AKUARIES
11.
El día siguiente Isa y Lucía iban en un autobús. Lucía sujetaba una carpeta bastante grande, donde llevaba sus bocetos.
-Hay que ver donde vive esta tía, eso está en el quinto coño, dos autobuses para llegar y después caminar un rato.- Se quejaba Isa.
-No te empieces a calentar, que luego llegaremos y le soltarás alguna fresca sin ton ni son.- La alertaba Lucía.
-La fresca se la voy a soltar de todas maneras, no te preocupes, no la trago tía.- Lucía reía.
Llegaron caminando a la entrada de la propiedad de Mercedes, en ese momento salían de un coche dos de los compañeros.
-¿Habéis venido caminando?- Preguntaba uno.
-En bus.- Contestaba Isa.
-Pues podemos quedar y venís con nosotros, él y yo hemos quedado en el centro.- Comentaba el que conducía el coche.
-Pues estaría bien, el centro no nos queda tan lejos como esto.- Decía Lucía.
-Vale, ya quedaremos para venir mañana.- Acabó diciendo el conductor.
Se quedaron los cuatro mirando la casa desde fuera.
-¿Esto es una casa? ¿O es el hospital que queremos hacer en el trabajo?- Decía uno de los chicos, sacándoles unas risas a los demás.
-Anda llamar, que se nos va a hacer tarde.- Avisaba Lucía al grupo.
Les abrieron desde el interior, recorrieron un caminito por el jardín delantero y llegaron a la puerta principal del edificio. Les esperaba Mercedes.
-Muy justos de tiempo habéis llegado.
-Todavía no son las cinco ¿O es que tú llegas media hora antes a los sitios?- Le contestaba Isa.
Mercedes, sin contestarle, ni mirarla, abrió la puerta del todo para que entraran, la cerró detrás de ellos y caminó la primera para que la siguieran, iban pasando por un extenso recibidor. Isa le hizo un gesto con la vista a Lucía, para que se fijara en que Mercedes, caminaba con la manita levantada, como si llevara el bolso colgando sin llevarlo.
-¿Has visto? Debe ser una costumbre de la gente rica.- Se cachondeaba Isa. Lucía se tapaba la boca para no reírse, los chicos no sabían que había hecho reaccionar así a Lucía.
Después pasaban por un salón enorme, Mercedes caminaba orgullosa, sabiendo que estaba impresionando a sus compañeros.
-Que suerte vivir en una casa tan grande ¿Eh? O sea, te puedes perder y los demás no tienen por qué aguantarte ¿Verdad Mercedes?- Se cachondeaba Isa, los demás disimulaban la risa. Mercedes la miró de reojo sin contestarle.
-Empezamos bien la tarde.- Pensaba Lucía.
Salieron a la terraza, una gran terraza claro, con vistas a una piscina alucinante. Había una mesa bastante grande con ocho sillas, de pie, estaban los que faltaban para completar el grupo. Lucía los empezó a saludar, cuando vio en la otra punta de la terraza, otro grupo de gente. Ocho personas más y entre ellas… Carlos. Se acercó a Mercedes.
-Perdona ¿Es que has dejado que otro grupo venga a hacer el trabajo a tú casa?-Le preguntó.
-No, es el grupo de mi hermano gemelo, Carlos ¿No lo ves allí?
-¡Carlos!… ¿Carlos es tu hermano?- Preguntó inocente y sorprendida Lucía.
-Carlos Santiesteban, sí, como yo ¿O es que no sabías mi apellido?
-No, no lo sabía.- Respondía Lucía sin dejar de mirar a Carlos, Isa que veía que algo pasaba se acercó a Lucía.
-¿Qué pasa?- Le preguntó Isa a Lucía.
-Que Mercedes es la hermana gemela de Carlos.- Respondió Lucía sin dejar de mirar a Carlos.
-¡Sí hombre! Si no se parecen en nada.- Decía Isa mirando a Mercedes, intentando encontrar algún parecido con su hermano.
-O sea, que no nos parezcamos no quiere decir que no seamos gemelos.- Se defendía Mercedes.
-Entonces… Esta es la casa de…-Pensaba en voz alta Lucía.
-Sí, esta es la casa del gran arquitecto Antonio Santiesteban, mi padre.
Lucía e Isa se miraban.
-¿Está aquí? Es uno de mis arquitectos favoritos, ese edificio por el que le han dado tantos premios es una auténtica maravilla.- Preguntaba Lucía.
-No, no está, estas tardes se van a la Casa de Campo.- Respondía Mercedes.
-Claro, claro, a la Casa de Campo.- Añadía Isa de cachondeo.
