KERANOS
Elena cogió la caja con ansia y me miró sonriendo. Yo me puse a su lado para ver si reacción y entonces empezó a abrir la caja con nerviosismo, se le veía con muchas ganas. Una vez la abrió, cogió lo que había en su interior, mirándolo con detenimiento. Se trataba de un colgante de plata en forma de corazón, con una fina cadena de plata también. En el corazón había una inscripción por el contorno del corazón que decía «Elena y Javier, juntos hasta la muerte y después». Elena se quedó callada, mirando fijamente el colgante. Empezó a apretar los labios, como si se los estuviera mordiendo por dentro y entonces dos lagrimones empezaron a caer por su cara.
-Ay, Javi…
Elena me dio un fuerte abrazo que duró bastante, para luego coger mi cara, con la cadena del colgante enlazada entre sus dedos y darme un beso muy sentido y largo. Yo la abrazaba mientras podía saborear el contraste entre el dulzor de sus labios y su lengua con el salado de sus lágrimas al escurrirse por su cara hasta su boca. Cuando se despegó se me quedó mirando y acarició mi cara, dándome después el colgante. Se recogió el pelo con las manos y me dio la espalda para que se lo pusiera.
-¿Qué tal me queda?
-Perfecto.
-Gracias. Muchas gracias, Javi. Te quiero. Me ha hecho mucha ilusión todo esto.
-Me alegra oír eso.
-Es que… No sé… Nunca… Me ha hecho mucha ilusión. Nunca me he sentido así tan… No sé cómo explicarlo.
-Tranquila, mi vida.
Elena me dio otro abrazo muy fuerte, acariciándome la espalda y dándome varios besitos por el hombro y el cuello.
-Es que me siento muy bien.
-Te quiero muchísimo, Elena.
-¿Dónde te has metido todo este tiempo?
-Lejos de ti, por desgracia…
Nos tumbamos abrazados mirándonos a los ojos durante un rato hasta que nos entró hambre y nos pusimos a cenar. Comimos de manera lenta, con una botella de vino, muy calmadamente. Estábamos solos y teníamos todo el tiempo del mundo. Hablamos muchas cosas, llegando a hacer algunos planes para el futuro, planteando alguna que otra cosa, aunque nada serio. Poco a poco pasó el tiempo, aunque no nos dábamos cuenta y se hizo de noche, aunque esos faroles que puse hacían una luz muy agradable, como si fueran unas velas, pero incluso con más luz. Era un momento muy romántico y con la tontería cuando acabamos la cena era tarde, pero no nos importaba, no teníamos prisa ni nada que hacer, por lo que nos quedamos ahí tumbados mirando el cielo.
Las caricias empezaron a ser más frecuentes y como no pasaba nadie y no se oía nada, Elena se envalentonó y decidió ir más allá, empezando a desabrocharme los botones de la camisa para empezar a acariciarme el pecho hasta que la desabrochó por completo, pasando su mano desde el principio de mi pecho hasta mi barriga, parando al toparse con mi pantalón. Después de unas caricias por mí de pecho, pasó a sobarme el paquete. Evidentemente se empezó a poner duro y eso que en ningún momento nos estábamos provocando, solo eran caricias mientras nos mirábamos fijamente a los ojos. Viendo como estaba ella, me empecé a encender y la empecé a besar, cogiendo ella una de mis manos para llevarla a una de sus tetas. Nuestras respiraciones se empezaban a agitar y Elena se desabrochó el primer botón de su vestido, mirándome con cara algo desafiante. Le aparté la mano para seguir desabrochándole yo el vestidito, abriéndolo por completo, viendo que no llevaba sujetador y que sus pezones estaban ya muy duros. Solo llevaba unas braguitas blancas.
Seguimos con las caricias y los besos sin decir nada, cada vez la cosa se ponía más intensa hasta que empecé a comerle las tetas, pasando mi lengua por sus pezones, rodeándolos y notando lo duros que estaban. Los succionaba, lamía y chupaba con Elena lanzando ligeros gemidos muy dulces que parecía intentar reprimir por estar «en público». Después llevé mi mano hasta su entrepierna, acariciando su coñito por encima de sus braguitas con mis dedos, notando lo calentito que lo tenía. Nos mirábamos muy fijamente a los ojos en silencio mientras nos concentrábamos en las sensaciones que nos producíamos. Cada vez se lo acariciaba con más intensidad notando humedad en poco tiempo y entonces Elena apartó mi mano para abrirse más de piernas, apartando sus braguitas a un lado sin llegar a quitárselas.
