KERANOS
Por fin pude arrancar diciendo esas palabras que pusieron a Elena en un estado de alarma, seguramente más por el tono de culpabilidad y lástima con las que las dije, más que por el conjunto de palabras en sí. Estaba tumbada con su cabeza sobre mi hombro y se levantó como si tuviera un resorte en el cuerpo. Quedando sentada con sus piernas cruzadas. Su cara era de terror como podía ver por la luz que regulamos de manera tenue que teníamos aún en la habitación. Empezó a respirar aceleradamente, temblándole las manos.
-No, Javi. Por favor, no… No, no, no, no.
Verla reaccionar así me puso muy mal cuerpo y me levanté tan rápido como lo hizo ella, sentándome de la misma manera y cogiéndole sus manos para tranquilizarla. Las noté frías como si estuviéramos en invierno, pero no, estábamos a finales de julio.
-Elena, tranquila mi vida. No ha pasado nada malo.
-Ay, Javi… ¿Qué ha pasado? Me estás asustando… Por favor, dime que no…
-Elena, ya. (dije con tono serio)
Le di un beso muy lento para que se tranquilizara. Podía notar como su corazón latía de forma acelerada y como temblaba ligeramente. Después de ese largo beso, acompañando de caricias, le miré a los ojos. Le temblaban, pero parecía estar más tranquila.
-Mi amor…
-Elena, tengo que contarte una cosa.
-Pfffff… Es que…
-Mi vida, te lo tengo que contar. Necesito sacármelo de dentro.
-Pero…
-No es para tanto, pero creo que es algo serio que tienes que saber.
-¿Me va a hacer daño?
-Creo que sí.
-Pfffff…
-Elena, me siento muy culpable por haberlo hecho y necesito sacármelo de encima. Necesito que me escuches.
-Vale. -dijo respirando hondo- ¿De qué se trata?
-Pasó algo cuando estuvimos en la playa.
-Ya, pasaron muchas cosas. Lo siento.
-No, Elena. No tienes culpa de nada. Eres perfecta, soy yo el gilipollas por haber hecho algo así.
-Javi… -dijo con los ojos vidriosos- ¿Qué ha pasado?
-¿Recuerdas la historia que nos contó Bea? ¿Aquella en la que estuvo tonteando con un chico que se desnudó y tal…?
-Sí.
-Es chico era yo.
Elena puso un gesto serio, asintiendo ligeramente con la cabeza.
-Lo siento, Elena.
-¿Por qué? ¿Qué pasó para que acabara pasando eso?
-Pues fue tal cual lo contó ella. Me enfadé contigo y salí del apartamento. Empecé a andar y andar sin prestar atención de dónde estaba, pensando en mis cosas y para cuando quise darme cuenta acabé en una playa muy apartada, con un estrecho de rocas y me senté allí para descansar un poco. Apareció un grupo de chicos y chicas y pues estuvieron ahí un rato y luego se desnudaron para meterse al agua. Luego ella salió del agua y vino hasta mi por curiosidad y empezamos a hablar.
-Estaba desnuda, ¿no?
-Así es. Se sentó a mi lado y hablamos un poco, pero se empeñó en que nos apartáramos para hablar más tranquilamente mientras nos tomábamos una cerveza. Se me insinuó de manera muy directa, pero yo en todo momento le dije que tenía novia. No parecía importarle que tuviera novia, porque no paraba de insinuarse y calentarme.
-¿Por qué te desnudaste?
-Pues no lo sé Elena. Me dejé llevar por el morbo, mi enfado de ese momento y verla a ella desnuda. Soy un imbécil, un gilipollas. Tengo a la mejor chica del mundo y me dejo llevar y convencer por una chica que ni siquiera conozco de nada.
-¿Es verdad que se empezó a tocar en el agua?
-Sí. Fue otra manera de calentarme. Lo pasé mal.
-Te tentó, ¿no?
-Mucho. Pero no pasó nada, Elena. Te lo juro.
-¿Y qué hiciste después?
-Finalmente ella lo entendió y se vistió para irse. Yo me metí al agua para rebajar el calentón y funcionó. El agua estaba muy fría y me relajé. Estuve en el agua hasta que amaneció. Elena, de verdad, lo siento mucho. Debería haberme ido en cuanto se acercó a mí.
-Ya está, mi amor. (dijo poniéndose de rodillas para darme un fuerte abrazo, apretándome contra su cuerpo)
Nos quedamos así unos breves minutos, abrazados. Ella, además me daba besitos en mi cabeza, acariciándome el pelo también.
-¿Por qué me lo has contado?
