KERANOS
Ahora era yo el que tenía un nudo en la garganta, aguantando soltar alguna lágrima. Esa vocecilla suya con la que me dijo eso y el momento hicieron que fuera más sensible a todo, amplificando mis sentimientos. Elena me miró, dándose cuenta de que tenía los ojos vidriosos.
-Yo también. (dije con la voz algo quebrada)
Ahora era Elena la que me consolaba a mí, con muchos mimitos y besos, acariciando mi cara sin parar. Pasados unos minutos se levantó de mí.
-Mi amor, voy a quitarme el maquillaje para estar más cómoda, porque esta noche va a ser muy larga.
-Claro, mi vida.
Elena se fue al baño con su bolso mientras yo me quedaba pensativo. Me levanté y me puse a mirar por la ventana mientras le daba vueltas a como nos queríamos. Era una locura lo que me hacía sentir Elena, casi que dolía el quererla tanto, haciéndome supersensible a todo lo que le pasaba. Para cuando quise darme cuenta, Elena me abrazó por detrás, dándome la vuelta.
-Javi, estabas muy pegado a la ventana.
-¿Qué? No me he dado cuenta.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. Perfectamente. Solo estaba pensando en lo que nos queremos.
-Jejeje. ¿Estás listo?
-Claro.
-Tu niña quiere que la folles bien, como no has podido hacerlo en nuestras vacaciones.
-Es lo que tenía pensado.
-¿Sí? (dijo empezando a desabrocharme la camisa)
-Claro, es lo que querías, ¿no? Y yo también. Lo estaba deseando. ¿Crees que esa cama aguantará?
-Ya aguantó la otra vez, ¿no? (dijo con voz melosa, acabando de desabrochar mi camisa para quitármela)
-Sí, pero esa vez no fue nada comparado con hoy…
-Uff… Me estoy mojando ya, mi amor.
-Qué ganas de pasar mi lengua por tu rajita y saborearte…
Elena no dijo nada y me quitó el cinturón, siguiendo después con mis pantalones. Me desnudo por completo, salvo por mis boxers, que marcaban como mi polla estaba morcillona. Elena puso una sonrisa picarona y dio dos pasos atrás, sentándose en la cama para desabrocharse sus zapatos, dejando sus preciosos pies descalzos, luciendo esa pedicura tan bonita de color rojo.
-Que bonitos. (dije mirando sus pies)
-Tú sí que eres bonito.
Después se desabrochó los botoncitos de su vestido para ir quitándoselo poco a poco de una manera muy sensual. Como era habitual en ella, no llevaba sujetador, cosa que disimulaba muy bien al apañar esa parte de los vestidos para que no se notara. Sus pezones se veían duros y me di cuenta de lo que llevaba abajo de ropa interior. Se trataba de un tanga rojo de encaje que dejaba ver su triángulo de pelo, ya bien formado desde la última vez que lo arregló para ir a la playa. Llevaba razón, la parte inferior de su tanga se notaba más oscurecido debido a la humedad de sus fluidos. Me puse muy burro, empezando a resoplar mientras ella reía. Después se dio la vuelta y apoyo sus manos en la cama mientras seguía de pie, empezando a mover su culo de manera muy sensual. Yo seguía resoplando como un animal y Elena reía como una niña mala. En un arrebato le pregunté:
-¿Tu madre sabe que te compras esa ropa interior?
-¿Cómo? Jajajaja.
-Jajajaja, pues eso.
-Javi… -dijo dándose la vuelta y viniendo hacia mí, poniéndose de rodillas, apoyando sus codos en mis muslos y su cara en sus manos- Si mi madre me viera con este tanga puesto, me mataría.
-Yo también te voy a matar, pero de placer.
-Que me mojo más, mi amor…
-Te va a hacer falta estar bien lubricadita.
-Mmm…
-¿De verdad tu madre te diría algo? Estás tan mona con ese cuerpazo que tienes y tu matojito que se deja ver a través del tanga…
-Jajajaja, no sé qué opinará ella de la depilación ahí abajo, así que no te sé decir. Pero seguro que se escandalizaría mucho al verme con este tanga…
-Y tú, ¿qué opinas de la depilación ahí?
