KERANOS

J: Podrías llamar, ¿no?
N: No he oído nada, suponía que estabais ya casi dormidos, como queríais descansar… (dijo con tono de chinchar)
J: Aun así, deberías llamar.
E: ¿Qué pasa, Noelia? (dijo mientras se seguía desmaquillando)
N: Que os quería preguntar si me puedo ir a dormir a la otra habitación. Estoy segura de que no van a venir a dormir y hace mucho calor donde yo estoy.
E: ¿Cómo sabes que no van a venir?
N: Ay, Elena… ¿No has visto como Irene miraba a Bea? Mario es más reservado, pero aun así también se lo he notado. Y la chica esa parece bastante ligera también, así que ahora mismo deben estar haciendo un trío.

Elena me miró a través del espejo con cara de «lo sabe».

N: Vamos, que están follando y viendo como es Irene, seguro que pasan ahí toda la noche.
E: Está bien, te puedes quedar ahí a dormir, pero si vienen, vuelves al salón.
N: O me vengo aquí con vosotros.
J: Claro que sí y te abanicamos si quieres también…
N: ¿Qué pasa? Vosotros también vais a follar, ¿no?
E: Eso a ti te da igual. Si Javi y yo hacemos el amor es cosa nuestra, a ti ni te va, ni te viene.
N: Elena, parece que tienes 80 años diciendo que vais a hacer el amor.
E: Ay, que tonta eres, de verdad… Ya sabrás tú lo que es eso, es algo muy diferente a follar.
N: Eso es meter la polla en el chocho, pues follar de toda la vida.
E: Que equivocada estás…
N: ¿Qué es entonces? A ver…
J: Ahora no te vamos a dar una clase de educación sexual. Anda, vete a dormir.
N: Vale, profe…

Noelia se quedó un par de segundos en la puerta, mirándonos. Al darme cuenta la miré y tenía un poco la mirada perdida. Le hice un gesto de que se fuera ya y se fue con cierta tristeza en su rostro. Estaba impaciente porque Elena acabará de quitarse el maquillaje, tenía muchas ganas de ella, de disfrutar su cariño.

En cuanto vi que acabó me levanté y la abracé por detrás, empezando a besarle el cuello mientras le acariciaba los muslos y abdomen. Elena empezó a reírse muy dulcemente, poniendo sus manos sobre las mías. Le di la vuelta y le empecé a besar, poniendo ella sus manos en mi cara. Yo aproveché para cogerla en brazos, agarrándose ella con sus piernas a mis caderas y yo cogiéndole del culo por debajo del vestido, metiendo mis manos por dentro de sus braguitas para acariciarle los cachetes del culo.

-¿Te he dicho alguna vez que te quiero? (dije susurrando una vez separé mis labios de los suyos)

Elena asintió muy lentamente con una mirada que me derretía, tenía mucho brillo en sus ojos y ya notaba su respiración alterada.

-Te lo debería decir más, porque me vuelves loco… (dije después de pasarle el pelo por detrás de la oreja muy lentamente)

Elena me empezó a mirar poniendo ojitos y ya no aguantó más y se lanzó a besarme con mucha intensidad, pasado sus manos por mi pelo. Después de ese beso la bajé para que se pusiera de pie y fui a echar el pestillo de la puerta para no tener ninguna sorpresa. Cuando me di la vuelta me la encontré tumbada en la cama, descalza, pero aún con el vestido puesto. Yo hice lo mismo y me descalcé, yendo a tumbarme a la cama junto a ella. Nos empezamos a besar estando ambos tumbados de lado, mirándonos. Estuvimos así durante bastante tiempo besándonos mientras nos acariciábamos, ella a mí la cara y los brazos y yo a ella los muslos. Elena empezó a gemir sin que nos llegáramos a tocar para darnos tanto placer, pero me di cuenta de que estaba disfrutando muchísimo de aquello, tanto como yo o incluso más.

La cosa empezó a ir a más, empezando ella a desabrocharme los primeros botones de la camisa hasta que lentamente me la terminó de desabrochar, empezando a acariciar mi pecho. Después me desabrochó el botón del pantalón, siguiendo de la cremallera. Me miraba sonriendo, se le veía con muchas ganas de empezar a jugar de verdad. Me acabó quitando los pantalones por completo, quedándome solo en boxers y entonces puso su dedo en el elástico de éstos para empezar a colar su dedo, descubriendo parte de mi vello púbico.

