MOISÉS ESTÉVEZ
El día había sido duro. Ya en su apartamento, se dispuso primero a
darse una ducha y después comería algo, más con la idea de acompañar al
fármaco que la de saciar un hambre que no tenía o cubrir una necesidad
nutricional.
También necesitaba descansar, por lo que se tumbó en la cama hasta
que Morfeo hizo su aparición. Abrió los ojos y se sobresaltó al ver a su
compañero allí delante, observándolo.
- ¿Pero que haces tú aquí?¿No estabas muerto? –
- Pues ya ves que no. –
- Y cómo has entrado… –
- Dejaste la puerta abierta. Veo que estás descuidando tu seguridad. –
- Últimamente no ando muy centrado y tu presencia creo que ayuda
poco. Perdona mi sinceridad. Aún así me alegra verte. – - Yo también me alegro de verte, pero tengo poco tiempo. Sólo vengo a
decirte que tienes que reponerte. Haz borrón y cuenta nueva. Hazle caso a la
doctora y dale una oportunidad a tu nuevo compañero. – - Pero si tú estás aquí podemos seguir trabajando juntos. No hace falta
que trasladen a nadie a comisaría. Hablaré con Stark. – - No va a poder ser, ya te he dicho que tengo poco tiempo. Debo irme. –
Abrió los ojos y esta vez no vio a nadie en la habitación. Empezó a
pensar que la primera vez que lo hizo en realidad los tenía cerrados. Sudaba
más de lo habitual y su respiración estaba algo acelerada. Enseguida entendió
que aquello no fue más que un mal sueño