KERANOS
-¿Todo bien?
-Sí. Supongo…
-¿Por?
-No sé, Javi… Actúan como si no pasara nada. No entienden lo importante que es esto para mí. Me estoy yendo de casa para empezar a construir mi futuro.
-Elena, están tranquilas porque saben de sobra lo fuerte que eres y que puedes con todo. Y tu futuro ya lo empezaste a construir cuando fuiste a la universidad. Lo ven igual que entonces. Además, no estamos tan lejos, vendremos mucho para ver a todos, no te preocupes.
Elena empezó a reír, abrazándome con más fuerza.
-Gracias, mi amor.
-¿Por qué? ¿Por decirte la verdad y algo que ya deberías saber de sobra?
-Por apoyarme siempre, por hacerme ver las cosas desde tu punto de vista, por preocuparte tanto por mí, por animarme, por ser siempre tan genial. Por quererme.
-Pfff… Elena…
-Estoy un poco mosqueada con mi hermana.
-¿Por?
-Pasa de todo. Le da igual que me vaya.
-Bueno, no te debería pillar de nuevas…
-Cuando me fui a la universidad lloró mucho.
-Pero no es lo mismo. Ya sabemos cómo es ahora, entonces sería pequeña, ¿no?
-11 añillos tenía. Estaba todo el día conmigo. Todo el día buscándome para jugar. Pero ahora…
-Elena, te sigue queriendo igual que entonces. Es tu hermana, ¿cómo no te va a querer?
-Si ya, Javi… Pero… Echo de menos esos momentos con ella. A veces noto que no tengo una hermana, ¿sabes? Tener esos momentos de complicidad, de ayuda mutua, esos momentos de confesiones, de hacernos mejores personas la una a la otra.
-Ay… -dije en forma de suspiro- Elena, cada vez me sorprendes más.
-¿Por qué?
-Conforme pasa el tiempo te voy descubriendo más y más y me resulta increíble cómo sientes las cosas. Es como si tuvieras un huracán dentro de ti.
-Jejeje.
-¿Se lo dices así a ella?
-No…
-¿Por qué?
-Porque la conexión que tengo contigo es mayor. No me abro con nadie como lo hago contigo.
-Joder…
-¿Qué pasa?
-Eres la única persona que es capaz de ponerme un nudo en la garganta de esta manera…
Elena me abrazó, quedándose encima de mí. Me empezó a dar besos en el cuello, pero no como ella sabía que me ponía a mil. Lo hacía con un cariño, lentitud y suavidad insuperables. Era uno de esos momentos en los que se te olvida todo y estás en otro mundo. Uno de esos momentos en los que se te graba en la cabeza hasta el olor, ese olor tan dulce que siempre tenía. Me abandoné al momento, aguantando ese abrazo durante un buen rato hasta que abrí los ojos y me encontré a Maribel mirándonos con una sonrisilla muy tierna. No quiso molestarnos y me hizo un gesto para decirme que se iba a dormir. Yo le sonreí asintiendo y se fue. Al rato Elena se echó sobre mi pecho, acariciándomelo. Yo le daba besos en la cabeza mientras le daba caricias también, pero en la espalda.
-¿Cómo quieres hacerlo para contárselo a Irene y Mario?
-Esta noche. Nos tomamos algo con ellos y se lo contamos.
-Vale, luego les digo de ir a algún bar para echarnos una cerveza y que le queremos contar algo.
-Pfff…
-Pero tranquila, ¿vale? No va a pasar nada.
-Ay…
-Venga, va. Voy a trabajar y luego vengo a por ti.
Me acompañó a la puerta y me abrazó con fuerza. Me iba a separar, pero ella seguía aferrada a mí, como si no quisiera que me fuera, pero tenía que trabajar y más teniendo en cuenta que se venían días de mudanza y más cosas por hacer. Una vez se separó de mí, nos dimos un beso que duró más de lo que solían durar cuando regresaba a mi casa. Tanto que la cogí en brazos para quedar cara a cara porque encontraba molestia al estar tanto rato encorvado. Después de un beso con mucho cariño se me quedó mirando con un gesto un poco triste, acariciándome la cara.