-Shhh… No tan rápido, que yo también quiero mi parte…

Cogí su mano con la que pretendía quitarme los calzoncillos y se la besé, poniéndola después sobre mi muslo. Después le acaricié la cara con el pulgar mientras ella me sonreía y me incliné para volver a besarla. Cuando me separé de sus labios nos miramos a los ojos y eché mano a la cremallera de su vestido, empezando a bajarla. Conforme se la bajé, se liberó la tensión que había al apretarle los pechos para que se mantuviera bien sujeto al no llevar tirantes. Ver como sus pechitos volvían a su estado normal me excitó bastante, por lo que no pude evitar empezar a tirar de él para liberarlos, aunque tampoco es que quisiera evitarlo. Descubrir sus pechos de esa manera, venido el alto contraste entre su piel morena del pecho y sus tetas blanquitas era increíble. Estaba ya con el corazón muy acelerado y un cosquilleo en los huevos que estaba deseando aliviar. Me quedé unos segundos mirándoselas con deseo mientras ella me acariciaba la cara. Sin esperar más me lancé a comérselas, chupando, lamiendo, succionando…

Tenía los pezones duros a más no poder y ya empezaba a gemir por la estimulación que le estaba haciendo. Después de un rato así termine de quitarle el vestido, echándolo a una silla que teníamos al lado de la cama. Estaba super sexy con sus braguitas blancas de encaje, siendo un poco ajustadas y pequeñas, marcando los pequeños labios de su coñito y dejando entrever los pelitos de la franja que tenía en su pubis. Incluso podía apreciar que estaban un poco húmedas por la excitación que tenía, teniendo también sus mejillas ligeramente sonrojadas. De nuevo le di un beso, más breve esta vez y empecé a bajar por su cuerpo, pasando por su pecho, con besos muy suaves, con algún ligero chupetón.

Fui bajando pasando por sus tetas, vientre, ombligo y caderas, donde me entretuve más, dándole más besos a lo ancho, pasando después a sus muslos, besándolos de la misma manera, con esos ligeros chupetones. Seguí bajando por sus piernas hasta llegar a sus pies, los cuales también besé, notando como Elena suspiraba y se estremecía. Volví a subir poco a poco hasta llegar a sus caderas de nuevo, besándole de nuevo el pubis y el coño por encima de la tela. Aspiré su olor a través de la braguita mirándola a los ojos, enrojeciéndose más aún su cara, retorciéndose ligeramente, de la misma manera que cuando besé sus pies, bajándole después las braguitas muy lentamente hasta quitárselas, echándolas junto al vestido.

Le empecé a pasar mi dedo por su cuerpo, dibujando sus formas mientras ella se estremecía por el ligero contacto que hacía sobre su piel. Estuve jugando así unos segundos hasta que llegué a su pubis, pasando el dedo por su franja de pelo, de arriba a abajo y viceversa varias veces. Ella no paraba de mirarme con ojitos, acariciando mi cabeza. No podía esperar más por lo que acerqué mi cara a su chochito para pasar mi lengua por toda su rajita, haciendo que se estremeciera de nuevo y se le pusiera la piel de gallina. Se le aceleró bastante la respiración de golpe, así que para que se calmara le empecé a dar besos por la parte interna de sus muslos, lanzando ella gemidos muy agradables que transmitían el cariño que le daba al hacerle eso. Una vez se relajó volví a pasar mi lengua por su sexo, volviendo a estremecerse, aunque sin ser tan exagerado como antes. Verla así de excitada conforme empecé a chupar y notar ese sabor tan dulzón hizo que me entrara calor, notándolo mucho en las mejillas.

Ella me acariciaba con su manita mi cara y el pelo, mirándome con ojitos. Se lo comí durante un rato con mucho cariño, con pequeñas lamidas, succiones y chupetones. Llegó un momento en el que ella quería ir más allá y tiró de mis manos para incorporarme, diciéndome que me pusiera sobre ella de rodillas. Una vez me puse así, bajó mis boxers para liberar mi polla, cogiéndola para menearla lentamente mientras me miraba fija y seriamente, poniendo una ligera sonrisa en su rostro a los pocos segundos. Al igual que yo, no se demoró mucho en empezar a chupármela, metiéndose el glande en la boca, apretando con sus labios y jugando con su lengua mientras me pajeaba, ahora con un ritmo más rápido.