-Ya les he dicho que no hacía falta, podrían estar en el ala norte y nadie les molestaría, pero no me hacen caso.- Añadía Mercedes, para que supieran lo grande que llegaba a ser la casa.
-Ya ves Lucía, en el ala norte, escucha Mercedes, controlarlo bien, o sea, porque cualquier día sale la casa volando con tantas alas que tiene.- Volvía a cachondearse Isa, a los demás se les escapó una carcajada, a todos menos a Celestina, ‘Celes’ para los amigos.
Con las risas se giró Carlos, miró fijamente a Lucía, que también le estaba mirando a él.
-Estás muy graciosa hoy Isa.- Le dijo Mercedes, mirándole directamente a la cara por primera vez, Isa la provocaba con una risilla.
Lucía, aprovechó para agarrar a su amiga del brazo y apartarla, así también apartaba ella la vista de Carlos.
-Ya está bien Isa, te has pasado un poquito con Mercedes.- Le recriminaba Lucía a su amiga.
-¿Qué? ¿Nos sentamos ya y empezamos a trabajar?- Comentaba uno de los chicos.
Sin decir nada se fueron sentando. Lucía fue la única que se quedó de pie, abrió su carpeta y fue distribuyendo los bocetos por la mesa, de reojo, veía como Carlos, mientras escuchaba a uno de sus compañeros, no le quitaba la vista de encima, eso la incomodaba, así que prefirió concentrarse en darles a sus compañeros las explicaciones pertinentes del proyecto.
Cuando acabó Lucía de dar explicaciones se sentó, los compañeros miraban uno a uno todos los bocetos, unos se sorprendían, una arrugaba el ceño, dando a entender que no estaba de acuerdo, Mercedes, otra parecía que no tenía opinión, Celestina, ‘Celes’ para los amigos.
-Perdona ¿Todo esto lo has hecho en dos días?- Comentaba uno de los compañeros.
-Sí, bueno, solo son unos dibujos hechos con prisas, para tener una idea por dónde empezar.- Respondía Lucía con humildad.
-En fin, o sea, a mí me parece que lo podríamos mejorar bastante…- Empezaba a hablar Mercedes.
-Está perfecto ¿Qué vamos a mejorar Mercedes? Con todo esto podemos empezar a trabajar ya mismo.
Rectificó otro compañero, no dejándola ni acabar la frase, todos los demás estuvieron de acuerdo, menos Celes claro, que no decía nada.
-Creo que podríamos empezar a distribuir las tareas, yo en el anterior proyecto hice un bar restaurante, así que me gustaría cuidarme de la zona del bar y auto servicio.- Comentaba uno de los chicos.
-Me parece perfecto, apunto.- Decía animada Lucía, sacando una libreta tomando notas.
-¿Tú qué quieres hacer Celes?- Preguntó Lucía.
Celes miró de reojo a Mercedes, parecía que le pedía hasta permiso para hablar.
-Bueno… O sea, yo… presenté un parking en mi anterior trabajo.
-Pues perfecto, puedes encargarte de las dos plantas de parking subterráneas.- La animaba Lucía.
-No lo va a hacer bien, siempre se…- Empezaba a decir Mercedes.
-Lo va a hacer perfectamente, yo confío en ti Celes, estás capacitada para hacer un buen trabajo, estoy segura.
Envalentonaba Lucía a Celes, mientras le agarraba la mano para darle más fuerza a la frase. Celes la miraba medio asustada, Lucía le volvía a repetir.
-Lo vas a hacer bien Celes, lo harás bien.
-Celes cambió la expresión, se le notaba en la cara que le estaba subiendo la autoconfianza, los demás compañeros también la animaban, ella iba girando la cabeza mirándolos uno a uno con una sonrisa. A quién no miró fue a Mercedes, ya sabía que aquello no le gustaría a su amiga.
Se fueron distribuyendo las tareas, Mercedes escogió una de las plantas de habitaciones para los enfermos, otro chico escogió otra.
-No sería mejor que las plantas de habitaciones, fueran todas gemelas, o sea, si yo proyecto una ¿Las demás no tendrían que ser iguales?- Opinaba Mercedes.
-Bueno, esta es una de las cosas que podríamos mejorar de los hospitales que conocemos, todos tienen las mismas plantas, son iguales, a veces les cambian el color para que sepas dónde estás. Pues nosotros, podríamos hacer diferentes distribuciones, que sea un hospital ‘más amable’ con los enfermos, no tiene porque ser un sitio frio y desangelado, puede tener color y alegría ¿Qué pensáis?- Recomendaba Lucía.
-Psss- Se le escapaba a Mercedes.