-Ya te dije que no me importa, me da lo mismo llevar pelo o no. Pero veo como te gusta y como te pones y quiero que te guste. Aunque también hago cambios para que no sea siempre igual.
-Me encanta todo lo que te haces ahí.
-Jajajaja. ¿Tanto te pone que tenga pelito?
-Mmm, sí. Es como un fetiche. Me pone mucho que la chica con la que me voy a acostar tenga.
-¿Y has tenido mucha suerte?
-Bueno, no mucha, la verdad.
-¿Y cómo te surgió ese fetiche?
-Pues ni idea. Recuerdo que cuando era más joven me gustaba que no tuvieran nada, pero no recuerdo por qué me empezó a gustar. Tampoco es que sea algo esencial para mí, pero prefiero que tengan. Me da mucho morbo.
-Mmm, que curioso.
-¿A ti te gusta en mí?
-Me da igual, mi amor. Te veo siempre guapo. Pero así es como más me gusta, con un poco, pero recortado y cuidado, como lo llevas siempre.
-¿Y lo de tus pies cómo surgió?
-Pues un día Alejandro y yo salimos de fiesta y cuando regresamos nos acostamos. Íbamos un poco bebidos, pero no como para ir borrachos y recuerdo que sin venir a cuento me cogió de las piernas como lo haces tú y me las empezó a besar mientras me la metía, acabó llegando a mis pies, besándolos y chupándolos y me puso muy burra. Nunca me había hecho eso pese a llevar 3 años juntos en ese momento, pero me gustó mucho. De hecho, aquella fue la vez en la que acabó dentro de mí y tuvimos ese susto.
-Ah…
-Pero ahí se quedó. No lo volvió a hacer.
-¿Y no le dijiste nada?
-Me daba mucha vergüenza. Creo que ni se dio cuenta de cómo me puse.
-Pues vaya.
-Antes de que tú y yo fuéramos pareja, cuando empezamos a acostarnos me tocaba mucho pensando en ti. Me imaginaba que me hacías eso y uff… Qué orgasmos…
-¿Te tocabas mucho pensando en mí?
-Todos los días. Lo pasaba mal cuando estábamos varios días sin follar. Cuando no podía más te llamaba para que nos tocáramos juntos.
-Ya veo.
-¿Y tú?
-Pues claro. Con lo que me gusta a mí, no había día que no cayera una paja pensando en ti.
-Uff… También cayó el día que me tocaste en el parque cuando estaba con mi ex aún.
-¿Sí?
-Sí. Llamé corriendo a mi padre para que me recogiera. Cuando llegué a casa me fui a mi habitación, me desnudé y me metí en la cama. Madre mía… Estaba temblando. No sabía qué me pasaba. No sabía cómo pude pararte sin llegar a hacer algo más. En ese momento que estaba tocándome en mi habitación estaba enfadada conmigo misma. Te deseaba muchísimo, quería que estuvieras ahí conmigo y que me hicieras tuya. Nunca había mojado así las bragas. Podía olerlas desde donde estaba a pesar de que estaban como a dos metros de mí. Las miraba como brillaban por esa parte que tocaba mi coñito y entre eso y el olor, me puse más perra aún. Javi, te imaginaba en ese momento sobre mí. Metiéndome esa polla descomunal que te había tocado por encima de la ropa. Me metía los dedos muy rápido y me tocaba el clítoris con la otra mano, también muy rápido. Tuve el orgasmo más intenso que había tenido en mi vida. Me asusté y todo. Menos mal que estaba sola en casa, porque debí de gritar mucho.
-¿Te mojaste?
-No. Eso lo he descubierto contigo. Siempre que me corría paraba. Pero esa vez temblaba mucho. Me asusté de verdad, creía que me estaba dando algo. Tocarme de esa manera habiendo pasado eso pocos minutos antes, es que tenía tu olor aún en mi nariz, una locura.
-Joder…
-Javi, cuando iba en el coche con mi padre, estaba deseando llegar a casa. Rozaba mis muslos para darme placer por no tocarme.