Después de estar así unos breves minutos, se la empezó a tragar como ella sabía hacer, pero lentamente, metiéndose hasta la mitad para ir dándome cada vez más placer poco a poco. Lo hacíamos lento y con mucho cariño, por lo que estuvo así un rato hasta que se la empezó a meter más, llegándosela a tragar entera, sacando la punta de su lengua por debajo, rozando mis huevos. Me hacía cosquillas a la vez que me daba placer y así se lo hacía saber yo gimiendo ligeramente mientras le acariciaba el pelo.

Tras una buena mamada sin llegar a correrme, de la misma manera que pasó con ella, se incorporó, poniéndose de rodillas, quedando ambos cara a cara, de rodillas en medio de la cama y me empezó a besar mientras me abrazaba. Yo me dejaba hacer, recibiendo su lengua en mi boca y jugando con la mía para entrelazarla con la suya mientras ponía mis manos en sus caderas. Se separó de mis labios para seguir besándome por el pecho hasta que me cogió de los brazos para tumbarme boca arriba.

Pasó una pierna por encima de mi cuerpo, sentándose en mis muslos, pasándose el pelo por detrás de la oreja para después mirar hacia abajo y escupir sobre mi polla, esparciendo su saliva con su mano. Sin esperar más se puso la punta de mi polla en su rajita, acariciándola un par de veces para dirigirla a su agujerito y meter el glande, soltando un muy sensual «mmm…». Una vez dentro, dejó caer el peso de su cuerpo para meterla muy lentamente, deslizándose por sus entrañas con muchísima facilidad por la lubricación proporcionada por su saliva y por lo mojada que estaba.

Empezó una follada muy lenta. Como bien dijo antes de que nos fuéramos del apartamento y a su hermana, me estaba haciendo el amor, moviéndose sobre mí con mucho cariño, sin parar de acariciarme el pecho mientras yo le acariciaba los muslos y su culo, lanzando ella también gemidos muy dulces, mirándome a los ojos, sonriendo y diciéndome que me quería. Estuvimos así muchos minutos hasta que cambiamos de postura, poniéndome yo sobre ella en un misionero, permitiéndonos tener las caras muy juntas, haciéndolo más especial si cabía, notando el aire expulsado por su respiración entrecortada, aunque no muy acelerada por el ritmo tan lento con el que la penetraba para durar lo máximo posible. Al igual que ella hacía mientras me montaba minutos antes, yo también hacía breves paradas para relajar ligeramente la excitación y durar mucho más. Ella no dejaba de acaríciame la cara mientras miraba con una mirada que transmitía más que la penetración en sí.

Entonces pasó algo que no esperábamos. Oímos un gemido muy alto y largo, siendo más un alarido. Sin duda era Noelia, quien parecía estar tocándose en la habitación de Irene y Mario. Tras ese chillido se pudo oír unos gemidos más cortos y bajos mientras Elena y yo nos mirábamos un poco con cara de circunstancia, habiendo parado la penetración. Una vez dejamos de oír ruido, continué haciéndole el amor a Elena de la misma manera, empezando ella a gemir ligeramente más alto. Parecía estar cerca de su éxtasis y yo también tenía ganas, por lo que aceleré ligeramente. Pero entonces pasó otra cosa y es que Noelia empezó a llamar a la puerta, golpeándola por sus nudillos. Después de unos segundos quietos y sin decir nada y Noelia volviendo a llamar preguntado si estábamos dormidos, Elena estuvo a punto de decir algo, pero le tapé la boca con mi mano, negando con la cabeza para que no hablara.