-Elena, porque te quiero y necesitaba sacármelo de dentro. No me sentía bien ocultándote eso. Sabía que te iba a molestar por lo que dijiste en esa conversación en la que ella se puso a preguntarte.
-Pues sí. Como dije en esa conversación, me molesta. Pero lo entiendo, Javi. Estabas enfadado y cuando uno está así es difícil pensar con la cabeza fría, además que se te acerque una chica así de impresionante desnuda, pues es algo difícil de controlar, entiendo que te diera morbo y curiosidad. No digo esto porque me esté menospreciando. No. Ya me quedó muy claro ese tema, Javi. Pero hay que aceptar las cosas y es muy evidente que esa chica es espectacular. Entiendo que por el morbo de la situación te convenciera para que te desnudaras, pero que no hicieras nada, ni la tocaras ni nada, dice mucho de ti. Me podrías haber engañado con suma facilidad y no lo hiciste. Ella dijo que estabais solos en ese momento y hubiera sido muy fácil. Un polvo rápido en la playa, en el agua sin que nadie os viera y, aun así, porque allí no te conoce nadie. Pero no lo hiciste.
-No, no pasó nada.
-Te creo, mi amor. Te creo. Nunca me has dado ningún motivo para dudar de ti, jamás. Y ella dijo que no pasó nada por mucho que lo intentó. No tiene sentido que cuente una historia y diga que no pasó nada si realmente no pasó. En ningún momento puso nombre al chico, ¿quién iba a pensar que eras tú? ¿Por qué iba a decir que no se lo folló si al final lo acabó haciendo?
-Claro.
-Pero me molesta. No estoy enfadada, solo molesta. Aunque más me molesta que empezara con esas preguntas y más siendo mi novio ese chico. Me da la impresión de que lo hizo para reírse de mí.
-A mí tampoco me sentó bien, pero no quería destaparlo todo delante de Irene y Mario, y de tu hermana.
-Hiciste bien. Porque en ese momento le hubiera arrastrado de los pelos.
-Lo siento, Elena.
-No pasa nada, Javi. Yo también tuve lo mío con mis celos y demás. Y más sabiendo que te molesta que me ponga por debajo de alguien.
-Bueno, creo que es mejor dejarlo ya.
-Es que ahora que lo pienso, se puso a nuestro lado adrede, ¿no?
-Pues sí. Cuando pasó aquello me dijo que si podía buscarme al día siguiente y yo le dije que no para evitar algún mal rollo que se pudiera dar. Le dije que no, pero aun así apareció.
-En fin… Me da pena la gente así. No entiendo como hay gente que se puede meter así en de esa forma en relaciones por echar un rato de diversión. La verdad es que no lo entiendo. Supongo que estarán faltos de cariño, porque si no, no lo entiendo.
-Pues sí, eso debe ser.
-Solo hay una cosa que no entiendo.
-¿El qué?
-Javi, ¿qué hice para enfadarte tanto? Debí de hacer algo muy grave para que te fueras del apartamento de esa forma y tuviera lugar lo de Bea. ¿Me enrollé con alguien o algo?
-Elena, no pasó nada. Simplemente el alcohol no te sienta bien y te pusiste de una manera que no me gustó nada. Cuando llegamos te emperraste en que te follara, así con esas palabras. Pero diciéndolo a voces, con tu hermana en el salón. Es que no parecías tú. Te pusiste como una niña pequeña caprichosa. Hasta me chillaste enfadada que te follara.
-Joder… Lo siento.
-Da igual. Ya ha pasado. Pero es que verte así me superó. Nunca te había visto así y me recordó mucho también a cuando me llamaste bebida cuando estaba en aquel trabajo, que ha sabemos como acabó… Y no quería volver a tener que pasar por eso. Simplemente me fui hasta que se te pasara la borrachera. Ya está, no fue nada más.
-Vale. ¿Sólo era eso?
-Sí, solo eso. Lo siento.
-No pasa nada, Javi.
-Es que me he asustado al verte reaccionar así.
-Me he puesto muy nerviosa. Lo siento. Creía que se iba a acabar lo nuestro.
-¿Qué? ¿Por qué?
-No lo sé, Javi… Después de este día tan bueno que hemos pasado juntos, que me digas esas palabras con ese tono me ha asustado mucho. Me ha dado la sensación de que me habías regalado este día tan inolvidable porque querías despedirte de mí bien y creía que me ibas a dejar.
-¿Pero por qué te iba a dejar? Si no tengo queja contigo. No puedo ser más feliz a tu lado. Elena, si te pierdo me muero. No me puedo permitir algo así.
