AKUARIES

10.

Cuando llegó Lucía a su casa se puso a trabajar con los bocetos. Unas tres horas más tarde llegaba Pablo, al entrar vio la puerta de la habitación de su hija cerrada, síntoma de que estaba dentro, intentó pasar sin hacer ruido, cuando la puerta estaba cerrada no molestaba, podría estar con alguien, o lo que fuera, y mejor dejarle intimidad, había pensado siempre su padre.

-¿Papá?- Escuchó al pasar Pablo.

-Sí soy yo.- Respuesta tonta, estaba claro que era él, nadie más tenía llaves de la casa.

-Ahora salgo ¿Me esperas en el salón por favor?

-¿Tengo tiempo de ducharme cariño?

-Sí, sí, claro.

Cuando Pablo salió de la ducha, Lucía había extendido por encima de la mesa del comedor, varias láminas con bocetos. Su padre se acercó observándolas con una sonrisa, le encantan esos tipos de trabajos universitarios. De pie, junto a la mesa, los observaba acariciándose con un dedo los labios, al otro lado Lucía lo observaba a él y a los bocetos.

-¿Qué? ¿Qué te parecen?- Preguntaba impaciente Lucía.

Pablo, la miró con una sonrisilla al verla nerviosa.

-Por lo que veo es un hospital ¿Ha sido tuya la idea?

-Sí, ha sido mía, quiero sacar buena nota, al final del curso los trabajos harán media con las notas de los exámenes ¿Cómo lo ves?

Pablo seguía mirando.

-He dibujado hasta los accesos, no quiero que se me escape ningún detalle.

-Ya, ya.-Susurraba su padre.

-¿Pero? Porque conozco ese tonito en la voz.

-Así, por encima ¿Quieres que te diga lo que veo que falta o cambiaría?

-¡Coño papá! Por eso te lo enseñó.- Se impacientaba Lucía.

Pablo la volvía a mirar con una sonrisilla.

-A ver, corrígeme si me equivoco, esta parte de la plata baja, es la cafetería…

-Sí, cafetería, restaurante, auto servicio.

-Y esto de aquí debe ser la cocina.

-Correcto.

-Pues yo, la cocina la pondría más al fondo, empezando en aquella pared. Y esta otra parte, es urgencias, porque veo unos box dibujados.

-Sí, es la parte de urgencias, con una entrada por el lateral para ambulancias.

-Yo, en medio de esta sala tan grande pondría un almacén, con salida a la calle por la parte trasera del edifico, y unos ascensores internos.

Lucía lo miraba atenta.

-Así, que si pones la cocina con una salida a la parte trasera del edificio, y el almacén también tiene un acceso a esa parte, con un acceso por la parte de atrás, que ahora no veo que esté dibujado, las furgonetas o camiones que traigan material para la cocina, o el almacén de medicamentos y material de quirófano, por ejemplo, podrían dejar las mercancías directamente en el lugar adecuado, sin tener que ir con carretillas por el medio del edificio.

-¡Claro! Y los ascensores en el almacén, son para subir los medicamentos o lo que haga falta a las plantas de enfermos.- Levantaba la voz emocionada Lucía.

-Muy bien mi niña.

-¿Y qué más papá?

-Yo, haría más pequeña la zona de urgencias, y más grande la de la entrada, está la recepción, los ascensores y las escaleras, más una sala de espera. Es un sitio de paso, el principal, por aquí entra y sale la gente, debería ser un espacio abierto grande, donde la gente pueda circular con fluidez, o pararse a preguntar en la recepción sin molestar ¿Has pensado donde aparcará sus coches toda  esa gente? Porque en los hospitales es necesario un aparcamiento. Has dibujado unos ventanales muy bonitos, y unas ventanas de las habitaciones grandes y acristaladas, por ahí entrará el sol, bueno, si has pensado en la orientación del edifico ¿Lo has hecho? También necesitarías unas persianas graduables para dejar pasar el sol o no según convenga, con eso y unas placas solares en el techo, el tema energético estaría solucionado…

-Vale, vale, de acuerdo, me pongo a cambiar estas cosas. No me digas más que me agobio.

Le decía su hija, mientras, recogía con prisas las láminas de encima de la mesa. Caminó rápido y volvió encerrarse en su habitación.

-Ya no tenía nada más que decirte.- Susurraba solo, en el comedor Pablo.

