ALMUTAMID

El día lo completamos saliendo por la noche con nuestros amigos. Alba se había ido de mi casa por la tarde para ducharse (de nuevo) y vestirse en su casa. Para sus padres ella no se había pasado toda la tarde desnuda dándose el lote con su novio. Así que guardamos las formas. La pena es que teniendo la casa sola para mí no pudiéramos dormir juntos.

Y tumbado en mi cama me dio por pensar. Si estaba enamorado de Alba desde hacía tanto tiempo, ¿por qué había seguido obsesionado con Claudia? La única respuesta que encontraba a esa pregunta era el sentimiento de culpa. La certeza de no haber cerrado correctamente esa página de mi vida.

El problema es que me surgió otra duda. Claudia no pudo resistirse a tener sexo conmigo a pesar de que ya había decidió poner tierra de por medio. ¿Ella sí seguía enamorada de mí? ¿Seguirá aún colgada por mí lamentándose de lo mala persona que fui? Confiaba en que hubiera rehecho su vida como yo lo estaba haciendo.

Siempre había sido más cerebral que yo. Pero en ocasiones mostraba un carácter en el que era incapaz de controlar sus impulsos. Le pasó al empezar conmigo, mostró muestras de esos momentos de descontrol en la playa con Lourdes y Víctor, y evidentemente acostarse conmigo la noche antes de cortar toda relación fue una muestra de ese descontrol.

Era verano ya. Junio terminaba en pocos días. Seguramente ella ya no estaba en la ciudad. No corría el riesgo de cruzármela y ver qué pasaría. Aunque tampoco me resultaría agradable. Me puse muy nervioso en Semana Santa cuando creí haberla visto, por lo que aunque era una asignatura pendiente quizá me faltara tiempo aún para afrontarla serenamente.

Y desde luego lo último que quería sería darle la sensación a Alba de que aún siguiera pillado por Claudia. Mi chica confiaba en mí. Me lo había repetido en momentos importantes y no quería quebrar esa confianza aunque sólo fuese por una duda.

El domingo quise traerla a casa otra vez pero como no sabíamos a qué hora llegarían mis padres no hubo forma humana de convencerla así que para huir de la calor que hizo ese día cogimos mi coche y nos fuimos al cine en un centro comercial para después tomarnos algo. Yo antes había aprovechado la mañana para lavar toallas y dar un fregado al suelo para limpiar cualquier resto de mi semen.

Mis padres llegaron a media tarde por lo que mi chica al final tuvo razón y nos podían haber pillado. Mi madre al llegar a casa y encontrársela vacía me llamó para ver por donde andaba. Tuve que aguantar la carita de suficiencia de mi niña a la que no le hizo falta decir “te lo dije”. Lo que ya no le hizo tanta gracia fue cuando le conté que mi madre al saber que estábamos juntos se empeñó en que pasáramos por casa.

-Le habrás dicho que no…

-¿Por qué razón?

-No estoy preparada.

-Ja…¿te cuento el interrogatorio de tu padre para que te dejaran venirte a mi universidad?

-Es distinto. Tú ya conocías a mis padres.-se defendió.

-Y tú a los míos.

-¿Y qué les has dicho entonces?

-Que tenías que irte a casa…

-Jajajaja, tonto…que te gusta pincharme…

“Con algo que yo me sé sí que te pinchaba…” pensé sorprendiéndome yo mismo. Pero la broma me sirvió de escusa para un pequeño achuchón que me dejó repasar el culo de mi chica comprobando que seguía todo bien puesto en su sitio.

Tras dejar a Alba en su casa poco antes de la hora de cenar regresé a casa. Le expliqué a mi madre como íbamos a organizar las clases particulares en casa. Le pareció buena idea pero me puso dos peros: el primero que yo me tendría que encargar de mantener ordenadas y limpias las dos salas, y el segundo que tenía que conocer a la otra “profe”.

-Ya la conoces- dije más por miedo a molestar a Alba que a mi madre.

-Conozco a una amiga tuya pero no a tu novia. Sé que la has recogido en casa con sus padres. Si va a venir a casa a dar sus clases ¿qué menos que hablar conmigo?

Mi madre actuaba con lógica. Pero “institucionalizar” tanto la relación no me terminaba de agradar. Quería a mi novia pero no quería tener a nuestros padres metidos por en medio. Algo difícil de evitar tal y como se estaban dando las cosas y a los hechos me remito.