-Joder Elena, con las ganas que tenía…
-¿Muchas?
-Tantas que en cuanto te fuiste me aseguré de que estaba solo allí y me hice una paja.
-Jajaja. ¿En serio?
-Sí. Estaba muy cachondo y no podía salir con esa erección para que me viera todo el mundo. Me corrí en nada. Primero me llevé la mano con la que te toqué a la cara para olerla. Qué morbo me dio… Olía a gloria, hasta tenía un poco de fluido tuyo. Me saqué la polla y en dos sacudidas me puse a regar el césped.
-Jajajajajaja.
-Me quedé extasiado. Me la guardé, esperé un poco para tranquilizarme y me fui con éstos.
-Lo siento por no haber…
-No pasa nada.
-Me sentía mal si hacía algo más. También me sentí mal después de tocarme. Qué tonta soy.
-No digas eso. Eres perfecta.
Durante toda esa conversación Elena me pajeaba después de haberme quitado mis boxers. Mi polla estaba ya durísima al verla con su tanga, pero esa conversación que tuvimos como todo ese morbo hizo que hasta se empezaran a escapar algunas gotas de líquido preseminal que ella se encargó de recoger un dedo de la otra mano para llevárselo a la boca y saborearlo mientras hablábamos. El ritmo de la paja era lento, aunque muy estimulante.
-Mira lo mojada que estoy, mi amor. (dijo levantándose, llevando una de mis manos a su entrepierna)
Efectivamente noté que estaba chorreando. El tanga estaba calado de sus flujos y bastante oscuro por esa zona. Sin esperar más se lo quité, llevándomelo a la cara para olerlo. Ella soltó un gemido al verme olerlo mientras yo quedaba extasiado por oler así a mi chica. Tiró de mí para levantarme y darme un buen beso con mucha lengua, el cual cogió mucha intensidad, pasando a morrearnos como si nos quisiéramos devorar. Cuando se separó de mí para coger aire me dijo:
-Javi, me apetece mucho hacer una locura.
-¿Cuál?
-Quiero que me folles mientras me apoyo en el ventanal.
-¿Segura?
-Sí. No creo que nos vean desde la calle, estamos en un piso muy alto, pero me da un morbo…
-Como tú quieras.
Dicho y hecho. Elena se puso en pompa, apoyando sus manos en el ventanal. Su coño estaba hinchadito y brillante por sus flujos. Flexionó sus brazos para acercar su cara al ventanal y me miró, ocultando parte de su cara con su hombro. Se puso de puntillas para que no me costara metérsela por la diferencia de altura y me dijo con una voz angelical:
-Métemela ya, mi amor. No puedo esperar más.
Sus palabras fueron órdenes. Dirigí el capullo de mi nabo a su rajita, frotándola, ganándome sus primeros gemidos. Sin esperar más se la empecé a clavar, lanzando ella un largo gemido en forma de murmuro, respirando hondo después. Estaba mojadísima. Me dio mucho placer entrar en ella de esa manera. Me empecé a mover mientras Elena gemía al ritmo, acelerando cada vez más hasta que ella empezó a gritar mi nombre, siguiendo con sus temblores que anunciaban su inminente orgasmo. Las piernas le temblaban y apretaba sus dedos contra en ventanal.
-Sí, Javi. Así, así. Me estás matando… Dios… No pares, haz que me moje toda.
No paré de embestirla a pesar de que se estaba corriendo. Acabábamos de empezar y ya quería correrse a chorros. Pues así fue, cuando aceleré mucho la follada, tanto que ni sus gritos de placer se vieron opacados por el alto sonido de palmadas que hacían nuestros cuerpos al chocar. Elena empezó a lanzar chorros a mucha presión, obligándome a sacar mi polla de sus entrañas. Temblaba muchísimo, tanto que perdía el equilibrio y tenía que sujetarla para que no se cayera. Puso el suelo perdido, salpicando también al ventanal. La cogí en brazos y la llevé a la cama para que se tranquilizara. Fui a por papel mientras yo seguía con la polla más dura que una piedra. Antes de limpiarlo se me ocurrió echar una foto al estropicio que habíamos montado, para mandársela a Irene poniendo «Y solo acabamos de empezar…». Después dejé el móvil sobre la mesa y recogí todo, volviendo después con Elena. Ya se estaba recuperando, mirándome con una risa tonta. La empecé a besar de nuevo, pasando mis manos por su cuerpo. Elena se seguía relajando, recobrando su respiración hasta que volvió a la normalidad, abriendo los ojos y mirándome con una sonrisa. Se puso de lado y nos empezamos a besar mientras nos acariciábamos.
