ECONOMISTA
Por fin había llegado el viernes, durante la semana había mantenido muy bien a raya a Basilio. En plena campaña electoral no le permitió el más mínimo acercamiento, excepto alguna vez que él le puso la mano en la cintura, pero poca cosa. Sin embargo, cada vez se excitaba más con el juego que tenía con su jefe.
Ahora sentía el poder sexual que ejercía sobre el pobre Basilio, que cada vez estaba más descolocado e increíblemente atraído por la rubia que le acompañaba. Ya no podía disimularlo.
Que se hubiera aguantado con Basilio no quería decir que no tuviera ganas de sexo, de hecho, llevaba toda la semana pensando en el viernes y en encontrarse de nuevo con Lucas. En cuando Claudia entraba en su Clio azul se le nublaba la razón y perdía la voluntad de su cuerpo.
Posiblemente tardaría en volver a verse con Lucas, el viernes siguiente era el último día de campaña electoral y tenía un mitin donde iba a asistir el mismísimo Secretario General del partido y después de las elecciones quería tomarse una semana de vacaciones. Además, sabía que no podía estarse viendo permanentemente con el chico, o tarde o temprano les acabarían descubriendo y aquello sería un escándalo.
El que esa noticia saliera a la luz le daba pánico a Claudia, una política como ella siendo infiel a su marido con un antiguo alumno de tan solo diecinueve años. Estaría acabada políticamente en ese mismo momento y su vida familiar se vería muy afectada. No se quería imaginar lo que supondría si la terminaban pillando en su aventura.
Porque aquello era una infidelidad en toda regla, sabía que se lo podía contar a su marido y a él le gustaría escucharlo, e incluso a su amiga Mariola que le había animado muchas veces a follar con jovencitos, sobre todo con Lucas, pero mantenerlo en secreto era lo que más morbo le daba a Claudia.
Estar viéndose a escondidas con uno de sus antiguos alumnos, le excitaba de una forma que no se podía imaginar, se había besado con él en su coche e incluso le había pajeado hasta hacer que se corriera. Eso por no hablar de lo que había pasado en el descansillo del portal de Mariola cuando le permitió lamer su coño e incluso su culo antes de masturbarle en la oscuridad de la escalera.
Cuando llegó al club de pádel estaba lloviendo a mares, salió del coche con el paraguas, lo que no pudo evitar que se le mojaran las zapatillas y la parte de abajo del chándal gris. Entró corriendo al club y no se fijó si estaba el coche de Lucas en la calle, aunque de primeras no vio el Clio por allí aparcado. Aquello la decepcionó sobre manera, había acudido a la clase de pádel no porque le apeteciera mucho, sino porque quería tener otra sesión de sexo clandestina con Lucas.
Sin embargo, no tardó en ver a su antiguo alumno por el club jugando un partido, él también se fijó en Claudia y la saludó levantando la pala, haciendo que ella se ruborizara. Claudia entró al vestuario a cambiarse de ropa y calzarse las zapatillas. Se puso bien guapa, era muy probable que después de jugar el chico se pasara por la pista donde ella estaba entrenando y se quedara un rato observándola desde fuera mientras su polla se iba hinchando poco a poco bajo sus pantalones, pensando que unos minutos más tarde ella iba a estar montada en su coche haciéndole una paja.
Claudia salió con un conjuntito nuevo de falda y top de color blanco, cada vez se cogía las faldas más cortas, presumiendo de muslos y de culo. El resto de chicas que iban a clase con ella la miraban con envidia. Claudia era perfecta, guapa, tenía clase, educación y dinero. De primeras siempre caía mal, alguna había pensado que no era más que una pija estirada, pero luego cuando la conocían se quedaban sorprendidos de la personalidad que tenía. Y es que Claudia no pasaba desapercibida por donde pasaba.
La que tampoco pasaba desapercibida era su profesora, María, si Claudia llevaba la falda corta María no le iba a la zaga, las piernas de su profesora eran kilométricas y no había chico que no girara el cuello cuando se cruzaba con ella por los pasillos.
Al terminar su partido Lucas fue a ver a Claudia y se quedó fuera de la pista mirándola descaradamente. Cuando Claudia se dio cuenta de que el chico estaba allí se puso muy nerviosa, pero a la vez muy excitada. Y es que aquella noche estaba cachonda de verdad.
Lucas seguía allí plantado, incluso una de las chicas que estaba dando clase con Claudia se dio cuenta del detalle, “creo que tienes un admirador, ¿le conoces?”, le preguntó a Claudia haciendo que ésta se pusiera todavía más nerviosa. “Sí, era un antiguo alumno de mi instituto”, respondió Claudia, “pues le tienes loquito, porque no es el primer día que le he visto por aquí”.
Hasta las compañeras que daban clase con ella se habían dado cuenta del comportamiento de Lucas y aquello activo la luz roja de alarma en Claudia. El chico cada vez era menos discreto y estaban empezando a llamar la atención. Tendría que hablar con él.
Por suerte Lucas se metió en los vestuarios para ducharse, apenas faltaban veinte minutos para que Claudia terminara la clase y el jovencito quería estar fuera esperándola cuando ella saliera del club. Se quedó sentando en el banquillo del vestuario pensando en las piernas y el culo de Claudia y también en sus tremendas tetas que le botaban descontroladas mientras se movía por la pista, “¡qué buena estaba la muy zorra!” pensó Lucas.
Se le había puesto dura solo con verla así vestida. No quería que le volviera a pasar lo mismo que la última vez que ella se subió en su coche, así que se metió en la ducha para hacerse una paja pensando en Claudia, aquello haría que durara un poco más cuando estuviera con ella, aunque no llegó a calmarle del todo, de hecho, salió de la ducha completamente empalmado a pesar de haberse corrido. A su edad podía follar varias veces seguidas sin ningún problema.