El domingo por la noche le dije a Alba lo que quería mi madre en vez de incomodarse como le había pasado por la tarde empezó a reírse.

-¿Y ahora por qué te ríes?

-Porque mi madre también quiere que le expliquemos lo de las clases…

-¿Y tu padre?

-Sorprendentemente no quería que trabajara pero ahora le parece bien que me saque un dinerillo.

-Joder, nos tratan como a niños- me lamenté.

-Somos sus niños. Tú eres hijo único, Luis. Y yo soy la mayor en mi casa. Así que todo esto les viene de nuevas…

-Pero empiezo a pensar que no fue buena idea contarles tan pronto lo nuestro.

En realidad no fue para tanto. Cuando la tarde del lunes pasé por casa de Alba para explicarle a su madre lo de las clases no hice nada más que recibir halagos a mi laboriosidad, a mi formación y mis buenas maneras. El problema de las expectativas es que cuando son demasiado altas es más doloroso cuando te defraudan. Y mis suegros exageraban un poco en la consideración que me tenían.

Pero la escena se repitió aunque de otra manera poco después aunque esta vez era yo el que tenía que empujar a Alba a mi casa. La recepción de mi madre me hizo pasar un poco de bochorno. Desconocedora de mis aventuras sexuales para ella Alba era la primera chica de mi vida. La recibió con dos besos y un abrazo diciendo:

-Ay hija, qué ganas tenía de conocerte.

-Ya la conocías, mamá.-dije quitando importancia al momento para que Alba no se incomodara.

-Ven al salón que hablemos, hija. Y no eches cuenta al soso de mi hijo…-dijo tirando de la mano de mi novia.

Por el pasillo apareció mi padre.

-Mira qué guapa es la novia de tu hijo, Luis.-anunció mi madre.

Mi padre le dio dos besos a mi chica haciendo que resplandeciera pero no precisamente de belleza sino de vergüenza.

-Tenía muchas ganas de conocerte. Sabía que mi hijo tenía buen gusto, pero no tanto…-halagó mi padre incomodándome incluso a mí.

-Y lista. Porque lo aprueba todo. ¿Sabes que van a trabajar juntos este verano dando clases particulares? Venga anda siéntate en el sofá…-ofreció mi madre.

No sé si por la cabeza de mi novia pasaría en ese momento el mismo pensamiento. Pero se estaba sentando con mi madre en el mismo sofá donde apenas dos días antes yo le había comido el coño. Aunque estaba tan cortada que creo que ni siquiera cayó en eso.

-…¿quieres un refresco, café, ¿una cervecita?

-No, gracias…-respondió Alba con timidez sin que le saliera la voz del cuerpo.

-Bueno, conque vais a venir a dar ñas clases. Pues mira, aparte de que tenía unas ganas enormes de conocerte…-continuó mi madre.

-Ya la conocías…-insistí.

-…como novia- completó mi madre mirándome con hastío- también te iba a pedir un favor, hija.

-Sí, por supuesto, dígame…

-Pero no me hables de usted, que no soy tan vieja. Que no me fio de mi hijo. Así que te iba a pedir que te vengas un rato antes de las clases y me compruebas que mi Luis ha recogido la casa y tiene limpias las salas donde vais a dar las clases.

-Mamá- me quejé- que no soy un niño.

-Pero eres un poquito descuidado. Y una cosa, Alba- insistió mi madre- Ni se te ocurra recoger tú nada. Que el hombre de la casa es él y es responsabilidad suya. Que va a ser eso de que las mujeres nos pongamos a limpiar. Las de mi generación ya hemos aguantado bastante, pero vosotras no os vais a dejar avasallar…

-Mamá, llevo tres años viviendo solo…

-Luis. Esto es entre Alba y yo, y por tu bien. Más vale que sepas llevar una casa antes de que os vayáis a visir juntos o algo así…

Si pudiera graduar las distintas tonalidades del color rojo podría decir que la cara de mi chica había superado la incandescencia. No sé quien de los dos estaba más abochornado por la charla de mi madre.

Al final mi madre cambió de tema preguntándole por los estudios, a qué quería dedicarse cuando acabara la carrera y cuestiones similares haciendo que mi chica se relajara algo, aunque la posición erguida de su espalda indicaba que no demasiado. Mientras mi padre con su mano apoyada en mi hombro me alababa el gusto. Y es que allí sentada de lado con un pantalón de pitillo blanco y una blusa celeste de mangas remangadas mi niña estaba preciosa. Sus mejillas encendidas por la vergüenza la hacían parecer tan inocente como realmente era. Una persona que jamás había mostrado delante de mí ni un solo atisbo de maldad. Y que estaba pasando un aparente examen que en realidad era al revés, pues el examinado era yo más que ella. Mi madre que me seguía tratando a veces como a un niño parecía traspasarle poderes a mi novia, a la que veía como mi sucesora en la labor de cuidarme.