No se volvió a oír nada más después de que la puerta de la otra habitación se cerrara. Seguía quieto sobre ella, aunque notaba alguna contracción por su parte, lo que hacía que no se me bajara en ningún momento. De nuevo me empecé a mover dentro de ella de la misma manera que lo hacía antes de que Noelia nos interrumpiera. Tras varios minutos así, con ese ritmo pausado, esos besos, esas caricias, ese cariño, empecé a notar escalofríos, erizándose mi piel, dándose ella cuenta, lanzando gemidos muy dulces, bajitos y largos. Como era habitual en esos momentos, los escalofríos subían por mi espalda, propagándose por mis brazos y mi cabeza, haciendo que se me erizara hasta el pelo de la nuca.

-Mi vida, me…
-Shhh…

Elena me abrazó con mucha fuerza, pegando mi cuerpo al suyo, abrazándome también con las piernas. No tenía escapatoria ni ganas de escaparme, por lo que me empecé a correr dentro de ella entre altos jadeos, descargando todo el contenido de mis huevos, con bastante cantidad. En cuanto notó como acababa dentro de su coñito, ella empezó a temblar como una loca, estrujando mi polla con mucha fuerza mientras me besaba el cuello para ahogar sus gemidos, pasando a morderlo, causándome un poco de daño. No me soltaba de su abrazo, notando como sus contracciones iban y venían en oleadas, al igual que sus gemidos. Después de un buen rato, por fin empezó a recuperarse, dejando de contraer su chochito, liberando también mi cuerpo de su abrazo, respirando con normalidad.

-Te quiero. (dijo susurrando mientras me cogía la cara para darme un beso muy dulce)

Nos quedamos así unos momentos, con más caricias y besos por varias partes del cuerpo.

-Mi amor, ¿me puedes pasar las toallitas y papel que hay en la mesita?
-Claro.

Después de coger el paquete de toallitas y el papel y dárselos, me salí de ella con cuidado, ella cogió papel para taparse la rajita y que absorbiera. Se me quedó mirando sonriendo y luego se quitó el papel, empezando a limpiarse con las toallitas mientras yo la miraba sentado, ya con los boxers puestos, con una ligera sonrisa en mi boca.

-Madre mía, mi amor… Sí que estabas cargadito, no para de salir…
-Sí, es que tenía los huevos llenos de amor… (dije riéndome por la tontería que acababa de decir)
-Jejeje… Sí. Ha habido mucho amor. (dijo sonriendo y girando su cabeza después, haciéndolo como solo ella sabía hacer)
-Me encanta lo preparada que estás siempre.
-Jajaja, es que paso de salir al baño después de haber oído a mi hermana y de que viniera aquí llamado a la puerta…
-Sí, mejor.
-Qué vergüenza, Javi…
-¿El qué?
-Pues oírla…
-Ah… Pues no sé. Tampoco lo veo para tanto.
-Me corta mucho el rollo…
-Ya sabes que a ella se la pela todo, le da lo mismo que la escuchemos.
-¿Qué querría cuando llamó?
-¿Pues qué va a querer? Dar por culo, seguro que se ha imaginado que estábamos haciéndolo y quería venir a molestar y cortarnos el rollo.
-Pero, ¿por qué hace eso?
-Por envidia, Elena. Nos ve lo bien que nos va y que a ella le ha ido mal con María y tiene rabia.
-Pero si nosotros no hemos hecho nada para que le haya ido mal…
-Ya, pero es una niña aún, no se da cuenta de las tornerías que hace, como todas esas preguntitas.
-Espero que encuentre a alguien algún día y que esté tan a gusto como lo estoy yo contigo. Me da pena, es mi hermana y quiero que le vaya bien, por muy borde y estúpida que sea.
-Pues claro Elena. Pero tampoco te preocupes, si es muy joven, conocerá a mucha gente, ya verás como cuando entre a la universidad se le va la tontería.
-Ya, ojalá. Mi madre está mucho encima de mí, pero a veces pienso que a la que le tendría que dar caña es a Noelia. Con esa actitud no le va a ir bien. No puede tratar así a las personas, cuando necesite ayuda se va a ver sola.
-Tampoco digas eso. ¿Qué hay de ti?
-A mí siempre me va a tener, pero necesitará tener a más gente, ¿no? Igual que nosotros tenemos a Irene y Mario y a más amigos.
-Ya, eso sí. ¿Sabes? Me extrañó un poco cuando me enteré de que no tenía amigos.
-¿Por qué?
-Porque algunas veces se ha ido a comer después de clase con gente de su clase y tal.
-¿Y cómo lo sabes tú?
-Eh… Porque alguna vez cuando le daba clase pasó eso y se quedó tirada y la llevé a tu casa y de paso para dar la clase. Te lo comenté, ¿no?
-Sí, es verdad.
-Pero, si te digo la verdad, casi que me preocupa más María.
-¿Y eso?
-Pues porque su situación no es muy buena por lo que se ve.
-¿Por?
-Resulta que ella es bisexual y al parecer mucha gente de tu pueblo y de su clase como que le han dado de lado o se han reído de ella por eso.
-¿En serio?
-Sí, hasta donde sé, ella tiene pocos amigos, gente que es más tolerante con ese tema y tal.
-No me entra en la cabeza como pueden ser así con los tiempos que corren. Me da mucha pena.
-Me pasa lo mismo, pero ya sabes como son los niños, son muy crueles y quieren hacer daño, porque al fin y al cabo es lo que son, niños. Quiero pensar que están desarrollando aún sus personalidades y que no pensarán así conforme pasen los años, porque si no…
-Es muy triste.
-Y me contó que tu hermana fue la que más le apoyó en ese tema, que le daba ánimos y demás. Por eso, además de conocerla desde hace muchos años, se acabó enamorando de ella.
-Vaya. No tenía ni idea.
-Con las clases, esta chica cogió confianza conmigo y me extrañaba que me contara estas cosas a mí sin casi conocerme de nada, pero me dijo que era por eso, porque sin contar a tu hermana, no tenía a nadie con quién hablar casi.
-Ah… Pues qué lástima. Si aguanta a mi hermana tiene que ser muy tolerante, seguro que no le cuesta encontrar a alguien.
-Me dijo que una vez conocías bien a Noelia, no era casi como lo es con todo el mundo, que es un amor de chica.
-Pues a lo mejor no la conozco bien, porque… Jajaja.
-A lo mejor le da corte hablar contigo de esas cosas y se apoyó en María y le fue cogiendo más cariño, no sé.
-¿Mi hermana? ¿Vergüenza? Javi, parece mentira que no la conozcas…
-Pues yo que sé, Elena.
-Ya hablaré con ella.
-No sé si es buena idea remover eso, ya viste como se puso.
-Bueno, ya veremos. Pero tampoco puede ser que esté siempre así.

