AKUARIES

12.

Al día siguiente, volvieron a ir a la casa de Mercedes… y de Carlos claro. En el descanso, Lucía volvió a apoyarse en la misma columna mirando el jardín, volvió a ver como se le acercaba Carlos con los dos vasos, esa vez se giró sin dudarlo.

-No hace falta que me traigas cada día la bebida, tengo piernas para ir a buscarla si quiero.- Le decía Lucía.

-No me importa hacerlo, así hablamos un rato, que me gusta mucho.

-¿El qué te gusta?- Preguntaba Lucía.

-Hablar contigo, me gusta hablar contigo.

-¡Ah sí claro!

-Toma, tú melocotón.

-¿Cómo?

-El melocotón, el zumo de melocotón, fue el que ayer escogiste, he pensado que es el que te gusta, por eso te lo he traído.- Le decía amablemente Carlos.

-¡Ah sí! Gracias.

Contestó ella, en realidad, el día anterior escogió el primer vaso que se le ocurrió, se le escapó una risilla de pensarlo, a la vez, le gustó que él se acordara y le trajera la misma bebida. Mientras hablaba con un amigo de Carlos, Isa los observaba, se le escapaba una sonrisa, pensaba que esta vez Lucía no podía salir corriendo, seguro que si por ella fuera saldría de allí escondiéndose en alguna de las ‘alas’ de aquella casa, a Isa se le escapó una carcajada pensándolo.

Lucía y Carlos, Carlos y Lucía, fueron entablando conversaciones cada día que se veían en la casa. Lucía se fue soltando… y inevitablemente, se fue enamorando. Carlos era tan educado, ella veía un chico dulce y cariñoso, pero… ¡Ay! Los peros… no se fiaba de él, conocía al grupo de amigos con los que iba, se tiraban a todas las tías que podían y luego las dejaban colgadas, no conocía a ninguno de ellos que estuviera saliendo con una chica de su clase social. Sí, es triste, pero todavía tenemos que hablar de clases sociales, siempre han existido y siempre existirán, pensaba Lucía. Carlos no iba a ser diferente, con ella era cariñoso y amable, pero, seguro que si se la follaba se olvidaría de ella. Para él debía ser un reto, igual era una apuesta que tenían entre los amigos, a ver quién de ellos se follaba a más tías del grupo de las ‘chonis’ claro. Nunca vio a ninguno de los tíos ‘pijos’ tontear con una ‘pija’, seguramente porque follaban fatal, o eso decían las malas lenguas, claro que viendo a Mercedes y Celestina, ‘Celes’ para los amigos, no le extrañaba, no encontraba la forma de imaginarse a esas dos follando ¿Cómo lo harían? Como decía Isa con la la manita levantada, como cuando sujetaban el bolso, o con el dedo meñique levantado, como cuando bebían alguna cosa. Nada, no había manera de imaginárselas con las piernas abiertas y un tío en medio dándoles matraca. En fin, que cada uno haga de su vida lo que quiera, pensaba Lucía.

Pablo, le preguntaba continuamente a su hija como iba el proyecto, ella le contestaba sin demasiadas palabras. Le decía que se reunían en la casa de una de las compañeras, que el proyecto iba cogiendo forma y que se lo enseñaría cuando lo acabasen. No le interesaba contarle más cosas que no fuera pedirle consejo sobre algún detalle del proyecto, no quería que sospechara que se estaba enamorando de un chico. Así, que tanto con Carlos como con su padre disimulaba todo lo que podía, se lo guardaba para ella, tampoco le interesaba a nadie sus intimidades, pensaba Lucía.

Quedaba una semana para exponer el proyecto, ya lo tenían prácticamente acabado, cada uno había cumplido con su parte. Lucía había ayudado a quien se lo pidió, dio ideas generales para armonizar el trabajo, se había convertido sin ninguna duda en la líder de aquel proyecto, todos lo sabían y la respetaban, menos Mercedes, tenía una espina clavada, ella quería ser la líder, intentó serlo pero no pudo, las ideas de Lucía siempre fueron mejores que las suyas, la motivación del grupo siempre la consiguió Lucía, el respeto de los demás también se lo llevó ella.