Pero antes de irnos mi padre nos comentó algo:

-Una cosa chicos- dijo interrumpiendo a mi madre que no callaba- Dentro de dos semanas nos vamos tu madre y yo de crucero. Íbamos a llevaros…

¿Llevarnos?¿Ya de viajes con los padres? Esto era demasiado.

-…pero como estáis trabajando pues no ha podido ser. Pero tenéis el apartamento de la playa. Podéis aprovecharlo esos días. Aunque no toda la semana pero sí organizaros para escaparos el fin de semana. Podéis llevar amigos, aunque a lo mejor preferís estar solos…

La cara de mi novia ya no era roja, ni siquiera incandescente, era directamente fuego.

-Bueno, ya vemos como nos organizamos…-intenté acabar con la conversación.

-No, lo que quería deciros es que no conocéis aun el apartamento y me gustaría darte instrucciones sobre el gas, la nevera y esas cosas. Podíais veniros el próximo fin de semana con nosotros…

-Tenemos barbacoa en el chalé de la novia de Pablo…- me excusé.

-Ahn, vaya- respondió mi madre descolocada.

-Todos los años empezamos el verano con esa fiesta…

-Es verdad.

-Bueno, pues no sé. Porque me gustaría que fueseis antes con nosotros- insistió mi madre.

-Se me ocurre una idea. Como estáis libres nos podemos acercar una tarde y os lo enseñamos.-ofreció mi padre.

-Son más de 100km de ida y de vuelta- objeté.

-Pues os quedáis a dormir…

-Ya está- dijo mi madre- Me pido el viernes libro. Nos vamos el jueves y nos volvemos el viernes por la tarde…

-No sé si a mis padres les parecerá buena idea…-comentó Alba.

-No te preocupes hija, yo puedo hablar con ellos…-insistió mi madre.

-Sí, sí, sí. Si yo creo que nos conocemos de vista de cruzarnos por el barrio y a la salida de misa…

-Mamá, ¿no es un poco precipitado que habléis?

-Jajajaja, que no vamos a pedirle la mano, rey. Sólo quiero que disfrutéis juntos. Y en la playita, ya veréis…dame el número de tu casa, Alba que verás como lo arreglo…

“Disfrutar juntos. Déjame el piso que verás como disfruto del cuerpo de mi novia…no dando paseítos por la playa con mi madre sin parar de hablar…”

Salimos de mi casa sin saber qué decirnos. Nuestros padres se nos iban de las manos. Queríamos libertad para disfrutar de nuestro tiempo juntos no guardar las formas. Pero ni siquiera podíamos culparnos mutuamente. Sólo salir del trance lo mejor posible. Tan convencidos estábamos que sin llegar a hablarlo Alba me dijo:

-Me va a tocar salir de tiendas a comprarme ropa de playa…

-Pues tenemos hasta el jueves…

No os imagináis la cantidad de tiendas y bikinis que se pudo probar y todavía no estaba buscando un vestido o pareo para bajar a la playa. Lo único bueno fue verla posar cada vez que me preguntaba como quedaba pero siempre encontraba alguna pega cuando a mí me gustaba con todos. Que si se le salía el pecho por el lado, que si apretaba demasiado. Éste enseña demasiado pecho. Braga brasileña no. Ésta es de abuela. ¿Estás loco? Se me va a ver el pezón cuando esté mojado…Imposible. Empezaba a creer que no se compraba ninguno. Y encima no me dejaba meterme con ella en el probador.

“¿Qué va a pensar la gente?”

Pues que somos novios…

Hasta que en una tienda donde el probador no era de cortina y tenía pestillo me colé sin avisar cuando mi chica estaba en bragas preparándose para probarse otra tanda de bañadores.

-¿Qué haces aquí?

-Verte sin que tengas que salir.

-Pero van a pensar…

-Shhh. Que piensen lo que quieran. A lo mejor aciertan…-dije pegándome a su espalda agarrando sus tetas desde atrás.

-Luis…

-¿Sí?

