ALMUTAMID
El momento más temido ocurrió. ¿Quién creéis que apreció allí? ¿María? Ella no se acercaría a háblame. ¿Marta? ¿A estas alturas para qué? ¿Mamen? Nos movíamos en ámbitos distintos y además ya sabía que yo tenía novia. Evidentemente era Ángela.
Me giré con una sonrisa y allí estaba aparentemente como siempre. Vestida con una camiseta negra y unos shorts negros también, pero se había rapado una sien y llevaba el pelo recogido en una cola caída hacia el lado contrario. Llevaba el contorno de los ojos también pintados de negro, al igual que los labios.
Si a Sol la había visto mas guapa, más arreglada, a Ángela la veía fatal, con un estética más extrema, aunque quizá fuese la que más se acercara a sus sentimientos de ruptura en ese momento.
-¿Qué haces aquí? ¿Ya has vuelto?
-He venido a hacer unos papeles en la facultad y me he acercado por la residencia a saludar. Allí estaba Sol y hemos venido a comer.
-Podías haber avisado- me echó en cara.
-Llevamos meses sin hablar.
-Pero estabas por ahí de Erasmus. Pero venir aquí y no decirme nada me parece muy feo. Y a ti ya te vale- dijo dirigiéndose a Sol- No es tan difícil mandar un mensaje.
Me levanté cordial y le dije:
-Vaya forma de recibirme, ¿no me das un abrazo?
-Eres un gilipollas- dijo abrazándome.
Cuando nos soltamos me acerqué a Alba y le dije a Ángela:
-Tengo alguien importante a quien presentarte.
Mi amiga pareció analizar a Alba y al fin cayó en la cuenta:
-Es la chica de la que me habías hablado de tu ciudad.
-Exacto. Te presento a Alba.
Mi novia se acercó a Ángela y se dieron dos besos pero ésta actuó como si no estuviera presente delante:
-Pero si me decías que no te atrevías a dar ningún paso con ella.
-Pues lo di. Y ha venido conmigo. Quería que supiera por donde me he movido estos últimos tres años.
Ángela estaba como bloqueada. No parecía reaccionar. Era cierto que cuando recibía noticias que no encajaba con facilidad le ocurría pero también era cierto que nunca se sabía por donde iba a salir. Miré a Sol, su rostro denotaba preocupación. Pero cuando yo ya empezaba ponerme nervioso del todo Ángela se acercó a Alba y le dijo:
-Siempre me ha hablado muy bien de ti. Le importas mucho.
Ufff. Respiré aliviado. No me iba a putear. Pero me equivocaba pues me preguntó:
-¿Y qué pasó definitivamente con Claudia?
“Hija de puta” pensé. ¿Buscaba joderme?
-Claudia es pasado. Ella no quiso saber de mí más y yo ya no quiero saber más de ella.
-Me alegro, bien por culito que diste con la tal Claudia…
“La mato, la mato” era lo único que resonaba en mi cabeza en ese momento. Pero no tuvo bastante con eso, sino que dirigiéndose a Alba le soltó:
-Los tíos son así de enamoradizos. En el fondo piensan con la polla. Si ahora te la mete a ti está enamorado de ti, y cuando se la meta a otra se enamorará de otra.
-Ya está bien- cortó Sol- Estás pasándote un poco. Alba no tiene la culpa de las cuentas pendientes que tengas con Luis.
-Verdad. Yo sólo te advierto nena. Algunos no cambian nunca. Adiós, Luis. Porque supongo que ya no te veré más…
Ni contesté. Cogí a Alba de la mano y salí del comedor mientras escuchaba a Sol echarla en cara a mi examiga:
-Te has pasado cuatro pueblos. Si estás amargada no te dediques a joder a los demás como llevas mucho tiempo haciendo.
Estaba arrepentidísimo de haber llevado a Alba allí y que se enterara de toda la mierda que yo había dejado. Mi intención de hacerla partícipe de todo lo mío se dio de bruces con la realidad del ambiente tóxico que había dejado en la residencia cuando me había ido a Lieja. Y ahora me iba a tocar dar muchas explicaciones.
