ESRUZA
La tarde es gris, empiezan a caer
finas gotas de lluvia, muy tupidas.
El viento es fuerte, muy fuerte,
y pienso que ojalá ese viento
pudiera llevarse todo.
Como todas las tardes, caminé
por ese extenso campo
llevando a mi mascota conmigo,
y me llegue, casi sin darme cuenta,
hasta mi rincón secreto,
Me senté donde siempre,
pero, esta vez, no hablé nadie.
¿Para qué?
Empecé a cuestionarme:
Cómo pude ser tan obstinada,
tan emocional, tan receptiva
a lo inexistente.
Sabía la respuesta,
pero no quería aceptarla.
Las finas gotas de lluvia seguían,
mojaron mi cabello, mi cuerpo,
y empezaron a confundirse
con las lágrimas que,
Inconscientemente, empezaron
a resbalar por mis mejillas,
y su frío contacto llegó a mi corazón,
Tarde gris, muy gris.