-Muy bien chicos, solo nos queda una cosa importante del proyecto.- Comentaba uno de los chicos.

Los demás lo miraron, no sabían de qué estaba hablando. Él les devolvía la mirada con una sonrisilla, sabía que los había sorprendido.

-¿Quién expondrá el proyecto? Sabéis que hay que exponerlo delante de toda la clase, lo harás tú ¿No? Lucía.

Daba por hecho el chico que lo haría Lucía, los demás afirmaban con la cabeza que tenía que ser ella, Mercedes ponía mala cara una vez más, sabía que no tenía nada que hacer, Lucía se iba a llevar todos los méritos.

-Bueno chicos, os agradezco de verdad la confianza que tenéis en mí, pero, sinceramente, creo que la que está más preparada para hacerlo es… Mercedes.

Mercedes, que estaba mirando para otro lado intentando disimular su disgusto, pegó un salto de la silla al oírlo.

-¿Qué?- Se le escapó a Mercedes.

-Que creo que eres la más preparada para exponer el proyecto, sabes todos los detalles y estoy segura que te prepararás una magnífica exposición ¿Tú qué crees?- A Mercedes le temblaba la boca antes de contestar, no se lo esperaba.

-Chicos… yo… si confiáis en mí, no os defraudaré, os lo prometo.- Decía Mercedes emocionada.

Lucía la miraba con una sonrisa, los demás lo dieron por bueno, si Lucía la había escogido era por algo.

-¿Estás segura?- Le susurraba Isa a Lucía al oído.

-Segurísima.- Le contestaba su amiga.

-Pues si lo dice la jefa bien está.- Añadía Isa.

-Yo no soy la jefa de nadie.

-Tú eres la puta jefa aquí, todos lo sabemos.- Aseguraba Isa, Lucía reía.

En el descanso, Lucía se levantó de la mesa, su intención era ir a buscar alguna bebida y volver a hablar con Carlos, Mercedes la sujetó del brazo.

-Lucía yo… te estoy muy agradecida, pensaba que querrías ser tú quien presentase el proyecto.

-Mercedes, tú  lo harás mucho mejor, estoy segura, somos un equipo y tenemos que escoger a los mejores para cada cosa. Si te lo preparas un poco será la mejor presentación.

-Me lo voy a preparar mucho, muchísimo, quiero que todos estéis orgullosos de mi trabajo.

-Seguro que lo estaremos.

Lucía se giró para ir a buscar su bebida.

-Lucía.- Llamó su atención Mercedes de nuevo.

-Dime Mercedes.

-Eres la mejor líder del proyecto… y no solo del nuestro, de cualquier proyecto. Tengo que ser justa contigo.- Lucía le sonrió.

-Es bueno que alguien como tú, reconozca que las ‘chonis’ podemos hacer cosas bien hechas.

-Te prometo que nunca más os volveré a llamar ‘chonis’, es muy injusto por nuestra parte.

-Perfecto, me alegro que lo veas de esa manera.

Lucía volvía a girarse.

-Otra cosa.- Volvía a llamarla Mercedes.

-¿Qué quieres ahora Mercedes?- Le decía Lucía un poco cansada.

-Mira… igual no es cosa mía, pero si Isa fuera amiga mía la avisaría, no es bueno que esté tan cerca de Daniel, ese chico… en fin, no creo que sea bueno para ella.

-¿Daniel? ¿Quién es Daniel?- Preguntaba sorprendida Lucía.

-Un amigo de mi hermano, está en su grupo de trabajo. Es que los he visto cada día hablando y me da la sensación que se están acercando demasiado.

-No te preocupes, Isa tiene novio y está muy bien con él.

-Vale, vale, yo solo te lo comento.