El martes les llegó a todos la ubicación de la casa de Mercedes, como no podía ser de otra manera estaba situada en la mejor zona de la ciudad, una  urbanización para gente con mucho dinero, con su Club de Campo y todo. Estaba mirando el móvil Lucía, cuando le entró la llamada de su amiga Isa.

-¿Has visto donde vive la pija esa?- Le hablaba Isa antes de que pudiera reaccionar Lucía.

-¿Y dónde te crees que iba a vivir Isa? ¿En un barrio como el nuestro? No has visto la ropa que lleva, las pulseritas y collares, o el mismo bolso, que como dijiste ayer es carísimo. Pues vive en un barrio acorde a su condición.

-¡Ay Lucía! Como eres tía, yo te llamaba para despellejarla viva y tú dándole naturalidad.

Las dos amigas reían.

-Bueno, pija lo es un rato, eso no lo puede negar nadie.- Animaba Lucía a Isa.

-Pija y una guarra, no soporto que nos diga chonis a nosotras. Clasicista, eso es lo que es, una clasicista de mierda. Nos valora según la clase social.

-Tranquila Isa, si con esas ni nos hablamos, solo tenemos que acabar este trabajo y si te he visto no me acuerdo.

-Ya, ya ¿Has hecho algún boceto?

-Estoy a punto de acabar, para empezar a trabajar tengo lo suficiente.- Respondía Lucía.

-Mejor, porque he quedado con Manolo y te pasaremos a recoger, cenaremos pizza hoy.

-Como queráis, por mí no hace falta…

-Nada más que hablar, ponte mona, a ver si encuentras un novio de una vez.

-Yo no quiero ningún novio Isa…

-Eso decís las que no lo tenéis, luego, cuando os emparejáis, sois las más folladoras.

-Isa por favor.

La amiga se moría de risa.

-Tú prepárate, en cualquier momento llamo a tu puerta.

Lucía se despidió de su padre cuando la vinieron a buscar. Pablo se sentó en la mesa del comedor pensando, sabía que su hija llegaría tarde aquella noche, ir a cenar con sus amigos significaba tomarse una copa después, o dos. Se vistió y salió a la calle.

Llamó al timbre y esperó, escuchó acercarse alguien a la puerta del otro lado, su ‘amiga’ la abrió.

-¿Te importa si te hago compañía un rato?

-Pasa anda ¿Ha pasado algo?

-Lucía ha salido a cenar con los amigos, llegará tarde y a mí se me caía la casa encima.

-¿Cenarás conmigo?

-No he pensado en comprar algo para traer…

-En esta casa hay comida, y hay suficiente para los dos.

Pablo había entrado en la vivienda, su amiga le hablaba poniéndole bien el cuello de la camisa, él le apoyaba las manos en la parte baja de la espalda.

-Así que te sientes solito.

-Estoy cada vez más solo, Lucía se hace definitivamente cada día más mayor, en poco tiempo tendrá su vida independiente.

-Bueno, de momento no tiene novio ¿O sí?

-Si no lo tiene, es porqué no quiere.

-Eso es verdad, es guapísima la tía.

-Como tú, que cada día estás más guapa.

Ella sonreía.

-Y tampoco tengo novio.

-¿No tienes novio?

Le preguntaba con cierto cachondeo Pablo, a la vez que le daba un piquito en los labios, la agarraba por el culo y la levantaba para que ella enrollara las piernas alrededor de su cintura. Así la llevó hasta la habitación, estirándose con ella en la cama, le acarició la carita con suavidad, le dio un par de largos besos y le apoyó una de sus manos en el muslo.

-¿Y lo buscas?- Preguntó Pablo.

-¿El qué?- Respondía una despistada amiga.

-El novio.- Ella lo besó de nuevo con pasión.

-Bueno, en realidad estoy esperando que el amor de mi vida despierte…

Pablo no le dejó seguir hablando, la volvió a besar subiéndole la mano por el muslo, le agarró el coño sintiendo un suspiro de ella dentro de su boca. Le apartó las braguitas y le fue pasando lentamente un dedo por encima de los labios del chichi. Ella le bajó la cremallera del pantalón, metió la mano dentro buscándole la polla, que por supuesto encontró, agarró y sacó para pajearla.

Pablo le quitó  las bragas, ella la camiseta, él se desnudó, ella se acomodó en la cama abriendo las piernas, él suavemente se fue colocando en medio de las piernas de su ‘amiga’, la besó con cariño, a la vez que lentamente la fue penetrando hasta el fondo, ella le puso una mano en la nuca acariciándosela, otra en el culo apretándoselo. Entre delicados besos, suaves caricias y movimientos rítmicos follando, a ella el coño se le hacía agua.