Elena se puso su pijamita y nos acostarnos. Ella se echó sobre mi hombro como solía cuando dormía conmigo. Estábamos en silencio con ella poniendo su mano en mi pecho y acariciándolo, pasando después a coger el colgante y moverlo con sus dedos. Estuvo haciendo eso durante un rato mientras estábamos a oscuras ya listos para dormir hasta que cayó dormida. Ya casi durmiéndome yo también oí un ruido. Creía que eran Irene y Mario, pero caí en que no porque el único juego de llaves que había lo teníamos nosotros, así que debía ser Noelia. Oí como entró al cuarto de baño y como se sonaba la nariz, tosiendo un poco también. Me daba la impresión de que estaba llorando, cosa que no me cuadraba con la actitud que llevaba teniendo los últimos días. Después de que volviera a la otra habitación y cerrara la puerta no oí nada más, por lo que me acabé durmiendo.

Por la mañana me desperté abrazando a Elena por la espalda mientras ella me agarraba los brazos. Estaba en la gloria, muy a gusto estando así con ella, aspirando su olor, pero necesitaba ir al baño a vaciar mi vejiga, por lo que con cuidado solté a Elena, pensando en aprovechar para ducharme. Miré el móvil y eran las 10. Me paré a pensar en que no había oído el timbre ni nada, por lo que supuse que la otra pareja aún no había venido. Entré al baño y me duché después de mear, llevándome un susto al correr la cortina y salir, encontrándome a Noelia totalmente desnuda frente a mí, con sus manos a la espalda, mirándome con cara de niña buena.