Sol nos alcanzó en la puerta.
-Lo siento chicos. Me temía que te la liara. No es sólo contigo. Últimamente está así. Es difícil no pelear con ella.
-Gracias, Sol- respondió Alba- Tú has sido muy amable. No te preocupes.
Yo también agradecí a Sol el rato que habíamos pasado y nos despedimos de ella con la promesa de no perder el contacto. Pocas veces un nombre describía tan bien a una persona. Si hubiese coincidido en la residencia con más Soles y menos Víctores o Ángelas me habría ido mejor. Sin quitarme mi culpa. Pero su carácter amistoso, afable, abierto, de escucha…lo dicho, un Sol.
Dando un paseo para llevar a Alba al mirador más famoso de la ciudad donde contemplar una de las vistas más hermosas del monumento más visitado de España con la sierra aún con sus cumbres nevadas detrás le expliqué lo sucedido con Ángela y como ella creía haber estado enamorada de mí. Le confesé que nos habíamos enrollado por su insistencia con la promesa de que me dejara tranquilo después.
Mi chica no hizo demasiadas preguntas. Eso me escamó. No le estaba gustando lo que estaba descubriendo de mí. O simplemente no quería comentarlo. Pero aun así al llegar al mirador nos hicimos fotos sonrientes y nos tomamos un café cogidos de la mano. Aún así aun tuve que superar un momento incómodo cuando me preguntó:
-¿Por qué Ángela te ha dicho que sería la última vez que os veríais?¿Ella se va?
-No lo sé. De todas formas me despedí de ella diciéndole que me gustaría no volver por el ambiente tan malo que teníamos.
-Ojala no tuvieras que volver, lindo…
-¿Te gustaría que me quedara contigo?
-Qué tonto eres. Sería lo mejor que podría pasar.
Estuve tentado de confesarle en ese momento mi plan pero mis temores a que algo se torciera como casi acababa de pasar hicieron que me controlara. Aún así mi chica insistió:
-Ojalá no tuviera que volver. Sol me ha caído muy bien pero el resto de historias que me habéis contado no son buenas para ti, Luis. No te conviene este ambiente.
-A mí me convienes tú…
-¿Sabes una cosa?-dijo poniendo una cara divertida.
-Dime.
-Ängela ha dicho que te enamoras de la tía a la que se la metes. Pero tú has decidido estar conmigo y…-miró a los lados buscando confidencialidad y con picardía terminó- …tú todavía no me la has metido.
No me esperaba ese comentario y me resultó chocante viniendo de ella. Desde luego el todavía me daba esperanzas. ¿Me estaba diciendo que ya estaba dispuesta? En realidad no era lo que más me preocupaba en ese momento pues me aterrorizaba la imagen que mi novio se hubiera podido llevar de mí. Tanto, que cuando bajábamos cogidos por la cintura por la callejuelas morunas verbalicé mis temores de la siguiente manera:
-Princesa, no sé ni qué estarás pensando de mis líos en la residencia.
-¿Por qué dices eso?
-Después de saber que acabé mal con Marta, peleado con Ángela, que me lie con ella sin querer en realidad. Pensarás que soy un monstruo…
-Luis ¿de verdad lo crees?
-Me da miedo.
Mi chica se detuvo haciéndome parar y cogiéndome de las dos manos me miró a los ojos diciéndome:
-Luis. Sé quién eres. Y también sé cómo has sido. A ver, piensa. Cuando te conocí tenías novia pero te acabaste liando con Nieves. Y yo lo sé. Y sé que cortaste con Claudia por haberla engañado con Nieves. No soy tonta, y además me lo has contado. Te conozco, pero también sé que no eres así. Me pudo equivocar y llevarme un gran disgusto, pero yo confío en ti. Has vivido en un ambiente malo con gente con dobleces y con personalidades complicadas y tú te has dejado arrastrar. No te juzgo, aunque te espero.
