KERANOS

-Hola cariño (dijo poniendo un emoji que lanza un beso)
-¿Qué quieres ahora?
-Joder, qué borde eres…
-Me lo dice Miss Simpatía…
-Nada, ni siendo amable me tratas bien…
-¿Cómo quieres que te trate bien si no paras de tocarme los huevos?
-Ay… De verdad.
-Estarás contenta, ¿no?
-¿Por qué?
-Por habernos jodido las vacaciones.
-¿Eso crees?
-Pues sí, la verdad. El lunes fue un día de puta madre. Ojalá siempre fueras así. Pero a partir del martes… Vaya semanita…
-Tampoco he hecho gran cosa.
-No… Poner celosa a tu hermana, montar un numerito para follarte a un pobre chaval, preguntitas y tonterías con la otra pareja, y lo del viernes cuando volvimos al apartamento…
-No me pude resistir. Hacía mucho que no te la veía y quería hacerte de todo. Mi hermana se dio cuenta de que estaba en el marco de la puerta y me hizo señales con el dedo para que me acercara. Me iba el corazón a mil. Y cuando te la cogí ni te cuento…
-Tu hermana fue, ¿no? Ya…
-Te lo prometo.
-Tus promesas y tu palabra no valen nada.
– *Emoji de cara triste*
-No estoy para gracias.
-No es una gracia. Me duele eso que me acabas de decir.
-Pues es todo mérito tuyo. Está en tu mano que cambie de parecer respecto a ti si realmente lo quieres.
-Ya… Javi, ¿por qué me paraste cuando te la iba a chupar? Me moría de ganas por metérmela en la boca de nuevo…
-¿En serio me lo preguntas?
-Sí. Mi hermana estaba ahí y no parecía importarle.
-Noelia, por mucho que te empeñes en hacérmelo ver como tú quieres, no lo vas a lograr. ¿No te das cuenta de que tu hermana estaba tan borracha que no sabía ni dónde estaba?
-No fue para tanto.
-Sí que lo fue. Y tú te aprovechaste de ella. Se te tendría que caer la cara de vergüenza.
-¿Sabes? Me haces intentar ver siempre las cosas como tú crees, ahora me toca a mí. Me echas siempre la culpa de todos tus problemas con mi hermana. Lo mismo es que no la quieres tanto como dices y haces eso para seguir con ella porque te da pena.
-Noelia, no me puedo creer lo que estoy leyendo…
-Pues eso es lo que creo. Igual que creo que estás deseando follarme. Y a Irene también. Solo hay que ver cómo nos mirabas las tetas cuando hicimos topless… Pero tú te empeñas en seguir con la idiota de mi hermana. Dios da pan a quien no tiene dientes.
-Estás mal.
-Y mucho echarme la culpa cuando tú eres también así.
-¿Cómo?
-Jajajajaja. Ay Javi… A veces me da la impresión de que eres tan inocente e imbécil como mi hermana.
-¿¿¿???
-Javi, hijo… Hay que ser muy idiota para no darse cuenta de que tú eres el chico de la historia que nos contó Bea.

Me quedé blanco. ¿Cómo se había dado cuenta? ¿Lo había hablado directamente con ella o incluso con Irene? No, no puede ser. Irene no me haría algo así… Aunque viendo que dudaba de mí… No, aun así, no podía haber sido ella. ¿Bea? No, tampoco, no la veía tan mala persona a pesar de que intentó seducirme a saco aun diciéndole que tenía novia. ¿Tan evidente era?

-Y lo que tardas en responder me lo confirma al 100%.
-Estás flipando.
-No hay que ser muy lista para atar cabos, nene. Pasó justo después de que te fueras. Fue mucha casualidad que Bea apareciera al día siguiente de que te fueras la noche anterior y más teniendo en cuenta lo que dijo su amiga de que ya habían pasado por ahí. Te estaba buscando y hasta que no te vio, no se decidió por un lugar.
-Pero si dijo que había sido unas dos semanas atrás.
-Que sí, Javi. Que no cuela. Si nada más que había que verle la cara con la que respondió diciendo eso de las dos semanas. Le pilló por sorpresa esa pregunta y se le notó mucho.
-Lo que tú digas.
-Solo tengo una duda… ¿Te la follaste?
-No era yo.
-Sinceramente, tengo mis dudas. Que me rechaces a mí lo puedo entender, aunque yo creo que estoy bastante bien. Ningún chico de los que me he follado ha tenido queja, ni de mi cuerpo, ni de como follo. Pero es que Bea… Esa chica es de las que ves muy rara vez. Me cuesta mucho creer que la rechazaras… Tiene que tener unas tetas… Y ese culazo…
-Que sí, Noelia…
-Espero que no lo hicieras, me enfadaría mucho. (Escribió acabando con un emoji de cara enfadada)
-¿Has acabado ya?
-No. Me gustaría saber qué te da mi hermana para no follarme a mí y no haberte follado a Bea. De verdad que no lo entiendo, con lo poca cosa que es. ¿Tanta pena te da para no dejarla por alguien mejor? Tengo una teoría. Pienso que la que de verdad te gusta es Irene. Me apuesto lo que quieras a que te la quieres follar. Sé que ella y Mario no tienen problema en eso, son muy guarros y se follan a todo lo que pillan, o casi todo, pero mi hermana te da pena y no quieres dejarla, por eso la metéis en vuestros juegos de cama, para ir convenciéndola poco a poco hasta que consigas follártela. Ya si eso que Mario se apañe con ella, ¿no? Que guarro eres… Si a ti también te va la marcha.
-Me das asco.

