KERANOS

Me desperté poco antes de las 9 para llegar tarde intencionadamente a casa de Elena después de ducharme y desayunar. Cargué mi maleta en el coche y fui a su casa, aparcando en doble fila para que no se alargara la cosa. La avisé por mensaje y salió. Estaba preciosa, con un vestido corto azul estampado con pequeñas flores blancas, unas sandalias y un pañuelo blanco anudado como cuando íbamos a la playa. Su madre salió detrás diciéndole que si necesitábamos algo, que la llamáramos. Le dio un beso y volvió a entrar en su casa. Por fin podía saludar a Elena con un buen beso, cogiéndola en brazos poniendo las manos en su culo. Cuando la bajé la abracé con fuerza, bajando mis manos de nuevo hasta su culo, metiéndolas por debajo del vestido para tocárselo.

-Javiiiii…
-Elena, estoy muy tontorrón…
-Jejejeje. Anda, vamos al coche.

Cargué su maleta al coche y nos montamos, mirándola yo mientras ella me sonreía.

-Vamos, ¿no?
-Ahora mismo solo tengo ganas de comerte entera.
-Pues vas a tener que esperar un poquito, mi amor.
-Uff… ¿Tú no estás cachonda?
-Sí, pero…
-Pero, ¿qué?
-Pues que ayer me alivié, por eso estoy más tranquilita.
-Anda…
-Hombre, me envías esa foto y… Pues cogí mi consolador, que se parece bastante y madre mía…
-¿Te corriste bien?
-Mucho. Pero no tanto como cuando me follas tú.
-Joder cuando te pille…
-Jajajaja. Pero no te vengas muy arriba, que mañana tenemos que estar a la altura.
-Jajajaja, que mala eres…
-¿Yooooo? Si soy una niña muy buena…
-¿Sí? (dije acariciando su cara, pasándole el pulgar por los labios)
-Ajammm… (dijo con cara y tono de niña buena, poniéndome ojitos y chupando el pulgar de manera muy sensual)
-Pfff… Para, para. Que me pones malísimo cuando haces eso.
-Jejejeje.

Nos dimos un buen beso, aunque rápido y nos pusimos en marcha para ir a nuestro nuevo hogar. Lo primero que hicimos fue ir a la inmobiliaria. Elena fue quien habló con la chica que nos atendió, aportando todo lo necesario y llevando la voz cantante. De hecho, yo no dije palabra alguna. La veía muy segura y atenta al hablar. Estaba sorprendido en cierto modo por el contraste entre ese comportamiento tan seguro y su manera de ser tan sensible que había manifestado sobre todo esos últimos días. Cuando acabamos salimos y nos montamos en el coche. Yo me mantuve bastante callado, mirando como ella no paraba de hablar, llena de emoción y alegría, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando llegamos cogimos las maletas y entramos. Dejamos las maletas en la entrada y fuimos hasta el salón. Elena se puso justo en la mitad, con sus brazos en jarra, mirándolo bien. Después se dio la vuelta y yo ya no pude aguantar más y me lancé a por ella.

La cogí en brazos, lanzando ella un gritito de sorpresa y le empecé a comer la boca con mucha ansia mientras ella reía con tono juguetón. La senté sobre la mesa del salón y le agarré la cara para seguir comiéndole la boca pasando ella de esa risa juguetona a un murmuro algo empalagoso, como si se estuviera derritiendo. A los pocos segundos bajé mi mano hasta sus braguitas, notándolas bastante húmedas y calientes. Ella lanzó un gemido pequeño al notar el contacto de mis dedos con su sexo por encima de la tela. Me separé de su boca para mirarla fijamente a esos ojos castaños, tan oscuros que casi parecían negros. Los tenía muy abiertos y le brillaban. Ella los movía, mirándome a ambos ojos, a toda velocidad. Rápidamente empecé a sentir calor por la cara, sobre todo por las mejillas y entonces le pasé mi pulgar por los labios, solo acariciándoselos, para luego pasarle el pelo por detrás de la oreja. Ella se relamió y después se mordió los labios. Le di otro rápido beso y la tumbé sobre la mesa, levantando sus piernas para apoyarlas sobre mi pecho, con sus pies en mis hombros. Elena me miraba con cara de excitación, pero con una sonrisa muy bonita, juntando sus manos sobre su barriga, entrelazando sus dedos. Yo le devolví la sonrisa, empezando a besarle las piernas mientras acariciaba sus muslos, subiéndole el vestidito hasta las caderas.

-Mmm… Qué cariñoso.
-Estoy muy caliente, pero me miras con esa sonrisa y me derrito.
-Oooooh…
-Te quiero. (susurré)

Elena emitió un sonido muy encantador, cerrando sus ojos y aumentando el tamaño de su sonrisa. Pero yo estaba muy caliente y quería empezar a follarla, por lo que decidí ir por la vía rápida para que se encendiera tanto como lo estaba yo. Le quité las sandalias para coger sus pies y empezar a besarlos y lamerlos muy lentamente. Ella reaccionó respirando con fuerza, como si se hubiera llevado un susto. Me miró a los ojos, negando ligeramente con la cabeza mientras seguía sonriendo. Al empezar a jugar con sus pies así, con ese cariño y ternura, se le borró ese gesto de la cara rápidamente, pasando a poner cara de vicio, mordiéndose el labio, empezando a suspirar y a ponerse roja. Sin esperar más, le bajé el vestido por la parte del pecho para dejar sus tetas al aire, viendo que no llevaba sujetador, como bien supuse al notar sus pezones tan marcados bajo él. Después aparté sus braguitas a un lado, notando antes que estaban chorreando, con una mancha grande que oscurecía el color de la tela.