Al termino de su clase de Claudia entró en el vestuario, una vez desnuda y a punto de meterse en la ducha apareció María y estuvieron hablando mientras Claudia se cubría con la toalla. Le dijo a la monitora que era la última clase que iba a poder ir los viernes a las diez, que una vez pasadas las elecciones quería volver a un horario más normal.
Bajo el agua caliente de la ducha pensó en Lucas, ya debía estar esperándola fuera, estaba muy alterada e incluso temblaba presa de la excitación, sus pechos se le habían hinchado y tenía los pezones duros como piedras. Se acarició el coño con suavidad, pero en cuanto rozó los labios vaginales con sus dedos las piernas le flaquearon y se le puso un nudo en el estómago. Contra la pared de la ducha y sacando el culo hacia fuera se masturbó unos segundos, sacó la lengua para lamer los azulejos y a punto de correrse se detuvo, dejando que el agua le golpeara la cabeza.
Estaba muy sensible y cachonda.
No podía esperar más, salió rápido cubriéndose con la toalla y se puso el chándal gris en un par de minutos. Mientras se peinaba frente al espejo salió María de la ducha y una vez seca comenzó a echarse crema hidratante por todo el cuerpo. Claudia ya estaba casi lista para irse, pero no pudo evitar quedarse mirando a aquella imponente rubia con un pie apoyado en el banquillo del vestuario. María se estaba echando crema por los hombros y Claudia se dio cuenta de que no llegaba por la zona de la espalda.
Jamás se le hubiera ocurrido hacer eso y menos con una chica desnuda, como estaba María, pero después de follar con Mariola y en el estado de calentura en el que se encontraba se puso de pie a su lado.
―Déjame anda, que te echo por la espalda…
―No, no hace falta ―dijo María sorprendida con la propuesta de Claudia.
―Trae, no seas tonta… ―insistió Claudia cogiendo el bote y echándose ella misma la crema hidratante en la mano.
Se puso detrás de María que había quitado el pie del banquillo, era tan alta que tuvo que inclinarse un poco hacia delante para que Claudia le pudiera extender la crema por su espalda. La imagen era morbosísima y Claudia se quedó mirando el pequeño y duro culo de su profesora de pádel. Tenía la espalda muy dura y el solo contacto con la chica hizo que Claudia todavía se calentara más.
Tampoco quiso ser muy descarada, pero cuando estaba finalizando bajó la mano un poco más de la cuenta con los dedos apuntando al suelo y le llegó a rozar la parte alta de los glúteos llegando a arañar levemente la piel de María con sus uñas.
Un gesto sutil y placentero que inmediatamente le puso la carne de gallina a la monitora, que se incorporó completamente ruborizada dándole las gracias a Claudia.
Después se despidieron y cuando Claudia salió del club seguía lloviendo abundantemente, se cubrió la cabeza con la capucha gris de la sudadera, a la vez que se tapaba con el paraguas y se fue corriendo hasta su coche. Lucas ya estaba allí, con el Clio en marcha y aparcado a su lado.
No se dijeron nada, no hacía falta. En cuanto Claudia arrancó y encendió las luces Lucas salió y ella fue detrás de él hasta que llegaron al callejón oscuro del polígono, que aquella noche parecía menos iluminado que de costumbre.
Primero se detuvo Lucas y unos metros más adelante aparcó Claudia. Respiró tres veces profundamente antes de bajarse del coche y se puso la capucha de la sudadera. Apenas había diez metros de distancia, pero tuvo que correr porque si no hubiera llegado todavía más mojada de lo que ya estaba.
Al llegar al coche de Lucas sorprendió al chico sentándose en la parte de atrás. Era toda una declaración de intenciones. Lucas se giró sorprendido y vio a Claudia en los asientos posteriores, por cómo se le movía el pecho era muy indicativo de lo nerviosa que estaba y los dos se miraron sin decirse nada.
Lucas se bajó del coche para sentarse junto a ella en la parte de atrás. No habían empezado a hacer nada y los cristales ya estaban empañados mientras la lluvia descargaba ahora todavía con más fuerza. Estaba diluviando.
Se quedaron frente a frente unos segundos, Lucas le quitó la húmeda capucha a Claudia y metió la mano entre el pelo y el cuello para llevarla contra su boca. Se fundieron en un morreo mientras Lucas le bajaba despacio la cremallera de su sudadera. Cuando terminó se la apartó a los lados y buscó los pechos de Claudia.
Tuvo que dejar de besarse con ella para mirar hacia abajo cuando se dio cuenta de que ella no llevaba nada debajo de la sudadera.
¡¡Claudia estaba desnuda!!
Las imponentes tetas de Claudia se hinchaban todavía más cuando ella inspiraba agitadamente, y Lucas comprendió el estado en el que ella se encontraba. Apartó la sudadera a los lados y se quedó mirando sus tetas un par de segundos.
―¡¡Jo-der!!, son perfectas ―dijo el chico tocándoselas con miedo.
Claudia le dejó hacer, le encantaba sentirse manoseada de esa manera, el jovencito comprobaba el tacto, dureza y presión de sus magníficas tetas sin ninguna prisa. Recreándose. Pero cuando pasaron un par de minutos Claudia no podía más, Lucas estaba sujetando uno de sus pezones con dos dedos tirando de ellos hacia fuera y ella gemía mirando al chico con cara de zorra.
―¿Le gusta esto, señorita Álvarez?
―Sí…
―¿Hoy sí me deja tocarla?, mmmmmm, ¡mire qué duros se le han puesto los pezones!
Le quitó la sudadera dejando a Claudia desnuda de cintura para arriba, eso pareció encender todavía más a su antigua profesora que se lanzó ansiosa buscando la boca del chico, que le correspondió con otro beso húmedo y guarro.