-Tú no estás pensando en verme los bikinis…

-Llevo toda la mañana viéndotelos y pensando en la forma de quitártelos…

Entonces sentí su mano colarse entre su culo y mis bermudas y directamente agarrarme la polla.

-Mi niño está duro…

-Llevo nervioso toda la mañana…todos te quedan bien, todos me gustan…

Su mano se coló por dentro del pantalón y el calzoncillo agarrándome la churra acariciando mi glande hinchado con la yema de sus dedos. Creo que los estaba mojando en líquido preseminal de lo caliente que me estaba poniendo.

-Ay Luis…

-Ufff, princesa ¿y si en vez de bikini te quedas con mis manos?- le susurré al oído mientras seguía sosteniendo sus pechos con mis manos.

-No deberíamos hacer esto aquí…

-Ya no te escapas…-respondí soltando sus tetas para bajarme de golpe pantalón y calzoncillo dejando que mi polla saltara fuera.

La pegué a su culo para que me sintiera mientras intentaba colar la mano en sus bragas.

-No, Luis, aquí no…-me apartó las manos pero ella no se separaba de mí.

-Dime que tú no estás caliente…

-Ay, Luis…-dijo dándose la vuelta mientras me agarraba el nabo de nuevo pajeándome suave.

La besé mientras no dejaba de meneármela y me dejaba tocar de nuevo su culo y sus pechos. Pero de golpe se echó atrás.

-No, Luis. Estamos locos. Aquí no. ¿Qué vamos a dejar el churretazo aquí? Para, para…

Alba empezó a ponerse el sujetador mientras yo azorado me subía los pantalones.

-Anda termina de probarte los bikinis. Te espero fuera.- respondí intentando colocarme el bulto de forma que no se notara.

Afortunadamente no había nadie en el pasillo de acceso a los probadores. Al fin salió algo avergonzada y seria pero con un conjunto para pagar. Pagamos y salimos de la tienda donde la cogí por la cintura y ke di un beso.

-Estás lóquito…-me dijo ya algo más relajada.

-Y tanto…loquito por ti…-respondí dándole un achuchón.

-Luis, que estamos en medio de un centro comercial…

-Pero yo sigo igual de caliente…

-Jajajaja- rio soltándose de mí.

No mentía. El calentón en el probador me había dejado con más ganas todavía. Y aunque me toco ver como al final se decidía por un pareo en otra tienda que se probó en un espejo anudándoselo alrededor del cuello, yo sólo pensaba en la imagen de mi chica en bragas en el espejo con mis manos sujetando sus pechos.

Nada más sentarnos en el coche para salir del centro comercial me lancé a besarla. Ella respondía con ganas pero en cuanto se me fue una mano a su muslo levantando su falda me detuvo.

-Luis, que nos pueden ver…

Mierda. Ni en el centro comercial. Ni en la playa con mi madre ni en ninguna parte. No le iba a poder meter mano a mi chica en ninguna parte.

Salimos del centro comercial a la autovía camino de nuestro barrio. Yo no podía evitar acariciar el muslo de mi chica cuando no tenía que manejar la palanca de cambio. Ella iba hablándome y ahora no ponía reparo. Pero al final llegamos a casa, aparcamos el coche y nos despedimos.

Pero por la tarde salimos a dar una vuelta y esta vez sí acabamos en nuestro callejón. No pude darme un festín de tetas como tanto me gusta pero nos masturbamos mutuamente aunque con una novedad. Mientras mi dedo se perdía dentro de la raja de mi chica no hacía más que recordarle las ganas que tenía de comérselo otra vez. Y eso pareció incentivarla pues en escasos minutos estaba temblando contra mi cuerpo.

Para compensarme ella se apoyó en la pared dejando que mi espalda se tendiera sobre su pecho colando una mano en mi camiseta para acaricia mi piel mientras con la otra me masturbaba enérgicamente. Sin embargo no me hablaba, besaba mi cuello y mi oreja. Hasta que no la avisé de mi inminente corrida no empezó a decirme nada bajando la mano de mi pecho a mis pelotas. Casi me corro sobre mis propios zapatos mientras mi chica me pedía mi leche. Algo que también era nuevo entre nosotros.

Evidentemente el sexo era una asignatura pendiente entre nosotros a pesar de los progresos. Y no era sólo la falta de penetración sino su constante miedo a que la gente supiera que lo practicábamos. ¿Y qué hacen si no unos novios en la intimidad?