-Voy a hablar un poco con tu hermana antes de irme.
-¿Por?
-Porque me ha dado pena cuando me has dicho eso de que la echabas de menos y que te gustaría que fuera como antes.
-Ah… No hace falta, Javi.
-Quiero hacerlo. Me da mucha pena y quiero ayudar.
Elena me miró con una sonrisa muy tierna y me dio otro beso, seguido de un fuerte abrazo. Se bajó de mí y fuimos de la mano hasta que llegamos a la habitación de su abuela. Me dijo que iba a echar la siesta con ella, que le dio mucha pena como se quedó después de contar que se iba a ir de casa. Entró con cuidado y me dio un pico para despedirse, cerrando la puerta. Yo seguí mi camino hasta la habitación de Noelia, parándome en la puerta y pensando en que a lo mejor me había venido un poco arriba diciendo de ir a hablar con ella. Seguía sin fiarme de ella y me gustaba mantener las distancias, pero tras esa semana de vacaciones, parecía haber vuelto a ese stand-by tras ese palo que se llevó de su amiga al ir a felicitarla el día de su cumpleaños. Me mantenía optimista pensado en que me escucharía y se dejaría aconsejar, por lo que llamé a su puerta, pero no contestaba. Tampoco es que estuviera la cosa tan mal con ella para que ni respondiera, por lo que decidí entrar. Me la encontré tumbada de lado en la cama, de espaldas a la puerta. Estaba con unos auriculares puestos viendo algo en el móvil. Me acerqué, dudando qué hacer y me senté en la cama a su lado, dándole toquecitos en el brazo. Se giró medio desconcertada y pareció sorprenderse por verme ahí.
-¿Qué pasa? (preguntó una vez se quitó los auriculares)
-Noelia, me gustaría hablar algo contigo.
-Dime. (dijo tras dejar el móvil a un lado, sentándose en la cama con las piernas cruzadas)
-¿Todo bien?
-Bueno, ya sabes cómo estoy. Pero sí, ya estoy mejor.
-Vale.
-¿Qué quieres?
-Pues es por tu hermana.
-¿Qué pasa ahora? (dijo con algo de molestia)
-Va, Noelia…
-Venga, dime.
-Me ha contado que habéis estado hablando y no ha salido muy contenta de vuestra conversación.
-¿Por qué?
-Te echa de menos.
-Pero si todavía no se ha ido, ¿Cómo me va a echar de menos?
-Echa de menos la relación que teníais hace años. Me ha dicho que parece que te da igual que se vaya de casa.
-Ay… -suspiró con desdén y agotamiento- Esta chica… Se va de casa, ¿y qué? Es lo normal, ¿no? No entiendo por qué hace un mundo de cualquier cosa.
-Noelia, parece mentira que no conozcas a tu hermana. Ya sabes que es una chica muy sensible. Os quiere muchísimo. Coño, sois su familia. Toda la vida viviendo con vosotras y ya no va a ser así.
-Pero si ya se fue fuera cuando estuvo en la universidad.
-Esta es otra. Me ha dicho que cuando se fue te hinchaste a llorar. Que estabais todo el día juntas, que la buscabas para jugar…
-Eso fue hace mucho.
-¿Qué ha cambiado para que la cosa no siguiera así? Según me cuenta ella, no te pareces en nada a esa chica.
-Era una niña. ¿Se creía que iba a estar así para siempre? Pues no. Dejé de ser una niña y ahora pues soy así. Punto.
-Dice que te echa de menos en ese aspecto. Como si no tuviera una hermana. Le gustaría tener esos momentos de hermanas, de ayuda mutua, de complicidad, de confesiones, de haceros mejores personas la una a la otra.
-¿Confesiones? ¿Es eso lo que quieres?
-Bueno… Yo intento ayudarte, pero veo que no quieres mi ayuda. Siento haberte molestado.
Me levanté, yendo hacia la puerta, pero justo cuando agarré el pomo para abrirla y salir, Noelia me dijo:
-¿Quién es Sofía?