Elena se quedó callada, con las lágrimas a punto de desbordarse desde sus ojos. Yo le agarré la cara con cariño y le besé. Ella me dio un abrazo fortísimo cuando me despegué de sus dulces labios y de nuevo nos tumbamos para descansar. Nos mirábamos estando tumbados como antes de que empezáramos esa conversación, con su cabeza en mi hombro. Ambos estábamos sensibles, por lo que las caricias y los besos no paraban de tener lugar hasta que ella se durmió y yo la seguí al poco.
Me desperté a las pocas horas, cuando el sol empezaba a entrar por la ventana. Como me daba de golpe, yo me desperté, pero sin embargo Elena seguía dormida al estar de espaldas a la ventana. Me puse a mirarla y ahí estaba, dormidita, tan guapa como siempre. Mientras la contemplaba me puse a pensar en la conversación que tuvimos antes de dormir. Parecía habérselo tomado bien a pesar de haberse puesto de aquella manera cuando ni siquiera le había empezado a contar. Si bien es verdad que su reacción final y razonamiento me tranquilizaron, no podía evitar tener ese temor de que Elena se pusiera como se había puesto en alguna ocasión similar, como ya pasó con Ángela y cuando estuve fuera unas semanas. No quise darle muchas más vueltas a algo que en principio no debería dar problemas, por lo que me levanté con cuidado para echar las cortinas y poder descansar un poco más, ya que con tanto movimiento que habíamos tenido hacía escasas horas, necesitaríamos algo de tiempo más para descansar bien.
Cuando me volví a acostar con ella cerré los ojos para seguir durmiendo, pero me vino a la cabeza el otro gran problema que tenía y que seguía ocultándole a Elena. Obviamente tenía muchos remordimientos, todos los días. ¿Cómo no los iba a tener? Pretendía que nuestra relación fuera totalmente transparente, al igual que ella lo era conmigo. Elena era perfecta, pese a que ella dijera en esa semana de vacaciones que estaba mostrando inconvenientes. Esos inconvenientes no me importaban. Esos celos no eran nada para mí, al igual que el hecho de que se pusiera así cuando bebía más de la cuenta. Sí que había dos hechos que me molestaba más de la cuenta. El que ella se menospreciara, poniéndose por debajo de alguien de esa manera que ya había hecho alguna vez y eso de que dejara que Noelia me la cogiera y hasta me la chupara. Aún no tenía ni idea de por qué lo hizo. Solo se me ocurría que era por el alcohol. Tampoco es que le fuera a preguntar por qué fue, porque tendría que explicarle la situación y no. Imposible. Eso desembocaría al problema de verdad y de ninguna manera podía permitir eso. Afortunadamente para mi descanso, los ojos se me entornaban por el cansancio, por lo que me acabé durmiendo mientras la miraba.
Sin tener muy claro qué hora era, me desperté abrazando a Elena por detrás, quien parecía estar despierta, porque me acariciaba una de mis manos mientras teníamos la otra con nuestros dedos entrelazados. Estaba tan a gusto que no quería romper el momento, aunque la quería sentir más, por lo que atraje hacia mí para abrazarla mejor.
-Javi, ¿no tienes que trabajar?
-Eh… Sí. Pero es que estoy muy a gusto contigo, mi vida.
Me quedé un poco cortado por esa pregunta que casi que no veía que viniera a cuento, aunque lo que más preocupó fue su tono, denotando algo de frialdad quizá. Afortunadamente para mi descanso Elena se dio la vuelta y me miró sonriendo, dándome un beso después. Mis ojos acostumbrados a la oscuridad, ayudados de la poquísima luz que entraba por la ventana al dejar un pequeño haz de luz me permitían ver su preciosa sonrisa. Y así nos quedamos, mirándonos con una sonrisa como solíamos hacer, acompañando el momento de varios picos y caricias, con ella poniendo sus manos en mi cara y yo en sus muslos y culo.
Miramos la hora que era y en poco tiempo teníamos que dejar la habitación, por lo que nos dimos una ducha rápida los dos juntos para salir e ir a recepción y entregar la llave. El problema fue que, al ir a dejar la llave, los encontramos a la pareja vecina con la que competimos por la noche. Parecía que tenían un plan similar al nuestro, porque por lo que podía ver también estaban dejando su llave y ambos iban con un trolley, ya vestidos de día a día, pero aun así ambos iban muy elegantes. Él con unos vaqueros y una camisa de manga corta, bien puesta por dentro de los pantalones y ella, tan elegante como había ido previamente con sus dos modelitos. Esa vez llevaba vaqueros muy ajustados, que dejaban sus tobillos al aire, con unos altos tacones negros y una blusa blanca que dejaban al aire sus brazos por completo, maquillada también, ni muy ligera, ni muy cargada. Lo justo para ir muy elegante, sacando partido al máximo a su sensualidad y armas de mujer.
