SERGIO CANEVA
Día gris… sin sol de abrigo, cabizbajo, busco asilo,
descubriendo en mi interior, la alegría en el amor.
Arraigada me acompaña dando sencillo calor,
a mis sueños, a mis actos, a todo eso que soy.
Aunque algunos se entristezcan, con los grises matizados,
A mí me van pregonando a pesar del desamparo,
que mi dicha va por dentro, por lo mucho transitado,
pues la soledad no daña, si, el amor caducado.
Cuando este está ágil, de expresar sus sentimientos,
la paz reina siempre adentro, de aquel que lo valora,
deshojándose las horas pasan sin ser advertidas
y llenando van de vida aquellos que el nido abriga.
Por eso los días grises, saben a aroma de hogar,
A mates que compartidos, entre anécdotas y risas,
dan el calor al lugar y extienden la sobremesa,
con un postre improvisado que amena delicadeza.
Días grises, de familia, en mi interior llevo anclados,
Se disfrutó plenamente, aquello que un día sembramos.
Días grises y sin sol, para algunos ¿serán tristes?,
para otros ¡de emoción! por qué el corazón henchido,
sigue rumiando en el tiempo lo disfrutado… vivido.