Lucía se juntó con Carlos, escogieron algo para tomar y se sentaron a hablar, como hacían cada día que se veían. Esta vez Lucía mientras Carlos le hablaba, buscaba con la vista a su amiga Isa, y la encontró. Tal como le dijo Mercedes, estaba con un chico, se les veía reír, incluso a él tocarle una mano o un hombro, inocentemente, pero la tocaba, y a ella no parecía molestarle.

-¿El chico que está con Isa es Daniel?- Le preguntó a Carlos. Él miró en la dirección que lo hacía Lucía.

-Sí, es Daniel.

-¿Cómo es?

-Bueno, supongo que tu amiga no querrá nada con él.

-Ya ¿Pero cómo es Daniel?- Insistía Lucía.

-Digamos que no es un chico muy fiable, quiero decir en las relaciones. La relación más larga con una chica creo que fueron dos semanas.- Reía Carlos.

-Vale, vale.

Decía Lucía sin quitarle el ojo de encima a su amiga, lo que estaba viendo no le gustaba, a Isa la veía demasiado alegre, tonteando claramente con aquel chico.

-Yo te quería decir algo Lucía.- Llamaba su atención Carlos. Ella giró la cabeza, encontrándose con Carlos mirándole a los ojos.

-Como sabes, solo nos queda un día para seguir reuniéndonos…

-Así es.- Confirmaba ella.

-¡Ay Lucía! Que difícil me lo pones.

-¿Qué quieres Carlos? Habla claro de una vez.- Le apretaba ella.

-Solo… solo que me gustaría seguir hablando contigo.

-¿Solo eso?

-Sí, nada más, ya veo que no te intereso mucho, pero es que me gusta conversar contigo.

-Nos seguiremos viendo en clase, podremos seguir hablando.

-Ya sé que nos veremos en clase, pero no nos pondremos a hablar en la clase ¿O sí?

Lucía giraba la cabeza, mirando de nuevo a Isa, ella seguía tonteando con Daniel. Mientras pensaba que contestarle a Carlos.

-Puede… puede que algún día podamos tomarnos un café después de clase y hablar un rato.

-Eso me encantaría- Le decía animado Carlos.

-Algún día ¡Eh! Tengo cosas que hacer después de clase.

-Sí, sí, cuando tú quieras.

Se volvieron a mirar en modo de despedida, después cada uno volvió con su grupo.

Cuando las dejaron en el centro de la ciudad, Lucía le propuso tomar algo en una terraza a Isa. Se sentaron en una mesa y pidieron unos cafés.

-Mira Isa, iré al grano ¿Qué estás haciendo con Daniel?- Isa le miró la cara sorprendida, pensaba que Lucía estaba ocupada con Carlos y no se fijaba en lo que hacía ella.

-Nada, hablamos, lo mismo que tú con Carlos.

-No sé, me ha parecido que tonteabas con él.

-Que no Lucía, yo ya tengo a Manolo, ya lo sabes…

-¿Y de qué habláis?- Insistía Lucía.

-De cosas, sabes que es amigo de Carlos, y vecino, vive muy cerca, desde allí se ve el techo de su casa, es enorme. Cuánto dinero tiene esa gente tía, no me extraña que sean tan distintos a nosotras.

-Isa, yo solo te aviso, me han dicho que Daniel no es buena compañía, solo eso.

-Es un buen chico, y simpático, me rio mucho con él, nada más, de verdad.

Isa intentaba convencer a Lucía, pero no lo conseguía, Lucía se preocupaba pensando que su amiga podría hacer una tontería.

Llegaron al último día de reuniones, cuando salieron a la terraza. Habían juntado las dos mesas, rodeada de sillas, encima tenían preparada una merienda que no faltaba de nada. En medio de la terraza estaban Carlos y Mercedes.

-Hola chicos, mi hermana y yo, hemos pensado que como es el último día y los trabajos están acabados, pues, preparar algo especial para despedirnos, aunque nos seguiremos viendo por la facultad.- Les decía Carlos a todos, mirando fijamente a Lucía cuando acabó la frase, quería que recordara que le había dicho que podrían hablar en algún momento.