Ahora se morreaban a lo bestia, haciendo presión con los labios, jugando con sus lenguas, empapándose la boca. Claudia gemía sintiendo las manos del chico, que no paraban de manosear sus tetas. Estar desnuda así, delante de él le daba mucho morbo y bajó la mano para tocar la polla de Lucas por encima de su pantalón.
Pero el chico no quería eso, no podía dejar desaprovechar esa oportunidad y puso a Claudia justo en el centro de los tres asientos haciendo que ella quedara medio recostada hacia delante. Lucas se agachó de rodillas delante de Claudia y fue tirando del pantalón de chándal hacia abajo, bajándole de golpe también sus braguitas blancas.
Tuvo que quitarle las zapatillas para poder sacar el pantalón por sus pies. Claudia ya estaba completamente desnuda, tan solo llevaba puesto unos calcetines blancos tobilleros y ese detalle le excitó todavía más al chico que se quedó unos segundos observando el precioso coño de Claudia, como había hecho antes con sus tetas.
¡¡Claudia Álvarez estaba completamente desnuda en su coche!!
Sacó la cadera hacia delante ofreciendo su coño para ser lamido y Lucas separó sus labios vaginales con los dedos e hizo presión con la lengua en una primera toma de contacto, para probar el sabor de sus jugos. Ese coño de pija sabía delicioso, además estaba bien limpio, se acababa de duchar, pero se notaba lo mojada que estaba y como le olía a sexo. A excitación, para ser más exactos.
Y es que Claudia se dejó llevar cuando Lucas comenzó a chuparle el coño acompañando la lengua con un par de dedos dentro de ella. En aquel callejón oscuro, bajo un aguacero torrencial sus gemidos apenas se escuchaban.
Con lascivia sujetó la cabeza del chico con las dos manos, empotrándole la cara contra su coño, pero eso no pareció amedrentar a Lucas que siguió lamiendo sin descanso hasta que notó que el cuerpo de Claudia comenzó a temblar.
―¿Va usted a correrse?
―¡¡No te pares ahora, joder!!
―¿No se irá cuando termine, no…?
―¡¡Vamos, sigueeee, estoy a punto… sigueee, ahhhhhgggggg… sííííí, joderrrrrr, ahhhhhhh…
Entre espasmos y temblores Claudia se corrió sacando las caderas hacia fuera y empujando la cabeza de Lucas contra su cuerpo. No se reprimió en gemir bien alto, quería que el chico escuchara como se corría y la voz de zorra que ponía cuando gritaba al llegar al orgasmo.
―¡¡¡¡AHHHHHHGGGGGG SÍÍÍÍÍÍÍ, SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!!!
Lucas se quedó de rodillas mirando el cuerpo de Claudia, allí agachado veía sus dos tetas apuntando hacia el techo del coche mientras ella recuperaba la respiración. Luego bajó la vista, quería guardar aquella imagen en la retina.
El coño de Claudia era precioso, pequeño, bonito, depilado, sus labios vaginales ahora estaban mojados y sensibles y tenía el clítoris rojo e hinchado. Era perfecto y además, olía de maravilla, no pudo reprimirse y le pegó otro lametón, que esta vez crispó el cuerpo de Claudia.
―Ahgggggg, no, ahora no… está muy sensible ―dijo tirando de los brazos del chico hacia arriba.
Otra vez comenzaron a besarse, Claudia sabía que ahora era su turno y no perdió el tiempo metiendo la mano dentro del calzón de Lucas y agarrándole la polla. El chico echó las caderas hacia delante para poder bajarse el pantalón hasta las rodillas y ahora Claudia ya podía pajearle libremente.
La mano de Claudia bajaba y subía firme y despacio sobre el falo del chico. Había sido buena idea lo de masturbarse en el vestuario, si no ya se hubiera corrido con la fantástica paja que ella le estaba haciendo.
Por fin se había liberado, Lucas se dio cuenta que Claudia parecía dispuesta a hacer cualquier cosa, así que no se cortó un pelo y le metió un dedo en la boca para que ella se lo chupara. Claudia le miró a los ojos mientras le lamía el dedo, e incluso sacó la lengua haciendo círculos alrededor de él sin dejar de mirar al chico.
―¿Quiere chupármela? ―preguntó Lucas.
Pero Claudia no contestó, solo le seguía pajeando a la vez que jugaba con su dedo, mordisqueándolo con suavidad. Luego se acercó al chico para volver a besarle otra vez y alternó el oído y su cuello dándole varios muerdos que hicieron que su polla se pudiera más firme todavía.
A ella le encantaba la polla de Lucas, no es que fuera excesivamente grande, pero se le ponía súper dura, y estaba tan cachonda que cuando él preguntó si se la quería mamar a ella le palpitó el coño. Solo estaba esperando que se lo volviera a pedir.
―¡¡Vamos, chúpeme la polla, por favor!!… está usted deseando hacerlo… ―gimoteó Lucas.
Si seguía masturbándole a ese ritmo, iba a provocar que él se corriera irremediablemente, entonces gimoteando en el oído del chico mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja le susurró.
―¡No te corras en mi boca!
Le pegó un par de sacudidas más con la mano y agachándose en su regazo le rozó con la lengua en el capullo. Lucas no podía creérselo, aquello era demasiado.
¡¡Claudia Álvarez iba a comerle la polla!!
Desnuda, en el coche de Lucas, el mundo exterior no parecía importarle a Claudia, que solo tenía ojos para aquella verga de diecinueve años que tenía delante de su cara. Había fantaseado tantas veces con eso y ahora estaba allí, comportándose como una fulana con uno de sus chicos. Era contra lo que siempre había luchado.
Era su maldita línea roja.