Me quedé helado cuando me hizo esa pregunta. ¿Cómo coño se enteró de la existencia de Sofía y qué creía que pasaba con ella?
-¿Cómo? (dije sin darme la vuelta siquiera)
-¿Qué no has entendido de la pregunta? Porque es bastante simple. Sofía, ¿quién es?
-Es mi jefa. (respondí dándome la vuelta)
No me gustó la expresión que tenía Noelia, que a pesar de no ser tan dañina como las que solía poner cuando se ponía en ese plan, hizo que me pusiera a la defensiva.
-¿Sí?
-¿A qué viene esa pregunta?
-Pues porque ayer vi que tenías mensajes de ella en tu móvil y nunca había oído hablar de ella.
-¿Me registras el móvil?
-Pasé por el salón cuando fui a la cocina a beber agua mientras vosotros estabais dale que te pego y lo vi ahí.
-Pero si lo tengo bloqueado con un patrón…
-Te he visto desbloquearlo muchas veces. ¿Escondes algo para tenerlo que bloquear así?
-Precisamente por si lo coge alguien que no debe, como has hecho tú.
-Entonces, dices que es tu jefa, ¿no?
-Así es.
-Una conversación un poco… No sé… Para que sea tu jefa, ¿no?
-¿A qué te refieres?
-No sé. Da la impresión de que hay algo raro…
-No sé de qué me hablas…
-Hice un rápido scroll y vi algunas frases algo…
-No saques las cosas de contexto si no sabes la historia.
-No sé la historia, no. Pero lo que sí sé es que te ha mandado nudes. Un poco raro, ¿no? No creo que sea normal en la típica relación convencional de jefe y empleado.
-Bueno, es una larga historia y no te concierne.
-No me puedo creer que estés engañando a mi hermana después de todo lo que me has dicho durante estos meses. No he visto una persona más hipócrita en mi vida… Dime una cosa, ¿tan horrible soy para que me hayas rechazado tantas veces con tanto desprecio…?
-Joder… -dije llevándome las manos a la cara- Qué película te estás montando… No he engañado a tu hermana.
-Me jode mucho que me tomes por tonta. Muchísimo. Me medio creí que no hicieras nada con Bea. Pero ya no. Con esto que he visto de esa tal Sofía, estoy segura de que te las has follado a las dos.
-No, Noelia. No me las he follado.
-¿Qué pensaría mi hermana si se enterara de que esa chica te manda nudes? No te lo tomes como una amenaza. Tengo curiosidad.
-Lo sabe.
-¿Cómo?
-Pues eso.
-Eh… Jajaja. Venga…
-Te lo digo de verdad.
-Ya… Igual que le has contado lo nuestro, ¿no?
-Yo estoy muy tranquilo. Sé que ella lo sabe y está resuelto. No tengo nada de qué preocuparme.
-Estoy bastante decepcionada de que te hayas follado a las dos con todo el rollo que me has soltado siempre. Pero lo que más me jode es el rechazo. ¿Es porque soy muy joven aún? Sé que Bea es mayor que yo y esa tal Sofía tiene pinta de que es incluso mayor que tú por las fotos que vi. ¿Es ese el problema?
-El problema es lo que tienes en tu cabeza. La película que te estás montando y lo obsesionada que estás en que tú y yo…
-Hablando de Bea… Se lo has contado a mi hermana, ¿no?
-No se te escapa una por lo que veo…
-La oí hablar con Irene el lunes y la nombró. Le dijo que le contaste que eras tú el chico de la historia de Bea, que si le juraste que no hiciste nada, que si ella confiaba ciegamente en ti y que estaba tranquila por eso…
-Pues sí, se lo conté. Y la cosa acabó bien, no se lo tomó mal. Hablamos las cosas y no pasó nada.
-Ella confiará mucho en ti, pero yo ya no. Estoy muy segura de que te has tirado a las dos. ¿Con quién has disfrutado más?
-Con ninguna porque no lo he hecho. Tu hermana es con quién más he disfrutado nunca. Nadie -dije con tono para recalcar esa palabra- me ha dado lo que ella me da. Nadie me ha dado más placer que ella.