Reventé el móvil contra la pared del cabreo que tenía. No sé qué película se había montado, pero estaba flipando con todo aquello que me dijo. ¿Quién coño se creía para hablarme así? Estaba muy enfadado y tenía clarísimo que tenía que pillar un piso cuanto antes para perderla de vista. Mi madre entró corriendo a mi habitación para ver qué había pasado.

-¿Qué ha sido eso?
-Nada, mamá. El móvil, que se me ha caído. (dije mientras recogía las piezas)

Mi madre se quedó en la puerta, con los brazos en jarra, mirándome con cara de estar mosqueada.

-Javier, ¿por qué has roto el móvil?
-Que se me ha caído, mamá.
-Un móvil no se queda así cuando se cae. Lo has lanzado contra el suelo o algo. Además, el ruido ha sido muy fuerte.
-Nada, estoy cabreado. Ya está.
-¿Pero para hacer eso?
-Da igual.
-¿Qué te pasa? Va, cuéntame.
-Nada mamá. No tengo ganas de hablar.
-Ya sabes que si quieres hablar algo, aquí estoy.
-Lo sé, mamá.
-¿Ha pasado algo en la playa?
-Da igual.
-Bueno, cuando se te pase un poco me cuentas. No es bueno quedarse las cosas dentro, hay que sacarlo.
-Vale. Luego hablamos.
-Bueno… Lo que necesites, hijo.

No tenía ganas de hablar con mi madre. Bueno, más que eso, era por no explicarle todo lo que pasó. ¿Cómo iba a explicarle que la hermana de Elena seguía con las suyas? Sabía de sobra que me iba a decir que lo hablara con ella, como ya me había dicho varias veces, pero no. No podía hacerlo ya. Me arriesgaba mucho si se lo contaba y no quería ni hacerle daño ni arriesgarme a que pasara algo de lo que me podía arrepentir mucho. El móvil estaba hecho añicos, ni se encendía, por lo que cogí un móvil viejo para que me hiciera el apaño y ya saldría al día siguiente a comprarme otro.

Al día siguiente me levanté temprano, como solía para ponerme a trabajar, pero a media mañana paré para ir a por otro móvil. De casualidad me encontré a Mario en la calle y me dijo de quedar para comer. Me pareció bien, ya que en casa no tenía problema con eso, pero Elena no estaría con nosotros porque estaba con su familia. Puse el móvil a punto y regresé a casa para trabajar. Para la hora de comer Mario me llamó para que fuera a su casa, aunque habíamos quedado para ir a un bar. Supuse que aún no estaba preparado por haber salido de trabajar, por lo que fui a su casa. Una vez llegué, me hizo pasar y cuando fui al salón, me encontré a Irene, quien se acercó a mí para darme un fuerte abrazo.