Rodeó varias veces con su lengua el capullo de Lucas, lo hizo muy despacio, recreándose en esa sensación, la polla del chico debía estar muy sensible, pues palpitaba con cada roce de ella. La tenía bien sujeta con su mano y le pasó la lengua por todo el tronco, lamiéndole el falo como si fuera un puto helado, y cuando terminó hizo lo mismo con sus huevos, metiendo la cabeza entre sus piernas.
Ahora le estaba chupando las pelotas.
Sujetó la bolsa escrotal con su mano y se metió los cojones del chico en la boca, esas dos bolas rebosantes de leche apenas le cabían, pero ella se esforzaba abriendo la boca al máximo. Se las sacó de dentro y pegó otro par de lametones con la lengua, volviéndosela a pasar por el tronco hasta el capullo.
Cuando llegó arriba se la metió en la boca, tragándosela hasta la mitad. La polla del chico estaba caliente y sobre todo dura. Muy dura. Lucas estaba como en una nube, aquello que estaba pasando tenía que ser un sueño. ¿En serio que Claudia Álvarez le estaba chupando la polla así?
Miró hacia abajo, la preciosa cara de Claudia estaba desfigurada por el placer, tenía los ojos cerrados y la boca llena. Incluso parecía que estaba gimiendo mientras le lamía la polla. Lucas buscó darle placer a Claudia con su mano, pero al llegar a su coño se dio cuenta de que ella ya se estaba masturbando. Hacerle una felación al chico había hecho que se pusiera tan cachonda que no pudo resistirse a hacerse un dedo.
Se sacó la polla de la boca unos segundos para tomar aire.
―¿Quieres que siga?, pero no te corras… ―le recordó Claudia.
Casi era mejor que no le hubiera dicho nada, porque Lucas solo con escuchar su voz diciendo esas cosas hacía que se excitara más todavía.
La verdad es que el chico tenía aguante, pensó Claudia mientras le seguía comiendo la polla. Se la sacó de la boca y se quedó mirando a Lucas fijamente. Le estrangulaba la polla sujetándola con mucha fuerza por la base, sabía que si hacía eso retrasaría un poco más su inminente eyaculación. Así con la verga tiesa le pegó un par de chupetones en el capullo y la polla de Lucas palpitó, pero Claudia se la seguía agarrando con toda la fuerza que podía.
Otro pequeño chupetón con su lengua y le miró a los ojos sonriendo. A cada lametazo la polla de él temblaba y comenzó a salirle un pequeño y viscoso líquido. Claudia había dejado de chupársela y de masturbarle, solo se la tenía sujeta mientras le pasaba la lengua por el capullo cada diez segundos.
Cuanto más le estrangulaba la polla más dura se le ponía, tenía el capullo morado y muy hinchado y en el siguiente lametón se le escapó un poco más de líquido pre-seminal. El chico estaba a punto de explotar. Claudia se la metió en la boca limpiándosela sin apenas tocarle, mientras absorbía los jugos que el chico soltaba.
Lucas sabía que si seguía dejándose hacer eso iba a terminar corriéndose, pero ella se lo había prohibido. Y menos en su boca. Se sintió como un puto juguete en sus manos, aunque todavía podía pensar con claridad. Claudia estaba cachonda y desnuda en su coche.
“¿Y por qué no follármela?”
Agarró a Claudia por el pelo, tirando de ella hacia arriba. La muy zorra seguía sin soltar su polla y le besó metiéndole la lengua. La boca le sabía a polla y Claudia le pasó parte de los jugos que tenía dentro en un beso sucio y soez.
―¡Voy a follármela, señorita Álvarez!
Se quedaron unos segundos mirándose fijamente, Lucas esperando una respuesta de ella y Claudia asimilando lo que acababa de escuchar. Ya le daba todo igual, estaba desnuda en su coche, el chico le había comido el coño y ella le había chupado hasta los huevos. Había traspasado tanto la línea roja que ya apenas podía verla por el espejo retrovisor.
Sintiéndose como una puta se tumbó boca arriba en el asiento de atrás sin soltarle la polla al chico. Se había aferrado a ella y no había manera de que la soltara. Estaba dura y muy hinchada, incluso parecía más grande de lo que realmente era. Lucas nunca había tenido una empalmada semejante.
Abrió las piernas para recibir al chico, que se tumbó sobre ella, entonces Lucas se puso un poco nervioso, era su momento.
¡¡Iba a follarse a Claudia Álvarez!!
Acercó su polla despacio al coño de Claudia, ella misma movió las caderas acoplándose al chico, que al instante sintió un tremendo calor envolviendo su verga cuando la penetró con mucha facilidad. Ya estaba dentro de Claudia. Sus huevos temblaron de placer y el chico apenas podía moverse o se correría inmediatamente. Ese coño húmedo emanaba fuego de su interior y atrapó su polla con la misma fuerza que antes lo había hecho con su mano.
―¡Joder, me estoy follando a la señorita Álvarez!, ¿le gusta estar así?
―Mmmmmm, vamos muévete, ¿por qué no te mueves?
―¿Le gusta que le llame señorita Álvarez? ¿Le da morbo eso?
―Síííí… me gustaaaa ―gimió Claudia arrastrando las palabras―. ¡Pero muévete, vamos, fóllame!
―Joder, es usted más puta de lo que pensaba…
―Mmmmmm, sigueeeee… fóllame…
―¿Es usted una puta, señorita Álvarez? ¿se masturba mucho pensando en mí?
Lucas seguía con su polla dentro de Claudia, pero apenas meneaba el culo, estaba a punto de correrse y no podía follársela. Se movía despacio metiendo y sacando su polla unos pocos centímetros, pero Claudia estaba demasiado excitada y quería que la embistiera bien.
―¡¡Venga, fóllame!! ―gimió Claudia poniendo las manos sobre su culo para que el chico hundiera toda la polla en su interior.