-Bueno, eso es porque lo nuestro fue un polvo rápido. Tú me follaste a mí. Recuérdalo. Yo solo me dejé hacer.
-Lo que tú digas.
-Qué raro… Estás muy tranquilo. No estás como te pones siempre, que te pones tenso, nervioso…
-Porque estoy muy tranquilo, Noelia. Me da pena que vivas así sin dejar que alguien te ayude cuando necesitas ayuda, porque es bastante obvio que la necesitas.
-Estás muy tranquilo dices, ¿no? ¿Y lo estarías si le cuento a mi hermana toda nuestra historia?
-¿Te merece la pena hacerlo? ¿De verdad le harías eso a tu hermana? No me entra en la cabeza que le puedas hacer algo así, de verdad. Con lo buena que es… Si no le hace daño a nadie…
-Pues no me provoques si no quieres saberlo.
-No te estoy provocando, Noelia. Pero si te soy sincero, estoy bastante seguro de que no lo harías.
-¿Sí? ¿Por qué estás tan seguro? A ver…
-Es muy fácil. Ya es algo con lo que contaba en realidad, por eso he sido más paciente. Porque si se lo cuentas se te acaba el juego.
Noelia me miró entrecerrando los ojos, con cara de estar molesta.
-Ya… ¿Algo más?
-No, solo era eso. Quería ver si podías ser como antes con tu hermana, pero veo que esa niña ha cambiado mucho en estos años.
-Estáis empeñados en ayudarme cuando no lo necesito. Cuando os pida ayuda, entonces. Pero es algo que no voy a hacer nunca.
Noelia no dijo nada más, aunque no dejaba de mirarme. Yo me di la vuelta de nuevo y le fui, cerrando la puerta cuando salí. Antes de irme de su casa, fui a donde estaba Elena para volver a despedirme, abriendo la puerta con cuidado, pero me la encontré dormida, abrazando a su abuela por detrás. Me acerqué con cuidado y le di un beso en la mejilla y le susurré «te quiero». Después me fui a la calle, montándome en el coche para volver a mi casa y trabajar hasta la noche.
Trabajar poco, porque en cuanto llegué a casa me puse a pensar después de avisar de que no me molestaran porque tenía que trabajar duro y necesitaba concentración. Empecé a escribir textos que tenía que traducir, pero que va. Ni 5 minutos duré. Me eché atrás para ponerme cómodo en la silla pensando en esas dos situaciones tan… ¿Desagradables? ¿Raras? No sé, pero el caso es que el llanto de Elena no era ninguna de esas situaciones. Primero pensé en la conversación que tuve con Maribel. Seguía con su buen rollo y simpatía, diciéndome de manera muy agradable que se alegraba, pero cambió a esa manera de preguntarme que si le haría a su hija lo que su marido le hizo a ella. Esa manera de preguntármelo, esa cara, ese tono de voz, ese nerviosismo. Era siniestro. Sus ojos reflejaban algo difícil de explicar, como si con ellos te estuviera diciendo que te podía despedazar, tirarse encima de ti y abrirte en canal si hacías algo que le molestara. Fue muy incómodo hablar con ella de su mala experiencia, aunque no acabó tan mal. Saqué en claro que esa mujer era muy pasional. Se dejaba llevar al 100% por sus sentimientos más que por su cabeza. La manera en la que me dijo que quería a sus hijas y como las quería era una prueba de ello, se emocionó al decir que ambas habían sido una bendición y que habían sido lo mejor que le había pasado en la vida. Luego cuando se fue y volvió parecía haberse serenado, porque al hacerme ese gesto de que se iba a dormir, tenía una sonrisa muy tierna en su boca. Esos cambios tan bruscos en su estado de ánimo hacían que me preguntara si tenía algún trastorno bipolar o algo así, porque no me parecían normales.