Me saqué la polla y le empecé a acariciar, aumentando ella esos suspiros al respirar más fuerte. No necesitábamos más lubricación, por lo que se la metí del tirón, aunque no muy fuerte para no hacerle daño. Ella gimió roncamente y yo empecé a embestirla con fuerza. Ese gemido ronco inicial se convirtió en una serie de gemidos altos que cada vez se hacían más agudos. Quería reventarla de lo cachondo que estaba en ese momento, por lo que no le demoré mucho en abrazar sus muslos y clavarle la polla a gran velocidad y con mucha fuerza mientras agarraba los dedos de uno de sus pies con mi boca, chupándoselos, acariciándome ella la cara con el otro, viendo también como sus tetas subían y bajaban por el movimiento tan brusco con el que la estaba empalando. Llegó un punto en el que a mí me encendía también jugar con sus pies, disfrutándolo casi tanto como ella, porque cuando lo hacía sentía un calor por el cuerpo y un estado de excitación superior a cuando no lo hacíamos.

Elena no tardó nada en correrse, con un sonido a chapoteo bastante alto. Estaba empapadísima, empezando a darle espasmos. No llegó a lanzar esos chorros que lanzaba cuando la estimulaba bien con los dedos, pero sí que era algo parecido porque tanto su sexo, como el mío estaban empapados con un líquido no muy viscoso, prácticamente igual al que lanzaba. Paré cuando empezó a retorcerse de esa manera mientras apretaba sus puños y ojos con mucha fuerza, porque no me quería correr aún. Vérselo así de empapado me incitó a ponerme de rodillas y quitarle las braguitas y subirle más su vestido, hasta la altura de su ombligo, acercando mi cara a su coñito para atraparlo con mi boca y saborear esos flujos tan deliciosos que segregaba. Esta vez sí que respiró de forma asustada, cogiendo mucho aire mientras daba un bote, intentando apartar mi cara de su entrepierna. Yo murmuré, cogiendo sus manos para apartarlas y que me dejara hacer, acariciándole las tetas, pellizcando ligeramente sus durísimos pezones.

-Cariño, estoy muy sensible… (dijo retorciéndose)
-Es que estás tan rica que no puedo resistirlo…

Elena se rio fuertemente al decirle eso.

-¿Qué pasa?
-Nada, es que tienes la cara empapada, te chorrea la barba, jajajaja.
-Te ríes de mí, ¿no? (dije haciéndome el ofendido)
-Nooooo…
-Vamos a ver quién chorrea ahora…
-Javi, espera…

Sin dejar que me dijera nada más me levanté, metiéndole los dedos en el coño y estimulándole el punto G. Ella dio un grito fuerte cuando empecé, empezando a pedirme que parara, pero yo no lo hacía. Seguí estimulándole a buen ritmo mientras ella me agarraba con fuerza el brazo con el que lo hacía, llegando a hincarme las uñas, intentando apartarlo, pero yo estaba empeñado en hacer que se corriera. Y parecía que estaba cerca, porque de nuevo oía ese sonido a chapoteo que precede esa explosión dentro de su cuerpo que se manifiesta de esa manera tan increíble. Y así fue. Elena encorvó su cuerpo, levantando su culo al apoyar sus pies en el filo de la mesa, empezando a lanzar chorros muy fuertes al sacar yo mis dedos y acariciarle el clítoris rápidamente.

-¡¡JAVIIIIIIIII!! ¡¡PARA, QUE ME MUERO!! ¡¡AAAAARRRGGGGGG!!

La solté, dejando de tocarla para que se tranquilizara mientras su cuerpo daba botes sobre la mesa de los espasmos tan fuertes que le estaban dando. Yo la miraba pajeándome a buen ritmo, aunque controlando mi orgasmo para lo correrme aún. Cuando vi que los espasmos eran más ligeros y que no convulsionaba le empecé a besar los muslos, dando ella un respingo, gimiendo con tono de lástima. Mi respuesta fue darle la vuelta para ponerla boca abajo y besarle y mordisquearle el culo, pasando después a abrirle los cachetes para comérselo. Elena lanzó un gemido muy largo y sensual en forma de murmuro, diciendo después de forma bajita:

-Ay, Javi… Qué cosas me haces…
-¿Qué te hago?
-Matarme de gusto.
-¿Sí?
-Siiiii… (dijo en forma de gemido)
-Tengo muchas ganas de follarte el culito.
-Pues hazlo, mi amor.
-Pero no tenemos el lubricante, ¿no?
-No… Como íbamos a follar mañana en casa de Isa, lo he dejado en mi casa para llevárnoslo…
-Uff… Qué lástima.
-No importa, corazón. Cómemelo un poco más y usa los dedos como siempre haces. Estoy muy cachonda, no creo que haya problema por no usar lubricante.
-Vale, pero poco a poco. Si te duele, me dices.
-Ajammm…

Le seguí comiendo el culo a Elena mientras ella gemía muy sensualmente. Como ella dijo que hiciera, empecé a jugar con su culo, metiendo mis dedos, primero uno y después de un rato el otro, dando de sí su agujerito para que no le doliera cuando dijera de follarla. Después de un buen rato jugando me puse de pie, acariciando su ojete con mi polla.