Pero Lucas ya solo gimoteaba en su oído.
―¡¡Lo siento, profe, no puedo más, voy a correrme, voy a correrme!!, ¡esto es demasiado!, uffff…
Y comenzó a descargar dentro de Claudia, llenándola el coño de semen en una intensa corrida, vaciándose por completo, Claudia acompasó el vaivén del chico con las manos en sus glúteos y se quedó todavía más caliente que antes.
―¡Lo siento! ―dijo el chico mirando a Claudia a los ojos.
Su polla palpitaba dentro de ella y Claudia no tardó en empezar a sentir el caliente esperma de Lucas saliendo de su inundado coño. Se le resbalaba hacia abajo, pasando por su ano antes de caer en el asiento del coche. Claudia estaba muy cerda y se sintió vacía cuando Lucas sacó la polla de su coño. Y es que aquella verga que tenía entre sus piernas todavía estaba dura, palpitante y cubierta de semen.
―¡Ven aquí! ¡Métemela en la boca! ―le pidió Claudia.
―¿Quéééééé…?
―¡Que me la metas en la boca!, joder… ¡¡quiero correrme otra vez!!…
Tiró de la babeante polla del chico hacia arriba y Lucas reptó sobre el desnudo cuerpo de Claudia hasta que pudo hacer lo que ella le pedía. Claudia seguía tumbada boca arriba y él le metió la polla, comenzando a follarse literalmente su boca.
A pesar de ser la segunda corrida en apenas treinta minutos Lucas seguía muy excitado y no se le había bajado la erección que tenía. Es verdad que ahora estaba muy sensible y no le era tan placentero el follarse la boca de Claudia, pero le daba igual, quería satisfacerla. No podía dejarla a medias.
Y es que Claudia había bajado la mano, masturbándose furiosamente, mientras el chico se la clavaba en la boca. Le daba mucho placer sentir el semen de Lucas escurriendo por su culo y sin que él se diera cuenta y aprovechando que su mano estaba por ahí abajo, se metió unos segundos un par de dedos en el ano. Aquello acabó de encenderla todavía más.
Puso la mano en los firmes abdominales del chico para separarse de él unos segundos y poder respirar un poco. Estaba en una posición muy sumisa con la polla de Lucas delante de su cara, a punto de clavársela en la garganta, otra vez, entonces se la agarró con la mano y le dio un beso en el capullo antes de restregársela por las mejillas. Lucas no podía creerse lo que estaba viendo y menos cuando ella le pidió.
―¡¡Dame por el culo!!
―¡¡¿Qué ha dicho??!!
―¡¡Que me la metas por el culo!!
Apenas tuvo tiempo de pensar en lo que le había pedido Claudia porque ella se giró sobre sí misma, poniéndose boca abajo en los asientos de atrás del coche. Luego sacó las caderas hacia atrás.
―¡¡Fóllame el culo!!, ¿no quieres follarte el culo de la señorita Álvarez? ―dijo Claudia extasiada por el placer.
―¡¡Joder, sí!! ¡Claro que quiero hacerlo!
Los cristales estaban completamente empañados y seguía lloviendo fuera, pero el tiempo parecía haberse detenido dentro del coche para los dos. Claudia le ofrecía su pequeño culo al chico que se puso de rodillas detrás de ella poniendo una mano en cada glúteo.
Se agachó para meter el hocico entre las nalgas de Claudia, quería comprobar cómo le olía el ojete a toda una pija como ella. Comprobó que tenía el ano abierto y mojado, posiblemente de su propio semen que se le había escurrido entre las piernas. Lo que Lucas no sabía es que Claudia ya se había trabajado el culo previamente metiéndose dos dedos y abriendo todo lo que podía las paredes de sus intestinos, mientras él se la follaba por la boca.
Tumbada boca abajo se sentía muy sucia, en aquel pequeño coche de estudiante estaba dando rienda suelta a todo el morbo que llevaba dentro. Y ahora Lucas con su erecta y mojada polla se estaba preparado para encularla.
Claudia tenía una mano metida entre sus piernas y no dejaba de masturbarse, a punto de correrse otra vez, mientras le seguía ofreciendo el culo.
―¡¡Vamos, ven aquí!!, ponte detrás y fóllame… ¡¡hazlo!!
Dejó caer un buen salivazo entre los dos glúteos de Claudia y luego le metió un dedo en el ojete. Ella gimió moviendo desesperadamente las caderas. No podía esperar más.
―¡¡Dame por el culo!! ¡¡Métemela ya!!
―¡Te vas a enterar, zorra!
Tenía que ser un chico bueno y obedecer a su profesora. Lucas se tumbó boca abajo detrás de ella y le puso la polla a la entrada de su ano, que ya estaba perfectamente lubricado y preparado para recibirle. Apuntó directamente y fue entrando poco a poco en el culo de Claudia que chillaba de dolor a cada centímetro que la desgarraba.
―¿Le gusta que la follen por el culo, señorita Álvarez?, ¿le han follado muchos tíos por detrás?
―Ahggggggg, sigueeeeee..
―¡¡Dios mío!!, en mi puta vida iba yo a imaginarme que iba a hacer esto con usted, ¡¡¡no puedo creérmelo!!! ¡¡Me estoy follando su culo!!
No faltaba mucho para que sus cuerpos chocaran, ya la tenía casi toda dentro, un poco más y listo. El pubis de Lucas tocó los glúteos de Claudia, se quedó unos instantes así, sintiendo como toda su polla estaba en el interior de Claudia. Ahora tenía las pelotas pegadas a su coño palpitante y ella cerraba los ojos acostumbrándose al dolor, pero a punto de correrse.
