MOISÉS ESTÉVEZ
Aterrada, confundida, sentía un intenso dolor de cabeza, efectos
secundarios de lo que le habían suministrado para dormirla. Aquel individuo
había desaparecido cuando se despertó por segunda vez. Previamente había
caído fulminada por un fuerte golpe en la sien izquierda, lo que acrecentaba su
cefalea.
Estaba muerta de miedo y lo único que tenía eran ganas de llorar, lo que
comenzó a hacer, pensando en por qué ella. No encontraba respuesta por más
que le daba vueltas. No se lo podía explicar.
En el 7-eleven de la esquina el aprendiz de satanás que tenía cautiva a
Karen compraba víveres para un par de días a base de patatas fritas, comida
enlatada, agua y refrescos, pensando en que se divertiría un poco antes de
deshacerse de ella…