-Mmm…
-¿Te gusta?
-Me encanta. Me vuelves loca cuando juegas con mi culo y me lo follas. Me encanta como me cuidas para que no me duela.
-Tengo que cuidar a mi niña.
-Siiiii.

Reanudé mis caricias en su culo con la punta de mi polla, haciendo algo de presión, pero sin llegar a meterla, murmurando ella. Estuve así unos segundos, acariciando y empujando sin llegar a meterla hasta que empecé a hacer más fuerza, metiendo el glande. Elena lanzó un gemido un tanto raro, como de molestia, aunque también transmitía placer.

-¿Todo bien?
-Ajammm…
-¿Sigo?
-Sí. Despacito.

Me mantuve quieto durante unos segundos, acariciando sus cachetes mientras esperaba que se relajara y dejara de hacer fuerza. Una vez se acomodó, empecé a meterla despacio, muy poco a poco, sacándola, pero cada vez menos y cada vez metiéndola más hasta que se la metí por completo.

-Que rico, mi amor… Cómo te siento…
-¿Te gusta?
-Mucho.

Empecé una follada a buen ritmo mientras la agarraba de las caderas y ella gemía al ritmo de mis embestidas, pero a los pocos minutos Elena me pidió que parara, porque quería ponerse boca arriba para verme follarla. Me salí de ella y se dio la vuelta, escupiéndome en la polla para volver a metérsela por completo mientras ella apoyaba sus piernas en mi cuerpo de la misma manera que en la follada anterior. También, de la misma manera que antes. Cogí uno de sus pies y me lo llevé a la boca para chupárselo, intensificando ella sus gemidos.

-Más fuerte… (dijo con una dulce voz, de manera entrecortada)

Empecé a embestirla con el mismo ritmo con el que la embestía en el anterior polvo. Elena se empezó a tocar, metiéndose los dedos a buen ritmo.

-Javi, mi amor… Estoy ya casi…
-¿Sí?
-Ajammm…
-Yo también estoy casi.
-¿Te corres conmigo? (preguntó con una voz muy dulce y encantadora)
-Claro, mi vida.

Apreté un poco más las embestidas hasta que Elena se empezó a correr, con ese sonido a chapoteo de nuevo. Sacó sus dedos de su coño para tocarse el clítoris muy rápidamente haciendo movimientos circulares. Otra vez se corrió a chorros, aunque no fueron como en su corrida anterior, ni mucho menos. Ahora eran más finos y pequeños, recordándome mucho a los primeros que hizo en su día la primera vez que se corrió así. Al notar su orgasmo yo también me empecé a correr, notando un latigazo que atravesó toda mi espalda hasta mi nuca, pasando a mis hombros y mis brazos, vaciándome dentro de su culo, notando una punzada de placer con cada chorro que atravesaba mi polla. Una vez ambos acabamos de corrernos, cogí las piernas de Elena con fuerza para cerrarlas y abrazarme a ellas, esperando que se nos pasara a ambos ese éxtasis, sobre todo el suyo, que era mucho más prolongado que el mío. De nuevo tenía esos espasmos, estando también con los ojos muy apretados y su respiración muy alterada y acelerada.

Una vez nos recuperamos nos miramos y nos empezamos a reír. Me incliné para besarla y ella me recibió encantada, abriendo sus piernas y abrazándome con ellas, apretando para no dejarme escapar.

-Pues ya hemos estrenado la casa, jajajaja.
-Jajajajaja… Ay, Javi… Estoy muerta.
-¿Por qué?
-Porque me follas muy intensamente y me dejas sin energía.
-Jajajaja. ¿No deberías estar acostumbrada ya?
-Cabrón… Qué me corrido tres veces en nada, dos de ellas mojándome mucho… Jajajaja.
-Y en la primera también. Te has mojado mucho, pero sin llegar a lanzar chorros.
-Ya sabes por qué es.
-Sí. Lo sé bien. Como me pone verte así…
-Mmm…
-Joder, que pasada. Aún noto hormigueo por mi cuerpo.
-¿Notas el mío?
-Claro. Tus orgasmos son increíbles, noto como me estrujas siempre.
-Tomar la píldora ha sido una muy buena decisión.
-Ya ves.
-Me encanta cuando te corres dentro de mí.
-A mí es donde más me pone correrme.
-Mmm…

Nos quedamos unos segundos así, mirándonos conforme estábamos. Ni siquiera me había salido de ella, manteniendo mi polla aún dura por cómo me estimulaba al apretármela por su orgasmo aún presente, haciendo contracciones. Estaba preciosa, sonrojada, despeinada y algo sudada por tanto folleteo.

-Oye, tenemos agua, ¿no?
-Deberíamos, ¿por?
-Por darnos una ducha.
-Ah, venga.