-Cariño, te necesito dentro ya.
Bajé mi mano hasta mis pantalones y desabroché mi cinturón, el botón del pantalón y bajé la cremallera, bajándome un poco los pantalones junto a los boxers para sacar mi polla sin llegar a desnudarme. Le acaricié la rajita con mi polla, notándola húmeda, aunque me llevé los dedos a la boca para mojarlos y lubricar así su coñito aún más. Se la empecé a meter despacio, poniendo Elena una cara de placer cada vez mayor conforme más metía mi polla en sus entrañas. Una vez se la metí por completo, vació sus pulmones de aire y mirándome a los ojos muy fijamente, como llevábamos haciendo desde que llegamos y me dio un breve beso, separándose de mis labios para susurrarme:
-¿Ves, Javi? Ya estás dentro de mí. Soy toda tuya. Es increíble lo que me haces sentir.
Oír esas palabras en un momento así, con esa voz tan dulce y aniñada que tenía Elena hizo que me estremeciera, poniéndose mi piel de gallina. Permanecimos así durante unos momentos, con toda mi polla en su interior, estando en un misionero, ella con las piernas bien abiertas, descalza, apoyando sus pies en mi culo. Verla así, tumbada boca arriba, con su vestidito todo abierto era muy excitante, tanto, que no pude evitar empezar a besarla con ganas mientras me movía ligeramente. Simplemente contraía mis glúteos para hacer una penetración muy ligera a la que Elena respondía con un jadeo muy sensual.
Estuvimos así durante bastante tiempo, tanto que no había indicios de que nos fuéramos a correr ninguno de los dos. Disfrutábamos al máximo el uno del otro, mirándonos a los ojos. Elena me acariciaba los brazos, el pecho y la cara hasta que parecía querer algo más, llevando sus manos hasta mi culo para empujarlo y que la empezara a follar algo más rápido. Sus gemidos empezaron a aparecer, eran muy suaves, mostraban mucho cariño. Poco a poco ella se empezaba a estremecer y entonces le di un par de embestidas fuertes, haciendo ruido por el choque, provocando que se corriera, abrazándome con sus piernas con mucha fuerza y temblando mientras jadeaba de manera entrecortada. Me puse sobre ella apoyándome sobre mis codos mientras ella me abrazaba para pegar mi cuerpo al suyo más aún. Yo tenía la cabeza al lado de la suya, por lo que le empecé a dar besos por el cuello y el hombro con mucho cariño. Notaba las contracciones de su coñito en mi polla, agarrándola como si no quisiera dejarme escapar. Una vez se recuperó me agarró la cara con sus manos para empezar a besarme con mucho cariño. De nuevo me empecé a mover lentamente dentro de ella, notando que estaba más mojada que antes. Al igual que momentos antes, Elena empezaba a acariciarme por varias partes del cuerpo. Nos mirábamos fijamente a los ojos y entonces me susurró:
-Más.
Me paré y vi como ella me sonreía. Empecé de nuevo a moverme, más rápido que segundos antes y rápidamente se empezó a retorcer de nuevo hasta que se corrió otra vez, ahora temblando más, agarrándose a mis brazos con fuerza. Esta vez le costó más recuperarse, pero no dejaba de mirarme con una sonrisa una vez despertaba de su orgasmo. Mi polla seguía dura como una piedra al estar todo el tiempo dentro de ella, notando su calidez y humedad, además de sus contracciones que masajeaban mi polla, estimulándola. Elena estaba sedienta de más y empezó a moverse ella en lugar de pedirme o incitarme a que lo hiciera yo, rozando nuestros sexos de nuevo. Esta vez me encendí más y empecé a dar fuertes embestidas mientras Elena intentaba reprimir sus gemidos, aparentando sus labios, hasta que los abría para jadear y coger aire.