Por otro lado, tenía la situación de Noelia, que fue incluso peor que la que tuve minutos antes con su madre. Aparentemente estaba tranquila y calmada. Cualquiera que la viera esos días no podría imaginar que me saltaría con esas en aquella conversación. Bien es verdad que yo ya sabía de sobra lo que había con ella, pero la veía así tan distante que me confiaba y pecaba de tonto por preocuparme en exceso por gente que no merecía la pena, como en este caso con ella. Pensé que el motivo de preocuparme así por ella se debía a mi relación con Elena. Como ya le dije a ella, yo no me preocupaba así por nadie más que no fuera yo mismo. Me podía preocupar hasta cierto punto por una amistad, hablando y demás, pero ni de lejos lo hacía como me preocupaba por los demás desde que estaba con ella. Quizá me ablandó y por eso me comportaba así con Noelia, además de como lo hacía con Irene y Mario cuando tuvieron su problema.
En esta ocasión me volvió a dar la impresión de que Noelia tenía algún problema con su hermana para tratarla con ese rechazo, casi con asco, como ya había visto en alguna situación anterior, en la semana de que pasamos las vacaciones en la playa sin ir más lejos, donde le pregunté que por qué le tenía tanta tirria, contestándome ella que era cosas de familia que no me interesaban. Algo había, pero no tenía claro el qué. Ni la propia Elena lo sabía.
Sin embargo, lo que me dejó más sorprendido fue lo de que me preguntara acerca de Sofía. No me lo esperaba para nada. No sé por qué me sorprendí de que me hubiera cogido el móvil, si ya había hecho cosas peores, pero aun así me molestó. Fisgó en cosas que no debería haberlo hecho y eso le dio pie a pensar cosas que no eran. Se pasó bastante de la raya al decirme que creía que me la había follado y que estaba engañando a Elena y más cuando sumó a Bea a la ecuación. Se estaba montando una película digna de las que echan en las sobremesas de los fines de semana en televisión. Era incapaz de que razonara que yo solo tenía ojos para su hermana, echándome en cara que la hubiera rechazado tanto y que me hubiera tirado a ambas chicas. No lo había hecho, pero vio esas fotos que me envió Sofía y supuse que eso fue más que suficiente para que pensara todo aquello. Tanto que al parecer ni siquiera leyó lo que había alrededor de esas imágenes. También estaba el tema de Bea. Corroboró al 100% que aquel chico era yo al oír a Elena hablar de aquello con Irene por teléfono. Me paré a pensar en verlo desde su perspectiva y sí, todo indicaba a que había sido infiel a Elena. Una chica muy guapa con un físico increíble te manda nudes y ves algunos mensajes un tanto sospechosos y desapareces una noche y te cruzas con una chica guapísima, con un cuerpo impresionante también y ambos os desnudáis para nada. Supongo que era normal pensar eso, pero estaba equivocada.
Así me tiré toda la tarde, pensando ya echado sobre mi escritorio, con la cabeza de lado mirando a la pared hasta que llamaron a mi puerta. Me enderece rápido y contesté. Resultó ser mi madre preguntando si iba a cenar en casa y dije que no. Para cuando me di cuenta ya era casi de noche y no había avisado a Irene y Mario, por lo que cogí el móvil, el cual dejé en silencio, viendo que tenía mensajes de Elena preguntándome cuando iba a ir a por ella. Salí rápidamente de mi casa para ir a recogerla mientras llamaba por el camino a Irene. Le dije de quedar para cenar los cuatro y por suerte no hubo problema porque acababan de salir de trabajar ambos. Cuando llegué avisé a Elena por mensaje.
-Pero, ¿no vas a entrar?
-No. Estoy en doble fila y éstos nos están esperando.
-Vale, ya salgo.
Me extrañó un poco que me dijera de entrar, pero no le di mucha importancia. Cuando salió se montó en el coche. Parecía más animada al darme un gran beso al verme, aunque seguía un poco callada. Mientras volvimos a mi ciudad para vernos con nuestros amigos le pregunté:
-¿Para qué querías que entrara?
-Nada, por si querías saludar.
-Ah… Es que estaba en doble fila y… Me he empanado esta tarde y hasta que no te he respondido para decirte que venía, no he cogido el móvil.
-¿Y eso?
-Pues el trabajo.
-Pero has avisado a Irene y Mario, ¿no?