Me dejó sin palabras. No supe como reaccionar. Pero desde luego todo el sentimiento de bondad que siempre me había generado Alba acababa de quedar reflejado en lo que me acababa de decir. Si es que el tonto era yo, como siempre. Ella sabía todos mis líos con Nieves y mis intentos por Claudia. Aún así siempre estuvo ahí. Y ahora que era su momento no estaba dispuesta a estropearlo por mi pasado. Prefería pensar en el presente y en el futuro.
Emocionado por su entrega a mí sólo supe responder con un abrazo que ella recibió con un comportamiento casi más maternal que el propio de una pareja. Tomó mi cabeza contra su hombro acariciándome la nuca hasta que con tonillo bromista me dijo:
-Luis, te quiero y confío en ti. Me estás haciendo pasar algunos momentos muy felices aunque escuche cosas que no son de mi agrado. Pero si me engañas te la corto y punto…
Cortado me quedé en ese momento hasta que mi chica mostrando un carácter jocoso que no le había conocido hasta ahora se soltó de mí con cara de sorna y me dijo:
-Es broma. En serio. No estés tan serio. Yo sé lo que estás pensando, pero de verdad, que confío en ti. Que sé que si has dado el paso conmigo contándoselo a tus padres y a los míos no es para hacer lo que has hecho en otras relaciones.
-Joder, es que me has acojonado…
-Jajajajaja- rio acercándose de nuevo para decirme al oído- No puedo cortártela. Me gusta tu churrita…
“Ya podía gustarte hacer algo más con ella…” pensé yo, pero lo que hice fue darle un beso antes de continuar el paseo hasta el coche.
Era media tarde y queríamos estar en casa antes de la cena para tranquilidad de sus padres, así que nos subimos al coche y abandonando la ciudad con la sensación de que ya no volvería allí más como estudiante.
Durante el camino le conté mi turbulenta historia con Marta y como me había manipulado haciéndose pasar por alguien que buscaba una pareja tradicional pero que dudaba de mí cuando en realidad se había enrollado con bastantes tíos muy distintos a mí. Le expliqué que me chantajeaba haciéndome parecer siempre el malo, el complicado hasta que todo saltó por los aires y evidentemente acabamos mal. Le expliqué que Ángela que teóricamente era mi amiga por un extraño motivo que nunca supo explicarme se puso de parte de ella. Y la excusa que me había puesto es que estaba enamorada de mí.
-Se le nota que es un persona inestable- me decía Alba- Y si tú vivías con inseguridad pues eras presa fácil. Lo que no entiendo es por qué te acostaste con ella.
-En realidad tampoco lo entiendo yo. Creo que fue lástima. Suena triste, pero fue así.
-Si ella lo entendió asó es normal que tenga rencor.
-Ella se lo buscó.-Me defendí.
La charla bajando por las cuestas de aquel barrio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO me había relajado tanto que no tuve inconveniente en contarle a Alba las cosas tal y como yo las había sentido. Ella interpretaba todo como que yo tenía una necesidad de encontrar gente que me valorara, que me hiciera sentir importante, y que yo me había dejado arrastrar por ese ambiente en el que el sexo jugaba un papel importante. Y no le faltaba razón aunque no se lo corroboré contándole mis aventuras con Dani, tanto en solitario, como en trío como en orgía. Eso superaba mi nivel de apertura principalmente porque era algo que yo era el primero que quería olvidar.
Pero mi chica se sintió obligada a no hacerme sentir que mi pasado era un cúmulo de errores en comparación con el suyo. Cuando estábamos a unos 50km aproximadamente de la ciudad me habló a modo de confesión:
-Bueno, Luis. Yo también tengo un pasado.
-Ya me contaste lo de aquel tío.
-Bueno, hay más…
-¿Y me lo vas a contar?-pregunté.
-Después de tú hoy me hayas llevado allí y no te importara que supiera esas cosas creo que debo.
-A ver…
-Bueno, Luis, he estado con más chicos.
-Eso siempre lo he imaginado. Un bombón como tú atrae a muchos hombres.