Estábamos haciendo más ruido por el encuentro de nuestros cuerpos, pero no importaba, no había nadie cerca. No pasó mucho tiempo desde esas embestidas hasta que Elena se empezó a retorcer de nuevo, gimiendo de manera aguda y larga. Aun así, sus gemidos eran muy dulces y ya no pudo más, empezando a vibrar su cuerpo para después notar unos fuertes espasmos por su parte. Con una mano agarró uno de los brazos y con la otra cogió el colgante con fuerza, mientras cerraba sus ojos, poniendo una cara increíble de placer, con sus mejillas rojas. Después de que ella se corriera tres veces y con esta última con unos flujos más abundantes por su parte, mojándome toda la zona que estaba en contacto con su entrepierna, empecé a sentir escalofríos, con una especie de descarga que subía por mi columna vertebral, propagándose por los hombros y brazos.
La piel se le erizó y dejé de hacer fuerza para liberar mi orgasmo, inundando sus entrañas con mi semen. Apreté mis ojos con fuerza y jadeé pesadamente mientras Elena temblaba muchísimo, con fuertes espasmos. Cuando acabé me quedé sobre ella para que se recuperara y no interferir en ello. Ella me abrazaba de nuevo con mucha fuerza, relajándose conforme pasaban los minutos hasta que su fuerte abrazo se convirtió en caricias. Nos miramos sonriendo y Elena se echó a reír.
-¿Qué pasa?
-Nada, que no esperaba acabar follando en la playa… Jajaja.
-Ni que fuera la primera vez que lo hacemos, jejeje.
-Ya, pero esta vez ha sido más especial. Mucho.
Sonreí aún más al escucharla.
-Pero tengo un problemilla.
-¿Cuál?
-Pues que no tengo como limpiarme, no he traído papel ni toallitas. No creía que acabáramos… Creía que sería luego en el apartamento.
-Bueno, ya es muy de noche y por aquí no hay nadie, nos podemos bañar y nos limpiamos ahí.
-Me da cosilla…
-¿Después de lo que acabamos de hacer…? Si no se va a ver nada. Mira el agua, está negra. Esta zona está muy apartada y no se ve nada, solo lo que alumbran estos faroles.
-Vale, vamos. Ayúdame a quitarme las braguitas.
Le ayudé a quitarse las braguitas con cuidado después de salir de ella, tapándose su coñito para que no se saliera nada. Elena se levantó, completamente desnuda. Estaba muy mona y sexy, con sus piernas juntitas y su mano entre ellas. Se me quedó mirando esperando a que me quitara la ropa para ir con ella mientras yo la miraba con una sonrisa tonta, viendo su preciosa cara, un poco sonrojada y sus tetitas con esos pezoncitos erectos. Me quité la ropa y me cogió de la mano para que fuera al agua con ella. Cuando llegamos ella pegó un gritito por el agua tan fría mientras yo cogí aire con fuerza por la impresión, encogiéndoseme hasta el alma, además de otras partas del cuerpo… Una vez nos metimos con el agua hasta el cuello nos abrazamos para darnos calor, con nuestros dientes casi castañeando.
-Ya poco hay que limpiar…
-¿Por qué?
-Con este frío…
-¿A ver? -dijo Elena palpándome los bajos- jajajaja.
-Oye…
-Que mona… Jijiji.
Abracé a Elena por detrás acariciándole las tetas mientras ella se limpiaba metiéndose los dedos para sacarse toda mi corrida.
-Javiiiiii… (dijo con voz melosa)
-Tengo frío, cariño… (dije frotando mi paquete con su culo)
-Parece que ya no tanto… (dijo moviendo su culito al notar como se me ponía morcillona)
-Sí, parece que se me está pasando.
Elena se dio la vuelta y me agarró la polla, empezando a pajearla con suavidad. Mientras lo hacía me miraba con ojitos, sonriendo y girando su cabeza después. Yo la miraba fijamente a los ojos y Elena se puso de puntillas para darme un pico y salir corriendo hacia la orilla. Yo salí detrás de ella y casi llegando la agarré del brazo, tirando de ella hacía a mí para darnos un morreo con muchas ganas. Nuestras manos se paseaban por nuestros cuerpos con tal ansia, que nos enredamos y acabamos cayéndonos. Elena estaba sobre mí y las caricias pararon, pasando a mirarnos fijamente a los ojos, empezando los besos con ella agarrando mi cara. Eran muy intensos, tanto que mi polla reaccionó de más, poniéndose dura por completo. Elena soltó una risita juguetona al notarla mientras me seguía besando.
-Vaya… Parece que se te ha quitado todo el frío que tenías…
-Sí, eres un buen fuego.
-¿Te apetece…?