I: Lo siento mucho, Javi… (dijo con la voz quebrada)
J: Venga, ya está… (dije para quitarle importancia al asunto)
I: No, me he colado un huevo. Me siento fatal…
M: ¿Cómo te ha dado por pensar eso, Irene? Si lo conocemos ya como para saber que no haría eso.
I: No lo sé. Soy imbécil. Vi algunas cosas raras y me monté una película.
J: Bueno, yo también tengo lo mío. No es justo que me vaya de rositas.
M: ¿Por?
J: Por lo que dijo Bea. La historia que contó era totalmente cierta.
M: ¿Lo de que te desnudaste y eso?
J: Sí.
I: ¿Nos cuentas cómo fue? (dijo limpiándose la cara por haber llorado un poco)
J: Pues fue eso. Me senté en la playa, quería estar solo y aparecieron. Se desnudaron y se bañaron y se acercó a mí. Empezamos a hablar y bueno, pues hubo afinidad, fue muy amable. Me intentó besar, pero me aparté.
M: Bueno, ya está. No pasó nada.
J: Espera. La cosa es que ella empezó con el tonteo, hablándome con ese punto para darle intensidad y me dijo me quería ver desnudo. Me negué diciendo que no quería, que tenía novia, que me daba vergüenza y demás, pero ella se empeñó. Fue a por un par de cervezas y nos fuimos a otro sitio y ahí siguió hasta que me desnudé.
I: ¿Por qué lo hiciste?
J: Porque estaba muy enfadado y porque soy gilipollas, la verdad. Tenía que haberme ido en cuanto se me acercó. Pero no, entre mi enfado y el morbo que me entró, me quedé y me desnudé.
M: ¿Le tenías ganas?
J: Pfff… No lo podía tener más dura… La cabrona me provocó mucho. Lo que contó de que se metió al agua y se empezó a tocar era cierto. Joder, es que hasta me goteaba la polla de cómo estaba…
M: Joder, como para no…
J: Cuando salió lo siguió intentando. Se despatarró y se abrió el coño.
M: Me cuadra lo que dices. Esa chica es muy… Caliente vamos a decir.
J: Lo pasé mal. Estuve muy cerca de cometer el peor error de mi vida.
M: Eso es muy relativo. ¿Tú lo considerarías cuernos?
J: ¿El habérmela follado?
M: Sí.
J: Pues claro.
M: No lo termino de entender. Supongo que es porque yo siempre lo he visto como lo veo ahora. Es que no sé… Cuando toqué a Elena no dijiste nada, ni pusiste un mal gesto siquiera.
J: No sé. No veo que sea lo mismo.
M: No sé tío, yo es que lo veo muy fácil. Yo quiero a Irene, la amo. Pero me gusta pasármelo bien y a ella también. Lo que hacemos con los demás es solo para divertirnos. Es como salir a bailar o de fiesta. Lo veo exactamente igual.
J: Ya Mario, si te entiendo, si yo también opino parecido a ti, pero Elena no. Ella tiene ese pensamiento más normalizado de una pareja tradicional. Y lo entiendo y no me molesta. Cada uno es como es. Yo cuando estaba en la universidad iba y venía a mi antojo. Me acostaba con varias chicas y no mezclaba sentimientos. Hola, buenas, echamos un polvo y hasta otra. Pero estando en pareja cambia la historia. Con vosotros tengo confianza para hacer lo que hacemos, nos conocemos y empezamos poco a poco, pero no creo que me guste ver a Elena con un tío que no conozco de nada, la verdad.
M: Tampoco es para tanto lo que ha pasado. Dijo que le molestaría, pero yo que sé. No le has puesto los cuernos ni nada, ni siquiera la has besado.
I: Javi…
J: Dime.
I: ¿Por qué estabas tan enfadado? No me cuadra que por eso te largaras.
J: A ver… -dije después de soltar un suspiro- Pasó algo.
I: ¿El qué?
J: Elena se empeñó mucho en que folláramos. Al final pues me dejé llevar y me la empezó a comer. Me senté en la cama mientras ella estaba de rodillas y me eché para atrás porque me estaba gustando mucho y cerré los ojos. Cuando los abrí me encontré a Noelia agarrando mi polla.
I: ¿Qué dices?
J: Pues eso. Elena le empezó a preguntar si le gustaba, que si me la quería comer…
M: ¿Y qué pasó?
J: Pues que le dijo que sí y lo intentó, pero la aparté.
I: Estoy flipando.
J: Más flipando estaba yo.
M: Vaya borracherón tenía que llevar Elena para que pasara eso.
J: Pues ya ves… Por suerte no se acordaba de nada al día siguiente.
I: Esa chica tiene mucho peligro.
M: Sí Javi, ten cuidado, que a nosotros se nos presentó desnuda mientras follábamos. Quería hacer un trío con nosotros cuando estuvisteis fuera el día del cumpleaños de Elena.
J: Ya. Ya me lo contó Irene.
M: Pero no pasó nada más, ¿no?
J: No. La empujé y me piré de allí.

Nos quedamos unos segundos en silencio, mirando el suelo. Me puse nervioso y acabé confesando lo que pasó esa noche con Noelia y fue un gran alivio lo que sentí al hacerlo. En esos segundos de silencio me planteé destapar todo lo que me había pasado con Noelia, pero es que no podía, me daba mucho miedo. Tenía miedo hasta tal punto que pensaba que mis mejores amigos me darían de lado al enterarse de todo aquello y eso era algo que no quería que pasara. Otra razón para no decirlo era por temor a que se les escapara algo delante de Elena y se acabara enterando.