Elena no se puso nerviosa, al contrario de lo que yo esperaba, manteniéndose firme y seria, mirando fijamente a aquella mujer. La pareja de ésta se puso un poco tenso cuando nos vio, pero su gesto se le cambió cuando su chica se giró y nos vio. Ella tenía una cara sulfurada, mataba con la mirada mientras que su pareja luchaba por aguantar la risa. Era una situación sumamente rara, pero Elena no cedía un milímetro. Nos miramos durante unos 30 segundos hasta que Elena me arrancó de la mano la tarjeta que abría la puerta de nuestra habitación y recorrió los dos escasos metros que había hasta la barra de la recepción, apartando a aquella mujer ligeramente con su brazo, girando su cabeza cuando llegó al punto, agitando su pelo casi dándole a ella.
-Vamos, mi amor, que se nos hace tarde.
Puse una ligera sonrisa de orgullo sin mirar a aquella extraña y fui junto a Elena, dándole un pico en las narices de su seductora enemiga. Pude oír su respiración de irritación e indignación, pero su pareja la cogió de la mano para irse de allí. Casi cuando iban por la salida pude oírla hablar de malas maneras mientras el otro la intentaba tranquilizar. El drama pasó a ser una comedia en ciertos momentos. Me hacía gracia el comportamiento de todos y siendo honesto, estaba encantado con como lo había hecho Elena. Me gustaba como mi gatita sacaba sus uñas para defender a su chico, como ya hizo la noche anterior saliendo hasta la mitad del pasillo tapándose a duras penas con una sábana y hablándole de esa manera.
Salimos del hotel y aún podíamos ver a la otra pareja, parecía estar esperando un taxi. Un nuevo problema surgía y es que ellos estaban en la entrada del aparcamiento donde estaba mi coche, por lo que teníamos que pasar justo por su lado para poder irnos de allí. Dudé un poco si ir de inmediato para acabar con aquello lo antes posible, o si esperar un poco a que se fueran dando una vuelta o algo. Elena no dudó. Me agarró de la mano y tiró de mí, dirección al aparcamiento. Su enemiga de hacia pocas horas nos miraba con atención al estar aproximándonos a ellos, pero Elena lo hizo para pasar a pocos centímetros de ellos, pero haciéndolo de largo. Una vez los sorteamos y habíamos avanzado un par de metros se pudo oír de la boca de ella:
-¿Pero qué se habrá creído la niñata ésta?
Elena no se cortó un pelo, como había hecho desde el primer momento con ella y se giró, mirándola fijamente, levantando su mano derecha y sacándole el dedo del medio diciendo:
-Que te den, guarra. Falta te hace porque tu novio no te da lo tuyo y tienes que ir buscando a otros.
Odio era lo que reflejaban los ojos de aquella chica, que soltó su maleta para venir hacia nosotros, pero su novio la paró, soltando también su maleta para agarrarla. Después de semejante espectáculo, aquel chico se llevó a su novia de la mano para que no pasara nada más mientras Elena y yo nos montábamos en el coche. Ella estaba relajada, algo seria y yo la miraba por el rabillo del ojo hasta que iba a arrancar, pero no lo hice. Me giré hacia ella y me quedé mirándola y ella me miró con una ligera sonrisa de orgullo.
-Elena, estoy flipando. Qué contraste de personalidad. Eres tan dulce y tan viva a la vez…
-Javi, mi amor… No voy a dejar que nadie se ría de nosotros. Si me tengo que matar con alguien por ti, lo haré.
No pude evitar besarla con todas las ganas del mundo, pasando a comerle la boca con mucha ansia. Sentí un escalofrío enorme cuando me dijo eso, erizándoseme hasta la piel. Esas palabras, esa manera de decírmelas, con su voz dulce y aniñada, pero de esa manera tan sensual, calmada y decidida… Sentí un calor por el pecho que hizo que me pegara a ella como si fuera un imán. Nuestro beso solo se vio interrumpido por sus palabras emitidas en forma de susurró mientras seguía con los ojos cerrados, después de empujar mi pecho ligeramente con su mano.
-No voy a dejar que una cualquiera se acerque a ti. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no voy a permitir que pueda pasar algo que me aleje de ti.