-Contigo siempre, mi vida.
Elena miró a los lados, viendo que no había nadie y me empujó un poco hacia atrás para que me echara sobre mis codos. Ella permanecía de rodillas sobre mí con una sonrisa pícara, pasando su dedo por mi barbilla y después por mi pecho. Apenas podía verla bien por lo oscuro que estaba, solo lo poco que llegaba de la luz de los faroles que clavé en la arena. Podía ver el brillo que el reflejo de los faroles producía en el colgante recién estrenado, aunque no era tan grande como el brillo de sus ojos. Elena empezó a ronronear mientras apoyaba sus manos en mis hombros y se movía ligeramente.
-Huy… Estás muy caliente, ¿no?
-Mucho. Hacerlo así en la orilla de la playa me pone mucho, parece como de película.
-¿Porno?
-No bobo, jajajaja. Una película romántica donde sale una pareja haciendo el amor como vamos a hacerlo nosotros.
-¿Me vas a hacer el amor?
-Sí. Te voy a hacer el amor como no te lo ha hecho nunca nadie.
Me dio un escalofrío por todo el cuerpo que hasta ella notó cuando me dijo eso. Cogió mi polla y se la metió poco a poco hasta quedar dentro por completo. Me acarició la cara y me sonreía, empezando a moverse lentamente. Solo se veía desde su ombligo para arriba, no se llegaba a ver como mi polla entraba en ella, pero daba igual, la forma en la que Elena me estaba dando cariño era más que suficiente junto al morbo para disfrutar el momento al máximo. Se movía de manera muy sensual, hacia delante y atrás, echando después su cuerpo hacia delante para besarme y subir y bajar su culo para hacer una muy buena penetración. Varió entre esas dos formas, estando así durante bastante tiempo, con mucho aguante por parte de ambos debido al folleteo que acabábamos de tener hacía pocos minutos. Nos besábamos con mucho ardor mientras ella me gemía muy dulcemente en la boca y a mí también se me escapaba alguno que otro. Al rato Elena se incorporó para seguir la follada, aprovechando yo para lanzarme hacia sus pezones, con un sabor diferente, más salado debido al agua del mar. Ese morbo inicial con el que empezó la cosa se mezcló con mucho cariño y amor por la forma en la que Elena se movía encima de mí. Después de comerle las tetas durante unos pocos minutos me cogió la cara de nuevo para besarme con muchas ganas, pasando después a mi cuello, besándolo como solo ella sabía hacérmelo.
-Así cariño… Dame toda tu leche, mi amor…
Elena quería que acaba ya dentro de ella por cómo me estaba besando el cuello, acelerando más su movimiento, esta vez hacia delante y atrás mientras me abrazaba con fuerza.
-Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero…
No paraba de repetirlo después de despegarse de mi cuello, agarrando mi cara con fuerza para mirarme a los ojos. Sin poder remediarlo, aunque no tenía intención, el orgasmo me llegó empezando con un cosquilleo en los huevos que se propagó muy rápido por el resto de mi cuerpo, como si fuera una ola de calor, llegándome hasta la cara. Gemí con fuerza, casi gritando, llenándole de nuevo su coñito de leche, empezando a notar como ella temblaba. Estaba empezando a tener su orgasmo, de manera casi simultánea al mío.
-¡Te quiero! (gritó Elena arqueando su espalda, echando su cabeza hacia atrás)
Después de ese alarido, Elena volvió a pegar su cuerpo al mío, abrazándome con mucha fuerza mientras yo terminaba de soltar chorros en su interior. Estaba extasiado, casi mareado por la explosión de mi orgasmo fusionado al suyo. Ella temblaba con mucha fuerza, con fuertes sacudidas y espasmos que iban y venían mientras gemía casi con tono de pena.
Como era de costumbre, me quedé quieto, dentro de ella, esperando a que se recuperara. Elena suspiraba cada pocos segundos mientras aún le daban temblores y algún que otro espasmo. Aún podía notar alguna contracción en mi polla, que poco a poco perdía su volumen debido al haber acabado y al frío del agua. Le empecé a acariciar la espalda para darle calor por si lo estaba perdiendo, haciendo ella lo mismo conmigo poco a poco. Por fin se separó de mí, mirándome a los ojos sonriendo, dándome un pequeño beso, bajándose después de mí para quedar sentada de lado sobre la arena junto a mí, apoyándose en una mano.
