ANA MARÍA OTERO
Toda nuestra vida sin saberlo esperando
y ahora de un ilógico modo
el momento ya ha llegado.
Extraña tormenta temporal
que a los dos nos alcanzó.
Inexplicable cruce de caminos inconexos,
en momentos distintos vividos.
Días, siglos, meses, años
inconcebiblemente mezclados.
¿Cómo nos hemos encontrado
si tu futuro lejano,
para mí ya ha pasado,
si tu presente cercano
en un libro de historia puedo yo encontrarlo?
Tú hablas del destino,
algo en lo que la verdad nunca he creído,
pero tal vez a partir de ahora
deba reconocerlo como responsable
de que sin motivo y sin razón
el tiempo y el espacio se plegaran
para que por un instante se encontraran
esas dos mitades que no podían permanecer
eternamente separadas.
Acércate, no te apartes
y permite que rodee con fuerza tu cuerpo,
para permanecer unidos
cuando se recomponga el camino,
que no será el tuyo ni tampoco el mío,
ninguno de esos por los que vinimos.
Será uno nuevo,
será uno distinto
que ninguno de los dos haya vivido,
que crearemos,
que inventaremos a medida que lo vayamos viviendo,
lejos de lo que fue ayer,
cerca de lo que siempre debió ser.
Tormenta en el tiempo que nos ha unido
para que todo sea
según dicen que marca el destino,
como siempre debía haber sido.