Al llegar a casa mi madre me dijo que había hablado con los padres de Alba. No os voy a negar que esa cercanía me ponía bastante tenso. Bastantes límites me ponían ya los prejuicios de mi chica en algunas cosas para que además nuestros padres nos cortaran aún más las alas.

-Una mujer muy agradable- decía mi madre- Normal que la niña sea tan educada y tan fina. Que no te preocupes que les parece muy bien que os vengáis los dos conmigo a ver el apartamento. Les he ofrecido que vengan algún día…

-Mamá…

-…hijo, no tiene nada de malo que los consuegros se lleven bien.

-Pero si es que llevamos cuatro días y tú ya actúas como si nos fuéramos a casar.

-No, Luis, hijo mío. Estamos contentos de que asientes la cabeza y salgas con una niña como Alba. No queremos agobiaros es sólo apoyaros.

-Pero es que ya somos mayorcitos. No necesitamos que estés encima nuestra todo el día.

-Mira. Aunque no te lo creas esto lo hacemos por tu bien. Ahora a lo mejor no lo entiendes, pero los padres de tu novia son muy tradicionales y no tienen tan claro la forma que tenéis los jóvenes ahora de vivir el noviazgo. Tú ya me entiendes…-dijo guiñándome un ojo.

-¡Pero mamá!

-No te hagas el nuevo. Tú quieres más libertad con tu novia para tener más intimidad. Que yo te entiendo, pero va a ser más fácil que tus suegros confíen en ti a través nuestra ¿no lo crees?

Me estaba dando a entender que entendía mis necesidades sexuales con Alba a la vez que me trataba como si todavía fuera su hiño pequeño.

-Vale- respondí molesto- Entonces te parece bien que me venga con Alba los fines de semana a casa a f…-me reprimí la última palabra-…fasar el rato.

-¿Y no lo has hecho ya?

Me puse tan colorado que mi madre empezó a reírse. No me gustaban los derroteros de la conversación. Y viendo mi desconcierto y cierto enfado mi madre me dio un beso y me dijo:

-Sólo queremos que seas feliz. Si esa chica te gusta queremos que seas feliz con ella.

-¿Y si hubiese traído una chica que no te gustara?-pregunté desafiante.

-Seguro que cualquier chica que tu trajeras, con la educación que te hemos dado, nos gustaría…

No se yo si una Claudia con sus shorts minúsculos y sus tetas libres de sujetador le habría gustado a mi madre igual. O una “Espérame”. ¿Mónica? De hecho, dudo siquiera que mi madre asumiera las prácticas sexuales que yo mismo había practicado con otras chicas. Y del asunto Dani mejor ni hablar. De eso no quería ni acordarme.

¿Me estaba volviendo convencional? ¿Estaba respondiendo a lo que se esperaba de alguien de mi status o de mi barrio? ¿Era eso lo que me atraía de Alba o realmente estaba enamorado?

No. Realmente estaba enamorado. Su dulzura, su entrega, sus pasiones compartidas conmigo no eran fruto de nuestro entorno social. La forma como me cuidó cuando yo estaba roto por Claudia no eran una consecuencia de compartir un estilo de vida o unas tradiciones. Ahí había amor.

Molesto por el dirigismo de mi madre llegó el día de marcharnos a la playa. El plan era sencillo. El jueves después de comer nos íbamos Alba, mi madre y yo. Pasábamos la noche y la mañana del viernes y por la tarde Alba y yo nos volvíamos en mi coche para pasar el fin de semana en el chalé de Leyre y mi padre se unía a mi madre en el apartamento donde se quedarían el fin de semana.

Alba llegó a casa mientras mi madre terminaba de preparar sus cosas. Parecía contenta de venir a pesar de que yo tenía mis reticencias por la carabina. Y no me equivocaba. Desde que subimos al coche mi madre no paró de hablar, con Alba, eso sí. Yo escuchaba en silencio mientras mi madre le contaba a mi madre cosas de cuando era novia de mi padre.

Me temía que esa iba a ser la tónica de todo el viajecito. Afortunadamente al ser jueves no había tráfico en la autopista y tardamos poco más de una hora en llegar a nuestro destino. Yo conocía al apartamento pero no la reforma.

Aparcamos y mi madre quiso enseñarla a Alba la piscina comunitaria del bloque, poco transitada pues se había construido en la trasera de modo que toda la tarde quedaba en sombra. Al fin subimos en el ascensor. Cuando abrí la puerta no reconocí el apartamento de como yo lo tenía en mis recuerdos. Aunque algunos muebles se habían conservado, la obra había modificado bastante el piso.