J: ¿Debería contárselo?
I: Ni se te ocurra. Lo de Noelia no. ¿Cómo se lo piensas decir? Es una locura.
M: Sabiendo cómo es Elena, ¿cómo se le puede decir algo así? No quiero ni pensar cómo se pondría. Nada, olvídate.
I: Pero, ¿qué se le pasaría por la cabeza para hacer algo así? Por muy borracha que esté… No lo entiendo.
J: Solo se me ocurre una cosa.
I: ¿El qué?
J: Elena está muy preocupada de que su hermana se quede sola por su comportamiento. No tiene amigos, solo tenía una amiga, fue la chica esta con la que intentó una relación, pero que al final no acabó fluyendo la cosa. Y no acabó bien, ya no se hablan y tal.
I: Pfff… ¿Tú crees?
J: Es lo único que se me ocurre para que hiciera algo así. No sé… No veo a Elena con esa mentalidad. Si ya le costó un poco soltarse con vosotros, ¿cómo va a hacer eso con su hermana?
M: Pues será eso. Tampoco le deis muchas vueltas.
J: Le quiero contar lo de Bea. Bastante mal me siento ocultándole lo que pasó con Noelia.
M: ¿Estás seguro?
J: Sí. Me siento mal.
I: Javi… -dijo viniendo hacia mí, sentándose en mis muslos y abrazándome- Lo siento mucho, de verdad. Me siento fatal por lo del domingo… De verdad. Te quiero un montón. Siento haber pensado así de ti. ¿Me perdonas? (dijo ya con la voz ida, empezando a llorar)
J: Venga Irene, ya está. Pues claro que te perdono. Me ha dolido, que lo sepas, pero eres mi mejor amiga, no puedo estar enfadado contigo. Yo también te quiero mucho.

De nuevo estuvimos unos segundos en silencio con ella abrazándome con mucha fuerza. Me dio un beso en la mejilla para después preguntarme:

I: ¿Cómo se lo vas a contar?
J: Pues el jueves tenemos un plan. Me la llevaré a cenar por ahí y luego iremos al hotel en el que os vimos.
I: Ten mucho tacto. Aunque ya verás como sale bien.
M: Elena te quiere mucho, seguro que no le da más importancia de la que tiene.
J: Ya. Espero que no se ponga mal…
I: Pase lo que pase, ya sabes que nos tienes aquí por si necesitas ayuda o lo que sea.
J: Lo sé.

Al final comimos en casa de Mario, hablando de más cosas y repasando algunos hechos de la semana que estuvimos en la playa. Volvió a salir el tema de Noelia, aunque fue algo ligero. Ambos opinaban que era una chica muy echada para delante, demasiado. Y que era cabezona. Aparenté normalidad mientras hablamos de ella, aunque era inevitable que se me vinieran varias cosas que pasaron con ella, sobre todo la conversación que tuvimos el día anterior por la noche. Al final pasamos un buen rato, yéndose toda esa tensión y mal rollo con Irene. Ya volvíamos a ser los amigos que éramos, incluso parecía que más. Ese malentendido que derivó en aquella discusión y mi mal humor pareció ablandarla, pasando a ser más dulce y más cercana si cabía. Cuando acabamos me despedí de ellos, Irene de nuevo me dio un abrazo fortísimo, volviendo a pedirme perdón con una vocecilla que daba hasta lástima.

J: Venga Irene, no te quiero ver más así.
I: Es que me siento muy mal, no quiero que te enfades así conmigo. Me dio mucha cosa verte así y no. Quiero que seamos amigos siempre, los cuatro.
J: Y así va a ser. Venga, levanta esa cara. No quiero que Elena te vea así. Bastante va a tener con lo que le voy a contar.
I: Ya verás como todo sale bien.
M: Claro, ya verás como no es nada.

Salí de allí de muy buen humor, ya se había acabado ese mal rollo. Se resolvió bastante bien el problema y volvíamos a ser los mismos. De nuevo volví a pensar en como me sinceré en lo que pasó con Noelia. No tenía pensado hacerlo, pero casi que no pude reprimirlo y acabé contándolo. Sentí haberme quitado un peso enorme de encima al hacerlo, casi como si lo hubiera contado todo, cosa que hizo que se me pasara por la cabeza hacerlo, pero no. Seguía siendo un cobarde y no me atreví. Llegué a casa y mi madre al verme de tan buen humor, me abordó.

-Venga Javier, ¿qué pasó ayer?
-Pfff… Mamá, es que…
-Va. Cuéntame. ¿Otra vez la hermanita de Elena?

Me quedé en silencio unos segundos, pensado en qué decirle. No quería que me saliera otra vez con las mismas de que hablara con Elena acerca de Noelia y todo lo que había estado haciendo, por lo que decidí contarle lo que ocurrió con Bea.