Carlos se acercó a una silla y la separó de la mesa. Llamó a Lucía, ella le miró, lo vio separando la silla, evidentemente la estaba invitando a sentarse. No voy a ser una maleducada, pensaba Lucía mientras se acercaba donde estaba Carlos. Él separó más la silla, esperó que ella se sentara y la ayudó a acomodarse en la mesa. Después él se sentó a su lado.

-¿Lo has hecho para sentarte a mi lado?- Preguntaba Lucía sabiendo perfectamente la respuesta.

-No sabía cómo hacerlo para que no te sentaras en cualquier parte.

-Ya, este es el mejor sitio ¿No?

-Por supuesto, no vas a estar mejor en ningún otro sitio.- Los dos rieron.

Fueron comiendo, bebiendo y hablando, ellos y todos. Lucía observó, vio a su amiga Isa en la otra punta de la mesa, junto a Daniel, como no. Hizo una mueca de desaprobación, por suerte es el último día que venimos aquí, pensó.

Después tomaron café y más tarde sacaron bebidas para hacerse unas copas. El grupo se fue disgregando por la terraza. Lucía y Carlos sin darse cuenta acabaron sentados donde lo hacían siempre, ella si se dio cuenta, como también se dio cuenta que Carlos estaba muy animado.

-Mira Carlos, no sé si tú te estás haciendo ilusiones de algo, pero ya te digo ahora mismo, que tú y yo no tenemos nada en común.

-Bueno, somos humanos los dos ¿No?

-Que gracioso, sabes perfectamente de que te hablo.

-Oye Lucía, me dijiste que podríamos tomar café y hablar, supongo que no te has olvidado.

-Te dije, que alguna vez podríamos hacerlo, no te creas que va a ser cada día, también te dije que tenía cosas que hacer después de clase.

La conversación fue progresando, en algunos momentos, Carlos intentaba sacarle alguna cosa sobre cómo se verían, ella se escapaba sin contestar o contestaba algo diferente.

-He oído, que los fines de semana trabajas en un bar ¿En cuál?

-No te lo pienso decir.

-¿Por qué? No pasa nada por trabajar en un bar.

-No es el tipo de bar al que vas con tus amigos.

Mientras Carlos le decía algo que no escuchaba, Lucía miraba por la terraza y el jardín, buscaba a Isa y no la encontró. Algo debió de verle Carlos.

-Perdona si te ha molestado algo.- Decía él.

-¿Qué?- Preguntaba despistada Lucía pensando en su amiga.

-Que no es mi intención provocarte, ni nada de eso…

-¡Ah! No te preocupes.

Siguieron hablando, Lucía le escuchaba pero su vista se iba buscando a Isa. Hasta que la vio salir de la casa, sola, eso la tranquilizó, al poco rato salió Daniel, Lucía miró otra vez a Isa y puso mala cara.

Cuando la gente se empezó a ir de la fiesta, Lucía fue a hablar con los chicos que las llevaban en el coche de vuelta, los convenció para irse ya, fue a buscar a Isa, que estaba con Daniel claro. La agarró del brazo y la sacó de aquella casa, sin darle ninguna explicación.

-¿Qué haces?- Le preguntaba Isa cuando ya estaban en la calle.

-Sube al coche, ya hablaremos luego.- Contestaba una molesta Lucía.

Las dejaron donde las dejaban siempre, se despidieron de los chicos dándoles las gracias, por llevarlas y traerlas cada día que había reunión del grupo. Lucía cogió del brazo a Isa, se paró en la terraza en la que tomaban café algunos días y buscó un lugar discreto para hablar con ella. Cuando salió el camarero, antes de que llegará donde estaban ellas le pidió dos cafés, cuando se los puso encima de la mesa y se fue, miró directamente a los ojos a Isa.

-¿Qué has hecho Isa?

-¿Por qué lo preguntas?- Intentaba disimular, sin demasiado éxito la verdad.