-Madre mía…
-¿Tan caliente estabas para mojarte así de primeras?
-No lo sabes bien… Desde que me dijiste lo de este plan llevo caliente.
-Por eso tanto juego hoy, ¿no?
-Sí. Estaba ya que no podía más. Pero aún quiero más… Mucho más.
-Uff…
De nuevo nos empezamos a besar, dándonos mucho cariño así y en forma de caricias. Estuvimos así un buen rato hasta que nos empezamos a tocar con más intensidad. Elena me cogía mi polla morcillona y la empezaba a pajear mientras yo le agarraba el culo y le acariciaba el coño con mucha suavidad desde atrás. Ambos gemíamos en la boca del otro de manera muy sensual mientras enroscábamos nuestras lenguas. Llegó un punto en el que mi polla se puso dura como una piedra y el coñito de Elena se empezaba a mojar por la excitación y al saber lo que pasaría en breve. Ella se subió encima de mí y aprisionó mi polla entre mi pubis y su coño, rozándolo al moverse ligeramente hacia delante y atrás. Era algo que le gustaba mucho hacer y a mí también me encantaba.
En cuestión de pocos segundos, se incorporó para meterse la polla en sus entrañas acompañando el gesto de un gran gemido, seguido de un murmuro muy sensual mientras me acariciaba el pecho con sus manos. Empezó a cabalgarme a buen ritmo, haciéndome gemir a mí también. Se movía muy bien, botando, habiendo que sus tetas se movieran hacia arriba y había abajo. Se movía tan bien, tan rápido, con un ritmo tan frenético, que nuestros gemidos subieron mucho en decibelios, además de los golpes del cabecero de la cama contra la pared. Cuando llevábamos pocos minutos así, con ese ritmo mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, llamaron a la puerta. Elena y yo nos mirábamos, con ella parando de follarme, algo extrañados porque no esperábamos a nadie.
-¿Quién será? (preguntó ella)
-No lo sé. Lo mismo es alguien que trabaja aquí que viene a avisarnos de que estamos haciendo mucho ruido.
-¿Tú crees?
-No sé…
-Joder, esto es un hotel. La gente viene mucho a esto. No me jodas que vamos a tener que cohibirnos también aquí…
-Ya parece que se ha ido.
Elena me empezó follar de nuevo, oyéndose el roce de nuestros sexos mientras se escapaba alguno que otro gemido por ambas partes y algún golpe del cabecero de la cama también. De nuevo, se volvieron a oír golpes de nudillos en la puerta.
-¿Pero qué coño pasa? (dijo Elena muy molesta)
-No le hagas caso, sigue.
Elena siguió follándome, ahora con más intensidad por la rabia que tenía de que nos interrumpieran, pero de nuevo llamaron a la puerta.
-Esto es ridículo. Voy a ver quién es.
-Pero Javi, tápate, que estás muy empalmado.
Me puse los pantalones y fui a abrir así, sin camiseta y con toda la erección marcada, pero estaba ya molesto también por las interrupciones. Abrí con aire, esperando a alguien del personal del hotel, pero lo que me encontré una vez abrí me sorprendió.