-Me parece genial.- Dijo levantándose uno de los chicos.- Estas ideas, este proyecto, todo esto es… fantástico.- Remató el mismo chico, los demás lo miraban con una sonrisa dándole la razón, menos Mercedes que parecía enfadada con el mundo.
Se fueron repartiendo las diferentes plantas, los accesos, en fin, todo. Lucía e Isa, se quedaron con la planta baja y los quirófanos, excepto el restaurante, nadie se atrevió a pedirlo y se lo quedaron ellas, además, Lucía se ofreció para hacer la fachada del edificio y la cubierta.
A la hora y media, la mitad del tiempo que habían estipulado para la reunión, aparecieron dos camareras, una con una bandeja grande, donde llevaba algunos zumos y vasos, otra con cosas para picar. Las dejaron encima de una mesa auxiliar.
-Mi hermano y yo, hemos pensado que, o sea, como íbamos a estar mucho tiempo aquí, valía la pena hacer un pequeño ‘coffee break’.- Anunciaba haciéndose la interesante Mercedes.
-¡Uy nena! Un ‘coffee break’ y todo.- Le decía en voz baja Isa a Lucía, levantando la manita como Mercedes.
Los chicos se fueron levantando, acercándose a la mesa auxiliar. Lucía vio que también lo hacía Carlos, así que ella se quedó alejada, apoyada en una columna mirando el bonito jardín.
De reojo, vio como se le acercaba Carlos, con un vaso de zumo en cada mano, cruzó los brazos, se estaba poniendo nerviosa.
-No sabía que zumo te gusta, he traído de naranja y melocotón ¿Cuál quieres?- Le preguntó Carlos con amabilidad. Lucía no sabía qué hacer, seguía mirando el jardín, se sonrojaba, pensando en las veces que se había masturbado y corrido pensando en ese chico.
-¿Te gusta el jardín?- Preguntó de nuevo Carlos, intentando que le hiciera caso. Lucía pensó, que al final parecería una retrasada y una mal educada si no se giraba, así que lo hizo.
-Sí, es muy bonito.- Contestó lo primero que le vino a la cabeza.
-¿Naranja o melocotón?- Volvió a preguntar él.
-¿Qué?
-Que si prefieres naranja o melocotón.- Le dijo Carlos con paciencia, levantando los vasos alternativamente enseñándoselos para que escogiera uno.
Lucía creyó que Carlos pensaría que era tonta si seguía así.
-Este mismo, muchas gracias.- Contestó Lucía agarrando uno de los vasos.
-Lo diseñó mi padre.
-¿El qué?- Preguntaba Lucía, otra vez despistada.
-El jardín Lucía ¿Estás bien?- Se le veía preocupado al chaval.
-Sí, sí, perdona, estoy bien. Es que ha sido una reunión intensa, creo que todavía me estoy recuperando.- Encontró una excusa decente Lucía.
Se quedaron los dos mirando, sin decir nada, Lucía se estaba incomodando.
-Tiene muy buen gusto.- Decía Lucía para salir del paso.
-¿Quién?- Respondía Carlos, ahora el despistado era él embelesado en los ojos de Lucía.
-Tu padre, por lo del jardín ¿Estás bien?
Carlos se partía el pecho de risa.
-Me la has devuelto, chica lista, me encanta. Sí, toda esta casa, el jardín, la piscina, todo lo proyectó mi padre, poco después de casarse con mi madre, cuando estaba embarazada de nosotros, supongo que pensó que necesitarían una casa más grande.
-Pues le ha quedado muy bonito…
Fueron hablando con más naturalidad, de las cosas de la casa, sin entrar en asuntos personales. Lucía vio como Isa, que hablaba con otros compañeros, la miraba con una sonrisilla. Sabía que cuando se fueran de allí, le haría alguna broma de las suyas.
Una hora más tarde daban por acabada la primera reunión, Lucía recogió las láminas rápidamente, le metió prisas a su amiga para irse y se despidieron levantando la mano del otro grupo, donde estaba Carlos, que también levantó la mano mirándole a los ojos a Lucía.
-¿Por qué estás tan nerviosa Lucía?- Le preguntaba Isa al salir de la casa.
-No estoy nerviosa, solo es qué…- Intentaba excusarse Lucía.
-Solo es… que se te caen las bragas por Carlos, que te conozco nena.
-Venga, venga, que exagerada eres tía.
-¿Qué chicas? ¿Nos vamos?
Preguntaba el chico del coche junto con su amigo, saliendo detrás de ellas.
-Sí, sí, tenemos que quedar para mañana.- Contestaba Isa, preocupada de conseguir un transporte mejor que el autobús.
