MOISÉS ESTÉVEZ

Un despreciable ser acababa de comenzar su obra, así la llamaba. Un
sociópata que con lo que le había hecho a Sarah alcanzó un nivel de éxtasis
cercano al clímax. Lamentó no haber empezado antes aquellos actos que le
habrían de reportar sensaciones inimaginables en el pasado, un pasado vacío,
una vida superflua, un trabajo aburrido, una tormentosa relación maternal, ya
que pasaba horas y horas cuidando de ella, postrada en la cama debido a una
grave enfermedad. Todo conducía a una rutina tediosa, un día a día inapetente
que le hacía encontrarse con frecuencia reflejado en el espejo a un ser cuya
alma se deterioraba por momentos.
Aquella mañana decidió dar el paso y por fortuna todo salió bien, como
lo había planeado. Lo sentía por la chica, pudo ser otra cualquiera pero así era
la vida, le tocó a ella y lo que verdaderamente importaba era que él disfrutó de
la experiencia, deleitándose como nunca, entrando en un estado de
embriaguez mental que le hizo empezar a planear su siguiente acto macabro.
Saldría de caza esa noche, aunque antes, como buen depredador debía
observar a su siguiente víctima. Acechar, analizar, meditar los pasos a dar,
planear… todo, antes de consumar

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