Se trataba de la mujer que nos encontramos al salir del ascensor. Me quedé un poco cortado y ella me dio un repaso que hizo que me pusiera hasta nervioso. Me miró a los ojos fijamente con esos ojos marrones, grandes, muy vivos, pasando después su mirada poco a poco por mi pecho y brazos, acabando en mi erección. Se mordió el labio, siguiendo de un resoplido, quedándose con sus ojos clavados ahí, poniendo cada vez una cara de deseo más grande. Estaba tan cortado e intimidado que no pude articular palabra, pero sí que pude analizarla como ella había hecho conmigo. Mediría en torno a 1,70m, aunque llevaba unos tacones muy altos. De cara era guapa, aunque tampoco era un bellezón, grandes ojos marrones y vivos como dije, nariz algo puntiaguda y labios grandes. Llevaba una aparente larga melena morena peinada en un moño muy bonito. Iba bien maquillada, con mucha clase, pero sin ir con más de la cuenta. Era una chica esbelta, pero con unas buenas caderas que le hacían unas curvas muy sensuales. Lo más llamativo de ella sin duda eran sus tetas, grandes y bien puestas que ocultaba bajo un vestido negro de tirantes, con un buen escote y cortito de falda, mostrando sus muslos envueltos en unas medias negras muy cerradas. Llevaba también un collar y una pulsera a juego. Era la típica mujer intimidante con mucha clase que no cualquiera tiene el valor de acercarse a ella para ligársela. Me di cuenta de un detalle al verla, y es que llevaba un vestido diferente al que le había visto al salir del ascensor. En ese momento llevaba un largo vestido azul marino muy bonito, de tirantes y amplio, pero ahora llevaba un vestido negro muy ajustado y corto. No entendía qué estaba pasando y entonces por fin empezó a hablar.
-Hola, guapetón.
J: Eh… Hola.
-Perdona por la insistencia, pero es que… Mmm… ¿Cómo decirlo…?
J: No sé, tú dirás.
-Es que te he visto salir del ascensor así con esa pasión que…
J: Estoy ocupado. ¿Puedes ir al grano?
La chica entornó sus ojos de forma desafiante, quedándose callada durante unos segundos para replicarme después.
-Quiero que me folles. ¿Te vale así?
Me quedé muy cortado por el tono en el que lo dijo. Fue bastante intimidante, porque además de aparentarlo, esa chica era de armas tomar. Sabía lo que quiera y se lanzó de cabeza, sin titubear, aunque lo hizo de manera un poco estúpida y repelente.
-Os he visto así y resulta que mi marido y yo estamos en la habitación de al lado. Evidentemente os he oído y me he encendido bastante, así que he pensado… ¿Por qué no hacerles una visitita y ver si se animan?
J: Mmm…
-No te preocupes por mi marido, a él no le importa. Le gusta que me acueste con otros hombres. Y tú eres un buen hombre por lo que veo ahí abajo. Ahora mismo estaría mojando las bragas si las llevara.
J: ¿Cómo?
E: Mi amor… ¿Qué pasa? (dijo apareciendo enrollada en una sábana blanca que sujetaba con su mano izquierda)
Elena se cortó un poco al ver a ese pedazo de mujer en la puerta y esta chica se acercó a ella para acariciarle la cara riendo suavemente de esa manera tan sensual que las mujeres como ella suelen hacer.
-Qué mona…
E: ¿Qué quieres?
-Follarme a tu chico. Está bastante bien. Os he oído follar y madre mía, parece que lo hace bien y lo más importante, tiene una buena polla por lo que veo. -dijo señalando mi erección- O hacer un trío si os apetece.
E: ¿Perdona?
-No pasa nada, niña. No hay que ponerse de ninguna manera, solo nos lo vamos a pasar bien. Te garantizo que le voy a satisfacer. No puedo esperar a que me folle bien, como os he oído. Y que me meta ese pollón por el culo… (dijo mordiéndose el labio)
Tanto Elena como yo nos quedamos callados, flipando con el percal que teníamos ante nosotros. La chica iba a saco, tenía muy claro lo que quería y no se cortaba un pelo sin importarle nada lo que pensáramos de ella ni si nos gustaba lo que nos estaba ofreciendo.
-Parece que él tiene ganas. (dijo poniendo su mano en mi pecho)
Por fin Elena reaccionó, dándole un manotazo que resonó por todo el pasillo. La chica la miró sorprendida, no se esperaba esa reacción al vernos tan cortados. Elena agarró a la chica de la mano y tiró de ella, saliendo hasta la mitad del pasillo.
