mío. Estaba con fuertes espasmos, temblando una barbaridad. Me incorporé un poco para quedar sentado sobre la cama con ella en mis brazos. Elena se agarraba a mí con fuerza, acurrucándose. Esperé a que se recuperara para ir de nuevo a la ducha mientras la miraba y le acariciaba la cara. Cuando despertó de su orgasmo me acarició la cara y fuimos a la ducha. Durante la ducha cayeron varios arrumacos mientras nos reíamos de lo que acabábamos de hacer. Al lavarme me di cuenta de que mi culo estaba más suave.
-Oye, ¿me has hecho algo en el culo?
-Sí. Reventártelo, jajajaja.
-Jajajajaja, no boba. Me lo noto muy suave.
-Ah… Sí. Te lo he arreglado para poder comértelo mejor y poder jugar tranquilamente.
-Ah… Pero, ¿cuándo?
-Mientras dormías.
-No me he enterado.
-Porque te lo he hecho con mucho cariño. Quería que fuera una sorpresa.
-Y lo ha sido.
-¿Te molesta que lo haya hecho?
-Ya te he dicho que no. No te preocupes, de verdad.
Nos dimos un buen beso y salimos de la ducha, cambiando después las sábanas y yendo a cenar algo ligero para irnos a dormir rápido, ya que estábamos muy cansados después de todo ese fin de semana tan movido. Elena preparó la ropa para el día siguiente, dejando la percha colgada del pomo de la puerta de la habitación. Había elegido el modelito que se puso para cuando tuvo que presentar su trabajo de fin de grado, tratándose de un traje de dos piezas de color negro con una blusa blanca que dejaba sus brazos totalmente descubiertos y unos tacones altos.
-Estoy deseando verte mañana con ese modelito puesto.
-¿Sí?
-Claro. Estás guapísima con él. Y muy sexy.
-Mmm… Jejeje.
-¿Estás nerviosa?
-Muchísimo.
-Bueno, ya verás cómo todo va bien.
-Ya… A ver cómo va la cosa…
-¿Pues cómo va a ir? De maravilla. Elena, eres una chica increíble. Tú puedes con esto y con mucho más. Por algo te recomendaron para esto, ¿no? Eres la mejor de tu promoción. Vas a ir y te los vas a comer a todos. Lo mismo hasta te hacen jefa del tirón.
-Jajajaja, que exagerado…
-Lo digo honestamente. Te he visto trabajar tan concentrada y tan decidida que estoy seguro de que no vas a tener ningún problema. Ya verás.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por apoyarme siempre tanto.
-Pues claro, mi vida. Me vas a tener siempre aquí.
Elena suspiró y continuó:
-¿Me llevas mañana entonces?
-Claro. Como quieras.
-Es que me da cosa llevarme tu coche.
-Lo que tú quieras.
-Bueno, me llevas unos días y ya vamos viendo como lo hacemos, ¿vale?
-Vale. A mí me da lo mismo. Si tengo que madrugar igualmente para trabajar.
Estuvimos hablando un poco más hasta que Elena cayó dormida. Yo, sin embargo, tardé un poco más dormirme, pensando en toda la situación con Noelia, tanto el día anterior como ese mismo día. Estaba desconcertado con el comportamiento de esta chica. Con lo mal que acabamos la noche anterior discutiendo de esa manera, con esas miradas que expresaban las ganas que teníamos de matarnos el uno al otro y ese día, sin embargo, todo fue como si no hubiera pasado absolutamente nada entre nosotros. O más bien como si fuera una vecina que no tenía nada que ver con nosotros, o al menos conmigo por ese comportamiento tan ausente. Cuando volvió a por la bolsa sí que noté ese comportamiento seco y tajante al hablarme, pero una vez se iba a ir y me dijo que me echaría de menos, lo hizo de una manera muy diferente. Hasta se le cambió la voz. Parecía decirlo de manera honesta, como si de verdad sintiera tristeza al no tenernos a Elena y a mí por ahí. Yo no puede sentir lo mismo. Lo que deseaba es que se fuera cuanto antes. No podía sentir más alivio al ver que al fin se iba a ir de mi vida.
Finalmente me dormí mientras pensaba las ganas que tenía de empezar mi nueva vida junto a Elena en nuestra nueva casa, ambos con nuestros trabajos y con ganas de vivir experiencias nuevas.
El lunes me desperté al escuchar a Elena arreglarse. Me quedé boca arriba mientras la miraba abrocharse la blusa blanca con una sonrisa en la cara.
-¿Ya te has despertado?
-Sí. -dije desperezándome- Y que buen despertar viendo a esta preciosidad.
-¿Cuál? (dijo riéndose)
-Tú, bobaaaaa. Qué suerte tengo de poder amanecer todos los días viéndote.
Elena se quedó mirándome con los brazos en jarra, sonriéndome.
-¿Ves? Es que me matas cuando me miras así.
-Te miro así porque me encantas. -dijo sonriendo ampliamente- ¿O no te acuerdas de la primera vez que te lo dije?
-Claro que me acuerdo. ¿Cómo olvidarlo?
-Jajajajaja, vaya carilla tenías esa mañana…
-Es que…
-Llegué a pensar que era por mí. Imaginaba que no estabas cómodo conmigo…
-Joder que si estaba cómodo… Y tú también me encantabas entonces ya, solo que soy muy tonto y no me supe dar cuenta.