-Hijo…
-Ya, mamá. Lo sé.
-A ver, ahora sois muy modernos, pero hacer eso teniendo pareja… ¿Ambos desnudos?
-Sí. Fue tonteo, nada más.
-¿Y cómo llegaste a eso?
-Pues porque Elena se emborrachó y se puso muy pesada y me enfadé con ella un poco. Salí a despejarme y pasó eso.
-Pero todo está bien, ¿no?
-Sí, sí. Todo está perfecto. Pero ella no lo sabe y se lo quiero contar.
-Haces bien, aunque lleva cuidado. Esas cosas…
-Ya, ya.
-Me parece raro. Con lo poco impulsivo que eres tú…
-Ya, mamá. Pero es que estaba enfadado. Esa chica era muy guapa y tal y…
-Bueno hijo, no pasa nada. Obviamente no está bien eso, pero tampoco has hecho nada. No cualquiera en esa situación haría lo mismo que tú.
-Ya…
-¿Por eso rompiste ayer el móvil?
-No. Bueno, en parte. Resulta que la amiga con la que íbamos me preguntó acerca de la noche esa, porque luego esa chica se juntó con nosotros y tal y parece que le contó algo, aunque sin decirle que era yo y se enfadó un poco porque creía que había engañado a Elena con ella.
-Vaya…
-Me dolió mucho que pensara así de mí. Es mi mejor amiga y no me lo esperaba.
-Vaya, lo siento.
-No pasa nada. Si vengo de su casa. Hemos comido juntos con su pareja y lo hemos arreglado. Ya está todo bien.
-Ah, pues muy bien entonces. Me alegro de que todo vaya bien.

No fue tan mal la conversación con mi madre a pesar de haberle contado parte de lo que pasó y no saber cómo se lo tomaría. Por suerte no fue para tanto ese rato que esperaba más incómodo.

Después de esa conversación me puse a trabajar hasta la noche, cenando después y echándome para descansar. Miré el móvil y no tenía mensajes de Elena. Supuse que era por estar con su familia. Tampoco tenía mensajes de Noelia, cosa que agradecí, así no tendría que ir a comprar otro móvil al día siguiente. Después de estar un rato jugando a la play me acosté para dormir.

El miércoles me levanté temprano de nuevo, para empezar otro día de trabajo. A media mañana me llamó Elena, estando muy alegre.

-Hola, mi amor. Ya estoy en casa.
-¿Cómo fue ayer?
-Muy bien. Estuvimos en casa de mi tía muy a gusto. Cumple en familia.
-Me alegro un montón de que todo fuera bien.
-Javi, tenías que haber visto a mi madre, parecía otra. Por cierto, le he enseñado lo que me has regalado, que con la tontería de los piercings de mi hermana y míos no se enteró, ni se lo pude enseñar. Le ha encantado. De hecho, quiere que vengas a comer para decírtelo.
-Eh…
-Venga, va. Que yo también tengo ganas de verte…
-Pero si mañana nos vamos a ver, mi vida.
-Ya, pero me apetece mucho y mi madre está de buen humor, hay que aprovecharlo.
-Bueno, a la hora de comer estoy ahí.
-¡Bien! Oye, te oigo raro…
-Es que he cambiado de móvil.
-¿Y eso?
-Se me calló y se me ha roto.
-Am. Bueno, aquí te espero para comer.

No me apetecía nada ir a casa de Elena por mucho que me dijera que su madre estaba de muy buen humor. No me fiaba ni un pelo de ella, ni tampoco de Noelia. Nuestra última conversación había sido muy dura y no quería ni verle la cara. Tratar con las dos sería algo difícil sin que estuviera allí la abuela de Elena, ya que ella mantenía a Maribel a raya siempre, soltándole algún comentario delante de todos que se notaba que le jodía mucho, porque la dejaba un poco mal. Pasé el resto de la mañana trabajando hasta que llegó la hora de comer, por lo que me fui a casa de Elena.

Una vez llegué, ella me abrió y se lanzó a mí para comerme a besos. Era algo que me encantaba que hiciera y lo sabía, y más cuando se subía encima de mí, abrazándome con todo su cuerpo. Me cogió de la mano y me llevó a arrastras al comedor, aunque no había nadie ahí aún. Ayudó a su madre a traer los platos y entonces Maribel se puso detrás de mí, acariciándome los brazos y los hombros, para darme un abrazo por detrás con mucho cariño.

M: Vaya detallazo has tenido con mi hija…
J: ¿Te ha gustado?
M: Mucho. La verdad es que nunca había visto un regalo así. Parece más de otra cosa…
J: ¿A qué te refieres?
M: Mmm… -murmuró riendo- Venga, seguro que me pillas, eres muy listo. Pero que es precioso. Estoy encantada de lo contenta que está contigo. De verdad. Hacéis muy buena pareja y estoy tranquila de que esté contigo.
J: Gracias, pero no te sigo con lo que me has dicho…
M: Me refiero a que parece un regalo de más… Como de pedida de… (dijo abrazándome con más fuerza)
E: ¿De qué habláis? (dijo una vez apareció con el resto de platos)
M: De lo que me ha gustado el regalo que te ha hecho.
E: Ay, mamá. Si hubieras visto lo que montó…