Se sonrojó dejando escapar una sonrisilla de satisfacción que vi de reojo mientras conducía y empezó a contarme:
-Yo te dije que lo había hecho con un chico.
-Sí.
-Eso es verdad. Sólo lo he hecho una vez, pero he estado con más. Antes de ese chaval salí con un niño de mi clase y bueno, es el primero al que besé y…
Alba hizo un silencio como pensando qué decir para finalmente terminar explicando:
-…que nos metimos mano.
-Es normal.
-Ya pero después de lo que pasó con el chico con el que lo hice pro primera vez yo no quería saber de tíos, pero como yo salía con Leyre y con Nieves. Leyre siempre con un novio y nosotras dos colgadas con ella, al final Nieves se enrollo con algún amigo de los novios de Leyre.
-Eso ya lo sé.
-Ya. Per yo también. Me enrollé con uno. Y estuve saliendo un tiempo. Bueno, pues que también nos metimos mano.
-Pero eso no es malo, princesa.
-Pero quería que lo supieras.
-Pues ya lo sé y me gustas igual.-dije divertido.
-Bueno y hay más.
-A ver…
-Cuando Leyre cortó con Pablo, que estuvo un tiempo sin salir con él, ¿te acuerdas?
-Sí. Después del verano que yo me enrollé con Nieves.
-Pues en ese tiempo empezamos a salir otra vez y ellas iban en plan loca, pues una noche nos enrollamos con tres tíos. Y, bueno, pues también nos metimos mano…
-Cuando tú dices meter mano ¿a qué te refieres?
-Pues que se la toqué.
Bueno, ahora entendía la habilidad masturbatoria de mi chica, aunque en realidad del comentario me llamó la atención otra cosa y se lo pregunté.
-¿Y Nieves se lio con uno?
-Sí…
-Que cabrona, se supone que ahí medio estaba conmigo.
-Luis, tú tenías novia.
-Lo sé.
-Además al poco conoció a Alberto.
-Ya, ya. Que ya sabemos como se las gasta Nieves.
-Pareces más preocupado por ella que por mí…-me echó en cara.
-No princesa. Es que a ti no tengo nada que reprocharte. ¿Qué tiene de malo que te enrollaras con unos tíos antes de mí? Lo importante es que ahora estamos juntos.
-Te lo he contado para que veas que antes todos tenemos nuestra vida. Y que yo sólo te voy a tener en cuenta desde que estamos juntos.
Le cogí la mano y se la apreté. Ella se movió del asiento apoyándose en mi hombro. Tras unos instantes de silencio le pregunté:
-¿Y después de ese chico nada?
-Bueno, ocurrió algo.
-¿Y me lo vas a contar?
-Una parte te la sabes- respondió sin levantar su cabeza de mi hombro- Un día, un puente de Andalucía quedó todo el grupo y venía un chico muy guapo que yo ya conocía. Me enteré de que ya no tenía novia y además ese día estuvo muy divertido y amable.
-Vaya…otro tío…-dije a sabiendas de que se refería a mí.
-Y bueno, empezamos a quedar juntos en Semana Santa, y notaba que cada vez me gustaba más. Pero el chico no se decidía porque decía que tenía otros problemas que tenía que solucionar. Pero en feria nos enrollamos. Y me gustó mucho. Un poco pulpo, jajaja, pero me gustó mucho.
-Creo que conozco a ese tío…
-Pues me lo hizo pasar mal. Porque me gustaba mucho y él no se aclaraba. Pero creo que ya está todo bien. Porque creo que yo también le atraigo…
-Muchísimo…
…y cuando estamos juntos siempre lo pasamos muy bien. Y hoy él piensa que me he asustado por saber sus historias. Pero es al revés, me ha llevado a donde vivía aún a sabiendas de que me podía enterar de esas cosas. Y por eso cada vez me gusta más ese chico…
No me lo pensé dos veces, en la primera salida de la autovía me salí llegando a un camino ruras entre olivos. Pero a unos 100 metros se veía un pequeño pinar rodeado de adelfas. Conduje hasta allí mientras Alba me preguntaba qué me pasaba. Metí el coche a la sombra d ellos pinos detrás de las adelfas y apagué el motor. La miré a los ojos y le dije:
-Llevo todo el día queriendo besarte en condiciones y, que quieres que te diga, también quiero meterte mano…
-Jajajajajajaja- rio mi niña.