Después de unos momentos así, me levanté, yendo hacia la orilla para volver a donde estábamos mientras Elena se terminaba de limpiar. Me quedé sentado en el borde de la manta mientras la miraba como acababa, estado ella de rodillas y traqueteando por ahí abajo. Ella me miraba de vez en cuando sonriendo y sacándome la lengua. Yo le devolvía la sonrisa y ya por fin salió sentándose a mi lado. A pesar de lo fría que estaba agua, no estuvimos mal al salir porque era una noche calurosa y no nos dio frío. Nos quedamos sentados al borde de la manta, en silencio con la mano de Elena sobre la mía mientras escuchábamos el rumor de las olas hasta que los secamos y nos pusimos la ropa, quedándonos tumbados los dos juntos, abrazados.
-Javi, ha sido el cumpleaños más especial que he tenido en mi vida.
-Venga, no será para tanto.
-Te lo digo en serio. (dijo abrazándose con fuerza a mí)
-Tenía pensado algo más, pero al final no ha podido ser…
-¿El qué?
-Que viniera tu padre para darte una sorpresa y lo vieras, pero como al final ha venido tu hermana y sé que no lo puede ver, pues…
-Vaya… Me hubiera gustado mucho. Pero aun así ha sido genial, agradezco mucho tu intención y todo lo que has preparado. Me ha encantado todo y el colgante es estupendo. No me lo voy a quitar nunca, nunca, nunca.
-¿Te ha gustado?
-Muchísimo. Es precioso y la inscripción me ha emocionado.
-Lo hemos estrenado bien, jejeje.
-Jajajaja, pues claro. Que morbazo haberlo hecho en la orilla así…
-Vaya con Elenita… Mírala ahí tan paradita como parecía cuando nos empezamos a acostar…
-Jajajajajaja… Pues ya ves, mírame ahora, follando en público, dejándome tocar por una chica…
-Bueno, si te lo pasas bien me doy por contento.
-Claro, tu Elenita se lo pasa muy bien con su chico. Ha descubierto un mundo y está sedienta de más.
-Mmm… Pues nada, mañana orgía en la playa con todo el que pase.
-Jajajaja, que bobo eres. Poco a poco, mi amor.
-Ya sabes que no hace falta. Yo ya soy feliz de sobra contigo, no necesito hacer nada con nadie más para disfrutar.
-Lo sé, pero también es divertido hacer cositas con nuestros amigos. La cabrona de Irene besa…
-¿Mejor que yo? (dije en tono de guasa)
-Nooooo, tú lo haces mejor. Todo me lo haces mejor.
Seguimos hablando durante un rato hasta que Elena se quedó dormida sobre mí hombro con los dedos de su mano derecha entrelazados con los de la mía izquierda. Yo mientras pensaba en cómo le había gustado todo y lo a gusto que estaba con ella. Finalmente caí dormido al poco de dormirse ella.
Me desperté al amanecer, sin llegar a pasar mucho tiempo en realidad porque entre la cena, el folleteo, el rato en el agua y la charla de después, se nos hizo bastante tarde. Aun así, el sol no nos daba directamente, por lo que estábamos bastante a gusto por la temperatura tan agradable y esa intimidad que teníamos al no pasar nadie aún. Elena seguía durmiendo, acurrucada a mí conforme se durmió. Estaba preciosa con sus morritos y su pelo castaño ligeramente ondulado con ese pañuelo rojo. Decidí relajarme para volver a dormir un poco y disfrutar más del momento. Después de dormir un poco más me desperté esta vez abrazando a Elena por la espalda haciendo la cucharita. Parecía estar despierta porque me acariciaba la mano, así que incorporé mi cabeza para darle un beso en la mejilla. Al notar eso, Elena se dio la vuelta, mirándome a los ojos y dándome un beso. Después se separó de mí sonriendo como solo ella sabía hacer, acariciando mi cara. Oímos pasar a algún corredor que pasaba por ahí y decidimos levantarnos para no estar dando el cante y que la gente no se creyera que estábamos haciendo algo.