Entonces Elena le contó con mucho detalle lo que monté para dárselo, desde que salimos del apartamento hasta que volvimos, omitiendo todo el folleteo que hubo, porque Maribel se escandalizaría mucho con eso, como siempre que lo hacía cuando salía el tema. Maribel sonreía abiertamente mientras oía a su hija relatar todo el momento mientras agarraba el colgante con fuerza. Mientras tanto, yo empecé a darle vueltas a lo que me dijo de que ese regalo parecía más de pedida. ¿Pedida de qué? ¿De matrimonio? Me empecé a agobiar bastante al pensar eso y en lo contenta que estaba por eso precisamente. ¿Ya pretendía que nos casáramos? Uff… Que agobio. Yo no creía en eso del matrimonio. Lo veía como una parafernalia innecesaria, con estar con ella tenía más que suficiente, no necesitaba demostrárselo a nadie ni me gustaría tener que pasar por aquello, porque me agobiaría bastante y sabía que iba a estar incómodo en aquella situación. Por suerte, se me fue rápido de la cabeza viendo lo tranquila que estaba Maribel oyendo a su hija. Empezamos a comer sin rastro de Noelia, a pesar de que tenía su plato de comida sobre la mesa.

M: ¿Dónde está tu hermana?
E: No lo sé. No la he visto en todo el día.
M: Esta mañana se fue, pero no me ha dicho nada.

Seguimos comiendo, sin rastro de ella, para mi alivio. Estaba muy a gusto en esa situación sin ella y con Maribel así. Parecía hasta otra casa. Todo continuó así cuando después de comer nos sentamos en el salón para tomar un café los tres juntos mientras Maribel cogió un libro y se sentó a mi lado, enseñándome fotos de Elena de cuando era pequeña. Insisto, parecía otra persona. Ni rastro de esa amargura que solía tener siempre. Estaba todo el rato sonriente, estaba casi tan preciosa como su hija cuando lo hacía. Se le achinaban más los ojos y tenía una sonrisa muy bonita de ver, lanzando sonidos de risa muy dulces. Hubo una foto que me gustó mucho en la que salía Elena en la playa jugando en la arena, mirando sonriente a la cámara con dos coletitas a los lados y el pelo más corto de lo que lo llevaba. Al lado estaba su hermana, tenía pinta de tener un año o así, también jugando con la arena, pero sin mirar a cámara. Me salió un «Oh…» del alma al verla. A Elena le entró la risa y Maribel me pasó el brazo por encima de los hombros, sonriendo. En ese momento fue cuando por primera vez se me vino a la cabeza que, si tenía alguna vez hijos, quería tener una niña tan bonita como la que estaba viendo en la foto.

Estaba muy a gusto en ese momento, el problema es que se fue opacado por la presencia de Noelia. En cuanto oí la puerta ya me puse tenso. Pero para mi sorpresa no fue para nada lo que me esperaba. Noelia llegó llorando. Su madre salió disparada para ver qué le pasaba y se sentó con ella en el sofá que teníamos enfrente. Cuando consiguió tranquilizarla le preguntó qué le pasaba y entonces Noelia se puso a contarle que ese día era el cumpleaños de María y que había ido a su casa para felicitarla con intención de poder volver ser amigas porque la echaba de menos y que quería estar con ella como antes, que era su mejor amiga y demás. Por lo que contó, le había echado de allí de muy malas maneras, diciéndole que no se acercara a ella y eso pareció afectarle mucho.

Maribel la tranquilizó y se la llevó al comedor para que comiera, ya que era tarde mientras Elena me miraba con cara de preocupación y yo… Pues yo estaba encantado. Con todo lo mal que me lo estaba haciendo pasar no pude evitar alegrarme de que se llevara ese palo. Sentía como si el karma o algo estuviera actuando para devolverle a Noelia todo el daño que me estaba haciendo a mí. Elena estaba callada, mirando al suelo con gesto algo triste. No le di oportunidad a que me insinuara que ayudara a su hermana ni nada, despidiéndome de ella para volver a casa y seguir con el trabajo. Quedamos en que hablaríamos por la noche y me fui a casa para seguir con lo mío mientras por el camino me alegraba de la desgracia de Noelia.

A media tarde hice una llamada que sería parte del plan que tendría lugar al día siguiente junto a Elena. Por suerte salió bien y sería algo seguro. Estaba seguro de que le haría ilusión. Ya por la noche, después de trabajar y cenar me llamó Elena.