Elena se quitó el vestido, sacándoselo por los hombros mientras yo me desnudaba con cuidado para no salirme de ella y ponerlo todo perdido, aunque ya lo estaba por los chorros que lanzó Elena. La cogí en brazos después de que se recogiera el pelo con una goma que tenía en la muñeca y la llevé hasta el baño para darnos una ducha. Una vez la dejé me limpié un poco y fui a las maletas para coger unas toallas, volviendo después con ella. Como siempre que nos duchábamos juntos, cayeron muchos besos y caricias, viniéndome yo a arriba y cogiéndola en brazos, poniéndoseme morcillona, pero ella me paró diciendo que estaba muy sensible y que por ese día ya estaba bien, que teníamos que reservarnos para el día siguiente cuando fuéramos a casa de su amiga.

Cuando salimos, regresamos al salón después de coger ropa limpia de las maletas que traíamos. Elena se puso otro vestidito, esta vez blanco entero, pero también cortito, soltándose el pelo, pero manteniendo su pañuelo. Yo me puse una camiseta de manga corta y unas bermudas vaqueras. No sentamos en el sofá, con Elena sobre mi pecho, pasándole yo el brazo por los hombros. Afortunadamente teníamos aire acondicionado para sobrellevar el calor de estar casi ya en agosto. Y es que esa casa era una maravilla. Era grande, con un salón inmenso, casi tanto como el de la casa de Elena. También tenía un dormitorio bastante grande, con una cama de matrimonio gigante y otro dormitorio más pequeño. Dos cuartos de baño muy grandes y otra sala no muy pequeña en la que pensaba montar mi despacho para trabajar, con mi ordenador, monitores y demás. También tenía una buena cocina, bastante equipada para poder cocinar bien. Pero casi que lo mejor de vivir ahí era que había una piscina comunitaria que se encontraba más apartada de las viviendas del lugar, bajando un camino muy sinuoso y bonito que estaba rodeado de pinos hasta llegar a dicha piscina, en la que había una barbacoa de obra bastante grande, con una zona acondicionada para hacer de bar. La piscina estaba rodeada de una gran zona de césped, con sus respectivas duchas y unos columpios para los niños al lado.

Para cuando me di cuenta Elena se quedó dormida, pero la desperté a la media hora, dejando que se echara una pequeña siesta para que se recuperara de sus tres orgasmos que tuvo en apenas 20 minutos. Estaba muy atontada cuando despertó, algo desorientada.

-Mmm… ¿Qué pasa Javi? (dijo mirando a ambos lados una vez se incorporó)
-Te has quedado dormida.
-¿Dónde estamos?
-En nuestra casa.

Elena se quedó mirándome con una sonrisa muy grande en su boca.

-Joder, sigo flipando con cómo te quedas después de una sesión de folleteo.
-Tíooooo… No seas malo…
-Que nooooo. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
-No. Solo a ti.
-Jajajajaja. Ayyyyy…
-Oye, ¿te parece si vamos a comprar cosas para darle un repaso a la casa? Aquí no hay nada para limpiar.
-Claro, vamos.

Cogí el coche y fuimos a comprar a una droguería todo lo necesario para mantener la casa limpia, regresando después para ponernos a ello. Al volver aún pudimos ver parte de la que liamos, con ese líquido que salía del cuerpo de Elena, riéndose ella bastante. Pusimos el aire acondicionado del salón, de los dos dormitorios y de la sala para mantenernos fresquitos y no ponernos a sudar mientras hacíamos las labores de limpieza. Como esperaba al ver como Elena se quedaba dormida después de lo que estuvimos haciendo, estuvo muy torpe durante todo el día, cayéndosele varias cosas, estando algo distante y muy risueña. A mí me hacía gracia verla así y sabía porqué era, así que no le decía nada, salvo alguna tontería para chincharla, poniéndome ella ojitos y pidiéndome un beso para compensar. Así estuvimos toda la mañana entre besos y limpieza hasta que llegó la hora de comer y paramos para ir a comer a un bar que ambos conocíamos de nuestra época de estudiantes. Era el bar más famoso y concurrido durante el curso escolar, pero al no estar aún en ese tiempo, se notaba, estando más vacío, aunque aun así había gente. Comimos muy bien, como ya sabíamos y luego regresamos a nuestra casa. Cuando llegamos ambos estábamos un poco somnolientos por la copiosa comida del lugar, ya que servían calidad y cantidad por poco precio, por lo que nos tumbamos en el sofá mientras veíamos la tele y cayó otra siesta para Elena mientras yo estaba relajado acariciándole la espalda.

Mientras Elena dormía, Irene me mandó un mensaje preguntando si necesitábamos algo, respondiéndole yo que no, que nos estábamos apañando bien y que estábamos descansando, mandándole un selfie donde salía yo sonriendo y Elena durmiendo sobre mi pecho con los morritos que ponía a veces mientras dormía.