Recogimos todo y volvimos al apartamento dando un paseo por la playa. Eran poco más de las 9 cuando llegamos, por lo que creíamos que no molestaríamos al llamar, ya que no teníamos llaves, pero una vez llegamos y llamamos nos abrió Irene con cara de pocos amigos. Me extrañó un poco, aunque no dijimos nada, ni una palabra. Ella volvió a su habitación cerrando la puerta y Elena y yo nos fuimos a la ducha, siguiendo con los cariñitos que nos estábamos dando desde la noche anterior. Las caricias y los besos no paraban de sucederse, aunque no llegamos a pasar a nada más. Cuando acabamos fuimos a desayunar, pero todos seguían durmiendo. Aun así, desayunamos y nos echamos un rato en el sofá, ya que Noelia estaba durmiendo en nuestra habitación. De nuevo Elena se quedó dormida, pero yo me quedé viendo la tele.
Al rato apareció Noelia, mirándome de reojo, yendo directamente a su maleta a coger ropa limpia. Iba con una camiseta de manga corta que le llegaba hasta un poco más abajo de la cintura, sin poder ocultar casi sus braguitas negras. Estaba claro que no llevaba pantalones, pero también estaba claro que no llevaba sujetador, al marcárseles los pezones bastante sobre esa camiseta blanca y tampoco llevaba gafas. Me pareció notar que tenía la cara un poco roja, pero no le di mucha importancia. Se fue dando pequeños pasitos hasta el cuarto de baño, viendo que también iba descalza. Al rato aparecieron Irene y Mario, ambos en pijama y se sentaron a nuestro lado, preguntándonos como fue la noche. Le explicamos cómo nos fue y se pusieron muy contentos por nosotros, aunque noté a Irene un poco más seria de la cuenta. Después de que ambos desayunaran y se vistieran, nos bajamos a la playa, yendo las chicas delante de Mario y yo, quedándonos un poco por detrás.
-¿Qué le pasa a Irene?
-Nada, ¿por?
-La noto un poco rara, más seria de la cuenta.
-No sé a qué te refieres…
-Pues…
Entonces se pararon, enseñándole Elena a las dos el colgante con detenimiento desde cerca, Mario y yo disimulamos un poco cuando las pasamos.
-Entonces, el plan fue bien, ¿no?
-Sí, fue perfecto, gracias por ayudarme.
-De nada, tío. Mola lo del colgante, es un buen detalle.
-Sí, le hizo mucha ilusión.
-Tengo que hacerle yo algo así a Irene.
-Va Mario, ¿qué pasa? (dije una vez nos despegamos de ellas)
-Tío, paso del tema. Que te cuente Irene.
-Pero tío… Me estás poniendo mal cuerpo.
-Que no es nada, pero que yo paso del tema.
-Vale, ya le preguntaré a ella…
Por fin llegamos a la playa, clavando las sombrillas, extendiendo las toallas, con el ritual de la crema y demás. Después de estar un rato tumbados en las toallas Elena dijo de ir a por helados y acabó yendo ella junto a Noelia. Mario fue a refrescarse al agua y me quede solo con Irene. Me pareció un momento perfecto para preguntarle acerca de su seriedad que llevaba mostrando desde que aparecimos por la mañana.
-Irene, estás un poco seria, ¿no?
-¿Qué? No. Estoy normal.
-Venga, inténtalo de nuevo.
-Espera, que me están llamando.
Irene se levantó y se alejó un poco para hablar por teléfono. Tenía una expresión sonriente. Después de unos breves minutos regresó y se sentó a mi lado.
-Bueno guapa, luego hablamos. A ver si quedamos, que hace mucho que no nos vemos.
-Sofía, ¿no? ¿Al final va a venir a vernos?
-No era Sofía.
-Ah, ¿no?
-No… Era Ángela.
-¿Ángela?
-Sí, hablamos bastante.
-No tengo el gusto de poder decir lo mismo.
-¿Tan mal acabó la cosa?
-Por desgracia sí. Le escribí el día de su cumpleaños y me respondía de manera muy seca. Me interesé por cómo le iba y casi me manda a la mierda.
-¿En serio?
-Sí. Me dijo que me centrara en mi chica y que no le hablara más.
-Está muy dolida. Estaba enamorada de ti. Imagínate estar enamorado de alguien y no poder estar con esa persona.
-Yo también estoy dolido, ¿vale?
-¿Sí?
-Sí, joder. Ángela ha sido una persona muy importante para mí y me jode muchísimo que nuestra amistad se haya acabado y de esta manera. La echo de menos y me gustaría seguir hablando con ella.
-Tranquilo, Javi.