Se entraba directamente al salón que había quedado más pequeño de como yo lo recordaba con la cocina americana con una península en un lateral. Mi madre había sustituido el viejo sofá con sillones de orejas de la tía por un moderno sofá de 4 plazas con chaise longe. Sin mesa baja y con una tv pequeñita directamente en la pared. Al fondo se veía la gran terraza. En la reforma la habían cerrado con una cristalera corredera que la dejaba casi completamente abierta en verano pero la convertía en una sala acristalada y soleada en invierno. Mi madre había instalado allí una mesa exterior de comedor con 6 sillas.

Pero lo que realmente más gusto a Alba fue como se veía la playa a los pies de aquella 5ª planta en pleno paseo marítimo con toda la bahía abriéndose en un precioso día de verano algo fresco por el empuje del viento de poniente viéndose las torres del la ciudad recortadas sobre un mar de plata que reflejaba la luz vespertina del sol.

-Venid, que os enseño las habitaciones y ya nos cambiamos de ropa y nos ponemos cómodos.-propuso mi madre.

La seguimos. Yo en ese momento empecé a pensar ¿cómo vamos a dormir? Pero mi madre ya lo había pensado todo. Primero nos llevó al dormitorio de matrimonio. Habían sustituido la vieja cama de la tía por una cama más moderna con cabecero de tela.

-Aquí voy a dormir yo…-explicó mi madre- para vosotros el reservado el dormitorio de Luis.

Con el espacio eliminado del salón y parte del dormitorio principal mi madre había sacado un dormitorio sencillo con un pequeño armario empotrado y dos camas que estaban en el centro de la habitación con dos mesillas de noche, todo muy novedoso, con colchas de colores vistosos, muy del estilo de esa tienda sueca de muebles de automontaje.

-En el armario podéis colgar la ropa para que no se arrugue. Os dejo que os cambiéis que yo me preparado para bajar un rato a la playa ¿no?

Alba y yo nos quedamos muy cortados sin saber que hacer. Íbamos a dormir juntos por primera vez. Eso sí, con mi madre al otro lado del tabique.

Mi madre bajó un momento al supermercado mientras nos cambiábamos de ropa. Aunque yo no tarde ni dos minutos en cambiar bermuda y polo por bañador y camiseta, Alba me echó de la habitación para cambiarse. Eso sí salió envuelta en el pareo que se había comprado anudado.

Siempre me he admirado de la habilidad que tienen las mujeres para vestir algunas prendas. El pareo estaba colocado de forma que cubría su cuerpo ajustándose a su cintura y pecho y anudado en su cuello dejando toda su espalda al aire sin más cobertura que el lazo del bikini. Eso sí, tardo en salir el tiempo de que mi madre volviera y yo la ayudara a guardar lo que había comprado. La excusa de Alba era que se había echado ya la crema solar, pero mi madre tardó apenas 5 minutos en hacer lo mismo.

Pasamos por el trastero para coger butacas y una sombrilla y en 10 minutos ya estábamos en la playa con todo colocado. Yo me quité la camiseta y me senté al sol aprovechando que ya empezaba a decaer su fuerza, pero mi madre me obligó a untarme crema solar.

Alba se quitó el pareo quedándose en bikini. Yo no me acordaba del que se había comprado pues después de tantos que se había comprado mi memoria ya no alcanzaba. Pero no pude evitar alabarle el gusto, pues el que llevaba puesto era verde botella con sujetador de triángulo que sostenía y envolvía sus grandes pechos mientras que la braga era clásica de talle bajo con dos nudos en sus caderas. Me contuve de decir algo más por la presencia de mi madre carabina.

Evidentemente, con los tres sentados, mi madre no tardó en ponerse a contarnos historias y lugares que visitar en la zona. Pero nos dio jarilla pues decidió irse a dar un paseo por la orilla dejándonos solos un momento.

-¿Te está dando mucho la brasa?- le pregunté.

-No, es muy amable.

-Conmigo puedes ser sincera.

-Jajajaja. De verdad, lindo. Mira, nos ha traído a la playa, y nos ha dado una habitación para los dos. Lo que no sé es como explicarlo en casa.

-Si no te preguntan tú ni lo cuentes…-recomendé- que no quiero perder lo que tengo entre las piernas…

-Jajajajajaj, noooooo. Mi padre no es tan malo. Y esa cosita me gusta mucho…

-Pues esta noche…

-Eso sí que no, Luis. Con tu madre al lado. ¿Y si nos oye?