-Eso no va a pasar nunca. Te quiero.
Después de susurrarle eso retomamos nuestro beso tan apasionado hasta que nos separamos para mirarnos a los ojos mientras nos acariciábamos. Con la tontería, entre la entrega de llave, toda esa situación con la otra pareja y nuestras muestras de cariño en el coche, se acercaba la hora de comer y ambos estábamos hambrientos al no haber desayunado nada y tras toda esa actividad física que tuvo lugar la madrugada anterior, por lo que fuimos a comer a un restaurante, esta vez diferente a los que habíamos ido anteriormente.
Tras la comida la llevé a su casa, encontrándonos con Maribel, quien estaba en el salón. Parecía seguir de muy buen humor porque puso una sonrisa bastante grande al vernos aparecer.
E: Mamá, perdona no haber avisado de que no venía a comer.
M: No pasa nada, Elena. Imaginaba que seguíais con vuestro plan, por eso no me enfado. ¿Qué tal ha ido al final?
E: Estupendamente, mamá. Javi es un amor.
M: Ya lo veo hija. Nunca te he visto así. Ni con tu anterior novio.
J: Joder, vais a hacer que me ponga rojo… Jajajaja.
E: Jajajaja, pero es que es verdad.
M: Mira como la tienes. Está en una nube. Y me encanta, ¿eh? Pero sigo pensando que tiene que espabilar. Es muy blandita.
J: Maribel, créeme que tu hija es muy espabilada.
M: No. No me contéis esas cosas.
J: No, si no va por ahí la cosa…
M: Ah… ¿Entonces?
J: Resulta que…
Entonces Elena me pellizcó en el culo sin que su madre se diera cuenta, riñéndome, diciendo mi nombre de manera muy aguda y bajita. Yo aun así seguí contándole a su madre entre risas.
J: Ayer tuvimos un pequeño percance.
M: ¿Cuál?
Miré a Elena quien estaba colorada y aguantando la risa. No pude evitarlo y lo acabé contando para que su madre viera que su hija no era tan blandita como ella creía.
J: Una chica se acercó a mí más de la cuenta y Elena le preguntó que qué quería.
M: ¿Y bien?
J: A ver… Es que… Bueno. Que quería jugar conmigo o con los dos a la vez, no sé si me entiendes…
M: Pero bueno… (dijo mirando a Elena)
Elena se puso roja a rabiar, pero yo seguí contándole para salir del paso.
J: Pero tu hija la puso en su sitio.
M: ¿En serio?
J: Pues sí. Me quedé bastante impresionado. Le metió un manotazo… Y la echó de un empujón llamándola guarra.
M: Vaya, no esperaba eso. (dijo riendo)
E: Es mi chico, no voy a dejar que cualquiera se le acerque. (dijo de nuevo con la misma cara de orgullo con la que me lo dijo a mí)
M: Muy bien Elena, eso es. Que hay mucha puta por ahí suelta. Estoy orgullosa de ti.
E: ¿Sí? (dijo con ilusión)
Maribel sonrió de esa forma tan encantadora que hacían todas las mujeres de su familia, achinando los ojos con mucha dulzura. Se acercó a Elena y le dio un abrazo muy fuerte.
M: Sí, hija mía.
Después Maribel se despegó de su hija para darme un abrazo a mí de la misma manera. Fue un momento agradable, aunque me puso algo nervioso porque quizás se pegó más de la cuenta a mí y pude notar como me clavaba sus pezones en el pecho, haciendo que me entrara un cosquilleo por cierta zona del cuerpo. Cuando se despegó de mí no pude evitar mirar sus pechos, corroborando que no llevaba sujetador como había comprobado en su abrazo. Pude notarle los pezones algo duros, pero no imaginaba que fuera por mí, ya que ella los tenía más grandes y gorditos que su hija. Aparté rápidamente la mirada de ahí, sin que ninguna de las dos se diera cuenta.
Maribel dijo que iba a echarse un rato en la cama para dormir, dejándonos a los dos en el salón. Nos quedamos ahí, tirados en el sofá toda la tarde viendo la tele mientras nos dábamos algunas caricias después de que Elena se pusiera más cómoda. A Elena no le pareció justo que ella pudiera estar cómoda y yo no, por lo que ella intentó ponerle remedio desabrochándome la camisa por completo pese a mi queja por estar en el salón con su hermana y su madre en la casa. Ella me susurró que me tranquilizara, que no iba a pasar nada y se puso a acariciarme el pecho. En toda la tarde nos molestaron. Ni su madre, ni su hermana. Poco antes de cenar, apareció Maribel por el salón y yo ya me puse bien la camisa para volver a casa. Elena se puso como ella siempre se ponía cuando me iba a ir e incluso Maribel me pidió que me quedara a cenar, pero me excusé diciendo que llevaba casi dos días sin aparecer por casa y mi madre se ponía nerviosa, ya que ni siquiera había hablado con ella.