-¿Te ha preguntado por mí o algo?
-No. No directamente. Me pregunta si todos estamos bien y yo le digo que sí, que nos va muy bien y demás.
-Ya veo. ¿Y ella? ¿Cómo está?
-Muy bien. Le va muy bien y está muy a gusto ahora mismo.
-Me alegro.
-Bueno, ¿de qué estábamos hablando?
-Que te veo muy seria. ¿Ha pasado algo?
-Ah…
-Venga va, dímelo.
-Poca cosa.
-Vale, ¿qué es?
-Pues… Anoche fuimos a cenar los tres y todo muy bien. Nos tomamos una copa y regresamos. Noelia se fue a vuestra habitación para dormir ahí y Mario y yo nos pusimos tontos, aunque no hicimos mucho ruido. El caso es que mientras lo estaba montando a buen ritmo, entró Noelia de golpe, completamente desnuda.
-No jodas…
-Pues sí. Se nos acercó y todo, que quería follar con nosotros, vamos…
-Pero…
-No, no pasó nada. Me enfadé bastante. La cogí de la mano y la llevé a vuestra habitación. Le dije que la mínima que viera, que llamaba a su madre y le contaría como era de verdad.
-¿Y qué dijo ella?
-Que vale, que le apetecía mucho y con algo que habíamos hablado creía que estaría bien. Después volví con Mario, él no estaba muy cabreado, pero yo sí, así que me jodió el polvo y por mi cabreo también se lo jodió a Mario.
-Por eso la cara de mala ostia cuando hemos vuelto esta mañana, ¿no?
-Sí. Aún estaba cabreada.
-Pues bienvenida a mi vida.
-¿Cómo a tu vida?
-Por los malos rollos con Noelia digo…
-Ah… Es que no veas con la nena. Que cabezona es…
-No lo sabes bien…
-Me arrepiento de haberle dicho que sí a su madre cuando nos preguntó si podía venir con nosotros.
-¿Por qué te crees que fui a vuestra casa a echaros la bronca?
-Ya…
-Bueno, ya solo quedan un par de días para irnos. No tendréis que aguantarla mucho más…
-¿Y tú?
-Bueno, no me queda otra. Vive con Elena, así que…
-Pues apañado vas…
-La putada es que la madre también es un poco…
-¿Es como ella?
-Sí. Tienen el mismo carácter. Las dos son muy tocapelotas.
-Pues hazle caso a Mario y múdate con Elena. Más tranquilos.
-Pues me lo estoy empezando a pensar…
Elena y Noelia se acercaban, por lo que dejamos de hablar de eso, pasando a otro tema. Irene llamó a Mario y vino con nosotros para comernos los helados. Cada uno nos comimos el nuestro, con los típicos de chocolate de palo o conos, excepto Noelia, que se compró un Calippo. Empezó a chuparlo como si fuera una polla, hasta haciendo el sonido de las succiones. Se hacía la disimulada, pero estuvo así un buen rato. Mario y Elena no le hacían caso, pero Irene sí que se daba cuenta y me miraba negando con la cabeza. Yo puse expresión de «¿qué le vamos a hacer?», mientras me encogía un poco de hombros.
El resto de la mañana transcurrió con normalidad, tomando el sol, jugando a algo, dándonos un baño… Después fuimos a comer también con normalidad, sin ningún mal rollo ni nada raro por ninguna parte. Ambas parejas muy apegadas, con algún beso y cariñito mientras Noelia se quedaba callada o ausente a nuestras conversaciones y gestos. Por la tarde más de lo mismo, con la misma costumbre que habíamos cogido esos días, pasarla ahí hasta el atardecer para luego ir a cenar. Después de una cena, que fue tan bien como la comida, fuimos a tomarnos algo sentados en alguna terraza. El alcohol hizo que esa ligera tensión que había después de los inconvenientes de Noelia se fuera diluyendo.
El problema fue que ellos tenían ganas de más y de seguir con la fiesta, por lo que seguimos en otro sitio con más marcha. Irene, Mario y Noelia empezaron a beber más, aunque aparentemente no se emborracharon, solo iban con el punto. Yo no era de beber, así que con la copa que me tomé en el sitio de antes iba bien servido. Sin embargo, Elena sí que empezó a beber más que el resto, pillando un buen cebollón. Irene y Mario estaban muy a gusto y querían bailar, pero Elena estaba ya que no sabía dónde estaba. Decidí llevármela al apartamento, avisando a los demás. Cargué con ella, colgándose a mi espalda y me fui hacia el apartamento, alcanzándonos Noelia a medio camino.