-Que monos sois.
-Jajajajaja.
-Oye, ¿te ha contado Elena lo de mañana?
-Claro.
-Vaya tela, ¿no? No tenía ni idea de que habíais hecho algo con una amiga suya.
-Bueno, fue una calentada del momento. Estábamos haciendo el tonto jugando y acabamos así.
-Ya, ya me contó que estabais jugando. Menos mal que no estaba la familia de Elena…
-Estaba su hermana.
-¿Cómo? Pues eso no me lo dijo.
-Huy… A lo mejor la he cagado…
-Nah, si no pasa nada en realidad. Porque no pasó nada con ella, ¿no?
-Qué va. Ella jugó un poco, pero le parecía aburrido y se fue a su habitación.
-¿Y aun así hicisteis todo eso?
-Sí. Por eso te digo que fue una calentada.
-Mojé un poco las bragas cuando me lo contó, la verdad.
-Jajajajaja, me lo imagino. Tampoco hace falta mucho para encenderte a ti…
-Jajajajaja, no seas cabrón…
-Pues mañana nos vemos.
-Pero sabes lo que tiene en mente, ¿no?
-Que sí, que sí.
-Flipo, la verdad. Que morbo. Elena nos ha pasado alguna foto que tiene con ella y la chica es bastante mona.
-¿Tienes ganas?
-Uffffff… Muchas. Lo malo es lo de siempre, que o no le van las chicas, o se cortan mucho.
-Yo creo que a ésta le va la fiesta. Así que ya sabes, le comes un poco la oreja y la tienes hecha.
-Mmm… Ojalá. Mario también se está relamiendo ahora mismo, está aquí a mi lado viendo la conversación.
-Jajajajajaja.
-Bueno, te dejo. Solo una cosa más.
-Dime.
-¿Qué propuso Isa para que ganara el juego?
-¿No te lo ha contado Elena?
-No, se hacía la remolona.
-Pues si no quiere, por algo será.
-Va, cuéntamelo… ¿Para tanto fue?
-Mmm… No. No fue para tanto.
-Va, dímelo. Mario también tiene curiosidad.
-Vale. Pero no lo comentes delante de ella, a ver si me la voy a cargar encima.
-Ok.
-Isa le propuso a Elena que viera como me la comía.
-Ostia…
-Ahí acabó el juego. Y ya nos calentamos al estar ambos desnudos y tal.
-Ya, el resto lo sé. Que si Isa dijo que quería un premio y demás… Lo que no sé es como le ha dado por meternos a nosotros.
-Porque como ya nos venimos aquí a vivir, le apetecía hacer una locura para despedirse.
-Pero…
-No, ella y yo follamos solos. Vosotros con Isa, pero los cinco en la misma habitación, por el morbo.
-Uffff… Mi Elenita, que juguetona…
-Sí, jajajaja.
-Bueno, Javi. Os dejamos descansar. Si necesitas algo, cualquier cosa, nos llamáis.
-Ok. Gracias.

Después de esa conversación con Irene empecé a despertar a Elena, mirándome ella con una sonrisa muy bonita. Se hizo un poco la remolona, acariciándome el pecho por debajo de la camiseta y haciéndome varios mimitos, con besos por el cuello, en los labios, en la cara… Finalmente nos levantamos para seguir dejando la casa lista. Después de estar toda la tarde limpiando, ordenando a nuestro gusto, con algún viaje más a nuestras casas para llevarnos todo lo que los faltaba, por fin acabamos, terminando bastante cansados. Tanto, que no teníamos ganas de salir para cenar fuera ni cocinar, por lo que acabamos pidiendo unas pizzas. Cenamos mientras charlábamos y quedamos en que al día siguiente comeríamos en mi casa y cenaríamos en la suya para despedirnos de nuestras familias, con la fiesta como final, regresando el domingo para descansar, porque tenía pinta de que la fiesta sería larga y movidita y ya el lunes Elena empezaba su trabajo. Avisamos cada uno a nuestra familia de nuestro plan para el día siguiente y cuando acabamos nos fuimos directos a la habitación para dormir. Elena se puso como siempre hacía, con su cara sobre mi hombro, su mano sobre mi pecho y una de sus piernas sobre las mías. De repente levantó su cabeza para mirarme, algo agitada.

-Mi amor…
-¿Qué pasa?
-Que se me había olvidado. Hoy no has trabajado. Qué tonta soy… Se me ha pasado, perdona, Javi.
-No pasa nada Elena. Ya lo tenía previsto. Había dejado algo preparado.
-Uff… Menos mal.
-Pero que no pasa nada. Me ha gustado mucho el día que hemos echado.
-Pero si no hemos hecho nada especial… Jajajaja.
-Para mí ha lo ha sido. Compartir este momento contigo me ha gustado mucho. Irme a vivir con mi chica, hacerlo juntos, preparando todo. No sé. Se me hace algo especial. Nunca lo había hecho. Hasta hoy no he sido consciente, pero veo que lo nuestro va para adelante con esto de vivir juntos, fuera de nuestras ciudades, ambos con nuestros trabajos… No sé. Soy feliz.

Elena se quedó callada, mirándome haciendo pucheros, poniéndose sus ojos vidriosos. La abracé con fuerza, besándola también para tranquilizarla.