A pesar de todo, el interior de Claudia estaba húmedo y lubricado y la polla de Lucas se deslizaba con fluidez cuando comenzó un lento vaivén. Claudia sentía cada centímetro que le iba entrando y saliendo. Se estaba acostumbrando al sexo anal, y cada vez le gustaba más, todavía le molestaba un poco al principio, aunque una vez pasado ese dolor inicial ya empezaba a disfrutarlo.
Fue incrementando el ritmo progresivamente, Lucas estaba como en una nube sodomizando a Claudia, y ella comenzó a gemir de una manera rara, con una voz muy grave acompañado de gritos y suspiros de placer. Claudia sacaba el culo hacia fuera buscando recibir las embestidas del chico que cuando llegaba al final todavía empujaba un poco más sintiendo el contacto de su cuerpo con el de Claudia.
Se estaba empezando a formar un charco de flujo en el asiento de atrás, el coño de Claudia era como una fuente cuando estaba muy excitada y el estar siendo follada así por un antiguo alumno, en su coche, la estaba volviendo loca de placer.
―¡¡Sigueeee, sigueeeee, estoy a punto, ahhhhhhhgggg!!… ―dijo metiéndose una mano entre las piernas.
Habían acoplado sus movimientos perfectamente, parecía que llevaban haciéndolo toda la vida. Más que follar estaba bailando juntos. Lucas metió las manos por debajo del cuerpo de Claudia para agarrar sus dos tetas, estaban calientes y muy duras. Era lo que le faltaba a Claudia para llegar al orgasmo. No pudo resistirse más cuando el chico se puso a pellizcarle los pezones.
―¡¡¡¡Ahhhhhgggggg me corroooo, ahhhhhggggg, me corrooooo, síííííííí, me corroooo!!!!!!
―¡¡Córrase, puta, eso es, córrase mientras me la follo por el culo!!
Mientras se corría Claudia lanzaba las caderas hacia atrás buscando el contacto con el cuerpo de Lucas que la seguía penetrando. Poco a poco fueron bajando el ritmo y el chico dejó que ella se recuperara unos segundos, Claudia se apartó el pelo sudado de la cara y se lo pasó por detrás de la oreja intentando peinarse, pero enseguida notó cómo Lucas tiraba de ella hacia arriba sujetándola por la cintura y la dejó a cuatro patas en los asientos de atrás.
Seguía con la polla dentro de Claudia y aun le faltaba para correrse, ahora era su momento, agarrándola fuerte por las caderas comenzó a embestirla, Claudia se dejó hacer, parecía una muñeca en manos del chico que se la follaba bien duro por el culo. Sin miramientos. A pesar de acabar de correrse, el placer que recibía Claudia al ser enculada hizo que su coño siguiera goteando sin parar.
La polla de Lucas, que seguía igual de dura que al principio, entraba y salía fluida y con suavidad de su culo, pero a gran velocidad. Se la estuvo follando así por lo menos diez minutos, un polvo mecánico y lleno de rabia, Lucas tenía mucho aguante físico y no bajó el ritmo en ningún momento. Los gemidos de Claudia fueron incrementándose hasta que volvió a correrse chillando escandalosamente justo cuando las fuerzas comenzaban a flaquearle.
Se dejó caer en el asiento tumbándose boca abajo, los brazos de Claudia cedieron y las piernas le temblaron como si fueran de papel, pero Lucas seguía percutiendo machaconamente su culo hasta que sintió que le llegaba el orgasmo.
Tuvo unos segundos de duda de dónde correrse, ¿lo hacía dentro de su culo o encima de ella? Cualquiera de las dos opciones era muy atractiva, pero el chico llevaba fantaseando con una cosa mucho tiempo y en el estado en el que se encontraba Claudia pensó que no iba a tener una oportunidad igual en la vida.
Rápidamente se salió de Claudia, dándole un poco de respiro, subió hacia arriba abriendo las piernas y sentándose con cuidado en la espalda de Claudia se meneó la polla muy deprisa. Agarró a Claudia fuerte por el pelo pegándole un pequeño tirón y ella protestó un poco, pero al chico le dio igual.
Estaba a punto de correrse.
Claudia miró hacia atrás y se encontró a Lucas pajeándose delante de su cara. Estaba tan satisfecha que no le importó, sacó la lengua de forma lasciva y se volvió a apartar el pelo pasándoselo por detrás de la oreja.
―¿Vas a correrte encima de mí? ―le preguntó.
―¡¡Ni lo dude, zorra!!, ¡¡me corro joder, ufffffffff!!!!
Y un primer chorro de semen salió disparado hacia el pelo de Claudia, ella intentó reaccionar, pero Lucas la tenía bien sujeta, y un segundo chorro le impactó en la cara, haciendo gemir a Claudia, el tercero le dio de nuevo en el pelo, igual que el cuarto, el quinto y el sexto, y para terminar restregó la polla por su cabellera antes de bajar y apoyarla en la mejilla de Claudia, que le pegó un lametazo cuando la sintió allí. Luego la atrapó entre los labios limpiándose hasta dejarla bien limpia.
Había sido una sesión de sexo brutal.
Los dos respiraban exhaustos y el chico se dejó caer apoyándose en el cuerpo de Claudia, dejando su polla descansando entre los glúteos de ella. Con suavidad le besó en los hombros y en la espalda, mientras Claudia ronroneaba todavía saboreando su último orgasmo. Lucas fue a besarle en la mejilla, pero la tenía manchada de semen, lo mismo que su pelo.
La imagen de Claudia era dantesca. ¡Parecía una jodida puta!, desnuda, tan solo llevaba puestos unos calcetines tobilleros blancos, tenía la espalda sudada, el coño le brillaba y el pelo y la cara llenos de semen.
―¡¡Eres la mejor, Claudia!!, no sé qué me pasa contigo, pero podría volverte a follar de nuevo…
Y efectivamente así era, Claudia sabía que el chico no estaba mintiendo, sentía la polla de Lucas en medio de su culo, estaba pringosa y babeaba, pero seguía empalmado. Lucas se la agarró restregándosela por los labios vaginales.