-¿Qué pasa mi vida?
-Nada, que tengo unas ganas de que llegue mañana…
-¿Sí?
-Muchísimas. Tío, siempre que paso unos días contigo me entran más ganas de estar juntos y cuando cada uno nos vamos a nuestra casa me vengo un poco abajo.
-Bueno, pero no hay mucho problema. Podemos estar más juntos que antes. ¿Recuerdas como estábamos antes de que conociera a tu madre?
-Ufff… Calla, calla. No sé cómo podía aguantar así…
-Bueno, mañana tienes que estar lista para las 12 o así.
-¿Sí?
-Sí. Tengo un plan y tiene que ser a esa hora. Ya pasamos el resto del día juntos.
-Creía que iba a ser más tarde.
-¿Te viene mal?
-No, no. Si estoy encantada, así estoy más tiempo con mi Javi.
-Vale, jajajaja.
-Jajajaja, ¿qué vamos a hacer?
-Es una sorpresilla.
-Mmm… Me gustan tus sorpresitas
-Y a mí me gustas tú.
-Ay… Lo que me dice mi niño…
-Pues mañana a las 12 estoy en tu casa. Nos ponemos guapos, ¿vale? Aunque tú estás guapa como vayas, como si vas en pijama.
-Calla tonto… Jajajaja.
-Por mí como si vas desnuda, vaya… Jajajaja.
-Que tonto eres, de verdad… Jajajaja.
-Sí, sí, pero que lo digo de verdad, jajaja.
-Jajajaja. Oye…
-Dime.
-Vaya carita has puesto mientras veías mis fotos de cuando era pequeña. Que mono estabas.
-¿Sí? Tú sí que estabas mona de pequeña. Bueno y ahora, jajaja.
-¿Te ha gustado la foto de la playa?
-Me ha encantado, verte así con esas coletitas… Por primera vez me he parado a pensar si quiero tener hijos y ahora me gustaría tener una niña tan guapa como la de esa foto.

Elena se quedó callada unos segundos y le empezó a entrar la risa tonta.

-Perdona, ¿te ha incomodado? No quería…
-No, no. Para nada. Solo me lo estaba imaginando. Jo… Me gustaría mucho, la verdad.
-Bueno, solo estamos hablando.
-Ya, ya. Claro, pero me lo he imaginado y… Bueno, que me ha hecho ilusión. Nos he imaginado así y uff… Que me pongo tontorrona, jajajaja.
-Ay… Jajajaja. Algún día Elena. Pero poco a poco, que tenemos que disfrutar mucho todavía. Somos muy jóvenes.
-Sí, sí. Si solo estamos hablando, pero me hace ilusión.
-Jajaja, vale.
-Bueno, mañana te veo. Te quiero mucho, mucho, mucho.
-Y yo a ti, mi vida.

Sí que se puso tontorrona, se le cambio hasta la voz, hablando con una vocecilla que me derretía. Ahora habían salido de mí esos planes de pareja, de una vida en conjunto para un futuro. Fue extraño porque sentí agobio cuando Maribel insinuó algo de una pedida, pero ahora estaba muy calmado y lo que había soltado era más fuerte que una pedida de mano, estábamos hablando de tener un bebé. No sé qué me pasaba para que algo así se me pasara por la cabeza. A mí, que unos meses atrás no me planteaba tener una pareja aun teniendo 25 años. Estaba pensando con una sonrisilla tonta en la cara y cuando me giré me di cuenta de que mi madre estaba en el marco de la puerta, asomada y con la misma sonrisilla que tenía yo.

-Espiando, ¿no? (dije mientras me reía)
-Noooooo. Es que me había parecido oír algo y bueno…
-Ya…
-Anda, cuéntame. ¿Qué ha sido eso? (dijo muy sonriente mientras se sentaba en mi regazo)
-Pfff… Mamá, me da corte, jajajaja.
-Anda ya, ¿qué corte te va a dar delante de tu madre?
-A ver, es que hoy después de comer en casa de Elena, su madre se ha sentado con nosotros y me ha enseñado fotos de cuando ella era pequeña. Que esa es otra, le ha encantado el regalo que le he hecho a Elena, mucho. Ella le ha contado como lo hice para dárselo y demás y bueno… Mamá, parecía otra mujer.
-Normal hijo, ha sido un regalo muy bonito y esa forma de dárselo ha sido muy bonita también.
-La cosa es que me ha dicho que le ha encantado, pero que ve ese regalo es más de otra cosa que de cumpleaños.
-¿De qué?
-Pues de pedida.
-Huy. A ver, pues puede parecer, no sé… Por la inscripción tal vez, pero yo no le echaría mucha cuenta a eso, hijo. Por lo que me dices de como estaba no te lo dijo con mala intención.
-No, no. Si no te digo que sea por eso, pero me agobié un poco.
-Bueno hijo, no pasa nada.
-El caso es que me ha enseñado las fotos y he visto a Elena de pequeña y me ha gustado mucho, ha sido guapa desde siempre.
-Y…
-Y he visto una foto en especial y me ha hecho gracia y han hecho que tenga ganas de tener una hija, así como ella en el futuro.
-¡Ay!

Mi madre me dio un abrazo fortísimo después de que pegara un respingo por su grito.