-Ya está, venga.
-Ay, Javi…
-Venga, vamos a descansar, que mañana tiene pinta que va ser un día muy largo.
-Vale.
-¿Estás contenta?
-Mucho. Esto es muy especial para mí también. Para mí también es la primera vez que me voy a vivir con mi pareja y estoy encantada. De verdad, amor mío. Me tranquiliza mucho estar contigo.
-¿Sí?
-Sí. Me das mucha seguridad. ¿Tú no estás tranquilo?
-Pues la verdad es que estaba un poco nervioso. Todo esto es muy nuevo para mí. ¿Quién me iba a decir a mí a principios de año que iba a estar ahora mismo viviendo fuera de mi casa y con mi pareja? Y qué pareja… He encontrado la mejor chica que jamás podría imaginar o desear.

Elena empezó a llorar ya sin poder contenerse. Se abrazaba con mucha fuerza a mí, temblando. Su llanto creció bastante, llorando como si fuera una niña pequeña.

-Venga, Elena, que no es para tanto… No te pongas así. Ya sabes que no me gusta verte llorar.
-Pero Javi… -dijo incorporándose, sentándose con las piernas cruzadas- Lloro de felicidad. No es por nada malo. ¿Cómo no voy a llorar con las cosas que me dices, con las cosas que me haces sentir, con como cuidas de mí…? Eres la persona que más feliz me ha hecho nunca. ¿Te puedes creer que Alejandro nunca me ha dicho nada así en 5 años de relación? En sólo 5 meses me has hecho desear pasar toda mi vida junto a ti, casarnos, tener hijos…
-Pfff… (resoplé empezando a segregar lágrimas yo también)

Elena, ya más tranquila, se inclinó para limpiarme las lágrimas y besarme con mucha ternura, tranquilizándome ahora ella a mí. No pensaba que nuestro día fuera a acabar con ambos llorando, pero así fue. Lo bueno es que eran lágrimas de felicidad y emoción al estar tan enamorados el uno del otro, abriéndonos al máximo para contarnos lo que sentíamos. Nuestras respiraciones se fueron tranquilizando mientras nos acariciábamos en silencio, hasta que ella cayó dormida y yo le seguí al poco.

El sábado me desperté abrazando a Elena desde atrás, con ella agarrando mis manos con nuestros dedos entrelazados. Seguía durmiendo mientras yo aspiraba su olor, con los ojos cerrados y una sonrisa enorme en mi boca. Qué silencio, qué paz. Nada nos molestaba. Dormí del tirón aquella noche, no podía estar más a gusto con esa nueva vida con mi chica absolutamente solos sin nadie tocando los cojones. Pasaron varios minutos y no se despertaba, estaba dormida muy profundamente, suponiendo que era por el palizón que nos dimos el día anterior con la instalación en nuestra nueva casa y también por todo el folleteo, que si bien es verdad que fue breve, también fue muy intenso, sobre todo para ella, como demostró durante el resto del día con ese estado de debilidad y ausencia. Me levanté con cuidado para no despertarla después de darle un beso en la cabeza y me fui a la ducha, cogiendo la ropa para vestirme directamente. Una vez me duché y arreglé, me asomé y seguía durmiendo, por lo que le dirigí a la cocina para preparar el desayuno. Ya casi acabando me la encontré en la puerta con cara de sueño, frotándose un ojo con una sonrisa muy bonita. Estaba preciosa, con esa carita que tenía y ese pelo despeinado. Yo le sonreí y se acercó para darme un beso.

-Buenos días, dormilona.
-Buenos días, mi amor. Uff, estaba reventada de ayer.
-¿Estás descansada? Porque esta noche…
-Siiiiiii. Tenemos que estar a la altura, ¿eh?
-Cuenta con ello. ¿Tienes algo en mente?
-Me gustaría que me reventaras… -dijo pasando su dedo por mis labios- Quiero que le enseñes a mi amiga lo que tengo en casa.
-¿Por qué? Me da la impresión de que le quieres restregar algo…
-¿Sí?
-Eso me parece.
-¿Por qué?
-No lo sé. ¿Es así?
-No. Es mi amiga. La quiero.
-Am…
-Solo quiero que vea que tengo el mejor novio del mundo. A veces me hace rabiar diciéndome que soy paradita y tal y pues quiero que vea que no es así. Porque no es así, ¿no…?
-No. Eres muy espabilada. Y más cuando te enciendes, como has hecho a veces cuando hemos jugado con Irene y Mario. Incluso con tu amiga estabas muy espabilada.
-Jejejeje.
-Me gustó mucho cuando te picaste con ella y contestabas, aceptabas los juegos y proponías con tanta decisión.
-¿Sí?
-Sí. Me encantas. Lo sabes se sobra. Me encanta cuando te pones así, y también cuando eres tímida y más aniñada.
-Jo…
-No me estoy burlando de ti. Te estoy diciendo que me encanta como eres, en todos los aspectos.
-Vale, vale. Pero no me digas más, a ver si me voy a poner como anoche… Jajajaja.
-Jajajaja.