-Espera Javi.
-¿Qué pasa?
-Nada, que me voy yo también a descansar.
-¿Ha pasado algo?
-No, bueno… Es que los quiero dejar solos.
-Ya, ya me ha contado Irene lo que pasó anoche.
Noelia me miró de manera alarmante, mirando también a su hermana, quien iba adormilada, balbuceando sonidos.
-No te preocupes, está K.O.
-Te lo ha contado entonces, ¿no?
-Sí. Estaba muy molesta.
-Ya, es que anoche los oí y bueno… Me puse muy cachonda. (dijo después de mirar a ambos lados y comprobar que no había nadie cerca)
-Noelia, cualquier día te vas a llevar un susto. No puedes ir haciendo esas cosas, ya viste lo que pasó anoche y bueno, también lo que llevamos a rastras.
-Bueno…
-Creía que te ibas a portar bien.
-Me iba a portar bien con vosotros. Lo que no puede ser es que me pique y me caliente y me deje así. Como tú en su día…
-Anda, cállate.
-¿Lo saben?
-No. Solo tú y María.
Llegamos al apartamento y nos fuimos a la habitación, viviendo Noelia detrás.
J: ¿A dónde vas?
N: A dormir.
J: ¿Aquí? Olvídate.
N: Venga Javi, que hace mucho calor en el salón. Mira como está Elena. No creo que vayáis a hacer nada conforme está.
J: Eso no tiene nada que ver.
N: Anda… (dijo guiñándome un ojo)
J: Anda, tira.
E: Noelia, se buena chica y vete, anda, que Javi y yo vamos a hacer el amor… jijijiji… (dijo pasándole la mano por la cara a Noelia)
N: Bueno… Al final tienes fiesta. (dijo yéndose)
Noelia se fue, dejándonos solos y entonces Elena se puso muy cariñosa, aunque seguía muy borracha, casi ni se tenía en pie.
-Javi, sácatela ya, que te la quiero comer. (dijo dando voces, con la voz muy ida por la borrachera)
-Shhh, tranquilita. No pegues voces. Anda, vamos a dormir, que estás que no sabes ni dónde estamos.
-Estamos en la gloria, ven, que me quiero comer ese pollón.
-Venga, a dormirla.
-Que no, coño. Siéntate.
Elena me empujó a la cama, inclinándose ella y perdiendo el equilibrio, cayendo de culo en el suelo. Después de reírse como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo, se puso de rodillas y tiró de mis pantalones y boxers. Mi polla flácida salió y Elena se empezó a reír de nuevo. Me acarició la cara de una manera un poco torpe y me la cogió, empezando a pajearme. Mi polla se empezó a poner dura por el contacto, aunque no quería porque no me gustaba así. No disfrutaba lo mismo con mi chica así, no la veía como siempre y parecía que me estaba acostando con otra persona. Se puso muy pesada e insistente y al final se lanzó a comérmela. Lo hacía con muchas ganas, con los ojos cerrados, intentando metérsela entera, consiguiéndolo, pero se atragantaba por hacerlo tan duro.
-Elena, tranquila, que no te la van a quitar.
-¡Shhh!
Me la empezó a chupar más lentamente, acariciándome los muslos. Ahora sí que empezaba a disfrutar bien de lo que estaba haciendo, viendo más cariño en como lo hacía. Puso su mano en mi pecho, empujándome para que me tumbara, siguiendo con esa mamada con cariño y lenta mientras yo permanecía tumbado, relajado, disfrutando de ello al máximo a pesar de no gustarme ver a Elena así. Me estaba dando mucho placer, notando que estaba cerca de correrme, pero entonces paró, moviendo su mano ligeramente a lo largo de mi polla. De nuevo se paró, soltándola, pero cogiéndola al segundo de nuevo. Después de un par de subidas y bajadas con su mano oí un gemido un poco raro. Lo que vi al abrir los ojos no me gustó nada.
Me encontré a Noelia agarrando mi polla y meneándola muy ligeramente, lanzando algún gemido mientras la miraba fijamente, mirándome después a los ojos cuando me incorporé y la miré.
E: ¿Te gusta, Noelia?