Al final regresé a mi casa, contándole a mi madre con detalle como fue el día, salvo los detalles sexuales. Se alegró mucho por mí y fuimos a cenar. Ya relajado en la cama hablé con Elena diciéndome como siempre que pasábamos tiempo juntos, que me echaba de menos ya y que me tendría que haber quedado a dormir con ella. Después de hablar durante un rato se despidió de mí entre muchos emoticonos de besos y corazones. Cuando dejé de hablar con ella miré si tenía más mensajes, viendo que había algunos en algunos grupos, pero nada reseñable. También me percaté de que Irene vio el mensaje que le envié tras el primer polvo que echamos Elena y yo, con esa foto que le mandé, pero no me respondió. Me pareció raro y ya la llamaría para hablar con ella y tratar también lo que pasó cuando estuvimos en su casa. No tenía nada más así que me fui a dormir de muy buen humor.
El sábado y el domingo no fueron días de descanso como solían ser. Tenía que recuperar el trabajo perdido tanto del jueves como del viernes, por lo que poco salir de casa. Aun así, el contacto con Elena seguía siendo el mismo. Parecíamos estar en nuestro mejor momento pese a varias situaciones problemáticas que finalmente tuvieron solución, menos la más importante y solo conocida por mí. Elena seguía con ese comportamiento algo dependiente como siempre que pasábamos algunos días juntos, estando pegados durante todo el tiempo o cada vez que teníamos un plan especial. A mí no me molestaba en absoluto que se pusiera así, de hecho, yo tenía las mismas ganas de estar con ella, pero era lo malo de tener responsabilidades con ese trabajo en el que estaba muy cómodo y por nada del mundo quería perder y de que ambos viviéramos aún con nuestras familias.
Ese era el problema, por lo que durante todo el fin de semana estuve mirando casas y pisos para irme a vivir solo, aunque esperaba que Elena se viniera conmigo. Mala suerte. O veía esperpentos de casas, o tenían el alquiler muy caro, por lo que me tocaba seguir buscando hasta encontrar algo que me gustara y estuviera bien de precio. Durante ese fin de semana le envié algún mensaje más a Irene para preguntarle por qué no me había respondido, pero de nuevo el doble check azul sin respuesta. Me mosqueó y extrañó a partes iguales, por lo que le hablé a Mario, pero obtenía el mismo resultado. Miré nuestros grupos en común y llevaban sin hablar desde el jueves, casualmente el mismo día que nos vimos con ellos por última vez. Mi mosqueó era tal que lo comenté con Elena el domingo por la noche.
-Elena, ¿sabes qué les pasa a Irene y Mario? No sé nada de ellos desde el jueves.
-No, mi amor. Le he escrito a Irene para contarle como nos fue, pero no me responde…
-Me parece rarísimo.
-¿Les habrá pasado algo?
-No, si los mensajes los ven, pero no responden.
-Javi, estoy preocupada.
-Mañana me acerco a primera hora a su casa a ver qué pasa.
-Vale. Oye, vente mañana a comer, que me siento un poco solita sin ti…
-Venga va, que a mí me apetece mucho también estar contigo.
-Bieeeeen
-¿Tu madre sigue de contenta como estos días?
-Siiiiii. Da gusto estar así en casa. Parece otra. No sé qué le pasa, pero estoy encantada.
-¿Crees que se ha podido animar a conocer a alguien?
-Ni idea. Pero no ve visto ningún indicio de eso ni nada…
-¿Y tu hermana? ¿Cómo sigue?
-Igual. Desde que volvió de casa de su examiga de esa manera, está un poco mustia, así que no te preocupes por sus borderías.
-Vale, mañana nos vemos.
-En cuanto sepas algo de estos dos dime algo, porfa.
-Ok.
Pues ya tenía plan para comer al día siguiente y parecía que los dos principales problemas para estar junto a ella en su casa estaban controlados. Me fui a dormir no muy tarde porque estaba cansado y quería madrugar para ir a casa de Mario para ver qué pasaba con la pareja.