-¿No crees que nos ha dejado una habitación para que tengamos intimidad?

-Ya, pero una cosa es dormir y otra…

-Pues vas a tener que amarrarme porque estás muy buena y no se yo…

-En serio, Luis, que sabes que así no puedo. Cuando estemos solos, pero así, uffff, ya me estás poniendo nerviosa…

Pues sí que se planteaba bien la noche con mi novia en plan monja cortada porque estaba mi madre. Aunque tampoco era tan grave, pues el fin de semana dormiríamos en el chalé de Leyre. Aunque, a saber qué excusa se inventaría allí.

Antes de que se pusiera el sol subimos al apartamento, apenas a 50 metros de donde habíamos pasado la tarde en la playa. Mientras yo guardaba las cosas en el trastero mi novia y mi madre fueron subiendo al apartamento. Para cuando yo llegué mi chica ya se estaba duchando. Me senté en la terraza con una cerveza fría y me quedé observando la puesta de sol en el horizonte, que en esta época del año desplazada hacia el norte lo hace tocando tierra dejando la preciosa estampa del reflejo en el mar mientras se pierde en el contraluz del puerto deportivo.

Oí salir a mi chica de la ducha y dirigirse veloz al dormitorio envuelta en una toalla. Mi madre me preguntó si quería pasar yo, pero le cedí el puesto pues yo me vestía en 5 minutos. Mientras mi madre se duchaba salió Alba con el pelo envuelto aún en una toalla pero ya se había puesto un vestido rojo de florecitas blancas muy veraniego, corto hasta medio muslo y un poco escotado de espalda. En el poco rato que habíamos estado al sol ya había pillado algo de bronceado tomando su piel un color tostado muy bonito.

-Que guapa…

-Gracias.

-¿Quieres una cerveza mientras sale mi madre?

-No, lindo. ¿Quieres tú otra?

-Bueno…

-Espera, que te la traigo.

Me trajo el tercio de nuestra cerveza nacional del frigorífico ya abierto y se sentó a mi lado.

-Me encantan las vistas…-me dijo.

Girándome a ella contesté:

-Ahora están más bonitas todavía…

Me sonrió invitándome a besarla y así hice, pero al oír la puerta del baño abrirse dio un respingo y se echó hacia atrás. Mi madre avisó:

-Siguiente en el baño.

Me levanté molesto por la actitud reprimida de Alba. Pero el mosqueo me duró poco. Los 5 minutos que tardé en ducharme y salir con una toalla en la cintura. Porque al salir del baño me encontré a mi chica sentada en una silla mientras mi madre le peinaba la melena diciéndole:

-Me habría gustado tener una niña también, pero el parto de Luis fe muy difícil y el medico me desaconsejó. Pero siempre he deseado poder peinar a mi niña…

No os voy a negar que la escena me conmovió. Y que esa complicidad entre mi novia y mi madre auguraba una buena relación. No dije nada y entré a vestirme al dormitorio. Náuticos, camisa hawaiana y bermudas.

Me senté junto a ellas y tomé la cerveza que me había servido Alba para terminármela mientras mi madre me decía:

-Le estaba contando a Alba lo que me habría gustado haber tenido una niña en casa…

-Mejor que yo…

-No seas tonto. Te hemos querido siempre con locura. Demasiado mimado te hemos tenido a veces…

Alba sonreía con complicidad asistiendo al diálogo entre madre e hijo. Sus mejillas y su punta de la nariz sonrosadas por el sol hacían asomar unas leves pecas que le hacían parecer una niña más joven pero también algo más traviesa.

-Pero no es lo mismo vestir a un niño que a una niña- contaba mi madre- Peinarla. ¡Qué pelo más bonito tienes, hija! Lo que habrá disfrutado tu madre peinándote, poniéndote lazos y trencitas…

-Bueno, a veces se quejaba- explicó mi novia- Porque yo no me cuidaba mucho el pelo y me tenía que quitar enredos.

-Pero es que tienes un pelazo. Mira, así con la melena ondulada estás preciosa. Demasiado guapa para este mequetrefe. Seguro que no te dice lo guapa que estás como su padre…

-Que va. En eso no me quejo.-respondió mi novia.

-Mejor me voy que al final me llevo un bofetón- dije rematando la cerveza.

-Jajajajaj. Venga vámonos a ver si os gusta donde os llevo a cenar- remató mi madre.