―¡Hazlo, métemela si quieres! ―le dijo ella abriendo un poco las piernas.
Sin apenas esfuerzo la polla de Lucas penetró el coño de Claudia desde atrás, pero él se dio cuenta de que ahora sí, su erección empezaba a bajar un poquito. Le pegó varias sacudidas, follando suavemente con ella mientras le besaba el hombro con ternura y luego se la sacó del coño.
―Creo que necesito un descanso… ―dijo el chico.
Así terminó el encuentro. Claudia se recompuso como pudo, vistiéndose en el coche de Lucas y se despidió de él con un beso en la boca.
―De esto ni una palabra…
Fuera seguía lloviendo abundantemente, en el trayecto hasta su coche Claudia dejó que la lluvia mojara su pelo y una vez dentro se limpió con una toalla los restos de corrida que tenía por el pelo y la cara. Iba echa un cuadro, empapada, despeinada, con la sudadera mojada y arrugada, pero satisfecha. Era lo que necesitaba. Lo malo es que no tardando mucho su cuerpo iba a volver a pedirle otra sesión de sexo igual de intensa. Con Lucas o con el que fuera.
Follar así era adictivo. Y Claudia lo sabía. Se estaba convirtiendo en una puta adicta al sexo.
38
Habían preparado el dormitorio para pasar una noche romántica, ellos solos, sin niños. Andrés esperaba impaciente en la cama mientras Paloma se terminaba de arreglar en el baño. Estaba medio recostado, tan solo llevaba puestos unos bóxer de color blanco y entonces su mujer salió del baño. Fue andando despacio hasta ponerse frente a su marido. Se quedó de pie para que él la observara bien.
―¿Te gusta? ―le preguntó girándose a ambos lados.
El body negro de tirantes quedaba genial en el voluptuoso cuerpo de Paloma, era muy elegante, con encaje floral y terminaciones de puntilla con provocativos detalles. Tenía un escote en V y se cerraba con perlas con una pequeña abertura que le llegaba hasta el ombligo. Cuando se volvió llevaba la espalda descubierta, unos finos tirantes se cruzaban sobre ella y lo mejor era la entrepierna, también abierta y abrochada con otras tres perlas.
Se cubrió los brazos con una bata de color negro semi transparente que apenas le tapaba el culo. Aquella mujer no podía ser más sensual, espectacular y elegante.
No habían vuelto a repetir la locura que hicieron en su última salida, Paloma sabía que era un juego muy peligroso y se había negado varias veces, a pesar de la insistencia de su marido. Además, había cumplido su palabra y había tirado a la basura la famosa blusa y la falda de tubo que llevaba cuando se produjo la infidelidad con Víctor.
A pesar de eso, Andrés seguía obsesionado, no podía olvidar la imagen de Paloma hablando con el chico en el bar mientras éste la miraba completamente embobado. Y no solo había sido eso, se acordaba del tal Boni, aquel cerdo, con pinta de mafioso, que había confundido a Paloma con una escort de lujo e incluso le había llegado a ofrecer 6000 euros por pasar una hora con ella.
―¡Uffff, estás increíble!
Fue andando despacio, pasando por el lateral de la cama, y antes de subirse en ella Andrés le dijo.
―Estás muy guapa, pero hoy quiero verte desnuda…
Se quedó parada unos segundos, se había vestido de esa manera tan provocativa para su marido y ahora él le estaba pidiendo que se quitara la ropa. No podía entenderlo.
―De acuerdo, ahora vuelvo ―dijo Paloma dirigiéndose al baño.
―No, desnúdate aquí, quiero ver cómo lo haces…
―¿Quieres que me desnude delante de ti?
―Sí, ¿hay algún problema?
―Sabes que me da vergüenza hacer estas cosas…
―Venga, Paloma, hazlo por mí, ponte donde estabas antes y quítate la ropa…
Volvió a los pies de la cama y con delicadeza se quitó la bata que se deslizó con suavidad entre sus brazos, luego fue desabrochando las perlas que se cerraban hasta el ombligo y una vez sueltas se sacó un tirante y después el otro. Se fue bajando despacio el body y Paloma se quedó desnuda de cintura para arriba.
Sus enormes tetas quedaron colgando delante de Andrés cuando ella se agachó para seguir quitándose el body. Sin perder la compostura levantó ambos pies para terminar de desvestirse y cuando finalizó se quedó con la prenda íntima en la mano, mostrándose desnuda delante de su marido, que la miraba atentamente.
Todo en Paloma era voluptuosidad, esa era la palabra que mejor la definía, tenía el pelo largo y muy oscuro, brazos carnosos, tetas grandes y pesadas, caderas anchas y un culo generoso. Se había dejado crecer el pelo púbico, lo que le daba todavía un aire más a mujer, lo llevaba largo, pero arreglado, un triángulo de pelo oscuro que le daba mucha clase.
Cruzó los brazos tapándose los pechos, mientras aguantaba las miradas lujuriosas de su marido que lucía una buena erección bajo los bóxer.
―Aparta los brazos…
Dejó el body sobre la cama y apoyó las manos en la cintura, exhibiéndose ante Andrés. Luego se giró a ambos lados, como había hecho antes.
―Date la vuelta, quiero verte por detrás…
―Es suficiente ya, Andrés, por favor…
―¡Hazlo, quiero ver tu culo!
Le daba mucho corte mostrarse así delante de su marido, pero al final le hizo caso y se giró unos segundos.
―¿Por qué te avergüenzas de tu cuerpo? ―preguntó Andrés levantándose de la cama para llegar hasta donde estaba Paloma―. Estás divina… no hay hombre que no se gire por la calle para mirarte cuando pasas…
―No digas eso.