Elena se sentó sobre mis muslos, de lado, pasando su brazo por mis hombros y nos pusimos a desayunar así, yo sentado en una silla de la cocina y ella sobre mí. Se puso muy cariñosa, con varios besitos y caricias, incluso dándome de comer. Después fue a ducharse y nos fuimos un rato al sofá del salón para estar un rato ahí tirados. A la hora de comer fuimos a mi casa como acordamos. Elena y mi madre no paraban de hablar, ambas muy contentas, con cierto nerviosismo también. Mi padre estaba más pendiente de la televisión que de la compañía y yo observaba a las dos mujeres más importantes de mi vida conversar de esa manera tan abierta. Estuvimos bastante más rato después de comer, hasta media tarde, aprovechando que estábamos en mi ciudad para ir un rato a casa de Mario para charlar un poco y comentar algo de la fiesta a la que íbamos a ir de noche. Después fuimos a casa de Elena para estar un rato y después cenar. La cosa estaba tranquila. Parecía que Elena había asumido ya su marcha, porque no había caras largas, de hecho, estaba hasta alegre. Quedamos en que iríamos a casa de Isa a las 11, por lo que nos quedamos un rato en su casa hasta que dijéramos de irnos.

M: Entonces ya estáis bien instalados, ¿no?
E: Sí. Ya está todo arreglado. En cuanto llegamos a la casa nos pusimos a limpiar para dejarlo todo listo, ordenando y demás. (dijo mirándome y sonriendo de más)
M: ¿Por dónde queda?
E: Está casi por las afueras, por eso el alquiler es más barato.
M: ¿Y no os molesta estar lejos del centro?
J: No, tenemos mi coche para acercarnos rápido. Compensa mucho todo lo demás. Es un barrio muy tranquilo, la casa es grande, está bastante bien y es barato.
M: Bueno, si os apañáis con el coche, pues está bien.
E: Y tenemos piscina.
M: ¿Sí?
E: Sí. Está muy bien mamá. Nos acercamos esta mañana antes de venirnos y es muy bonito el sitio. Tiene una parte como de bar y una barbacoa para cocinar ahí.
M: Mmm… Pues…
E: ¿Qué pasa?
M: Eh… Nada.
E: ¿Quieres ir?
M: No, no. No quiero molestar. Queréis estar solos y no es plan.
E: Pero si…
J: No pasa nada. Si quieres venir, pues ven. Así te despejas un poco, que no sales para nada, Maribel.
M: Pero, ¿y mi madre?
J: Pues tráetela. ¿Cuánto lleva sin bañarse?
E: Uff… Mucho. Y tú también, mamá. Venga, mañana echamos el día en la piscina.
M: ¿Y tu hermana?
E: Pues…
J: Ya es mayorcita. No pasa nada porque se quede sola, ¿no?
M: Pero para comer y eso… No sabe cocinar.
J: Pues que se pida una pizza.
M: ¿No se puede venir?
E: Pues… (dijo mirándome)
J: Claro. (dije mirando a Elena extrañado)
M: Genial, pues ya tenemos plan. Voy a decírselo a Noelia.

Maribel fue a la habitación de Noelia para hablar con ella mientras Elena y yo nos quedábamos en el salón, sentados en el sofá, con ella mirando al suelo.

J: Elena, ¿qué pasa?
E: Nada…
J: ¿Y esa mirada que me has echado?
E: Es que como sé que no te gusta pasar tiempo con mi hermana…
J: Pero es que me has mirado como pidiéndome permiso. Yo no mando, Elena. Si quieres que tu familia venga a nuestra casa, no tengo problema.
E: Vale. (dijo sonriendo)
J: Anda, dame un beso.

Elena se acercó y me dio un beso cogiendo mi cara con sus manos muy suavemente. Aquel beso se alargó un poco más de la cuenta, tanto que apareció Maribel, carraspeando para que nos cortáramos.

M: Pues ya está. (dijo sentándose de nuevo con nosotros)
E: ¿Le parece bien?
M: Claro, ¿por qué le iba a parecer mal?
E: No sé. Solo pregunto…
M: Mañana se lo digo a tu abuela, que ya estará dormida. ¿Sobre qué hora vamos?
E: Pues no sé… ¿A qué hora quieres tú?
M: Mmm… ¿A las 11?
E: Vale.

Nos quedamos en el salón, charlando y viendo la tele, haciendo un poco de hora para ir a la fiesta y entonces aparecieron Irene y Mario, avisando a Elena por whatsapp. Elena salió corriendo para abrirles y los trajo al salón, con nosotros.

M: Pero bueno, ¿y esto? (dijo alegremente)
I: ¡Hola! (dijo yendo hasta Maribel, para darle dos besos sonoros y un abrazo)
M: Buenas noches. (dijo Mario algo cortado)
M: ¿Qué tal? ¿Cómo fue la semana en la playa?
I: Muy bien. La parejita es un encanto, ¿no crees?
M: Sí, jejeje. Vosotros también lo sois.
I: Y tú también. ¿No tienes ningún noviete?
M: No, no. Yo ya soy muy mayor para eso.
I: Mayor dice… Si estás estupenda. A lo mejor es que buscas otra cosa.
M: ¿Otra cosa?
I: ¿Una novieta…?

Mario pellizcó el culo de Irene con disimulo mientras Elena se tapaba la cara riendo negando con la cabeza.