No me esperaba su respuesta así que empecé a hacerle cosquillas en la barriga.
-Pero ¿qué te hace tanta gracia?
-Lo serio que te has puesto, jajajajaja….
Por fin nuestras bicas se encontraron entrechocando nuestras lenguas y mi mano dejó de hacerle cosquillas para abrazarla por detrás, pero la palanca de cambios me estorbaba. Así que me separé y salí del coche pasándome al asiento trasero. Alba me vio y me imitó. En cuanto nos sentamos atrás empezamos a comernos la boca otra vez con ganas. Pero me sorprendió que de inmediato se montó encima de mí poniendo sus rodillas en el asiento dejando mis piernas entre las suyas para poder ponerse de frente a mí.
En esa postura mis manos se encontraron rápidamente con sus muslos. Su piel estaba fresca pese al calor que hacía con el coche apagado y a pesar de tener las ventanillas bajadas. Aunque el calor corporal en ese momento sería difícil de bajar.
Nos besábamos con ansia mientras mis manos acariciaban sus muslos e incluso aprovechando el vuelo del vestido se colaban por su espalda hasta chocar con el elástico bajo sus pechos. Alba no ocultaba su deseo sujetándome la cara y acelerando su respiración. Entonces nos quedamos observándonos un instante con nuestros pechos subiendo y bajando por la agitación. Mi chica se dejó resbalar apretando sus bragas contra mi entrepierna donde debía sentir mi bulto. Sin esperármelo cogió mi camiseta y me la sacó. Evidentemente colaboré levantando los brazos.
Mi chica apoyó sus manos en mis hombros y los recorrió bajando por mi pecho. Yo me lancé de nuevo a comerle la boca. Quería tocarle las tetas pero el vestido sólo me dejaba hacerlo por fuera. La imité tirando de su vestido hacia arriba. Pensé que no me iba a dejar pero Alba levantó los brazos quedándose en ropa interior sentada sobre mí. Estaba preciosa, con su piel perlada en sudor y un conjunto de braga y sujetador blancos. Las copas del sujetador oprimían sus pechos redondeándolos dejando que asomaran ligeramente las areolas de sus pezones. Su respiración agitada contribuía a excitarme junto con la visión de su cuerpo. Apoyé una mano en su teta acariciando su piel mientras ella me observaba y gemía débilmente.
-¿Por qué eres tan bonita?-pregunté pero Alba no contestaba.
La observé de arriba abajo pegándome cuanto pude al asiento y haciendo que mi culo resbalara para poder echarme más atrás. Los muslos de mi chica a ambos lados de mi cuerpo, su vientre agitado y su pecho llenándose y vaciándose junto a su cara mezcla de temor y excitación la hacían parecer más bonita aún de lo que era.
Retomamos los besos pero ahora sus manos recorrían mi costado y mi pecho y las mías su espalda casi desnuda. Quise soltar su sujetador pero ya conocéis mi torpeza con el broche de esa prenda íntima. Pensé que Alba me pararía. Pero mirándome a los ojos separándose de mí lo suficiente mientras yo me recostaba con esa habilidad innata de las mujeres para soltar y atar esa prenda a uno sola mano abrió el broche dejando que sus pechos se expresaran libremente. Estuve tentado de arrancarle yo mismo la prenda pero dejé que ella me lo ofreciera, ahora sí dejando sus pechos desnudos a mi disposición al sacarse por los hombros la prenda de lencería.