-Joder, que susto. ¿Qué coño haces? (dije poniéndome rápidamente los boxers)
-Nada… (dijo con tono de niña buena, acompañando su gesto)
-Anda, déjame pasar. (dije cogiendo el resto de mi ropa para salir del cuarto de baño)
-Espera.
-No, no me espero. Sé de sobra lo que me vas a decir. No, no te voy a follar ni nada, que te lo quites de la cabeza ya.
-Jo… Si me estoy portando muy bien… ¿Una mamadita?
-Noelia, de verdad, eres idiota.
-Una pajilla, aunque sea. Y me lo echas en la boca.
-Joder…
-¿No te gustan mis tetas? (dijo con voz de niña buena mientras se las cogía, moviéndolas)
-Para.
-Mira mi coñito.

Suspiré, poniendo cara de resignación, apartando a Noelia de mi camino empujándola ligeramente con el brazo, saliendo del baño, dándome ella un cachete en el culo. No le hice ni caso y volví a mi habitación, terminando de vestirme nada más entrar. Una vez entré me senté en la cama, empezando a despertarse Elena. Se quedó tumbada de lado, mirándome, haciéndose un ovillo. Empezó a sonreír mientras yo le acariciaba su cuerpo, pasándole después el pelo por detrás de la oreja. Elena empezó a emitir sonidos de querer mimitos. Fui a hacérselos, pero ella se me adelantó desabrochándome el pantalón para sacar mi polla y metérsela en la boca, estando flácida.

-Pero bueno…
-Quiero mi bibe. (dijo con mi polla en su boca)

Evidentemente mi polla se empezó a poner dura, pasando a tener una buena mamada. Estuvo un buen rato chupándola por todas partes, pasado su lengua con su cabeza girada por todo lo largo mientras me miraba a los ojos. Pasados unos minutos oí como se abría la puerta del baño, oyendo como alguien se acercaba, esperando que no le diera por entrar. Se paró en la puerta y puso su mano en el pomo.

-¡¡NO!! (dije yendo hacia la puerta para cerrarla, porque ya la había empezado a abrir)

Elena se asustó del grito que pegué, dando un fuerte respingo. Cerré la puerta, echando el pestillo, oyendo como Noelia salía corriendo a la otra habitación. Me di la vuelta y fui hacia la cama, sentándome en el borde.

-Tranquilo, Javi… (dijo acariciándome la espalda)
-Estoy muy cansado.
-Anda, ven que te relajo, mi amor.

Sonreí ligeramente, dándole un beso rápido y volvió a chupármela igual que estaba haciendo antes. Lo hacía de manera muy sensual, metiéndosela bastante, tragando cada vez más. Entonces llamaron a la puerta de la calle.

-Joder, no me lo puedo creer.
-Shhh… -dijo poniendo su mano en mi pecho- No hagas caso.

Elena le puso más empeño a la mamada, estaba decidida a vaciar mis huevos y no paraba de chupar, metiéndosela entera, aguantando bastante mientras me acariciaba el pecho. Me empezaron a llamar al móvil y también a la puerta.

J: ¡Noelia, abre!
N: ¡Abre tú! (respondió al otro lado del muro)
J: Joder, me cago en Dios. Voy a abrir.
E: No, ya voy yo.
J: Da igual.

Me levanté, guardándome la polla y yendo hacia la puerta para abrir, encontrándome a Irene y a Mario.

I: Joder, ¿qué hacéis para tardar tanto en abrir?
J: ¿Tú qué crees? (dije señalando a mi erección muy marcada en mis pantalones)
M: Jajajaja.

Entonces vi que detrás de ellos estaba Bea, quien clavó sus ojos en mi erección mientras Irene se ponía delante, dándome la vuelta para llevarme hacia las habitaciones.

-Joder Javi, ya te vale…
-No, ya os vale a vosotros. Si no abrimos es por algo, coño.
-Tío, que Bea te ha visto toda la polla ahí marcada.
-Me molesta más que me hayan cortado el rollo, ¿sabes?
-Perdona…
-No, si es que mi cuñadita también ha hecho lo suyo. Está en vuestra habitación, por cierto.
-No pasa nada. Oye, tenemos que hablar.
-Eh… Vale.

Entre en mi habitación mientras Irene seguía de largo hacia la suya. Cuando entré, Elena me miró con cara de querer seguir jugando, haciéndome señales con el dedo para que fuera hacia ella, poniendo una sonrisa con malicia en su cara.