E: No toques a mi chico, fuera de aquí. ¡Guarra! (dijo empujándola)
La chica se dio la vuelta y la miró con una mirada asesina. Para mi sorpresa Elena no se vino abajo ni se acobardó, siguió así, con ese rostro serio, cambiando hasta su tono de voz de una manera que no veía desde que nos conocimos en el instituto y alguien le hacía una broma pesada.
E: ¡Qué te pires! Mi chico es solo mío. No voy a dejar que un putón como tú le ponga las manos encima.
La cara de la otra chica era de indignación pura, pero no hizo nada más y se fue a su habitación, cerrando de un portazo. Elena se dio cuenta de que estaba en mitad del pasillo, solo cubriendo su cuerpo con una fina sábana que dejaba adivinar las formas de su cuerpo, sobre todo la de sus pezones, aún duros por la excitación del momento de antes de que abriera la puerta, volviendo corriendo conmigo y cerrando la puerta con la respiración acelerada.
-Joder, lo que no nos pase a nosotros… (dije de manera resignada)
Elena se rio de manera nerviosa, mirándome a los ojos con unos ojos vibrantes, transmitían mucha pasión.
-Me encanta cuando te pones así. Hacía mucho que no te oía hablar de esa manera.
-A mi Javi no lo toca ni Dios. Es que no me puedo creer lo que le pasa a la gente… Y más pidiéndolo así…
Cogí a Elena en brazos después de quitarle la sábana, llevándola hasta la cama, pero justo cuando la iba tumbar cambié de idea. La puse contra la pared y le empecé a comer la boca con mucha ansia, hablando atropelladamente.
-Le vamos a enseñar lo que nunca va a poder probar.
-Sí, fóllame fuerte, enséñale a esa puta como me follas. Quiero que se muera de envidia y rabia.
Me quité los pantalones y se la metí directamente aprisionando su cuerpo contra la pared. Estuvimos follando así durante mucho rato, bastante. Aceleraba y aflojaba el ritmo con cuidado para que ninguno de los dos nos corriéramos, pero nuestros gemidos eran altos. Tanto, que parecía que nos estábamos corriendo todo el tiempo. Nos dejábamos llevar por la situación que acababa de tener lugar, con esa mezcla de morbo, rabia y pasión. Después de una media hora así Elena se corrió, temblando mucho mientras me abrazaba con mucha fuerza, quedándonos quietos después. Podía sentir como contraía su vagina y temblaba, respirando para muy entrecortadamente. No entendía como yo podía aguantar sin correrme, pero Elena le puso remedio cuando se recuperó, escurriéndose por mi cuerpo para ponerse de rodillas y empezar a chuparme la polla. Ya casi cuando estaba a punto de correrme, Elena me preguntó con una voz muy dulce y angelical:
-¿Me vas a dar tu lechita?
Casi sin pasar ni un segundo desde que me preguntó aquello, empecé a descargar en su boca, recibiéndolo ella con dulces gemidos de aprobación mientras yo gemía muy alto, casi gritando del placer que me estaba dando mientras apoyaba mis manos en la pared.
Entonces se pudo oír al otro lado de la pared: «Se van a cagar los niñatos estos». En ese momento empezó el recital de la pareja vecina. Se oían gemidos y gritos, aunque parecían exagerados por momentos. También podíamos oír el cabecero de la cama retumbar contra el tabique. Elena me miró sonriendo pajeándome aún y se tragó mi semen, sonriendo y girando su cabeza para después seguir chupándola un poco más hasta sacar la última gota. Cuando acabó se levantó y me dio un beso, lanzando después un suspiro.
-Joder como se pica el putón. Que le den. No voy a dejar que nada ni nadie me joda este día tan perfecto, ni mucho menos una fresca. Mi amor, ¿te parece si probamos el regalito de Irene?
-Claro.