No tuvimos que caminar mucho. Apenas 300 metros desde el edificio donde estaba el apartamento de la tía. Bueno, nuestro apartamento. No terminaba e acostumbrarme. Nos sentamos en una terraza de un restaurante típico con pescados y mariscos de la bahía. Hacía fresco, por lo que mi madre se llevó un chal y mi novia una torera vaquera. Yo me hice el machote saliendo sin nada de abrigo y admito que pasé frío.

Mi madre nos iba preguntando por lo que nos gustaba según iba mirando la carta y cuando llegó el camarero pidió una botella de vino blanco de la tierra, un aliño de huevas, ración de gambas, cazón en adobo y acedías fritas.

La cena fue agradable. Se nos notaba ya más relajados y yo notaba que mi madre y mi novia habían conectado. Ojalá significara que mi chica se relajaba. Tras la cena nos sentamos en una heladería antes de subirnos a casa.

Al llegar al apartamento mi madre admitió que estaba muy cansada pues había trabajado por la mañana y que se iba a acostar pero nos animó a que nos fuéramos los dos a una discoteca o un pub de fiesta. Mi chica me sorprendió tirando de mí que pensaba más en cama.

Pese a estar ya a finales de junio no había mucha marcha el jueves por la noche pero aun así nos fuimos andando a un chiringuito discoteca que había en uno de los extremos de la playa. Nos tomamos una copa y mi novia se empeñó en bailar un rato. En realidad bailó ella, porque yo me limitaba a rodearla con mis brazos mientras ella se contorneaba.

Volvimos abrazados por el paseo marítimo parándonos cada poco a besarnos. Subimos al apartamento con la risa floja, pero fue mi chica la que me dijo que no hiciéramos ruido que íbamos a despertar a mi madre. Se metió en el baño pues venía orinándose desde la mitad del paseo de vuelta y yo entré al dormitorio a quitarme la ropa. Cuando Alba pasó al dormitorio me encontró en calzoncillos.

-¿Qué haces así?- me preguntó.

-Duermo así.

-¿No te pones pijama?

-En verano no. Ni siquiera he traído. Para estar contigo y con mi madre no me hace falta…

-Pero es que tu madre va a pensar…

-A ver Alba. Relájate, que lo estábamos pasando muy bien. Mi madre sabe que duermo así. Cuando nos dio el dormitorio supondría que tú ya me habías visto en calzoncillos, y hasta sin ellos…

-Ay, Luis. Qué corte de verdad.

-Venga anda, ponte tu pijama o lo que hayas traído y vamos a la cama.

Me fui al baño mosqueándome de nuevo por los miedos de mi chica. Demasiados prejuicios. Demasiado autocontrol. Cuando terminé de mear y lavarme los dientes volví. Alba estaba ya acostada esperándome tapada con la sábana. Al verme me preguntó:

-¿En qué lado quieres dormir?

-Donde tú estés…-respondí cerrando la puerta.

-Tonto, en serio. A lo mejor duermes de lado, o boca abajo…

-Voy a dormir agarrado a ti, así que elige la postura tú…

Sin esperar la respuesta me metí en la cama bajo la sábana y me tumbé a su lado. Pero cuando hice el gesto de echarme sobre ella para besarla me dijo susurrando:

-Luis, estoy muy nerviosa. No podemos hacer nada con tu madre aquí al lado.

-Te prometo que no grito…-respondí cogiéndola por la cintura para arrimarme.

-En serio, Luis. Que tu madre es muy buena persona y no quiero quedar mal con ella.

-Pues trata bien a su hijo…

-Joooo, que no estoy de broma.

-Vale- respondí tumbándome boca arriba de nuevo- ¿Y si probamos a dormir abrazados? Sabes que me gusta respetar tus tiempos. ¿Eso también te incomoda?

-No te enfades conmigo.

-No me enfado.

-Se te nota que estás molesto.

-No.

Alba se echó al fin en mi hombro acariciándome el pecho. Estaba sin sujetador y sentí su pecho aplastarse contra el mío dentro de su pijama.

-Perdóname Luis…

-Perdóname tú.

Mi chica se acomodó sobre mi pecho mientras yo pasaba mi brazo por detrás de su cabeza y nos quedamos en silencio abrazados. Al menos sentía su cuerpo pegado al mío y su mano acariciarme. Se quedó dormida antes como pude comprobar con su respiración profunda. Al menos era señal de relajación. Lo difícil iba a ser relajar mi entrepierna.

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