-Elena, está aquí Bea.
-¿En serio?
-Sí. No creo que sea lo mejor seguir…
-Vale, no pasa nada.
-Lo siento, mi vida.
-No pasa nada Javi, jejejeje.
-Me jode mucho que nos hayan cortado tanto el rollo, porque que sepas que no iba dejar que te quedaras sin tu parte.
-Ah… ¿Sí?
-Claro, tenía ganas de reventarte, pero bien. Lo que pasa es que no estamos solos y te hubiera hecho gritar.
-Bueno, lo podemos hacer despacito, sin hacer ruido… (dijo poniendo voz de niña buena)
-No. No voy a aguantar y voy a querer partirte en dos.
-Ay, Javi… ¿Le vas a hacer daño a tu niña? (dijo poniéndose de rodillas sobre la cama, acercándose a mí para abrazarme mientras me miraba, levantando su cabeza y apoyándola en mi pecho)
-Nunca te quiero hacer daño mi vida, pero es que necesito follarte bien, hace mucho que no lo hago fuerte y ahora mismo lo haría así si te la empiezo a meter.
-Mmm… (murmuró mientras se bajaba los tirantes de su camiseta, bajándosela, descubriendo sus tetas y llevando una de mis manos a una de ellas)
-No te portes mal…
-Nooo… -dijo de nuevo con voz de niña buena- Si yo me porto muy bien para mi chico. Le quiero un montón y no quiero enfadarlo… Quiero aliviarlo… (dijo poniendo su mano en mi paquete, apretando)
-Ufff… Joder como estoy…
-¿Mi chico quiere follarse mi boquita?
-No sabes cómo lo deseo…
-Pues, mi amor, no te cortes, haz conmigo lo que quieras. Así no voy a gritar y sigo queriendo mi ración de leche.
-¿Quieres que te folle la boquita?
-Ajammm… (dijo con una voz muy dulce)

Sin esperar más me bajé los pantalones de nuevo, apoyándose ella en sus rodillas y en sus manos. Dirigí mi polla, que aún seguía dura, hacia su boca, cogiéndola ella para empezar a mamar. Empezó despacio para ir mojándola con su saliva, empezando a tragársela poco a poco. Cada vez me la comía con más ganas y más rápido, empezando a hacer sonidos guturales. A los pocos minutos, aguantando Elena muy bien el ritmo y estimulándome tan bien que casi estaba ya, volvieron a llamar a la puerta. Era Irene preguntando que cuando salíamos.

-¡Estamos ocupados, joder!

No se oyó nada más, solo unos pasos que indicaban que se alejaba. No tardé mucho más en empezar a llenarle la boca a mi chica de leche bajo sus gemidos de aprobación que emitía de manera muy dulce. Una vez acabé de correrme entre gruñidos, Elena se incorporó con los mofletes hinchados, pasando a abrir su boca para enseñarme mi corrida, tragándosela y sacando su lengua con su piercing después, para enseñarme que se había tragado su ración de leche, guiñándome un ojo para después sonreír girando su cabeza. La cogí en brazos para ponerla pegada a mi cuerpo y besarle con mucha intensidad, comiéndole la boca. Era una guarrería que me encantaba hacer. Ella lanzó un gritito muy dulce de sorpresa cuando la cogí así de esa manera tan brusca, pasando a gemir ligeramente al besarla, como si se derritiera. Después cogió ropa y se fue a la ducha directamente, sin saludar a nadie.

Cuando le calmé un poco salí de la habitación, un poco rojo aún como pude ver cuando pasé por el espejo de la entrada que conducía al salón. Al entrar solo me encontré a Irene y Mario.

