DO.LOBERA

30 – Reunión

El camino que había tomado el príncipe se adentraba más y más en las profundidades del aquella tierra oscura, alumbrada únicamente por su antorcha. A medida que bajaba, el aire se volvía más ligero y fresco. También se oía el murmullo de una corriente de agua, acompañado de una canción. En el instante en que la oyó, su voluntad quedó anulada y siguió la voz sin titubear.

Galena había continuado su camino hasta llegar a una gran cueva con una lago en ella. Su preciada agua la llamaba y se tiró de cabeza en ella. Recuperó su ser sirenil, nadando en aquellas aguas puras y cristalinas. Su magia volvía a ella y antes de que pudiera pensar si quiera, empezó a cantar una de sus bellas canciones de sirena, una de las tantas que hechizaban su hogar en el bosque de las Canciones.

El sonido de unas pisadas retumbó en la cueva. Asustada se sumergió en el agua, pues no estaba segura de cuán fuerte era su magia en ese momento o qué tan fuerte podía ser su visitante. Se quedó cerca la superficie para espiarle y allí, en la misma orilla vio la figura del escuálido príncipe Akal que miraba confundido el lago. Aliviada por su presencia, salió nadando a ayudar al joven.

—Akal, ¿cómo has llegado hasta aquí?—preguntó mientras le ayudaba a sentarse y beber algo de agua.

—Sólo seguí caminando, esperando que todos estuvierais bien, esperando enmendar mi error. No supe guiaros—se lamentó con tristeza.

—Lo intentaste con todo tu corazón, sin tu guía no habríamos sobrevivido ni siquiera media hora. Lo hiciste bien.

Akal suspiró y miró a la sirena por primera vez, era muy hermosa, aunque eso era algo normal en ellas. Su pelo plateado brillaba por efecto de las gotas de agua que resbalaban hasta caer de nuevo en el lago.

—Podía haber ido mejor. Los libros son lo mío, los libros y los mapas. No sirvo para nada más.

—Bueno has llegado hasta aquí, y ahora deberíamos buscar al resto, tú y yo. Y yo si que no sirvo

para mucho en el mundo de los humanos.

—Eres una sirena, sabes hacer magia.

—Pero solo en el agua y en este reino no hay agua suficiente para que pueda hacer magia.

Akal se quedó mirándola. Era verdad, las sirenas eran criaturas marinas cuyos poderes solo funcionaban en el agua. Se quedó pensando un rato mientras contemplaba a la bella sirena que tenia por compañera, por amiga la tiempo que miraba el lago. Ahí sí que había suficiente agua y tampoco había nada que bloquease la magia de la sirena. Debía pensar algo.

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