SERGIO CANEVA
Extiendo mi mano y no alcanzo… ¡nada!
solo algunos pliegues, danzan en la cama,
ya que hasta tu sombra, la que cobijaban…
ausente se encuentra, a acuosa mirada,
que en vano busca, en la noche estrellada,
encontrar tu cuerpo por la extensa sabana.
Que por el vacío, desde tu partida….
¡Se fue dilatado! , en el día a día,
regada de lágrimas… que la noche anida,
también impotencia, angustia contenida,
demostrando temple a los que están con vida.
Extiendo mi mano… ¡y se me hace eterno!
llegar hasta el borde, mismo, del destierro,
que impávido contempla, mi desolación,
pidiendo a mi vida, hoy… resignación,
tan solo tu almohada, me devuelve el eco,
con suave perfume que aún le ¡agradezco!
¡Pero faltas tú! Tus risas… destellos,
noches de tertulias, de moldear proyectos,
¡que eran de los dos! y ¡ya!… no son nuestros.
Porque te has marchado, sin aviso previo,
dejándome solo/a, ante inmenso espejo,
el que reflejaba, tan claro lo nuestro
y hoy solo devuelve… turbio, ¡mi reflejo!
Extiendo mi mano y aunque ya… ¡no estás!
se bien que entre sueños me has de visitar,
para darme aliento, gotas de alegría,
para darme vida… en el día a día.