―Es la verdad.
―Quiero que volvamos a salir como la última vez.
―No empieces otra vez con esas cosas, Andrés, dijimos que no lo haríamos más.
―Dijimos que era la última vez con la ropa que te habías puesto en Barcelona, pero podemos salir más veces, ¿no?, ¿o es que no podemos ir a cenar y luego tomar una copa?
―Sí, eso sí…
―Me da igual que tiraras la blusa y la falda, puedes ponerte otra cosa, seguro que me sorprendes… y bueno podríamos repetir lo de…
―Andrés, no sigas por ahí…
―Pero ¿por qué?, ¿es que no te gustó?
―No.
―Tampoco hicimos nada, solo hablaste un par de minutos con un chico, no fue para tanto…
―No sé a qué viene ahora esto, no quiero hablar con un chico, ni con nadie… solo porque te guste mirar…
Pasó las manos por detrás, acariciando la espalda de Paloma hasta que llegó a su culo, luego le dio un pequeño beso en los labios y se pegó a ella apretando sus tetas contra su pecho.
―¡Fue increíble verte hablar con ese chico!, ¡lo más!… sentía como te miraba con deseo, con lujuria, y tú lo sentiste igual, y te gustó, lo pude ver en tu cara, ¿o no recuerdas cómo estabas cuando llegamos al hotel?
―Fue un juego, ese día y ya está, pero no quiero repetirlo, Andrés… no sé por qué te gusta eso, es que no lo entiendo.
―Yo tampoco, pero no puedo describir con palabras la sensación que tenía… me excitó mucho verte hablar con ese chiquillo, lo tengo que reconocer.
La llevó agarrada hasta el espejo del armario y se puso detrás de ella, pasando las manos hacia delante para sobar sus inmensas tetas.
―¡¡Estás muy buena!!, ¿te acuerdas cómo follamos luego en el hotel?, no me digas que no estabas caliente…
―Es normal, Andrés, bueno, habíamos bebido un poco, tú me habías tocado antes…
―Sí, pero lo del chico te gustó, ¡reconócelo!, además estaba lo del otro asqueroso, el tío ese con pinta de mafioso.
―¡Calla, calla, no me lo recuerdes!…
―Te confundió con una puta, mmmmmmm, ¡con una puta de lujo! ―dijo Andrés amasando con fuerza sus pechos.
Sintió como se aflojaban las piernas a ella cuando dijo eso, Paloma cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro de su marido.
―Vaya nochecita pasamos… podríamos repetirlo todas las veces que quieras…
―Andrés, noooooo…
―Shhhhh, tú solo déjate llevar… lo pasaremos muy bien, no te estoy pidiendo nada raro, solo que te vistas guapa, elegante, sexy… me da igual, cualquier cosa te sienta bien.
La polla de Andrés estaba pegada al culo de Paloma y ella se movía despacio sintiendo el paquete de su marido contra su cuerpo. No entendía qué le pasaba a Andrés, ni tampoco a ella, cuando practicaban esos juegos. Le excitaba mostrar su cuerpo, aunque le daba cierta timidez, sabía que era muy guapa y que estaba muy buena. No era ciega y le gustaba lo que veía frente al espejo, aunque solía decirles a todos que le sobraban unos kilos.
Pero las curvas de su cuerpo eran parte de su encanto.
―Puedes ponerte un buen escote o una camiseta ajustada, una falda corta o un vaquero bien apretado, lo que quieras, buscaremos a un chico y hablarás con él, quién sabe, lo mismo te invita a una copa, yo estaré cerca, mirándote, recreándome mientras siento como te desea, como desea a mi mujer, podría leer los pensamientos de ese desconocido, estaría deseando follarte… hacerte de todo…
―Para ya, Andrés ―dijo Paloma bajando su slip y sacándole la polla a su espalda.
―Podemos jugar a lo que quieras, tú decides, ¿o te excita más que piensen que eres una puta?, si eso es lo que te gusta no me importa…
―¡No digas eso, imbécil!…
―Uffff, 6000 euros ofrecía ese cerdo por follar contigo…
―¡Era asqueroso!, ni por todo el dinero del mundo habría dejado que ese tío me pusiera una mano encima…
―¿Y por qué estás tan cachonda?, ¿te excitó que te confundiera con una puta de lujo? ―dijo Andrés metiendo la mano entre sus piernas para acariciarle el coño a su mujer.
―Mmmmmm, cállate ya, vamos ven aquí ―dijo Paloma apoyando las palmas de las manos en el cristal y sacando el culo hacia atrás, para ofrecérselo a su marido.
―Es solo pensarlo y ¡mira cómo te pones! ―le susurró Andrés en el oído mientras se restregaba contra ella.
Tuvo que ser ella la que le agarrara la polla a Andrés y poniéndosela a la entrada de su coño se echó hacia atrás sintiendo como la penetraba suavemente.
―Ahggggg, ¡¡me vuelves loco, Paloma!!, dime que vamos a volver a hacerlo, por favor…
―Cállate ya y muévete…
―¡Dime que te folle!
―¡Vamos, hazlo!
―No, así no, dime que te folle, quiero que te sueltes del todo, que hables sucio, que fantasees lo que quieras, me da igual, ¡quiero que seas una zorra en la cama!
Se miraron fijamente a través del espejo. La cara de Paloma mostraba una lujuria que solo había visto el día del hotel la última vez que habían salido a cenar. Sus tetas se bamboleaban delante y atrás a cada embestida de Andrés, que la tenía bien sujeta por la cintura.
Por algún motivo notaba que a Paloma también le excitaba ese juego de sentirse deseada, e incluso que la hubieran confundido con una puta. Sobre todo eso.
Ya casi estaba convencida para avanzar en sus juegos. Solo tenía que insistir un poco más.