J: ¿Qué pasa?
I: Nada, nada, que estáis muy ocupados… ¿Han acabado ya los señoritos?
J: Venga Irene, no te pongas tonta que tú ni hubieras abierto…
M: Eso es verdad, jajaja.
J: Tío, es que ni un polvo puede echar uno.
I: Que tonto estás… (dijo dándome un pellizco)
J: ¿Y Bea?
M: Se ha ido con tu cuñadita a dar una vuelta. Noelia ha dicho no sé qué de que quería hacer algo y por eso le ha dicho que la acompañe, ya que ella se conoce mejor el lugar.
J: Ah…
I: Javi, tenemos que hablar. Vamos a la habitación Mario, ahora venimos.
M: Como queráis…
I: ¿Te pones celoso?
M: No, ya sabes que no. No soy nada celoso, pero me parece una tontería que con la confianza que tenemos os vayáis a hablar solos.
I: Si es por él, cariño. Seguro que se pone un poco tenso. Y es algo serio y vas a empezar con las bromitas.
M: Como quieras.
I: Ay… (dijo dándole un beso a su chico mientras éste ponía una sonrisa y le agarraba el culo)
M: ¿No has tenido bastante con lo de anoche?
I: Contigo nunca tengo suficiente, cariño.
M: Cuando lleguemos a casa ya hablaremos tu y yo. Bueno, hablar poco… Más bien gritar.
I: No me digas eso, que mojo ya las bragas.
M: No estaría mal, te va a hacer falta tenerlo lubricado…
I: Uff, Mario…

Mientras ellos no paraban de comerse con los ojos y calentarse el uno al otro con esas palabras acompañadas de toqueteos descarados, yo estaba pensativo, dándole vueltas a qué querría hablar Irene. El tono serio con el que me lo dijo, tanto al abrirles la puerta, como una vez salí de la habitación, me tenían mosqueado, pasando a acojonarme cuando le dijo a Mario que quería hablar conmigo a solas por si me ponía tenso y que era algo serio. Lo único que se me ocurrió pensar era que tendría que ver con el haber desaparecido por la noche el día anterior.

Mierda, venían con Bea, lo mismo se había ido de la lengua contando que me encontró en la playa y explicándoles lo que pasó después, con esas insinuaciones y como piqué en sus provocaciones para que me acaba desnudando, como al final acabé haciendo. Aunque bien es verdad que no pasó absolutamente nada, ni siquiera un beso, si es verdad que el tonteo fue permanente y yo no hice nada por evitarlo desde el primer minuto, desde que se me acercó desnuda. Me pudo el morbo de la situación y mi enfado también tenía algo que ver, por eso seguí con el juego.

Estaba como atontado recordando la situación de esa noche, viniéndose a mi cabeza cuando ella se estaba bañando, con esas tetazas en el agua, con sus pezones de punta por el frío y como se masajeaba por todo el cuerpo, saliendo luego para sentarse a mi lado, provocándome más, mostrándome su coñito con esos labios rosados y esa ligera capa de pelo púbico castaño claro. Irene fue quien me sacó de mis pensamientos, cogiéndome de la mano, arrastrándome hasta su habitación a paso ligero mientras veía como su melena se movía de un lado al otro por el paso que llevaba.

-Javi, me he acordado de una cosa. (dijo una vez entramos y cerró la puerta)
-¿De qué se trata?
-Pues en cuando te fuiste y desapareciste toda la noche.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Un poco extraño, ¿no?
-¿El qué?
-Pues que desaparezcas así tan por la cara.
-¿Tan por la cara?
-Pues sí, un poco.
-¿Por?
-Hombre, ponerte así porque bebiera un poco…
-Bueno, tú no viste como se puso, así que lo mismo no deberías juzgar sin saber…
-Eh… Tampoco te pongas así…
-Es que no sé a qué viene esto. Además, ¿no la viste cuando yo estuve fuera y tuvisteis que ir a buscarla?
-No fue para tanto.
-Pues yo no opino igual, como esta vez. No entiendo la necesidad de llegar a ponerse así si sabe que no le sienta muy bien.
-Bueno, vale. Aun así, me parece extraño, no sé… ¿Pasó algo grave?
-¿A qué te refieres?
-No sé… ¿Te dijo alguna bordería, o hizo algo que no te gustara, o tal vez algo que ver con Noelia?
-Mmm… No. Simplemente fue eso. Me tocó los cojones como se puso y salí a tomar el aire, sin más.
-Ya te digo, me parece un poco raro que la dejaras sola así conforme estaba según tú. Deberías hacerte quedado cuidando de ella.
-Pues no sé, Irene. Me dijo que se mareó y que se encontraba mal, pero estaba enfadado y me piré, punto. Además, estaba su hermana, no estaba sola.
-Tranquilo, fiera…
-No, es que me toca los huevos tener que estar todo el día justificándome.
-Te pido explicaciones porque veo cosas raras.

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