-Sí, sí. Ya están esperándonos. Lo recogemos y vamos a algún sitio.
-¿Y si pedimos unas pizzas y cenamos en su casa?
-Vale, ahora se lo decimos.
-¿Les has dicho que tenemos algo que decirles?
-Sí. Pero tampoco quería ponerles mal cuerpo. Les he dicho que teníamos que comentarles una cosilla.
-Vale.
-¿Estás nerviosa?
-Sí. Y triste.
-Bueno, no te preocupes. Los fines de semana estamos los cuatro libres, seguro que nos podemos ver mucho.
-Ya…
Casi llegando Elena me dijo:
-Ah… Mi hermana quería hablar contigo.
-¿Sí? (dije algo nervioso)
-Sí. Me ha dicho que quería comentarte algo, pero no el qué.
-Vale.
-Por cierto, ¿cómo ha ido vuestra charla antes de irte?
-En su línea.
-¿Pero bien o mal? (preguntó a los pocos segundos al ver que no le daba más explicación)
-No quiere mi ayuda, así que…
-¿Por qué?
-Dice que nos empeñamos en ayudarla sin que ella nos lo haya pedido y parece que eso le molesta.
-Ay… No la entiendo.
-Sois tan diferentes…
-¿Sí?
-Como la noche y el día.
Llegamos a casa de Mario, aparcando en la puerta y me quité el cinturón para salir del coche, pero Elena me paró, agarrándome la mano con fuerza. Me miraba con tristeza en sus ojos.
-Tranquila, ¿vale? Todo va a salir bien.
Me soltó la mano y salimos del coche, yendo hasta la puerta, llamando. Nos abrió Mario, dándole dos besos a Elena y un abrazo con fuertes palmadas en la espalda a mí. Pasamos al salón los tres, donde estaba Irene sentada, poniéndose unas sandalias. Nada más nos vio se dio cuenta de que algo pasaba.
I: Huy que caras traéis… ¿Todo bien?
J: Sí, es que… No tenemos muchas ganas de salir en realidad. ¿Os parece si pedimos unas pizzas?
M: Venga. Mejor, así no acabamos muy tarde, que mañana madrugo.
Pedimos unas pizzas y cenamos charlando de varias cosas. Elena estaba bastante callada por obvias razones, manteniéndose bastante distante. Mario actuaba con normalidad, parecía no esterarse de nada. Irene, sin embargo, sí que echaba miradas a Elena intuyendo que algo le pasaba, aunque no dijo nada durante toda la cena. Una vez acabamos dijimos de tomarnos una copa ahí, yendo Irene a la cocina para prepararlas, acompañada de Mario. Elena y yo nos quedamos solos en el salón. Seguía nerviosa y con la cabeza ligeramente agachada.
-Elena, mi vida. Tenemos que contárselo. ¿Se lo digo yo?
-No. Quiero hacerlo yo. Así me acostumbro a estas cosas.
-Vale, como tú quieras, pero es que se nos está haciendo tarde…
-Vale, vale. Ahora lo comento.
Irene y Mario volvieron y empezamos a tomarnos las bebidas, pero Elena no se lanzaba. Al principio estaba nerviosa, pero conforme se bebió su copa, de relajó, parando de estar inquieta, reaccionando más a las conversaciones, pero aun así no soltaba lo que tenía que decir. Ahora la que estaba inquieta era Irene.
M: Irene, ¿qué te pasa?
I: Estoy nerviosa.
M: ¿Por qué?
I: Porque nos quieren decir algo, pero no lo dicen.
J: Joder. No se te escapa una.
I: Va, ¿qué es?
E: Me han ofrecido un trabajo. (dijo de sopetón)
M: ¡Anda! Pero eso está muy bien. Enhorabuena.
I: ¿Cuál es la pega?
Elena se quedó callada durante unos instantes, empezando a hacer pucheros y abrazó a Irene con fuerza. Irene me miró con cierto pánico en su rostro, pero yo le hice un gesto con la cara y las manos para que se tranquilizara. Mario estaba desconcertado. Parecía no entender qué pasaba y estaba notablemente nervioso.