Estaba preciosa con sus mejillas sonrosadas a pesar de su acaloramiento mostrándome su desnudez, ofreciéndose a mí para mi disfrute. ¿Entregándose? Ya lo comprobaría. Desde luego tener coche por el momento me había atraído muchas alegrías, porque disfrutar de la visión a plena luz del día de las maravillosas tetas de Alba era todo un regalo. Estaba tan extasiado en su contemplación que no me atrevía a tocarlas aunque no pude reprimir repetir:
-Tengo la novia más bonita del mundo…
Su sonrojo se transformó en una mezcla de vergüenza y orgullo. Para que se sintiera más segura me lancé a por su boca. Nuestros pechos se pegaron apretándose. Lo celebré con un gemido. La polla casi me dolía de sentir su peso sobre ella apretada dentro del calzoncillo. Pero me dio igual, ahora sólo quería disfrutar de sus pechos. Así que atrapé uno con mi mano y lo acerqué a mis labios degustándolo haciendo que mi chica gimiera y animándome a mamarlos como si necesitara alimentarme de ellos. Iba de uno a otro atrapando su pezón que se endurecía entre mis labios, sorbiéndolos mientras mis manos los amasaban. Por fin mi novia habló:
-Sí, mi lindo, son tuyos…come, come…mmmmm
Joder, me revolví redoblando mi deseo con sus pechos alternando entre ellos y su boca. Fue ella la que me dijo ahora:
-Estás duro, mi vida…te siento, te siento ahí abajo…
-¿Quieres sentirla mejor?
No contestó pero yo ya me estaba desabrochando el botón de las bermudas para bajármelas lo justo para que nuestros sexos solo estuvieran separados por las telas de nuestras prendas interiores.
-Ay mi vida, te siento…estás tan cerca…
-Qué ganas tengo de sentirte…-le dejé caer expresándole mi deseo de penetrarla.
Pero ella se lanzó a mi boca ahora acariciándome el vientre rozando con sus dedos la punta de mi polla marcada en el calzoncillo. Yo estaba más lanzado que nunca con ella disfrutando de su semidesnudez y de que se mostrara más abierta al sexo que en ocasiones anteriores. Las emociones del día se estaban liberando a través del sexo.
Quise tocar su chochito pero al tirar del elástico de su braga para bajarla y verlo reaccionó agarrándome la mano que aparté rápidamente. Apenas llegué a ver un rombo de vello púbico asomar. Me quedé muy cortado. Mi chica se dio cuenta y cogiéndome la cara con las dos manos me besó con dulzura para explicarme:
-Mi lindo, por favor, ten paciencia. Eres el primer chico que me ve desnuda…necesito mi tiempo…
La abracé recogiéndola entre mis brazos pegándola a mi cuerpo y le dije susurrando:
-Tengo toda la vida…
Nos quedamos abrazados en silencio acariciándonos. La había notado tan lanzada que yo también me había dejado llevar. Ahora temía haber dado un paso atrás por haberme pasado. De hecho ambos nos quedaos cortados. Ella por pararme y yo por haberme pasado. Aún así ella seguía sentada sobre mi polla con la cabeza en mi hombro y sus tetas pegadas a mi pecho acariciándonos en silencio. Nos había dado el bajón y ninguno hizo por seguir pero no queríamos separar nuestros cuerpos.
El sol empezaba a colarse de forma horizontal con su luz anaranjada entre los pinos y se lo dije:
-Princesa se nos hace tarde…
Sin soltarse aferrada a mi cuello me dijo:
-Luis, perdóname…
-¿Por qué?
-Por mis miedos.
-Ya me has dado mucho. Hoy ha sido un día muy intenso.
-¿Quieres que te toque antes de irnos?
-Jajajaja, no preciosa, cuando estemos más relajados.
-Pero eso sigue durito.
-Quiero que tú disfrutes. Y no quiero quedar mal con tus padres llegando tarde. Se me ocurre una idea.
-Dime.
-Mis padres se van el fin de semana a la playa y podemos estar solos en mi casa. Pero sin presiones. Sólo para estar juntos y relajados. ¿Te apetece?
-Muchísimo…-respondió besándome de nuevo.
Nos vestimos y retomamos el camino de vuelta. Llegamos aún de día antes de la cena y nos despedimos con más besos y quedando ya para vernos al día siguiente.