Mientras los otros seguían a lo suyo, con esos alaridos y golpes de cama, Elena y yo nos volvimos a enrollar y entonces fue a su bolso para sacar el dildo y un bote de lubricante, diciéndome que eso era lo que se le había olvidado coger cuando regresamos a su casa entre risitas. Fue una larga sesión de sexo con mucha pasión y cariño por momentos. Muchas posturas, recreándonos en las que más nos gustaban, a ella el misionero y a mí con mi chica encima de mí cabalgándome. Empezó chupándomela mientras le metía con cuidado el dildo en su coñito habiéndolo lubricado antes. Luego cambiamos y me la empecé a follar mientras lo chupaba. Era muy excitante verla hacer eso mientras la follaba a buen ritmo, ahogando sus gemidos mientras se lo metía profundamente en la boca. Después de un buen rato de folleteo en el que ambos nos corrimos unas cuantas veces, mientras oíamos a los otros e incluso competíamos con ellos, me pidió que le follara el culo. Como siempre que lo habíamos hecho, se lo empecé a comer y a meterle dedos para que se fuera acomodando mientras lanzaba largos gemidos muy sensuales y altos. Después le empecé a follar a buen ritmo mientras seguía chupando la polla de goma. Después de un buen rato de así, procedimos a la doble penetración, embadurnando tanto mi polla como el juguete con lubricante.
-Mi amor… (dijo nerviosa)
-¿Qué te pasa, mi vida? ¿Todo bien?
-Sí. Es que sé que esto va a ser mucho para mí a lo mejor.
-¿No quieres hacerlo?
-Sí, sí. Estoy deseando. Pero sé que va a ser el final de esta noche. Sé que me voy a correr como una loca y estoy un poquito nerviosa.
-Tranquila mi vida, estoy aquí contigo.
-Lo sé, mi amor. Vamos allá.
Empecé una buena follada anal mientras le metía a la vez el dildo por el coño. Elena estaba a 4 patas, de pie, apoyando sus manos en el filo de la cama. Fue un rato largo, porque quería que disfrutara al máximo, por lo que bajaba el ritmo, llegando a parar a veces para que durara lo máximo posible. Llegó un punto en el que la follada era ya muy intensa y después de tanto tiempo costaba controlarme y controlarla a ella. Elena empezó a gemir muy fuertemente justo antes de correrse.
-¡¡SÍ, JAVI…!! ¡¡SIGUE, SIGUE!! ¡¡TE ADORO, TE ADORO, TE QUIERO…!! ¡¡AAAAARG… ME CORROOOOOOO!!
Elena empezó a temblar de una manera muy exagerada, por lo que le quité el dildo del coño, lanzándolo a la cama, agarrando sus caderas después para follarla lo más fuerte que podía por el culo. Empezó a lanzar chorros de una manera espectacular, salían a presión, muy fuertemente chocando contra el suelo y empapándolo todo. Al notar sus contracciones y verla así, mojándola todo con esos gritos como si la estuviera matando de placer, me empecé a correr entre gritos secos y muy altos, llenándole el culo de leche. Elena se tumbó con medio cuerpo en la cama mientras le daban unos espasmos fortísimos, escurriéndose mi corrida por su culo y sus muslos. Mientras se recuperaba recogí todo aquello con papel y una toalla. Elena gemía con tono de lástima y la cogí en brazos para ir a la ducha. Se recogió el pelo con una goma y nos dimos una ducha para después ponernos nuestra ropa interior y tumbarnos en la cama para dormir, porque ya era bastante tarde. La otra pareja también se calló desde hacía un buen rato, por lo que estábamos en la gloria, ya descansando mientras nos acariciábamos. Pero yo tenía remordimientos y quería seguir con el plan de contarle lo de Bea. Tenía que hacerlo para quedarme tranquilo, aunque fuera una tontería.
Estaba muy nervioso y no sabía cómo empezar. Hacía amagos de arrancar, pero no lo lograba. No quería hacerle daño y sabía que eso se lo iba a hacer, aunque tampoco creía que fuera a ser para tanto. Ella ni se enteraba, estaba como anestesiada como siempre que teníamos una sesión de sexo larga o intensa y sobre todo cuando se corría varias veces y de esas maneras tan intensas que estaba cerca de perder el conocimiento.
-Elena, te tengo que contar algo…