El lunes me levanté bien temprano para ir a casa de mis amigos en busca de respuestas. Me planté en su casa cerca de las 8 de la mañana para luego aprovechar y ponerme a trabajar. En cuanto llegué llamé y me abrió Mario. Me recibió con total normalidad y en el salón estaba Irene, con un pijama de verano muy corto. Sus pantalones mostraban parte de los cachetes de su culo, casi pareciendo un culotte, acompañando a su camiseta cortita de finos tirantes que dejaba al aire su abdomen, marcando esos pezones gorditos que tenía. Iba con una coleta para recoger su pelo y una cara muy mona de recién levantada que rápidamente cambió a una más despierta cuando me vio aparecer. Ella y Mario se echaron una mirada seria y entonces él se excusó diciendo que se tenía que ir al trabajo y que ya llegaba tarde. Irene puso cara de molestia, como si le reprochara que le dejara con un marrón encima.
-¿Qué pasa, Javi?
-Eso es lo que me gustaría saber a mí. Os hemos estado escribiendo y no respondéis ni nada. No sabemos nada de vosotros desde que salimos el jueves de aquí.
-Ah…
-¿Estáis bien? ¿Os ha pasado algo?
-No, no. No pasa nada.
-¿Entonces?
-Eh… (dijo de manera nerviosa, apartando la mirada, evitando mis ojos)
-Irene, ¿todo bien?
-Sí, claro.
-Me estás poniendo nervioso.
-Es que…
-¿Estás embarazada?
-¡¿Qué?! No, por Dios…
-Joder, no sé qué pasa, pero algo hay.
-¿Qué dices, Javi? ¿Cómo voy a estar embarazada?
-Yo que sé, estáis ahí con el misterio…
-No pasa nada.
-Ya. Una mierda.
-Ay, Javi…
-¿Otra vez malos rollos con Mario?
-No, no. Para nada. Si estamos mejor que nunca.
-¿Me lo vas a contar? Porque me estoy mosqueando ya…
-Si es por evitar malos rollos.
-¿Malos rollos de qué?
-Es por lo que pasó el jueves.
-Pero que ya está. No pasa nada. Sabemos de sobra que habíais quedado con alguien, la risita que se oyó desde vuestra habitación y que Mario no estuviera en el salón fue muy aclarador.
-Ya, pues eso es.
-¿Sabes? Elena me preguntó cuándo salimos si os avergonzabais de nosotros.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-Por el comportamiento tan raro que tuviste llevándonos a la cocina y demás.
-Joder… -dijo poniendo su rostro triste- Yo solo quería evitar…
-Pero si nosotros ya sabemos y tenemos claro como sois. Como Elena dijo en su día, no sois como nuestra pareja para que os pongáis así.
-Ya, ya lo sabemos.
-Y tampoco entiendo por qué nos llamáis si habéis quedado con alguien y encima os vais a poner así…
-Es que supuestamente iba a venir más tarde, pero me llamó para avisar de que ya estaba aquí y antes de que pudiera deciros que estábamos ocupados pues se presentó aquí.
-Vale, pero sigo sin entender que os pusierais así…
Irene se quedó callada, apartando la mirada, notablemente nerviosa. Jugaba con sus dedos mientras evitaba mi mirada y el silencio se hacía más incómodo.
-Irene, me da la sensación de que hay algo más. ¿De qué se trata?
-Nada, nada. ¿Qué tal fue el plan?
-Eh… Dime qué pasa.
-Que no pasa nada, de verdad.
-Bueno, creía que éramos como familia, pero veo que me equivocaba. (dije levantándome para marcharme)
Pero Irene me detuvo, cogiendo mi mano para darme la vuelta.
-No, Javi. Por favor. Somos como familia, pero hay cosas que es mejor no saber.
-¿Pero de qué hablas? ¿Os habéis follado a mi madre o qué pasa para que haya tanto misterio?
-Ay, Javi… Qué tonto eres…
-Sigo esperando.
-Era Ángela.
-Ah… (dije bajito con algo de tristeza)
-¿Ves? Por evitar esto.
-No pasa nada.
-Tenía unos días libres y me dijo de quedar y con la tontería se ha tirado aquí todo el finde. Se fue ayer por la noche.
-Ya veo.
-Por eso no respondíamos. Mirábamos el móvil por si era algo importante, pero delante de ella no queríamos hablar con vosotros para evitar… Pues eso.
-Entiendo.
-Ven. -dijo tirando de mi mano para sentarme con ella en el sofá- Como viste en la playa, ella y yo seguimos en contacto. Nos caímos muy bien la primera vez que nos vimos y nos vinimos aquí, ya sabes, aquella vez que…
-Sí, lo recuerdo.
-Lo siento.
Me encogí se hombros ligeramente mientras ahora era yo el que evitaba la mirada de Irene.