Lucía respiró, no le estaba gustando por donde iba la conversación con su amiga, también se dio cuenta, que al día siguiente, jueves, habían vuelto a quedar, volvería a ver a Carlos y no podría evitar tener otra conversación con él. En ese momento no sabía si eso la tensaba o le gustaba.
Carlos y Lucía entraban juntos en la casa de Lucía, con prisas se metían en su habitación, cerraban la puerta, se miraban mientras Lucía le rodeaba el cuello con sus brazos, se besaban con pasión. Ella se agachó, le bajó la cremallera del pantalón y le sacó la polla, se la metió en la boca chupándosela con excitación, se la apretaba con la mano, se la succionaba con la boca, Carlos gemía de gusto mirando el techo, a la vez que le sujetaba con delicadeza la cabeza a Lucía para poder follarle la boca a su ritmo, con la profundidad que más le excitaba, ella se atragantaba cuando le llegaba la punta de la polla a la garganta, pero seguía succionando, lo que hiciera falta para darle placer a Carlos.
Él la levantó estirándola en la cama boca arriba, le metió las manos debajo de la falda y de un tirón le rompió el tanga quitándoselo. Buscó con su boca los muslos de Lucía, los lamió suavemente mientras subía buscándole el coño. Lucía respiraba precipitadamente, esperando el momento, le abrió el chichi con dos dedos y le pasó la lengua unas cuantas veces de arriba abajo, ella gimió, le rodeó el clítoris con la boca, con la lengua le daba vueltas. Lucía movía las caderas del gusto, jadeaba, gemía y se le escapaba algún gritito.
Le agarró del pelo, estirando suavemente, para que él pusiera la cabeza a la altura de la suya.
-Fóllame, fóllame duro, quiero sentirte…- Le pedía Lucía excitada.
Se desnudaron, o se acabaron de quitar la ropa que les quedaba puesta. Lucía abrió las piernas todo lo que pudo, ofreciéndole el coño abierto y mojado. Carlos se dejaba caer encima de ella, se agarraba la polla, apuntándola en la entrada de la vagina, de un golpe, certero y duro, la empotró contra la cama. Lucía gritó rodeando la espalda de Carlos con sus brazos, él le sacaba la polla volviendo a penetrarla con dureza, ella volvía a gritar agarrándose a su espalda. Él se la metía a buen ritmo, sin descanso, mirándole la carita, como le cambiaba, como se excitaba, como los ojitos se le torcían del gusto y como le llegaba el primer orgasmo. Lucía se retorcía de gusto, se corría agarrándose a la espalda y el culo de Carlos, este sin compasión seguía empotrándola.
Justo acabó del primer orgasmo, Carlos agarrándola por las caderas, la giró, la puso a cuatro patas, ella apoyó la cabeza encima de la sabana, él se acercó por detrás, sin miramientos le pegó un pollazo en el coño enorme, hizo que Lucía levantara la cabeza gritando. Carlos siguió con un buen ritmo, a ella se le juntaba el recuerdo de la primera corrida con el placer que le volvía a subir por el cuerpo. Carlos jugaba lubricándole el agujerito del culo, se lo mojaba con saliva, le metía la puntita de un dedo, Lucía gritaba más fuerte al notarlo, levantaba la cabeza y le pedía más a su amante.
Él metió una mano por debajo de Lucía, agarrándole una teta, se la estrujaba con cuidado, sin dejar de penetrarla, ella volvía a levantar la cabeza del placer. Esa mano bajó, le sacó la polla del coño y le metió con destreza dos dedos, siguiendo con la follada. Lucía abrió los ojos, al notar cómo le estaba apuntando la polla en el agujerito del culo, poco a poco, pero sin parar, se la fue introduciendo hasta el final. Ella gritó, el cuerpo le dio un espasmo, Carlos le estaba follando el coño con dos dedos y el culo con la polla. El gusto que le subía era insoportable, se volvió a correr, con el primer grito, notó el primer lechazo en su culo, ella se fue moviendo, dándose placer y dándoselo a Carlos que se estaba corriendo llenándole el culo de leche, sin dejar de follarla con los dedos. Cayeron los dos rendidos encima de la cama.
Entonces, se despertó Lucía.- ¡Dios mío! Ha sido una pesadilla, bueno, pesadilla, pesadilla, tampoco, ha sido un polvazo.- Pensaba ella mientras comprobaba, con sorpresa, como tenía mojado el coño y dilatado el culo. Se había metido sus dedos por todos los agujeros posibles, seguramente a la vez, como en el sueño. Y que bien follaba Carlos en sus sueños, pensaba, mientras se giraba apoyando la cabeza en la almohada con una sonrisilla. Se quedó dormida como una bendita.