-No eres tonto. -dijo acercándose y sentándose en la cama- Eres un encanto. Nunca habías tenido una pareja y que no sabías cómo actuar.
-Ya… También te digo, nunca he estado así de a gusto con una chica. Es que, no sé… Contigo era más especial. Con las demás no había esa confianza o ese punto de complicidad, ¿sabes?
Elena me acarició la cara suavemente mientras sonreía.
-¿De verdad?
-Te lo juro.
-¿Ni con Ángela? No me malinterpretes. No lo digo a malas, de verdad. Es que sé que os visteis durante varios años, por eso tengo curiosidad.
-No. Tampoco con ella. Éramos muy amigos. Estudiábamos juntos muchas veces, salíamos de fiesta y nos acostábamos, pero no. Teníamos nuestra complicidad. Por ejemplo, solo con mirarnos sabíamos que teníamos ganas de tema, pero era diferente. No sé cómo explicarlo. Contigo veía más allá del sexo. Con Ángela no veía más allá de eso y amistad. Mira, en la fiesta en la que todo empezó entre nosotros, pues con Ángela no hubiera hecho nada. Hubiera pasado de meterme en sus movidas.
-¿No la habrías ayudado?
-Siempre íbamos con muchos amigos. Alguien la hubiera ayudado.
-Yo también tenía muchos amigos en esa fiesta.
-Ahí es a dónde voy. Cualquiera podría haberse acercado para ayudarte, pero decidí hacerlo yo. Te veía mal y no quería que estuvieras así. Me jode mucho verte mal, solo quiero verte sonreír.
-Ay…
-Es que tienes la sonrisa más bonita que he visto nunca, como para no querer verte así siempre.
-Calla, tonto. (dijo poniendo su mano en mi cara)
-Lo digo en serio.
-Ese gesto de venir y luego llevarme a mi casa para animarme me encantó muchísimo.
-No fue para tanto…
-Para mí sí. Fue una noche muy especial.
Me quedé en silencio, sonriendo.
-¿No te parece?
-Elena, para mí todos los días que paso contigo son muy especiales.
-Oh… Qué romántico. ¿Eras así desde que nos conocimos de niños?
-Jajajajaja. Qué va. Es de ahora. Me estoy volviendo muy moñas por tu culpa.
-Jajajajaja. Oye…
-Es broma, mi vida. Pero sí es verdad que ahora me salen muchas cosas que nunca me han salido.
Elena se empezó a reír, diciéndome que me levantara para ir vistiéndome y llevarla al trabajo. Me levanté y me vestí, desayunando juntos antes de salir. Durante todo aquel rato estaba normal, pero cuando llegamos a la puerta estaba de los nervios. Aparqué y apagué el motor, quedándonos quietos, sin hablar dentro del coche. Me giré para mirarla y estaba rígida. Le puse mi mano sobre las suyas y estaba helada.
-¿Estás bien?
-Estoy muy nerviosa.
-Estás helada.
-Sí.
-¿Te caliento un poco?
-Jajajaja, ¿qué dices?
-Es broma, mujer. Pero lo mismo esto funciona.
Cogí a Elena muy suavemente de la cara para darle un beso muy lento. Notaba como temblaba y lo fría que estaba, pero conforme el beso se alargaba se iba relajando, dejando de temblar.
-¿Ha funcionado?
Elena respondió asintiendo con la cabeza mientras sonreía teniendo los ojos cerrados.
-Recuerda que eres la mejor. Nadie de ahí te puede hacer sombra. Te los vas a comer con patatas. Quiero que seas la Elena fuerte que conozco, esa Elena que impone y que nadie tiene cojones a gastarle una broma.
-Jajaja, vale.
-Todo va a salir bien.
-Sí.
-Dilo.
-Todo va a salir bien.
-¿Qué vas a hacer?
-Me los voy a comer.
-¡Bien! Venga, a por ellos.
-Sí. Javi, te quiero. Gracias por cuidar siempre así de mí.
-Venga, luego vengo a por ti cuando salgas y comemos juntos en casa.
-Qué ganas…
-Te veo en nada.
Elena y yo nos despedimos con otro beso lento y largo, bajándose después del coche y yendo hasta la puerta, despidiéndose de mí con la mano antes de entrar. Estaba seguro de que todo iría bien. La conocía se sobra y sabía que podía con eso y con más. Era normal que estuviera nerviosa. Todo el mundo se pone así en su primer día cuando entra a un trabajo nuevo. Me quedé unos segundos recordando el beso que nos acabábamos de dar y lo preciosa que estaba, saliendo después camino a mi ciudad para ir a casa de Mario para esperar a Sofía y llevarla a lo que iba a ser mi casa, pero que no lo acabó siendo por caprichos del destino, aprovechando de paso para hablar con Mario por lo que pasó el sábado en casa de Isa y echarle un poco la bronca por enrollarse con Noelia. Por el camino les llamé aprovechando que ambos estaban en casa por tener aún algún día de vacaciones. Ambos estaban al corriente de lo de la casa porque Sofía les había contado, por lo que todo eso no les pillaría de nuevas.