-A ver si es verdad hijo. No sabes la ilusión que me haría tener por aquí a una niña correteando.
-Bueno, tranquila mamá. No corras tanto, que eso sería para algo dentro de mucho.
-Ya, ya. Pero me encantaría verlo.
-Estás encantada con Elena, ¿eh?
-Sí. Mucho, hijo. Es una chica estupenda. No sabes lo feliz que estoy de veros juntos. Os miráis de una manera…
-¿Cómo nos miramos? A ver…
-Pues hijo, os miráis como si no existiera nadie más, esa mirada de querer a alguien a rabiar, de no poder estar el uno sin el otro.
-Mamá, que moñas te pones…
-¿Qué es eso?
-Cursi, ñoña.
-Anda, si me lo has preguntado tú. Serás tonto… Jajajaja.
-Mañana vamos a pasar el día juntos.
-Qué bien. A ver si hay suerte y traéis ya la nieta, jajajaja. (dijo mientras reía yéndose a paso ligero)
-Toma pastillas, jajajaja.
-Hala… (dijo una vez ya fuera de la habitación)

Estaba encantado con como iba ese día, todo había ido muy bien, en todos los aspectos. Había arreglado las cosas con Irene, todo iba bien con Maribel después de varios desencuentros, aunque me hubiera hecho sentir un poco incómodo, con Elena la cosa no podía ir mejor a pesar de algún inconveniente que otro en las vacaciones, pero nos iba muy bien. No podía estar más a gusto con ella. Noelia parecía estar distraída con otras cosas para seguir dando por culo con sus insolencias y volvía a remontar esas charlas con mi madre sobre cómo me iba. Me fui a dormir de muy buen humor.

Al día siguiente me levanté para trabajar un poco antes de ir a por Elena y pasar el día juntos. Me vestí con unos vaqueros ajustados y una camisa de manga corta. Fui hacia la casa de Elena para recogerla, pero aún no estaba lista, por lo que pasé para esperarla sentado en el salón. Maribel se sentó a mi lado mientras esperábamos a que saliera Elena de su habitación.

M: Que guapo vienes. ¿Qué vais a hacer?
J: Es una sorpresa.
M: Venga, chico, dime qué es. Tengo mucha curiosidad.
J: Pues vamos a pasar todo el día juntos, me la llevaré a comer y a cenar, daremos un paseo y pasaremos la noche juntos.
M: Am… Ya veo por donde va la cosa.
J: Bueno, un poquito de intimidad, ya sabes.
M: Ya, imagino. No tenéis mucha oportunidad de estar solos.
J: Exactamente.
M: Mmm… Pues no sé… Me podéis avisar y ya pues, yo os dejo solos si lo necesitáis.
J: No, no te preocupes. Además, ¿qué hay de su abuela y de Noelia? Es ridículo que os vayáis las tres para que nosotros… En fin…
M: Ya. Bueno, me puedo ir unos días a casa de mi hermana, solo están allí ella, mi madre y mi sobrino.
J: No te preocupes, de verdad.
M: Ya, es por Noelia, ¿no? Es que no creo que la pueda convencer de que vayamos a pasar unos días allí, es muy cabezona.
J: Bueno, no pasa nada. Si llevamos así ya varios meses.
M: ¿En tu casa no podéis?
J: Es que mis padres salen poco. A ver si los convenzo para que se vayan unos días a la playa.
M: Bueno… Entonces, ¿hay algo especial que le hayas preparado? Algo me dice que sí. Viendo lo que montaste para darle el regalo…
J: Bueno, algo hay…
M: ¿Qué es?
J: Emmm… Nada, una tontería.
M: Va, cuéntamelo. (dijo apretándome del brazo)
J: Es que lo mismo no te hace gracia…
M: Pero, ¿qué dices? Jajajaja, ¿qué podéis hacer que no me haga gracia? A ver…
J: Tenía pensado en llevarla a que viera a su padre.
M: Ah… (dijo bajito mientras se le cambiaba la cara, poniéndose más seria)
J: Tenía pensado decirle que se acercara a la playa y que fuera el día de su cumpleaños, pero estaba Noelia y sé que ella… Bueno… Y además pensé que lo mismo él quería verla y preferí evitar un posible momento incómodo. Por eso he pensado en hacerlo hoy, que estaremos los dos solos.
M: Ya… Pues muy bien.
J: ¿Ves? No te lo quería contar por esto. Con lo bien y alegre que estabas y ahora se te ha cambiado la cara.
M: No, no. No pasa nada, ya está.
J: Maribel, si te digo que no pasa nada o te quiero ocultar algo, es por no ponerte mal cuerpo. Confía en mí.
M: Tranquilo, Javier. Confío en ti. Te estoy confiando a mi hija, que junto a Noelia es lo que más quiero en este mundo. (dijo poniendo su mano en mi muslo)

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