-¡Dios! Eres tan delicado y dulce, me pones a mil.- Susurraba ella en el oído de Pablo.

-Es para que no te busques ningún novio.

La amiga le dio un buen golpe, con la palma de la mano en el culo.

-¿Eso te preocupa? Que me busque un novio.

El golpe que le dio en el culo, provocó que la penetrase con más fuerza, la chica soltó un fuerte gemido, él volvió a metérsela con la misma intensidad siguiendo el ritmo, ella fue entrelazando gemidos. Las manos nerviosas las fue moviendo por la espalda y el culo de Pablo, acariciando, apretando, las caderas subían y bajaban siguiendo el ritmo de su amante, la polla resbalaba en su interior con total facilidad, el ruidito que producía el roce, los estaba poniendo a los dos como motos. Cuando Pablo vio que ella se tensaba y le apretaba la espalda con las dos manos, sabía que estaba a punto de correrse. Se apoyó en las manos levantando el tronco, aceleró el ritmo penetrándola con más dureza, ella gritó y empezó a correrse, él aceleró los golpes de cintura follándola para correrse también. Después de un par de gritos de la amiga, Pablo se corrió, le llenaba el coño a lechazos, dando un grito en cada disparo, ella, con la cara desencajada por el placer, le miraba a los ojos corriéndose los dos a la vez.

Pablo se salió del medio de las piernas, dejándose caer al lado de su amante resoplando, ella se giró y apoyó su cabeza en el pecho de él.

-Otro gran polvo Pablo, nunca decepcionas.

-Tú, que me motivas.- Sonreía Pablo. Ella estaba pensativa.

-¿Pasa algo?

-Sabes, a veces pienso… pienso si después de tanto tiempo…

No siguió hablando, parecía que no quería seguir. Pablo le levantó la cabeza para mirarle la cara, le caían unas lágrimas por las mejillas.

-¿Estás bien? ¿Hay algo que me quieras decir?- Le preguntaba Pablo, preocupado por las lágrimas que le resbalaban por su bonita cara.

-A veces pienso, que acabarás conociendo a alguien y yo no te serviré para nada…

-¡Eh eh! ¿Cómo puedes pensar eso?

-No lo sé, es lo que siento.

-Escúchame.- Le levantaba Pablo la cabeza por la barbilla, mirándole a los ojos.

-Tú, tú eres la única mujer en mi vida, no he estado con nadie más, bueno, después de tener a Lucía me refiero. Y antes tampoco fueron tantas.

Ella volvió a colocar la cabeza encima del pecho de Pablo, rodeándole con sus brazos.

-Perdóname, ya lo sé.- Se disculpaba ella.

-Ya sé que te gustaría dar un paso más, solo te pido un poco más de tiempo…

-¿Más tiempo? Que cara tienes tío ¿Sabes el tiempo que hace que estamos juntos? Sin que nadie lo sepa, a lo mejor es que te parece poco tiempo eso.- Se quejaba ella mientras se levantaba de la cama.

-¿Tantos años hace ya?- Preguntaba él extrañado.

-Sí, lo sabes de sobra, aunque ya sé que te gusta hacerte el tonto.

Pablo se levantó con prisas siguiéndola, se metieron los dos en la ducha, ella ponía en marcha el agua comprobando si estaba caliente, él le acariciaba el culo y le rodeaba con un brazo la cintura.

-Tendremos que celebrarlo ¿No?- Ella se giró, levantó la alcachofa de la ducha dejando caer el agua encima de la cabeza de Pablo.

-No sé ¿Qué propones que hagamos?

-Una buena cena…

-Ya.

-Y unas vacaciones los dos juntos.

-¿Vacaciones juntos?- Se extrañaba ella mirándolo como si Pablo se hubiera vuelto loco.

-¿No te parece bien?

-Es… es… es que me has sorprendido. De verdad querrías venir conmigo de vacaciones, nunca hemos hecho algo parecido.

-Donde tú quieras, cuando quieras.

Se abrazó a su cuello besándolo, le miró a los ojos.

-Siempre sabes contentarme, si es que no puedo tener ninguna queja de ti.

-Así ¿No te buscarás ningún novio?

Ella le dio otro fuerte azote en el culo, partiéndose los dos de risa.

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