-Mira Isa, te conozco mejor que la madre que te parió, se que significa esa cara que pones, la pones cuando te arrepientes de algo, o algo te corroe la cabeza, además…

-¿Además qué?- Levantó la voz Isa con los ojos vidriosos.

-Además… tienes la minifalda muy arrugada, como cuando está demasiado tiempo enrollada en la cintura.

Isa cerró los ojos, dos lagrimones, uno por cada ojo, le resbalaron por las mejillas.

-¡No me jodas Isa!- Levantó la voz Lucía.- No me digas que te has dejado bajar las bragas por el tío ese.- Siguió diciendo en voz más baja.

-Uso tanga.- Contestaba muy afectada Isa.

-Qué más da el tipo de bragas, tanga, culotte… o lo que sea ¿Cómo…? ¿Cómo has podido?

-Técnicamente no me las bajó.- Se volvía a excusar Isa.

Y decía la verdad. En la fiesta, Isa fue al baño, cuando estaba a punto de cerrar la puerta por dentro se coló Daniel, ella se sorprendió, y más cuando él le pasó un brazo por la espalda y la besó, seguramente lo más lógico hubiera sido apartarse y largarse de allí, pero ella reaccionó metiéndole la lengua en la boca, le devolvió el beso, pero más caliente, con más pasión. Daniel le metió la mano por debajo de la minifalda, con un dedo le fue acariciando el coño de abajo arriba, por encima del tanga, ella se dio cuenta que se mojaba por momentos, le agarró el paquete apretándole la polla. Daniel se bajó los pantalones y la ropa interior, se puso un condón y se sentó en la taza del váter, Isa se acercó a él, se subió la falda a la cintura, se apartó el tanga del coño y se sentó encima de él, metiéndose la polla hasta el fondo. Lo cabalgó a buen ritmo, hasta que se corrió ahogando los gemidos para que nadie los escuchara, luego él se levantó, le apoyó las manos a Isa en el lavabo y le sacó un poco el culo, ella se volvió a apartar el tanga y ayudó a Daniel a meterle la polla en el coño desde atrás, se la folló acelerando los empujones todo lo que pudo. Se corrió llenando el condón de leche, poniéndose una mano en la boca para no gritar. Isa se incorporó, se puso bien el tanga, se bajó la falda y salió del baño sin mirarle a la cara a Daniel. Él se quitó el condón, lo lanzó al váter y estiró de la cadena, después se lavó la polla, mientras lo hacía se miró en el espejo sonriendo, había perdido muchos momentos hablando con Isa, con la sola intención de que pasara lo que pasó en aquel baño, y realmente había valido la pena, Isa follaba muy bien. Se secó la polla con la toalla de las manos, cuando salía del baño volvía a sonreír, pensando que la siguiente persona que se secara las manos, lo haría con la misma toalla que se había secado él la polla.

-Te lo follaste.- Le decía segura Lucía.

-Me aparté el tanga.

-Te lo follaste.

-Sí, me lo follé, fue un desliz, un calentón muy mal gestionado…

-¡Y tan mal gestionado guapa! ¿Y Manolo qué? Te quiere mucho, te adora, está enamoradísimo de ti ¿Cómo le has podido hacer esto? No lo entiendo Isa.

-Yo no quiero hacerle daño a Manolo, yo también le quiero mucho.

-Pues hija, no se nota la verdad.

-Ya vale… no sé qué hacer.-Volvía a llorar Isa.

Lucía esperó, a que Isa se secara con un pañuelo de papel las lágrimas que resbalaban por su cara.

-Mira, tú eres mi mejor amiga, somos algo más que amigas, pero Manolo, siempre ha estado cuando lo he necesitado, es un buen amigo. Yo solo tengo clara una cosa, tienes que hablar con él, no puedes seguir con Manolo sin explicarle lo que ha pasado, él tiene que saberlo, no puedes seguir una relación con engaños.  

Se miraban las dos amigas, Isa sabía que Lucía tenía razón. Y Lucía sabía que sus amigos, iban a pasar una mala temporada.

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