-Pues eso, hablamos mucho y cada vez que tenemos oportunidad pues quedamos. Por eso me puse así de nerviosa, porque sé de sobra que no le cae bien a Elena por… Bueno, ya sabes. Y también sé lo que te pasa a ti con ella.
-No. A mí no me pasa nada con ella. Es ella el que tiene el problema. No sabe aceptar que yo no busco nada con ella y que tengo pareja. No entiendo por qué cuando nos conocimos estuvimos bastante tiempo como si nada siendo follamigos y ahora que me ve con Elena se interesa más por mí, soltándome que sentía cosas por mí en aquel entonces y que incluso estaba enamorada de mí. Y ahora que la vuelvo a ver se vuelve a enamorar, pues no lo entiendo.
-Precisamente por eso, Javi. Ella no te dijo nada en su día porque sabía de sobra lo que buscabas tú. O más bien lo que no buscabas. Entonces pues no te decía nada por no agobiarte y que no la apartaras de tu vida. Y ahora que ha visto que has cambiado de opinión al verte con pareja, pues… Bueno, no le ha sentado muy bien. No por tu parte, sino por la suya. Se arrepiente mucho de no haberte dicho nada en su día y ahora que te ve así pues como que quería intentar algo, pero me dijo que ella no era así y que lo mejor sería irse para evitar hacer una tontería que os afectara de verdad.
-¿Habéis hablado de eso?
-Javi, somos amigas. Hablamos de muchas cosas.
-¿Te ha preguntado por mí?
-Pues claro. Varias veces.
-¿Y por qué no me lo dijiste el día que te pregunté en la playa?
-Porque no quiero que nadie sufra. Ni tú, ni Elena, ni Ángela. Pero prefiero sincerarme al ver como te has puesto. Cada vez que nos vemos o hablamos me pregunta por ti. Cómo te va en el trabajo, como te va con Elena…
-Joder…
-Muchas veces me pregunta si creo que Elena y tú durareis mucho.
-¿Sí?
-Sí. Yo no quiero hacerle daño, pero le dijo que sí. Le digo que pienso que vais a estar toda la vida juntos. Sin contarme a mí y a Mario, no he visto nunca a una pareja mirarse como os miráis vosotros y quererse como os queréis vosotros. Da la impresión de que sois como un solo ser, que una parte no puede vivir sin la otra.
-Así me siento.
-Pues eso le digo. Ella tiene la esperanza de que algún día cortéis y que pueda llenar ese hueco. Me dice muchas veces que haría todo lo que estuviera en su mano para hacerte tan feliz como lo eres con Elena.
-Joder, tío…
-Javi, lo de Ángela no es un capricho, ni deseo. Está muy enamorada de ti. Y lo entiendo, sé como eres y lo que le das a Elena. Es normal que una chica que ha pasado bastante tiempo contigo se enamore así de ti.
-Ya veo. ¿Y cómo le va a ella?
-No te preocupes por ella, le va todo perfecto. Tiene un muy buen trabajo y cobra bastante bien. También se ha mudado y está muy a gusto. Vive sola, alguna vez hemos ido a su casa.
-Irene, ¿cómo no me voy a preocupar con lo que me has dicho…?
-De verdad, Javi. Está muy bien. No está triste ni nada. Ella es una chica muy fuerte, ya se le pasará esto.
-Ya…
-¿La echas de menos?
Asentí con la cabeza con gesto triste.
-Lo siento, Javi.
-No es justo. Es como si tú desapareces de mi vida. No quiero.
-Eso no va a pasar nunca, ¿me oyes? -dijo mientras me cogía las manos- Pero tienes que entenderla, ella no quiere sufrir y viéndote lo hace. Y también por eso que te he dicho, que no quiere interferir en tu relación y siente que si se queda lo va a acabar haciendo.
-Ya. Ya lo sé.
-Venga, no te pongas triste. ¿Cómo fue el día entonces?
-No me apetece hablar. Que te cuente Elena, que intentó contártelo el otro día.
-Vale, ahora hablo con ella.
-¿Qué le vas a decir? Digo, por lo de no contestarle y eso…
-Pues que quedamos aquí con una chica y luego nos fuimos el finde con la familia de Mario a la sierra, pero que la cobertura era mala y no podíamos mandar mensajes ni llamar. Me jode mentirle, pero si tú te has puesto así, no quiero pensar como se pondría ella…
-Vale, lo que tú veas.
-Venga Javi, levanta esa cara. A ver, ¿quieres que te anime como lo hace Elena? Jajajaja.