MOISÉS ESTÉVEZ
El céntrico apartamento de Carlos era pequeño, contaba con un
dormitorio, un baño y una coqueta cocina integrada en el salón. El reducido
espacio no era impedimento para que fuera muy acogedor y luminoso, cálido
en invierno y fresco en verano, y además lo tenía decorado con muy buen
gusto.
Cuando recibía la visita de su sobrina él dormía en el sofá del salón,
cediéndole el dormitorio a ella, un sofá que ambos eligieron hace un par de
años en Ikea. – Mira tito este parece muy cómodo para que cuando yo venga
tú duermas en él – le dijo soltando una desvergonzada carcajada.
Se despertó temprano y fue directamente a preparar café, así estaría
listo para cuando Noelia se despertara. Mientras este subía emitiendo ese
sonido tan característico como su aroma, se fumó un cigarrillo – Tarde o
temprano tendré que dejarlo, por lo menos con el estómago vacío – se dijo
mientras no podía evitar darle una calada tras otra.
Ya iba por la tercera taza y el cuarto cigarrillo cuando su queridísima
sobrina apareció con los ojos pegados y suplicando un chute de cafeína de ese
brebaje negro que tan buen olor desprendía por las mañanas.
- ¿Has dormido bien guapísima? – Le pregunto Carlos a la vez que le
echaba café en una taza roja, recuerdo de su última relación, sopesando si
debería deshacerse de ella o no. - Estupendamente tito, ¿qué has pensado que hagamos hoy?
- Pues termino de leer el periódico mientras te acabas el café y si te
parece bien, podríamos ir al Reina Sofía, hay un par de exposiciones
itinerantes que seguro que te encantarán – - Me parece una idea genial, pero antes pasamos por el local de Mario y
te invito a desayunar, tengo antojo de tortitas ¿y tú? – - Pues no sé. Tengo hambre pero no había pensado en nada. Seguro
que algo se me ocurre cuando ojee la carta. Mario pone unos desayunos
increíbles –
Noelia decidió que cuando desayunaran le contaría a su tío el problema
que se le había venido encima de la noche a la mañana y le ayudase a tomar
una decisión lo más acertada posible para ella y su futuro. - Bueno, me cambio y nos vamos ¿vale?