M: Huy… -dijo algo escandalizada- No, hija. A mí solo me gustan los hombres. Que entiendo eso, ¿eh? Pero no. A mí no me gustan las mujeres.
I: Pues a ver si te animas con un noviete, que hay que aprovechar, mujer…
M: Que no, que no. Yo no…
M: Bueno, ¿nos vamos? (dijo Mario un poco incómodo para cambiar de tema)
M: ¿A dónde vais?
E: A casa de Isa, que como está sola pues nos ha invitado para tomarnos algo con ella.
M: Ah… ¿Y por qué no…?
E: No, mamá.
M: Venga Elena. Está muy sola y no sale de casa. Por favor, lleváosla un rato. Solo un rato.
E: Joder…

Irene y Mario me miraron, intentando yo aparentar normalidad, aunque hice una pequeña mueca con la boca.

M: Una hora, por favor Elena.
I: Venga, va. Un ratillo y ya está.
M: Claro, voy a avisarla.

Maribel se fue y nos quedamos los cuatro en silencio.

E: Lo siento. (dijo rompiendo el silencio al poco)
I: Qué vas a sentir Elena… Anda ya.
J: No pasa nada, mi vida.

En nada vino Maribel, ya con Noelia arreglada, quien no puso ningún inconveniente en venir con nosotros, por lo que nos fuimos a casa de Isa los cinco, cada pareja cogida de la mano y Noelia hablando con nuestros amigos mientras Elena y yo nos mirábamos con una sonrisilla, hasta que se me acercó y me dijo:

-El plan sigue en pie, ¿eh?
-Ya, ya.
-Un rato y que se vaya.
-No te preocupes.
-Lo siento, mi amor
-Elena, que no pasa nada.

Elena me sonrió como solo ella sabía hacer, girando su cabecita, apretando mi mano, además. Al poco llegamos a la casa de Isa. En ningún momento Elena me había dicho cómo era y cuando la vi me quedé impresionado. Era una casa con bastante estilo americano, de esas de película con un jardín delantero y otro trasero, con una gran escalera, grandes salas, con un salón enorme y una cocina muy grande también. Al parecer el padre de Isa era arquitecto y fue él mismo el que la diseñó. Después de que llegáramos nos dijo que todas las demás amigas del grupo que formaban junto a ella y Elena no habían llegado aún de sus vacaciones, yéndose algunas con sus familias y otras con sus parejas. Nos condujo hasta el jardín trasero, donde había una piscina gigantesca, con un jacuzzi al lado. Por las horas que eran se estaba bastante a gusto y el que hubiera mucha bebida con hielo, pues lo ponía más fácil. Nos sentamos en las tumbonas, los emparejados muy juntos de nuestras parejas y Noelia e Isa en un sillón de mimbre. Isa achacó a Elena que no hubiéramos traído bañadores para meternos en la piscina, escudándose ella en que no se acordaba y con la mudanza, pues no sé había dejado ninguno al tener nosotros allí piscina también.

La noche fue bastante bien, aunque todos empezaron a beber, sobre todo Isa, Irene y Mario. Noelia también bebía, aunque su hermana no dejaba que se emborrachara porque si no, luego le caería una buena bronca por parte de su madre, así que estaba todo el rato encima de ella para que no se le fuera la mano. Elena dijo que no quería beber mucho, que ya había aprendido la lección y no pasó de dos mojitos, aunque Isa se los cargó un poco de más y llevaba el punto. Con tanto beber empezó el desfile hacia el baño para aliviarse. Yo estaba bastante tranquilo junto a Elena, teniendo bastantes cariñitos y pasando del resto. Ella se reía con mucha dulzura, se le notaba lo contenta que estaba, con sus mejillas algo encendidas, aunque no era por el alcohol, reaccionaba en todo momento a cualquier cosa, gesto o conversación que tenía lugar. Las pocas veces que miré a ver cómo estaban los demás me di cuenta de que Irene estaba todo el tiempo junto a Isa. Se veía que se la estaba trabajando, casi pareciendo descarado a veces. Irremediablemente no podía evitar pensar en Noelia cada dos por tres. No quería que sacara conclusiones de por qué estábamos ahí y más estando nuestros amigos y con Irene en ese plan.

Por suerte duró poco, porque para cuando nos dimos cuenta ya había pasado un buen rato y Maribel llamó a Elena para que lleváramos de vuelta a Noelia. Noelia se enfadó un poco porque se lo estaba pasando bien y le estábamos cortando el rollo con eso de que se tenía que ir de vuelta a casa. Mario e Irene estaban ya bastante cocidos como para ir de vuelta a casa de Elena, aunque tampoco es que tuvieran plan de irse tan temprano, ya que teníamos en mente ese juego del que todos estábamos deseosos, así que Elena y yo dijimos de acompañar a Noelia a casa, pero Isa cogió de la muñeca a Elena para llevarse adentro, diciendo que quería hablar con ella entre risas. Ella le dijo que iba a acompañar a su hermana, pero Isa dijo que le acompañara yo, que no pasaba nada. Yo puse cara de incomodidad, pero Elena me puso ojitos diciendo que no le gustaba que se fuera sola, porque era muy de noche y no se fiaba, además de que su madre le podía regañar por no haberla acompañado. Así que me tocó llevarla de vuelta solo. No me hacía gracia la idea, pero por suerte nos mantuvimos en silencio, estando yo más tranquilo, pensando que me iba a librar de ese mal trago, pero no fue así, porque ya casi llegando, Noelia me agarró de la mano, metiéndome en un parque cuando estábamos pasando por la puerta de éste.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s